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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Pues bueno, disculpen tanta demora, se también que voy atrasada en responder varios comentarios, prometo ponerme al día en el trascurso del fin de semana.

Les quiero agradecer su paciencia y apoyo para esta historia, me he tomado mucho tiempo en escribir, el trabajo me está cayendo hasta por arriba del techo, se viene un mes difícil para mí en eso, así que quizás esté algo desaparecida pero trataré de actualizar lo antes que pueda como siempre.

Agradecimientos a:

 

Marii

Daniela

Lukita

 

Sin más el fic n.n

 

Naturaleza. Es el nombre que el ser humano ha dado a todo aquello que le rodea, misma que crece, mueve y se modifica sin su intervención, algo tan maravilloso que el mismísimo hombre primitivo adjudicó tal poder a una deidad, dándole el cariñoso apodo de “madre naturaleza”, pues ésta misma no sólo creó las plantas, los animales y todos los diversos ecosistemas que existen, sino que también creó a las mujeres y los hombres, viviendo en ellos con cada latido, suspiro y paso que estos reproducen. Es incluso tan misteriosa, pero a la vez tan común que olvidamos que ella está aquí, en cada ser vivo y hasta en el más minúsculo rincón del planeta.


Yuuri se observa en el espejo del vestidor con la puerta abierta de la recamara, es su primer día de clases, no sabe que ponerse, pues acaba de descubrir un pequeño detalle que, cuando usaba las pijamas y ropa cómoda de andar en casa no distinguió: sus jeans no le cierran, sus camisas le ciñen, las camisetas se le suben. Su vientre había comenzado a crecer.


 


 


—¡Tienes que entrar! —lucha contra uno de sus pantalones de mezclilla, fallando de forma ridícula, con la cara ya enrojecida por el esfuerzo.


—Cariño, no deberías forzarlo o se lastimarán —suspira en el umbral.


—¡A penas cumpliré las ocho semanas! ¡Nada me queda! ¡Es muy pronto! —refunfuña mientras saca unos vaqueros de su marido, extendiéndolos frente a él.


—Son dos, es normal que tu barriga crezca más rápido —recuerda con paciencia.


—Los tomaré prestados —avisa, cambiándose la ropa sin pudor frente al ruso.


—No hay problema, pero no creo que te queden, ya había comprado algo para cuando esto pasara —se encamina a uno de los armarios donde saca un conjunto bien doblado aun con etiquetas.


—¿Cuándo lo hiciste? —alza una ceja desconfiado.


—Compré muchas cosas por internet cuando supimos de los cachorros —un tenue sonrojo delata su mal disimulada vergüenza por sucumbir al instinto alfa.


—Viktor —reprende haciendo mala cara, después menea la cabeza y sonríe tomando las prendas.


—Me voy, cariño —toca los hombros del menor y con una de sus manos levanta la barbilla del mismo, dándole un suave y dulce beso—, deseo tengas un buen primer día, me gustaría acompañarte pero ya voy un poco tarde al trabajo —junta sus frentes y le envuelve con sus feromonas—, te amo —pronuncia íntimo y cariñoso.


 


 


El interior de Yuuri se estremece ante la última frase, evoca un fuerte sentimiento que le hace lagrimar, por lo que muerde los labios y suelta la ropa que carga para abrazarse a su esposo. Por su parte, Viktor por un momento se desconcierta, su lazo no le indica qué está mal, pues logra ver al menor tan afectado, no obstante siente un gran amor fluyendo entre los dos, nada malo está ocurriendo, sólo siente el desbordar de las emociones del japonés que le contagia, generando un reflejo natura por corresponderle y frotar sus mejillas, regalándole pequeños besos en los oscuros cabellos.


Desde el enlace, Yuuri no había salido de casa sin el ruso, por lo que su lado omega le mantenía intranquilo ante la idea de hacerlo, temeroso de no contar con su protección, si bien, Viktor salía a realizar compras, pasear a los caniches y ésta última semana a su trabajo, el japonés se mantenía acogido por las feromonas que dulcemente su esposo dejaba en el departamento y en sus objetos personales, pero ahora era diferente.


El de ojos castaños se enfrentaría solo al exterior, luchando contra su instinto que trataba de convencer al Nikiforov de que no se alejara, manipulando la respuesta natural del mayor que a duras penas podía contenerse de no llevarlo consigo a la oficina.


Al final Yuuri pudo contenerse, aferrándose a su propia voluntad, dejó ir a un inseguro Viktor, prometiéndole estar bien y dar lo mejor aquel día, pues tiene que ser fuerte y también aprender a controlar aquella naturaleza que de a poco nublaba su mente en ocasiones.


 


Bajó del auto que gentilmente Yakov había conducido, observa el bullicio y las instalaciones que ya bien conocía, la única diferencia es que ahora su pecho se encogía en incertidumbre, no temía de las materias o los maestros, sino que sus sentidos estaban mucho más sensibles, los murmullos y risas del alumnado le aturde, el aroma de la comida y las feromonas de algunas personas le resultaba intenso, su cuerpo tiembla, crispándose en alerta ante cualquiera que pasara cerca de él, su corazón estaba latiendo con fuerza, se desmoronaba en ansiedad, necesita a Viktor.


 


 


—Muchacho —la ronca voz de Feltsman le hace respingar y voltear a su dirección—, extiende tu brazo —pide viéndole con seriedad.


—¿Para qué? —pregunta aun así obedeciéndole con su mano temblorosa, notando como el mayor saca de su bolsillo una pañoleta morada que amarra a su muñeca.


—Viktor me dijo que la atara a tu brazo si notaba algo extraño, parece que funciona, te ves menos pálido —suspira.


—¿De Viktor? —levanta su palma y entonces percibe el olor de su marido emanando de la colorida tela— feromonas —concluye enterrando su nariz en la prenda.


—Estaré cerca de ti, pero por el reglamento escolar no puedo llamar mucho la atención, te vigilaré desde una distancia prudente y sólo podré actuar si algo atenta contra tu integridad, puedes llamar a mi número de teléfono si te sientes mal en alguno de los espacios cerrados del plantel, puedes estar tranquilo —le palmea la cabeza como a un niño.


—Entiendo —asiente despacio.


 


 


Vacilante se aproxima al mayor para abrazarlo en un arrebato de necesidad, éste deja salir una sonrisa tenue y comprensiva, correspondiendo superficialmente al contacto, después Yuuri un tanto más sosegado se incorpora a la multitud que fluye como un afluente sin fin.


Armado con un mapa del campus explora los caminos que lo dirigirán al edificio de su facultad, todavía percibe su alrededor con gran nitidez, aun así trata de ignorar el bombardeo de información que sus sentidos le comparten.


En medio de todo aquello escucha una discusión, percibe el miedo y la sumisión de un omega a pocos metros de él, lo que le dicta parar su trayectoria, buscando el lugar de donde proviene, no desea involucrarse en algún problema a penas iniciar su primer día, pero existe algo que no le permite ignorar aquello.


Al dar vuelta en uno de las edificaciones encuentra a una pareja con ascendencia asiática, por el idioma que escucha podría apostar que es un dialecto derivado del chino. El pequeño omega solloza contra la pared mientras el alfa que le acompaña parece gritarle una sarta de insultos y amenazas, lo que hace que el japonés arda en ira de presenciarlo, no obstante, su propio instinto no le deja avanzar, moviéndose indeciso a unos cuantos pasos de ellos, de repente, un chico aparece en defensa del tierno jovencito, resultando ser otro omega curiosamente conocido, por lo que sin más también se aproxima en auxilio.  


 


 


—¡Métanse en sus propios asuntos! —exclama en fluido inglés aquel alto hombre de cabello oscuro y rasgados ojos.


—¡Está prohibido que uses tus feromonas dominantes dentro del plantel! —exclama con ligero temblor en su cuerpo un joven de tez morena que saca su celular para fotografiar al susodicho— ¡Voy a reportarte!


—¡¿Qué dices?! —intenta arrebatarle el aparato en un forcejeo.


—¡Suéltalo! —interviene Yuuri sin estar del todo seguro de lo que hace.


—¡¡Apártate!! —empuja al japonés haciéndolo trastabillar.


¡¡Hermano, por favor para!! —ruega el pequeño omega castaño con la voz típica de su género.


¡Guang! —gruñe retrocediendo— hablaremos en casa —sisea para después marcharse con gran molestia.


—¡¿Qué le pasa a ese tipo?! —exclama con indignación el chico del teléfono móvil mientras soba sus antebrazos.


—¿Estás bien? —pregunta aun lloroso el muchachito de pecas.


—Estoy bien —reafirma Yuuri, por suerte sólo había retrocedido unos pasos sin mayor lesión, de reojo notó a Yakov escondiéndose tras una esquina, seguramente ya estaba listo para intervenir, eso le hizo notar lo peligroso que fue su impulso, el tipo tan sólo le apartó algo brusco más no trató de lastimarlo.


—Lo siento —hace una pronunciada reverencia a sus salvadores—, mi hermano es muy estricto, a veces no sabe controlarse.


—¡¿Disculpa?! Podrá ser tu hermano, pero no le da derecho a gritarte —refuta el moreno.


—Es verdad —confirma el mayor de los omegas.


—Él no me estaba gritando —levanta la mirada— en china hablamos muy fuerte, es sólo que había olvidado los supresores en casa con mi celo muy cercano a la fecha, soy muy sensible, terminé llorando —sorbe su nariz.


—Oh vaya —rasca su cuero cabelludo con nerviosismo—, lamento intervenir entonces, aunque de cualquier forma sostengo que no era el mejor modo para reprenderte —suspira—, creo que mejor deberíamos presentarnos, soy Phichit Chulanont, segundo cuatrimestre de periodismo —extiende su mano.


—Un gusto —contesta el saludo con timidez—Soy Guang Hong, primer cuatrimestre de sistemas computacionales.


—Soy —lo meditó un poco, más no tenía ya más que ocultar, el chico periodista ya le había descubierto de cualquier modo—… Yuuri Nikiforov, primer cuatrimestre de psicología.


—¡Estaremos en edificios vecinos! —sonríe entusiasmado de repente el más bajito de los tres.


—Creo que si —el japonés dibuja una mueca en su rostro que imita torpemente una sonrisa, no quiere ser grosero y rechazar al emocionado chico, todavía no comprende porque terminó involucrándose en la situación, sobretodo estando en espera de sus cachorros, siendo razonable acababa de hacer una locura.


—Así que Nikiforov —la maliciosa risilla del de ojos oscuros se hizo notar.


—Chulanont ¿Algo que quieras mencionar? —Yuuri cambió su semblante a uno más a la defensiva.


—Creo recordar cuando nos conocimos que tu apellido era Katsuki y negaste conocer a Viktor Nikiforov, mismo que resultó ser tu esposo —agrega suspicaz.


—Quizás me estés confundiendo —apeló haciéndose el desentendido.


—No, yo nunca olvido una cara —asegura—, no entiendo porque negarlo —se encoge de hombros—, si Viktor Nikiforov fuera mi esposo, lo gritaría a los cuatro vientos —ríe.


—No me agrada llamar la atención —advierte mirándole a los ojos—, agradecería que no compartieras ese tipo de información a la ligera.


—No te preocupes —lleva sus manos tras la nuca—, todo el campus lo sabe.


—¡¿Qué?! —su cuerpo se crispa.


—¿Recuerdas las fotografías que tomé para el periódico universitario en la graduación? Bueno… fue todo un éxito en el blog estudiantil.


—¡Pero Viktor se negó! No hubo tales fotos —recuerda aséptico.


 —¿Quieres comprobarlo? —su sonrisa hacía notar que disfrutaba el momento.


—Disculpen chicos, no entiendo de qué están hablando pero ya casi dan el timbre de la primera hora —enseña su reloj táctil— será mejor apresurarnos, estamos al otro extremo del campus.


—¡Tengo a Ciao Ciao a primera hora, si llego tarde me matará! —tras un momento de pánico corre despavorido.


—Creo que también deberíamos irnos —sugiere Guang.


—Sí —aun confundido retoma el paso tratando de caminar con prisa.


 


 


A pesar del inicio de esa mañana el resto del día pasó tranquilo, entre presentaciones de maestros y alumnos, la explicación de los temarios y evaluaciones, nada relevante pasó, por lo menos hasta el descanso de medio día. Yuuri buscaba un sitio donde sentarse en una de las cafeterías al aire libre, necesitaba despejarse puesto que dentro de las aulas se mareaba con los distintos olores que se entremezclaban de sus compañeros, las náuseas habían vuelto hace un par de minutos por lo que terminó comprando una botella de agua mineral, al encontrar una mesa vacía y algo apartada, toma asiento, sacando de su mochila un recipiente con fruta que su amado Viktor le había preparado el día anterior para que llevara como merienda.


No contaba con gran apetito, la comida saludable últimamente le parecía poco atractiva, pero por recomendación de la doctora debía llevar una dieta balanceada, debía dejar atrás sus grasosos antojos y pensar más en lo que le hacía bien a los cachorros, por supuesto, Viktor se había tomado bastante en serio aquella cuestión, llevando bolsas llenas de frutas y verduras del supermercado a casa, incluso preparándole sus nutritivas colaciones.


Acarició su vientre una vez destapó la improvisada caja de obento, percatándose que está adoptando esa curiosa manía que muchas veces presenció en otras chicas u omegas en espera a su alrededor. Degustó un par de fresas pero justo en la tercera siente un sabor desagradable, sacándola de su boca en el momento con una servilleta, el malestar vuelve de golpe, a penas atina a girarse a un costado para vomitar los restos del rojo fruto en el suelo.


 


 


—¿Por qué? —lagrimea frustrado y con vergüenza de su desastre— ¿No les gustan las fresas? —tuerce los labios, estaba siendo más frecuente el hecho de regresar algunos alimentos específicos de su dieta.


—¿Estás bien? —pregunta una voz conocida.


­—Estoy comenzando a creer que me espías, Chulanont —le dedica una mirada con desdén.


—Es la cafetería más cercana a nuestros edificios —se encoge de hombros—, te vi algo pálido hace un segundo mientras buscaba lugar para almorzar —alza su bandeja donde carga su plato de comida, un par de acompañamientos y jugo—, puedo llamar a una persona de intendencia si así lo deseas —ofrece.


—Bien —suspira—, gracias —murmura ya derrotado.


 


 


Tras el incómodo momento donde una mujer mayor llega con una cubeta y limpia sus desechos, el japonés, colorado de la vergüenza, pide disculpas una y otra vez ante los atentos ojos de Phichit que sin más se había instalado en su mesa para comer, Yuuri ante el hecho no había podido pedirle de la manera más atenta que lo dejara en paz, puesto que de cierta manera le había ayudado con el incidente, procediendo a comer una manzana en silencio.


 


 


—¿Sólo comerás eso? —le señala el de tez morena, masticando un bocado de sus alimentos.


—No me siento bien, mi estómago se siente extraño —evade el tema.


—Debes alimentarte bien si estás embarazado —puntualiza dirigiendo a su boca un poco de ensalada.


—¡¿Có-cómo lo…?! —se altera de repente pero es interrumpido.


—No lo noté en la mañana, pero después de unos cuantos minutos aquí contigo, me di cuenta con tu olor, además, esa pañoleta en tu mano advierte con claridad a cualquiera que no se te acerque —señala—, jamás pensé que Viktor Nikiforov fuese tan posesivo, incluso en la graduación me gruñó, a mí, otro omega.


—Es imposible —menea la cabeza, tumbando sus brazos en la mesa y recargando su cabeza en ellos—, dime ya ¿Qué quieres? ¿Otra primicia para el periódico?


—No, sólo quería un lugar tranquilo para almorzar y ya que nos conocemos, no estaría mal ser amigos o algo así —suelta con simpleza.


—Lo dice quien tomó fotografías sin consentimiento de las personas involucradas, seguramente eso de buenas referencias de ti —ironiza.


—Bien, sólo trataba de ser amable ya que te vi en problemas, pero si soy mucha molestia para ti, me marcharé —se incorpora agarrando su charola.


—Olvídalo, yo lo haré, no es como que necesite mucho éste lugar, estos cachorros ni siquiera me dejan comer —toma sus cosas y decide irse, no obstante, a penas levantarse y dar unos pocos pasos, su vista se nubla, tambaleándose.


—¡De verdad! —exclama apresurándose a tomarlo de los hombros—, solo deja de ser obstinado y siéntate por favor —le guía de vuelta—, lamento haberme inmiscuido en tu vida, pero tener justo en frente a la pareja de Viktor ya es todo un logro, él es tan hermético en su vida privada, me dejé llevar por mis impulsos de periodista.


—No me siento bien —admite tumbado en la banca.


—Deberíamos ir a la enfermería —se muerde una de sus uñas, analizando la situación.


—Le llamaré a Yakov —saca el teléfono de su bolsillo y busca su contacto.


—¿Es tu medico? —trata de adivinar.


—Algo así —sonríe, escucha la línea timbrar en el auricular, pero su llamada ni siquiera es atendida  cuando ya tiene a Felsman a pocos metros acercándose.


—Vayamos a casa, muchacho —dice el trajeado hombre con cierto timbre de preocupación.


 


 


Yuuri observó la sorprendida cara del periodista cuando Yakov tomó sus cosas y le brindó apoyo en su brazo para marcarse, sabía que ese asunto era un tanto delicado para exhibir, sin embargo su malestar era superior a cualquier cosa, Leroy ya le había advertido que los síntomas irían en aumento y con más fuerza, las hormonas le estaban volviendo loco, tanto que incluso se detuvo por un momento creyendo haber percibido el olor de su cuñado, hecho imposible por el lugar y hora en la que se encontraban, después de todo ¿Qué haría Yuri en la universidad de San Petersburgo? Él seguramente debería estar almorzando en el internado para omegas a varios kilómetros de ahí.


Por suerte la siguiente hora estaría suspendida por motivo de un discurso impartido por el director de la universidad para los alumnos de nuevo ingreso, por lo que sin mayor remordimiento regresa junto a Yakov a su hogar.


En el departamento es recibido por los caniches que gustosos menean las colas a su alrededor mientras dan pequeños saltos, mientras su guardaespaldas insiste en permanecer en la sala al pendiente de su cuidado hasta que llegue el Nikiforov, sin oportunidad de negarse, accede, yendo a la alcoba principal.


Suspira nada más entrar, el olor de su esposo está en aire, se tumba en la cama y abraza la almohada del alfa, sus feromonas salen con encanto y necesidad, sus sentidos se relajan, llenándole de tranquilidad. Adormilado se sienta en el colchón, sin soltar en ningún momento el mullido objeto, va al vestidor en búsqueda de su pijama, con cuidado se cambia de vestimenta y justo antes de volver para tomar una siesta, su nariz le dicta abrir el lado del armario del de cabellos platinados.


 


La puerta principal se abre dejando ver a un aturdido Viktor cargando un par de cajas y bolsas, Yakov intenta llamar su atención y darle el estatus de la situación, pero es completamente ignorado y dejado con la palabra en la boca, pues el joven ruso pasa de largo para dirigirse a la siguiente planta. Una vez en la habitación olfatea un par de veces, observa la cama un poco revuelta y después sigue la dulce fragancia hasta llegar al vestidor, no encuentra a Yuuri en ninguna parte, hasta que simplemente se deja guiar por su nariz, abriendo el closet donde en un rincón del mismo, envuelto entre abrigos y chaquetas, el omega dormita abrazando su almohada.


Viktor deja que un gruñido se le escape, tomando sin vacilar a su esposo en los brazos, despertándolo en el proceso, lo siente aferrarse a él, por lo que cuidadosamente lo envuelve para llevarlo a la cama, allí lo deposita como si fuese algo sumamente frágil, le besa la frente y acaricia su rostro, una vez le escucha ronronear, la tensión en su cuerpo se desvanece.


 


 


Viktor —susurra con amor, perdido en su más bajo instinto al sentirse protegido.


Estoy aquí —afirma en respuesta innata, une sus labios conteniendo su ardiente carestía.


 


 


La naturaleza hace lo suyo, aferrándose el uno al otro se dejan llevar por el reflejo característico de padres gamma primerizos, confirman su fuerte conexión en conductas meramente salvajes, con el razonamiento nublado se entregan al deseo de sentirse y acurrucarse en su nido sin la menor prenda que se interponga en el contacto de sus pieles.


 


 


Los protegeré —promete, abrazando al menor desde la espalda, pasa su lengua una y otra vez sobre la marca de enlace—, no temas, siempre estaré contigo.


Quédate en nuestro nido —ruega—, te necesitamos.


Debo salir y traer todo aquello que haga falta, nuestros cachorros tendrán que crecer sanos —frota sus cabelleras—, te cuidaré a donde quiera que vayas, confía en mí —besa la mano del japonés donde descansa su sortija.


Confío en ti —solloza conmovido.


Mi Yuuri —se abalanza sobre él para besarlo.


 


 


Sus lados más animales llegan a un acuerdo, el instinto de Yuuri es fuerte y busca dominar con sus caprichos a su contraparte, saliéndose de control con facilidad ante el estrés, pero claro, la naturaleza del Nikiforov logra calmarlo, llegando a un equilibrio de las partes, sellando el pacto como mejor saben hacer, mezclando sus más íntimas esencias en el otro con la abrasadora danza de sus cuerpos, amándose incluso en la más profunda de sus inconciencias.


 


 


Viktor~ —ronronea sin aliento, clavando sus uñas en el cuello y hombro del más alto, mientras es penetrado meneándose sobre el regazo del alfa.


Yuuri —gruñe con el clímax erizándole la piel, el nudo en su pene ya se había anclado al interior de su esposo, por lo que se limita a masajearle los glúteos y caderas que se menean en suave vaivén de adelante hacia atrás.


Te amo —jadea reflejándose en los oscurecidos ojos azules, tan dilatados como los propios.


¡Yuuri! —le detiene halándolo con un poco de rudeza para verter su caliente semilla en lo más profundo de su omega.


¡Aah! —cierra los ojos estremeciéndose y secundándolo en el orgasmo.


 


 


Un alfa y un omega destinados  van más allá de la simple compatibilidad genética, pues tienen una conexión psíquica tan poderosa que incluso la misma ciencia la encuentra fascinante para su estudio, aún existen muchos misterios por descubrir, mismos que permanecerán en las penumbras, pues una pareja gamma jamás podrá terminar de describir aquel lazo que el mismo destino les ha otorgado en su más profunda condición.


 


 

Notas finales:

Pues bien, aquí les dejo una parte más animal de estos dos, no es simplemente salir y hacer sus vidas de manera normal, Yuuri está embarazado por lo que su instinto le demanda ser más dependiente de su alfa, es un reflejo natural para evitar perder a sus crías, quiere asegurar que papá esté cerca ante cualquier peligro, pero creo que con ésta última escena llegaron a un buen acuerdo ¬u¬


En fin, no les entretengo, a las preguntas~


 


 ¿Nuestro Yuuri se ha vuelto más temperamental?


¿Qué piensan de la aparición de Guang y Phichit?


¿Yuuri y Phichit llegaran a limar asperezas?


¿Cómo creen que Yuuri logre sobrellevar el embarazo con la universidad?


¿Yakov es nuestro heroe o le faltó más acción?


¿Qué habrá sido ese olor que percibió Yuuri antes de marcharse del campus?


¿Viktor se ha vuelto más protector?


¿Qué piensan de la evolución del alfa de Viktor?


¿Les gusta como el instinto de estos arregla las cosas? ¬u¬


¿Alguna duda o comentario extra?


 


¡¡Muchas gracias por leer y dejar sus lindos comentarios!!


Espero leer a tod@s pronto y no se preocupen, no les abandono n.n sólo muero en el trabajo xD


Nos seguiremos leyendo~


Matta nee~ 


 


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