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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 


¡Hola!


Les traigo un nuevo capítulo, a petición de un par de chicas, ésta parte fue más tranquila, se salvaron del drama xD aunque igual saldrá más adelante pero un tanto diferente. En realidad antes de escribir un cap me planteo las posibilidades, diferentes rutas de llegar al objetivo y a veces me desvío un poco, como lo que pasó en éste, el tema de Yurio se retomará a su momento. 


Muchas gracias a quienes siempre dejan sus lindos reviews~


mestefaniab


anakzanamu


Aracelly


Ciel-Sakura


 


Sin más el fic~ 


 

 


 


El cielo aún está oscuro, el sol ascendiendo a lo lejos del horizonte, tintando el cielo de colores violáceos hasta degradarse en un tenue naranja amarillento, todo es calma en la ciudad, sólo algunos cuantos comienzan su jornada, con el cuerpo entumecido por el letargo, mientras otros descansan en su lecho, perdidos en las fantasías de su mente.


El despertador de un teléfono móvil suena, haciéndole encogerse entre los cobertores, siente movimiento en su costado, su esposo se levanta lentamente, le escucha bostezar, su calor le abandona, lo busca aun medio adormilado, cubriendo el área que ocupaba con su cuerpo, aspirando su olor inconscientemente, vuelve a acurrucarse. La regadera suena a lo lejos, interrumpiendo su intento de regresar a los sueños, se cubre hasta la coronilla, intenta ignorarlo, pero no parece funcionar, pronto la habitación se llena de aquel aroma que le encanta, fresco bosque con un toque de jabón y champú, parecía que últimamente podía percibir mejor las feromonas del alfa en su estado natural, ya que normalmente suelen ser muy sutiles; ronronea muy despacio para no ser descubierto, pues ha estado molesto con él desde su boda en Rusia, de eso hace ya casi tres semanas, mismas en las que el ruso retomó su rutina habitual, estudiar y trabajar, levantándose antes de las seis de la mañana y regresando hasta después de las ocho de la noche, apenas si comparten tiempo juntos, él sólo llega a dormir, mayormente cansado, teniendo una corta charla antes de acostarse, en ningún momento le ha vuelto a tocar, incluso durante los fines de semana pasa la mayor parte del sábado en la universidad, mientras el domingo hiberna y avanza con el proyecto de su tesis, el mundo no se había detenido por ellos y él lo sabía, pero extrañaba a su esposo, por más enojo que le tuviese.


Sabe que Viktor no es consciente de lo que vio, ni de lo que siente, estuvo a punto de comentarlo aquella vez que le preguntó, pero simplemente no quería reventar su burbuja, aunque fuera una mentira, quería confiar en él, en que todo era un malentendido, que su pareja no le engañaría, porque lo ha sentido, sabe que lo ama, pero aquella semilla plantada por el chico rubio le hacía dudar, por ello no se permitía disfrutar de su escasa compañía, se retraía, lo rechazaba la mayor parte de las veces hasta que simplemente dejó de insistir, dándole un espacio que realmente no desea, y llega a distinguirlo, esos ojos azules ya no brillan como antes, no es el único que sufre.


La culpa le carcome, quizás está siendo muy duro. Se asoma sigiloso entre las sabanas, lo ve terminando de vestirse, como siempre, bastante atractivo, lleva un traje ejecutivo azul marino, arregla su corbata en el espejo del tocador, todavía carga el cabello húmedo y sin forma, con el flequillo cubriéndole toda la frente. Se muerde los labios, le gusta observarle mientras se acicala, en realidad todo le gusta de su esposo.


 


 


-¿Yuuri? –Pregunta con voz tímida, aun con su atención en el espejo-¿Sucede algo? Te huelo “ansioso”.


-… -tarda unos segundos en contestar, sonrojándose al verse descubierto- n-no, estaba soñando y me despertaste –expresa, pues no era del todo mentira.


-Oh… -sonríe- espero que haya sido conmigo.


-Yo… -se incorpora- iré al baño –se excusa nervioso, era la primera vez en la última semana que le coqueteaba, sus feromonas eran unas traicioneras, claro que el ruso no desaprovecharía la oportunidad.


-Yuuri –le llama cuando pasa cerca de él, le retiene desde la espalda- ¿Te sientes mejor? –frota su mejilla con la de su amado.


-Eso no es justo...- se queja entre dientes, más no responde a su caricia, sólo posa sus manos en los brazos que le rodean por la cintura- Viktor… ¿Algún día me hablarás de aquello que no quieres contarme? ¿De tu vida? ¿Cómo fue tu infancia o adolescencia? ¿Algo?


-¿Es por eso que me rechazas? ¿Es un chantaje? –ríe- no estás cumpliendo a tus promesas de esperarme –le besa el cachete- ¿Qué es lo que quieres saber? Dime… -le guía de la mano, invitándolo a sentarse en la cama.


-¿Justo ahora? ¿No se te hará tarde? –se remueve en su sitio.


-Sólo una ¿Está bien? Si es una respuesta muy extensa lo dejaremos para después.


-Tengo muchas ¿Sabes? –intenta amedrentarlo.


-Empecemos por la primera ¿Ok? –le acaricia sus oscuros cabellos.


-¿Existe algo que yo deba saber? ¿Algo importante? Quizás… ¿Tengas otra familia? –se atreve a decir.


-¿Otra familia? A parte de papá, su esposo y mis hermanos, creo que no hay ninguna otra –levanta una de sus cejas- ¿De dónde sacaste algo así?


-No lo sé… escuché cosas en nuestra boda… -se encoje un poco, jugando con sus manos.


-Con que era eso… -suspira- quizás entendiste mal el ruso, estudiaré contigo el fin de semana, el viernes saldré antes de la universidad ¿Está bien?


-Pero… -le interrumpe- un chico omega, uno rubio, con el cabello trenzado, me lo dijo, incluso él me amenazó.


-Oh… -su semblante se endureció, su olor incluso cambió, intimidándolo- yo me encargaré de eso entonces.


-¿Estás molesto? –lo ve levantarse- ¿Quién es él?


-Después hablaremos de esto –avisa con rígido porte y facciones- necesito aclarar un asunto primero, esto se ha vuelto inaceptable.


-¿Viktor? –nunca había sentido su presencia amenazante de forma consciente, aunque no era dirigida a él, lo creía algo impropio del tierno alfa que conocía.


-Yuuri… -lo ve estremecerse y es cuando nota lo que ocurre- lo siento –se acerca al menor, tomándole con ambas manos por el rostro- no tienes de que preocuparte –junta sus frentes- te explicaré otro día ¿Si? Pero antes debo arreglar unas cosas, sea lo que te haya dicho, si es quien creo que es, no le tomes importancia, sólo buscaba molestarte, está en una etapa difícil.


-¿Por qué no me dices quién es? –sus ojos castaños le ruegan, sus feromonas se doblegan sumisas.


-Porque quiero presentarles como es debido y que empiecen de nuevo, pero, por favor, no… -se arrodilla en la alfombra entre sus piernas, sin soltarle de su cara- no uses ese olor conmigo, yo no quiero dominarte, tú nunca debes agachar la cabeza ante mí… ni ante nadie más.


-¿Por qué parece que siempre sabes que decir? –sonríe, acariciando las manos que le sostienen, ignora el remolino de emociones en su interior- no eres como un alfa normal, otro en tu lugar habría…


-No, no lo digas, no quiero ser como esos otros alfas, de sólo pensarlo se me revuelve el estómago  -dice con desagrado- lo he visto muchas veces y nunca me atrevería a tratarte así.


-Lo sé, eso lo sé… -suspira- sólo me siento abrumado por todo esto, yo… -está inseguro, pero decide externarlo- no encajo aquí, me gusta nuestro nido y estar contigo –aclara cuando lo ve entristecer- incluso adoro a Makkachin, pero en la boda terminé por darme cuenta de que no sé si podré adaptarme a tu círculo social.


-No tienes por qué hacerlo, sino deseas ir a las reuniones no te obligaré, pero yo si debo de asistir, por lo menos hasta que tenga el suficiente poder para deslindarme de mi madre y aquellos viejos inversionistas, yo quiero que tú y yo podamos formar una familia sin la presión de los demás, sin que nuestros cachorros vivan lo que yo viví –sus últimas palabras suenan agrias.


-Viktor ¿Qué te pasó? –lo mira agacharse.


-Ya se está haciendo tarde… -susurra- pospongamos ésta conversación –se repone, huyendo hacia el sanitario.


 


 


Otra vez su esposo evadía el tema, sin embargo ésta vez fue distinto, pues por unos segundos fue capaz de ver su dolor, de olfatear la tristeza que no se atrevía a mostrar,algo pinchó en su pecho, quería reconfortarlo, pero sabía que no era el mejor momento. Bajó a la cocina acompañado de Makkachin que pedía alimento, sirvió las croquetas en su comedero mientras éste saltaba a su alrededor, se quedó pensando con la mirada perdida mientras se apoyaba con su brazo en la barra de granito, ocurriéndosele la idea de preparar algo para el ruso, revisó el reloj, quizás aún tendría tiempo.


Estaba terminando de freír unos huevos, además de acomodar una pequeña ensalada verde con unas rodajas de jitomate y pimiento, el pan saltó caliente desde la tostadora, cuando casi tira el sartén al ser sorprendido por el dueño de sus pensamientos, mismo que frota su frente contra la nuca del omega, sin decir una sola palabra éste suspira y se aferra a su cuerpo.


 


 


-Viktor, esto es peligroso –reprende, dándole palmaditas en la cabeza.


-Lo siento… -se disculpa con voz queda, soltándole.


-¿Tienes hambre? –se ruboriza al pensar en lo que diría a continuación.


-No mucha–admite, caminando en dirección a la sala para tomar su chaqueta.


-Yo… -sostiene el plato adornado y servido en sus manos- te había hecho el desayuno.


 


 


Lo ve detenerse en seco, como un muñeco que se queda sin baterías, gira su cabeza con una mueca graciosa en su rostro, las mejillas coloradas, los ojos grandes y brillantes, los labios temblorosos que de apoco formaron una sonrisa, regresó a él en grandes zancadas, parándose justo frente al omega que le ofrecía aquella sencilla preparación.


 


 


-¡Gracias, Yuuri! –su típica sonrisa acorazonada se manifiesta, mientras acepta el platillo.


 


 


Es cierto, recuerda, es la primera vez que le prepara la comida, Viktor había sido terco en negarse a que el menor le cocinara durante aquellos días, quizás decidido a complacerle, siendo él quien solía utilizar la cocina, por lo que tal acción le tomó desprevenido. Compartieron un pequeño momento que se parecía más a lo que anhelaban, desayunando al lado del otro, teniendo una plática sin real importancia, Viktor hablaba de como era su trabajo, básicamente un asistente administrativo bajo las órdenes del encargado de relaciones exteriores, no parecía el mejor puesto, pero para sus prácticas estaba aprendiendo bastante de cómo funcionaba una compañía tan grande, casi como una invocación su teléfono celular comenzó a sonar.


 


 


-Buenos días, madre –contesta- sí, estoy por salir, llevo un poco de retraso pero llegaré a tiempo, desayunaba junto a Yuuri pero voy para allá… –se levanta encaminándose de nuevo a la sala, toma su saco y una gabardina- no volverá a pasar… -su alegría decae- hasta luego.


-¿Todo bien? –el japonés le había seguido tras su espalda todo el recorrido- se te hizo tarde por mi culpa.


-No te preocupes –sonríe, ya colocándose sus zapatos que había dejado en el recibidor, pues llevaba pantuflas- si estás de acuerdo con levantarte temprano y desayunar conmigo, estaré encantado.


-Está bien, lo haremos a partir de mañana –se ruboriza, más cuando unos labios lo tomaron desprevenido.


-¿Esto significa que nos hemos reconciliado? –susurra aún muy cerca-regresaré por la noche, cenemos juntos –vuelve a besarle.


-¿Por qué susurras? –le imita, aun atontado, con sus feromonas revoloteando.


-No quiero que nadie se entere que tengo un hermoso omega esperándome en casa –bromea- si llegas a sentirte aburrido, pídele a Yakov que te lleve a un centro comercial o hacer turismo, él sabe muchos lugares poco conocidos y agradables.


-Claro, lo pensaré –suspira.


-Bien, ya debo irme, asistiré a una junta a las ocho y media –deja caer los hombros con desgana- te amo –frota sus mejillas.


-Yo también… -tímidamente le corresponde.


 


 


El silencio pasa a ser el protagonista en aquel amplio departamento, sólo roto por los jadeos de Makkachin que parece animado por salir a pasear, invitando a Yuuri a jugar con una pelota, éste sonríe, acariciándole su pelaje, quita el objeto del hocico del can, lanzándole por la sala, rápidamente es traída de vuelta, repite la acción unas cuantas veces más mientras lava los platos, sube a su habitación para cambiarse, desbloquea el móvil para hacer una llamada.


 


 


-Hola ¿Yakov?


-Hola muchacho ¿Deseas que te lleve a alguna parte? –pregunta tranquilo.


-¿Sabes de un parque cercano? Makkachin necesita estirarse, Viktor no ha tenido tiempo de sacarle.


-Puedo hacerlo en tu lugar si deseas –ofrece.


-No, yo también quiero salir un poco.


-Entiendo, pasaré en veinte minutos por ustedes.


 


 


Tiempo suficiente para terminar de vestirse, lavar sus dientes y bajar con un feliz canino. El hombre no tardó en llegar, ingresó en un auto gris oscuro, siendo saludado nuevamente con un gesto de cabeza, imitándolo como reflejo. Yakov era un hombre muy serio, apenas sonreía, pero se veía bastante confiable y protector, como el típico padre gruñón que cuando es necesario defiende a sus cachorros con uñas y dientes, quizás por ello Viktor era tan apegado a él, desconocía que tipo de infancia haya vivido su esposo, pero al mencionar el atentado se dio una idea de que posiblemente creció bajo su protección.


El trayecto no duró demasiado, unos escasos quince minutos, aparcaron en un pequeño estacionamiento que colindaba con un amplio parque de unos doscientos metros cuadrados, contaba con una acera donde algunas personas corrían, el pasto verde se extendía de principio a fin, frondosos pinos se alzaban imperturbables, junto otros árboles que comenzaban a sacar sus brotes debido al invierno. Makkachin chillaba desesperado por salir del coche, mientras Yuuri batallaba por colocarle de nuevo la correa, su guardaespaldas sonreía discreto, desactivando los seguros de las puertas cuando el menor logró su objetivo, el cual fue arrastrado al momento que apoyaron los pies sobre la tierra.


 


 


-¡Sólo no dejes que te lleve lejos de mi vista! –gritó cuando ya habían avanzado unos treinta metros.


 


Después de acabar completamente agotado tras la larga caminata, el canino se sintió satisfecho, claro, él no tuvo que recoger sus desperdicios, el japonés se había visto en la necesidad de buscar un lugar donde le vendieran bolsas para “aquello”, pues las olvidó en casa, no estaba acostumbrado a cuidar de una mascota, siempre quiso tener un perro, los adoraba, pero su padre, con todo el dolor de su corazón se lo negó, las garras de los animales podrían estropear el tatami o la madera sino se tenía el suficiente cuidado, más ahora podía realizar ese sueño frustrado, ahora que lo vivía, se daba cuenta que no era tan fácil.


 


 


-Listo –jadeaba con las manos en las rodillas.


-Sólo han sido… -revisa su reloj- cuarenta minutos, muchacho, quizás debas pasearlo más seguido, tu condición lo agradecerá.


-Viktor tarda bastante cuando salen, no imaginaba que Makkachin tuviese tanta energía –intenta regular su respiración.


-¿No lo habías acompañado? –pregunta con curiosidad, abriéndole la puerta del auto.


-Prefería quedarme en casa –admite, entrando después del caniche.


-Los hábitos sedentarios no son buenos –reprende con suavidad- te llevaré a una cafetería para que puedas reponerte, aceptan mascotas y preparan batidos deliciosos.


-Gracias… -responde pensativo, viendo a través de la ventanilla.


 


 


La verdad era que esos últimos días prefirió evitar a su esposo, su olor le llamaba, dolía resistirse a su instinto que le dictaba arreglar las cosas con él, de preferencia de la forma más “salvaje”, pero su orgullo se lo impedía, su cabeza fabricaba distintas posibilidades, engaños, infidelidad, mentiras. No podía con tanto, verlo le causaba malestar, pensar que esas miradas de amor eran falsas, que sus caricias no eran dedicadas a él, que su olor podía estar impregnado en alguien más, incluso que el grabado de sus dientes adornara otra nuca. No ayudaba mucho que le ocultara las cosas, que, en su afán de protegerle terminara lastimándole, ese patrón se repetía con regularidad en el alfa, el mayor ejemplo de ello es que se negaba a tener relaciones, a marcarlo, a resistir todo por sí mismo para complacerle, como la preparación de la boda, el adelanto de sus tareas de la universidad, la presión de su familia, su descontrol hormonal, en conjunto le causaron una descompensación, adelantando su celo.


Temía que volviera a colapsar debido al estrés de negarse a él, así como el regreso a sus actividades escolares y laborales, pero más nada podía hacer ahora, sólo compensar el tiempo perdido, por ello no se dejó deprimir, llegando al local recomendado por Yakov, pidió un enorme batido de frutos rojos con avena, además de un pan dulce relleno de crema.


 


 


-¿Eso no es demasiado? –le observa sorprendido el mayor.


-Es sólo que tengo mucha hambre –dice justo antes de probar su bebida- ¡Es delicioso!


-¿Verdad? –cierra los ojos con una casi imperceptible sonrisa- volveré al auto.


-No, compartamos lugar –era una pequeña mesa de herrería y cristal, en medio de ella una simpática sombrilla, con sillas acolchonadas del mismo estilo y base- creo que es triste que tome el jugo a solas –se sonroja apenado.


-Está bien –suelta el aire de sus pulmones y se sienta con cierta incomodidad, quitándose el sombrero- vaya que tienes apetito –señala, viéndole comer.


-Suelo comer mucho… -baja la mirada- pero últimamente he estado adieta.


-¿Adieta? –levanta una ceja.


-Engordo con facilidad, he mantenido mi dieta baja en grasas desde principios de febrero, debía entrar en el traje de novio y estar presentable… -lleva un poco de crema a su boca con el dedo índice.


-Bueno, cosas de omegas, supongo –suspira.


-En realidad esas cosas no me importan… -sonríe- lo hice para Viktor.


-Creo que a él tampoco le importaría –sorbe un poco de su jugo- ese muchacho no se fija en esas cosas.


-¿Usted lo cree así? –baja la mirada, con ambas manos en el vaso de plástico, observa la pajilla, perdido en sus pensamientos- sé que Viktor es… especial –la comisura de sus labios se eleva, sintiendo cosquillo en sus pómulos- cuando era pequeño mis compañeros en el colegio me molestaban, mi hermana siempre me defendía, era un llorón –suelta una leve risa- se burlaban de mi sobrepeso, los niños alfa decían que no encontraría a nadie que me quisiera así, que era feo y usaba anteojos, durante la secundaria quise cambiar eso y comencé a practicar más arduamente, pues estudiaba ballet, mantenía mi figura con gran esfuerzo y dedicación, pero al ingresar a la preparatoria cambié en muchos aspectos, bailar ya no me gustaba, mi imagen no me importaba, incluso saber de Viktor en un principio era incomodo, pero una vez le conocí mejor, no lo sé, muchas inseguridades volvieron a perseguirme, quería agradarle, que mi cuerpo le gustara, incluso usé lentes de contacto en nuestro primer encuentro, luego me di cuenta que le gustaba verme con gafas, despeinado, usando ropa holgada o lo que fuera, él no es tan superficial como muchos aunque su apariencia diga lo contrario, siempre está muy arreglado, incluso para andar en casa… se ve genial –los colores se le suben al rostro.


-Hay hábitos que no se quitan fácilmente –levanta sus cejas, disimula una sonrisa- pensar que cuando era un chiquillo nadie podía domarle.


-¿Cómo es eso? –indaga curioso.


-Oh, bueno –se encoje de hombros, acomodándose mejor en la silla- fue el hijo único de un modelo y una empresaria, siempre tuvo lo que quiso y se acostumbró a vestir bien, aunque al principio no le agradaba –rueda los ojos- sólo quería jugar, odiaba estudiar, era un revoltoso, sus risas se escuchaban en toda la mansión, menos cuando Elena estaba cerca, claro, ella siempre fue estricta en su educación, sobre todo porque era…  -titubea- es un alfa, aunque no entienda mucho de ello.


-Es bueno saber que no tuvo una mala infancia –suspira- él nunca parece querer hablar de ello, como si algo le afectara.


-Un divorcio no es algo fácil de digerir –vigila silenciosamente el alrededor, siempre alerta- los hijos son los más afectados.


-Es verdad –le concede la razón, recordando la conversación que tuvieron por la mañana- quisiera poder ayudarle.


-Tenle paciencia –aconseja- mantente dispuesto a escucharle cuando sea el momento.


-Chris también dijo lo mismo –hace una mueca inconforme.


-Otro chico revoltoso –menea la cabeza en señal de desaprobación- pero lo que te dijo es verdad.


 


 


El día pasó lentamente para Yuuri, al terminar su charla con Yakov, decidió regresar a casa, Makkachin corrió a echarse en el sillón, sin más que hacer, le imitó, reclinándose al lado contrario del canino, prendió el televisor en búsqueda de algo para ver, en su mayoría noticias y algunos reality show, nada importante, hasta que encontró una película que ya había visto en japonés, optando por comprender más el idioma la dejó de fondo, tecleando mensajes en su teléfono.


Se enteró de que Yuko tendría trillizas, le felicitó aunque seguramente Takeshi no estaría tan contento de ello, podía imaginarse su rostro de terror, rió un poco ante ello, se notaba que eran felices y eso le alegraba, su amiga siempre tuvo un gran amor por aquel serio alfa, acordándose que en un principio él también le molestaba en la escuela, pero sólo porque estaba celoso de que era el mejor amigo de la omega, sobre todo cuando se enteró que irían a secundarias distintas, en aquella época ni siquiera sabían que se trataban de una pareja destinada, sin embargo el instinto es sabio, él nunca dejó de buscarla y ella siempre estaba dispuesta a encontrarle. Se preguntaba ¿Qué hubiera pasado si Viktor y él hubieran vivido en la misma ciudad? ¿Habrían tenido un romance similar?


Sus feromonas revolotearon, imaginando un noviazgo ficticio donde alguno de los dos se confesara a la salida de las clases, quizás teniendo una cita, paseando de la mano, compartiendo una “accidentada primera vez”. La burbuja se rompió, seguía siendo virgen, “felizmente casado”, pero virgen, ciertamente se estaba impacientando, sus hormonas le empujaban a asaltar a su marido de ser necesario, el vientre le dolía en ocasiones y el mal humor aparecía de vez en cuando de forma inexplicable, más allá de su molestia por lo de la boda. Necesitaba urgentemente pasar al siguiente nivel, pero su máximo obstáculo era justamente quien podía satisfacerle, una noche terminaría violándolo, ver su cara avergonzada sería maravilloso, ¡Tranquilo Katsuki! Se recriminaba, ahora es el Señor de Nikiforov o más bien, Virginforov, se estaba volviendo loco.


Viktor habló por la tarde, algunos pendientes se extendieron más de lo previsto y llegaría poco después de la hora que habían programado para salir a cenar juntos, el japonés propuso encargar comida a domicilio, podrían dejarlo para otra ocasión de cualquier modo, pero el ruso pareció desanimarse, pues deseaba hacer de la cena algo especial, desde la llegada de ambos al país no disfrutaban de una “cita romántica” a solas, pero al verse complicado en el plan original, terminó por acceder a la propuesta de comer en casa.


El repartidor trajo a tiempo el pedido, Yuuri se esforzó por arreglar la cocina, colocando un par de pequeños málteles, sirviendo la comida Italiana en platos de porcelana, tomó prestado un par de velas aromáticas que pertenecían a la decoración del baño, las encendió y reguló la luz de la bombilla para darle un toque discreto, no contaba con flores ni nada por el estilo para dale un aire más intimo a la ocasión, pero suponía que con el detalle su esposo se volvería loco y eso era lo que deseaba.


Dio un salto cuando escuchó la cerradura destrabarse, moviéndose nervioso en su sitio, se había colocado ropa cómoda pero bonita para él, un suéter ancho color crema y unos jeans algo ajustados, incluso tomó un baño en la tina con esencias, su cabello aun olía a las sales florales. Observó su anillo brillar ante la tenue luz, Makkachin fue en búsqueda del recién llegado, ladrando y menando la cola, mientras el menor se contenía de salir de su escondite.


 


 


-¿Yuuri? –preguntó en voz alta desde la entrada.


-¿Viktor? –respondió haciéndose el desentendido- estoy en la cocina –informó.


 


 


El alfa asomó medio cuerpo, buscándolo con cautela, pero abrió bastante los ojos al ver los humildes arreglos del menor, sumando al hecho de que el omega le regresaba la mirada con timidez, con las mejillas ruborizadas, grandes iris castaños iluminados con las velas, completamente expectante a su reacción. El mayor sonrió, soltando una suave risa que descolocó al japonés.


 


 


-Yuuri~ -canturrea- justo cuando quiero sorprenderte, tú me sorprendes a mi –se aproxima a él.


-¿Qué quieres decir?


-Te amo, no lo olvides –desde su espalda saca un hermoso ramo de rosas bicolor, rosadas con blanco.  


-Gracias –las toma entre sus manos, su corazón late con fuerza, su olor se mezcla con el de las flores.


-Me alegra que te hayan gustado –sonríe, también ruborizado.


 


 


Se observan largo rato, ambos un tanto avergonzados, sin saber que más agregar, Yuuri deja por un momento so obsequio de lado, descansándolo sobre la barra, colocándose justo enfrente de su esposo, apoya sus manos en el pecho del mayor y vacila en acercarse más o no, bajando la cabeza, desviando la mirada, por su parte Viktor está estático, dudando en abrazarle o besarle, sin comprender porque de repente algo extraño pasaba entre los dos, en porque parecía que aquello significaba algo más.


 


 

Notas finales:

 

Originalmente acá abría Hard ¿Qué le pasó? Si se portan bien quizás aparezca pronto...

Les contaré un secreto (uno muy obvio), las preguntas que les dejo en cada notas finales son importantes, me ayudan a guiar el sentido de la trama o agregar cosas que quieran saber o les gustaría leer, así como darle un giro a lo que quizás creen muy evidente, son para darles algo de dinámica, además de echarme unas cuantas risas con sus locos comentarios xD 

Sin más les dejo mis preguntas ;) 

 

¿El cap fue algo lento? ¿Les gustó? ¿Falto algo? (Yo creo que si un poco de todo).

¿Por qué creen que Viktor se molestó cuando conversaron en la mañana?

Aun falta para que Yuuri entre a los cursos de la universidad ¿Qué tema les gustaría que tocara de la vida cotidiana de los tortolos?

¿Qué creen que está pasando entre Yuuri y Viktor?

¿Y Yurio para cuando?

¿Les gustarían más capítulos desde la perspectiva de Viktor? (Que los habrá).

¿Viktor será violado por Yuuri una noche de éstas? xD

¿Qué creen que pase si el celo de uno de ellos se desata estando solos?

 

En fin, me despido, últimamente he tenido tiempo de escribir en la oficina, por ello el cap un poco más largo, espero tener las mismas oportunidades ésta semana xD

Mañana contesto sus comentarios del cap anterior ¡Muchas gracias!

Nos seguiremos leyendo~ 

Matta nee~

 


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