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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Heme de nuevo aquí, hice lo posible por traerlo a tiempo ésta semana, de la siguiente no estoy del todo segura a decir verdad xD 

Muchas gracias por apoyar y seguir éste fic, sus comentarios me ayudan a seguir entusiasmada de escribir, especiales gracias a esas personitas que siempre me dejan sus graciosos comentarios o extensas reviews, gracias, gracias~ 

Aracelly

anakzanamu

mestefaniab

 

Sin más, el fic~

 

 


El instinto, el destino, son ciertamente algo con el que se debe tratar con mucho respeto, en ocasiones puede salvarte la vida, pero en muchas otras firmar una sentencia que puede acabar con la misma, sólo en algunos casos es realmente un golpe de suerte, puesto que no es siempre algo fantástico, bueno o deseado.


Los alfas y los omegas reaccionan entre sí, humanizando conceptos meramente animales, buscando sentido a una mutación extraña, la atracción adictiva, infrenable, desbordante, que envuelve y crea una fuerte dependencia, como una droga, una que te puede llevar a la locura en fuertes dosis, a una gran desesperación cuando aquel dulce caramelo se te escapa de las manos, como un lazo roto, como la muerte de una pareja, su par queda marcado para la eternidad, hueco, herido, devastado. Elena sabía esto muy bien, pero observar a su hijo le hacía feliz, podía soportar la presencia del que creyó el omega de su vida con tal de ver a Viktor sonreír. Ella que no tenía una pareja destinada.


La ceremonia sintoísta fue preciosa y refinada, así como novedosa para algunos presentes, pero ello no restaba la hermosura de la recepción, el mar se teñía de cálidos matices naranjas y rosados, denotando el crepúsculo como un magnifico fenómeno natural. Un camino de paja trenzada descansaba sobre la arena, con antorchas encendidas clavadas en cada costado, hasta dirigir a las distintas mesas redondas de largos manteles blancos, al igual que las fundas en las sillas con grandes moños satinados, los platos y cubiertos estaban prolijamente acomodados, como centro en cada tablón, una esfera de cristal sostenida de una base de herrería, guardaba con ligero vaivén distintas velas pequeñas en forma de flor que flotaban en el agua, dándole un ambiente encantador, romántico.


Velos inmaculados rodeaban el sitio, asemejando un sutil techo que permitía ver a través de él las estrellas que modestamente se asomaban con el oscurecer, estos mismos simulaban un marco tras la mesa principal donde la pareja estaba sentada con sus trajes nupciales a juego, radiantes, enamorados, brillaban aún más que la mismísima luna que ascendía silenciosa en el firmamento, mientras el oleaje relajaba como un débil murmullo.


El resplandor de la cristalería era opacado por completo por las lustrosas sortijas de los recién casados, doradas, sencillas, pero que demostraban físicamente sus sentimientos, su pertenencia. En Japón, el compromiso legal era menos “festejado”, tan sólo llenar una solicitud y firmarla, poco más de papeleo burocrático, aun así, el de cabellos platinados hizo lo suyo para que fuese especial, la organizadora de eventos se encargó incluso de conseguir un “juez” para proporcionar una sensación de compromiso y legitimidad, no hubo votos elaborados, sólo un profundo beso lleno de amor, así como suaves caricias.


 


 


-Gracias por esperarme… -únicamente dijo el omega con sus mejillas sonrojadas y una tímida mirada- por favor, cuida de mí.


-No, gracias a ti por existir… -lo toma delicadamente, besando sus nudillos, su anillo- mi Yuuri, siempre estaré ahí para protegerte y amarte.


-Viktor… -susurra avergonzado.


-También cuida de mí –le roba un suspiro con sus labios, mismos que se posaron con suavidad cual mariposa sobre los otros.


 


 


Aplausos resonaron, alentando a la pareja a seguir, emocionado por el momento, el alfa le toma de la cintura, inclinando un poco al menor, el cual por reflejo se aferró al cuello del más alto y entreabrió su boca por la sorpresa, provocando un húmedo movimiento poco previsto que les dejó prendados por unos cuantos segundos, olvidándose que por lo menos unas cuarenta a cincuenta personas les observaban.  Después de ello, ya algo más apenados se separan, dando una reverencia a los invitados con sus caras coloradas, agarrados de la mano, se sonríen, la recepción sigue y toman asiento, conversan un poco, aun nerviosos, entrelazan sus dedos bajo la mesa, acariciando de vez en cuando la palma del otro con dulce mimo. Pasó casi una hora, en ese instante la cena se servía, por lo que llegó el tiempo indicado para del brindis, las personas más allegadas a la pareja se incorporaron para dedicarles palabras y buenos deseos en su matrimonio, los primeros fueron los Katsuki, siendo Toshiya quien abriera el emotivo momento.


 


 


-A decir verdad creí que faltaba mucho para esto pasara… -dijo con sonrisa nostálgica, sosteniendo el micrófono- Yuuri era un niño muy tímido, estaba preocupado por él, cuando menos pensé creció, tan rápido, tan fuerte… no entiendo mucho de parejas gamma y esas cosas, pero sé lo que es el amor –voltea a ver a su esposa que le regresa una mirada llena de ilusión-  Vicchan, te encargo mucho a mi hijo, si puedes amarlo tal o cual más como yo lo hago con Hiroko, estaré completamente agradecido, apóyense,  cuídense, escúchense, la comunicación es muy importante, teniendo eso cualquier dificultad será menos pesada, no suelten sus manos nunca, les deseo lo mejor –inclina ligeramente su cabeza.


-Yuuri, mi niño –pronuncia con cariño cuando el aparato pasa a sus manos- no hay mucho que pueda decir a estas alturas, tu sabes muy bien que en cada momento te apoyamos, ahora Vicchan, oficialmente eres bienvenido a la familia, siéntete libre de tratarnos como lo que somos, en nuestra casa siempre tendrán un lugar disponible, no importa lo que pase, las experiencias sirven para aprender, para mejorar, para unirlos cada día más, ámense sin miedo, cuídense el uno al otro y nada ni nadie podrá separarles.


-Es curioso… -ríe- pensé que al ser la mayor, sería la primera en casarme –les ve sonriente- ustedes dos me han metido en más de un lio, pero son tal para cual, me es difícil pensarlos como dos seres completamente separados, todo el tiempo juntos, no los juzgaré, aunque no pueda percibir sus feromonas, sus ojos lo dicen todo, no lo diré en voz alta –regala una mirada cómplice a su hermano- Viktor, también te doy la bienvenida.


 


 


Pronto muchos más les expresaron bastas frases, entre ellos Minako que casi se parte a llorar por su cachorro “adoptivo”, ahora casado y próximamente en el extranjero, Yuko no hizo más que empeorar la situación, conmovida por sus hormonas a sus poco más de tres meses de gestación, su barriga se hacía notar debido a un embarazo múltiple, casi hace lagrimear a su mejor amigo de no ser por las feromonas protectoras que despedía su esposo. Entonces llegó el turno de la familia por parte del ruso, como era de esperarse, la alta mujer alfa fue quien comenzó.


 


 


-Viktor, no, Vitenka… -sus labios se curvan al apreciar como aquellos ojos azules tan similares a los suyos se iluminan como los de un pequeño niño- quizás no sea la mejor persona para dedicarte unas palabras en este día tan especial, pero verte tan feliz llena mi corazón… Yuuri, cuida de él, a veces es un terco y desentendido –algunas risas se escuchan- sólo tengo un consejo que darles… sean sinceros entre ustedes, no importa que tanto duela, una relación no puede durar a base de mentiras, sólo la destruye, son jóvenes y aun les espera un brillante futuro por delante.


 


 


Una palpable incomodidad se apoderó de la agradable velada por unos segundos entre aquellos que sabían la verdad tras la declaratoria, otros intuyeron algo oculto entre líneas, mientras quienes no comprendían el inglés permanecieron expectantes. Salvando la noche, Christophe intervino, contando algunas anécdotas graciosas de su amigo en lo que el omega francés se reponía de un inusual mareo, una vez tranquilo, hizo una señal al rubio que le sonrió comprensivo.


 


 


-Disculpen, disculpen, contratiempos del embarazo –sobó su barriga, fulgurando con renovada alegría-Vitya, Yuuri… -tomó el micrófono con ambas manos, sus grandes iris miel reflejaban un sentimiento melancólico- ¿Saben? Los primeros meses siempre son maravillosos, no importa si eres un omega, un beta o un alfa, nadie te dice que con el tiempo existen pequeños detalles que se vuelven molestos, que el sexo pasa a segundo plano –sonríe- que quizás tu pareja no es lo que esperabas, pero por ello deben ser fuertes, el amor sólo es una parte del matrimonio, sí, es lo más importante, sin embargo también hay tristezas, enojos, diferencias, cada una de esas dificultades, si son superadas juntos, se vuelven un arma a su favor, fortalecen en demasía su lazo, no todo será felicidad, pero al final del día, después de una tonta pelea, tener unos brazos a los cuales regresar lo cura todo.


 


 


Una vez estuvo satisfecho con su discurso, tomó asiento, siendo una insistente mirada a la cual se negó a enfrentar, suspiró, es probable que inconscientemente hubiese herido el orgullo de su ex esposa, no podía hacer nada con ello, la realidad era que en verdad su consejo no era malintencionado, deseaba lo mejor para su cachorro. El siguiente en hablar fue cierto hombre entrado en años, pero que se notaba tan fuerte como un roble, elegante y clásico, parecía sacado de una antigua película de gánsters, nada más alejado de la realidad.


 


 


-Vitya, creo que lo sabes… -sostenía su sombrero a la altura de su diafragma- para mi eres como un hijo, te vi crecer, cuidé de ti, te instruí en cosas que te sirvieran para vivir, para enfrentar éste mundo… yo no sabía de tu condición, no comprendía muchas cosas, soy un beta, poco comprendo de “su naturaleza”, pero creo que mi manera de actuar no fue errada, ahora eres todo un hombre, felicidades, a ti y a tu encantadora pareja… Yuuri, cuida de éste atolondrado muchacho.


 


 


Las copas resonaron tintineantes, los invitados degustaron el dulce vino trasparente, mientras uno de los recién casados lo bebía presurosamente antes de que su pareja le detuviera, era delicioso, jamás pensó que le agradara tanto el alcohol, recibió una mirada de advertencia y un juguetón pellizco en su mejilla, previamente enrojecida por verse pillado.


 


 


-Sólo una, no permitiré que vuelvan a servirte, eres muy joven para tomarle gusto a la bebida –regaña con un puchero en sus labios, entrecerrando sus ojos.


-Eres mi esposo, no  mi padre… -saca su lengua- en Rusia es legal.


-Yuuri –resopla.


-Está bien –sonríe, besándole fugazmente- creo que está haciendo efecto –admite ante su atrevimiento.


-Lo noto… -su gesto se relaja, lo abraza, atrayéndolo a él lo más que le permite el espacio entre sus sillas- me encanta cuando no te avergüenza besarme en público –sus labios se posan en el pómulo del menor.


-¿De verdad? –suelta una tenue risa al sentir más pequeñas caricias en su rostro, voltea a verlo e instintivamente un suspiro se le escapa al tenerlo tan cerca- Viktor… -susurra, dejando caer sus parpados y rindiéndose a la inevitable unión de sus bocas.


 


 


Todavía hacía falta partir el pastel, pero estaban tan entretenidos en su intercambio de fluidos, con sus mentes sumergidas en la existencia del otro que, nada importaba. El extranjero eliminó sus preocupaciones, la incertidumbre de su relación, pues temía echarlo a perder, la ansiedad serpenteaba por su cuerpo, dejando a su paso el malsano veneno que le perseguía desde su niñez, no quería repetir la historia, sería prácticamente imposible, Yuuri era su destinado y nada podría separarlos, pero su madre era estricta y su esposo no era en absoluto sumiso a los alfas, rogaba porque se llevaran bien, porque no tuvieran diferencias, pero sobre todo, que su amada pareja lo aceptara con todo y sus secretos.


Su larga y pausada caricia cesó, más por el bochorno que se apoderó de ellos, sentían sus ropas pegarse a la piel, su corazón latir, lento y fuerte, con las mejillas arreboladas, así como el renovado impulso por desfogar el intenso deseo que se apoderaba de sus sentidos, dominados por una extraña pasión nunca antes vivida, sus palmas cosquilleaban, inquietas por palpar al otro, el mayor percibía sus encías calientes, las frotaba su lengua para menguar la incomodidad, incluso bebió más vino para refrescarse, mientras el joven japonés le observaba con descarada ambición, mordía sus labios, asomando sus ojos por encima de sus anteojos, impaciente por que la celebración terminara.


 


 


-Viktor… -murmura, enredando sus brazos en uno de los del mencionado, suspira y le frota su mejilla en el hombro.


-¿Sí? –mantiene su posición, sin dejar de sostener su copa, gira apenas su rostro.


-¿Falta mucho? –pregunta fingiendo inocencia.


-¿Es que eres un niño? –ríe, besándole los oscuros cabellos, aspira su olor por unos segundos- sólo un poco… -responde quedito, terminando su bebida.


-¿Lo… haremos? –su voz suena esperanzada.


-Quizás… -sonríe triunfante ante el mohín del de ojos castaños, el mesero vuelve a servir más alcohol.


-Quiero el divorcio –sentencia, alejándose.


-No puedes hacer nada, acabas de firmar un acta matrimonial y juraste ante los Dioses amarme por la eternidad –le molesta un poco, sigue aliviando el ardor en su boca con grandes tragos que hacen inflar sus mejillas hasta que el líquido se calienta y lo pasa por su garganta ya un tanto resentida.


-Pues puedo firmar otra acta divorciándome y decirle a los Dioses que era broma –se cruza de brazos, ofendido.


-Yuuri~ -canturrea divertido.


-No –voltea en dirección contraria.


-Te amo~ -lo atrae hacia sí, sentándolo en sus piernas y besándole el rostro.


-¡Aléjate!¡Suéltame! –le empuja avergonzado.


-Creí que no te importaría –los juguetones ojos azules le reflejan.


-No estoy tan ebrio, pero quizás tú si… -toca la respingada nariz enrojecida por el alcohol.


-¡Bésame, Yuuri! –carcajea extremadamente alegre.


-Sólo si me prometes lo que tú sabes qué –su expresión es victoriosa. 


-Te daré los “qué”, que tú quieras… -asiente sin ser del todo consciente de lo que dice.


-¿Ah sí? –se burla.


-Sí –su expresión se vuelve completamente sincera.


-Creo que no estás entendiendo… -le toma con sus manos la cara- pero está bien –junta sus labios y lo escucha suspirar, erizándole la piel.


 


 


Cerrando los ojos, viendo tras sus parpados millares de estrellas pasar con gran rapidez, como si viajaran a la velocidad de la luz, un sutil vértigo que les hace estremecer, ignorando el mundo ajeno a ellos, percibiendo el revolotear de sus hormonas haciéndose presente, impregnándose con la invisible nube de sus escancias, la electricidad recorre sus cuerpos, misma que es más apagada en los sentidos del mayor pero que entume sus extremidades, entorpeciendo sus movimientos, incluso el de su boca que es concienzudamente devorada, por un tiempo indefinido su mente se desconecta.


 


 


¿Por qué Yuuri está tan agitado? ¿Dónde están sus anteojos? ¿Qué pasó con la fiesta? ¿En qué lugar se encuentran? Uno de sus brazos duele, su palma llena de arena y hendiduras momentáneas causadas por su apoyo en una piedra, su cuerpo está caliente, sus dedos húmedos.


 


 


El omega había huido de él cuando sintió un fuerte olor por parte de su pareja, alegando que debía ir al baño, se escondió en uno de los cubículos portátiles que la organizadora colocó un poco ocultos, sobre todo  discretos, tras una mampara  y un tanto alejados de la reunión. Quería recobrar la compostura, pero ciertamente una emoción culposa se apoderaba de su cabeza, era adictivo, excitante, deseaba continuar hasta que su pensamiento se perdiera por completo, desatando la bestia que exigía su conexión con la parte alfa, sin embargo, el raciocinio se mantenía pendiendo de un hilo, jalándole con débil fuerza, pero aun así recordándole quien era, donde estaba, sus principios. No obstante era escandaloso, no por sus ahogados murmullos, sino el aroma que seducía sin proponérselo a su destinado.


Escuchó el golpear de la puerta del reducido baño, gritando un “está ocupado” al instante, pero la persona es obstinada, acosadora, colmando su paciencia, toma impulso para enfrentar a tan persistente y molesto “invitado” topándose con unos oscurecidos ojos azules que escrutan sin reparo su anatomía, desde la coronilla hasta los pies, se sonroja por la insistente mirada, ninguno se ha movido un centímetro, pero lo nota tenso, impaciente. Intenta decir algo, pero vacila, encogiéndose en su lugar, parece que obtener lo que tanto busca resulta abrumador y está ansioso.


 


 


-Viktor… será mejor que volvamos… -susurra con voz temblorosa, lamentándose de su cobardía repentina, sacude su cabeza, diciéndose que al final de la noche tendrá que suceder, le pasa de largo, sin atreverse a dedicarle el mínimo vistazo, pero es retenido, tomado fuertemente del brazo- ¿Qué… ?


 


 


Sus pupilas se conectan y cree ser absorbido por un agujero negro, arrastrado por una gravedad que desconoce, impetuosa, sofocante. Sus lentes caen cuando es cargado por los brazos fuertes del más alto, guiado a un sitio desconocido a unos metros del peñasco cercano, le acorralan contra la enorme piedra, sus hombros tiemblan, igual sus piernas, la señal de resistirse no llega a sus músculos, su físico está poseído por el instinto que, sumiso se deja hacer por las habidas manos que le tocan, por el olor que enloquece sus sentidos, cierra los ojos, jadeante, necesitado, sus cuerdas bocales modulan agudos sonidos que alientan las acciones de quien pretende poseerlo. Sus dedos se aferran a las costosas ropas del alfa, quien le abraza, abriéndole las piernas con la rodilla y aunque su ropa está de por medio, siente como el muslo del europeo se restriega en su entrepierna, sabe que se está humedeciendo, que sus genitales se cogestionan de sangre, su miembro pronto está endurecido, besos exploran su cuello, la mandíbula, la oreja izquierda, se retuerce reaccionando a la ardiente respiración que sin pena humedece su piel de por si levemente sudada y se siente llegar por los rudos roces, entonces pasa algo que no previó, una ansiosa  mano surca un pecaminoso camino sobre el pantalón que cubre sus glúteos, recorriéndolo como harían las gotas de la regadera, hundiéndose entre ellos y presionando hasta un punto mojado que le hizo pegar un brinco, así como un gemido cual chillido, sus ojos lagrimaron, las uñas se clavaron en la fina tela, las extremidades se le volvieron gelatina, no pudo retener aquello que ahora manchaba su ropa interior.


 


 


-¿Yuuri? –le observó desconcertado- ¿Te sientes mal?


-Tonto… -balbucea entre jadeos, escondiendo su rostro en el hombro del ruso, dejando caer su peso, aun debilitado- ¿Es que… no te das… cuenta?


-¿Darme… cuenta?


 


 


Fue entonces que se percató de la posición en la que estaban, de lo comprometedor que era que alguien los viera, sí, ahora eran esposos, pero eso no restaba importancia al pequeño espectáculo que ocasionarían. Retrocedió avergonzado, tropezando y resbalando con la arena, cayendo ambos al suelo, le protegió del golpe como un reflejo instantáneo, lo normal sería reír, pero la verdad era que la situación no le generaba risa alguna, está más preocupado por su instinto que cada vez con más frecuencia se sale de control, se disculpa, reteniendo la cabeza de su amado en el pecho, no lo deja moverse, no quiere que lo vea, está a punto de llorar de impotencia y Yuuri lo sabe, puede sentirlo, su olfato no miente, quiere consolarlo, le asegura que ha sido consensual, sin embargo, sabe que es testarudo, que se culpa por algo natural.


 


 


-Esa no es excusa… -dice quebrándose en la última silaba.


-Viktor ¿Por qué tienes tanto miedo? –pregunta, ya intrigado.


-¿Tu no lo tienes? –no contesta, quiere guiar la conversación por diferente camino.


-Sí… -medita- pero quiero hacerlo, en ese momento deseo unirme a ti… -acepta con cierta pena.


-Yo no quiero lastimarte… si algo pasa… quiero hacerlo por amor… pretendía que hoy eso fuera especial… -le abraza suavemente como si le creyera desvanecer.


-Y lo será… -se atreve a mencionar con las mejillas enrojecidas.


-Yuuri –su gesto se contrae, sus ojos cosquillean- ¿Cómo puedes confiar tanto en mí?


-Porque me amas… -levanta su cabeza, viendo los iris azules contrastar con la irritación acuosa a su alrededor- y yo también a ti… -la albina cabeza se echa hacia atrás mientras su dueño aprieta los parpados y gotas como el mar caen por su rostro, una tras otra- Te amo.


 


 


Se acurruca, aun con su corazón palpitando en el esternón, sus manos tiritan por su fuerte circulación sanguínea, pero con inusitada ternura seca las húmedas mejillas y orejas, lo conforta, piensa mientras el otro se arrulla, sin importarle que ahora están llenos de arenilla, no le molesta que Viktor sea tan emocional, de hecho es algo que le gusta de él, sin embargo, le preocupa, creyendo firmemente que algo le atormenta la cabeza, pero no se atreve a mencionarlo, se cohíbe.


 


 


-Dices eso, incluso si no me conoces bien ¿Cómo? –la garganta le duele, atorada por un fuerte nudo.


-¿Qué puede ser tan malo? –ríe- ¿En realidad tu familia está con la mafia? ¿Guardas un pasado oscuro del que te avergüenzas? ¿Hablas con la boca llena? ¿No te bañas en tres días seguidos? ¿Eres desordenado en tu habitación?... dime ¿Qué es eso tan malo?


-Yo… -frunce las cejas, se nota su angustia- creo que no estoy preparado para decirlo… ¿Podrías esperar?


-Claro –responde con suavidad, rosando su mejilla con la contraria muy sutilmente- tú me has esperado por años, incluso antes de conocernos, puedo hacerlo.


-Yuuri, eres maravilloso, de verdad… -se incorpora, quedando ambos sentados, viéndose despeinados y desarreglados- te amo –susurra con dulce cariño, limpiándole la mejilla con algunos granos de arena.


-Lo sé –una graciosa sonrisa se apodera de él, está nervioso y encantado, no sabe cómo expresarlo, distrayéndose con sacudir la ropa y cabellos de su esposo.


-¡¡Aquí están!! –dos vocecillas gritan al unísono, no muy lejos de donde se encontraban, encarrerados, ciertos gemelos aparecen.


-¡Hermano! –dice uno con emoción, como si hubiese obtenido un gran logro.


-¡Yuuri! –segunda, confirmando la presencia de quienes buscaban.


-¿Qué pasa? –el Nikiforov se levanta, ayudando a su pareja.


-¡¡El pastel!! –sueltan.


-Dijeron que si los encontrábamos, tendríamos pastel –menciona Alek.


-¡Vamos! –les jala a cada uno de un brazo, Liev.


-¡El pastel! –la pareja se ve con asombro, contagiándose con la sincronía de los pequeños.


 


 


Gracias a su íntimo encuentro, en más de un sentido, la reunión terminó por alargarse, les habían buscado por lo menos durante unos cuarenta minutos, el menor de cabellos oscuros tuvo que sucumbir a cambiar su atuendo, ante la insistencia de su madre a que portara un kimono largo, sumamente elegante, además del hecho de guardar fluidos indecentes en sus interiores, ahora lucía una fina seda negra con estampados en diversos colores vivos, su peinado fue rehecho, siendo adornado por un pasador a juego con sus ropajes. El pastel se partió, una oleada de flashes se desplegaron, para luego intercambiar bocados del cremoso betún.


La celebración se dio por terminada, con todos bastante contentos, incluso la ex pareja extranjera que momentáneamente parecían estar en una pequeña tregua, cabe mencionar que es más fácil tratar con Elena un tanto más relajada por la bebida que en sus cinco sentidos, por otra parte, los niños, Antoine y Yakov estaban exhaustos, todavía afectados por el cambio de horario, mientras curiosamente Chirs y Minako fueron juntos las almas de la fiesta, bailando hábilmente en una improvisada pista hecha con tarimas, los katsuki no se quedaron atrás, Toshiya hizo su merecido ridículo de padre ebrio en la boda de su hijo, alentado por una jocosa Hiroko que aplaudía sus hazañas, avergonzando y sacando algunas risas a la pobre de Mari y también por supuesto a Yuuri.


Una vez llegaron a casa, los recién casados se dirigieron en silencio al tercer piso, decididos a compartir lecho, abren las puertas de la habitación de Viktor, topándose con que fue arreglada con pétalos, velas, sabanas de seda y unos cuantos profilácticos en el buró, sospechando que aquello era obra de cierto omega con algún cómplice más. El menor titubea cuando cierran las puertas tras de sí, aun arreglados con sus ropas de la recepción, ve al alfa quitarse el saco y aflojar su corbata, lo huele nervioso, igual a él, que a la par retira el pasador de su cabello, apretándolo en su mano, el de cabellos platinados se sienta en la cama, desabotonando a medias su camisa y le dirige una mirada indecisa.


 


 


-Ven, Yuuri… -palmea un sitio a su lado.


-Si… -acepta la invitación.


-Si no quieres…


-¡Si quiero! –suelta, sintiendo hasta sus orejas arder.


-Está bien –sus ojos danzan por las paredes, como si fueran muy importantes- ¿Te ayudó? –enrojece.


-¿Eh?... si, por favor.


 


 


Ambos se giran, el de ojos castaños le da la espalda, mientras el ruso analiza como deshacer el moño del kimono, por algún extraño motivo sus ojos se clavan en la nuca expuesta del más joven, suave e intacta, recordando las pesadillas donde lo “marcaba” tan fuerte que la sangre salía a borbotones, no era momento para recordarlo, pero no podía evitarlo, sus nervios le traicionaban. Jaló el obi una vez desatado, notando como la prenda se aflojaba y dejaba ver más piel de la que debería, mirar un hombro desnudo de Yuuri le provocaba intensas cosquillas en lugares insospechados de su cuerpo, tímido se aleja un poco para terminar de desabrochar su camisa y evitar observarle.


 


 


-Viktor –llama, haciéndolo crisparse.


-¿S-si? – contesta, clavando sus ojos en el piso.


-Oye… -sonríe- no tenemos que hacerlo sino quieres… -se burla, ocultando de esa manera su propio sentir.


-¡Yuuri! –reniega, enfrentando a su pareja que aprovecha para quitarse el kimono y sólo dejar la capa interior blanca que hace trasparentar su silueta.


-¿Qué tal? –pregunta ante el mutismo del mayor que parece petrificarse ante él- ¿Tan mal está? –baja la mirada con vergüenza.


-N-no, para nada… Estás… te ves muy bien…  -alaga con los cachetes, la nariz, frente y orejas coloradas.


-Oh… -sonríe nuevamente, ésta vez encantado, sabía que el otro intentaría algo así.


 


 


Sus iris vuelven a chocar por enésima vez en el día, tímidos, pero con una deseosa expectativa, el de cabellos oscuros se acerca sin ser rechazado, deposita un casto beso en la comisura de la boca del más alto, tocando juguetonamente el pecho apenas expuesto a su paso, el mayor posa sus manos en la marcada cintura, atreviéndose a unir sus labios en una caricia llena de emociones, sus alientos se entremezclan en temblorosos suspiros, besándose largo rato, poco a poco se inclinan recostándose sobre el colchón, se alejan sólo unos centímetros, dedicándose una ensoñadora mirada, volviendo a unirse en pocos segundos, pero sus movimientos se vuelven torpes, así como sus cuerpos pesados, a pesar de acariciarse y abrazarse, la pasión súbitamente baja.  


 


 


-Viktor, te estás durmiendo –acusa, con sus propios parpados pesados.


-Estoy cansado… pero hagámoslo… -atina a decir con los ojos cerrados, sus extremidades descansan sueltas entre la cama y la silueta del japonés.   


-Viktor, eres un tonto –le insulta, negándose a sucumbir igualmente al sueño.


-También te amo –sonríe, estrechando su contacto lo atrae hacia sí- relajémonos sólo un poco… -bosteza.


-No quiero dormir en nuestra noche de bodas… -se contagia del reflejo fisiológico del otro.


-Sólo… un… poco… -su gesto se afloja por completo y su respiración se pausa.


-Tonto –termina por acurrucarse, los brazos de Viktor son muy cálidos.


 


 


Ya tendrían tiempo de disfrutar sus noches de casados ¿No es así? Con eso en mente el joven japonés se dejó arrullar por el suave olor que despedía su esposo, aspirándolo directamente de su piel.


 


 

Notas finales:

 

Al final éste cap resultó algo distinto a lo que planeé en un principio, faltaron varios puntos a redactar, pero quizás en el siguiente logre colocarlos, será una parte de transición en lo que llegan a Rusia n.n

Cierto, me había faltado advertir, para quienes no han leído las notas del fic, ahí menciono varios detalles, entre ellos las parejas extrañas, ships raras, que comenzarán a aparecer a partir del siguiente cap posiblemente, para que no se sorprendan, incluso existirá en un futuro un trío como secundarios, así que bueno, no digan que no lo mencioné xD

Por otra parte, sigo sin beta desde el cap tres, él está peor que yo en cuanto tiempos, no puedo exigirle mucho, así que disculpen algunas incoherencias en la trama o faltas ortográficas, hago lo que puedo con lo que tengo xD

Lamento decepcionar a las que querían hard, pero bueno, a Yuuri le dieron su buen "arrimón", no pueden quejarse del todo, les dije que llegarían castos a Rusia, no era broma xD

Nos seguimos leyendo n.n

Matta nee~

 


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