Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dulce Viktor por vitalife

[Reviews - 118]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!


Sigo viva, viiiiivaaa~


Ya creo que está demás decir pero bueno, me ha pasado de todo y básicamente o no tenía tiempo o una laptop cerca para escribir, prácticamente dos meses sin actualizar D:


Agradecimientos a:


Rosa


Aracelly


Marii


Lukita


 


Sin más, comencemos ;) 


 

Un nuevo día comienza, como de costumbre Yuuri es el primero en despertar atacado por las molestias matinales, mismas que no sólo se limitan a las náuseas y acidez estomacal, sino a la repentina falta de sueño después de las cuatro y media de la mañana, aquel mismo que volvía justo a la hora en la que debía levantarse para asistir a la universidad, acompañándolo por el resto de la jornada.


Suspira observando la penumbra de la habitación, disfruta del cosquilleo que le provoca el aliento de su esposo en la nuca, mientras acaricia suavemente la mano del mayor, que como cada noche, se colaba bajo su ropa para sentir su vientre en crecimiento. Viktor había tomado la manía de dormir abrazándole por la espalda, al parecer algo en aquella posición le sosegaba lo suficiente para descansar como un cachorrito, volviéndose gruñón cuando el japonés se escaba de él, como justo ahora que desea ir al baño.


¿Cuántas veces a lo largo del día debía hacer sus necesidades fisiológicas?


Lo desconocía, pero a decir verdad muchas.


Con lentitud se desliza sobre el colchón evitando que el ruso se despierte, puesto que parece tener un sexto sentido para percibir cuando se aleja unos centímetros de distancia, acomoda su almohada en los brazos de éste que pronto la ciñe e inhala su olor.


Después de aliviar su vejiga, se mira fijamente en el espejo a la par que lava sus manos. Ha perdido algo de peso debido a los constantes vómitos y ascos, de hecho su olfato sigue bastante sensible y los antojos raros comienzan a volverse frecuentes, ya va por su décima semana de embarazo, su barriga ya se nota lo suficiente para resaltar un poco bajo su ropa.


Todavía le cuesta creer lo que está pasando, en ocasiones olvida que en efecto está embarazado y no es una simple molestia estomacal, las cosas estaban pasando tan rápido para él, que incluso a veces desconoce sus propias acciones. Se ha sorprendido a sí mismo necesitado de Viktor, siendo rápidamente atendido por el mismo en un acto desesperado, su esposo también había cambiado.


El Nikiforov distaba de aquel dulce y sumiso alfa, ahora es más demandante, aprensivo y protector, ya no le escucha cuando algo le incomoda, tan solo actúa imponiendo su presencia en varios de los casos, asfixiándolo en ocasiones y provocándole mal humor, donde esto último confunde y aquieta el instinto del ruso.


Al parecer no era el único afectado por el lazo como sospechaban.


Un tirón en su vínculo le hace suspirar con cansancio, al parecer alguien ya había notado que no estaba en la cama. Arrastrando los pies regresa a la alcoba, encuentra a Viktor bostezando, con el cabello revuelto y algo encorvado en el borde de la cama.


 


 


—Aquí estoy —informa, gatea en la cama hasta sentarse en el regazo de su esposo, le acaricia la mejilla y le deja allí mismo un beso.


Yuuri —frunce las cejas aun con los ojos cerrados, le envuelve con sus brazos para recostarse lentamente con el japonés encima.


—Duerme —se acurruca en el cuello del alfa para luego acariciarle el pecho hasta escuchar su profunda respiración.


 


 


¿Es que lo está entrenando para los cachorros o se encuentra ante un alfa infantil?


Fuese lo que sea, ya estaba aprendiendo a lidiar con él.


Entonces, impregnado con la agradable quietud que su esposo emanaba, se deja arrullar por la calidez del cuerpo que le rodea tan protectoramente, sintiendo el revoloteo de su omega interno de saberse tan amado.


 


 


—Yuuri, mi amor —dulcemente lo despierta con un beso suave.


Viktor —murmura apesadumbrado, mete su cabeza bajo los cobertores.


—Ya es hora, cariño —alienta mientras se acomoda la corbata sentado en un costado de la cama.


—Mmm —se queja destapando la mitad de su cuerpo e incorporándose con desganada.


—¿Cómo te sientes hoy? —le besa la coronilla para después levantarse y terminar con su aliño.


—Cansado —bosteza tallándose los ojos.


—Quizás podríamos solicitar el cambio de algunas materias para que pudieras estudiarlas en línea —sugiere un poco preocupado.


—No estaría mal —medita calzándose las pantuflas.


—También podría hacer parte de mi trabajo en casa —suelta sutil.


—Viktor, estás dejando que tu instinto te domine de nuevo —gruñe enfurruñado.


—¡Solo me preocupo por ti! —exclama con las mejillas sonrojadas al verse descubierto.


—No quiero imagínate cuando los cachorros nazcan —ríe bajito ya más despierto.


 


 


Como una rutina, después de vestirse, el ruso se acerca al menor, toca la silueta esbelta del omega hasta posar sus manos en las suaves mejillas, se besan por un largo momento, con Yuuri parado de puntillas, suspiran segregando una densa capa de feromonas, impregnándose el uno al otro con su esencia. El japonés se agita con su rostro colorado y Viktor rápidamente corta el contacto, observándole con sus brillantes ojos azules y la nariz sonrosada, abraza al más bajo y frota sus cabelleras, para al final colocarle alguna prenda con su olor, ésta vez un collar casual tejido a mano, mismo que combinaba con una pulsera que cargaba del mismo estilo.


Yuuri había descubierto la habilidad de Viktor para las manualidades, así también como se aprovechaba de ello y le llenaba de accesorios diseñados por el mismo, inundándolo con su fragancia. Por lo menos es más sutil que llevar pañoletas.


 


 


—Yuuri, ya es éste domingo —susurra con un toque de aflicción.


—Todo saldrá bien —segrega su más dulce olor, regalándole un beso más corto en los labios.


—Ha pasado mucho tiempo, todavía tengo miedo de imaginarme su expresión, el detective mencionó que quiere hablar conmigo primero, no respondió a muchos de sus cuestionamientos, quizás —detiene su dialogo indeciso de continuar—...


—Quizás sólo quiere hablar contigo de lo que pasó —levanta el rostro del mayor viéndole a los ojos—, sé que fue un mal momento en tu vida, pero quizás —recalca— lo que tenga que decirte André no sea tan malo, es necesario que sepas su versión para liberar un poco tu carga —suspira.


—Yuuri —se remueve inquieto en su sitio, reticente a darle la razón al japonés.


—¡Suficiente! —le pellizca las mejillas.


—¡Duele! —se queja sin resistirse ni un poco.


—¡Iremos juntos y no aceptaré una negativa! —frunce las cejas— sostendré tu mano hasta el final —decreta más sereno.


—¡Yuuri! —se lanza para abrazarlo, reteniéndole con cuidadosa fuerza para no aplastar el vientre de su esposo.


—Tonto —ríe—, ahora bajemos por el desayuno.


—Lo que quiera mi príncipe —ronronea.


 


 


Bien, en ocasiones sí que volvía a ser  el Viktor que conoció.


Sus días en la universidad tenían sus altibajos, la mayor parte del tiempo podía estar atento y estudiar como cualquier otro alumno, algunos de sus compañeros le pasaban de largo, mientras otros se preocupaban por su ya visible estado hasta para los betas. Sala una chica que tomaba asiento frente a él, solía tratar de conversar con Yuuri durante los cambios de aula, con ella compartía la mitad de sus clases, sin embargo, el japonés creía que era algo intrusiva y temperamental, por lo que muchas veces a la hora del almuerzo se escapaba de su vista, teniendo la mala suerte siempre de encontrarse a Phichit o Guang, aunque éste último fuese más dócil, era demasiado parlanchín para su gusto.


Quizás se estaba volviendo un gruñón y detestaba convivir con otros, pero a decir verdad, nunca fue de muchos amigos, la prueba contundente era Yuuko, que a pesar de su mal genio y ser un completo retraído, sabía tenerle paciencia, dándole su espacio de vez en cuando.


Como la extrañaba.


Las trillizas ya habían nacido, logró verlas en un par de videollamadas, Yuuko parecía un zombie con sus marcadas ojeras y delgada figura, sin mencionar su prominente delantera que la hacía despotricar por sentirse como una vaca, sin embargo, su sonrisa radiante jamás abandonó su cara, así como ese aire amoroso que desprendía junto a Nishigori.


Sumergido en sus cavilaciones y recuerdos, termina perdido en un área aledaña a su facultad, quizás estaba demasiado desesperado por apartarse de sus “nuevos amigos” que olvidó en qué dirección se dirigía, por las batas blancas y ropa cómoda que la mayoría portaba por la zona, podría adivinar que estaba en la facultad de ciencias médicas y salud.


Ve uno de los tantos patios del campus a lo lejos, por lo que se dirige allí con la esperanza de poder comer algo decente y descansar. Una vez acomodado bajo las frondosas ramas de un árbol come el almuerzo que con tanto amor su esposo le preparó, sintiéndose satisfecho y sin malestares cierra los ojos disfrutando de la fresca brisa, sin notarlo se queda dormido.


Yakov le despierta, recordándole las clases que debía tomar, apresurado trota en dirección a su edificio, maldiciendo por lo bajo al sueño que solía noquearlo, esquiva algunas personas hasta tropezar con un par de chicos que logran rescatarlo de un derrape inminente.


 


 


—Lo siento —se disculpa agitado con un sonrojo de bochorno en el rostro.


—No te preocupes —resta importancia un chico alto, bronceado y de ojos azules—, estuve aquí en el momento indicado para salvarte —una sonrisa deslumbrante logra encandilar, no de buena manera, al japonés.


—¿Gracias? —levanta una ceja con desagrado, entonces se percata de un olor que le hace sentir un vacío en el estómago.


—¿Te encuentras bien? Te ves algo pálido —toca el hombro del omega.


—¿Por qué? —su rostro se contrae en desconcierto— ¿Por qué hueles como Yuri?


—¿Yuri? —trata de comprender hasta que una idea parece cruzársele por la mente.


—JJ, el timbre acaba de sonar, llegaremos tarde —interrumpe otro chico un tanto más serio y de baja estatura, sus alargados anteojos de lectura y libros en el brazo revelan la facultad a la que pertenece.


—Otabek ¡Espera! ¡Necesito hablar con él! —se voltea tratando de explicar.


—Después —sentencia tomándolo de la solapa de la bata—, la profesora no seguirá disculpando tus retrasos sólo por ser hijo de la doctora Leroy —reprende—, disculpe —hace una corta reverencia al de ojos castaños para después arrastrar a su compañero.


—¿Qué acaba de pasar? —recapitula confundido— debo buscarlo al final de las clases —decide observando al par alejarse.


 


 


Llega al aula cuando el profesor ya había comenzado con la clase, se muerde los labios con indecisión, no quería causar molestias, sin embargo desea entrar en aquella materia. El docente logra verlo de reojo, su mirada es desaprobatoria, pero contrario a lo esperado, hace un amago con el brazo, invitándole a pasar, Yuuri rápidamente acata la señal, toma asiento el lugar más próximo para no causar más interrupciones, admirándose del dominio del maestro sobre el tema, le escucha con total atención por el resto de la hora.


Una vez la campana se hace notar, el profesor cierra la clase, apunta los títulos de las siguientes lecturas en la pizarra y comienza a guardar sus pertenencias. El japonés hace lo mismo después de tomar algunas notas, saca su teléfono y no se  mueve de su butaca, después de todo la siguiente materia sería en el mismo salón, por lo que piensa avisarle a su esposo de su extraño encuentro con los chicos en el área de medicina, no obstante la presencia de alguien frente a él le hace levantar la vista, topándose con la rígida expresión del docente.


 


 


—¿Nikiforov? —le observa altivo como todo un alfa.


—Si —asiente, apresurándose a continuar—, lamento interrumpir su clase, prometo que no vuelve a pasar.


—De eso quería hablar —concede—, sé de tu caso y entiendo tu estado, por lo que quisiera charlar con tu esposo.


—¿Disculpe? —ese pedido no lo esperaba.


—Es bastante irresponsable de su parte que te permita el capricho de asistir a la universidad con tu estado, no dudo que tengas la capacidad, pero un omega recién enlazado y en espera no debería salir de casa tan a la ligera, podrá ponerte miles de prendas con su olor, pero distraes por completo a tus compañeros, te recuerdo que ésta es una universidad mixta, tanto alfas como omegas se ven sensibles a tu presencia, además, dudo que puedas mantener el ritmo de estudio, el embarazo es duro para el cuerpo de un omega, cuando la crianza llega es casi imposible, así que por favor acepta mi sugerencia y regresa a casa.


—Mi esposo respeta mi decisión de estudiar la universidad como mejor me convenga, así que le pido respeto también de su parte —se levanta con los puños apretados—, si llega a insistir con el tema, le reportaré.


—Te estoy ofreciendo una sugerencia, muchacho, creo que tú mismo has notado algunos cambios en ti y en tu esposo, tarde o temprano terminarás abandonado, es mejor que evites esa carga y no estreses a tus cachorros, debes descansar o te hará mal, será la última vez que lo mencione, sólo no esperes que disculpe tus ausencias y deberes incompletos, pides respeto, entonces respeta mi clase y a tus compañeros —sentencia retirándose.


¡¿Cuál es su problema?! —murmura con rabia.


—Dicen que al Profesor Vasiliev no le agradan las embarazadas ni los omegas en crianza —comparte en un tono suficientemente fuerte para ser escuchada.


—¿Desde hace cuánto tiempo estás ahí Sala? —voltea el japonés, encontrando a la atractiva chica a tres asientos de distancia.


—Desde que te escurriste a la clase —se encoje de hombros, toma sus libros y se coloca justo en la butaca junto al castaño.


—¿Y tú como sabes eso del profesor? —pasa de largo su intromisión y decide indagar más acerca del tema.


—Mi hermano tuvo unas clases con él en su ciclo anterior, Vasiliev tiene fama de pesado —se encoge de hombros.


—¿Por qué nadie lo ha reportado? —muestra su confusión e inconformidad.


—Lo han hecho, pero sus palabras tienen algo de verdad, existen pocas personas que soportan la carga de ésta universidad y él es una de las razones —suspira—, espero poder graduarme —sonríe nerviosa.


 


 


Antes de poder contestarle, la siguiente maestra entró al aula interrumpiendo los cuchicheos de varios de sus compañeros, dejándole a Yuuri un extraño sentir, parecía que aquel día estaba envuelto en intriga desde el primer momento, suficiente cargaba ya con la incertidumbre del encuentro con André, sumando el hecho de aquel chico y su amigo de medicina que parecían algo sospechosos, ahora también debía lidiar con nuevas adversidades en su vida estudiantil.


Al final de su última hora, como se había prometido, decidió volver al patio donde encontró aquel singular par. Después de varios minutos en los que ya se estaba dando por vencido, logra ver como el chico más alto de ojos azules da vueltas con preocupación, en lo que logra deducir como una cómica crisis, mientras su compañero le observa con desdén.


 


 


—¡Tienes que ayudarme! —señala Leroy a su amigo.


—No lo haré —le ignora regresando a su libro.


—¡Debo encontrar a ese chico y preguntarle por Yuri, ya que tú no quieres ayudarme! ¡Estás haciendo tus prácticas en su escuela! ¡Privilegiados los betas! —lloriquea.


—No es mi culpa que hayas echado a perder tus citas con él —refunfuña cansado con el tema.


—No sé cómo tratar a los omega varones, además es tan arisco como un gatito salvaje —ríe.


—Quizás esté ahí el problema —entrecierra los ojos con desaprobación.


—No lo entiendo, soy un alfa bastante apuesto, caballeroso y con un futuro brillante por delante ¿Quién no se interesaría en el carismático JJ? —dramatiza.


—Él —esboza una divertida sonrisa, mofándose de su desgracia.


—¡Otabek, no estás ayudando! —se sienta al costado del aludido, cruzando los brazos con un claro gesto de inconformidad.


 


 


Por su parte, Yuuri había escuchado toda aquella conversación con bastante asombro, indeciso en aparecerse, pues sin querer había descubierto gran parte de la situación, el punto ahora radicaba en ¿Qué debía hacer? Ya que el tema de su cuñado era extremadamente delicado, no estaba en la mejor de las estimas para el Plisetsky.


Deducía que aquel chico que se hacía llamar JJ, sería el delta del hermanito de Viktor, por lo que ahora no estaba tan seguro de informarle de tal revelación a su amado esposo, seguramente era capaz de ir a conocerlo y dejarle claras algunas cosas, aun a pesar de que por lo poco  que logró hilar de la conversación, no habían pasado de un par de citas sin buenos resultados.


 


 


—¡Te encontré! —una estruendosa voz le hace saltar de su escondite.


—¡Phichit! —responde espantado al mismo tiempo que giraba en sus talones para enfrentarlo.


—Vaya, creo que es la primera vez que me dices por mi nombre —sonríe orgulloso.


—No es un buen momento —casi se golpea a sí mismo en la frente.


—¿Qué estás mirando? —pregunta curioso, asomándose tras el hombro del japonés— ¡Oh! Son JJ y Altin.


—¿Existe una persona en éste campus que no conozcas? —entona con sarcasmo.


—Quizás algunos de primer semestre —medita—, pero dime, Yuuri ¿Por qué espías a las estrellas ascendentes de medicina? ¿Acaso Viktor te está descuidando o el embarazo ha despertado tus instintos? —menea las cejas con picardía.


—¡¿Qu-Qué?! —tartamudea colorado ante el doble sentido de sus palabras.


—Vaya, vaya —-entrecierra la mirada suspicaz—… no lo creería de ti.


—¡No! —le cubre la boca con sus manos— Deja de insinuar tonterías, es algo personal —frunce las cejas.


¿Personal? —murmura bajo las palmas.


—No te lo diré, señor del club de periodismo —se aparta, tratando de comenzar su camino a la salida, aquella oportunidad de hablar con los futuros médicos se había desperdiciado.


—A veces pienso que no te caigo bien —le sigue.


—Es porque no me caes bien —le ve de reojo.


—Claro —se encoje de hombros con diversión.


 


 


Los asiáticos se enfrascan en una tonta discusión, misma que cada día parecía volverse más amistosa y cotidiana, pese a los intentos de Yuuri por mantener distancia con el tailandés, en ocasiones solía serle menos incomoda su presencia, ya se estaba acostumbrando a verse rodeado de algunas personas y por algún extraño motivo Phichit, Guang y Sala parecían tener una especial fijación con él aún con sus constantes rechazos y desplantes.


Sin notarlo, un par de ojos oscuros ven a los omegas alejarse, siendo el portador de los mismos, prudente ante la presencia de aquellos que poco a poco se desvanecen entre la arbolada.


 


 


—¿Haz terminado, JJ? —se incorpora de su sitio— ya casi es hora de irme.


—Vete —hace una señal con su mano—, si ves a Yuri pregúntale si puede salir éste sábado.


—Lo intentaré, pero no prometo que su respuesta sea positiva —sonríe.


—Eres cruel —bufa.


—Puede ser —concede.


 


 


~*.*.*.*.*.*~


 


 


—¡Yuuri! —el Nikiforov recibe al japonés con los brazos abiertos nada más entrar.


—¿Qué sucede? —se deja mimar— ¿Haz salido temprano del trabajo?


—No podía esperar para verte —ronronea entusiasmado.


—¿Sólo eso? —alza una ceja.


—Sí —sonríe con las mejillas sonrosadas, besándolo seguidamente de su respuesta.


 


 


Los caniches saltaban alegres a su alrededor, esperaban caricias del joven omega y aunque éste lo hizo torpemente mientras compartía aquel intimo encuentro con su esposo, terminó por ignorarlo cuando de un momento a otro comenzó a sentirse acalorado por las pesadas feromonas del alfa. En algún momento Viktor se aparta de su boca para besarle el cuello con inquietante pasión, por lo que termina aferrándose a la camisa del más alto mientras suelta quedos suspiros.


 


 


—E-Espera —gime.


Yuuri~ —entona acaramelado, subiéndole la camisa un poco para tocarle la barriga— nuestros cachorros crecen sanos —le susurra al oído con sedosa voz.


—Lo sé —jadea por el tibio aliento.


—Debes alimentarte mejor, cariño —deposita un casto beso en el cachete del japonés y se aleja un poco para verle a los ojos— ¿Qué te gustaría cenar?


—¡Viktor! —gruñe al observarle tan fresco.


—¿Sí? —sus labios forman un corazón.


—¡No escaparás ésta vez! —sentencia.


 


 


 


Le toma de la cara para devorarle la boca, haciendo que el mayor se debata en una discusión interna con su instinto, ya que últimamente ambos sentían una tensión sexual constante cuando estaba solos, misma que no desaparecía hasta que el alfa anudaba en el interior de su esposo. Era curioso que aun a pesar de Yuuri estar embarazado, sus naturalezas les pedían reafirmar cada día su lazo, envolviéndose con la fuerte fragancia del otro y disfrutando de la agradable sensación de intimidad en el nido que en ocasiones Yuuri solía formar en la habitación.


Estar acurrucado en los brazos de la persona más amada les hacía olvidar el ajetreado mundo exterior. Empresarios, Profesores, Elena, André, Yuri y todos los demás podían esperar, ya que estando juntos entre las sabanas  nada más podría importar.


 


 

Notas finales:

Siento mucho la espera la verdad y más porque no pude subir dos capitulos seguidos como originalmente haría, básicamente me tardaría más, en fin, aquí les traje varias espinitas que poco a poco irán tomando forma, es probable que el próximo cap se toque el tema de André y algo de la trama secundaria con Yurio, hagan sus apuestas señorit@s~ 


Creo que el cap quedó algo apresurado, pero por los tiempos de atraso, quería que la trama avanzara más rápido, pero no se preocupen, iré desarrollando cada parte según sea conveniente, a estos dos se les va a venir la avalancha pronto~, pero como buena parejita que son, sabrán afrontar las cosas n.n


No les entretengo más, vamos a las preguntas:


 


¿Qué está ocurriendo con el instinto de estos dos?


¿Será que el profesor sabe algo del tema o a qué se refiere? (También pueden mencionar que les pareció su aparición)


¿Cómo creen que Yuuri esté "distrayendo" a sus compañeros de clase?


¿Esperaban la aparición de JJ? ¿Será el Delta de Yurio?


¿Qué creen que sabe Otabek?


¿Este par dejará de comportarse como lobinejos?


¿Esperaban el hard? xD


 


Muchas gracias a todas las personitas por leer y dejar sus lindos comentarios, son un amors, trataré mañana de contestarles a todos los que dejaron sus impresiones del cap anterior.


Trataré de no tardarme tanto de nuevo n.n


Nos seguiremos leyendo~


Matta nee~ 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).