Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dulce Viktor por vitalife

[Reviews - 118]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!


Aquí estoy de nuevo, sigo teniendo problemas para escribir, como les mencioné en el cap anterior, mi laptop murió, así que tengo que tomar una prestada para redactar los fines de semana xD pero no me rindo acá estamos xD


Agradecimientos a:


elena


Aracelly


Ciel-Sakura


Marii


 


Sin más, el fic n.n


 

 


 


Las nubes pasan como una neblina, disipándose en el horizonte junto al mar lejano, él observa, callado, disfruta del olor relajante de su esposo, está cansado, lo sabe, pues faltó un par de días en el trabajo esa semana, acumulando papeleo, entre otras cosas, que le exigieron horas extra;  las practicas del alfa estaban a nada de terminar, por lo que Elena fue más flexible con él, su regaño en comparación a otras veces, resultó bastante insignificante, según escuchó.


Recuerda, embelesado, cuando pasaron una velada romántica en su “mes aniversario”, cenaron en un restaurante ruso, fuera de la imagen familiar y acogedora que suponía, el ambiente era elegante, incluso, se creía dentro un castillo, pulcramente organizado, con mobiliario y decoración de estilo antiguo. Viktor reservó una mesa apartada, la cual se adornó a su gusto, velas aromáticas incluidas, mantel rojo oscuro, un florero con rosas frescas en el centro y una botella de vino blanco; haciéndose preguntar ¿Así sería cada mes? Su amado aun persistía en su arraigada costumbre, derrochar dinero, no se quejaba, pero al ser un ahorrador compulsivo, de pensamiento pragmático, no lograba comprender la soltura con la que el Nikiforov, muestra su tarjeta negra, aunque en ésta ocasión todo cobró sentido, cuando la frase “¿Te gusta?”, acompañado de una sutil fragancia de nerviosismo, proveniente de aquel apuesto hombre, hizo su aparición, ¿Cómo decirle “no” a esos ojos de cachorro? Su reacción fue sonreír y besarlo, después de eso, lo vio relajarse y sonreír.


Estaba de más decir lo que pasó al llegar a casa, inhibidos por el alcohol, se enredaron en la cama, entre caricias y besos, hicieron el amor, cayendo rápidamente agotados por los acontecimientos de días anteriores, ninguno se reponía del todo de aquel demandante celo del omega, sobre todo cuando el mayor se esforzó por cubrir sus deberes antes del fin de semana, las responsabilidades le estaban comiendo en vida, pero nada le impedía cumplir tiempo a su lado.


De repente, sale de su trance, percibe el peso de su destinado en el hombro, está durmiendo plácidamente a su costado, van en avión, rumbo a Moscú, de vez en cuando acaricia la platinada cabellera, escuchándolo ronronear, con una suavidad apenas perceptible. A pesar de tener toda la semana para asimilarlo, todavía se siente ansioso por convivir con la familia de Antoine, no sabe cómo reaccionará su, aún, desconocido “cuñado”, sumando la sutil incomodidad de saber los términos en los que se encontraban sus suegros, pero, animado por la alegría de su esposo, disfrutaría de su estancia lo mejor posible, pues él está emocionado de convivir con sus hermanos, su padre y el esposo de éste.


Sinceramente, le tranquiliza conocer más del pasado de Viktor, pues ahora logra detectar el porqué de algunos cambios en él, descubriendo que es sumamente inseguro, ocultándolo con su actitud complaciente, evita cualquier riña, aunque sea insignificante, todavía guarda cierto temor de perderle, siendo ese esfuerzo inútil, pues no concibe la idea de apartarse de él, es paciente y trata de reafirmarle que su relación se forja firme. Pero, mentiría al decir que eso no le inquieta, ya que ni él cuenta con su mente clara, los cambios en su cuerpo y personalidad, traen consigo una serie de cuestionamientos, desde que se presentó con Viktor, su instinto se apoderó con fuerza de su razonamiento, desconociendo esa parte frágil, necesitada y dulce de sí mismo, es como si hubieran nacido para conocerse; entonces repara, por algo se les llama “destinados”.


 


 


-Yuuri –lo abraza, con voz somnolienta.


-Te quedaste dormido –se acurruca en él.


-Lo siento… -bosteza- terminé escribiendo la tesis hasta tarde, logré mandarla temprano a mi asesor para faltar hoy a la universidad.


-Lo sé, puedes seguir descansando –le invita, mimándolo, de nueva cuenta, en su cabeza.


-No, ya casi llegamos –suspira-, mi reloj biológico siempre me despierta exactamente antes de llegar a la ciudad.


-¿Es acaso algún súper poder? –ríe. 


-Puede ser –alardea ante la broma.


 


 


En efecto, pronto escuchan la voz de la azafata por el intercomunicador, recitando de memoria, las indicaciones para el aterrizaje. Desbordan con prontitud, yendo juntos de la mano, a petición del ruso, mismo que jala de una pequeña maleta con ruedas, mientras él lleva una más ligera en el hombro, sólo sería un fin de semana, pero Viktor insistía en cargar demasiadas cosas. En la sala de espera se encuentran con Yerik y los gemelos, siendo estos últimos, los primeros en correr a saludarlos.


 


 


-¡Hermano! ¡Yuuri! –recitan al unísono, deteniendo su carrera peligrosamente cerca de la pareja.


-¡Con cuidado! –regaña el rubio, caminando hacia ellos- lo siento –menciona apenado con el japonés-, la energía no se les acaba –les excusa, saludando a los recién casados con la mano, estrechándolos en un cálido abrazo.


-No se preocupe –niega con la cabeza.


-No pasará nada, Yerik, son los pequeños caballeros de papá, sabrán comportarse ¿Verdad? –les revuelve el cabello.


-¡Si, emperador! –sonríen, haciendo un saludo militar.


-¿Siguen con ese juego? –una risa jocosa sale del alfa mayor- vayamos al estacionamiento –sugiere-, ¡Ah! Disculpa Yuuri, te ayudaré con tu equipaje –se acerca, extendiendo su mano.


-No, gracias, estoy bien –le detiene.


-Vamos, no seas tímido –irrumpe su espacio personal, quitándole delicadamente la valija del hombro, comenzando enseguida su marcha-, Viktor, no esperaba de ti esa falta de cortesía –ironiza.


-A Yuuri le gusta hacer las cosas por sí mismo –se adelanta a responder, siguiéndole.


-Es tu omega, deberías cuidarlo mejor –reprende con suavidad.


-De verdad estoy bien –interrumpe, con un atisbo de molestia en su voz-, Viktor respeta mis decisiones –frunce las cejas.


-Oh… -se detiene, analizando la situación- ¿Esto es un choque cultural? Lamento si llegué a ofenderte –vacila entre regresar el bolso o no-, en Rusia es costumbre que los alfas y betas ayuden a las mujeres y omegas.


-Bueno –titubea al ver la genuina preocupación en los ojos verdes-… supongo que no pasará nada por una vez –suspira, derrotado.


-Perfecto –sonríe-, démonos prisa, Antoine está ansioso por verlos.


 


 


Moscú es, sin duda, una ciudad hermosa, llena de majestuosos edificios, admiraba por la ventanilla del coche, lugares representativos por los que pasaban, como la catedral de San Basilio, la Plaza roja, el rio Moscova; percatándose entonces, de una similitud con su propia nación, en como la modernidad se entremezcla con lo antiguo, pues, grandes rascacielos se erguían junto a emblemáticos edificios. Su esposo pacientemente le explica, cual guía de turistas, una breve reseña de cada sitio, siendo de vez en cuando ayudado por Yerik, al ser éste, procedente de la capital y un amante de la historia.


Grande fue su asombro, al no encontrar un pequeño palacio como vivienda del francés, comparándola con la mansión de Elena, la casa de los hermanos de Viktor, se veía bastante normal, quizás dos tanto más amplia que una promedio, pero sin llegar a ser demasiado ostentosa, siendo entonces, lo más relevante, la muralla que la rodea, así como algunas cámaras de seguridad.


Al traspasar el portón eléctrico, logró apreciar mejor la distribución, fueron recibidos por un cuidado jardín, de verde césped y coloridas flores, muchas de ellas aún no abrían del todo, el camino a la cochera es de firme empedrado, mismo que rodea la morada, aquella que cuenta con tres pisos y una fachada campestre. Una vez bajaron del auto, su marido le ofrece el brazo, seguido de una coqueta sonrisa, le acompaña hacia dentro. Sus ojos se abren un poco más al encontrar a su suegro en la sala, quien los esperaba con paciencia, sentado en un mullido sillón, mientras acaricia su barriga y tararea, éste sonríe al verlos, desprendiendo una agradable fragancia.


 


 


-¡Yuuri! ¡Vitya! –extiende sus brazos, como si de aquella manera pudiera alcanzarlos.


-Cuidado, Antosha –le detiene el de ojos verdes, justo antes de que el mencionado incorporarse de golpe.


-Papá, no hace falta que te levantes –se aproxima, llevando al japonés consigo.


-Es un gusto verlo de nuevo –hace una tímida reverencia con la cabeza.


-¡Te dije que no me hablaras de “usted”! –hace un puchero, hinchando sus mejillas- ven aquí, somos familia –le invita, mantiene sus brazos abiertos, envolviéndolo en cuanto se acerca, besa sus mejillas- ¡Tengo un mes sin verlos! –lloriquea, una vez lo deja ir, jaloneando ésta vez a su hijo mayor, para atraerlo hacia él igualmente.


-Papá, no ha sido tanto tiempo, hemos durado más periodos sin estar en contacto–ríe.


-¡Claro que sí! Además, prometiste visitarnos más seguido cuando te independizaras –recuerda.


-Lo siento, sabes que he estado ocupado, pero aquí estamos –sonríe con cariño.


-Está bien –acepta, un poco más calmado.


-¿Dónde están mis hermanitos omegas? –pregunta con voz impaciente.


-¡Oh! Tu hermano está cuidando a Evy en el patio, vayamos allá ¡He organizado un picnic! –aprieta sus puños con entusiasmo- sería un desperdicio no aprovechar éste cálido día.


 


 


El jardín trasero es del doble del tamaño del frontal, con frondosos abetos al rededor y un par de juegos infantiles, en medio de todo, una pequeña piscina inflable, donde una nena chapotea entretenida, siendo cubierta del sol por un toldo, en una esquina, recostado en un camastro, junto a un esponjoso gato, un joven, rubio con lentes de sol y ropa ligera, teclea en su Smartphone, completamente entretenido, ignora lo que ocurre alrededor. El francés sonríe ante la escena, su fragancia se vuelve picante, tensando a su esposo e hijos alfa, incluso el minino se eriza, huyendo con sus ligeras patas del lugar, se desliza del brazo que le daba apoyo, camina silencioso hasta llegar al adolescente.


 


 


-Yerikovich –pronuncia con ternura.


-¿Ah? –desvía su vista hacia la voz, su semblante cambia completamente, se endereza con rapidez- ¿Ma-mamá?


-¿No se supone que cuidarías de mi angelita? ¿De dónde conseguiste ese teléfono? ¿No estabas castigado? –su semblante encantador, contrasta con la pesada aura a su alrededor. 


-E-Eva está bien, s-sólo actualizaba un estado, papá me regresó el móvil ayer –su ansiedad puede olerse a varios metros.


-Hablaremos de eso más tarde –la presencia amenazadora mengua, transformándose en una bastante animada- ¡Ahora, saluda a nuestras visitas!


-¿Visitas? –asoma su cabeza a un costado de su progenitor, frunce el entrecejo, quitando sus gafas con rabia, dejando ver sus resplandecientes ojos verde azulado- ¡¿Qué hacen ellos aquí?!


-Tus modales, Yerikovich –da un leve aplauso, silenciando de inmediato a su hijo-, creo que todavía no se conocen adecuadamente –agarra el brazo del menor, obligándolo sutilmente a recibir a la pareja recién llegada-, adorable Yuuri, te presento a mi segundo querido hijo, nuestra dulce hada, que curiosamente, también comparte nombre contigo, Yuri Yerikovich Plisetsky.


-… -el japonés se queda pasmado, reconociendo a quien tiene enfrente, su mano se mueve en automático, dispuesta a saludar- es un gusto –suelta protocolario, sin sentir realmente las palabras. 


-Grrr… -refunfuña, estrecha su palma con sobrada fuerza.


-Yuri –llama, cauteloso, el de ojos azules, toma el delgado hombro del más joven.


-No me toques… -murmura, apartándose, sin verle a la cara.


-Yerikovich, acompáñame a cambiar a nuestra angelita e ir por las canastas del picnic –su tono está plagado de advertencia-, por favor, vayan acomodándose –sus labios forman un corazón.          


-Yo les ayudaré, papá –se ofrece el Nikiforov.


-¡Eso sería genial! –concede.


-¡¿Qué?! –se crispa, mientras sostiene a su hermana, envuelta en una toalla.


-Bien –apresa a sus hijos mayores por los hombros- vayamos adentro, Yuuri~ te dejo en buenas manos –le guiña el ojo.


 


 


Con incomodidad en el ambiente, el japonés toma asiento en una banca, frente a la mesa de jardín, “Lo sabía” piensa, la relación con su cuñado había empezado muy mal, es obvio que no desea verlo, menos cerca de Viktor. Por otro lado, fue una gran sorpresa reconocer aquel chico, que le había insultado, como parte de su nueva familia política, haciéndole recordar, inquieto, del como su esposo se ve tan preocupado por él, “Aah ¿Qué es éste extraño sentimiento en su pecho?”, niega insistente, flagelándose ante la idea de estar celoso del hermano menor de su pareja.


 


 


-Lo siento –rompe el silencio, su rostro se mantiene serio-, Yura está en una etapa difícil.


-N-no, está bien, no se preocupe –asiente en automático, sacando a flote la cortesía japonesa.


-Claro que si –frunce el entrecejo-, ha sido bastante descortés contigo y Viktor, no suele ser de esa manera –medita-… por lo menos, no con la familia, siempre fue muy unido a sus hermanos, quizás es por su reciente primer celo –suspira-,  además de la llegada de un nuevo integrante y mi trabajo, he descuidado un poco el nido –se lamenta.


-No creo que sea su culpa –trata de animarle, no entiende porque el hombre frente a él, se abría tan inesperadamente a, prácticamente, un desconocido.


-Quizás castigarlo sin su celular, internet, tarjetas de crédito y salidas por un mes, no fue suficiente… -masajea sus sienes. 


-Creo que lo es –se apresura a decir.


-Bueno, es el primer omega de nuestros hijos en pasar por “el cambio”, así que si llega a ser grosero contigo, por favor no lo tomes a pecho y coméntanos, aunque creo que tú lo comprenderás mejor –sonríe levemente.


-Creo que si entiendo un poco, para mí también fue algo muy duro –recuerda por unos segundos-, pero no entiendo porque le molestamos tanto –suelta, con la esperanza de ser aclarado de sus propias intrigas.


-Creo que a éstas alturas debes saberlo, antes de casarse conmigo, Antoine tenía otra familia, de donde  vine Viktor, aunque al principio no estuve muy de acuerdo, él seguía conviviendo con su ex esposa y su hijo, era algo natural, Antoine no podía desprenderse sin más de su cachorro, por lo que Viktor nos visitaba muy seguido.


-Sí, sé un poco sobre ello –responde atento.


-Antoine tuvo problemas durante el embarazo y una vez dio a Luz, una parte de él rechazaba a Yura –su semblante se vuelve melancólico-, pero la presencia de Viktor le ayudó demasiado, esos niños, prácticamente crecieron juntos y Antoine logró mejorar su relación con nuestro cachorro, así como también conmigo, a pesar de ser una pareja Gamma, sus sentimientos no me pertenecían, con el tiempo eso cambió, ahora somos una preciosa familia –su olor y facciones cambiaron, haciendo notar su alegría.


-Para todos fue una situación complicada –suspira, encontrando en sus memorias, la conversación que hace poco tuvo con su destinado.


-Sí, Antoine se esfuerza mucho, no suele hablar de ello, pero sé que, aún más ahora, el comportamiento de Yura le preocupa, sobre todo con el antecedente de Viktor.


-¿De Viktor?


-El “cambio” también fue algo agresivo para su cuerpo y todo apunta que es debido a la condición de Antoine, se culpa desmedidamente por ello, ya hemos visto algunos médicos, las cosas mejorarán, pero –se detiene unos segundos, meditando lo que diría a continuación-… los cambios de humor en él serán drásticos y en un principio su instinto buscará a un alfa cercano al cual aferrarse, lo más normal es que lo haga con un padre o hermano, la fijación es meramente fraternal, creemos que lo está haciendo con Viktor, por lo que te pedimos paciencia –hace una pronunciada reverencia, imitando la cultura contraria.


-¿Q-Qué? –la noticia le cae como balde de agua fría ¿Cómo es que Viktor evadía informarle esos pequeños detalles? Trata de tranquilizarse, repite en su cabeza que “la fijación es fraternal”, sin embargo, su instinto le provoca un fuerte malestar.


-Lamentamos mucho incomodarte –levanta la cabeza, observándolo detenidamente-, en especial cuando vienen de visita y están recién casados.


-¿Sólo es temporal? –su paladar se amarga, muerde sus labios, intenta buscar un lado positivo.


-Por supuesto, Antoine debe estar hablando con ellos en éste momento, aunque Yura no puede controlarse del todo, entiende las consecuencias, su castigo en parte también fue para distanciar su contacto con Viktor, sin embargo, al parecer no funcionó, esperábamos que reaccionara de forma distinta, aunque si se comportó menos agresivo, las feromonas de Antoine le ayudan a regularse.


-Está bien –acepta, con cierto grado de resignación, asimila mejor aquel encuentro con él, dudando entonces, mencionarlo.


-Gracias Yuuri, eres un buen muchacho –sus hombros, visiblemente, se relajan.


 


 


Minutos más tarde, su apuesto esposo hace aparición, cargando un par de canastas de mimbre, con lo que parecían ser sándwiches y bocadillos varios, los prestos gemelos llegan al instante, perdidos desde hacía tiempo en los columpios, sus estómagos rugen, cual fierecillas, ante el hambre. El Nikiforov toma asiento a su costado, regalándole una caricia en su mano bajo la mesa, comienza una cotidiana plática, sin dejar salir el menor comentario de lo que ocurrió dentro de la casa, ante ello, Yuuri se inquieta ¿Por qué Viktor persistía en guardarle secretos? ¿No habían hablado ya, hacía unos días? ¿Es para protegerlo? Pero ¿De qué? O ¿Acaso no desea incomodarlo? ¿No sé da cuenta que está actuando igual que antes? Sin darse cuenta, sus feromonas le delatan.


 


 


-¿Yuuri? –le llama, tocándole una de las mejillas- ¿Te sientes mal?


-No –se contrae en su sitio.


-¿Quieres que vaya por un poco de agua? Papá traería el té, pero creo que se han entretenido en algo.


-No, de verdad –sonríe-, quédate aquí –se aferra al brazo del mayor, escondiendo su rostro en el hombro de éste.


-Oh, Yuuri –pronuncia enternecido, con cuidado acaricia la suave nuca y olfatea sus cabellos oscuros- ¿Yerik habló contigo? –susurra.


-¿Por qué me tengo que enterar por otros? –reprocha en el mismo tono.


-Te negaste a escucharme cuando quería decírtelo –suspira.


-Es porque actuabas sospechoso –admite-, temía que dijeras algo que no quería escuchar.


-Entonces ¿Ahora lo entiendes mejor?


-Sí, pero no quiero más secretos –le enfrenta, con el entrecejo contraído, levantando su mirada.


-De acuerdo –sonríe ante, a su parecer, adorable escena.


-Viktor –sus ojos chocolate se vuelven profundos-, entonces, sólo yo puedo satisfacerte.


 


 


Los labios del mayor se abren para agregar algo más, pero en ese momento, se percata del trasfondo de sus palabras, así como el doble sentido oculto en ellas, toda su cara se colorea, tensando su cuerpo, segregando una sutil fragancia, misma que hizo reír a Yerik, quien supervisaba a sus cachorros al comer. El omega no comprende, girando su rostro, confundido, le observa como cubre su rostro entre las manos.


 


 


-¿Viktor? –titubea en tocarlo, pues éste se alejó unos centímetros de distancia.


-Oh my… ¿Qué pasó aquí? –la juguetona voz del francés destaca, llegando casi de improviso, a colocar una jarra de té sobre la mesa.


-Alguien acaba de tener un “accidente” mientras coqueteaba –suelta, desentendido, el alfa con barba.


-Oh, Vitya –le mese desde atrás, tomándole por los hombros-, debes de tener más cuidado y no provocar al instinto en tu pareja.


-¿Qué está sucediendo? –pregunta al fin, perdido en la conversación.


-A veces, las acciones o palabras pueden desencadenar una reacción fisiológica en una pareja gamma –sonríe con picardía el de ojos miel-, es lo que justamente acaba de pasarle a mi Vitya –lo abraza, besándole la coronilla para luego huir al lado de su marido-, es “la impresión” de tu olor en su piel, como aún no están enlazados, su cuerpo no sabe reaccionar a ello –contiene una traviesa risa- Yuuri, acabas de marcar territorio.


-¡¿Có-cómo?! –la vergüenza le invade a límites insospechados.


-Esto es tan desagradable –bufa cierto adolescente recién llegado, aplastando un sándwich en su palma.


 


 


 

Notas finales:

Pero miren quien apareció, muchas/os se lo esperaban, a que si xD Incluso les di pistas con el apodo que le puso Antoine, que por cierto, tiene un por qué de ser, cada uno de sus hijos lo tiene, en los siguientes capítulos es probable que lo mencione.


Hubo personitas que se molestaron mucho con lo que hizo Antoine, espero que ésta parte les haya hecho cambiar un poco el parecer, aunque "rechazar a tu hijo" no ayuda mucho xD nuestro Yurio no tenía ninguna culpa, pero la situación de Antoine no era la mejor. He querido darle un poco más de sentido a "esos pequeños detalles" que el omegaverse no toca o parece olvidar, como lo describí en las notas de éste fanfic, buscaré darle un sentido diferente a éste universo, uno un tanto más crudo y no tan rosa, a estas alturas ya debieron darse cuenta xD cada pareja es un ejemplo de ello. Aunque claro, me encanta escribir de amors xD


Ahora, las preguntas:


 


¿Cómo les cayó la aparición de Yurio?


¿Se esperaban el motivo de su resentimiento por Yuuri? (Aunque todavía no sale claramente)


¿Por qué Viktor es tan terco y se guarda cosas?


¿Cómo se sintieron con la reacción de Yuuri ante sus celos?


¿Viktor "le faltará el respeto" la casa de su querido padre? (saben a que me refiero xDD)


¿Quieren el hard que mencioné al principio del cap? (He estado trabajando en un extra sukulentho, pero el tiempo en la laptop se me acabó xD)


¿Les gustó el cap?


 


Dudas o sugerencias.


 


¡Muchas gracias por leer!


Estoy siempre contenta de leerles y recibir todo el cariño que le dan a ésta loca historia n.n


Nos seguiremos leyendo~


Matta nee~ 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).