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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Advertencia: éste capítulo es más meloso que el anterior, se pide al espectador discreción. ok, quizás no xD

Gracias por sus lecturas y cierta personita Anonima :) 

 

Sin más, el fic.

 


 


Era un lindo día, cielo azul, blancas nubes pomposas, brisa refrescante, sin duda era un bello pueblo costero, las personas caminaban cada quien en sus asuntos, los árboles frondosos daban una agradable sombra, una tarde tranquila, perfecta para una cita, claro, eso él también había pensado. Una relajante caminata en la playa, comer un helado juntos, platicar de sus gustos, de su futuro juntos, tomarse de la mano, conmemorar la ocasión con una fotografía que guardaría de fondo en su teléfono celular, quizás incluso darse algunos cuantos besos y abrazos.


 


 


-Aah~ -suspiró exhausto, sentado en una banca del parque continuo a la playa, con el inconsciente alfa recostado en sus piernas.


-Perdón por tardar Yuuri –le extendió unas bebidas al chico.


-Gracias Yuko, fue una suerte que pasaras por aquí, no sé qué hubiera hecho con él tirado en la arena.


-No te preocupes –sonrió- ¿Y entonces? ¿Quién es éste apuesto alfa? –movió sus cejas y su rostro se tornó picarón.


-Es… -sus mejillas se colorearon, pero por más que intentara huir de la respuesta, ésta astuta chica terminaría por enterarse- mi novio.


-¡Oh! –se tapó la boca con sus manos- ¡¿Es tu alfa, Yuuri?!


-Ssshhh –intentó callarla- no lo grites por favor –ocultó el rostro con sus palmas, completamente avergonzado.


-¿Desde cuándo? ¿Cómo? ¡Oh por Dios! Yuri, por eso no querías enseñarme su foto –le acusó- ¡Es tan guapo! ¿Es extranjero?


-¿Podríamos dejar el interrogatorio para después? –se asomó entre sus dedos, negándose a salir de su escondite- mejor ayúdame a cuidarlo, no sé qué hacer con una persona desmayada.


-Claro… -se calmó un poco- ¿Tienes un pañuelo?


 


 


Después del susto inicial de ver como Viktor sangraba por la nariz, lograron traerlo a la realidad después de unos cuantos minutos, aunque técnicamente sólo se habían sentado a esperar, mientras paraban la hemorragia nasal e hidrataban los labios del mayor con un poco de jugo de frutas para regular sus noveles de azúcar. El aturdido ruso logró sentarse, aún desorientado inspeccionó el lugar con la mirada, topándose con dos japoneses expectantes.


 


 


-Yuuri ¿Dónde estamos? ¿Quién es ella?


-Estamos en un parque cercano a la playa, te desmayaste, ella es Yuko, mi amiga… -le tomó de la mejilla y revisó su nariz con la vista- ¿Cómo te sientes?


-No lo sé –admitió, posando su mano en la que sostenía su rostro, sintiendo otro ligero mareo.


-T-toma… -se apartó de aquel contacto y le ofreció una lata de jugo- q-quizás te sientas mejor de-después de tomar esto.


-Ok –aceptó un tanto confundido.


-Mmmm –una risilla tensó al joven Katsuki- cuanta confianza.


-E-es mi novio… -se defendió- además, es mala educación hablar en otro idioma Yuko.


-¡Oh! ¿Quieres que hable en inglés para que lo entienda? –le picó.


-Sin comentarios… -le dedicó una pesada mirada de falso rencor.


-Bien –sonrió divertida- oficialmente llegaré tarde para mi cita con Takeshi-kun, le mandaré un mensaje para cancelar.


 -No, está bien Yuko, no tienes por qué quedarte –habló sintiéndose culpable- ve a tu cita.


-No hay problema, de verdad… o es que ¿Quieres que estén a solas?


-¡Yuko!


-Está bien, está bien, pero tenemos una plática pendiente –le apuntó con su índice a manera de pistola, como una amenaza- pasaré cerca de la posada ¿Aviso a tus padres?


-Por favor, quizás algo le cayó mal o fue el viaje –dijo con preocupación.


-Entendido –asintió- me retiro entonces, disfruten el tiempo extra –sacó la lengua por su broma- nos vemos Yuuri, hasta luego boyfiriendo-san –se despidió del perdido alfa que sólo atinó a levantar su mano.


-¿Quién era? ¿Cómo me dijo?


-Una amiga, olvídalo –restó importancia- ¿Te sientes mejor?


-Si –se incorporó con éxito, notando que seguía descalzo- ¿Mis zapatos?


-Aquí –los puso a su alcance- ¿Crees poder llegar a la posada o esperamos acá?


-Esperemos, quiero pasar más tiempo contigo –sonrió, tomando nuevamente asiento a un lado del omega para colocar sus calcetines.


-Creo que fue una cita desastrosa –agachó su cabeza un tanto arrepentido- ¿Fueron mis feromonas? Lo siento, nunca se habían salido de control.


-No te preocupes Yuuri, no teníamos idea de que pasaría.


-Supongo…


-Yuuri… -llamó para que lo viera, cosa que hiso- no es tu culpa –le tocó con su índice la nariz, rápidamente replicó el mismo gesto pero ahora sobre los labios del mismo- sonríe.


-No hagas eso… -le apartó su mano, sonriendo con pena.


-¿Por qué? –se hizo el desentendido.


-Tú sabes porque –se apartó un poco.


-¡Pero si te acabo de conocer! ¿De qué está hablando, apuesto joven?


-¡Apártate, Viktor! –comenzó a reír- ¡Te desmayarás de nuevo!


-No me importaría morir… -se acercó peligrosamente.


-No digas esas cosas… -le tomó de los hombros en un vano intento por mantener distancia- sólo es el instinto –un sutil aroma a flores marchitas se escondía debajo del de lirios.


-Te equivocas… -aseguró con firmeza- sé que nos enamoraremos juntos, Yuuri, tú me encantas, somos novios, quiero besarte desde que te vi, quiero abrazarte, que nos casemos, cada carta que intercambiamos, Yuuri, no todo son feromonas, me gustas por lo que eres.


-Pero yo… -replicó ansioso- estoy comportándome tan extraño –cerró los ojos con fuerza- me desconozco, tus feromonas, yo siento que me abruman, no soy así, no he mentido en lo que escribía, eso sólo que…


-No importa Yuuri, es normal, yo también me he comportado como un tonto, sólo mírame –sonrió, captando por fin la achocolatada mirada- soy un desastre.


-Viktor… -volvió a percibir sus mejillas arden en vergüenza, pensándose culpable del estado del otro, pero esta vez sintiéndose un tanto feliz por ello. 


-Eso es, sonríe –animó- mucho mejor –palpó los colorados cachetes con ambas manos y los acarició con sus pulgares- ¡Nuestros hijos serán preciosos!


-¡No lo grites, Viktor!


 


 


Aquella adorable mueca fue el interruptor para el alfa, le besó nuevamente, con una caricia suave, lenta, disfrutando de los temblorosos labios del omega, tan dulces y perfumados ¿Qué potente droga tenían esos rosados belfos? Era maravilloso, nunca antes se sintió de aquella manera, sus feromonas no habían reaccionado positivamente a nadie, se estaba volviendo adicto y ni siquiera había pasado un día.  


 


 


-Vi-Viktor… -le apartó sintiéndose algo agitado- tu nariz… -le ofreció un pañuelo.


-Ah… -se tocó la zona, percatándose de que el sangrado había vuelto, llevó el papel al orificio correspondiente.


-Nada de besos por ahora –dijo un poco más repuesto.


-Yuuri~ -objetó cual niño.


-Recuéstate, anda –ordenó, ofreciendo sus muslos.


-Ok, sólo porque las piernas de Yuuri son suaves~


-¿Me estás diciendo gordo?


-Yuuri suena como una chica –se quejó.


-¡Oye!


 


 


Al final, aquella cita se quedó como un momento para recordar, seguramente en el futuro se lo contarían a sus hijos o nietos. El día terminó sin mayores contratiempos, fueron rescatados de aquel parque por Mari, pasaron un tiempo juntos en el jardín interno de la posada, siendo espiados por su madre y algunas empleadas, manteniendo a raya al ruso de cualquier otro ataque donde terminara en cama, a como pasaban las cosas, no podía imaginarse como tendrían cachorros, seguramente en seguida de aquello Viktor terminaría en un hospital con transfusiones de sangre, aquel pensamiento le hizo reír, aunque poco después se abochornó al reflexionar el cómo llegarían a su enlace.


En su interior había deseado bañarse con Viktor en las aguas termales, pero sabía el riesgo que le traería, una parte de él estaba ansioso por su reacción, por sentirle piel con piel. Se palmeó la cara, intentando despejar sus pensamientos mientras se hundía en la tina familiar privada, sólo una muralla de bambú le separaba de su alfa y quizás pensar en ello le traía insanos pensamientos, ya que el azufre de las termas no dejaba llegar el atractivo aroma del ruso, simplemente se alimentaba con sus propias fantasías ¿Cómo sería bajo aquel traje? La curiosidad le carcomía, después de pensarlo unos minutos por fin se armó de valor, intentaría ver por los pequeños huecos que se formaban en las uniones de la madera.


 


 


-Yuuri ¿Qué estás haciendo?


-¡Mari-nee! –se sobresaltó.


-Te desconozco, hermanito –negó con la cabeza a la par que se burlaba, tomando asiento frente a unas regaderas para comenzar a ducharse.


-N-no es lo que parece… -mintió con las orejas enrojecidas.


-Claro.


-D-de verdad… -aseguró- ¿Qué haces aquí? Mari-nee.


-Ahora cambias el tema ¿eeh? –dijo mojándose el cabello.


-No sueles bañarte cuando está ocupada la tina familiar.


-No, pero ahora quiero hablar contigo y como todo el día has estado pegado a tu noviecito, no he encontrado otra forma.


-¿De qué quieres hablar? –metió su cuerpo en el agua hasta la barbilla, volteando a ver la cerámica de la pared.


-¿Te gusta el ruso? –soltó intrigada.


-¿A qué viene esa pregunta? –no es que evadiera el tema, pero vamos, que era más que obvio.


-No entiendo del todo eso de los alfas y omegas… -comenzó a masajear su cabeza con el champú- pero desde que llegó te comportas extraño, no pretendo juzgarte, mamá me ha hablado un poco del tema, pero ¿Él realmente te gusta?


-Si… -admitió, notando la preocupación de su hermana- ya sabes, hemos sido amigos por correspondencia desde hace un año, yo… mi instinto actuó por si sólo al verlo, pero él ya me gustaba desde antes.


-¿De verdad? –indagó incrédula, siguiendo con asear su cuerpo.


-De verdad –comenzó burbujear con su boca bajo el agua.


-¿Hasta donde llegaron hoy? Se veían muy cariñosos –reprendió.


-No pasó nada… -evadió.


-¡Ja! ¿Y quieres que yo me la crea? Te lo comías con la mirada y él no se quedaba atrás.


-¡¡Mari-nee!! –tapó su rostro con bochorno.


-¿Hasta dónde Yuuri? –insistió.


-Sólo… -comenzó a murmurar.


-¿Sólo?


-Sólonosbesamos… -dijo con rapidez entre dientes.


-¿Qué?


-¡Sólo nos besamos! –se hundió por completo en el agua.


-¡Yuuri Katsuki! –se levantó envuelta en la toalla, intentando sacarlo de su escondite- ¡Sal de ahí, pequeño pervertido!


-¡No es para tanto! –se defendió- ¡Hay omegas que tienen sexo el mismo día que conocen a sus alfas!


-¡Eso ya lo sé! –le dio un golpecillo en la cabeza con su puño- y me alegra que sólo fuera un beso… -suspiró.


-Fueron dos… bueno… quizás tres… -volteaba en otra dirección, sobando su zona atacada.


-Oh por Dios… -golpeó con la palma su propia frente- no importa, no hagas tonterías, papá está preocupado, no quiere que te vayas de casa antes de tiempo o… que tengas un bebé tan joven.


-No pasará… -sonrió restándole importancia- Viktor es muy respetuoso, si se desmayó con un beso, dudo que logre hacerme un cachorro en bastante tiempo –se burló, percatándose tarde que había abierto la boca de más.


-¡¿Ese hombre se desmayó por un beso?! –repitió asombrada- ¿Qué hiciste para que un alfa de metro ochenta se desmayara? Comienzas a asustarme, hermanito.


-Son cosas de feromonas… –se encogió en su sitio con vergüenza- hay gente que despierta su celo o sienten un enamoramiento automático… nosotros nos besamos y el simplemente se desvaneció, incluso sangró por la nariz.


-Wow… ¿Y así se besaron tres veces?


-Ya no cuestiones más –le dedicó una mirada de advertencia, quería que lo tragara la tierra.


 


 


La plática siguió fluida, evitando dar detalles de más, Yuuri logró superar el interrogatorio de su protectora hermana. Comprendía a Mari hasta cierto punto, era joven y hormonal, pero sabía que podía confiar en su pareja, aquel hombre era muy cuidadoso, además parecía empeñado en no lastimarle o irrumpir forzosamente su espacio personal, más bien pretendía molestarlo con su pobre disimulada aceptación.


Cuando caminó por el pasillo a su habitación, reconoció el olor del alfa, tocó su pecho suspirando, claro era su vecino en aquel tercer piso, los únicos en aquella planta, lo que le hacía preguntarse ¿Realmente sus padres querían que llegara “puro” al matrimonio? ¿Qué estaban intentando exactamente? ¿Qué decían de esa doble moral? Que hasta hace media hora había tenido una larga charla con su hermana sobre educación sexual. Se revolvió los cabellos completamente ofuscado, ¡bien! si querían nietos, eso les daría.


Detuvo sus pasos frente la puerta del mayor, recapitulando sus pensamientos y replanteándose si realmente era tan valiente o caliente, su mano se había quedado flotando en espera de golpear la madera para hacerse notar, claramente se estaba acobardando, incluso comenzaba a temblar y es que en realidad no tenía siquiera una excusa para presentarse allí ¿Qué podría decir? ¿Hola guapo, quieres sexo? Por supuesto que no. Su rostro se coloreó, era una completa locura, retrocedió un poco y volvió en dirección de su alcoba, cuando se disponía a entrar, escuchó el típico sonido de una puerta corrediza a sus espaldas, volteando casi en automático, se topó con la cara avergonzada de Viktor.


 


 


-Hola… -soltó en un susurro el de cabellos platinados.


-Hola… -respondió en mismo tono, sintiendo su pulso elevarse con renovadas fuerzas.


-Quería… desearte buenas noches… -sus palabras impregnadas de inseguridad.


-Claro, buenas noches –se sorprendió de la naturalidad de su respuesta.


-Bi-bien… -salió hacia el pasillo y se posicionó justo enfrente del omega que le veía ansioso- hasta mañana –le tomó de los hombros y seguidamente le besó la frente en un tierno gesto- Descansa –sonrió más relajado.


-Ha-hasta mañana… -tartamudeó, sus mejillas teñidas de carmín, estuvo paralizado hasta que el ruso volvió a su habitación, tocó su frente rememorando la sensación de aquellos frescos labios.


 


 


Dios, Dios, Dios ¡Dios! Por un momento pensó que le empujaría a su cuarto para no salir de ahí en las próximas veinticuatro horas, su hermana tenía razón ¡Era un pervertido! ¡Y Viktor era todo un caballero! ¿Dónde estaba el orgulloso Yuuri Katsuki? ¿Desde cuándo su cabecita maquilaba tan sucias ideas? ¿Por qué estaba un poco decepcionado por aquel inocente beso? Fue una larga noche de auto-desprecio.


A la mañana siguiente su aspecto era fatal, apenas pudo pegar el ojo en toda la noche, el tenue aroma del alfa se colaba indiscreto bajo la puerta, incitando a sus adolescentes hormonas a revelarse, ni siquiera se atrevió a tocarse por el miedo de ser descubierto por sus feromonas, tuvo que huir al baño y hacer lo mejor que pudo para volver con la mente más clara.


Durante el desayuno vio al extranjero de lo más calmado, parecía haber descansado de lo lindo, aunque claro, el venía de un largo viaje y un horario distinto, quizás había caído como un tronco no más tocar la almohada, le fulminó con la mirada por pura envidia, confundiendo al mayor que hizo una extraña mueca desconcertado.


 


 


-¡Yuuri! –alzó un poco la voz al ver que el aludido le ignoraba- no tenemos que salir sino quieres –suspiró con decepción, alcanzando al omega después que éste subiera corriendo una escalinata, dejándole atrás.


-Eres nuevo en el pueblo, mi deber es enseñarte los sitios turísticos –soltó con simpleza, volteándose a verlo con fingido desinterés.  


-Desde la mañana pareces molesto ¿Hice algo malo? –frunció el entrecejo un tanto confundido.


-Realmente no… -se aproximó a una máquina expendedora, ingresando unas cuantas monedas- ¿Te gusta el café?


-Eh… sí, con leche… -respondió en automático.


-Oh… Pensé que serías más de café negro –alzó las cejas, tecleando en el tablero digital del aparato, al momento un par de latas cayeron y le extendió la correspondiente al ruso.


-Vaya, está caliente –susurró sorprendido.


-Sí, en otoño e invierno las maquinas cuentan con calefacción… -restó importancia, curioso ante algo que era natural para él- siento si he sido grosero, tómalo como una disculpa –luchó contra el bochorno que sintió al admitirlo, desviando la mirada al paisaje.


-No es nada –sonrió con mejor ánimo.


-Estamos en el mirador de Hasetsu… -desvió la conversación- desde aquí puedes observar toda la ciudad –aseguró, guiándole a las bancas del pequeño parque.


-Es hermoso –dijo con admiración, tomando asiento al lado del más joven.


 


 


Pasaron unos cuantos minutos en completo silencio, sólo sintiendo la brisa marina y la tranquilidad, tomaban sus bebidas con pausa, olvidándose por un momento de quienes eran, entonces Yuuri lo recordó, eran una pareja Alfa-Omega, una unión “destinada”, misma que le arrebataría de su monótono pero dulce hogar. Se estremeció por una especialmente helada corriente de aire, los cambios en su vida serían drásticos a partir de ahora, se mordió los labios con ansiedad, su cabeza le atormentó de golpe ¿Qué pasaría a partir de ahora? ¿Es que Viktor sólo esperaba a que fuera mayor de edad para reclamarle sin ninguna restricción legal? ¿Se lo llevaría a Rusia en cuanto se graduara? ¿Qué quería Viktor de él? ¿Una pareja, un ama de casa,  un vientre para sus hijos? Se negaba a creerlo, él no era así, Viktor no le haría eso, pero la incertidumbre le invadía, nublaba su mente y justo ahora que le tenía tan cerca era consciente de que todo apenas había comenzado, eran prácticamente un par de desconocidos. Enfocó la vista en el atractivo perfil de su acompañante, titubeó, pero al final se armó de valor.


 


 


-Viktor… -se maldijo por dentro, su voz se había escuchado especialmente lastimera.


-¿Sucede algo? –por la expresión que le regresó, pudo percatarse que él también lo había notado.


-Tengo muchas dudas de… lo nuestro -su gesto se amargó, rompiendo la burbuja de ensoñación entre ambos.


-Todo estará bien –aseguró- te esperaré, no tienes por qué forzarte, todo fluirá poco a poco.


-¿En cuánto tiempo? –apretó sus puños.


-El que necesites –desvió nuevamente su vista al paisaje.


-Eso no es verdad, tú lo dijiste, nos casaremos cuando termines la universidad –le reprochó.


-Para eso falta tiempo y si no quieres, podemos aplazarlo –soltó sus hombros con resignación.


-Viktor… -le tomó de la tela de su chaqueta- ¿Qué es lo que tú quieres? Yo… -sus ojos se conectaron- Yo no sé lo que quiero, tengo miedo.


-Oh, Yuuri… -las gafas no impidieron ver  que aquella brillante mirada de iris castaños le indicaba un sinfín de inseguridades, como si en cualquier momento rompería a llorar, le abrazó, protegiéndole en su pecho, intentando calmarlo con sus feromonas- lo que tú quieras está bien, si quieres que nos casemos a los cuarenta, no importa.


-No seas tonto… -le reprendió con voz ahogada, riendo sólo un poco.


-Mis planes pueden modificarse, ya he esperado bastante, un poco más no importa… -acarició su cabeza, besándole la coronilla- me gustaría que estudiaras algo, lo que tu quisieras, claro que me encantaría vivir en Hasetsu, es hermoso, pero tengo responsabilidades en Rusia, no puedo dejarte solo aquí, incluso papá me ayudó a conseguir un departamento a buen precio, me tardé en contestar tus cartas por el papeleo de la universidad, estoy haciendo mis pasantías en la empresa de mi familia, he ganado mi propio dinero a base de esfuerzo, no quiero que me regalen un solo rublo, aunque con madre eso es algo difícil, un Nikiforov no puede recibir un salario mínimo –río nervioso ante el recuerdo.


-¿Compraste un departamento? –levantó tímidamente su cabeza, sin apartarse del contacto.


-Bueno… técnicamente es un adelanto de nuestro regalo de bodas y parte de mis ahorros, con lo que recibo de mis practicas no podría costearlo, además no quiero tocar de mis acciones por el momento.


-¿Tienes acciones? –sus ojos se abrieron de par en par.


-Eh si… algún día cuando madre se retire, seré el dueño mayoritario de NK-Corp –suspiró.


-¿Qué tipo de compañía es? Nunca me has contado al respecto –preguntó curioso.  


-NK-Corp es una cadena de hotelería y entretenimiento, es algo importante en el noroeste de Europa…


-Suena impresionante, sabía que eras un niño rico –se burló, pero el gesto del otro se endureció- lo siento.


-No, no te preocupes, es sólo que no me gusta hablar mucho de ello, pero era algo que tarde o temprano debemos hablar –suspiró, intentando sonreír sin lograrlo del todo.


-Cuando te sientas listo puedes contarme –dijo con seriedad.


-No utilices mis propias palabras en mi contra… -le tocó la punta de la nariz con su índice, aligerando un poco el ambiente.


-Viktor… -su mirada comenzó a titilar con un especial brillo, sus mejillas se sonrojaron- no estoy muy seguro de que quiero, pensé que me vería obligado a casarme con el alfa que me reclamara, la verdad tenía bastante miedo, pero estoy agradecido de que ese alfa seas tú, eres una maravillosa persona, no tenemos mucho tiempo de convivir frente a frente pero sé que eres sincero, nunca has intentado forzarme y eres muy paciente conmigo, no tengo nada especial, soy un omega defectuoso y amargado… aun así me tratas como lo mejor que te hubiera pasado en la vida… no puedo evitarlo –sonrió con una inusitada dulzura- Viktor…  -sus feromonas revolotearon a su alrededor- me gustas mucho.


-Yuuri… -sus pómulos y la punta de su nariz se tintaron de rosa, su aroma danzó junto el otro como respuesta, mezclándose rápidamente- tú también me gustas mucho, cada parte de ti me encanta –juntó ambas frentes haciendo un gesto cariñoso, su abrazo se estrechó más, como si intentaran trasmitir en total su emoción en aquel agarre.


-Viktor… -susurró con sus labios temblando, perdido en aquel cielo despejado que eran los orbes del mayor.


 


 


Como si hubiera sido un sutil pedido para sellar aquella declaración, el nombrado cortó la poca distancia entre ambos, regalándose un cálido beso dulzón que les hizo tiritar, envolviéndoles en un coqueto pero puro olor empalagoso. Dejándose llevar por el instinto, contrario al día anterior, sus bocas tomaron un tímido movimiento, saboreando el aliento de cada uno, los pequeños residuos de saliva, la electrizante sensación de sus pechos y el revolotear en sus estómagos. Es imposible saber cuánto tiempo duraron así, tan ensimismados en ellos, en su contacto, pero cuando se separaron, era claro que algo había cambiado, sus miradas les delataban, así como la perpetua sonrisa.


 


 


-Prometo esperarte –le acarició la mejilla con ternura.


-Después de esto, dudo mucho que sea yo el que pueda esperar –admitió aun aturdido.


-En siete meses es mi graduación, tienes hasta entonces para pensarlo, tómalo con calma, aunque cada día será un tormento sin ti.


-Cállate –objetó escondiendo su rostro- sólo cállate.


-No te avergüences Yuuri –rio divertido.


-¿Cuándo te irás?


-Mañana por la madrugada –suspiró.


-¿Qué? –le enfrentó con sus parpados sumamente abiertos- eso es hoy en la noche ¿Por qué tan pronto?


-Vine sólo de fin de semana, no podía esperar hasta las vacaciones de invierno para hacer éste viaje, quería darte una sorpresa antes de tu cumpleaños –metió la mano en su chaqueta, sacando una pequeña cajita de terciopelo- son cosas que se deben dar en persona.


-¡No! –soltó en automático, negando lo que estaba pasando.


-¿Eh? ¡Pero aún no he dicho nada! –su rostro se desencajó.


-No, no, no… -se tapó la cara golpeándose con sus gafas- pro-prosigue… estoy... Nervioso.


-Yuuri, tienes que mirarme para esto… -se quejó.


-¿Así? –asomó sus ojos por entre sus dedos.


-¡Yuuri! –reprochó.


-¡Está bien! –en un brusco movimiento puso sus manos sobre su regazo y le vio lo más serio posible, más rojo que un tomate.


-Ok… -se aclaró la garganta- Yo… ¿Quieres que me hinque? –preguntó no estando muy seguro, su pantalón era de un color bastante claro.


-¡No lo sé! ¡Tú eres el que se está proponiendo, idiota!


-¡Yo también estoy nervioso!


-¡Sólo hazlo rápido!


-¡Yuuri es un egoísta, corta todo el romance!


-¡Viktor Nikiforov! ¡Dilo ya!


-¡Cásate conmigo! –dijo casi en un grito, abriendo la caja y mostrando su contenido mientras hacía una media reverencia, ocultando su rostro entre el hueco de sus brazos.


-¿Eh? –creyó que quizás la discusión se extendería más, por lo que le tomó desprevenido, viendo de lleno la sortija plateada con incrustaciones de piedras preciosas aguamarina.


-Yuuri, di algo… -la voz del ruso se escuchó penosa, fue cuando reparó en sus orejas que estaban rojas.


-Claro que si… -soltó una risilla- tonto –tocó el remolino de cabello plateado que acababa de descubrir.


-Yuuri… -levantó su cabeza y cubrió su área atacada, poniendo ojos de cachorro.


-Vamos –alentó, ofreciendo su mano entre alegre y aún ansioso.


-Sí –suspiró, tomando la argolla para colocársela al japonés- éste anillo será la prueba de que esperaré por ti, no importa lo que pase, una parte de mí siempre estará contigo –guío sus labios a la joya que descansaba en su sitio definitivo.


 


 


Mentiría si dijera que no acabó más que encantado, ahí estaban de nuevo envueltos en un aura que los alejaba de la realidad, el ruso le había tomado de la mano y entrelazado sus dedos mientras se incorporaba para invitarlo a seguir caminando, le siguió sin dudarlo, ni siquiera se lo cuestionó, apoyó su cabeza en el hombro contrario provocando una melosa caricia entre ambos, frotándose entre sí, impregnándose con el olor al otro, Yuuri quería estar en sus brazos para siempre. Pero el tiempo corre y no perdona a nadie, las horas pasaron rápidamente, el japonés se permitió aprovecharlo, sin importarle quien estuviera enfrente se dejaría llevar por la agradable sensación en su pecho, esa que ingresaba por su nariz como un dulce perfume de tierras lejanas y frías, Viktor era sin duda su pareja destinada.


Escucharon la voz amable pero automatizada por los altavoces del aeropuerto, todo el camino allí se la habían pasado pegados el uno al otro, Toshiya se ofreció a llevarlos para que se despidieran hasta el último momento, mismo que fue por un café para darles su espacio. Estaban sentados en un área de espera, muy pocas personas pasaban por allí, era casi la una de la madrugada del domingo, aun así les quedaban pocos minutos antes del abordaje, se abrazaron con fuerza, queriéndose fundir  en un solo ser para nunca más separarse, pero era más que imposible, el europeo parecía especialmente trastocado, sus feromonas le delataban y generaban en el omega la necesidad de confortarlo, algo en su interior dolía, se habían escogido pero no enlazado, causándoles gran malestar. Se vieron a los ojos largos segundos, con sus miradas cristalizadas, aguantando sus emociones, Viktor le tomó de las manos, besándole los nudillos y deteniéndose con especial anhelo en aquella sortija, el menor se estremeció dejando salir un aroma escandaloso que llamó la atención de más de uno, pero no les importada, siquiera se dieron cuenta.


 


 


-Vendré por ti cuando lo desees, llámame cuando me extrañes, mándame cartas cuando necesites mi aroma, responderé sin importar el horario o el trabajo –besó su frente sobre el ojo izquierdo.


-Lo haré –aseguró, tomando entre sus manos las del mayor.


-Dejé el saco de mi traje en el closet, sé lo mucho que te gustó, consérvalo –sonrió.


-N-no, no era por eso –se sonrojó, desviando la mirada.


-Sé por qué lo es… -soltó una leve risilla- te extrañaré –confesó.


-Yo… -su rostro se contrajo, no quería llorar por algo así, sólo habían convivido poco más de un día, pero era tan doloroso, no podía decir nada más o se rompería en llanto, simplemente se dejó llevar, tomó el rostro del más alto con ambas manos y con los pies de puntillas le besó.


 


 


Sus labios se juntaron en un casto beso agridulce cargado de diferentes emociones, el más alto le abrazó por la cintura atrayéndolo más y pronto la caricia entre sus bocas comenzó a cobrar vida propia, si bien habían ignorado el espectáculo que exponían a base de acciones y feromonas, el sabor del contrario les recordó la triste agonía de sus instintos, aquel que les susurraba con vehemencia que tomaran medidas desesperadas para no alejarse, el omega le tentó, el alfa le envolvió, pero el razonamiento les frenaba haciéndoles sufrir, cortaron su contacto cuando aquella voz mecanizada avisó  que ya era hora.


Caminaron de la mano a la fila que se formaba para el abordaje, el de cabellos platinados secaba disimuladamente la orilla de sus parpados con un pañuelo de papel, negándose a que sus lágrimas se desbordaran pues sería duramente criticado por su condición, se sentía observado, causándole una sutil ansiedad. Cuando las personas empezaron a avanzar, el joven Katsuki se desprendió de su bufanda y la colocó en el cuello del ruso.


 


 


-Para que no me extrañes –sonrió con timidez.


-Yuuri –le devolvió el gesto aunque poco se veía al estar envuelto hasta las narices por la mullida lana, sus azules iris delataban su emoción.


 


 


Fueron separados por el listón para el ingreso, pero no se apartó del lugar hasta que lo perdió de vista, entonces su padre se acercó tomándolo del hombro, inmediatamente escondió su rostro en el pecho del beta que le abrazó al verlo temblar. El regreso a casa fue devastador, pero se repuso, sólo debía esperar un par de meses para las vacaciones de invierno y volvería a estar con él, con esa idea en mente se mantuvo firme, esperanzado con su regreso. 


 


 

Notas finales:

 

Espero hayan disfrutado de éste capítulo n.n

Siendo sincera la parte del aeropuerto estuvo a poco de no existir, pero al final, justo antes de darle "publicar", una parte de mi creyó justo escribirla, así  que váyanse acostumbrando, me gusta el drama xD El siguiente capítulo ya lo estoy escribiendo, me he atorado un poco pero creo que estará a tiempo para la próxima semana, quizás me lleve un poco más el capítulo 4, hay un par de cosas que quiero abarcar y no sé si terminarán dividas entre ambas partes, lo que me hace pensar que esta historia no terminará entre los 10 a 15 capítulos previstos sino en unos 20, pero el tiempo lo dirá.

Si el fic les gusta, no duden en seguirlo y dejar comentarios, pueden recomendarlo para que más personas lo lean ;)  

Matta nee~ 

 


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