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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

¡Hola!


Wow, logré retomar un poco el ritmo para actualizar, aunque ésto no cuenta como capitulo y es mucho más corto, pero muchas personitas me lo pidieron y si actualizaba primero el siguiente cap, éste extra se sentiría demasiado fuera de lugar xD 


No se preocupen, la trama se retomará justo donde terminó la parte anterior, sólo vean ésto como una muestra de amors de estos lobinejos, la mitad del tiempo estuvieron ebrios, pero omitan esos detalles, era una manera de que se desinhibieran un poquito, son primerizos, aunque no tuvieran tregua durante el celo de Yuuri xD


 


Gracias a las personitas que siempre comentan, ésta parte es para ustedes n.n


 

 

Alfas y omegas son personas instintivas, actúan de acuerdo a los reflejos naturales de su cuerpo, de manera incontrolable, su fisionomía cambia durante la pubertad, como cualquier beta, pero con una pulsión, por demás, acelerada, la maduración se da de forma súbita, generando el primer celo, doloroso y asfixiante, trae consigo una bomba de hormonas que se manifiestan a través del olor, personalidad y acciones. Los y las alfas, buscan proteger, marcan territorio en una lucha de testosterona contra otros, imponen firmemente la jerarquía entre sus pares, todo para alcanzar a la mejor pareja y así criar a sus cachorros. Por otra parte, los y las omegas, cuidan la estética, persiguiendo siempre, inconscientemente, a la mejor opción para padre de sus hijos, de carácter complaciente y sumiso, son quienes mejor encajan en la sociedad. Pero, ambos se encontraban fuera de norma, Viktor y Yuuri no buscaban nada de eso, de hecho, parecían ser, respectivamente, todo lo contrario.

 

 

-¿T-te gusta? –tartamudea, con el rostro ruborizado.

-Claro que si –se coloca de puntillas, atreviéndose a besar, discretamente, a su esposo en los labios.

-Me alegra –sonríe con calidez, aproximándose a la mesa, corre la silla, le invita a sentar.

-No tenías por qué hacerlo –suspira, dejándolo consentirle, acomodándose en su sitio.

-Eres lo más preciado para mí, claro que tengo que cuidarte –toma asiento frente a él.

-Eres un exagerado –ríe-, no pasará nada por jalar mi silla.

-Uno nunca sabe –bromea, con falsa seriedad.

-¿Qué es todo esto? Viktor –le ve con atención, apoyando la barbilla en su mano, sobre el impecable mantel color vino.

-Nuestro mes-aniversario –responde en automático, como si fuese lo más obvio.

-Pensé que cuando dijiste que iríamos a un restaurante de comida rusa, sería algo más… ¿Familiar? –señala, observando los ostentosos cuadros en las paredes, candelabros en el techo y la sobria decoración.

-Lo es –asegura-, bueno…  las familias también pueden venir aquí.

-Supongo que si –se relaja, notando que el mayor no comprende su punto, aunque algo raro le pasó por la mente cuando le sugirió usar traje para salir, debió sospecharlo-, gracias por traerme, es muy bonito.

-Los platillos te encantarán, son de lo mejor del país –sus labios forman un corazón.

-¿Ya habías venido aquí?

-Específicamente a éste, no, es la primera sucursal de San Petersburgo, yo he ido a los de Moscú  -comienza a colocar la servilleta de tela sobre su regazo.

-Son una cadena, supongo –le imita, sintiéndose fuera de lugar con el ambiente-… todavía me parece tan irreal todo esto –sonríe un tanto nostálgico.

-¿Casarnos? –pregunta con timidez, volviendo a sonrojar sus mejillas.

-No… bueno, sí, todo… en realidad, mi vida ha cambiado mucho en un par de meses, en ocasiones es abrumador, pero me alegra estar contigo –sus feromonas revolotean, amorosas y avergonzadas.

-Para mí también –admite, llamando su atención-, todo es nuevo, mis sentimientos, mi mente, mi cuerpo, están en constante revolución –toca su pecho-, estar a tu lado me ha dado maravillosas experiencias.

-¿Tu lo crees? –los colores se le suben a la cabeza, obligándolo a bajarla como un reflejo para no ser descubierto- siempre eres así, llenándome de halagos que no merezco.

-¿Por qué te dedicas palabras tan crueles? Yuuri –toca, con ternura, los nudillos apretados del menor sobre la mesa.

-Son la verdad, lo dije ayer, yo no deseaba encontrar a mi destinado –temeroso, levanta su mirada, topándose con los tristes ojos azules-, pero, no me arrepiento, para nada, el haberte conocido.

-¿Cómo no quieres matarme de amor? –una dulce y fresca fragancia emana de él- si todo lo que viene de ti, me encanta –se incorpora, importándole poco ser vistos en tal arrebato de su parte, tomó al omega de ambos costados de su cara, plantándole un apasionado beso.

-Señores Nikiforov, el vino –un mesero hace su aparición, alrededor de un minuto después de empezar a comerse los labios.

-Disculpe –sonríe, con la alegría saliendo de cada poro de su piel, mientras el menor, esconde el rostro entre sus palmas-, perdimos la noción del tiempo –vuelve a su lugar.

-Sus entradas están por servirse –informa, descorchando la botella.

-¿Cuándo ordenamos? –pregunta, sorprendido.

-Oh, no, Cariño, he reservado y pedido un menú especial, sólo para nosotros –suelta, completamente orgulloso, balanceando la copa recién llenada.

-¡Viktor! -murmura, recordando la ostentosidad de su marido.

-Conseguí el mismo vino que sirvieron en nuestra boda.

-Sólo es un cumple-mes –suspira, no quería imaginar la celebración del primer año.

 

 

La comida llegó, adornando el mantel con pequeños platos blancos, cada cual con una modesta porción de diferentes platillos, parecía una degustación de gastronomía rusa; sus iris chocolate volvieron la atención al mayor, viéndolo sonreír, expectante a su reacción, siendo alentado de probar aquella basta variedad, curioso ante la inusual cena, que parecía más bien un buffet personal, fue saboreando con calma, aprecia las texturas y contrastes, desde lo más simple como una ensalada, hasta las sopas más elaboradas.

 

 

-Es un desperdicio –comenta, tomando las ultimas cucharadas de un diminuto cuenco con Borsh-, me hubiese gustado comer el platillo completo.

-Si tienes espacio, puedo ordenar más, esto sólo es una especie de “entrada”, para que elijas el que más te guste –revela.

-¡¿Qué?! –abre su boca de la impresión.

-¿Estás listo para ordenar el plato fuerte?

-Creo que ya estoy lleno.

-¿Seguro? –levanta una de sus cejas.

-Bueno… quizás algo de arenque y caviar rojo… -después se lamentaría por los kilos de más que de a poco estaba ganando.

-Perfecto entonces –su voz suena divertida.

 

 

Mariscos, alcohol y una innegable tensión sexual, si bien, durante el resto de la cena, hablaron más abiertamente de sus sentimientos, recordando entre risas, todas aquellas pequeñas cosas, dulces detalles, que intercambiaron en cada carta en el pasado, así como también de sus planes a corto plazo; Viktor se graduaría en un par de meses, a la vez, Yuuri comenzaría sus cursos y pronto ingresaría oficialmente a universidad. Mientras más consumían de la botella, la melosidad entre ellos iba en aumento, iniciando con suaves caricias sobre y bajo los manteles, sus sillas, lentamente, quedaron junto a la otra, desatando algunas tormentas de besos.

Al llegar al departamento, agradeció de todo corazón a Yakov, mismo que prácticamente los echó dentro de su departamento, meneando la cabeza y sonriendo, seguramente, por memorias de su juventud. Makkachin los rodeo entre pequeños saltos, provocándoles descontroladas carcajadas, propias del nivel de alcohol en la sangre, sin embargo, una vez ingresaron a la alcoba principal, sus corazones bombearon con fuerza. Viktor se dejó caer sentado en la cama, comienza a desvestirse un tanto despreocupado, mientras es víctima del asecho de unos ojos castaños, Yuuri cierra tras de sí la puerta, lanzando su chaqueta al suelo, desabotona lentamente su camisa, se desprende de sus pantalones y calcetines, cuando el ruso por fin levanta su vista, lo ve, soltando un mudo jadeo, entre la sorpresa y un incitante deseo que se hace notar en su olor, el omega sonríe, pues logró apreciar detalladamente como los ojos azules se dilataron en cuanto tuvieron contacto, está a una corta distancia de él, por lo que aprovecha, apoyando sus manos en los hombros del mayor, se coloca provocativamente sobre su regazo, lo escucha suspirar, siente sus manos en la cintura y un dulce ronroneo se le escapa ante aquello.

 

 

-Yuuri –murmura anhelante, estira el cuello, buscando su boca.

 

 

Y él no es nadie para negarle tal capricho, el suave chapoteo de la saliva pronto se escucha, juguetea con los labios de su marido, los succiona y pellizca con sus dientes, excitándose con los débiles gemidos que provienen de él, por lo que sus caderas reaccionan, moviéndose con sutil vaivén, sin poder contener a su juguetona lengua, se inmiscuye en la cavidad contraria, siendo prontamente recibida por su compañera, blanda y resbalosa, se enfrascan en una lasciva danza. Se sobresalta cuando las palmas del ruso le masajean lo glúteos, más aun al sentir como había logrado su cometido, pues cierta anatomía del mismo, rosaba insistente su intimidad, enrosca sus piernas, instintivo, a las caderas del más alto, gimiendo sin ninguna atadura una vez sus rostros se apartan.

 

 

-Te amo –pronuncia, muy cerca de su oído, con su aliento agitado.

-Viktor –atina a decir, contrayéndose justo donde su piel se eriza.

-Eres precioso –le besa en la clavícula.

-N-no… es vergonzoso… -gimotea al sentir aquellos labios sobre su esternón.

-Claro que si –insiste, descubriendo por fin el cuerpo de su pareja, la cual aun se ocultaba bajo la camisa abierta- ¿Más regalos de papá? –admira la diminuta ropa interior del japonés- estás húmedo.

-Tonto –sus orejas enrojecen-, es obvio –huye de su mirada.

-Mi Yuuri es tan adorable –hace una mueca boba.

-Estás borracho -vuelve a conectar sus pupilas.

-¿Tú no?

-Un poco –admite.

-Yuuri~ -hace un puchero- nunca me dices que me amas.

-Si lo hago –le toca la barbilla con su índice.

-Pero sólo si yo lo digo primero –frunce sus cejas.

-Por qué eres un tonto –ríe ante el gesto de indignación de su marido-, yo te amo –un gorgoreo vibra en su garganta, desliza los brazos alrededor de su cuello-, pero prefiero demostrarlo a decirlo –roza sus narices en un beso esquimal-, dejé todo atrás por estar contigo –sella su declaración con un casto y prolongado beso.

-¡¡Yuuri!! –en un arrebato, le abraza, haciéndolos rodar en la cama.

 

 

Su boca es atacada sin piedad, regresándole al sofoco que hacía unos minutos atrás le abrumaba, es acariciado tan devotamente, que enloquece ante las reacción desenfrenada del mayor, que debido a la emoción, pierde un grado de conciencia ante su instinto alfa, el cual fluye, agazapándolo contra el colchón, fregando sus cuerpos, toma cortas pausas para terminar desnudándose frente a él y sin más acaricia, sin discreción, sus muslos hasta llegar a las nalgas, mismas que abre para estimular su, emblandecida, entrada omega.

 

 

-Viktor –jadea su nombre, a la par que dulces besos son depositados en su pecho.

-Tu corazón late muy fuerte –descansa su mejilla sobre las costillas del menor.

-Deja de jugar –pide, ya impaciente.

-¿Lo hago? –detiene sus dedos que tocaban bajo la última prenda de su pareja.

-Quiero… -se muerde los labios- Quiero ser uno con Viktor –le toma del rostro, atrayéndolo de vuelta hacia sus labios.

 

 

Aquellas palmas sobre su cuerpo, recorren un nuevo camino, deshaciéndose, por fin, del único trozo de tela que les impide fundirse piel con piel; tiembla cuando el miembro viril amenaza sus glúteos, lubricándose con abundancia, su atrofiado pene punza, su mente se adelanta a los sucesos, por lo que, una vez empieza la penetración, un súbito estremecimiento de placer le invade, solloza al sentirse tan cerca tan sólo con ello, su interior se contrae y en su oído escucha los jadeos desesperados  del alfa por contenerse.

 

 

-¿Te duele? –frota sus cabezas delicadamente.

-N-no –suspira-… se… se siente demasiado bien… ¿Por qué?

-No lo sé –apoya su peso sobre los codos para verle-, pero estás muy estrecho y resbaloso.

-¡Viktor! –cubre su cara, sin entender porque aquello le avergüenza tanto.

-No te ocultes –con una de sus manos despeja el rostro enrojecido del omega- quiero verte ¿No me has dicho que sólo tenga ojos para ti?

-No utilices mis propias palabras en mi contra –murmura.

-Oh, lo haré, las veces que sean necesarias –sonríe coqueto-, pues son las palabras de amor de Yuuri.

-¡Vik…!

 

 

Su voz muere dentro de la cavidad bucal de su esposo, sus brazos se aferran con renovada fuerza a la amplia espalda, el movimiento ha comenzado, lento y corto, siente el ya conocido grosor rosarle, estirando su esfínter, dándole placenteras descargas de placer, mientras su cuello uterino es mimado por la suave cabeza del glande, sus reacciones fisiológicas no se hacen esperar, los músculos en su abdomen se contraen para luego estirarse, arqueando la espalda y meneando sus caderas ante cada estocada, su mente se desconecta, su cuerpo actúa casi por reflejo, suspira, con un tono más alto cada vez, la respiración es ruidosa, su piel se vuelve resbaladiza por el sudor y en el caso de Viktor, las cosas no son muy distintas, por lo que sus bocas toman distancia, dejando salir el nombre de quien aman.

El japonés se desespera, acostumbrado a ser, quien normalmente, domina el ritmo, cambia la posición de sus manos, agarrando con fuerza, las pronunciadas posaderas de su marido, marcándole una cadencia a su antojo, éste accede, regalándole besos húmedos en el cuello, así como una que otra lamida que, sacuden a su instinto omega, deseando ser mordido, orillándole cerca del orgasmo por pensarlo, pero no era suficiente.

 

 

-No es… n-no… -lo empuja, deteniendo la concentración del alfa.

-¿Yuuri? –pronuncia completamente jadeante.

-Cambiemos…

-¿Cambiar? –de repente termina recostado boca arriba en la cama.

-Así –se coloca sobre él, rodeándole con sus piernas los costados del torso, apoya sus palmas en los muslos contrarios-… de ésta forma –le ve sobre el hombro, pues le da la espalda- tendrás una mejor vista –acaricia los oscuros cabellos en su nuca, dándole una clara invitación.

 

 

Lo ve tragar en seco y enseguida se deja caer sobre el falo caliente, salta una vez tras otra, lagrimeando por la profundidad que logra con aquella posición, excitándose por ser tomado tan firme de las caderas, le escucha gruñir, luchando ante la tentación, voltea discretamente el rostro cada tanto, regocijándose frente la imagen descompuesta del ruso, de cara y pecho con rubor, despeinado, mordiéndose los labios por la ansiedad de sus colmillos, indeciso, tratando de contenerse. No lo puede evitar, su palma viaja hacia el vientre, estimulando su miembro ante la escena, gime alto, aumentando el ritmo de las penetraciones, percibe el nudo del alfa formándose, por lo que procura no sacarlo del todo, su cuerpo tirita cuando queda atascado, eyacula sin más y justo en ese momento, una mordida le quita el aliento.

 

 

-De verdad, estoy bien –acaricia las platinadas hebras.

-Perdón –susurra, lamiendo la moreteada piel, allí donde sus dientes se pintan.

-En unos días se esfumará –bosteza.

-Pero… las de tu celo apenas estaban desapareciendo y ahora…  

-Duerme –ronronea para calmarlo-, además, a mí me gusta, por lo menos tu instinto alfa me obedece –ríe.

-¡Yuuri! –replica.

-Vamos a dormir –acaricia el brazo del mayor que descansa en su cintura, entrelazando sus manos al final.

-El nudo aun no baja.

-Para mañana lo hará, tengo sueño.

-Siempre te da sueño después de hacerlo –se queja.

-¿Es que quieres repetir? –suelta con voz de asombro.

-Estoy cansado –responde rápidamente.

-No se diga más –voltea, lo máximo que su condición le permite, para posar unos cortos segundos, sus labios sobre los de su pareja- buenas noches, te amo.

-Buenas noches, también te amo –reparte un par de besos en la herida que contrasta en el hombro del omega.

 

 

Cierran los ojos, acurrucándose todavía más, se dejan llevar por la relajación de sus músculos, sintiendo la unión de sus cuerpos y corazones. Muchas cosas habían cambiado en ese mes, se conocían mucho mejor, paneaban juntos su futuro, discutían de apoco sus diferencias, entregando y aceptando el gran amor que con el tiempo seguiría creciendo, para engendrar bellos frutos que alegrarían aún más sus vidas.

 

Notas finales:

 


Es probable que pueda actualizar entre semana, ya he adelantado una parte del cap 22, pero no es nada seguro, esperen con paciencia n.n nuestro Yurio se pondrá un poco loco, pero ya es lo normal en él ¿Creían que aceptaría a Yuuri sin más? 


En fin, háganme saber si les gustaría leer más extras así de alguna situación de la que tengan curiosidad por saber, todavía tengo cosas por retomar de otros capítulos, pero algunas veces no hay necesidad de volverlo a sacar, no sé si me entiendan xD


Por cierto, creo que hubo varias personas que no entendieron muy bien lo de la marca de olor del cap anterior, o la "impresión", así como "marcar territorio", por lo que haré un pequeño espacio aquí. El omegaverse se basa en la jerarquía y sociedad entre los lobos (sí, los animales y de hecho es un genero no tan nuevo en el yaoi, pero si últimamente popularizado), por lo que utilizo muchas palabras o conceptos de conductas animales, de hecho éste fic es un tanto salvajito, como ya habrán notado xD Entonces, así como un animal macho, de cualquier especie, sobre todo mamiferos, "marcan su territorio" a través de esparcir su olor en determinados puntos (por la orina, segregación glandular, feromonas, etc.), para informar a otros machos y hembras u otras especies, quien es el que manda allí, Yuuri hizo lo mismo con Viktor (con sus feromonas, aclaro XD), por lo que fue un gran shock fisiológico y emocional para Viktor.


Espero haber sido clara n.n podría poner más notitas de éste tipo al final de cada cap, por sino me doy a entender adecuadamente xD


Muchas gracias por leer~


Acá no habrá preguntas porque... bueno, es amors y setzo, no aporta demasiado a la trama que digamos y más en éste punto xD


Espero les haya gustado~


Nos seguiremos leyendo ;)


Matta nee~ 


 


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