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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

¡Hola!


Sigo viva xD Me ha pasado de todo créanme, les hago un resumen, estuve enferma, resulta que no fue gripe sino faringitis, he estado atiborrada de trabajo, soy de México y mi estado se la ha pasado inundado por las lluvias y huracanes, no tuve internet en más de una semana, pasaron cosas bastante fuertes con una amiga muy cercana, etc. En conclusión, mi vida es un desastre xD 


En fin, olvidando un poco mis dramas personales, acá les traigo nuevo cap y como muchas lo pidieron, hay pura zukulencia xD quizás se sienta como relleno, pero no lo es tanto, véanlo como el antecedente de lo que se viene.


Agradecimientos a:


elena


Aracelly


Ciel-Sakura


Evi


anakzanamu


marii


 


Sin más, el fic ;) 


 


Acogedora calidez se extiende, envolviendo por completo su cuerpo,  dándole una sensación de bienestar; suspira, ronroneando, acurrucándose aún más entre las cobijas, todo a su alrededor es suave y cómodo, el olor que respira le llena de paz. No quiere abrir los ojos, pues está en un dulce sueño, uno en donde no existen problemas, allí en los brazos de su esposo, le rodea con amor, sincronizando sus respiraciones en un suave susurro, entregándose en más de una forma al momento que le sosiega.

Pero la armonía no dura para siempre, el insistente rasgueo en la puerta le recuerda que tiene que empezar el día, por muy tarde que sea, cuenta con un cachorro que alimentar y no necesariamente es humano, sino uno bastante peludo y juguetón.

Se incorpora con desgana, zafándose del agarre del mayor, aquel que descansa con el cuerpo pesado y lánguido sobre el colchón, le observa detenidamente, enredado en las sabanas que apenas le cubren, su semblante expresa cansancio, tiene ojeras, los labios manifiestan tenue hinchazón, el contorno de la nariz resequedad, lleva el cabello enmarañado, con la piel maltratada por sus pasionales muestras de afecto. Se sonroja, le ha succionado la vida al pobre de su marido; es su tercer día de celo, las hormonas han bajado bastante, aun así no le ha dado tregua al alfa, más que unas escasas horas para comer y dormir, por lo menos lograron retornar a la enorme cama de la habitación principal, bañándose un par de veces con desenlaces bastante eróticos. En algún punto empezaron a usar preservativos, no sabe cuántos, pero si los suficientes para acabarse, regresando al inicio, con un Viktor ansioso ante la posibilidad de tener hijos, mientras él estaba más pendiente de saciar el ardor de sus entrañas, poco le importaba algo más, a pesar de todo, agradecía los cuidados que el apuesto hombre tenía para con él, aunque su cordura pendiera de un hilo.

Le acarició la mejilla con la punta de sus dedos, tratando de no despertarlo, regalándole pequeños besos en su rostro y en cada una de las superficiales heridas que pintan su piel, por lo menos a las que tenía a su alcance, evitando desencadenar otro encuentro fogoso, concediéndole el descanso que tanto necesita. Tomó aire antes de levantarse, su cuerpo dolía, sobre todo en las piernas, cadera y “cierto” lugar, cuando las cosas se “enfriaban”, la realidad le golpeaba con las consecuencias de sus candentes encuentros.

Colocó sus pies descalzos sobre la alfombra, mordiéndose los labios cuando se incorporó, la gravedad  no era benevolente con él, tambalea, caminando un tanto extraño, su esfínter escocía. Entra al baño, prepara la tina mientras lava sus dientes y asea sus partes íntimas con toallitas húmedas, quitando los residuos pegajosos que le incomodaban, regresa al vestidor, escoge con paciencia las prendas que usaría, aunque fuera por unas cuantas horas, hasta que el calor volviera a subir. Se duchó a un costado de la bañera, salpicando el piso alrededor de la rejilla hacia el drenaje, tallando su piel con una suave esponja enjabonada, quejándose un tanto cuando la pasaba sobre las mordidas y rasguños poco profundos, en ocasiones Viktor perdía el conocimiento y era su parte alfa la que actuaba, un tanto minimizada debido los inhibidores, pero lo suficientemente fuerte para tratarlo con un poco de rudeza e incluso, atacándolo con cierta iniciativa.

Suspira, hundiéndose en el agua tibia, perfumada con champú burbujeante, se estira sin poder tocar el otro extremo de la tina con sus pies, es bastante amplia, lo suficiente para disfrutarla con su pareja, ruborizándose al recordar, pues sacaron todo el líquido de sales aromatizadas el día anterior, mientras se le montaba encima, saltando como conejo, uno literalmente en celo, que lloraba de gozo ante las desenfrenadas estocadas.

Se relaja, cabecea adormecido, escucha el rechinar la puerta, no se molesta en cerciorarse de quien es, la presencia del ruso se hace notar por sí misma, siente su respiración en poco tiempo a un costado de su mejilla, fue entonces que lentamente decide girar su rostro, entreabriendo sus ojos, él jadea con la mirada azulina ensombrecida, a la par que introduce los brazos entre la espuma, asechándolo.

 

 

-Yuuri–susurró anhelante.

-Buenos días –saca una de sus extremidades, acariciándole la mejilla con la mano estilando en numerosos y diminutos ríos- ¿Te sientes mejor? –posa sus labios delicadamente sobre los contrarios, aquellos que tratan de seguirle cuando se aparta- Quisiera que nos bañáramos juntos pero… -le detiene de los hombros cuando por poco es acorralado contra la pared- tenemos un cachorro que alimentar –sonríe con sutil burla.

-Un cachorro… -retrocede, sentándose en las baldosas del suelo.

-Así es, nuestro Makkachin–se levanta, haciendo ruidosos chapoteos, alcanza la bata de baño que colgaba en un costado, cubriéndose con ella, pasando a su lado con seductor contoneo- lávate y descansa un poco… Haré algo para comer –avisa con inusitada timidez- lo necesitas.

 

 

Empieza a cambiarse en el vestidor, con ropa cómoda para andar en casa, cuando escucha el sonido de la regadera tras la puerta, resopla con decepción, una parte de su interior esperaba ser empotrado contra la madera del closet, pero ciertamente fue el primero en rechazarlo en la tina, la parte alfa de su esposo resulta ser más obediente que el mismísimo Viktor en sus cinco sentidos, cosa que le tranquilizaba en plena faena, si le pedía parar, lo hacía automáticamente, nunca le trató con violencia, él siempre respondía con prontitud al mínimo pedido, en especial si usaba su voz de omega.

Recibe al alegre canino cuando sale de la habitación, baja las escaleras poco a poco, siendo superado por el gran caniche que le hace trastabillar al momento que pasa corriendo por su costado, sus músculos no le responden con normalidad, los muslos le tiemblan, se maldice a sí mismo hasta que llega a la planta baja, claro, pero los días anteriores no se había quejado en absoluto, sino todo lo contrario.

 

 

-Listo, Makkachin –vacía las croquetas en el comedero del mencionado, viéndolo como rápidamente engullía sus alimentos, acusándose culpable por tardar tanto- creo que mereces un premio –saca de la alacena un hueso de carnaza seca- esto es para cuando termines –advierte cuando los oscuros y suplicantes ojos le ven.

 

 

Abre el refrigerador buscando algo fácil de preparar, si bien, él como cualquier omega o alfa, perdía el apetito durante el celo, sabe que necesita alimentarse, al igual que su esposo que no necesariamente pasa por lo mismo que su persona, sólo está perturbado por su exceso de feromonas, arrastrándolo al desenfrenado ritmo que su metabolismo alterado le hace marchar.

 

 

-Se acabó la fruta… -murmura- Saltearé algunas verduras –decide, sacando algunas bolsas- creo que Viktor compró una arrocera –piensa en voz alta, rebuscando en las portezuelas bajo la barra- ¡Aquí está!

 

 

Limpia y programa el aparato, colocando dos porciones de arroz japonés, mismo que encargaron por internet al igual que el polvo de miso, pues Yuuri tenía extraños antojos por su síndrome de pre-celo, extrañaba la comida de su país. Una vez comienza a guisar en el sartén, un mareo le debilita, sufre de un escalofrío que dio paso a un intenso calor; aprieta los puños y apaga la estufa, deslizándose hasta quedar sentado en el suelo, respira con dificultad, sus feromonas salen, impregnando el área intensamente. Makkachin se acerca, olfateándolo mientras se queja con débiles chillidos, ladrando un par de veces.

Si tuviera que describir el cómo se siente, Yuuri diría que es sofocante, una fiebre abrasadora que se abre camino desde sus entrañas, aquellas que hacen escurrir sus partes íntimas con ardor, mientras su piel se vuelve sumamente sensible al tacto, incluso la ropa le estorba, le hace sudar, empapando sus oscuros cabellos, tirita con necesidad, sus fuerzas disminuyen considerablemente, sintiéndose desmayar, recarga su frente en las cajoneras de la alacena, lloriquea entre balbuceos, llamando a su alfa.

 

 

-¡Yuuri! –unos brazos lo levantan, cargándole- ¿Estás bien? –pregunta con preocupación.

-Quería… hacer el… desayuno –se aferra al cuerpo del mayor, restregando la nariz en su cuello, buscando la esencia que ama con desespero.

-Tranquilo –acaricia su espalda, haciéndole tiritar, lo lleva al sofá de la sala.

-¡No! –se sujeta a las ropas de su esposo cuando éste intenta dejarle en el mullido sillón.

-Yuuri –suspira, acomodándose con el omega sobre su regazo- aquí estoy.

-Viktor –pronuncia con la voz de su género, provocando un estremecimiento en el contrario- no me sueltes.

-No lo haré –gruñe bajito cuando el intenso olor florar le envuelve.

-Duele –solloza, jaloneando las prendas que lleva encima-ayúdame –le ve con sus ojos chocolate derretidos-Viktor –menea sus caderas, deseando incitarlo.

-Yuuri –jadea, abochornado- no te muevas así –le detiene de la cintura, quitándole la holgada camiseta, aprecia el esternón enrojecido y descubierto del menor, como sus pezones se erizan firmes, sintiéndose culpable por las marcas que adornan la piel del japonés.

-Tómame –susurra con falsa sumisión, manipulándolo, guía una de las manos del alfa a sus pantalones.

-Yuuri–reprende al momento de deslizarle aquella prenda, retiene su instinto a duras penas, percatándose de que el más joven no lleva ropa interior, sus feromonas le aturden, haciendo gotear su nariz sangrante.

-Por favor… -acaricia, seductor, la erección en proceso del de cabellos platinados.

-No hagas eso… -titubea, percibiendo el olor marchito de su pareja- Yuuri–un pinchazo le estremece el corazón, bajando la guardia, accede justo antes de ser devorado.

 

 

Comparten un beso de tórrida pasión, liderado por Yuuri que no deja de presionar a su pareja con el acelerado ritmo de sus labios, apretando sus siluetas en un abrazo que consigue encajar sus cuerpos a la perfección, aun sobre la ropa del ruso, logran sentir el roce en sus genitales, húmedo y placentero, sus bocas se funden más allá, jugueteando con sus lenguas que de a poco toman experiencia, suspiran, dejándose llevar por el instinto, sin advertir cuando el olor a roble se entremezcló con los lirios en plena floración, siendo el omega quien acabó con las piernas abiertas, espalda contra el sofá, permitiéndose gemir en anticipación, con las pupilas dilatadas y el rostro congestionado, pues el alfa se le colocaba encima, dispuesto a penetrarlo, perdido ante el reflejo natural de tomar a su destinado. Lo ve aventar su camisa lejos y bajarse los pantalones, molestándose en absoluto por quitárselos del todo, amenazándole la retaguardia con su miembro, ante ello le tiemblan las piernas, extiende sus brazos para recibirle, enroscando sus dedos en el cabello platinado, muerde sus labios tratando de contener su voz al momento que el glande se introduce, pero le es imposible, su gesto se descompone cuando lentamente siente como van abriendo sus entrañas.

 

 

-Viktor… -susurra, enroscando sus extremidades en el cuerpo del mayor, vibrando por las oleadas de placer- no te muevas –le encaja las uñas, escuchando los gruñidos contrarios.

-Yuuri –reclama enronquecido.

 

 

Gimotea, a punto de romper en llanto, disfrutando del falo caliente que se menea en cadencias circulares, esperando la señal para arremeter en su interior. Y él es débil, indefenso ante el alfa que quiere dominarlo, su esfínter escurre de lubricación, mojando la tela del mueble, sus pezones erectos le mandas descargas excitantes ante el mínimo roce, al igual que su atrofiado pene que palpita endurecido, pegado a su vientre, mismo que arde, exigiendo ser saciado.

 

 

-¡Ya! –avisa con voz rota, las lágrimas surcan sus ruborizados cachetes, pasando sus manos a la espalda amplia donde se agarra tembloroso- ¡¡Ah!! –grita ante la primera estocada, pues las eróticas feromonas de su esposo le provocan fuerte hipersensibilidad.

 

 

Uno, dos, tres; lo siente entrar y salir impetuoso, también el cómo jadea en su oído, aquel que lame en el proceso, levantándole los diminutos bellos de la nuca, involuntariamente sus caderas responden, encontrando al ruso a medio camino, fundiéndose con rudeza, generando el ruido morboso de las pieles chocando, así como el chasquido húmedo de las penetraciones. Sus cuerpos se friccionan, entremezclando el olor de ambos, sudor, feromonas y fluidos, cada parte de su ser se impregna, asegurándose de que no importaba que hiciera, inhalaba y exhalaba esa fragancia, incluso podría asegurar que también su vientre bebe de él, pues se contrae en dulces espasmos que alientan las acciones de su amado.

Vuelven a unir sus labios, desesperados, jadeantes, deja que el mayor lo toque cuanto quiera, las hambrientas manos recorren su silueta, masajean sus pechos, levanta sus brazos para sujetarlos sobre su cabeza, sin entender porque la parte alfa de Viktor tiene esa manía de inmovilizarle, pero no le importa, se entrega, liberando su voz cuando éste comienza a morderle suavemente el cuello, paseando su lengua por las marcas de los días anteriores, como si se asegurará que su olor sigue allí, pronto sus tetillas son succionadas, siendo ya imposible modular sus gemidos, su espalda reacciona arqueándose, exigiendo con sus caderas que aumente el ritmo del vaivén, pues, su esposo parecía entretenido en saciar la ansiedad de su boca, cambiando a estocadas cortas y profundas para no perturbar el deguste de la piel omega.

 

 

-¡Viktor! –apresura, moviéndose por su propia cuenta, por lo menos lo que puede, pues éste deja caer su peso para impedírselo- N-no…  -intenta zafarse del agarre sin éxito- por favor –ruega con su arma infalible.

-¡Grrr! –protesta, incorporándose tan sólo para girar al de cabellos oscuros y colocarle de cara al sofá.

-E-espera… -pero sus palabras quedan en el aire, veloz, su esposo se hunde mientras le abre los glúteos, clavándole la uñas y dedos con fuerza- ¡¡Aah!!

 

 

 

Está desvariando, las paredes dentro de él se convulsionan, apresando el nudo que en su pareja se manifiesta de a poco, esa es, sin duda, una fricción deliciosa, la mente se le desconecta, quedando por completo en blanco, su pecho explota en un millar de sensaciones, los dedos de los pies crispándose, su voz se agudiza y entonces el orgasmo le invade, más pronto de lo que cree, estremeciendo cada fibra de su ser, empeorando con cada enviste que no deja de ejercer su marido, pues aun no llega, pero se mantiene cerca, en el límite.

 

 

-Yuuri –le llama, colocándose sobre su cuerpo, entrelazando sus manos a cada costado de la cabeza del japonés- Yuuri –ronronea ésta vez, pues su omega aun sufre de involuntarias sacudidas, con los ojos emblanquecidos y la boca babeando entreabierta.

 

 

Lame con ternura su nuca, saborea el dulce sudor, pellizcando con sus dientes aquella sensible zona, la besa, respira directamente el lugar por donde las feromonas son segregadas, aturdiéndole de nueva cuenta, su miembro viril se ensancha y gime, sintiendo sus pulmones descontrolarse, su mirada se difumina, sólo distingue el color rojo de la sangre; anuda, eyacula con fuerza, reclamando del útero de su pareja.

 

 

Abre los ojos, confuso, recuerda que está en la sala de su casa, pero no ve a Makkachin, frota su frente, con pesadez, trata de incorporarse, siendo retenido desde sus partes intimas, sorprendido, gira su torso, lo necesario para encontrarse con Viktor inconsciente, entre él y el respaldo del sillón, su corazón se inquieta pues, quiere cerciorarse de que se encuentre bien, aunque no es exactamente la primera vez se desmaya por “sobredosis de feromonas”, como solían decirle a tan singular fenómeno en el alfa, pero el nudo sigue allí, impidiendo moverse, jadea despacio, su esfínter se aprieta alrededor de la protuberancia ajena, palpa su vientre, percibiendo el calor que proviene de su unión, ronroneando de forma involuntaria, endereza su espalda y la pega al pecho de su pareja, busca con sus manos la platinada cabeza, acomodándola sobre la propia, notando su respiración, se relaja, frota sus mejillas, vuelve a cerrar sus parpados y suspira.

 

 

-¿Yuuri? –despierta, entre besos melosos, siendo los iris chocolate lo primero en vislumbrar.

-Hola de nuevo –murmura a pocos centímetros de distancia- ¿Te encuentras bien? –pregunta intranquilo, ruborizado.

-Creo que si –responde, no estando del todo seguro, pues es más que obvio que volvió a perder su lucidez.

-Eso es genial… -pronuncia con voz sedosa, frotándose despacio contra su esposo.

-¿Qué hora es? –busca el reloj de pared- la una… Yuuri, debemos comer algo e hidratarnos.

-Viktor~ -regresa a posar sus labios sobre los contrarios- sólo te necesito a ti –le rodea con sus brazos por el cuello.

-Espera… -le aparta suavemente- prepararé algo y regresaremos a la cama ¿Está bien? –trata de persuadirlo.

-Quiero hacerlo, Viktor –le empuja, colocándosele encima- uno rápido –se muerde los labios.

-Yuuri… -suspira resignado- tengo sed.

-No hay problema –se estira un poco, alcanza una botella de agua a medio tomar de la mesa del living- fui a la cocina antes de que despertaras.

-Gracias –acepta incomodo, bebiendo el contenido casi por completo.

-¿Comenzamos? –sonríe triunfal.

 

 

El mayor asiente, con los pómulos colorados, mientras el japonés movía sus caderas, fregando sus glúteos contra el pene aun flácido del alfa, no tardó mucho en erguirse, siendo entonces el momento para conectarse nuevamente. Para Viktor, tener relaciones con Yuuri no era desagradable, en realidad es bastante placentero, aunque al principio le costó demasiado, ya no se aterroriza ante la posibilidad de lastimarle, con forme avanzaban y repetían cada acto, notó que aunque el instinto le segara, nunca lastimó a su esposo, quizás aquello mismo que le provocaba el fuerte impulso de copular, también velaba por el bienestar de su pareja, ahora, por lo menos, contaba con la suficiente confianza para no rechazar las traviesas rachas que el omega sufría con cada golpe de calor, está más tranquilo, a pesar de que aun le avergüenza al comienzo.

 

 

-¡Viktor! –gime, saltando sin parar, aferrándose a las manos que le ayudan a sostenerse y mantener el ritmo- ¡Oh! ¡N-no puedo...!

-Yuuri…-su vientre se estremece, cercano al clímax- hazlo.

-¡Viktor! ¡¡Viktor!! –solloza, hundiendo el miembro de su esposo hasta sentir que besaba su matriz, su cuerpo se sacude ante el orgasmo.

-¡Yu-Yuuri! –le alza de las caderas, logrando sacar su nudo en formación, recostando al menor en su pecho para que se recupere, termina el trabajo con su mano, manchando las nalgas ajenas.

 

 

La tapicería del sofá acabó hecha un desastre, pero ya se encargarían de ello más tarde. El ruso terminó de saltear las verduras a medio guisar que estaban abandonadas en el sartén, calentaron el arroz y la sopa de miso, comiendo tranquilamente, con un omega pidiendo mimos después de cada tercer bocado, siendo concedidos por su galante marido, besos, abrazos y arrumacos, lo que pidiera, exceptuando el sexo en la cocina, bastante destrozos llevaban ya como para ensuciar más o acabar rompiendo algo. El teléfono fijo timbró, extrañándose porque nadie les había molestado en todo el fin de semana, cordial, el mayor contesta.

 

 

-Sí, diga… -los ojos azules se abrieron con sorpresa- ¿Cómo? ¿No faltaban semanas para eso?

-¿Viktor? –se acerca, preocupado por el semblante y olor que despedía.

-Por favor, mantenme informado por cualquier cosa –se encogió en su lugar- claro, muchas gracias, hasta luego.

-¿Qué pasó? –toca su hombro.

-Internaron a papá –se cubre el rostro, impotente.

-¿Qué? ¿Antoine? –no sabe que decir.

-Sí, dicen que tuvo contracciones pero apenas tiene seis meses, creen que quizás tenga complicaciones por su edad y está en observación –levanta su cabeza, lamentándose.

-¿Quieres ir a verle? –lo abraza.

-No podemos, no contigo así, además, quizás madre no esté de acuerdo –corresponde el contacto.

-¿Cómo es posible que tu madre no esté de acuerdo? Entiendo que estén divorciados, pero sigue siendo tu papá –expresa con molestia.

-Es… complicado –suspira.

-Iremos a verle en cuanto me recupere ¿Está bien? –propone- quizás sólo sea una falsa alarma, además, si surge una emergencia, dudo que tu madre sea tan obstinada.

-Eso espero… -aprieta un poco el contacto.

-Claro que sí.

 

 

Aquella tarde el Nikiforov se mantuvo decaído, siendo Yuuri su mayor consuelo; lo acobijó, arrullándolo con su dulce olor, mismo que menguó junto a su celo, dejando de lado, por aquel día, las candentes caricias, enfocándose sólo en velar el uno por el otro, ignorando que a partir de aquel momento, muchas cosas empezarían a complicarse a su alrededor.

Notas finales:

Aclarando algo del cap anterior, no se preocupen chicas y chicos, Viktor no lloró por sentirse violado, simplemente se sentía impotente por no creer proteger a Yuuri de sí mismo, estaba aterrado, pobrecillo, pero en ésta parte ya se aclaró un poco de como lo ve ahora, aun así, debe superar varios traumitas. 

Ahora empecemos con las típicas preguntas de cada actualización:

 

¿Son lobos o conejos? (obvio, conejos en celo xD)

¿Qué creen que pase con Antoine?

¿Y Yurio? (ya mero)

¿Fue suficiente lemon?

¿Esperaban más romance?

¿Y la escuela para cuando? (creo que ya el siguiente cap)

¿Cuanto les falta para que tengan cachorros?

¿Por qué Makkachin casi no salió?

¿Qué pasa con la parte alfa de Viktor?

¿Debería ya darle prisa a la trama o lo tomo con calma? (creo que ya me tomé el tiempo suficiente xD)

 

Espero el cap de hoy les haya gustado, muchas gracias por leer y dejar sus locos comentarios n.n

Nos seguiremos leyendo, muchas gracias por todo nuevamente n.n

Matta nee~

 

 


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