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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 


¡Hola!


No estaba muerta, sólo saturada xD al final ni siquiera pude actualizar en el tiempo planeado, compromisos, una lap que pasó a mejor vida y bastante trabajo, impidieron que pudiera escribir en casi un mes, pero ya estoy de vuelta y espero poder retomar el ritmo poco a poco n.n


Siento que muchas lectoras que me siguieron en los inicios, terminaron por alejarse del fic, quizás por el rumbo de la historia, la lentitud de la trama o de mis actualizaciones xD En fin, yo seguiré hasta el final con éste fanfic y espero seguir teniendo el apoyo de aquellas personitas que comentan siempre n.n


 


elena


Marii


 


Sin más el fic ;) 


 

 


La iluminación en el departamento se tiñe de naranja, el sol se oculta, perezoso, regalando un hermoso fenómeno natural, igual que cada día, pasa desapercibido para las ajetreadas vidas de miles de persones, pero, para ellos, dentro de aquella acogedora vivienda, con sus grandes ventanales, es perfecto para una tarde matizada en nostalgia.


Sonríe enternecido cuando toma la mano de Yuuri, suavemente, como si de un niño pequeño se tratara, ya que su esposo actúa tímido, vacilante de acercarse al armario, por lo que le invita, con una gentil caricia, a seguirle. Se sienta en un pequeño espacio sobre el suelo, abre las piernas y extiende sus brazos, el menor comprende, aun en silencio, acomodándose justo allí, dejando que le abrace y coloque la barbilla sobre su hombro, le besa la mejilla, frota ambas cabelleras con cariño, respira profundo, olfateando todavía un poco de angustia en el japonés.


 


 


-¿Qué pasa? –susurra con voz tersa, viendo los vellos oscuros erizarse desde la nuca.


-Viktor… -se remueve, avergonzado- no hables de esa manera –reprende con falsa molestia, suspira poco después-, si es algo muy doloroso para ti, no tienes por qué decírmelo ahora.


-Quiero hacerlo –asegura-, creo que ya es necesario, no sientas que me estás obligando.


-Pero he insistido tanto, yo… -se muerde los labios.


-Yuuri, no hagas eso, los agrietarás –pellizca uno de sus cachetes.


-Pero… -titubea.


 


 


Tomándolo con sutileza, gira su rostro para besarle, es correspondido casi de inmediato, como si esa dulce boca estuviera esperándolo todo el tiempo desde su separación, pronto, una fragancia melosa llega a su nariz, provocándole un agradable cosquilleo, sus feromonas se liberan, confortan y envuelven a su pareja, no puede evitar asirlo a él, mientras su amado se voltea lo suficiente para abrazarle. Sus labios chasquean, se acarician lentamente, en suaves roces, lamidas tímidas y gentiles succiones, sus bocas vibran en un tenue murmullo, Yuuri ha comenzado a ronronear, cual pequeño minino; neutraliza, sin querer, la tensión que entre ambos se formaba, pronto lo siente alejarse, viendo como esconde el ruborizado rostro sobre su pecho.


 


 


-¿Mejor? –deposita, con ternura, un casto beso en la fina cabellera de su destinado.


-Si… -susurra mientras asiente, aun oculto.


-¿Cuáles son las fotografías que encontraste? Enséñame –pide.


-Lo siento, no sé qué acaba de pasarme –conecta sus miradas-, es sólo que… no quiero verte triste.


-A veces, al recordar algunas cosas, es normal entristecer, Yuuri, pero estás a mi lado, nada malo pasará –junta sus frentes- eres la luz que regresó el sentido a mi vida.


-¿Cómo puedes decir algo así? Yo no he hecho nada –frunce sus cejas con ansiedad.


-Haz hecho bastante con sólo existir –sonríe con nostalgia- ¿Sabes? Aun el banco genético tiene sus limitaciones, encontrar a tu pareja Gamma entre tantos millones de personas, no es una tarea fácil, puede que ésta nunca nazca, que pase todo una vida para que la encuentres o que esa persona nunca ingrese su ADN en los laboratorios, yo temía que alguna de esas opciones fuera mi caso.


-¿Por qué? ¿Qué te hacía tener tanto miedo? Yo… –suspira con culpa- en realidad, no quería encontrar a mi destinado –un pinchazo le atraviesa el pecho ante la reacción de Viktor, por lo que se apresura a terminar-, es por lo que les espera a los omega, sabes lo que muchas parejas sufren.


-Lo entiendo –huye de su mirada-, pero yo he visto lo que pasa cuando no la encuentras.


-¿Cómo?


-Madre… -su olor se desprende en una tormenta de abatimiento- ella nunca la encontró, no quiere decir que creyera mucho en ello en su momento, antes no existían tantos estudios del tema y el banco genético era un simple proyecto piloto, pero se casó con papá con la idea de que eso fuera meramente una leyenda.


-Oh, es cierto, antes, y aun en algunos países, no es obligatorio ingresar tu código genético al sistema, mi mamá nunca lo hizo, ella decidió quedarse con papá el resto de su vida.


-Si tu hubieras hecho lo mismo, no estaríamos juntos –sus manos tiritan, aferrándose al menor.


-Pero no fue así, aquí estoy –le acaricia la espalda.


-Mis padres se casaron por un acuerdo “publicitario” millonario, pues ambas familias son bastante influyentes, madre acababa de heredar una gran responsabilidad, los socios de la compañía le estaban presionando por sentar cabeza, pues, aun había algunas personas que discriminaban a las mujeres alfa, ella no se dejaba amedrentar, pero el apellido Nikiforov estaba en riesgo.


-¿En riesgo?


-Mis abuelos sólo pudieron engendrar mujeres y ella era la única alfa, en Rusia, durante bastante tiempo, los varones, ya sea alfas o betas, eran quienes podían heredar mayores beneficios, por lo que mis tías quedaban completamente descartadas y también fueron usadas como una especie de moneda de cambio, atrayendo inversionistas, para casarlas con el mejor postor, obviamente a conveniencia de los Nikiforov, pero mis primos no podían llevar el apellido, por lo que mi madre, debía dar una descendencia digna.


-Fue por lo que se casó con Antoine –afirmó.


-En realidad, madre se encaprichó con papá –soltó los hombros- no sé los detalles, pero papá siempre gustó de ser el centro de atención y madre no le pudo quitar los ojos de encima.


-Suena como amor a primera vista –alza las cejas.


-Madre también lo pensó e inmediatamente decidió investigarlo –revela- , lo había conocido en una reunión de socios, planeaban expandir el negocio hacia el occidente de Europa, Francia era un punto estratégico, aunque al final no se concretó del todo, logró con sus influencias, pactar un matrimonio con el omega más problemático de la rama francesa de los Giacometti –suspira.


-Parece que tu madre es de armas tomar –suelta sin ningún filtro.


-Y lo es –admite-, al principio papá la odiaba, los has visto, son todo lo contrario, pero en algún punto algo pasó, nunca me atreví a preguntar el qué, su relación cambió, se enamoraron, fueron con distintos médicos, en busca de traer a un bebé al mundo, pues papá no podía quedar en cinta, aun marcado, su cuerpo rechazó a los que pudieron ser mis hermanos o hermanas mayores, yo fui el único que logró nacer, entre varias complicaciones.


-¿Complicaciones? Supongo que fue difícil conseguirlo –concuerda.


-No sólo al concebirme, papá tuvo que estar estrictamente en observación, con más de una amenaza de aborto, medicado con diferentes tratamientos para que no me desprendiera de su vientre, al final todo salió bien, pero eso trajo consecuencias en papá por algunos meses, él tiene una especial condición, por lo que las hormonas con las que fue tratado, generaron efectos secundarios en él, no parecieron trascender hasta que conoció a Yerik.


-¿Qué tipo de condición? ¿Qué sucedió? –la intriga pudo con él, por lo que no se percató a tiempo de lo indiscreto que sonaban sus cuestiones- lo siento.


-Está bien –sonríe- papá, bueno, es una larga historia, pero él sufre de constantes desordenes hormonales, los tratamientos alteraron todavía más su estado, por lo que cuando encontró a su destinado, no logró controlarse, fue infiel a mi madre, ella no pudo perdonarlo hasta la fecha, lo corrió de la casa, yo no entendía absolutamente nada, sólo era un cachorro, vi como papá le rogaba… -su voz se cortó.


-¿Viktor? –se mordió nuevamente los labios- podemos parar si quieres –le tomó de las mejillas, sintiendo un nudo en la garganta, al observar una capa acuosa en los ojos azules.


-Estoy bien –sonríe con fingida tranquilidad-, creo que es  porque nunca le conté a nadie, me cuesta decirlo –respira profundo-… el mayordomo y mi niñera trataron de que no viera, de llevarme de vuelta a mi habitación, pero los gritos de madre resonaban por los pasillos, era imposible no darse cuenta que algo pasaba, papá ya no olía como mi madre, otro aroma lo envolvía y yo… creo que también lo rechacé, no es algo que se pueda evitar, es el instinto, pero aun así una parte de mí siente gran culpa por eso, no logro perdonarme del todo –una lagrima que logró rodar por su pómulo.


-Fue inconsciente, no debes sentirte mal por eso –con una dulce caricia, corta el camino del salino líquido, trasmitiéndole con su mirada y feromonas, que no le estaba señalando por ello.     


-No lo entiendes… papá estaba rogándole a madre, postrado en el suelo, llorando, que llegara ahí y lo desconociera, empeoró las cosas, papá colapsó en un ataque de pánico, yo era lo único a lo que él podía aferrarse y retrocedí cuando quiso tocarme –una tras otra, gotas de tristeza fueron derramándose-… el día anterior todo había sido tan normal, éramos una familia feliz, yo no culpo a papá, sé qué es inevitable, encontrar a tu destinado es algo maravilloso –sonríe con amargura- pero para nosotros fue toda una pesadilla, madre le pidió el divorcio y mi custodia, papá no tuvo otra opción que enlazarse con Yerik, después de todo, en un único acto quedó embarazado, fue tan irónico, madre estaba destrozada… –trató de tranquilizarse.


-Viktor… -como reflejo, sus lagrimales se inundaron- ven –le rodeó la cabeza con sus brazos y la apoyó en su hombro.


-Madre sufrió mucho –se dejó hacer, tomando pequeñas pausas para continuar-… el lazo roto la obligó a encerrarse durante casi un mes en su alcoba, siendo víctima de un cuadro depresivo… los sirvientes temían lo peor… mi abuela se suicidó poco después que mi abuelo muriera, no pudo soportar la perdida y el enlace marchito, por ello madre heredó tan joven… no sé qué pasó con papá durante ese tiempo, seguramente algo similar, pero él tenía a Yerik para cuidarle, madre estaba sola… Yo sólo era un niño… uno idéntico a la persona que afectaba tanto a mi madre.


-Viktor… -estaba comenzando a intentar consolarlo, cuando es interrumpido.


-¿Sabes? Los cachorros sufren mucho al separarse de sus madres, creo que viviste un poco de ello al distanciarte de Hiroko, pero… para un niño, los efectos secundarios son mucho más fuertes… ansiedad, terrores nocturnos, falta de apetito, aislamiento social… La custodia suele darse al omega por éste motivo, para evitar el sufrimiento de ambas partes, pero al casarse, mis padres firmaron también un contrato, donde papá renunciaba a los hijos en caso de una separación, claro que al principio él ni siquiera creía que pudiera intimar con mi madre, después, no le pareció algo tan pasajero.


-Lo siento tanto, sufriste mucho –en silencio, sus lágrimas también se desbordaron.


-Cuando se recuperó, madre me prohibió decirle mamá a papá, decía que alguien que te engendra en su vientre y te abandona, no puede ser llamado de esa forma… No lo vi en meses, madre persistía que era lo mejor para mí, pero, era más que claro que eso no era así, todos comenzaron a preocuparse cuando empecé a bajar de peso, me volví enfermizo de repente, así como también retraído en la escuela, bajé mis calificaciones, despertaba gritando por las noches… Me llevaron con una psicóloga, ella sugirió un tratamiento con fármacos, no podía seguir así, por suerte logré mejorar, ayudó mucho volver a tener contacto con papá, por lo que llegaron a un acuerdo, aunque para ellos era doloroso, tratarían de pasar tiempo conmigo, como solíamos hacer.


-Por eso iban juntos a playa… -recordó aquel comentario cuando pasearon por Hasetsu.


-Sí, era un punto neutro, además de que saben de mi gusto por el mar… Papá siempre fue muy puntual, andando con su gran barriga, me traía regalos y jugaba conmigo mientras madre nos observaba a una distancia, a veces se unía a nosotros por mi insistencia, pero pronto me arrepentía, ellos aún se querían, pero papá estaba muy lastimado, las reuniones terminaban después de que eso pasaba –sale de su pequeño escondite, con el semblante más sosegado, ve fijamente al omega, le limpia las mejillas y seca sus pestañas-… El tiempo pasó, la psicóloga sugirió que tomara clases de alguna actividad para distraerme.


-La pintura –susurra.


-Así es –suspira, doblegándose al instinto de besarlo, no podía resistirse al rostro acongojado y a los ojos brillantes de su esposo-, disculpa por hacerte llorar.


-Yo también te hice llorar –cerró sus parpados, la barbilla le temblaba.


-Oh, Yuuri, siento haberte hablado de cosas tristes, olvidaba que eres sensible a mis feromonas, será mejor hacer una pausa y pedir comida a domicilio ¿Te parece?


-Está bien –responde con su voz pañosa.


 


 


Makkachin les estuvo esperando, echado en el pasillo, moviendo a penas la cola, perceptiblemente empático a lo que había ocurrido en el armario, se levanta en cuanto los ve, acercándose lentamente, recibe palmadas y caricias, salta entusiasmado como reflejo, genera risas en la pareja, siendo Viktor el más agradecido, pues su amado logró sonreír nuevamente, disipando con sutiliza, la apática fragancia que desprendía. Terminaron encargando una pizza, por lo que el ruso sugirió desempolvar y acomodar los cuadros en la sala, el menor le sigue atento, aprecia en sus ojos la curiosidad que trata de contener.


 


 


-¿Quieres que empecemos en lo que esperamos? –sonríe.


-Claro –se sonroja, apenado, de ser tan evidente.


-Éste pequeño fue el primero que pinté… -señala.


-¿Es la playa a la que iban? –concluye dudoso, tratando de no incomodarle.


-Así es, ese día, después de varios ejercicios y clases teóricas, por fin podíamos pintar algo, el maestro sugirió algo que nos gustara mucho, yo sin dudar escogí ese paisaje que me sabía de memoria –suspira, nostálgico- creo que no hay mucho que agregar ¿Verdad? –conecta sus miradas.


-Lo entiendo –le regala una suave sonrisa, tomándole de la mano.


-Después traté de dibujar retratos, pero soy malo en eso, madre se deshizo de mis fracasos –sonríe nervioso.


-Eso es cruel –frunce las cejas.


-No, de verdad era muy malo, hasta verlos me daba vergüenza –rasca su propia nuca-, por lo que me dediqué al paisajismo y naturaleza muerta, pintaba los lugares que visitaba, pero también mis propios sentimientos, no podía dibujar rostros, pero sí algo que me recordara a esas personas importantes para mí.


-¿Cómo cuáles? –pasa su mirada por cada lienzo.


-Éste fue el segundo cuadro dedicado a papá –señala-, su olor es idéntico al de las gardenias, dibujé una enorme canasta llena de ellas, él primero lo tiene en su casa, lloró cuando se lo entregué, no tenía mucho que acababa de dar a luz a mi primer hermano… De hecho mi hermano tiene una fragancia peculiar –medita-… es como la flor de azahar –enseña otro cuadro con un detallado ramillete de la flor mencionada-, es un olor fresco, delicado y fuerte, muy acorde a su personalidad -ríe.


-Por lo que cuentas, es alguien de carácter fuerte, no sé si esté muy feliz de verme éste fin de semana –suspira.


-Una vez te conozca, te amará, lo sé –se acerca para frotar sus mejillas.


-Si tú lo dices… -responde al mimo, dejándose impregnar por él.


-Madre es como un bosque de abedul –prosigue-, su imagen puede engañarte, pero es alguien muy fuerte y arraigada a sus creencias –explica.


 


 


Así, en cada uno fue contando una historia, una persona que se transformaba ante sus ojos en alguna planta o paisaje, siempre fue delicado en los detalles con sus seres queridos, recordando sus gustos y manías, plasmando su personalidad en una pintura acorde a ellos, siendo, por el contrario, descuidado con quienes le generaban poco interés, para Viktor, quien conoce bien el mundillo de la alta sociedad, saber diferenciar entre verdadera amistad y simple hipocresía, es cuestión de estrategia, por lo que terminó limitando considerablemente el circulo que frecuentaba, su familia cercana, algunos sirvientes, Chris y Yuuri, así como los Katsuki, son quienes pueden traspasar sus murallas con facilidad.   


 


 


-Y… ¿Esa? –pregunta tímido, sonrosando sus mejillas.


-Yuuri –sonríe.


-¿Sí?


-Se llama Yuuri –su mano se posa en la cintura del mencionado, abrazándole rápidamente desde la espalda, entrelaza sus manos derechas y  le besa los nudillos-, un inmaculado lirio blanco, con enroscados pétalos y una luz brillante… -suelta una risilla al notar la vergüenza en la fragancia del más joven, al igual que las enrojecidas orejas.


-¿Cuándo lo… pintaste? –se recarga en el mayor, removiéndose inquieto.


-Fue un largo proceso… -olfatea los cabellos oscuros, ronronea gustoso al detectar el dulce olor de la alegría en el asiático- la primera vez que recibí una de tus cartas, de inmediato detecté tu fragancia, quise dibujar algo acorde a ti, pero mientras más te conocía, el boceto cambiaba, probé con varios colores, pero creo que ningún lirio es más hermoso que el “casablanca”, majestuoso, elegante, con un aroma intenso, de tallo fuerte y estilizado, incluso el origen de la planta es japonés, es perfecto para ti –suspira.


-Yo… -balbucea nervioso- no soy nada de eso.


-Claro que lo eres, una flor única y hermosa que destaca sobre las demás, nadie sospecharía que de aquel pequeño bulbo verdoso, mismo que se pierde con el resto de la vegetación, saldría una encantadora joya de la naturaleza, no necesitas de colores llamativos o de numerosos pétalos, tu convicción y fortaleza te hacen destacar, sencillo, dulce, igual a ti –impulsivo, besa la sensible nuca del omega.


-¡Vi-Viktor! –se aparta, ocultando su área glandular con la mano- ¿Q-Qué estás haciendo? –Habla atropelladamente lo último.


-¡Lo siento! –levanta sus manos en señal de paz, dejando salir su mueca acorazonada- fue el instinto.


-¡¿Instinto?! ¡Te estás riendo! Además ¡Estás tomando inhibidores! –refunfuña con el rostro colorado y los labios fruncidos.  


-Ups –suelta con total ligereza, el intercomunicador suena- debo contestar, puede ser la pizza… -huye.


-¡¡Viktor!! –le sigue con pesadas pisadas.


 


 


Es algo natural, para su interior, querer molestarlo, sacarle de sus casillas, apreciar sus sonrojos y rabietas, es adorable para sus ojos, ya que su esposo no muestra a menudo sus verdaderos sentimientos, actuando como si estuviera tranquilo todo el tiempo; alegrarlo y distraerlo era el mejor pago para su corazón, quizás porque dentro de sí, se siente exactamente igual, causándole gran desesperación encontrarle triste, atormentado o confundido. La relación de ambos evolucionó bastante en sólo un mes viviendo como matrimonio, parecía que era lo que les faltaba para ajustarse, Yuuri se volvía cada vez más expresivo y él mismo, menos temeroso de abrirse.


 


 


-Aah~ huele delicioso –aspira, en cuanto abre la caja, sus pupilas, color chocolate, destellan.


-¿Verdad? Son hechas a la leña, adelante, sírvete –le extiende un plato.


-Viktor… -le observa indeciso- ¿Por qué tienes tantos volantes de comida a domicilio, si sabes cocinar?


-Bueno, por algún extraño motivo, el portero los guarda y me los da cuando me ve, creo que piensa que al verte extranjero, habrá algunas diferencias gastronómicas –se encoje de hombros-, pero a mí me gusta cualquier tipo de comida –sonríe-, en especial si está hecha por Yuuri.


-Tonto -susurra, antes de darle un bocado a la pizza-… Sólo sé hacer lo que aprendí en la escuela y algunos platillos de la posada de mis padres, nada relevante, tu ¿Dónde aprendiste a cocinar?


-Cof… -toce, ahogándose con un pedazo de pan.


-¡Viktor! –le da golpecitos en la espalda- ¡Iré por agua! –corre hacia el grifo y sirve un vaso con rapidez, alcanzándoselo al ruso, mismo que lo bebe de inmediato.


-Gracias –suspira aliviado.


-¿Estás bien? –le mira con inquietud.


-Sí, me has salvado la vida –bromea.


-Gracias a Dios –suelta en su idioma natal a la vez que vuelve a tomar asiento-, hasta olvidé de qué estábamos hablando.


-Yo también… -sonríe nervioso.


-¡Ah! Cierto ¿Dónde aprendiste a cocinar? –centra toda su atención en él.


-Bueno… -evita conectar sus miradas- a veces ayudaba a babushka con las tareas de la casa, era un niño que necesitaba de atención, madre no tenía tiempo para mí, pero babushka siempre estaba dispuesta a cuidarme, con el tiempo me dejó hacer actividades simples, como deshojar romero o moler pimienta, al final aprendí a cocinar –sus pómulos se ruborizaron-, aunque no es mi verdadera abuela, yo siempre la consideré como tal.


-Se ve que son muy cercanos –le sonríe-, actuabas como un niño mimado con ella.


-No actuaba como un niño mimado –titubea avergonzado-… sólo…


-Sólo eres un niño mimado –le pica con burla.


-No es verdad –murmura entre dientes, llenando sus cachetes de alimento.


 


 


Rieron entre bromas, pasando una cena agradable, los rastros de tristeza quedaron atrás junto a la puesta de sol, sintiéndose más unidos y con un ambiente íntimo entre ellos, se dedicaron a limpiar lo poco que ensuciaron en la cocina, proponiéndose enseguida a recoger los lienzos de la sala. Con paciencia, Viktor enseñó a su destinado a envolver los cuadros cuidadosamente, apilándolos cerca del armario, ve como de la nada el japonés se detiene y admira un par de pinturas.


 


 


-Sería un desperdicio guardarlas ¿Qué tal si las colgamos? –sugiere.


-¿Cuál quieres colgar? –pregunta, colocándose a su costado.


-No lo sé, es difícil decidirse -cruza sus brazos, pensativo-… podríamos colocar algunos en la habitación de huéspedes y el pasillo de arriba.


-Como gustes –le acaricia la oscura cabellera y besa su frente.


-Por cierto… aquellas pinturas con rosales que había visto en tu antigua habitación, no están aquí ¿Los olvidaron? –cuestiona ingenuamente.


-Ah, eso… -hace una pequeña pausa- son omegas que conocí.


-¿Cómo? –su expresión cambió completamente.


-¡No es lo que crees! –se apresura para aclarar- verás –suspira-, como te habrás dado cuenta, no logro detectar varios tipos de feromonas omega, es una de las consecuencias de mi deficiencia hormonal, varios médicos sospechan que es debido a la herencia de papá o al tratamiento que se sometió en el embarazo, por lo que para mí, a excepción de ti y algunos pocos, todos son iguales… Son rosas sin olor, todos esos cuadros lo representan.


-Entonces saliste con ellos o… -retrocede conmocionado.


-¡No! –le sigue, un tanto alterado- No quise que sonara de esa manera –se frota el puente de la nariz-, nunca estuve con nadie antes de ti –su rostro, de apoco, se colorea-, no me sentí atraído por nadie hasta conocerte.


-Oh… -su cara y orejas competían con las de su marido, está completamente colorado- Yo… lo entiendo –balbucea frases en japonés-… También.


-¿También?


-También…  me pasó lo mismo… Aunque yo sí puedo reconocer a los alfas –acomoda sus gafas y juega con su flequillo-, pero los detestaba, su olor es para mí muy desagradable… pero el de Viktor es… –las feromonas se desprenden de su cuerpo casi como humo.


-¡Yuuri! ¡Tus supresores! –le toma de los hombros.


-M-Me apliqué la dosis en la mañana… -toca su propio pecho, viéndolo fijamente con sus pupilas dilatadas- Viktor…


-¿Sí? –tragó grueso, sin comprender porque su pulso comenzaba a elevarse.


 


 


Un “click” resonó en su cabeza, acababa de confesarse, nuevamente, a su esposo y éste comprendió el peso de sus palabras, más que eso, el menor le correspondió completamente sin filtros, incluso, justo ahora, le rodeaba del cuello mientras posaba los labios sobre los suyos, aquella esencia melosa regresó a su nariz ¿Esas son las feromonas de Yuuri? Sin embargo, no tiene tiempo de seguir cuestionándose, su cuerpo actúa por sí solo, apresa al omega de la cintura, pegándolo a él, responde activamente el beso que, de pronto, se tornó apasionado.  


Abre los ojos al momento que Yuuri rompe su contacto, escucha el gorgoreo que viene de él, que al igual que hace unas horas, se esconde en su pecho, frotando sus mejillas allí, causándole un extraño sentimiento, su parte alfa le impulsa envolverlo con su olor y así lo hace, percibiendo como su pareja reacciona de la misma manera; no entiende lo que está ocurriendo, se siente ansioso por ello, tocando con cautela los hombros del japonés que inmediatamente conecta sus miradas.


 


 


-¿Yuuri? –dice, temeroso a una secuela del celo.


-Gracias por ser sincero conmigo –sonríe con gran calidez-, todo éste tiempo estuve preocupado de que tu secreto afectara nuestro matrimonio, me entristecía que no confiaras en mí y terminaras siendo como aquellos alfa que tanto detesto, mentirosos y manipuladores, pero yo sabía que serías diferente –le abraza con fuerza-, gracias, te amo –susurra en japonés.


-Yuuri –un remolino de sentimientos lo ataca, pues el remordimiento, alegría, ternura y ansiedad, se entremezclaban-… discúlpame por no aclararlo antes –lo acoge entre sus brazos y besa su coronilla un par de veces, prolongando el ultimo por unos cuantos segundos más-… mañana iremos a cenar –le mima las enrojecidas orejas.


-Sí –posa su mano sobre la del ruso, acariciándole el dorso con sus dedos.


-Sabes qué día es ¿Verdad? –sus labios forman un corazón.


-¿Miércoles? –responde, pensativo.


-No –la sonrisa persiste.


-¡Jueves! –dice con más seguridad.


-Yuuri –su voz sale lúgubre, contrastando con su cándida expresión. 


-¿Es algo que deba recordar? –pronuncia en tono apenado.


-Te daré una pequeña pista ¿Qué fecha es hoy? Lo rellenaste en el formulario de la universidad.


-Trece de marzo…


-¿Lo que significa que mañana… ?


-Es catorce de marzo –se muerde los labios.


-Y ¿Qué pasó hace un mes?


-¡Ya sé, ya sé! –se cubre el rostro- lo siento, no recordaba la fecha.


-Bien –le anima, palmeándole la espalda- ahora, terminemos de acomodar.


 


 


La caja con fotografías y revistas ya estaba parcialmente cerrada, pues mientras Yuuri las veía, fue guardándolas en ella, sólo hacía falta llevarla a su lugar en la estantería, así como apilar un par más que se descolocaron su sitio y ahora obstruían la entrada del almacén. Viktor encontró una cinta adhesiva y selló los cartones que lograron romperse o abrirse, recibiendo la ayuda de su esposo para volver a posicionar las cosas donde originalmente descansaban.


 


 


-Viktor ¡¿Qué tanto guardas en éstas cajas?! ¡Pesan! –se queja, empujando una especialmente grande.


-Material de arte –sonríe nervioso.


-¡¿Todo esto?! –casi suelta la caja.


-Bueno… no todas… -voltea en otra dirección.


-¡¿Es en serio?! –da un último empujón para encajar el cartón en su sitio.


-¡Está bien! A veces me cuesta decidir entre un azul Prusia o un azul índigo y… acabo comprando todos –huye de su mirada.


-Eso es excesivo –bufa, cruzándose de brazos- ¿Si quiera planeas retomar la pintura?


-En realidad –se mueve rápidamente, buscando algo en específico-… ¡Aquí está! Compré una nueva paleta de gises pastel, no he dibujado nada con ellos desde la preparatoria –se los muestra.


-Espera… -analiza- ¿A cuántas clases de arte te inscribiste?  


-Sólo a una –responde, con sus ojos iluminados, imaginando tantas posibilidades para usar a sus preciosos “bebés”.


-¿Cómo? ¿Qué tantas cosas sabes hacer? ¿Cómo podría decirse…?¿Qué tipo de materiales sabes manejar? –está sorprendido.


-Óleo, acuarela, témpera, acrílico, pastel y carboncillo –enlista orgulloso de sí mismo-, fui subiendo los niveles de mis clases, era una escuela de arte que tenía cursos para niños y principiantes, tengo un par de diplomas.


-Vaya… -lo ve atónito- entonces toda tu vida estuviste enfocado en ello, es razonable que quisieras enfocar tu carrera en eso y no en finanzas.


-Si –suspira, volviéndose nostálgico-, mi maestro quería que siguiera estudiando, decía que tenía mucho talento, pero no hay nada que se pueda hacer ¿Verdad?


-Si deseas abrir una galería de arte, yo te apoyaré –sonríe-, tus cuadros son maravillosos.


-Gracias, Yuuri –imita su gesto, acariciándole uno de sus cachetes.


-O podrías volver a practicarlo en tus tiempos libres –sugiere.


-Es lo que planeo hacer, por eso compré los gises, volveré a dibujar poco a poco, estoy algo oxidado, lo noté cuando hice tu pintura, al entrar a la universidad dejé todo esto de lado –la tristeza matiza su voz.


-¿Por qué?


-No tenía tiempo y –recuerda algo, dejando sin terminar la frase-…


-¿Y? –presiona, pero deja de insistir al sentirlo incómodo.


 -Debemos descansar, ya es tarde, continuemos después con nuestra conversación ¿Está bien?


-Claro –lo sigue hasta las escaleras.


-Yuuri –detiene su marcha antes de subir el primer escalón, girando sobre su propio eje, asustando al japonés.


-¿Q-Qué sucede?


-Hay tantas cosas que debo contarte, discúlpame, sólo es que hoy tuvimos un largo día, estoy cansado –se excusa.


-No te preocupes, lo entiendo, me hace feliz que comiences a abrirte conmigo –sonríe.


-Oh, Yuuri –vuelve estrecharlo en un abrazo-, gracias, eres encantador, te amo tanto.


-No digas esas cosas –susurra avergonzado.


-Es la verdad –asegura-, pero más importante, Feliz mes aniversario -¿Cuántas veces no lo había besado ya en esa tarde? Se preguntaba.


-Feliz mes aniversario –suspira, embelesado.


-To-Tomemos una ducha juntos –sus mejillas arden ante su propia iniciativa, recibiendo rápidos asentimientos de su esposo.


 


 


Todo era tan diferente a la inhibición que inducía el celo, justo como aquel primer baño juntos en Hasetsu, el pudor les atacó cuando se desvestían y al entrar en la tina vacía, mojándose con el agua caliente de la regadera, sintieron una tensión provocativa en el ambiente, el omega, contagiado por la situación, desprendía una fragancia insinuante, aunque su expresión mostraba cierta timidez, colocando nervioso al ruso, mismo que no sabía por dónde empezar, llegando a la conclusión que iniciarían por el aseo. Tomó el champú, ofreciéndose a lavarle el cabello al omega, éste cerró los ojos con un aire expectante, Viktor cavilaba en que estaba haciendo, así como la doble intención implícita, ¿Por qué lo hizo?  ¿Por qué después de la prolongada conversación, su interior creía que eso era lo correcto? No es algo sencillo de explicar, no siente lujuria o deseo, mucho menos está influenciado por el reciente celo de su destinado, simplemente quiere amarlo y demostrarle lo profundamente agradecido que está por compartir su vida con él, por aceptarle con cada pequeño imperfecto que sale a la luz de su ser, pero también se siente indigno, culpable de ciertos detalles que ha evitado hondar.


Su familia está lejos de ser perfecta, la infancia que vivió fue solitaria y su adolescencia un martirio, el principio de la adultez sólo le hizo todavía más consiente del peso de sus acciones, y sin embargo, Yuuri llegó cual príncipe, desmoronando su alrededor para salvarlo del abismo en el que se dejó arrastrar, no podía estar más agradecido con él, sin hacer nada, le dio una razón para seguir, regresándole a la vida y recordándole lo que es el amor.   


 


 


-¿Sucede algo?


 


 


Ahí están de nuevo esos ojos castaños que le vuelven loco, ¿Cómo puede ser tan descuidado para perderse en sus pensamientos? Ha logrado alertar a su amado por su aroma, encuentra la respuesta a lo que tiene que hacer. Sus manos se deslizan con suavidad hasta el cuello de su conyugue, corta el espacio entre ambos, regalándole con sus labios, la intensa sensación que le hace sufrir cada vez que entran en contacto, el sutil temblor con el que sus bocas se juntan, no logra ahuyentarlos, por el contrario, les invita a seguir, su piel cosquillea allí donde las delgadas manos le tocan, en su pecho, el cual bombea desenfrenado y electrizante.


Yuuri gime cuando sus lenguas se acarician, se acerca más a su cuerpo, frotando su piel casi por accidente, es obvio que su fisionomía ha reaccionado, lo huele, así como también percibe las aun incompletas erecciones chocar entre sus torpes movimientos, no podían terminar de esa forma en la bañera sin que trascendiera en algo más, no existía ya un retorno a la mecha que encendió.


 Envueltos en sus batas, secan el cabello el uno al otro, retomando los besos en cada oportunidad que tienen, siendo cada vez menos los espacios que toman para respirar con tranquilidad. El menor se recuesta en la cama, lentamente, llevándolo consigo encima, no le da tregua alguna, metiendo las manos bajo la única prenda que le cubre, desatándola del cinturón, queda por completo expuesto a él, igual que en un principio.


 


 


-¿Yuuri? –es ridículo avergonzarse a estas alturas, pero la sangre se le va a más de una cabeza cuando, con soltura, su esposo termina igualando su desnudez.


-Ahora no estoy “poseído” por mi celo –declara, con el rostro enrojecido y sus ojos brillantes en ilusión.


-Lo sé –susurra, compartiendo de aquel intimo secreto- te amo.


-Y yo a ti –abre sus piernas y lo atrae, sellando sus labios.


 


 


Las palabras sobran, sus emociones fluyen a través de sus dedos, memorizando los rincones en la piel ajena, erizándoles cada poro a su paso, la fragancia que se entremezcla a su alrededor, les acobija en un profundo bienestar, nada podría perturbarles en ese momento tan especial. Pronto, dóciles jadeos se dejan escuchar, el más joven vibraba impaciente ante las tímidas caricias que le regaban, el alfa se decidió complacerle, tocándolo en sus partes más íntimas, surca un torturante camino hacia la melosa flor de su marido.


 


 


-Viktor –susurra, conteniendo un suspiro, alza sus caderas unos escasos centímetros, cuando siente un delgado y placentero intruso.


-Eres muy impaciente –sonríe debido a la sobreexcitada reacción del omega-, lo llevaremos con calma –informa, dejando pequeños besos en la barbilla y cuello del japonés.


-Se… se siente extraño -gime, temblando por el jugueteo en su interior.


-Aguántalo un poco más, tengo que prepararte, tu dilatación es distinta fuera del celo –le observa a los ojos, tratando de darle tranquilidad.


-Ven –su voz tiembla, aferrándose a los hombros del mayor.


-Como pidas.


 


 


Lo distrae succionando los labios, introduce un segundo dedo en la profundidad del omega, resbalándose con facilidad, estimula hasta provocar cortos espasmos en él, tanteando la elasticidad  de aquel esfínter para no lastimarle, una vez creyó conveniente, casi a punto de generarle un orgasmo, retira su mano, conecta sus miradas y espera la señal.


 


 


-Estoy listo –murmura, dando un pequeño asentimiento, regalándole una enamorada sonrisa.


-Condones –se crispa ante su negligencia.


-Llevo mi parche, los inhibidores también ayudan a los anticonceptivos ¿Recuerdas? –trata de no reír.


-Lo olvidé –el color regresó a su cuerpo.


-Tonto –le jala en búsqueda de retomar la húmeda adicción entre ambos.


 


 


Viktor toma la base de su miembro viril, sin descuidar en ningún momento la boca de su amado, dirige la punta a la suave entrada de su amado, éste, necesitado, le rodea con sus piernas, favoreciendo la penetración, ambos jadean debido al éxtasis de concebirse unidos, erráticos y bruscos besos se trasforman en débiles mordidas, mueven sus caderas en un lento vaivén. Yuuri le agarra con fuerza de los brazos y expone su cuello, sumiso a ser marcado de la manera que mejor le satisfaga, percibe el tirón de su parte alfa, que le dicta sucumbir a sus instintos, pero no es lo que busca, desea profesarle aquel amor que guarda para él.


 


 


-Yuuri –pronuncia, acompañado de un quedo gemido, sus labios miman detrás de la oreja de su destinado-… te amo… tanto.


-¡Viktor! –rodea la platinada cabeza con sus antebrazos, la piel se le eriza hasta la nuca.


-Esperé por ti… sin siquiera conocerte –sus palmas recorren la esbelta silueta- y ahora estás aquí.


-Estoy aquí –responde, sus dedos viajan a la amplia espalda del alfa.


-Ya… no estoy solo –le aprieta en abrazo necesitado.


-Nunca más –recorre, con suaves toques, la columna de su esposo, acunándole la cabeza cuando su hombro, gota tras gota, comenzó a humedecerse-, te amo.


-¡Yuuri! –solloza.


-Todo estará bien –imitándolo como en pasadas ocasiones, besa los claros cabellos-, siempre estaré a tu lado.


-Lamento echarlo a perder...


-No has echado a perder nada –con gentileza, ayuda a levantar su rostro, notando los hinchados ojos azules, así como las cristalinas lagrimas-, para mí, también eres un gran regalo.


-Yuuri –se queda sin palabras.


-Olvida todo lo malo de tu pasado-besa sus mejillas-, vivamos el aquí y ahora, juntos, será nuestra promesa.


-Te adoro –en un impulso junta sus labios, perdiéndose en un febril contacto.


-Sabes que yo también lo hago –ronronea-, y más cuando vuelves a estar de “humor”.


-¿Yuuri? –de pronto, las posiciones se invierten.  


-¿Retomamos donde lo dejamos? –acomoda las piernas y alza las caderas, poyándose con los brazos a los costados de la cabeza del alfa.


-¿Seguro que tomaste los inhibidores? –sonríe nervioso.


-Quizás –su expresión se vuelve picara.


-Sabes que me volverás loco ¿Verdad?


-Es lo justo, después de volverme loco a mí.


-Yuuri –jadea, al verse nuevamente estimulado por los sutiles movimientos del menor.


 


 


El emotivo día concluye, entre tórridas caricias y sentimentales frases, consumando al fin, la promesa que profesa el matrimonio,  amor, confidencialidad y pasión; son una mezcla que sólo la unión genuina entre ambos podría construir. Sin embargo, ambos aun guardan inquietudes dentro de su corazón, las cuales entorpecerán la comunión completa para por fin enlazarse.  


 


 

Notas finales:

Les traje un cap más largo para compensar la espera, lamento cortar el hard, pero bueno, es parte de la trama, espero que Viktor no les haya parecido demasiado débil o estresante, realmente a nuestro niño le cuesta mucho abrirse, más incluso que Yuuri, pero con el paso del tiempo derribará todas sus murallas y se fortalecerá, llegando a la personalidad del Viktor que conocemos en el anime, así que paciencia xD


Ahora, preguntas time:


 


¿Qué les pareció el pasado de los padres de Viktor?


¿Esperaban más drama?


¿Veían venir la situación del divorcio?


¿Cómo creen que ésto afectó a Viktor?


¿Cuándo contará la etapa de su adolescencia? 


¿En algún cap Viktor pintará?


¿Yuuri dejará de llevar por el mal camino al casto de nuestro ruso?


¿Se convertirán en lobinejos para siempre?


 


Por si alguna personita no lo sabe, éste fic también está en wattpad, les dejó el link ;) 


https://www.wattpad.com/story/133403915-dulce-viktor 


¡Muchas gracias por leer!


Como de costumbre, responderé sus comentarios del cap anterior en el transcurso del fin de semana n.n 


Nos seguiremos leyendo~


Matta nee~


 


 


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