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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 


¡Hola!


Nop, no he muerto... Como les comentaba en el cap anterior, he vuelto al trabajo y cada día llego muerta de cansancio u.u los fines de semana han sido agotadores, pero hoy me di un espacio para terminar con éste cap que vengo escribiendo desde hace 3 semanas, es una parte importante por lo que no quería hacerlo de manera apresurada y terminara siendo flojo, así que aquí está ;)


 


Agradecimientos a:


Marii


lukita


 


Sin más el fic~


 

 


Sentado y muy quieto frente al espejo del tocador, baja su mirada con las mejillas sonrosadas, un remolino de sentimientos agradables se expanden en su pecho, se siente amado, protegido y en conexión con su pareja. Se deja acicalar el cabello, su esposo, su cariñoso Viktor, le está peinando para asistir a la inauguración del nuevo hotel de los Nikiforov, donde éste tendrá una gran labor como subgerente del mismo.


Unos días antes habían ido a escoger trajes nuevos para la celebración, por lo que justo ahora llevaba uno bastante costoso y elegante, de un tono negro azulado, con pedrería de color añil formando un hermoso patrón en las solapas, el pañuelo dorado en su saco y más otros detalles en su vestimenta armonizaban perfectamente con su camisa y corbatín blanco. El ruso no se podía quedar atrás por supuesto, llevando uno bastante similar en color azabache, de diseño más sobrio al ser un alfa, pero sin dejar de combinar con su pareja usando accesorios similares.


 


 


—¿Cuándo te gustaría que diéramos la noticia, Yuuri? —pregunta suavemente dando los últimos toques en las oscuras hebras.


 —Sinceramente quisiera decirles de inmediato a mis padres —suelta un suspiro—, pero siento que es muy pronto, se preocuparán si estoy asistiendo a la universidad.


—Yakov te acompaña, no hay ningún problema, pueden estar tranquilos —refiere con calma.


—No lo sé —medita—… ¿Ya le dijiste a Antoine?


—No, aún se está recuperando de la operación, su cuerpo está cambiando por la extirpación de uno de sus ovarios y la esterilización, su instinto omega se alteró un tanto pero perdió fuerza, los doctores creen que el tratamiento está dando resultados para mantener a raya su sobreproducción de hormonas, pero no se sabrá hasta pasado un par de meses más, Yerik tuvo que tomar un descanso del trabajo, el lazo de ambos se debilitó un poco, no creo que sea un buen momento —expresa con pesar.


—Fue una decisión difícil para ellos —concuerda.


—Sí, lo discutieron bastante, papá no quería someterse a la cirugía, pero Yerik logró convencerle, cada embarazo traía más riesgos, los anticonceptivos ya no hacían mucho efecto en él y aunque Yerik se hiciese la vasectomía, papá seguiría con su descompensación —explica mientras toma un pañuelo desechable para limpiar sus manos de los restos de cera.


—¿Algo así puede pasarte? —le ve a los ojos a través del espejo, su expresión luce afligida.


—Para mí es distinto —le tranquiliza besándole en la mejilla—, al contrario de papá, yo produzco muy pocas hormonas, por eso mi olor es débil, sólo se manifestaba en mis celos con intensidad, pero desde que nos enlazamos he tratado de aprender a controlarme, no sé manejar del todo a mi instinto que ahora está más activo, debe ser también por los bebés —le abraza apoyando la barbilla en el hombro del más bajo.


—Pero no querías creerme —reprocha frunciendo los labios.


—Lo siento, amor —frota sus cachetes y ronronea.


—¿Haz —vacila—… sabido algo del detective? —se culpa por cortar el momento, pero era una duda que traía en la cabeza desde hace un tiempo.


—Si —apartándose del contacto huye de los ojos chocolate—, la próxima semana se entrevistará con dos de mis ex compañeros, uno de ellos es André.


—¿Los encontró tan rápido? —su expresión es de total sorpresa.


—Bueno, André era mi mejor amigo, sabía todo de él, por lo que fue relativamente fácil convencer a su madre de cooperar para localizarlo… también al parecer André retiró todos los cargos contra mí cuando cumplió la mayoría de edad —sonríe nervioso, frotándose las manos.


—Esa es una buena señal —le alienta yendo hacia el mayor.


—Creo que si —su gesto se vuelve tímido.


—Enfrentar tu pasado es la mejor decisión ¿Lo ves? —con sus manos toma con delicadeza el rostro del Nikiforov.


—Gracias, Yuuri —asiente agarrando ambas palmas para besarle los nudillos—… No sólo luces como un príncipe, también tienes el corazón de uno.


—¡Viktor! —su cara se vuelve completamente roja.


—Amo cuando te avergüenzas, eres tan adorable —elogia llenando el lugar con una alegre fragancia.


—¡Ya basta! —intenta alejarse sin mucho éxito.


—Yuuri huele tan bien~ —ronronea olfateándole al cuello—, tendrás que usar perfume, cariño.


—Viktor, no seas posesivo —bufa, ya acostumbrado a los arrebatos de su marido.


—Si no quieres, por mí es perfecto —sonríe—, mi olor está impregnado en ti y —sus ojos brillan con emoción—… las feromonas maternales comienzan a notarse~.


—¡¿Qué?! —la vergüenza vuelve a su ser con gran fuerza.


—Tu lado omega está dejando bien claro que estás marcado y esperas cachorros de tu gamma —su voz se torna aterciopelada cuando junta sus frentes.


—Viktor… —sus ojos brillan, se muerde los labios, siente el impulso de abrazar a su esposo, pues no puede negarlo, cada día que pasa su cuerpo reacciona con más fuerza a su presencia.


 


 


No dicen nada más, sus rostros se atraen naturalmente, comparten un pausado beso que logra arrancarles un par de suspiros. Yuuri es consciente de los cambios que están sufriendo, no es sólo el lazo, Viktor se ha vuelto demasiado empalagoso y complaciente, busca constantemente frotarse en él para mezclar sus olores, así como también ha mostrado una notable iniciativa en la intimidad, dando a pequeños episodios en los que su lado alfa surge sin darse cuenta.


No obstante, el japonés también estaba adoptando manías propias de un omega en espera, pues busca la atención y el contacto de su pareja, pidiéndole a través del lazo hasta las más básicas necesidades, sus feromonas florecen con dulzura provocando un reflejo de protección en el mayor, mismo que sólo acentúa  el instinto de éste. Yuuri no lo percibe, pero en ocasiones, envuelto en el edredón o las mantas, espera a Viktor con paciencia en la cama o el sofá cuando sale de casa, acomodándose en el lugar que el alfa suele ocupar.


El aroma de Viktor calma sus nauseas.


Le hace sonreír y olvidar que los retos que enfrentarán sólo están por comenzar.


Bajan del coche frente al reconstruido edificio, su esposo, galante, ofrece su brazo para que se recargue en él, lo acepta con una expresión risueña y aun contento hace un ligero asentimiento a Yakov que sin más le regresa la señal antes de llevar al auto al abarrotado estacionamiento.


Llegando al lobby del hotel vuelve a recordar aquella sensación tan peculiar que surgió en su boda de Rusia, la frivolidad y elegancia le incomodaron como la primera vez, aunque ésta ocasión era distinta, Viktor parecía más confiado, incluso le envolvía con una tenue capa de olor como si tratara de resguardarlo, siendo casi intocable para los demás a su alrededor, la gente al verlos volteaba y sonreía en automático cuando las miradas se encontraban, sabía que no sólo era cortesía, estaban siendo intimidados por la suave advertencia en las feromonas del Nikiforov, nadie debía perturbar el ánimo en su amado esposo embarazado, ni siquiera Elena, la cual sonrió complacida y orgullosa ante la territorialidad de su hijo.


 


 


—Vitenka —Abraza y besa las mejillas de su unigénito.


—Madre —responde el saludo en un contacto casi protocolario.


—Yuuri, me da gusto verte —sonríe enseñando los dientes, repite  el mismo trato con el omega.


—Elena —hace una corta reverencia por cortesía cuando ésta se aparta.


—Debo felicitarlos, lucen tan elegantes —elogia, repasando la mirada en el japonés—, confirmo que traen buenas noticias de su luna de miel, me alegra saber que se han enlazado y que pronto me harán abuela.


—Madre, aun queremos mantener la discreción con el tema  —comenta con cautela, entrelaza su mano con la del menor por reflejo.


—No es algo que puedan ocultar, Yuuri desprende un olor tan agradable —la mujer levanta su perfil para olfatear con mesura—, pero pareces algo incómodo, cariño —justo antes de tocar la barbilla del más joven de los tres, el de cabello platinado se interpone.


—Yuuri ha sentido mareos todo el día por lo que no se siente bien —excusa con demasiada seriedad, descolocando un tanto a la Nikiforova.


—Entiendo  —sale de su estupor con premura y soporta el cosquilleo en la comisura de la boca, como si mantuviera bajo control una inminente risa—, pueden salir a la terraza para que tome aire, mandaré a llamarlos cuando sea el momento de iniciar con el discurso.


—Entonces nos marchamos —sentencia Viktor.


 


 


Yuuri no había dicho absolutamente nada, la sola presencia de la presidenta y accionista mayoritaria de NK Corp, ya le causaba un gran malestar, por lo que aquella insinuación de lo que habían hablado en la privacidad de su oficina sólo le trajo más agruras de las que ya cargaba desde que subieron al automóvil.


Había percibido a su esposo tenso ante la inquietud que sin querer le trasmitió por el lazo, por lo que confío en él y lo dejó actuar, ahora se encontraban solos en la amplia terraza, Viktor trajo consigo un vaso de agua que amablemente pidió a uno de los camareros, con cariño le acariciaba la espalda, besándole ocasionalmente la frente y coronilla.  


 


 


¿Todavía te sientes mal? —susurra como si temiera perturbarle.


—No, ya está pasando —asegura, bebiendo de aquel vaso ofrecido.


—¿De verdad? Si quieres podemos volver a casa —sugiere preocupado.


—No puedes irte así después de ensayar tanto tu parte del discurso —sonríe con desgana por su persistente molestia, recordando como fingía ser su espectador para ayudarle con su punto de vista.


—No me importa un tonto discurso —gruñe—, tu eres mi prioridad.


Tonto —susurra encantado en su idioma natal—, creo que ya estoy mejor.


—No tienes que esforzarte —pronuncia suave.


—No lo hago —se encoje de hombros con renovado ánimo—, lo que pasa es que ahora tus hijos quieren canapés.


—Hijos —repite sonrojándose de repente—… suena tan lindo cuando lo dices.


—Serás un padre bobo —se burla dando toquecitos con su índice en la nariz colorada del mayor.


—Y tú una madre maravillosa —le abraza frotando sus cachetes.


—¡Deja de llenarme de feromonas! —se queja fingiendo oponer resistencia, pero dejándose besar de todas formas.


 


 


Sonríe perdiéndose en el fuerte sabor de la saliva del alfa, las hormonas se mezclan en su boca, como si no fuera suficiente envolverle con su aroma, reclamaba también sus labios y lengua, todo su ser vibra en una respuesta instintiva, aquello estaba de más, él ya era suyo, confía en su esposo más que nadie, pero también sabe que es de naturaleza alfa imprimir su olor en la pareja, sobretodo en el estado que se encuentra, pues así nadie se atrevería a lastimarlo o sería víctima de la rabia del heredero de los Nikiforov.


Ronroneó sin proponérselo, Viktor había enfrentado a su propia madre inconscientemente y eso le tranquiliza en varios sentidos, estaba dejando de comportarse como un cachorro sumiso que agacha la cabeza ante la jerarquía de Elena como su progenitora, ahora él se está convirtiendo en el líder de su propia manada.


Entonces recordó las palabras de su suegra cuando regresaron al salón y vio el perfil altivo del ruso, maldiciendo por lo bajo se mordió los labios, quizás ella tenía un poco de razón. Tales pensamientos le provocaron mal humor, tornando un tanto nervioso al mayor que con una discreta señal de su mano llamó a Yakov que se mantenía observándoles en la distancia.


 


 


—Cariño —le toma de los hombros y habla en su oído—, no quisiera apartarme de tu lado, pero pronto comenzará el itinerario, después del discurso estaré contigo, pídele a Yakov lo que se te ofrezca, él sabrá que hacer ¿Está bien?


—Sino hay remedio —bufa sin comprender su excesivo enfado.


—Amor —besa su mejilla—, sólo serán unos minutos y si quieres podemos volver a casa, te compraré todo el helado que quieras.


—No quiero helado —frunce sus cejas.


—Entonces seré todo tuyo las veces que quieras y te mimaré en lo que me pidas —propone dispuesto.


—Bien —nota a su omega interno revolverse, su fragancia se endulza—, te esperaré con Yakov —concede.


—Volveré pronto, mi Yuuri —se despide con un casto beso sobre los labios fruncidos del menor.


 


 


Aun enfurruñado y con el viejo ruso a sus espaldas, se encamina a la mesa de bocadillos donde prácticamente devoró toda una bandeja de canapés, Feltsman le dedicó una mirada severa al japonés cuando agarró una copa de champagne, misma que devolvió al mesero  al momento, pidiendo sólo una naranjada mineral por el momento.


La pequeña orquesta que sonaba de fondo cesó, la voz del secretario de Elena llamó la atención de los invitados, agradeciendo en nombre de la empresa la presencia de importantes accionistas con sus familias, así como algunos personajes de la farándula y la prensa.


A Yuuri poco le importaba tal palabrerío, con el semblante aburrido pasó al área de los postres, donde sin mucho ánimo trata de concentrarse en qué dulce sería más delicioso para empezar, siendo perturbado por la firme voz de Elena al tomar el micrófono, su instinto le traiciona, doblegándose a voltear a verla, tan altiva, empoderada, debía admitir que incluso para su edad era bastante atractiva, muchos omegas a su alrededor estaban segregando feromonas poco discretas, maravillados ante la fuerte presencia de la rusa.


Sintió un tirón en su lazo e inmediatamente sus ojos se encontraron con los de Viktor, aquel que se encontraba unos pasos atrás de la Nikiforova, algo en la mirada del alfa le desarmó, lo sentía molesto, provocando que Yuuri enamoradamente le sonriera, era algo descabellado, por lo que el menor le regaló una melosa fragancia que sólo el ruso podía oler, suavizando las facciones de éste. Viktor no podía estar celoso de su propia madre ¿O sí?


Pronto su suegra presentó al que sería el gerente del hotel, un hombre beta que parecía tener unos cuantos años en la compañía, de mirada analítica y sonrisa ladina, dio un breve discurso para al final incorporar al heredero de los Nikiforov con un atisbo de adulación en su voz, sin embargo Viktor no se dejó intimidar, siguió con su parte del protocolo, mostrando siempre una amplia sonrisa ensayada, volviéndola más sincera al encontrar entre la multitud a su esposo, igual como lo habían hecho en casa se conectaron, ignorando a todos a su alrededor.


Los aplausos y flashes se escucharon con fuerza  una vez la ceremonia por la inauguración terminó, dando paso al banquete con su merecida celebración. Yuuri había sido muy claro con Viktor, se negaba a desenvolverse en ese tipo de ambientes, no quería aparecer en portadas de revistas ni en ser la comidilla del extracto social más alto de Rusia, si estaba presente era para darle apoyo a su esposo, lo demás no importaba.


 


 


—¡Vaya! ¿No es ese de allí el omega asiático del que todo el mundo habla? —suelta una voz femenina con desagrado.


—Pensé que sería más atractivo, no puedo creer que los Nikiforov aceptaran tal espécimen del banco genético —se mofa otra mujer.


 


 


Ante aquello dicho a sus espaldas, Yuuri lentamente se voltea en la dirección donde esos ácidos comentarios provenían, les dedica una mirada de advertencia haciendo notar que entendía bastante bien el ruso, las féminas dejaron salir una mala disimulada risa, en absoluto arrepentidas por ser descubiertas en su cuchicheo.


 


 


—¡Y vaya que apesta, no puede ser! —remata una de ellas, alta, rubia y de grandes senos.


—Al parecer no perdió el tiempo y se embarazó inmediatamente ¡Pobre Vitya! —dramatiza una menuda chica de cabellos castaños y ojos verdes.


 


 


El japonés respira profundo, preparándose mentalmente para arremeter contra el par de omegas irritantes, pero justo antes de dar el primer paso para encararles, una mano le detiene del hombro, convencido de que era de Yakov, intenta apartarla, no obstante, la rugosa y gruesa piel no es lo que encuentra, sino una mucho más delicada y cuidada, aun así el agarre con que es sostenido no resulta despreciable.


 


 


—Queridas —los vellos del japonés se erizan al escuchar la firme voz de Elena cerca de su oído—, al parecer ya han conocido al adorable de mi yerno, Yuuri, ellas son Galya y Natacha, hijas de mi socio Petrov, me alegra saber que se lleven bien.


—E-Elena Nikiforova —tartamudea la rubia tratando de mantener la postura—, es un placer saludarla.


—Felicidades por la apertura del nuevo proyecto —se adelanta la de ojos verdes aun con los nervios en el cuerpo.


—Gracias, es un placer también para mí, tan educadas como siempre —ironiza—, disculpen mi falta de cortesía, pero he venido a llevar a nuestro Yuuri a un lugar más tranquilo, como comprenderán, está en esa maravillosa etapa en un omega, necesita descansar un poco, ya que él si ha cumplido con sus responsabilidades familiares.


—¡¿Có-cómo?! —la voluptuosa mujer se antera.


—¡Hermana! —le sostiene del brazo.


—Nos retiramos, queridas, tengan una excelente velada —sonríe para después guiar el camino del menor hacia la terraza, ignorando por completo al par.


 


 


El de ojos castaños se deja llevar por la alfa, analiza las acciones de ésta sin bajar la guardia de lo que podría suscitar, con la mirada busca a su esposo, lo siente inquieto, en la lejanía lo observa rodeado de la prensa en una improvisada entrevista, mientras él sin más era invitado a una reunión privada con la Nikiforova. Yavok tan sólo se limitó en hacer guardia en la puerta hacia la terraza, suspirando con pensar e imaginando lo que ocurriría, pero él no podía hacer nada, pues era un simple empleado para aquel poderoso clan ruso.


 


 


—No te asustes —pronuncia en tono suave, soltando al más joven e invitándolo a sentarse en una silla de aquellas elegantes mesas de jardín—, sólo quiero agradecerte de manera personal lo que hiciste con Viktor.


—Yo no hice nada —le dedica una intensa mirada, negándose a tomar asiento.


—Si lo hiciste, sabía que necesitabas algo de tiempo para asimilarlo y no me decepcionaste —sonríe petulante.


—Se equivoca, yo no me enlacé o embaracé para satisfacerla, es una decisión que tuvimos que tomar por las circunstancias, sus planes o lo que sea que traiga en mente, no son  de nuestra incumbencia  —responde tajante.


—Querido Yuuri —se acomoda libremente en una de las sillas y cruza la pierna—, claro que es de tu incumbencia, estamos hablando del futuro de la empresa y del patrimonio económico que te dará comodidad a ti y a tus cachorros, Viktor tiene que saber manejar la presión que amerita tal responsabilidad, no siempre estaré ahí para cubrir sus  tropiezos y malas prácticas —saca del bolsillo del costoso traje a la medida un pequeño estuche con cigarrillos y un mechero—, por lo que vuelvo a agradecerte, si hay algo que puede hacer despertar el instinto de un alfa es que su omega esté encinta —justo antes de prender cigarrillo se detiene—, es verdad, tenemos cachorros en camino —sonríe guardando los objetos de su vicio.


—¿Sabe siquiera lo difícil que fue para nosotros ésta decisión? —enfrenta con indignación la simpleza con la que la mayor tomaba las cosas— Estoy por iniciar con la universidad, Viktor acaba de ser colocado en una posición de bastante responsabilidad y todavía debemos enfrentar la tarea de ser padres primerizos, no tenemos ni seis meses de casados ¿Y usted viene a decir que es lo mejor? ¡¿De verdad?! —la alteración en su semblante comienza a elevarse.


—Lo es —se cruza de barzos—, Viktor todavía guarda algunas costumbres de cuando era un cachorro, poco fiable y emocional, tan parecido a su padre, no sólo en el físico, suficiente mano dura tuve que poseer para moldearlo lo mejor posible para no ser devorado por éste sistema clasista, sabe defenderse y atacar, pero le faltaba convicción y una motivación, fue cuando llegaste tú, cariño, lo descontrolaste, pero eso era algo bueno, con la suficiente insistencia y tu ayuda, lograría hacerlo todo un alfa —revela fríamente.


—¿Es que sólo ve a las personas de su alrededor como una pieza de ajedrez? ¡Estamos hablando de su propio hijo! —reclama ya mordiéndose los labios y desatando su olor picante.


—Y porque es mi hijo sé lo que es mejor para él —se incorpora yendo a la dirección del menor—, por lo que necesito seas un buen omega y cumplas con tus obligaciones de dar los suficientes cachorros alfas para controlar a futuro ésta compañía y también seamos socios para controlar ese inestable instinto de mi hijo —sonríe extendiéndole la mano.


—No —sentencia sin moverse ni un poco—, yo no soy una fábrica de bebés, yo no seré el omega sumiso y conformista que usted quiere que sea, yo me inclinaré siempre por el lado que traiga felicidad a Viktor y a mis hijos, no me importan sus estúpidos planes, así que le agradeceré que se deje de meter en nuestras vidas o esto se convertirá en una guerra —amenaza enseñando sus cortos colmillos.


—Yuuri —sonríe guardando su mano—, me encantas —suelta una suave risa—, tienes esa dulce pero decidida mirada igual que tu madre que, me tienta a provocarte, veremos cuanta presión puedes soportar —voltea la mirada hacia la puerta por donde salieron sin esfumar su divertida expresión.


—¡¿Qué tienes con mi madre?! —cuestiona recordando el incidente en la posada.


—Absolutamente nada que tengas que saber por ahora —su semblante vuelve a su seriedad habitual, siendo atravesado por esos fríos ojos azules—, así que ya puedes volver con los invitados —ofrece, ahora si preparándose un cigarrillo.


—Usted cree que puede simplemente —dos fuertes golpes en la madera de la puerta le interrumpen—…  Viktor —siente el llamado de su esposo mediante el vínculo.


—Deberías ir —suelta una bocanada de humo—, un alfa furioso es difícil de manejar.


 


 


Observa a la mujer con desdén y un extraño sentimiento surgiendo en su pecho,  por un momento creó que Elena parecía un tanto melancólica y solitaria fumando en la oscuridad de la noche. Se encaminó a la puerta sin voltear atrás, una vez abierta lo primero que vio fue a Viktor completamente molesto soltando contenidos gruñidos, sin más fue abrazado por éste que, desesperado, olfateó su cuello y cabellera, frotando sus mejillas para cubrirle con su olor.


 


 


—¿Qué te dijo? —preguntó con apremio el de cabellos platinados.


—Me felicitó por los cachorros —medita sus palabras para tranquilizarle y no hacer un escándalo en medio del banquete, ya algunas personas estaban viendo la escena con curiosidad—, pero tú sabes cómo es Elena, un tanto impertinente, me hizo enojar, pero no pasa nada.


­—Hablaré con ella —se aparta decidido.


—No, mejor vayamos a casa, estoy cansado —suspira.


—Yuuri —titubea en su acción, preocupado por el desánimo en el otro.


—Dijiste que después del discurso podríamos volver ¿No? —le suplica con los ojos.


—Está bien —accede complaciente.


 


 


Nada más regresar al departamento Viktor se comporta meloso, tratando de mimarle para hacerlo sentir mejor, le llena de besos y dulces caricias, ayudándole a desvestirse para su comodidad, trae frutas en un gran plato, deja una gran jarra de agua en el buró y al final se acurruca al lado de su amado en pijamas. La protectora fragancia del alfa relaja sus tensiones, provocando un suave ronroneo en su pecho, se frota en el hombro del ruso que le regresa el contacto hasta que instintivamente sus labios se buscan, fundiéndose en un beso que de apoco se vuelve demandante.


Se enroscan dejándose llevar por la pasional caricia, abrazándose y palpando el cuerpo del otro sobre la ropa, siendo solo cuestión de tiempo para despojarse de la misma. Yuuri siente la necesidad en el alfa de reclamarlo nuevamente, su interior reacciona receptivo, empapando su intimidad con abundancia, abre las piernas en una clara invitación de ser tomado.


Viktor sin pensarlo se hunde, uniendo sus cuerpos en una ardiente danza, las caderas de ambos se mueven con pausado ritmo, sacándoles suspiros de placer, se deleitan con la cálida fricción de sus partes más sensibles. Demuestran su amor con intensas miradas, suaves roces y devotos besos, haciendo aquel encuentro tan significativo que pierden la noción del tiempo, hasta que incluso quedan dormidos manteniendo aquella singular conexión que solo sus anatomías pueden conceder.


Acurrucados descansan en el nido de su hogar, disfrutan de la tranquilidad del íntimo tiempo juntos, pues de la misma manera, deberán afrontar la adversidad del camino que se abrirá a su paso, protegiendo lo que es importante para ellos: sus metas, anhelos, sueños, esperanzas, su amor y los nuevos integrantes de la familia que vienen en camino. Forjando el carácter y la dirección de sus destinos.


 


 

Notas finales:

 


Espero les haya gustado, ya sé, me tomó bastante tiempo, pero realmente avancé en los pocos ratos libres en los que tenía cabeza para escribir xD


Algunos detalles en cuanto el comportamiento de estos dos y también en que pasó con el pasado de Viktor están por revelarse y ni que decir de ésta declaración de guerra entre suegra y yerno, se pondrá interesante~ 


Mientras el tema de Hiroko sigue cocinandose, poco a poco Elena irá soltando prenda de lo que pasó en Hasetsu y fue aquello que platicó con la dulce Hiroko, veremos como lo tomará Yuuri, no es lo único que cargará el pobre con todo lo que se viene encima, pero está nuestro viktor para cuidarlo y ayudarle en todo lo que pueda~


Una vez dejada la intriga suficiente, empecemos con las preguntas~


 


¿Qué creen que pase en la entrevista del detective y André?


¿Viktor volverá a encontrarse con su ex amigo?


¿Esperaban lo que le ocurriría a Antoine y su familia? (Acá se contesta la preocupación de Yurio, aunque ya se explicará mejor adelante)


¿Qué les parece la intensa interacción entre nuestra parejita?


¿Elena ha terminado de sacar las garras?


¿Qué tanto está ocultando Elena?


¿Cómo ven la parte alfa de nuestro Viktor?


¿Qué adversidades les esperan?


 


¡Muchas gracias por leer y dejar sus beshos comentarios!


Espero poder avanzar con la historia la próxima semana, habrá día feriado en México, yei~


Recuerden que les leo y estoy al pendiente de contestarles los comentarios del cap anterior y cualquier duda que tengan~


 Nos seguiremos leyendo~


Matta nee~


 


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