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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Aquí les traigo éste zukulento capitulo, espero lo disfruten~

Especiales agradecimientos a:

Marii

Aracelly

lukita

elena

 

Sin más el fic~

 

 


Con la mirada perdida en la bella montaña al fondo del horizonte, su mente divaga haciendo tortuosa la cuenta regresiva, sabe que solo es cuestión de tiempo para que todo inicie, quiere huir de allí, pero su cuerpo no se mueve, el corazón le late fuerte y pausado como repiqueteante taquicardia, está ansioso, sin embargo las ganas de llorar se han esfumado. No, no se ha resignado, pero ya no puede resistirse, no puede abandonarlo.


Acaricia los platinados cabellos con más ternura de la que debería, emborrachado por el amor en las feromonas que le rodean, Viktor descansa la cabeza en su regazo, éste ronronea suavemente mientras retozan en la sala.


Aún no ha pasado nada.


Comparten ratos dulces llenos de besos, no pareciera que su amado esté cerca de entrar en celo, todo es relativamente normal, como una tarde cualquiera en casa después de un día agotador, con su esposo comportándose como un niño necesitado de cuidados y mimos.


¿Por qué será que está tan tranquilo?


¿Tendrá que ver que esté a su lado?


Que cumpla su capricho.


En la ocasión anterior, antes de la boda en Rusia, Viktor durante su celo se había vuelto violento por la madrugada, todavía recuerda los ladridos de Makkachin, como si desconociera por completo a su dueño y quizás por eso el can se había comportado extraño los últimos días, él sabía lo que ocurría, por eso lo evitaba y se mantenía en alerta en el pasillo, como un guardián.  


Las señales siempre estuvieron allí cual espectro fantasmagórico que le perseguía, pisándole los talones y ocultándose en las sombras cuando decidía voltear, se dejó asechar como una presa perfecta que era, igual a esas hermosas rubias voluptuosas en películas de terror norteamericano, pero él no era una chica hueca, no era tan predecible, aun así cayó.


Yuuri volvió a sentir el nudo en su garganta, creyéndose tonto e ingenuo, pues en cada momento pensó que podría tener las cosas bajo control, que su instinto no era dominado del todo por el del alfa, pero eso era uno más de sus autoengaños, estaba empezando a admitir que no puede negar más su naturaleza y aunque eso le caracterizaba, había llegado el momento de afrontarlo.


Es un omega enamorado de su alfa.


Un devoto esposo.


Sumiso a los encantos de su gamma.


Viktor se incorpora, acobija el rostro de su amado entre sus palmas y con dulzura besa una a una sus lágrimas, mima sus parpados, saborea los suaves labios con gran cariño, lentamente, delicado, como lo haría con una flor. El japonés se pierde, corresponde vulnerable al contacto y enreda sus brazos tras la nuca de su pareja, se deja cuidar, que tome todo de él, lo ama tanto que duele negarle las más mínima caricia.


 


 


—Yuuri —respira profundo en su cuello, le toca su silueta con las manos temblorosas.


—Hazlo —sonríe con tristeza, no puede odiarlo, pues aun en ese momento le pide permiso—, está bien.


—Yuuri —los oscurecidos ojos azules le observan un largo rato, quizás asegurándose aun en su delirio, abre los labios pero no dice nada, entrecierra los parpados y con lentitud se acerca a su boca para fundirse en ella.


 


 


Lo escucha suspirar, le apresa necesitado entre sus brazos, las cálidas manos exploran bajo su ropa, acarician la longitud de la espalda que se estremece, se agarran a sus caderas, sabe que contiene su fuerza al delinear los huesos que sobresalen en su cuerpo, el mayor gruñe separándose del beso, esconde su cabeza en el pecho del omega, jadea sacudiéndose, está luchando.


 


 


—Viktor, está bien —soba con cariño la nuca de su esposo.


—Yuuri —entierra superficialmente sus uñas en la piel del menor—, lo siento… lo siento.


—Te amo —besa los platinos cabellos para frotar sus mejillas en él poco después.


Yuuri —gime soltando un poco más su olor—, te amo, también te amo –repite acelerado—, te amo.


 


 


El japonés reprime un grito de dolor cuando los dientes del mayor dejan dos líneas rojizas en su clavícula, la respiración de Yuuri se agita súbitamente al recibir una ronda de besos, lamidas y mordiscos por todo su torso, ahora descubierto, su cabeza se vuelve hacia atrás presa del placer de ser tocado con fiereza, sus entrañas se contraen empapándose con ardor.


Las prendas faltantes son retiradas, sintiendo la piel con piel restregarse, los dedos que juguetean en su interior le provocan morderse los labios en un vano intento por resistirse a gemir. Está recostado en el sillón con sus piernas bien abiertas a merced del hombre que se desvive por impregnarle por completo el cuerpo con su saliva, sus feromonas, su calor.


Lo recibe en un rápido movimiento, de sus labios se escapa un sonoro alarido, ha llegado tan profundo que no puede concebirlo, araña el respaldo del mueble, tirita excitado viendo estrellas tras sus parpados, sin embargo Viktor gruñe arrebatándole de su agarre en la tela del sillón y un poco tosco le guía las manos a su amplia espalda franco-rusa, premiando al menor con húmedos besos cuando entiende la indirecta. Yuuri ríe en sus adentros, incluso la parte alfa de su esposo es infantil.


El vaivén empieza de inmediato llenando la planta baja de sonidos. Yuuri solloza, pero no del dolor, sino por la hipersensibilidad que el instinto le provoca, nunca su compasivo destinado fue tan brusco al unirse a él, por lo que su omega revolotea desatado, dejándose llevar libera sus feromonas en respuesta, creando una tormenta de olores por toda la sala.


Amor. Éxtasis. Protección. Advertencia. Intimidad. Sexo. Promesa.


El menor de repente siente su cara contra el asiento del sofá, Viktor lo había girado, suspira expectante, su piel se eriza al notar el aliento caliente en su nuca, «mientras más rápido fuera, menos doloroso sería», cierra los ojos y estira su cuello con resignación, recibe lamidas allí inmediatamente, su corazón se acelera todavía más, se aferra a un cojín con sus manos temblorosas por la ansiedad, la nariz del mayor se entierra en los oscuros cabellos aspirando hasta reducir el diafragma. El nudo se hincha en su interior, sus piernas se sacuden cuando las manos del ruso acaricia su vientre para posteriormente estimularle su miembro, corriéndose con gran intensidad cuando siente la mordida arañando su piel.


No.


La respiración desesperada de Viktor resuena en su oído, pues él se derrama con abundancia en lo profundo de su vientre, le falta el aire pero aun en medio de todo siente algunos torpes besos en la superficial lesión que le fue provocada.


 


 


Todo está bien… Yuuri —le susurra al menor mientras le acaricia las caderas.


 


 


Su nuca sigue intacta, el alfa entendió su miedo en un instante de lucidez, desviándose a último segundo. Relaja el cuerpo al percatarse de ello para disfrutar de la calma post coital. Viktor, «su Viktor», había vuelto para cuidarle cuando más le necesitaba, por lo que ronronea agradecido.


Después de aquel encuentro el instinto del mayor se aquieta, Yuri aprovecha para limpiar el desastre, con las piernas trémulas como las de un cervatillo, recoge los cojines y ropa del suelo, cubre con una manta el cuerpo de su esposo que duerme lánguido en toda la longitud del sofá, hace una escala en el sanitario, saliendo con decisión y confianza, sonríe, pues «no lo había obligado».


Se adueña de la cocina, prepara varios platillos colocándolos en distintos recipientes, deja todo listo para los días posteriores de calor, necesitarán alimentarse entre horas de faena, no sabe si tendrán siquiera tiempo para cocinar, por lo que buscó alimentos ricos en proteína y bastantes carbohidratos para no terminar debilitados por la pérdida de apetito en el celo.


Tararea guardando la comida ya fría en el refrigerador, justo entonces unos quejidos en la sala le alertan, «alguien ha despertado», entonces medita si será buen momento para convencer a Viktor de comer un poco y darle la dosis de calmantes. Ve la platinada cabeza asomarse desde la sala y escucha como olfatea el aire, volteando en su dirección inmediatamente, los ojos azules se entrecierran adormecidos, bosteza para incorporarse poco después y aun envuelto en la manta se encamina al encuentro con Yuuri.


 


 


—Hola, Viktor —el omega ríe cuando el mencionado se restriega como un minino, abrazándolo y dándole besos por doquier.


—Yuuri —ronronea sonriendo.


—¿Te convertiste en un pokémon? —corresponde un beso en los labios— solo dices mi nombre.


—Te amo —frota sus narices.


—Es un avance, supongo —levanta una ceja con rubor en sus mejillas—. Almorcemos ¿Ok?


 


 


Le alimentó como un niño pequeño, pues se negaba a probar bocado a menos que personalmente se lo proporcionara, Viktor le interrumpió en reiteradas ocasiones en busca de mimos, momentos que concedió a cambio de que tomara sus medicamentos, los cuales hicieron pronto efecto noqueando a «su» alfa el resto del día.


Sintió la soledad en aquella amplia cabaña tan desconocida, se quedó  junto al mayor en la cama, acurrucándose en sus brazos, respira la agradable fragancia tranquila de su esposo. Yuuri se levanta de vez en cuando sin notar sus propias compulsivas acciones: acomoda almohadones y cobijas donde cree que hacen falta, ya que Viktor tirita con la fiebre, «debe cuidarlo» se repite, segrega feromonas confortables, hogareñas, íntimas; avisándole a «su» alfa que está allí, a su lado.


«También toma tus supresores Yuuri».


Ignora una vocecilla en su cabeza para colarse bajo las sabanas, acuna en su pecho el rostro sudoroso de su amado, le envuelve con su cuerpo, deja que aun entre sueños Viktor se acomode. Besa el remolino de claras hebras y sin más, duerme profundamente, acogido por el sentimiento de protección que el aroma del alfa le trasmite.


La noche cae silenciosa sin perturbar en absoluto a la joven pareja. Con la luna creciente, las estrellas brillan clarísimas gracias a la falta de luz artificial por el campo, el suave viento mese las ramas de los pinos, los pequeños animales se esconden y los depredadores salen a cazar.


Una lechuza se posa altiva en el techo de la cabaña, paciente espera vislumbrar alguna presa en la amplia pradera del patio. Escucha un chasquido, gira lentamente en dirección del sonido con sus grandes ojos, toma posición y prepara sus alas para volar, de un salto llega hasta un pequeño roedor, apresándolo entre sus garras lo mata prontamente con su pico, en un batir de sus extremidades logra elevarse para regresar al nido donde su hembra y polluelos le esperan.


Yuuri despierta en un sobresalto, su cabeza punza por incorporarse demasiado rápido, se queja y masajea su frente, aun somnoliento trata de enfocar su vista en la penumbra, el calor de Viktor no está cerca de él, tantea con sus manos la superficie de la cama, está solo. Suspira pensando que quizás el ruso fue al baño, enciende una lámpara en el buró, la jarra que había colocado allí con agua está vacía, uno de los dos vasos permanece en su lugar, por lo que deduce que su esposo fue en busca de qué tomar para hidratarse.


El japonés explora el baño y pasillo, su esposo no parece estar en ninguna parte, el interior de su pecho se agita con la exagerada preocupación de pensarse abandonado, su lado omega le apuñala con depresivas cavilaciones siendo cortadas por el escandaloso ruido de un cristal romperse, rápidamente baja las escaleras, encuentra por fin al mayor encorvado con medio cuerpo sobre el fregadero de la cocina, tambaleante como si en cualquier momento fuera a derrumbarse.


 


 


—¡Viktor! —su voz sale más afligida de lo que planea, toma a su marido de la cintura e impide su caída— No debiste salir de la cama —reprende con falsa autoridad.


—Yuuri —sus movimientos son torpes, agarra al menor del antebrazo dejando una mancha de sangre.


—¡Te cortaste! —­exclama— ¡Déjame ver! —Exige, revisándole con la poca luz que ingresa desde el ventanal, abre el grifo y limpia la herida, es algo superficial.


Yuuri —le besa la mejilla atacado por una creciente risa traviesa.


—¡Quédate quieto! —ordena, busca el botiquín en la alacena, no sin antes sentar a Viktor en el comedor con una servilleta de tela rodeando su mano.


Yuuri~ —le llama desde su posición.


—Voy en un momento, espera —sigue abriendo cajones y puertas— ¿Dónde estará el apagador? —tantea con sus manos la pared.


—Yuuri —su tono se vuelve demandante.


—¡Voy! Creo que lo encontré –de una estantería saca la típica caja blanca con una cruz roja en medio.


Yuuri –pronuncia gutural.


¿Qué? –despega los labios por la impresión, abre en demasía los ojos, sus piernas seden haciéndole caer, suelta lo que lleva en las manos, un escalofrío le recorre y comienza a temblar involuntariamente.


Ven aquí —el rostro del platinado muestra total seriedad.


—Viktor —cubre su cara doblándose en el piso, las fuertes feromonas le están ahogando— no puedo —responde con su «voz».


—Yuuri –suspira comprensivo, camina hasta él y levanta al japonés del suelo.


—Viktor —jadea mareado, aferrándose a su esposo— ¿Qué pasa?


—Yuuri huele tan dulce, quiero estar cerca de mi Yuuri —con suavidad deposita al mencionado en la barra de la cocina, le olfatea insistente.


—Está bien —accede aturdido, sin darle resistencia cuando empieza a desvestirlo.


—Quiero oler todo de Yuuri –pasa la nariz por la oscura cabellera, el delgado cuello, las axilas y costillas, dejando una que otra lamida para comprobar su sabor—. Dulce~ —le acaricia los muslos con lascivia—, ábrete para mí, amor.


 


 


Una vez Yuuri separa las piernas, el mayor clava su rostro sobre los genitales expuestos y respira hasta llenar sus pulmones, las rodillas del japonés vibran siendo víctima de los escalofríos que esto le provoca, besos húmedos en su ingle y pubis  le hacen lubricar como un desesperado, una lamida especialmente larga en su pene le hace llevar sus dedos a la platinada cabellera, misma que aparta de la cara de Viktor, éste le regala una coqueta sonrisa para enseguida chupar su rosado glande que gotea con excitación.


 


 


—¡No! —gime­—… E-espera.


 


 


Pero Viktor es alguien que pierde el interés con facilidad, después de unas cuantas succiones lleva su atención a las mieles entre las nalgas del omega y es ahí cuando Yuuri se recuesta en el estrecho espacio, arqueando la espalda y gritando ante la curiosa lengua que invade su intimidad, el mayor le retiene de las caderas para que no huya, por lo que sólo atina retorcerse intentando acallar sus agudos gemidos con la mano.


No puede entender lo que ocurre, se cree a punto de perder la cabeza, pues la electrizante sensación le hace carecer de control en su cuerpo, contrayéndose, aullando con ansias de tocar el cielo, incapaz de pensar más allá del placer que le acoge. Escucha el resoplo de su esposo entre sus glúteos, el cómo llega un poco más al fondo por abrirle con los dedos, resbaloso y caliente profana los sensibles pliegues en su entrada, al mismo tiempo le masturba su miembro, aplastando con el índice y pulgar la punta de éste, de pronto llega en un explosivo orgasmo con un fuerte gemido que le raspa la garganta, había sido demasiado.


 


 


—¡Vkusno! ­—Exclama con fascinación, degustando los fluidos en cada uno de sus dedos— Todo en mi Yuuri es tan dulce.


¿Dónde… aprendiste a… hacer eso? —murmura aun turbado por las descargas de placer.


—Yo solo quería oler y probar el sabor de mi Yuuri —responde con tersa voz, abalanzándosele encima—. Tengamos cachorros, Yuuri~.


—¡Ah! —se aferra a la cintura del mayor cuando éste le penetra sorpresivamente— ¡Viktor! ¡De-despacio!


—Dentro de Yuuri es tan cálido —el rostro del ruso se deforma en delectación sin parar de embestir con las piernas del japonés en sus hombros.


—Vo-voy a venirme… otra vez… ¡No! —balbucea palabras en su idioma natal.


 


 


Entre lágrimas de éxtasis logra conectar su mirada con la azulina, recibiendo un beso hambriento, prueba de primera mano su propia esencia entremezclada con aquella deliciosa saliva, siendo estímulos suficientes para llegar de nueva cuenta. Viktor tardó en correrse un poco más, hundiendo su nudo como nunca antes, terminó por desmoronarse en el pecho del más joven, jadeando como si hubiera corrido una maratón.


Se abrazan respirando con dificultad, aun sensibles y sin poder moverse acarician con cariño lo que tienen a su alcance de la anatomía del otro. Yuuri mima suavemente con la yema de sus dedos la nuca y el nacimiento del cabello platino, pues sabe que es su punto débil, se regocija al oírlo ronronear. A la vez Viktor delinea el contorno del torso del omega, regalándole pequeños besos en la clavícula y el pecho, en segundos termina jugando con los rosados pezones.


 


 


¡Oye! Tranquilo —susurra empezando a excitarse.


 


 


Pero no le hace caso, sigue succionando y mordiendo viéndole directo a los ojos, con esas azulinas y profundas iris que le hacen perderse en el abismo de una placentera locura, de la caliente lujuria que le quema desde su vientre. Viktor sube en un camino de besos, dejando enrojecidas marcas a su paso hasta cazar los labios del menor en un arrebato apasionado. Sus lenguas se enroscan, blandas serpentean, intercambian traviesos toqueteos, chupan de vez en cuando a la intrusa vecina que se atreve a reclamar la boca contraria tras cada victoria.


 


 


—Yuuri —gime con una renovada erección dentro de su pareja.


Aquí no —pide con su «voz», disfrutando de las lamidas en su oreja.


—¿Dónde? —menea la cadera con apremio.


 —Arriba… en la habitación —pronuncia en un suspiro.


—El nido —ronronea segregando gran cantidad de feromonas—… Yuuri me ha invitado al nido~.


—¿El nido? —cuestiona confundido, más no le da tiempo de pensar pues le llevan cargando aun con sus cuerpos conectados— ¡Aah! N-no te muevas… tanto.


 


 


Viktor le recuesta en la cama con gran cuidado, la sonrisa en su rostro es imperturbable, su olor delata lo alegre y emocionado que se encuentra, sin embargo el japonés no entiende el porqué de su reacción, por lo que simplemente se acomoda mejor entre los cobertores al ver al mayor esponjando los cojines, así como ir y venir de la habitación con montones de piezas de fruta, caramelos, más almohadas, prendas de vestir y otros artículos que guardaban aun en las maletas.


 


 


 —¡Yuuri! –salta encima del omega con sus labios en forma de corazón, acomodándose de costado tras la espalda del más joven, le ataca sin piedad con besos, arrumacos y ondulantes movimientos de cadera.


—¡Oh! ¡Viktor! —ríe sorprendido por tales muestras de afecto, hasta que sin más las caricias suben de tono—. Vi-Viktor —tartamudea en medio del calor que la situación le provoca, lleva su mano a la nuca del ruso— n-no me lamas allí —se encoge.


—Yuuri, aquí —acaricia con ternura el plano  vientre del omega— crecerán nuestros cachorros.


—Viktor —suspira sin percatarse del todo de aquella revelación, ya que es estimulado en distintas partes de su cuerpo— ¿Qué haz… dicho?


 


 


Pero su pareja siempre ha sido caprichosa, pues sigue jugueteando con su lengua tras la oreja del japonés mientras sus manos le aprietan los pechos, pinchándole los pezones de vez en cuando, todo mientras restriega su caliente pene entre las húmedas nalgas, amenazando su esfínter en cada envestida.


Yuuri gime ante una estocada certera que llena su interior, siendo presa del instinto se aferra a los platinados cabellos y a las hábiles caderas que arremeten sin piedad, de repente una de sus piernas es alzada por el fuerte brazo de Viktor, sintiendo al instante el ardiente beso del miembro hinchado con su útero, un chillido sale de su boca, era imposible retenerlo, los vellos en su nuca se erizan, su esposo le está lamiendo y amasando con sus dientes, las feromonas alfa le aturden pegándose en su piel, filtrándose por sus fosas nasales, su mente es difusa al igual que su visión, no es consciente de su cuerpo, «de su lado omega», de cómo sus propias caderas se mueven para fundirse cada vez más brusco a las de su amado, ni del estiramiento sumiso en su cuello completamente expuesto, de ambas palmas que halan de la cabeza del ruso, «para obligarle a cumplir con el ciclo de la naturaleza», hasta que éste anuda sumamente profundo y el dolor en su nuca se expande en rápidas corrientes por toda su anatomía.


Sus ojos se abren en gran medida, su garganta se corta sin poder emitir ningún ruido, como un grito débil y afónico, su interior palpita en intensas vibraciones, el vientre se derrite acogiendo el calor que le llena en cuantiosos chorros, las lágrimas surcan sus mejillas en un cumulo de sentimientos, más allá de los propios, percibe las emociones del alfa mezclarse con las suyas. Las feromonas del japonés se dispersan con vigor, adhiriéndose por toda la habitación, sellando un pacto que no tiene vuelta atrás.


La enramada de aquel espeso bosque se debilita, caen como hojas en otoño, débiles y secas, siendo llevadas por el viento, la luz se cuela con timidez hasta ser lo suficientemente intensa para cegar a quien la viese, poco a poco la imagen se vuelve nítida, regalando entonces una hermosa vista, un claro en el corazón de la arbolada, un pastizal repleto de enormes y blancos lirios que maravillan con su puro color, con sus hermosas antenas repletas de amarillo polen y pistilos con dulce néctar, golpean con su intensa fragancia, aquella que termina extendiéndose por todo el lugar, creando una singular mezcla de olores. Roble y azucena. Un bosque floral de primavera.


 


 

Notas finales:

 


Lo prometido es deuda señoritas y señoritos, aquí les traigo el cap de la semana lleno de cochino hard, son alrededor de tres mil palabras de puro lemon, no se pueden quejar (?), aun así las cosas no acaban aquí, recuerden que los posteriores días después de la mordida se enfocan a "reforzar el lazo", así que tendremos a estos dos copulando como condenados en la siguiente parte y sí, el fragmento del inicio del cap 29 es una parte de ello, es cuando ya están enlazados y quizás haga alusión más adelante.


Siento que cada "encuentro" fue algo rápido, me hubiera gustado describirlos más, pero siento que han quedado bien aun así, sería extenderme mucho en cada escena y no dejaría mucho espacio para explicar lo que pasa entre cada tanto, ¿Lo notaron verdad? Yuuri no estaba del todo en sus facultades mentales. 


El cap originalmente sería más traumático para la parejita, como ya saben, lo he endulzado un poco y puesto a los tortolos algo cooperativos en su sentencia, vayan apostando y teorizando en qué pasará cuando se les baje la calentura, ya que lo que pasó acá no es simple "relleno", para nada, de hecho tiene un por qué y para qué. Existen personas que ya se adelantaron y saben por dónde van los tiros, para quienes no lo hacen todavía, revisen un poco los primeros capítulos, ahí hay más de una pista~.


Pensar que este cap fue inspirado por la letra  del opening de Goblin slayer, aah que cosas, también por el 1er op de Mahoutsukai no yome, queda muy bonito de fondo en ese orden, para quien quiera releerlo con la música de fondo~.


Una vez dejada la intriga suficiente, empecemos con las preguntas:


 


¿Cómo han tomado el conflicto de Yuuri con su lado omega?


¿Qué piensan de la personalidad del alfa de Viktor?


¿Yuuri entró en celo o simplemente su omega tomó control de él por el llamado de su alfa?


¿Qué tanto de lo que hizo Yuuri fue conciente o cuando fue que perdió su autocontrol?


¿Ahora pondrán más atención a las acciones de Makkachin? xD


¿Les gustó la parte animal de estos dos?


 ¿Habrá cachorros?


¿Algún comportamiento instintivo que quieran agregar para el refuerzo del lazo?


¿Dudas?


¿Teorías locas?


 


¡Muchas gracias por leer!


Gracias por sus lindos comentarios, son un amors, estaré al pendiente para leerles~


Éste fic cumple en dos días más un año de ser publicado, no hubiese llegado tan lejos sin ustedes, son un amors, muchas gracias de nuevo, si quieren algún especial o que me apure con la siguiente parte, avisenme ;) 


Trataré de estar activa estos días~


Matta nee~ 


 


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