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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

Hola!

Acá estoy de vuelta~

Estoy enferma, tuve fiebre el fin de semana, disculpen la demora xD Pero creo que para muchas/os ha valido la pena o eso sospecho~ 

Muchas gracias a las lindas personitas que comentan n.n

 

Patty Tzn

elena

anakzanamu

Aracelly

Marii

 

Sin más les dejo con el fic~ 

 

 

 

Aquella noche era especialmente fría, el cielo se encontraba cubierto de nubes, algunas blancas y otras un tanto grisáceas, el viento golpeaba con fuerza la vegetación y edificios por igual, una pasajera tormenta estaba pronosticada, por lo que no era una real alarma, sin embargo nunca estaba de más tener unas cuantas precauciones. Viktor siempre llevaba en su auto un par de paraguas, desde aquella ocasión en la que mojó la tapicería del coche al acabar empapado por una sorpresiva tromba saliendo de sus primeros días de universidad, sumando el hecho de dejar la ventanilla del techo entreabierta, siendo en aquel entonces un vehículo de modelo nuevo, recibió una reprimenda por parte de Elena al ser tan descuidado cuando le entregó la factura del seguro. Él sabía que era un hombre despistado y olvidadizo, eso le había metido en problemas en más de una ocasión, pero estaba seguro que ésta vez no había cometido algún crimen, por lo menos no el justificable para terminar expulsado de la cama que compartía con su amada pareja.

Observaba el techo de la habitación de huéspedes, recapitulando su jornada y específicamente las últimas tres horas. Yuuri se había comportado especialmente meloso los últimos días, lo agradecía enormemente, amaba ese trato cariñoso, el olor suave y dulce de sus feromonas, cómo buscaba su compañía, pero junto a ello también habían venido inconvenientes, no era un secreto, pero el omega se estaba impacientando, buscando fervientemente provocarlo, un claro ejemplo fue lo que ocurrió después de la cena.

 

 

-Viktor –su voz juguetona le alerta justo antes de ser abrazado por la espalda- ¿Estás muy cansado? –siente en su espalda como se frota, igual que un minino, mientras unas manos le recorren el pecho.

-N-no ¿Por qué? –intenta verle sobre el hombro, llevando una mueca incomoda en su rostro, pues acomodaba la bajilla seca en la estantería.

-¿Quieres… ver una película? –le encuentra con la mirada, sus mejillas sonrojadas, ojos brillantes, dulce fragancia.

-Claro… -se voltea rápidamente, nervioso, pues le está “invitando” en un lenguaje que sólo un alfa y un omega pueden compartir, por lo menos en la mayoría de los casos.

-¿Prefieres hacerlo en la sala o en nuestra habitación? –pregunta con falsa inocencia.

-Eh… -titubea- en la sala –atina a decir después de un rápido análisis.

-¿Podrías preparar una bolsa de popcorn en lo que busco algo bueno que ver? –se aparta lentamente, acariciándole el torso.

-Sí… -susurra, siendo víctima de un escalofrío.

 

 

Tarda por lo menos unos cinco minutos en los que el maíz reventó dentro del microondas y acabó de asear la cocina, su esposo ya le esperaba cubierto con una manta, cargando el material audiovisual en una plataforma en línea, Makkachin retozaba en la alfombra, por lo que pasó sobre él para llegar a su destino, fue entonces que se percató que una muda de ropa estaba doblada sobre el respaldo del sofá.

 

 

-Deberías cambiarte para que estés cómodo –le sonríe.

-Gracias… -le extiende el tazón- lo haré en el estudio –toma las prendas.

-Podrías hacerlo aquí –le ve sobre las gafas- ya te he visto desnudo de cualquier forma –se encoje de hombros, regresando la vista al televisor- así aprovecharemos los créditos del principio –levanta el control remoto y pulsa en reproducir.

 

 

No le responde, regresando en sus pasos se coloca detrás del mueble para no entrar en el campo de visión del omega, está avergonzado, pero no por mostrar su cuerpo, sino debido a las intenciones que el menor trata de inducir, ignorando el hecho de ser descaradamente espiado por los castaños iris. Regresa a su lado, siendo cubierto rápidamente por la cálida manta de suave franela, compartiendo el calor corporal con su esposo, mismo que no perdió el tiempo en enredársele en su costado, apresándole del antebrazo y colocándole las piernas sobre su regazo,  acurrucándose. Lo siente moverse más de la cuenta después de un rato, en un intento de acomodarse mejor, quedándose quieto unos pocos minutos, le frota la mejilla en el hombro dejando salir sugestivas feromonas. Aprieta los puños, olvidándose completamente de la película, su corazón bombea fuerte, muerde por dentro su cachete y trata de respirar muy poco, su cuerpo se siente caliente, más de lo que la tela podría proporcionar, está aturdido, las feromonas le marean, apoya la frente en su palma, un ligero dolor  de cabeza le ataca con pesadez.

 

 

-Viktor ¿Te sientes bien? –pregunta preocupado.

-No es nada –expresa sin darle mucha importancia.

-¿Estás seguro? –le toma del rostro, revisándole.

-Sí –retrocede, huyendo de su contacto.

-¿Qué pasa? –frunce sus cejas con molestia.

-Tu olor me está incomodando –admite.

-¿Huelo mal? –se sonroja, olfateándose a sí mismo.

-No, sólo es muy fuerte –cubre su nariz y boca con la mano, tratando de no sentirlo de lleno.

-Yo no siento ninguna diferencia –inclina su cabeza a un costado, sin comprender, de repente una esencia picante emana de él- ¿O quizás sólo es una excusa para alejarte de mí?

-¿Qué?

-¡Me has estado evitando Viktor! –se levanta iracundo- ¡He sido un lindo omega estos días! ¿No merezco un poco de tu “atención”?

-¿Atención dices? –parpadea- estoy contigo viendo una película, cenamos y desayunamos juntos cada día, incluso te llamo a la hora del almuerzo –enlista.

-¡Sabes a qué atención me refiero! –remarca.

-Ya habíamos hablado de esto –recuerda.

-Viktor… -su voz es severa- no podemos seguir así ¿Es que acaso no me deseas? –sus labios se tuercen, sus ojos cristalizados.

-No se trata de eso, lo sabes… -dice con cautela.

-¡Pues pareciera que de eso se trata! ¡Desde aquella vez en el hotel no hemos tenido nada de intimidad! ¡Ya ni siquiera pido tener sexo! –se cruza de brazos- también estás encubriendo la identidad de ese omega ¿Es tu amante? ¿Por eso no intentas nada conmigo? ¡Yo te vi besándole la mano, no lo niegues!

-Yuuri, sabes que sería incapaz, déjame explicarte… -se le acerca intentando abrazarle pero es rechazado con brusquedad.

-¡No me toques sino vas a cumplir! Más si sigues ocultándome cosas –sentencia.

-Una relación no se basa sólo en “eso”, pensé que comprendías por qué lo hago –suspira decepcionado- Yuri es…

-Para “protegerme” –le interrumpe con voz rota, creyendo que le llamaba a él- ¿No has pensado que eso me causa más daño? –le dedica una mirada resentida antes de marcharse encolerizado a la segunda planta.

-¡Yuuri! –le persigue por las escaleras, retrocediendo unos centímetros cuando el japonés le azotó la puerta de la habitación en la cara-¡Ábreme por favor! –toca insistente.

 

 

Duró alrededor de una hora intentando convencerle, pero no obtuvo el más mínimo resultado, su esposo ni siquiera le contestaba, una vez resignado se dirigió al cuarto próximo, sentándose en la cama aun confundido, divagando en las posibles soluciones, llegando a la conclusión de que el japonés ha estado un tanto voluble últimamente, el estrés está haciendo mella en su carácter. Más tarde escuchó los rasguños de Makkachin en la otra puerta, viendo como él si era admitido a pasar, ¿Tendría que llorar como un cachorro para que también le abriera? Seguramente le ignoraría, nunca lo presenció tan molesto, lo peor es que al parecer fue su culpa.

Pensaba en el punto de vista de Yuuri, sabía que vivía un tanto inconforme con la situación, pero desde un principio le explicó el porqué de su cuidado con tener relaciones sexuales, no sabía controlar su instinto y no tenía la certeza de si podría hacerlo durante el acto, por su experiencia en periodos de celo, recordaba haber lastimado a algunos sirvientes en la mansión, pues su comportamiento distaba drásticamente de lo habitual, violento, exigente, caprichoso, soberbio, además de sumamente lujurioso, su parte alfa le segaba, especialmente en la última vez, tener a Yuuri tan cerca cuando sus sentidos se agudizaron fue desgarrador, un hambre que jamás había sentido se apoderó de su cuerpo, deseando poseerlo, morderlo, arruinarlo hasta que cada célula de su cuerpo dejara claro a que alfa “pertenecía”. Cuando la conciencia regresó a él, lloró desconsolado ante la posibilidad de cometer tal barbarie, odiándose por querer tan ardientemente dominarlo hasta la saciedad de sus instintos, Yuuri no merecía eso, ningún omega en realidad, ¿Por qué su naturaleza era tan destructiva? ¿Quién creía que eso era romántico o placentero? No lo comprendía, para él ser un alfa es una maldición, una que le atormentaba con amargos recuerdos.

Entonces ¿Por qué Yuuri no le comprendía? ¿No había prometido esperarle? Era él quien estaba faltando a su palabra, eso le entristecía ¿No le amaba lo suficiente? ¿Qué les estaba pasando?

El olor a petricor se esparció por la habitación, mezclándose con el que provenía de afuera debido a la tormenta. Viktor se enroscó entre las cobijas, suspirando adolorido, pues no sentía la esencia y calor del omega, no podía imaginar lo que sería un lazo roto, ni siquiera lo había marcado pero el vacío entre sus brazos le angustiaba profundamente.

Pasó una mala noche, perseguido por sus pensamientos, tristes recuerdos y la ausencia de su pareja. Su teléfono celular sonó aun en su bolsillo por la mañana, discutiendo mentalmente si sería prudente ir por el duplicado de llaves de la habitación principal y sacar un cambio de ropa, así como utensilios de limpieza para ducharse en el baño de visitas, pero grande fue su sorpresa al encontrar colgado en la perilla de la puerta uno de sus trajes junto a una pequeña canastilla con champú, acondicionador, jabón, esponja, cepillo y cera para el cabello, estaba claro que no quería verle.

 

 

-Yuuri… -le llama, tocando suavemente la madera- recuerda que hoy es tu examen de evaluación para el curso y la certificación de idiomas –suspira ante la nula respuesta- pasaré por ti antes de ir a la universidad… ¿Almorzaremos juntos?

-¡Iré con Yakov! –al fin le contesta.

-Yuuri, estas bajo mi tutela hasta que termines los estudios, no puedo expedir un documento en éste momento para que Yakov te ayude con los tramites, eres mayor de edad, pero sabes que un omega casado debe tener la autorización de su pareja, por eso tengo que acompañarte para cederte los derechos y darte autonomía –explica pacientemente, su móvil vibra, decide revisar rápidamente el remitente, es el japonés- ¡Yuuri! –reniega- ¿Prefieres que almuerce en el trabajo antes de arreglar esto?

 

 

Escucha movimiento del otro lado, el seguro se abre y pronto ve al omega asomarse con ojos inclementes, labios rojizos fruncidos al igual que sus cejas, se toma su tiempo en decir alguna palabra, le está viendo con escrutinio, buscando el menor pretexto para volver a encerrarse o quizás era una manera de intimidarle, su olor se esparcía escandaloso, como si tuviera justo un ramo de lirios pegados a la cara, así como un toque de especias picantes, sigue muy molesto.

 

 

-Sabes cómo puedes solucionarlo –suelta con seriedad.

-¿Qué cosa? –pregunta dudoso.

-Esto –los señala a ambos con su índice en un ligero movimiento de muñeca.

-… -abre su boca pensando en objetar pero se arrepiente ante la amenaza de los iris chocolate- regresando… -se sonroja nervioso, bajando la mirada- regresando de la universidad hablaremos de esto… -el menor hace amago de cerrar la puerta pero le detiene a tiempo- ¡Haremos algo! ¿Está bien? –le ruega- lo que… -hace una pausa, tímido- lo que tú quieras.

-¿Lo que quiera?-levanta una ceja.

-¡Yuuri! –reprocha avergonzado.

-De acuerdo –accede- comamos juntos –abandona el umbral, dejándole pasar.

-Yuuri –sonríe, acercándose a abrazarle pero es detenido.

-Nada de cariños hasta que cumplas –amenaza.

 

 

Bajó sus hombros, sintiendo el entusiasmo decaer, percatándose en ese preciso momento que su esposo cargaba una pijama muy ligera, de short sumamente corto hecho de seda, al igual que una encantadora blusa y una un tanto trasparente bata a medio cerrar que no dejaba mucho a la imaginación, sus feromonas revoloteaban con intensidad, regresándole la mirada con ardor.

 

 

-Ah… -balbucea, volteando el rostro enrojecido en otra dirección- voy a desayunar –avisa, saliendo despavorido, revisando con los dedos temblorosos su nariz mientras bajaba las escaleras.

-¡Viktor! –le llama con voz burlona desde el balcón del corredor en el segundo piso, mismo que tiene vista a la sala- ¿Te acompaño? –su sonrisa se ensancha al momento que el aludido despide un olor a madera, a la vez limpia la sangre que escurre de sus fosas nasales, evitando manchar su camisa.

-Co-comeré algo en el camino… -toma un par de pañuelos de la mesa de la TV- ya voy tarde –se excusa, encaminándose al recibidor- ¡Pasaré por ti a las doce!

-¡Hasta luego, cariño~! –grita con sorna, encantado por el resultado de su fechoría.

 

 

 

Retumba, rápido, con rítmico esfuerzo, sus músculos se tensan, está aturdido, pero conserva la calma, una falsa calma, pues su olor le delata y realmente agradece que a esas horas el edificio esté prácticamente solo, tampoco cuentan con muchos vecinos, es un lugar cómodo y privado, pero a pesar de ello, llegando al estacionamiento que se sitúa en el sótano, camina presuroso, como si le persiguieran, volteando a su alrededor con la respiración agitada, lejos había quedado su pulcra imagen, se encontraba un poco despeinado, su rostro con algunas huellas de sangre y leve sudor. Se encerró en el auto al momento de llegar a él, se toma la cabeza e intenta calmarse, dejando salir de golpe sus feromonas que instintivamente responden a las del omega, no comprende que le está ocurriendo ¿Por qué se sintió salir de control de manera tan súbita? Su vientre ardía, la visión se le nublaba, tenía las piernas temblorosas, no podía conducir de aquella forma. Aventó su gabardina al asiento trasero, el saco de su traje, el chaleco, aflojó su corbata y tomó el volante entre sus manos, probando si lograba sostener su atención al frente, el cristal del parabrisas se empaña ante su caliente exhalación, esa mañana estarían a por lo menos unos ocho grados, pero él se sentía en una playa española en pleno verano. Después de casi una hora logró calmarse, ignorando apropósito el insistente sonido de su celular, sería un día arduo, suspiró, pues en la pantalla tenía dos llamadas perdidas de su madre y unas cuantas más del asistente de la misma, recibiría un sermón nada más llegar, ya lo imaginaba. Y así fue.

 

 

-Seré concisa –levantó su azulada mirada de los papeles que revisaba, con un aire lleno de sobriedad- tienes que ponerle límites a tu omega.

-¿Cómo? –le descolocó por completo aquel comentario.

-No es la primera vez que llegas tarde o no cumples tus tareas a tiempo cuando el nombre de “Yuuri” está involucrado, tú debes controlar al omega, no el omega a ti ¡Lo llevas en la sangre! –alza la voz- ¡Actúa más como un alfa! Eres un Nikiforov, deja de jugar a la casita –reprende con firmeza- no podrás llevar una compañía si sigues con esos hábitos.

-¿Cómo sabes que ésta vez fue por Yuuri? –baja la cabeza, apretando los puños.

-Sencillo… -se acomoda mejor en su asiento- hueles a omega en celo.

-¡¿Qué?! –su rostro se enrojece, levantando sus ojos, topándose con una mueca difícil de descifrar en su madre.

-Esto retrasará más las cosas… -se impacienta, cliqueando en su computador- no quiero que llegues tarde el lunes, termina tus actividades y regresa a casa, me enfadaré si dejas las cosas inconclusas por doblegarte a sus lloriqueos por teléfono.

-E-entonces debería quedarme en la mansión y no… -piensa en voz alta, volviéndose nervioso.

-Vas a ir a casa –sentencia- ya es necesario que pienses en sentar cabeza, ya no eres un niño, Viktor, Filiph ya te lo había mencionado, enlázate con Yuuri, será la única manera de que tus hormonas se estabilicen.

-¡Pero si lo marco en su celo él va a embarazarse! –contesta afligido- ¡Cualquier anticonceptivo se anulará! ¡Yo no puedo..!

-¡Viktor! Haz lo que tengas que hacer –le interrumpe- un cachorro quizás te ayude a madurar.

-¡Madre! –aprieta los dientes, impotente.

-Ya es suficiente, regresa a tus labores. 

 

 

¿Cómo puede decirle eso? ¿Cómo se atreve a insinuar tal cosa? Era muy pronto para iniciar una familia, Yuuri es muy joven y quiere estudiar una carrera, sabe que un cachorro no está de momento en los planes de ninguno, que de hecho, tenerlo provocaría más problemas que beneficios ¿De qué le serviría que su parte alfa se calmara, si las consecuencias traerían más tensiones en su relación? Su esposo no le perdonaría embarazarle por algo así, no justo ahora que está por iniciar la universidad.

Sin embargo, en completo silencio termina por retirarse del despacho de su progenitora, obediente y con un caos en su cabeza, realiza sus actividades correspondientes de aquel día, preguntándose si sería adecuado sacar a Yuuri del departamento, realizar los trámites era necesario pero podría pedir una prórroga por incapacidad, legalmente estarían en aprietos, un omega en celo en público suele ser bastante problemático, sobre todo si no está marcado.

Cuando llegó de regreso tardó unos minutos en armarse de valor para enfrentar la situación, su amada pareja le esperaba, ésta le informó que prepararía algo ligero para almorzar, más no le avisó que quizás llegaría más temprano de lo normal, explicarle sería vergonzoso, además, no sabía si el mismo japonés era consciente de su estado.

Tecleó lentamente la contraseña de su hogar, ingresando cauteloso olfateó un poco, relajándose porque el aroma no parecía distinto, ni tampoco más fuerte de lo habitual, quizás podría ser una falsa alarma, no obstante, al adentrarse en la sala notó un desastre, había ropa esparcida en los muebles y el suelo, así como otros objetos de uso personal, almohadones y cobijas, notó un bulto especialmente grande sobre el sofá, se movía y temblaba, suponiendo rápidamente de quien se trataba, se acercó, sentándose a un costado, poco a poco fue desenvolviéndolo, cada una era alguna de las prendas sucias que usó en la semana. Una cabellera oscura fue lo primero que vislumbró, acompañado de un dulce olor que le aceleró el pulso, con el rostro adormecido y afiebrado del omega le recibió.

 

 

-Viktor –sonrió con las mejillas coloradas, suspirando. 

-Yuuri… ¿Te encuentras bien?

-Si –ronroneó, frotando su cabeza en el torso del mayor, acurrucándose en su regazo, inhalando sonoramente.

-¿De verdad? –acarició sus suaves cabellos humedecidos por el sudor- ¿Necesitas algo de la farmacia? –sus mejillas comenzaban a teñirse de rosado,  sentía que el momento temido por fin había llegado.

-Supresores, analgésicos y… preservativos -susurró lo último un tanto avergonzado.

-Po-por supuesto… -se alejó apresuradamente, notando un sutil aroma incitante del asiático- iré inmediatamente –se encaminó al recibidor, tomando de vuelta su abrigo- ¡Traeré comida preparada! –gritó desde la entrada antes de cerrar la puerta tras de sí.

-Aah~… -dejó salir un gemido en cuanto se supo solo, reconociendo la ya tan conocida incomodidad en su trasero, sus feromonas comenzaron a salir, pero en vez de percibirse su intenso aroma florar, lo que predominaba era la acidez de sus nervios- Viktor… él… ¿Me tomará? –se encoge en su sitio- no quiero que me rechace.

 

 

Después de poco más de cuarenta minutos, el ruso arribó con bolsas de comida y medicinas, su olor delataba que estaba igual o más ansioso que él, incluso parecía un tanto aterrado también, pero su semblante se mantenía relativamente tranquilo, no quería incomodarlo, le ayudó a ponerse de pie, sentándolo enfrente de la mesa de granito, alentándolo a comer, le observó hacerlo con desgana, casi en completo silencio. Estaban tan ensimismados cada quien en sus propias preocupaciones que no notaban el torbellino de feromonas entre ellos, Makkachin les veía atento, como si apreciara un gran espectáculo, quizás él sí que se daba cuenta de lo que pasaba.

 

 

-Yuuri, creo que lo mejor será que descanses… -dijo mientras recogía su plato desechable y lo tiraba en la basura.

-¿No quieres pasarlo conmigo? –rápidamente levantó su rostro confundido, decepcionado- prometiste en la mañana que haríamos algo.

-N-no, quiero decir… -suspiró- quizás no empiece hoy… sé por papá que a veces el celo es doloroso para el cuerpo, descansa –animó.

-Ah, podrías tener razón… -jugó unos segundos más con sus verduras- guardaré esto e iré a dormir.

-Yo lo haré por ti y recogeré el desorden –le detuvo- ve a recostarte.

-Gracias… -agarró la caja de supresores- la fiebre ha bajado un poco después de tomarlos, te esperaré en nuestra habitación.

-Claro…

 

 

Sí, es un cobarde, tan pronto lo vio dormir, usando nada más que una de sus camisetas con las que solía ir al gimnasio de la universidad de vez en cuando, generó en su interior la sospecha de si llevaría algo más debajo, pues no lo parecía, ya que su esencia intima destacaba con intensidad. Retrocedió mareado, sufriendo de una punzada en su vientre que recorrió un camino vergonzoso hasta su miembro viril, jadeó víctima de una ola de calor, tapó su nariz y boca con sus manos, tratando de ignorar el cosquilleo de sus encías, se encaminó desesperado a la habitación contigua, encerrándose bajo llave. Rebuscó en la bolsa del supermercado que cargaba en el brazo aquello que necesitaba, una botella grande de agua, correas e inhibidores alfa, tomando los últimos como si de una droga se tratara y él estuviera en abstinencia, en pocos minutos hicieron su efecto, relajándole, generándole gran cansancio hasta noquearlo.

 

 

-Viktor… -tocaba la puerta con insistencia- ¡Viktor!

-¿Yuuri? –somnoliento se talló un ojo con su mano- ¿Pasa algo?

-Ábreme –suplicó.

-¿Te sientes mal? –se incorporó en la cama ya algo más despierto.

-Por favor… -comenzó a arañar la puerta como su mascota.

-¿Yuuri?... –se desconcertó, pero pronto un aroma intenso se coló bajo la puerta- oh, no…

-Viktor… -soltó un quejido lastimero- sólo un abrazo… sólo un abrazo… -repetía- me duele…

-Yuuri, tu sabes que podría pasar si abro… no quiero lastimarte.

-Viktor… -sollozó- no importa… te… te necesito.

-¿Tomaste tus supresores?

-¡No es suficiente, Viktor!–gritó desde el otro lado- ¡Abre!

-No puedo.

-¡¡Ábreme!! –golpeó la puerta con sus puños e intentó girar insistentemente la perilla.

-¡Yuuri! ¡De verdad lo siento! –le dolía ver a su omega de esa manera pero intentaba protegerlo de él mismo, de repente el olor menguó y escuchó pasos alejándose- desistió –suspiró con alivio.

 

 

El incidente lo había dejado ansioso, por lo que como pudo intentó alcanzar su botella de agua de la mesita de noche, tomándolo con la zurda a duras penas, realmente temía descontrolarse con el celo del menor, incluso había comprado un par de cadenas en el área de mascotas del supermercado, atando su brazo derecho al respaldo de la cama. Estaba acomodándose para intentar dormir de nuevo cuando una esencia le perturbó, Yuuri había vuelto, parecía forzar la puerta sin éxito, aun así no se descuidó, se mantuvo alerta.Un terrible escalofrío le recorrió cuando la perilla giró completamente y la puerta se abrió, dejando entrar de lleno aquellas seductoras feromonas.

 

 

-Viktor… -una sedosa voz se escuchó con claridad, dejando ver enseguida a un japonés enfundado en una bata de seda que le llegaba debajo de las rodillas, de un color vino que resaltaba sus castañas pupilas- te encontré~ -susurró en su idioma natal, saboreando el aroma de su alfa.

-¡¡Yuuri, es peligroso!! –gritó en vano, buscando la manera de zafarse de su amarre, quizás no había sido tan buena idea.

-Viktor, amor, tranquilo~ -se subió al colchón, completamente sonriente, cazando al apuesto hombre que se arrinconaba contra la pared, huyendo de lo inevitable- no estés tenso –le tocó el hombro, percibiendo como se estremecía- lo pasaremos bien –besó el antebrazo con el que el mayor se cubría para no olerlo- vamos.

-¡Aléjate! –le empujó haciéndole trastabillar, casi cayendo de la cama, pero fue entonces que un golpe de feromonas le dio de lleno en su cara, quemando su garganta, saturando sus pulmones, mareándolo, debilitándolo, erizándole la piel.

-Ooh~ -sonrió con ternura, le tomó con ambas manos por las mejillas- mi dulce Viktor… shhh no llores… -besó su frente- todo estará bien… todo estará más que bien –sin aguantarlo más, le capturó.

 

 

Saboreó aquellos adictivos labios, lentamente, tiritando de gusto por tener aquel alfa, aprovechaba para acariciarlo con suavidad, grabando en su memoria la calidez de la piel, desde el cuello, los hombros, el cabello, los músculos moderadamente fibrosos, atreviéndose a tomar asiendo discretamente sobre su regazo, reclinándolo de a poco en los enormes almohadones de la cama. Aumentó la fogosidad del beso, disfrutando de la textura blanda y resbalosa, acelerando la respiración de ambos, inhalando el aliento del otro de primera mano, sintiendo la necesidad de meter su lengua en la boca contraria, necesitaba más de ese elixir, de la saliva de su esposo, de su sabor, después de insistir con traviesas lamidas lo logró en poco tiempo, explorando torpemente en aquella cavidad, era su primer beso francés y al parecer también para el ruso, puesto que su musculo respondía con timidez y sólo bajo provocación, siendo entonces el menor quien lideraba el candente jugueteo.

 

 

-Yuuri… -suspiró cuando se separaron unos centímetros, derrotado, hecho un desastre por la creciente excitación.

-¡Lo sabía! –sonrió con cierta burla, veía un delgado hilillo rojizo deslizarse por la comisura de la boca, aquella que le hacía delirar, se estiró para tomar un pañuelo de papel del buró, limpiándolo y dejando un pequeño tapón en el orificio nasal correspondiente- mucho mejor.

-Yuuri… -le llamó, acariciando el rostro de su omega con la mano libre- te amo –confesó completamente aturdido.

-Lo sé… -tomó la mano del mayor y la besó- yo también a ti –viéndole a los ojos comenzó a lamerle la palma, después la dirigió a su propia bata para invitarlo a que se la quitara, cosa que torpemente hizo.

-Oh, Yuuri… -se deleitó con la vista, no había nada debajo de ella, a menos que los erizados pezones y la húmeda erección del japonés contaran.

-Tócame~ -se mordió el labio inferior, estremeciéndose ante el paso de aquellos dedos.

 

 

Era la primera vez para ambos, por lo que aun turbados por el instinto no dejaron de admirar el cuerpo contrario, pues nunca habían intimado de esa manera, claro que el mayor podía ver a detalle cada rincón, percatándose hasta entonces el bien formado cuerpo de su esposo, de hombros medianos, musculatura tenue, cintura estrecha, caderas levemente ensanchadas, era un varón después de todo, pero el escaso vello, los abultados pezones y sus adorables gestos le recordaban que quien tenía enfrente era un omega, uno bastante atrevido para su especie que en éste momento lo atacaba con su arsenal más erótico, por ello le temía, se estaba dejando ganar por el instinto que le pedía devorarlo.

El menor de sólo verle que dormía sin camisa ya lo volvía loco, soñó noches completas con ver ese cuerpo que tan celosamente escondía últimamente, estaba encantadísimo de saber que su alfa gustaba de trotar con Makkachin por las tardes y frecuentar el gimnasio de vez en cuando desde su regreso a Rusia, todo lo tenía en su lugar, abdominales, tríceps y bíceps, los amplios pectorales que no abarcaba con sus manos ¡Tan firmes! Adornados de un par de pequeñas tetillas rosadas que reaccionaban a su toque, incluso podía sentir la dureza de los muslos en los que estaba sentado, le calentaba hasta las orejas, sobre todo el apreciar un bulto en crecimiento bajo sus nalgas, cosa que le instó a restregarse víctima del deseo, escuchando a su pareja gemir levemente, mojando aún más su intimidad si es que se podía, comenzó a masturbarse con desesperación y descaro, pidiendo al ruso que pellizcara uno de sus sensibles botones en su pecho mientras él hacía lo suyo con el otro, inclinándose a besarlo rabiosamente sin dejar de menear sus caderas, fantaseando con ser penetrado con cada estocada, viniéndose a los pocos segundos en ligeras convulsiones, liberando una cantidad pesada de hormonas.

 

 

-Yuuri… -gruñía bajo, tomando con fuerza el muslo de su pareja que detuvo cualquier movimiento, sintiendo sus encías cosquillear, frotando su boca con el hombro a su disposición para menguar su picor.

-¿Viktor? –susurró en un jadeo, incorporándose un poco para verle- ¿Qué haces?

-Ah… No lo sé… -se afirmó a su cadera y dio una sutil envestida con las propias, besando el cuello del menor para después lamerlo, pero no era suficiente- Yuuri... Aah…

-Mmm… -se estremeció, reavivando el ardor en sus partes bajas, sus labios buscaron los contrarios, reanudando los roces cadenciosos, esta vez con más ahínco, sus manos recorrieron aquel pecho expuesto hasta encontrar los humedecidos pantalones que bajó con algo de dificultad, volviendo a posarse sobre la hombría de su pareja, sintiendo sus pieles encenderse, jadeando abiertamente- ¡Viktor!

 

 

Sería mentira decir que el roce de aquel miembro amenazando su entrada lubricada no le causaba especial placer, sobre todo oler aquella fragancia a roble que provenía del ruso, misma que siempre había notado sutil cuando se besaban por largo rato, ahora le nublaba los sentidos, doblaba sus rodillas y aceleraba su pulso, el calor de su celo volvía con fuerza respondiendo a ello, sabía lo mucho que afectaba también a quien estaba bajo su cuerpo, tenía la cara completamente roja al igual que el pecho, el cabello platinado revuelto, las pupilas dilatadas, el pañuelo empapado en sangre y la respiración agitada, lo pedía a gritos, estaba excitado, le deseaba.

 

 

-Ya no puedo… -mordió sus labios, alzándose con sus temblorosas piernas, el alfa intentaba halarlo hacia él nuevamente, pero no le dejó, tomando con su mano aquel hinchado miembro y dirigiéndolo a su esfínter- Viktor~ -le dedicó una intensa mirada antes de auto-penetrarse lentamente- ¡Ah! –el escozor no tardó, sus paredes se contraían necesitadas, causándole dolor.

-Yuuri~… -echó su cabeza para atrás, retorciéndose, quejándose entre la molestia y el placer de la gloriosa presión del omega- Aah… ¡Yuuri! –gruñó una vez completamente dentro.

-Duele… -sollozó con una lagrimilla en la comisura del ojo, la punzada en su interior no era insufrible, pero su fisionomía no dejaba de reaccionar a los fluidos del alfa, queriendo retenerlo.

-Yuuri… -repetía cual mantra, intentando sentarse para besarlo, siendo detenido por las cadenas, entonces le atrajo con su brazo libre, logrando su cometido.

 

 

Las feromonas danzaron con alegría, el instinto les recompensó su unión con descargas de placer, motivándoles a moverse, al principio con lentitud sin separar sus labios, disfrutando el ondulante vaivén, del ruido sordo de sus pieles, el chasquido de sus bocas, sus gemidos ahogados, recorriendo el cuerpo contrario con deseo, aquello que en su sano juicio no se atreverían a tocar o mirar por más de un segundo siendo presas de un pudor inútil entre esposos, dejándose llevar por la lujuria, amasando con especial goce lo que encontraran a su paso, resbalando por el sudor y los fluidos, una estocada un tanto más ruda les hizo soltar la voz audiblemente, acelerando las caderas en busca de repetirlo, bruscos, pretenciosos, el japonés se apoyó en el abdomen bajo él, marcando un intenso sube y baja que le sacaba un que otro gritito delirante, robándoles el aliento.

 

 

-¡Viktor!... ¡Viktor!... ¡Aah! –cerraba los ojos, perdido ante el goce que provocaba el golpetear en su punto más erógeno de sus entrañas- tan bueno~

-¡Yuuri!... ¡N-no!... –trataba de huir, pero le era imposible, estaba perdiendo la poca lucidez de su mente, no sabía que el sexo se sintiera tan bien, no quería terminar por someter a su pareja, se debatía entre la consternación y el intenso placer, incluso su pelvis le traicionaba, buscando encontrarse con aquellas apretadas nalgas que le hacían tocar el cielo- ¡Ooh!

-Aah~ -ronroneaba, animándose a lamer la unión de los esculpidos pectorales del ruso, sucumbiendo al instinto de marcarlo con potentes succiones, arañándole los hombros, restregando por completo su cuerpo para impregnarlo con su aroma- mi Viktor… -le susurró al oído, generando una reacción en cadena.

-¡Yuuri! –gimió con un muy marcado acento natal, volviendo a intentar en vano alejarlo, pero ya era muy tarde, estaba anudando- N-no… voy a…

-Muérdeme~ -le ordenó con una melosa voz, ofreció su cuello.

-¡Yuuri! –le apresó en un medio abrazo, completamente tembloroso, obedeciendo a duras penas, mordiendo en la unión del cuello con el hombro, un lugar inútil para una marca Alfa-Omega, puesto que no dejaba un lazo, sólo la huella de una intensa faena.

-¡Mmm! –sus dedos se enterraron en la platinada cabeza, alargando más el éxtasis de su cuerpo ante la falsa marca y el nudo- ¡Oh, sí! –su lengua se trabó, balbuceando palabras sin sentido entre japonés e inglés, el mayor estaba eyaculando- ¡Ah! –le siguió con un sollozo de completo placer, manchando ambos cuerpos.

 

 

Duraron alrededor de quince minutos en la misma posición, mismos que duró el nudo que los mantenía unidos, reponiéndose del tórrido momento, el asiático soltó el agarre que retenía al mayor con languidez, éste separó su boca de aquella piel, notando como estaba roja con sus dientes grabados, empapada de su sangre y saliva, su pañuelo había quedado abandonado en algún lugar, poco le importaba a estas alturas, entonces lo recordó, tomando con agilidad al más joven y recostándolo a su lado, viéndole con preocupación.

 

 

-Yuuri… N-no usamos protección… -comenzaba a ponerse pálido.

-Está bien… -sonrió con pesadez en sus ojos, el calor había menguado bastante después de aquello- He estado usando parches anticonceptivos desde nuestra boda en Hasetsu… -bostezó acurrucándose entre los brazos del ruso- Me los regaló Antoine… todo estará bien… será un largo fin de semana… -susurró somnoliento.

-¡¿Qué?! ¡Yuuri! ¡No te duermas! –le sacude del hombro- ¡No puedes dejarlo así después de nuestra primera vez!

-Hablaremos de esto más tarde ¿Está bien? –pidió, parodiando su ya conocida frase- ahora quiero dormir desnudo en los brazos de mi marido –ronroneó, pasándole los brazos por el cuello, depositando un suave beso en los labios del mayor.

-Yuuri… -enrojeció, como si no hubiesen consumado su matrimonio hacía escasos minutos.

-No tienes pretexto alguno para huir de mi ahora –le sedujo con la mirada- no me has lastimado o atacado.

-Yo… -desvía sus ojos- quizás corrimos con suerte, tomé inhibidores alfa –confesó.

-Entonces te probaré que tus miedos no tienen fundamento y haremos el amor hasta que lo entiendas –le desafío con un fiero gesto, chocando sus frentes.

-Yuuri –repite, ésta vez sorprendido y avergonzado ante imaginarse lo dicho por su esposo.

-Oh… creo que estoy de humor otra vez –se relamió los labios, tocándole la entrepierna.

-¡Yuuri! ¡E-espera! ¡Yo todavía no…!

-Tu todavía , cariño~ -se le monta encima.

 

 

Notas finales:

 

 

Ahora, regresando con el cap de hoy, esto era lo que estaba programado para la parte anterior, tuve que editar algunos diálogos de la versión original, puesto que fui emocionándome con las actualizaciones y cambió un tanto el rumbo de la historia, para que se den una idea, originalmente estos dos no habrían tenido nada de nada hasta éste cap, contrario a los buenos "arrimones" que ya se han dado xD podría dejarles algunos datos de éste tipo en las notas finales si así lo desean, haganmelo saber en los comentarios~ 

 

 

 

Entonces... ¿Se esperaban el hard? espero que no porque ese era el plan xD

 

¿Quieren que continúe el hard en el cap siguiente o pasamos a la verdadera trama? xD

 

 

 

Sé que la primera vez de ambos no fue para nada romántica, lastimosamente el instinto les ganó, era inevitable XD ya tendrán sus noches mágicas más adelante~

 

 

 

¿Cómo les pareció la actitud de Yuuri y Viktor en éste cap?

 

¿Qué pasará ahora en la relación de estos dos?

 

¿Viktor seguirá terco?

 

¿Yuuri lo seguirá violando?

 

Acá una pregunta seria ¿Qué les gustaría que estudiara Yuuri? Existen 4 opciones: Médico, Abogado, Psicólogo o Profesor. Escojan con sabiduría~ 

 

 

 

Pronto aparecerá cierto chico que se convertirá en un gran amigo y mala influencia de Yuuri, en su momento lo entenderán xD

 

Muchas gracias por leer~

 

Contestaré sus comentarios del cap anterior el día de mañana ;) 

 

Nos seguiremos leyendo n.n

 

Matta nee~ 

 

 


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