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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 


¡Hola!


No se pueden quejar, he sido puntual y he traído un cap por semana, justo cuando comienza a ponerse interesante, ¿Verdad? ;) 


Agradecimientos a:


elena


Marii


 


Sin más el fic ;) 


 

 


Sus jadeos se escuchan como un eco en aquella habitación, le tiene sin cuidado, no hay nadie quien delate sus acciones, siente el frío piso bajo su piel desnuda, hirviente y sudorosa, no teme resbalar porque alguien en su espalda le sujeta con seguridad, sus manos entrelazadas en una muda promesa, sus respiraciones entremezclándose para ser una misma, sus rodillas tiemblan ante el movimiento de la pasional unión, le cuesta pensar, no ahogarse con las feromonas que se impregnan en él como un tatuaje invisible, sus muslos están empapados, de su esencia, de otra ajena, acorralado, no quiere huir, la columna se arquea obedeciendo al instinto, su vientre se llena de un calor que le quema y aturde, de sus labios tan sólo salen balbuceos, sus ojos se derraman en lágrimas de éxtasis.


 


 


Yuuri —Pronuncia su acompañante en un suspiro hambriento.


 


 


Aquella voz le estremece cual corriente eléctrica, su omega interior responde con una desenfrenada descarga de olor, apretando aún más su esfínter y reteniendo aquel grueso nudo que todavía le provoca réplicas de placer, por sí solo ronronea a los mimos en su nuca, pues se sabe suyo en más de una forma, eso le encanta, calma la desesperación y mengua su necesidad.


 


 


 


*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*


 


 


 


«La naturaleza humana es simple. Nace como un ser curioso y en blanco que de apoco se va tiñendo de experiencias, aspiraciones, anhelos, vastos sentimientos; mismos que moldean la forma en la que interpretan los sucesos a su alrededor, en como interactúan con otros y trasmiten sus pensamientos».


«Es necesario saber que las personas son criaturas sociables que inevitablemente forjan lazos con sus pares, algunos particularmente en gran cantidad y también lo hacen de distintas maneras, con un gusto único de intensidad».


«Los alfas y omegas no están exentos de ello, después de todo son la evolución misma de la raza, pero ¿Por qué la genética había dado tal salto hacia atrás? Muchos científicos todavía se lo preguntaban, pues aunque “modernos”, con sus habilidades físicas por encima de la norma, los hacía superiores, no había nada más fuerte que un alfa, no existía alguien más resistente que un omega, pero su inestabilidad emocional y el arraigado instinto les hacía hasta cierto punto menos confiables que un beta, o quizás aquel argumento era un vano intento por mantener algo de dignidad entre, los todavía muchos, betas».


La risa de Chris tras decir algunas de aquellas bastas palabras le hizo pensar, pues se enteró hacía escasos minutos la carrera a la que él está dedicando tantas horas de estudio: medicina.  


Con sus lentes redondos graduados y su típica sonrisa jovial les recibió con gran calidez en Zúrich, les llevó a la casa que aun compartía con sus padres, reconociendo inmediatamente los rasgos Giacometti: facciones hermosas, largas pestañas, cabelleras claras, ojos verdes y ambarinos, esbeltos cuerpos, cada uno sumamente apuesto, adornando el salón con exquisitas fragancias. Podía notar entonces con suma facilidad el parentesco de su esposo con aquella familia ahora que tenía un punto de comparativa mayor, Viktor no podría negar su sangre.


 


 


—Te prestaré a mi bebé por estos días —Chris le guiña el ojo al ruso— cuídalo bien.


—Ni que lo digas —Viktor suelta una suave risa, acepta las llaves que le son ofrecidas.


—¿Todavía recuerdas el camino? No has venido desde la graduación de la preparatoria —Comenta un poco preocupado el de ojos verdes.


—Nada que el GPS no pueda refrescarme —afirma con optimismo.


—¿Será un viaje largo? Dijiste que sólo estaba a diez kilómetros de la ciudad —se incorpora Yuuri a la conversación.


—Oh, bueno, de la ciudad más cercana, debemos viajar por carretera un par de horas, comprar algunos suministros y recorrer otros treinta minutos a partir de allí —explica a su esposo.


—No te preocupes —interrumpe el rubio—, el abuelo mandó surtir la despensa cuando le dije que planes tendrían —mueve las cejas coqueto.


—Chris —entrecierra los ojos azules con las mejillas sonrosadas—, no tenías por qué hacerlo.


—Sabes cómo es el abuelo de entusiasta con la genética —se encoge de hombros el suizo—, sólo quiere que el linaje perdure, Yuuri, den su mejor esfuerzo —anima burlón.


—Pe-pero no vamos a… —supera el tono colorado en el rostro de su marido.


—No te resistas a tu naturaleza Yuuri —le palmea el hombro—, suficiente es lidiar con la de Viktor.


—¡Chris! —objeta aun avergonzado el aludido— no eres precisamente alguien que pueda mencionar algo al respecto —señala.


—Creo que ya casi es hora de ver a mi novio —Chris rehúye del comentario al observar su reloj de pulsera.


—Te encontró ¿Verdad? —la voz de Viktor se vuelve seria.


—Sí, pero no quiero hablar de ello —una mirada es suficiente para acabar con el tema—, bien —sonríe de nuevo—, buena suerte tortolitos.


 


 


El japonés analiza la escena donde una extraña tensión corta el ameno momento que compartían, de repente el de ojos verdes se había esforzado en aparentar, entendiendo el mensaje, su esposo siguió la corriente a su amigo, se estrecharon en un fuerte abrazo y seguido él también fue víctima de la efusiva despedida, sólo habían pasado una noche allí para reponerse del viaje, varias horas tenían recorridas en avión y otras cuantas les faltarían para llegar a su destino.


 


 


—¿Qué fue eso ultimo? —pregunta el japonés cuando ya se encaminaban a las afueras de Zúrich.


—¿Con Chris? —suspira apesadumbrado el Nikiforov— él siempre ha tenido un problema con eso de encontrar a su gamma, es de espíritu libre y se niega en atarse a una relación por el resto de su vida.


—Entonces eso fue lo que le encontró —intuye Yuuri.


—Sí, evadió por mucho tiempo ingresar sus datos al banco genético, tener influencias le hizo saltarse varios filtros, pero el destino es caprichoso, la conoció por casualidad y no quiere volver a contactarla —relata brevemente.


—¿No sintió la conexión? —cuestiona sorprendido.  


—Vaya que la sintió —ríe—, pero su terquedad ha sido más fuerte, sobretodo porque su pareja es una mujer —menea la cabeza con un poco de diversión.


—¿Qué tiene eso de malo? —el menor levanta una de sus cejas sin comprender.


—A Chris le gustan los chicos —revela Viktor—, no importa de qué género, sean alfas o betas… no le gustan los omegas y le son indiferentes las chicas, pero a pesar de eso él quedó deslumbrado con ella y le cuesta mucho admitirlo, “por lo menos es una alfa” eso dijo —aclara con ello el contexto.


—Espera ¿Chris no es un alfa? —comenta analítico.  


—Creo que ya tuvimos ésta conversación —sonríe con sus labios corazón.


—Es verdad ­—recuerda Yuuri—… Debe ser difícil para él.


—Un poco si, tiene que hablarlo con su actual novio, él es un beta, será aún más complicado —vuele a suspirar—… Se lo advertí, por eso nunca quise tener una relación con nadie, no se puede huir tan fácil del destino.


—Seguro eras muy popular ¿De verdad nunca saliste con alguien antes de mí? —indaga interesado.


—Claro que no —el mayor frunce las cejas ofendido—, nunca tuve particular interés en nadie.


—¿De verdad? —sonríe malicioso— Yo llegué a salir con un chico en la secundaria —miente esperando su reacción.


—¿Ah sí? —reacciona escéptico— creí que habías mencionado en nuestras cartas que no te interesaba relacionarte o salir con alguien.


—Bueno, quizás haya mentido un poco —el japonés sigue con el juego aguantando las ganas de reír cuando éste se pone tenso.


—Yuuri, no es gracioso si voy conduciendo —bufa.


—¿Te estás sintiendo intimidado por un niño de secundaria? —puntualiza travieso el más joven.


—No –gruñe tratando de ignorarlo.


—Puedo oler tus celos ¿Sabes? —ahora si una risa bajita se le escapa.


—Deja de bromear con esas cosas, es incómodo, además es peligroso si… —Viktor calla al sentir a su esposo recargarse en su hombro.


—Tonto~ —pronuncia levemente divertido.


Yuuri es el tonto —murmura entre dientes haciendo un mohín con sus labios, pero igualmente aprovecha la situación para frotar sus cabezas antes de tomar la carretera.


 


 


Durante el camino hicieron escalas para disfrutar del verde paisaje con escarpadas montañas de fondo, capturaron varias fotografías donde posan juntos, algunas de ellos por separado. El japonés guardó con anhelo una donde su amado luce especialmente atractivo, la colocó de fondo en su celular y como un enamorado sonrió segregando una adorable fragancia. Compartieron incontables besos en cada descanso, llenándose del amor del otro.


Una intersección marcó el destino, de curvas sinuosas y estrecho espacio, recorrieron el largo tramo de la arbolada hasta que el pavimento terminó en empedrado, allí en una imagen acogedora, la cabaña de dos aguas se asoma con sus fuertes vigas de madera, techo de acomodadas tejas y paredes de cantera.


 


 


—Es enorme —admira Yuuri, mientras saca su maleta de la parte trasera del coche-… muy bonita.


—Tiene once habitaciones, podemos escoger la que más te guste —ofrece el ruso.


—Cualquiera estará bien —declara emocionado.


—Te recomiendo la que está en el segundo piso al final del pasillo, tiene una vista preciosa —la acorazonada sonrisa adorna sus facciones.


—Esa será entonces —acepta el joven asiático.


 


 


Ya instalados deciden almorzar, revisan la  gran alacena y se deciden por algo bastante sencillo, sándwiches, fruta y té caliente.


Viktor relata la historia del lugar, de cómo contadas ocasiones durante los días festivos lo pasaba con Chris allí, la fiesta de cumpleaños que el clan le había organizado y la primera vez que Makkachin le acompañó a recorrer los campos que rodean el sitio.


El menor le escucha atento, contagiado por la nostalgia que éste le trasmite, dejando por completo de lado los amargos recuerdos de la preparatoria, nota que en ningún momento estuvo solo del todo y eso le hace feliz.


 


 


—Podríamos pasear el resto de la tarde o no sé si prefieras pasarlo adentro —el mayor comenta dispuesto.


—Hace un buen día, creo que prefiero salir, cuando regresemos quisiera tomar algo de chocolate caliente, en el armario vi una lata de cocoa, sería tan “típico” —los ojos del japonés se iluminan.


—Me alegra verte tan entusiasmado —le toma de la mano para besársela—, vayamos entonces —entrelaza sus dedos.


—Viktor, tus mejillas están rojas ¿Qué planeas? —coquetea.


—¿Lo están? —se sorprende, con su mano libre palpa el lugar señalado.


—Espera… ¿No estabas pensando en algo sucio? —Yuuri detiene su andar.


—¡¿Qué?! ¿Có-Cómo podría hacerlo? Acabamos de llegar… o ¿Acaso tú sí? —pregunta tímido.


—¡Olvídalo! —quien está más ruborizado es él al notar su mala interpretación— Es mejor salir al aire fresco —se abanica con su palma libre.


—Si no quieres está bien, Yuuri —sugiere con pena.


—Oh… N-no… Yo… —tartamudea repetidas veces al notarse delatado— ¿Q-Qué quieres tú? —no logra elevar su mirada por el bochorno.


—Lo que Yuuri desee —contesta con suave voz.


—¡Viktor! Esa no es una respuesta —un sutil aroma a roble llega a su nariz haciéndole alzar su cabeza, se topa con los profundos ojos azules y un par de entreabiertos labios—… Creo que podemos hacer turismo mañana…


¿Hasta mañana? —susurra en un trance al ser tomado por la nuca.


—Hasta mañana —sentencia para sucumbir a la necesidad de besar a su esposo.


 


 


Tantean, sin separarse, el camino hacia la sala donde se dejan caer en uno de los grandes sofás.


Yuuri se cuestiona por unos minutos el por qué tan repentinamente se sintió tan atraído por el ruso, pues de sólo verle su interior se estremeció, ardiente por una lujuria incontenible y parecía no ser el único, Viktor respondió la señal con suma obediencia, como si sólo estuviese en espera de que jalara del gatillo.


Eso ya no se trataba de la abstinencia, pues en casa no hubo día que pasara sin alguna muestra de afecto subida de tono. Sus clases habían concluido por lo que dedicaba todo su tiempo a “reforzar la relación”, tanto así que olvidó llamar personalmente a la Doctora Leroy para recoger la receta con sus anticonceptivos, la mujer tenía la agenda llena pero amablemente se había ofrecido a darle algunas recomendaciones.


Estaba siendo muy descuidado.


Pero no podía pensar en más nada, su mente se perdía con cada beso, en los toqueteos torpemente reducidos del alfa, su cuerpo reacciona involuntario, dejándose llevar por el sucio placer que le aturde, quiere cada vez más, que le acaricie bajo la ropa o en el mejor de los casos que se la quite y no importa si lo muerde dejando marcas por su piel, lo quiere hasta lo más íntimo de su ser.


 


 


—Yuuri… los condones están en… la maleta —logra formular en el pequeño espacio entre sus bocas cuando alternaban la posición de los rostros.


—Hagámoslo así —jadea separándose un poco, aun encima del mayor, arroja lejos su propia chaqueta y con lentitud sube su camisa.


—Yuuri, no debemos —rebate, hecho que contrasta con la intensa mirada que le dedica.


—No estoy cerca de mi celo, está bien —mueve sus caderas para incitarle.


—Vayamos arriba —se sienta para quitarlo.


—¿Seguro? —dibuja su mejor cara lasciva, apresa en sus brazos el cuello del mayor.


Yuuri —advierte gruñendo, le carga en un arrebato hacia el segundo piso.


 


 


Quizás es un poco masoquista, probablemente fuera su naturaleza omega o algo más, pero ver molesto al siempre caballeroso y considerado Viktor, elevaba su excitación con suma rapidez.


Le encanta fastidiarlo, llevarle hasta el límite de su paciencia, eso en los últimos días ha sido bastante fácil, como tenerlo comiendo de su mano, termina haciendo lo que él quiere.


Teoriza que reprimirse por tanto tiempo le hizo mella en su comportamiento sexual, ha desatado a la bestia que está muy dispuesto a saciar hasta las últimas consecuencias. Sabe que está mal, que no debería jugar con algo tan peligroso como lo es un alfa frustrado, pero no puede evitarlo, su calentura en ocasiones parece más fuerte que su razón.


Ruedan sobre el colchón debatiéndose en una lucha por quien dominará el encuentro, su esposo ya no es tan manso y no siempre está de acuerdo en mantenerse tan quieto recostado, pero no se lo pondría tan sencillo, con suaves caricias en la parte posterior de la cabeza platinada logra domarle lo suficiente para vencer en la otra batalla dentro de sus bocas, retirándose como ganador se limpia la comisura de los labios y le sonríe.


 


 


—De acuerdo —admite su derrota, colocando el profiláctico aun en su envoltorio a la vista, cual tarjeta amarilla en un partido de futbol.


 


 


Una risa traviesa se le escapa cuando está por tomarlo, pero en ese momento es girado quedando con el ruso entre las piernas, haciéndole ronronear complacido por el roce de la erección de su amado, recibe besos en su cuello mientras es desvestido, sin embargo él no se queda atrás, masajea el caliente bulto entre ellos con una mano, usando la otra para aplastarle el firme trasero, le escucha gruñir, sus feromonas impregnarle, las respira profundamente soltando suspiros, levanta las caderas y de un rápido movimiento queda desnudo frente aquel hombre que con las palmas temblorosas cubre con latex su pene.


 


 


—¿Tan pronto? —Yuuri observa entretenido, perdiéndose en el torso descubierto y los pantalones a medio quitar.


—Lo siento, no aguanto —jadea colocándose sobre él y rosando con su miembro la intimidad empapada del japonés.


—¿No estabas muy tranquilo mientras almorzábamos? —acuna el ruborizado rostro en sus palmas.


—Eres tu quien no me ha dado tregua —sus ojos azules dilatados le devoran—, haz tratado de incitarme todo el camino con tu olor.


—No es verdad, quien me sedujo en la cocina fue alguien más —levanta una ceja.


—Yo no hice nada —con paciencia va introduciéndose.


—Lo que digas —cierra los ojos y gime ante la sensación.


 


 


Cortando con la feroz escena, ambos se funden en un pausado beso una vez sus cuerpos se conectan, intercambian suaves caricias cual pinceladas de amor, sus gargantas gorgorean en tenues quejidos, se dejan llevar por el acelerado latir en el pecho, la explosión de sentimientos que estremece sus cuerpos, liberan feromonas de singular fragancia, se mezclan y adhieren a cada rincón de sus anatomías.


El instinto les nubla el entendimiento, tienen una tórrida tarde sin poder salir de aquella cama, durante la noche se acurrucan muy juntos, abrazados, melosos, desbordan su enamoramiento con dulces aromas, envueltos en grandes edredones se dan calor a viva piel, ignorando por completo que forman un natural nido providente.


El amanecer se hace notar con los rayos de sol a través de la ventana, Yuuri es el primero en abrir sus ojos, aun adormilado regresa a revolverse en su sitio buscando un mejor acomodo, su espalda toca el brazo de su esposo por lo que se gira en su encuentro, le ve con medio cuerpo fuera de las cobijas, tendido bocabajo, seduciéndole de nueva cuenta con la entreabierta boca que fuertemente suspira, su sueño es pesado por lo que se da la libertad de cubrirlo para evitar que se resfríe, acaricia un  poco su rostro y entonces distingue su alta temperatura.


Viktor siempre ha sido caluroso, una estufa andante para los días fríos, pero por muy que estén cerca del verano, Suiza no es precisamente muy cálida, sobre todo en medio de un bosque en las faldas de la montaña.


Se sienta alertado, piensa una causa de lo que ocurre, palpa distintas partes de la anatomía del mayor, su piel se está volviendo roja y su respiración va agitándose, muecas de dolor comienzan a surcarle la cara, lo ve encogerse para tiritar, gimotea afligido hasta por fin despertarse.


 


 


Yuuri —balbucea afiebrado— ¿La calefacción se estropeó?


—No —responde mientras le toca la frente— ¿Te sientes bien?


—Estas helado —el ruso tiembla— ven aquí o enfermarás —abre sus brazos.


—Creo que en realidad eres tu quien enfermó ¿Hay algún botiquín en la casa? —indaga pensativo.


—Uno en el baño del pasillo y otro en la cocina —responde sin meditarlo mucho.


—Revisaré si tienen un termómetro —el japonés gatea para bajar de la cama.


—Yuuri, no te vayas, quédate conmigo —ruega.


—Sólo será un momento —se detiene al ver aquella mirada suplicante en el mayor, regresa sus pasos y cuando está a punto de besarle en la coronilla éste lo ataca rodeándole entre sus brazos y cobertores— ¡Viktor! —ríe.


Quédate aquí —le susurra al oído—, debemos dormir un poco más.


—Viktor, podrías empeorar —dice preocupado, soba con delicadeza la espalda del ruso.


—No, no, no —pronuncia ansioso—, todo estará bien —olfatea los oscuros cabellos—, tranquilo —su olor reconfortante sale.


—Viktor, estoy bien, tu eres quien se está alterando —intenta separarse pero es inútil— ¡Viktor! —utiliza su “voz” y le toma de la nuca como a un cachorro, recordando aplicar algunos consejos de Antoine que parecían funcionar.


Yuuri —gimotea soltándole.


—Estás actuando como un niño mimado —resopla al calzar sus pantuflas al mismo tiempo que levanta algo del suelo para ponerse.


—¿Puedo ir contigo? —pregunta sumiso.


—Ok, eres mi niño mimado —suspira cayendo por los brillantes ojos azules.


 


 


Cual capa, lleva al platinado tras su espalda, envueltos en el cobertor son como un fantasma de cuatro piernas y dos cabezas.


El japonés rebusca en las puertas del lavabo hasta encontrar la dichosa caja de primeros auxilios, se sorprende al no solo encontrar vendas y apósitos, sino  también gran cantidad de supresores, condones y anticonceptivos, se sonroja al recordar los comentarios de Chris.


 


 


—Ve a sentarte al retrete, tomaré tu temperatura —ordena aun avergonzado.


—¿Descansarás en mis piernas? —sus labios forman un corazón.


—No —resiste el impulso de seguirle la corriente, coloca el termómetro en la axila del otro.


—Dame un beso —pide con una sonrisa enigmática.


—¿Es así cuando te enfermas? —evade el contacto visual, colocándose nervioso de repente— a excepción de tu celo, nunca te he visto —un escalofrío sacude su cuerpo al percatarse de lo que ha dicho—… No, no, no, no, no —repite alterado, regresa al botiquín para volver con una caja de inhibidores en la mano—. Toma esto por si acaso —se ha tornado pálido.


—Todavía no es mi celo —Comenta el platinado, sin embargo obedece tragando las pastillas.


—¿Cu-Cuándo llega? —se abraza a sí mismo con ansiedad.


—Debería ser en unas tres semanas, ven aquí —palmea sus piernas.


 


 


Esas pupilas dilatadas no le dan buena espina.


Se lamenta por no reconocer los indicios del celo antes; la última vez Viktor comenzó siendo posesivo, meloso, segregando feromonas por doquier, con fiebres altas y peticiones demandantes, sería la primera vez que se enfrente a él así, solo.


Cauteloso accede a tomar asiento en el regazo del mayor, revisa el pequeño aparato digital una vez éste suena con su típico pitido, sólo es febrícula pero podría ir en aumento, analiza que hacer, su esposo no está en sus cinco sentidos y su parte omega le empuja a seguir los deseos de su pareja.


Una vez toman un rápida ducha, le arropa en la cama con la promesa de preparar el desayuno, éste acepta no muy conforme pero debilitado y adormecido se queda allí, Yuuri baja ya vestido con el teléfono del ruso en la mano, decide contactar a Chris.


 


 


Estás en problemas~ —se burla el Suizo tras la linea.


—¡Lo sé! ¿Qué hago? —responde apresurado— Hablamos de su primer celo, sé los detalles —informa—, pero cuando llegamos a Rusia para la boda fui testigo de cómo los síntomas se agravan, sé que no me haría daño pero ¿Cómo le controlo?


En el botiquín debe haber lo necesario, dale inhibidores y calmantes, hay inyectables de emergencia, el abuelo piensa en todo, además nuestra sangre tiene resistencia a la mayoría de los productos de farmacia, los que hay en la cabaña son especiales, será suficiente con eso —le tranquiliza.


—Gracias, Chris —suspira.


Aun así —hace una pausa—… en el segundo piso hay una trampilla en el techo que te lleva al ático, puedes encerrarlo allí o protegerte en caso de que no funcione… es la primera vez que lo pasará contigo, ten cuidado.


—¿No podrías ayudarme? —suelta un poco asustado.


Sería peligroso —admite—, el instinto de Viktor podría dispararse si entra en contacto con otro alfa estando su omega de por medio, ten paciencia, usa tu “voz” si se sale de control, su reflejo será protegerte, dudo que te lastime.


—Lo haré entonces —intenta darse valor—, gracias de nuevo Chris.


No hay de que~ —su jovial tono pasa a uno serio—, también toma tus supresores Yuuri.


—Oh, yo estoy bien —asegura.


Tómalos —insiste—, te deseo suerte, “Petit”.


 


 


La llamada termina e inmediatamente saca una silla del comedor para descansar en ella unos minutos asimilando la situación.


No siente desagrado de pasar días enteros en la cama con su esposo, es incluso excitante pensarlo, lo que le aflige es ser marcado en el proceso, ambos podrían perder la cordura, los anticonceptivos serían anulados por las células alfa que se mezclarían con las suyas, provocando un celo residual por enlace, de ahí no saldría sin cachorros.


Maldice el momento que negó ser mordido en casa, pero ¿Cómo lo sabría? Además, siendo Viktor tan precavido ¿Cómo es que no se dio cuenta de las fechas? Quizás de verdad se le había adelantado ¡¿Qué haría ahora?! No puede simplemente encerrarlo y esperar lo mejor, su instinto sucumbirá de cualquier forma al del Nikiforov.


Está en problemas, la frustración se derrama por sus mejillas.


 


 


—Yuuri —es confortado en un cálido abrazo— ¿Por qué lloras?


—No es nada —concede el mimo, oculta su rostro en el pecho de su pareja.


—Sentí que algo no estaba bien y pude olerte desde las escaleras —frota su mejilla en la negra cabellera— ¿Qué pasa?


—Entrarás en tu celo y yo —se quiebra empezando a explicar—… no quiero tener cachorros todavía.


—Yuuri, vamos, no te preocupes —levanta la cabeza del menor con un delicado toque en la barbilla—… serán preciosos.


 


 


Una gran sonrisa de emoción en aquel apuesto rostro le hela la sangre, deja de respirar un momento por el shock al notar que esa persona que tiene al frente ya no es Viktor, sino un alfa decidido a embarazarle.


 


 

Notas finales:

 


Regresando con éste cap, sé que a muchas personitas les romperá el corazón lo ultimo, todo parecía ir miel sobre hojuelas, pero recuerden que acá las cosas del instinto no son bonitas, veremos como le va a nuestro pobre Yuuri los días que dure el celo de Viktor~ 


Viktor, ahora puedes tener tu venganza (?)


Pero no teman, como ya les comenté en algún cap anterior, éste fic se ha visto suavizado por el bien de la trama, sino muchas comenzarían a tomar cloro desde aquí... o quizás desde unos tres caps antes xD


Como se habrán imaginado, los primeros párrafos son el adelanto de lo que se viene, vayan preparando los pañuelos desechables (?) y leanlo en un lugar privado, lejos de sus familiares en éstas fiestas(?)... Yo solo les advierto desde acá, si me lo piden pondré una imagen bien hard al principio y al final~ 


En fin, éstos dos no se llevaron a los cachorros para ser más prácticos, además como dijo Viktor en la parte anterior: "no tendrán tiempo" ¬w¬  Aunque realmente han empezado con su luna de miel no más llegar, tendrán tres semanas aislados en aquella cabaña y esto apenas comienza~


Ahora las preguntas:


 


¿Quién piensan que sea la pareja gamma de Chris?


¿Veían venir el celo de Viktor? (Más de una personita sé que sí)


¿Por qué ninguno de los dos se dio cuenta?


¿Realmente de aquí Yuuri no sale sin su bendición? 


¿Se enlazarán?


¿Qué les parece el proceso del Viktor (psicópata) en celo? 


¿Se darán mucho amor?


¿Qué tanto de lo que pasó en éste cap fue inconsciente por parte de ambos?


¿Teorías locas?


 


¡Muchas gracias por leer!


Trataré de actualizar la próxima semana para no hacerles esperar tanto, pero no aseguro nada, son fiestas, así que estaré algo ocupada n.n


Espero, ahora si, contestar a sus comentarios, estoy tentada a responderles en tiempo real para que no se me sigan acumulando n.nU


Nos seguiremos leyendo como siempre~


Matta nee~ 


 


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