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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

¡Hola!


No he muerto, sólo, para variar, he tenido bastante trabajo xD pero me di un espacio para escribir ésta semana n.n


Muchas gracias por todo el apoyo, sus mensajes en el cap anterior fueron muy lindos, deseándome que mejore y no me estrese por actualizar, son un amors~


 


elena


Aracelly


Marii


Ciel-Sakura


anakzanamu


 


Sin más el fic ;)

 

Las mañanas en San Petersburgo son muy frías, tanto, que la primavera es bastante tímida para llegar allí, pues, manifiesta su calidez hasta pasado medio día, brindando su ayuda a los brotes de árboles y plantas que florecen poco a poco. A regañadientes, una pareja se remueve entre las sabanas, resistiéndose a salir de su lecho, sin embargo, uno de ellos se resigna, ganando, por sobre todo, su sentido de responsabilidad; destapa la mitad de su cuerpo, tanteando con la mano libre el teléfono móvil que vibra y suena estruendoso. Suspira, siente otro cuerpo acurrucarse más con el suyo, derritiéndole el corazón al escuchar el ronroneo que proviene del omega, mismo que frota la cabeza en su pecho, tentándole a seguir descansando.

 

 

-Hoy debemos ir a la universidad ¿Recuerdas? –dice con voz somnolienta, abrazándose al calor de su amado, hundiendo su nariz en el sedoso cabello oscuro.

-No quiero… -se hace un ovillo- deseo quedarme contigo. 

-Yuuri–reprende.

-Sólo un poco más –da pequeños besos sobre los pectorales donde descansa su rostro.

-¡Oye! –retrocede, incomodo, pues su fisionomía reacciona automáticamente a la caricia, más ahora que se ha acostumbrado a intimar con su pareja- Eso es trampa, bello durmiente –ríe.

-Creo que mi celo aún no se va –se excusa con una pícara sonrisa, apoyando su barbilla sobre las costillas del mayor.

-No puedes engañarme –señala su propia nariz- ya me he acostumbrado a tus feromonas, haz vuelto a la normalidad.

-Oh, está bien… -se queja, inconforme.

-Vamos.

 

 

Su interior cosquillea justo antes de incorporarse, el menor hacía un lindo puchero como rabieta, pues, durante los últimos días, lo consintió devotamente, a pesar de encontrarse cansado o sin ánimos. Antoine se mantiene estable, pero su preocupación no desapareció del todo, Yuuri fue una gran distracción para no comerse la cabeza, por lo que negarse a su capricho le provocaba una extraña sensación. Accede a su instinto sólo por unos segundos, concediéndole, en una pequeña fracción, la razón a su sentido alfa. Inclina su torso, buscando, con suaves caricias, las manos del japonés, entrelaza sus dedos y le acorrala contra el colchón, sorprendiéndole, más aun cuando le besó; pausado, suave, envuelve sus labios con ternura y segrega feromonas de consuelo, con una clara pizca de enamoramiento. Le encanta sentir como es correspondido por aquella dulce boca, la que suspira y tiembla, mientras sus palmas son apretadas, intensificando el agarre, cosa que estimula sus bajos instintos, se está agitando, por lo que decide parar. Al separarse, el menor le observa con ojos brillantes y mejillas ruborizadas, quizás incrédulo de lo que acaba de pasar.

 

 

-Yuuri~ estás feliz –sonríe cándido, aspira su fragancia, apoyando su frente en la contraria.

-¿Vi-Viktor? –llama confundido.

-¿Sí? –le dedica su completa atención.

-Ah… -abre su boca intentando decir algo que nunca llega- ¿Te sientes bien?

-Si ¿Por qué? –no pierde su gesto alegre.

-Estás… -su sonrojo se intensifica- tú… -parecía buscar las palabras adecuadas- también estás contento –huye, nervioso, de su mirada.

-Claro –asegura- mi Yuuri es adorable~

-¡Viktor! –cubre su rostro- llegaremos tarde.

-No, todavía estamos a tiempo –responde ingenuo.

-Pero si lo hacemos… -se asoma entre sus dedos.

-¿Hacer qué?

-¡Viktor! –le lanza un cojín a la cara, empujándolo- ¡¡Tonto!! –salta de la cama, yendo, desnudo, a encerrarse en el baño.

-¿Qué…? –aparta el flequillo de su vista, sentándose confundido- ¿Ahora que hice? Pensé que le gustaría… -suspira, bajando la cabeza, topándose con un considerable bulto entre sus piernas- Oh… por eso. 

 

 

Lo había notado, después de intimar con Yuuri, su cuerpo comienza a reaccionar naturalmente a su presencia, ya no es doloroso, ni sentía su fiera interior queriendo controlarle, por el contrario, se manifiesta fluido y sutil, como si poco a poco se fundiera con él mismo, pero aún se mantiene inquieto, a pesar de lo cortos episodios en los que perdía la conciencia, donde su alfa actuaba instintivamente, sin lastimar a su pareja, algo le decía que no bajara la guardia del todo, todavía le es incómodo confiar en sí mismo en ese sentido, la prueba definitiva sería su celo dentro de seis meses, eso todavía le aterraba, sobre todo al ver la entera confianza que le tiene su esposo. El remordimiento se abrió camino desde su pecho, Yuuri no se sabría tan seguro si supiera todo aquello que le oculta, quizás su amor no sería tan grande como para perdonarle lo que hizo mucho antes de conocerle o incluso, podría juzgarle severamente, aunque fuera algo no decidió por sí mismo.

Suspiró abatido, permaneciendo quieto en la cama, fueron días bastante movidos para él, no descansó ni un poco, tanto física como mentalmente, el celo de un omega es insaciable, lo descubrió en carne propia, no esperaba que aquellos delgados cuerpos pudieran tener tanta resistencia… o quizás sólo era Yuuri, quien apenas le dejaba descansar en intervalos de una hora o dos, sino es que se quedaba dormido y era “utilizado", aun inconsciente. Por otra parte, la preocupación por no lastimarle, sumando el estado delicado de Antoine, que aun con las distracciones sugerentes y melosas del menor, rondaba en su cabeza en sus momentos de lucidez.

El maduro omega, a pesar de su joven y fresca apariencia, ya superaba sus cuarentas, nunca tuvo embarazos normales, sumando que las complicaciones en sus partos aumentaron después del nacimiento de los gemelos, tenía varias razones para estar intranquilo, por más que trataran de restarle importancia, escuchar la voz nerviosa de Yerik, le estremeció, pues él era un hombre que no es fácil de intimidar, todo un alfa de fuerte presencia, comparable a su madre, por lo que ambos no podían compartir espacio por tiempos prolongados, la territorialidad era inminente entre ellos, no sólo por el omega en discordia.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Yuuri, quien provocó ruido al abrir la puerta, sin dirigirle la mirada, éste seca su cabello, un tanto más largo por las semanas trascurridas desde su estadía en Japón, ya va vestido, usando jeans azul marino con forro interior térmico, una playera sencilla y un suéter azul claro de botones.

 

 

-Es tu turno… -avisa con timidez, sonrosando sus mejillas cuando le ve por unos segundos, antes de sentarse frente al tocador y comenzar a cepillarse.

-Voy enseguida –responde, envolviendo la parte inferior de su cuerpo con la sabana, se aproxima por la espalda del castaño, besa su mejilla rápidamente- lo siento.

-Só-sólo báñate y vístete, por favor –cubre sus ojos.

-¿Por qué ahora pareces tan cohibido? –le observa sin entender, a través del espejo.

-¿Y tú por qué pareces tan desinhibido? –le enfrenta, avergonzado.

-No lo entiendo… -parpadea- ya nos hemos bañado juntos antes y siempre te has mostrado conforme con eso, la única diferencia es que…

-¡Lo sé! –le interrumpe- pero ahora es distinto por “eso”.

-Oye, hasta hace un momento, tú querías hacerlo –frunce sus cejas.

-Y sigo queriendo… -su rubor se intensifica, coloreándole las orejas- ¡Vete! ¡O no saldremos de aquí!¡Tonto! ¡Eres tan insensible! –le apunta con el cepillo.

-Oh… -sonríe, aceptando el orgullo alfa que serpentea dentro de él- alguien sufre de síndrome post-celo.

-¡¡Cállate!! –le avienta con el objeto que sostiene.

-¡Auch! –soba su cabeza, soltando la tela que le cubre- ¿Estás seguro de que podrás presentar los exámenes así? Será mejor ir al hospital que maneja Philip y que te revisen, cuando recojamos tu justificante médico.

-¡Vi-Viktor! –sus ojos se dirigen a la entrepierna del mayor, su aroma se dispara, abochornándose- ¡Idiota! ¡Vete al baño! –aprieta sus parpados.

-¿Seguro? –su piel se eriza ante el frío y el dulce olor, rebobinando sus reflejos.

-Viktor, por favor… -su voz se debilita, el vientre le pincha-sólo vete.

-Está bien –toca los hombros del omega, sintiéndole estremecerse, besa su cabeza- creo que todavía hay inhibidores en el buró, toma uno y descansa en lo que me ducho.

 

 

Resistiéndose a la demanda de su cuerpo por tomarlo, abandona la habitación. Él sabe muy bien lo doloroso que pueden ser los residuos de un celo, especialmente para un omega, pues, durante su infancia y un corto periodo de su adolescencia, convivió el día a día con su progenitor; aun recuerda sus sollozos, así como, la prácticamente, dependencia por Yerik, rechazando a cualquier alfa que se le acercara, incluso a su propio hijo, quien estaba en una etapa de maduración, su olor era tan fuerte que le mareaba, provocándole una pérdida parcial de su olfato durante aquellos periodos, los largos cinco días que Antoine se desestabilizaba. Esperaba que Yuuri no pasara por los mismos problemas, ahora que acaban de comenzar su vida sexual, pues es normal para las parejas destinadas pasar por una fase hormonal inestable, hasta que se entremezclen sus feromonas y el enlace cicatrizara, para ellos podría ser más difícil, ya que estaban posponiéndolo, pero desea que para entonces Yuuri se acostumbrara a él también.

 

 

-¿Yuuri? –no le encuentra al salir del vestidor.

 

 

Baja a la primera planta, curioso, al no verse recibido por su fiel caniche, encontrando a ambos en el sofá de la sala, el joven japonés dormita recostado, con Makkachin en su regazo, éste menea la cola suavemente cuando percibe al Nikiforov, dejándose acariciar por la amable mano de su dueño. Viktor se queda inmóvil unos segundos, intranquilo, no sabe si interrumpirle para desayudar, llenarlo de besos o dejarlo descansar un poco más, su instinto se está volviendo problemático, generándole necesidades cada vez más fuertes por su pareja, lo ama, sí, le tiene todo el tiempo en su cabeza y se preocupa por su esposo, pero después de todos aquellos hechos, no distingue cuando actúa por su propia cuenta o si sucumbe a las necesidades de su parte alfa, su mente está hecha un completo lio.

Silencioso, prepara algo para llevar y comer en el camino: emparedados, más café con leche para ambos, lo necesitarían. Una vez empacó los alimentos, lo introdujo en una bolsa, yendo directamente después a despertar a su amado omega, colocándose de cuclillas a su costado, sin poder resistir besar su frente, probando sus labios por cortos segundos. Él menor se remueve, gruñendo, cambia su posición, dándole la espalda.

 

 

-¡Yuuri! –le llama- ya es hora de irnos, Philip nos dio un espacio para tu revisión.

-Ya voy… -arrastra las palabras, sentándose adormecido, frota sus parpados.

-Agárrate –avisa, rodeándole con un brazo por la espalda y otro bajo las rodillas.

-¿Qué? –abre sus ojos, aferrándose rápidamente al de ojos azules-¡¿Qué te pasa?!

-Si espero a que tengas ánimos, nunca llegaremos –sonríe acorazonado.

-¡Bájame! –patalea- ¡Puedo hacerlo por mí propio pie! ¡Esto es vergonzoso!

-Déjame consentirte –roza sus cabezas. 

-¡Ya has hecho suficiente! –conecta sus miradas- no te sobre esfuerces por mí–su gesto se contrae con tristeza, marchitando su fragancia.

-Yuuri… -sus hombros decaen un poco, aflojando los brazos para dejarle que se incorpore- no era mi intención, quería…

-Viktor, tu conducta es extraña ¿Te sientes bien? No tienes que comportarte diferente porque…  ¡Oh! ¿Quizás es eso? ¿Crees que debes tratarme diferente por pasar mi celo juntos?

-No, no es eso… -suspira- creo que mi lado alfa está muy entusiasmado con la situación, no me doy cuenta de lo que hago, disculpa si llego a hostigarte, quizás sea mejor que me aleje.

-No hay problema, sólo detente cuando te lo digo… -eleva las cejas cuando el mayor baja la cabeza- no te sientas mal –le toma de ambas mejillas- quien tiene celo residual soy yo –suelta una risa floja- sonríe –apoya sus pies de puntillas, regalándole un sutil beso- ¿Mejor?

-Yuuri –le abraza- ¿Sabes que te amo? –sus mejillas y labios forman una graciosa expresión.

-Lo sé –retiene su risa por las infantiles manías de su esposo.

-¿Tú también me amas?–frota su cabeza contra el hombro del japonés.

-Por supuesto –responde la caricia.

-Dímelo –pide.

-Te amo, Viktor Nikiforov –ronronea.

-Gracias~ -le aprieta, elevándolo y dándole vueltas en el aire.

-¡Viktor! –deja salir una carcajada.

 

 

Las endorfinas estallan en su interior, está perdido, enamorado y no puede controlarse a sí mismo, no ahora, no cuando Yuuri se muestra tan abierto con él, por lo que se deja llevar, despidiendo una gran cantidad de feromonas, impregnando la habitación, a su omega. Su boca se funde con la contraria, tomando profundamente aquellos suaves labios, los succiona y degusta, respirando su aliento, embriagándose con la miel de su saliva, misma que recoge con su lengua directamente de la fuente que fabrica su nueva adicción, le escucha gemir y siente como jala de su camisa, aquellas condiciones le satisfacen tanto, quiere cada vez más.

 

 

-Vik… Viktor… ¡Para!… -jadea.

-Yuuri… -acaricia la silueta a su merced.

-¡No! –grita con su voz omega.

-¿Eh? –súbitamente recupera la conciencia, desconoce cuando cerró los ojos y arrinconó a su esposo contra la pared- L-lo siento –enrojece, soltándolo.

-Creo que… -trata de regular su respiración- quien necesita una revisión… eres tú.

-Lo siento, en verdad lo siento –está avergonzado.

-Debo ir al baño… -se encamina al sanitario de la planta baja- ya vuelvo.

-¿Te… acompaño? –le ve con su mirada de cachorro, completamente arrepentido, sintiéndose culpable por agravar los malestares del menor.

-… -entrecierra los ojos, analizándolo, después suspira- ¿Qué más da? Llegaremos tarde de cualquier forma.

 

 

El pequeño despacho que diseñó el mismísimo joven Nikiforov, fue pensado como un lugar de estudio común, donde podrían concentrarse, ya sea él o su esposo, en las materias de la universidad o el trabajo extra que llevara a casa, es necesario decir, que no creía utilizarlo para “aquello” que hacían ese preciso momento. Yuuri se mostró cohibido de realizar actos “impuros” frente al cachorro que les observaba desde el sofá, el medio baño de la primera planta estaba un poco reducido para lo que planeaban hacer, al final acabaron encerrados allí, Viktor sentado en el sillón reclinable con el japonés sobre sus piernas, mientras se tocaban, frotando sus miembros uno con el otro, los pantalones del de ojos chocolate se encontraban tirados en el suelo, junto a su ropa interior, pues había pedido a su amado, ser penetrado aunque fuera sólo con sus dedos, siendo éste, incompetente para negarse a ello, mareado, Viktor accedió.

Con besos hambrientos se devoran, reteniendo sus ganas de consumar el acto como se debe, quizás volverían a enrollarse toda la mañana y no podían seguir posponiendo el papeleo escolar, era su última oportunidad sino quería perder el ingreso del próximo semestre. Se movían, fregando sus cuerpos, en un vano intento por sentirse, Yuuri se estremece, impotente, sus pezones pinchan bajo la ropa, por lo que busca topar con el pecho del mayor para aliviarlos, masturbando, con ambas manos, los penes entre sus abdómenes, sobresaltándose cada vez que el mayor estimula aquella la zona erógena en su interior. Al mismo tiempo, el ruso se deleita, con un deje de culpabilidad, del efímero gusto de explorar las cavidades del omega, gimiendo excitado al momento de sentirle desesperado y torpe ante sus acciones, jugueteando a propósito con sus reflejos involuntarios.  

El menor fue el primero en sufrir del repentino orgasmo, uno un tanto doloroso, su vientre, resentido, dolió con punzante cólico del sobresfuerzo de los últimos días, a los pocos segundos, su pareja le secundó, mordiéndole suavemente los labios, gruñendo dentro de su boca. Aun afectados por los espasmos musculares, sin quererlo, fueron separándose de su contacto, relamiéndose las comisuras en un acto lascivo, viéndose directamente a los ojos, envolviéndose mutuamente con sus feromonas.

 

 

-Muérdeme –su voz sale, cortando el trance, alzando sus parpados con sorpresa por lo que acaba de pedir. 

-Yuuri –pronuncia, tembloroso, pasándole las manos por la cintura.

-No –le detiene, cuando se inclina para encajarle los dientes- lo siento, el instinto habló por mí –con sus brazos, acuna la cabeza platinada.

-Me estoy volviendo loco –se lamenta, murmurando.

-Vayamos con Philip –le acaricia la espalda para tranquilizarlo.

 

 

Salen del departamento, Yakov fue a recogerlos, ya que Viktor no se sentía en condiciones para tomar el volante, su mente revoloteaba alrededor del omega, sin entender lo que le ocurría, trataba de recuperar su compostura, recordándose a sí mismo que su padre está hospitalizado, pero es en vano, no logra concentrarse, sólo desea envolver a Yuuri con su olor, abrazarlo, besarlo y embriagarse con sus feromonas. 

 

 

-Vitya –ríe- Yuuri no va a escaparse –se burla con sutileza, al ver a su alumno por el retrovisor, pues, lo está abrazando posesivamente.

-Lo siento, es sólo que… -huye del contacto directo de sus miradas- me siento inquieto fuera de casa.

-Viktor –apoya un costado del rostro sobre su clavícula- tranquilo, aun fuera de tu territorio, estaré contigo –sonríe, sosegando su instinto omega, aquel que en un secreto idioma, intercambia mensajes con el alfa de su pareja.

 

 

Llegando a la consulta con el Doctor Popovich, después de un cálido saludo, éste les analiza rápidamente con la mirada, delatándose con una socarrona sonrisa, les pide tomar asiento, escuchando lo que el par tenía que decirle, podía olerlos, algo estaba cambiando entre ellos y sospecha de que se trata, deseando, de la mejor manera, que los síntomas fuesen mínimos.

 

 

-¿Y bien? Me había dicho Viktor que mostrabas signos de síndrome post-celo, eso se puede controlar con supresores por unos tres días más ¿Sientes alguna molestia?

-La fiebre bajó al tercer día, así como los episodios de “calor”, pero hoy volví a presentarlos, muy leve, siento dolor en el vientre –frota su mano en el área afectada-, mis feromonas y lubricación van y vienen, aun no tengo apetito… Viktor… -voltea a verle, para darle pie a que se incorpore a la conversación.

-Me he estado descontrolando, no puede ser mi celo porque acaba de pasar, las feromonas de Yuuri me marean y cuando menos lo espero… -suspira- ya estoy… bueno, usted sabe –se ruboriza.

-Supongo que, tuvieron relaciones sexuales –afirma.

-Sí –contestan a la vez.

-No se enlazaron ¿Verdad? –comienza a teclear en su computador- es normal que eso pase… –hace una pausa- Viktor, sabes que tu sistema endocrino es anormal, ponerte en contacto directo con las feromonas de Yuuri ayudaría a nivelar tu deficiente producción de hormonas, pero entrar en contacto sexual… -menea la cabeza- acelera considerablemente las cosas, estás comenzando a segregar más testosterona y alferona, tu cuerpo no está acostumbrado, por lo que el más mínimo olor de Yuuri provoca una reacción fisiológica en ti, los efectos secundarios se desvanecerán en unos días, hasta que el celo residual omega se retire.

-Eso quiere decir… -palidece- ¿Debo seguir tomando inhibidores?

-Así es –sonríe- o podría expedirles un justificante más prolongado, para que se desfoguen.

-No, yo debo ir a presentar un examen a la universidad hoy –responde nervioso.

-Eso se puede arreglar –le calma- ya hablé con una de mis colegas, una doctora experta en omegas, ella podría recetarte algunos inyectables, son más efectivos, en cuanto a Viktor… -le extiende una receta que acaba de imprimir- lo de siempre, muchacho, puedo suministrarte la primera dosis ahora mismo, cualquier anomalía, háganmela saber, es probable que presentes insomnio, nauseas o mareos.

-Gracias –recibe el papel con desgana, leyendo el nombre de los medicamentos, esos que ya eran familiares para él.

-Descúbrete el brazo –sugiere, mientras prepara una jeringa.

-Sí… -arremanga su camisa, cubriendo apropósito su rostro con el flequillo, busca la mano de su amado.

-¿Viktor? –estrecha el agarre con aquella palma fría- ¿Te da miedo?

-No –le sonríe, nervioso, tratando de ignorar al hombre que le coloca alcohol, con una mota de algodón, en su piel- sólo es desagradable.

-Viktor … -toca la mejilla del mayor y acerca su rostro a él, juntando sus frentes, libera una fragancia relajante- estoy aquí, sólo mírame a mi ¿Bien?

 

 

El heredero de los Nikiforov gruñe ante el pinchazo, se encuentra en un momento vulnerable, por lo que su instinto le dicta resistirse y atacar a su agresor, sin embargo, Yuuri, aguantando la ansiedad que esto le provoca al omega en su interior, acaricia a su pareja, sin dejar que se manifieste en su aroma. El evento pasa rápido y sin pormenores, a los pocos minutos salen del consultorio, agradeciendo las atenciones del Doctor Popovich y su enorme paciencia. Se sientan en la sala de espera, juntos y algo alejados del resto, ahora es el japonés quien envuelve al ruso, preocupado por las prontas molestias que su esposo presenta, así como la falta de respuesta hormonal que sufre de su parte.

 

 

-¿Señores Nikiforov? –les llama una señorita con una tabla de anotaciones entre sus brazos- ¿Sucede algo? El turno que les corresponde es el siguiente.

-Mi esposo se siente un poco mal –pronuncia con temblor involuntario en su voz.

-Yuuri, estoy bien, sólo son efecto secundarios del medicamento, pronto pasaran –explica- me sentiré mucho mejor dentro de un rato.

-De acuerdo –se muerde los labios.

 

 

El momento de ingresar con la especialista llegó, Viktor se repuso lo suficiente para aparentar normalidad, intentando de no darle importancia a las ligeras nauseas que le generaban un molesto resabio en su boca, caminó de la mano con el de cabellos oscuros, comprendiendo con ternura, el porqué éste actuaba tan inquieto, ya que la fisiología del omega interpretaba su falta de reacción como rechazo. Le besó rápidamente sobre sus labios, antes de poner el primer pie en el cubículo hospitalario.  

 

 

-¡Buenos días! –estrechó las manos de la joven pareja- Soy la Doctora Leroy, es un gusto conocerles, Philip ya me ha enviado el expediente y su motivo de consulta, adelante, tomen asiento.

-Gracias –sonrió el de ojos azules- vamos, Yuuri –le alienta, pues éste se mostraba indeciso.

-Sí… -accede, aferrándose al contacto con su pareja.

 -Bien, Yuuri ¿No es así? ¿Podrías comentarme como te sientes? –pregunta atenta, colocándose el estetoscopio- mientras tomaré tu presión arterial de manera tradicional ¿Está bien?

-Claro… -permite que la mujer tome su brazo izquierdo- creo que tengo celo residual, me duele el vientre y presento leves episodios de calor, en éste momento no me siento bien.

-¿Mareos?

-Un poco, pero creo que estoy muy ansioso –admite, volteando a ver a su marido.

-¿Desde cuándo sientes la ansiedad? –afloja el tensiómetro, haciendo una nota mental- traes un poco alta tu presión, pero está dentro de lo normal.

-No lo sé.

-Él estaba más lucido que yo cuando despertamos, después de que me administraron los inhibidores, él comenzó a alterarse –interviene.

-Ok –asiente- ahora ¿Podrías ayudarme a colocarle el termómetro bajo la axila? –le facilita el objeto al de cabellos plateados.

-Sí, no hay problema –acaricia la pierna del omega- ayúdame, Yuuri.

-Viktor…  -le ve a los ojos- no me siento bien.

-Todo estará perfecto, Cariño –le sonríe- yo ya estoy mejor –entrelaza ambas manos con las del menor.

-Haré una prueba rápida de la secreción glandular –avisa, sacando un par de tiras de papel de una péquela caja trasparente- no te muevas mucho, terminaré rápido.

-¡No! –se remueve al instante que su nuca es tocada.

-Yuuri, no pasará nada, es sólo una revisión ¿Recuerdas cuando me calmabas estando con Philip? ¿Ves como ya estoy tranquilo? –le acaricia las palmas- eso es, ya casi acabamos, ¿Ya te habían hecho esa misma prueba verdad?

-Sí –asiente, abrazando a su esposo en cuanto aflojó el agarre en sus manos.

-Lo siento –se adelanta a disculparse con la médico.

-No te preocupes, Yuuri está pasando por un mal momento, el celo por si sólo desestabiliza a un omega, el hecho de que sus feromonas no funcionen en ti, por los inhibidores, sólo le altera aun más, siendo sincera, yo recomendaría reposo éste día y mañana –observa el papel cambiar de color- en efecto, sus niveles están un poco por encima de lo normal.

-Eso es un problema, Yuuri debía presentar un examen hoy para el ingreso al curso de regularización en la universidad, es su última oportunidad.

-Aunque le inyecte enseguida, no creo que sea prudente –medita-, les expediré un justificante, abarcará desde el inicio del celo hasta mañana, si en el trascurso del día presenta mejoría, probablemente en la noche o mañana temprano, se encontrará más estable y pueda asistir para el examen, de cualquier forma, deben aplicar la dosis de supresores por tres días, es una inyección diaria –un pequeño pitido les interrumpe- es el termómetro, muéstramelo por favor.

-Tome.

-Treintaisiete, será mejor que lo sujetes, aplicaré la primera dosis inmediatamente, no queremos que sufra una ola de calor en medio del hospital.

 

 

Después de la dificultosa situación, con un Yuuri completamente fuera de sí, lograron salir de la consulta, con la amable, pero temida, recomendación de precisar un enlace próximo entre los dos, si no querían que los eventos en ese día se volvieran a sucintar. Viktor, ahora con la mente más clara, piensa seriamente en las palabras de la Doctora Leroy, ver a su esposo así es doloroso y no puede permitir ser, en parte, causante del sufrimiento de éste,  sumando también, que no ha recibido nuevas noticias de parte de Yerik, la angustia le carcome, no puede dividirse, ni tampoco escoger con quien estar en estos momentos, Yuuri, su pareja, le necesita, pero al mismo tiempo, la persona que le dio a luz, se encuentra delicada a kilómetros de distancia ¿Por qué todo parecía complicarse tan de repente?

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado el cap de hoy, fue un tanto explicativo de la situación de Viktor, más adelante se ahondará un poco más en ello, sean pacientes y vayan creando o confirmando sus teorías xD


Originalmente éste cap abarcaría muchos más temas, pero creo que me emocioné un poco con la parte médica, en la parte siguiente, ahora si, por fin, veremos que pasará con Antoine y el bendito examen xD Deseo de todo corazón poder escribir en ésta semana porque el fin que viene será un caos para mi y dudo poder actualizar, pero me esforzaré, siento que les he abandonado bastante últimamente :c


Bueno, dejando los dramas, comencemos con las preguntas:


 


¿Creyeron que se acabaría la sukulencia? (A alguien, hace tiempo, le dije que una vez comenzara, no acabaría y es verdad... pero no cada cap xD)


¿Faltó miel?


¿Qué piensan de la inestabilidad de éstos dos?


¿Makkachin es vouyerista?


¿Éstos Lobinejos sandrán algún día de su casa?


¿Por qué el mundo conspira contra el examen de Yuuri?


¿Listas/os para un poquito de drama?


 ¿Algo cursi que les gustaría que agregue a la historia?


 


Muchas gracias por todo el amors en sus comentarios~


También muchas gracias por compartir la loca historia que escribo~


Responderé sus comentarios mañana ;)


Matta nee~


 


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