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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Aquí de nuevo con otra parte más de ésta cursi historia, aunque quizás cambie poco a poco... o quien sabe xD Recuerden que por más aturdido que esté Yuuri por Viktor, sigue siendo un omega particularmente raro y hormonal. 

¡Muchas gracias a todas aquellas personitas que dejan su lindo review!

 

Aracelly

anakazanamu

Aninimaaax

 

Sin más, el fic ;) 

 

 


 


Ahí estaba, pasando por debajo del tori,  el arco rojo en la entrada del templo, vestido elegantemente con un kimono de color claro y un acolchado abrigo blanco al igual que sus elegantes guantes, renegaba internamente ¿Por qué los omegas varones debían vestir aquel tradicional atuendo femenino en ceremonias formales? El mismo no lo sabía, pero sonrió un poco después de soltar un corto suspiro que provocó una voluta de vapor, se daba ánimos, todos despedían un aroma alegre por lo que se estaba celebrando, no es que no estuviese feliz, sólo estaba extrañamente ansioso. Era un día nublado, se decía que posiblemente caería la primera  nevada por la tarde, hacía bastante frío. Levantó la vista topándose por fin con la construcción de madera, misma que seguramente tendría por lo menos unos doscientos o trecientos años de antigüedad, quizás más, se descalzó al pie de la alfombra roja, caminando con rectitud ingresó y tomó asiento, entonces todo comenzó.


Las Miko agitaron los cascabeles que portaban en una barita en sus manos, el sacerdote comenzó su sermón, la pareja frente al altar se vio con amor cuando fueron envueltos con un largo collar de cuentas redondas, para después tomar el sake, mismo que sellaba su pacto con los Dioses. Yuuri en ese momento sintió un tirón en su pecho y sus ojos se humedecieron al ver a su mejor amiga llorar de felicidad, siendo calmada a duras penas por su ahora esposo. No podía imaginar que se sentía casarse, pero un hueco se alojó en la boca de su estómago, la incertidumbre.  


Después de aquello, los presentes fueron guiados a una recepción en un precioso jardín privado del templo, donde ya esperaban otros invitados, Yuuri fue acomodado en una mesa con algunas de las amigas cercanas de Yuko, a decir verdad no le agradaban del todo un par de ellas pero sabía eran familiares de la recién casada, sólo debía soportarlas una hora o dos y largarse de ahí.


 


 


-Hola Yuri-kun –sonrió una de quienes específicamente no quería mediar palabra, una omega de larga cabellera castaña, maquillaje cargado de pestañas y uñas postizas.


-Hola –se limitó a ser cortés.


-¿Qué hay de nuevo? No te habíamos visto desde la graduación ¿No es así? –comentó volteando a ver a las demás chicas, un par de ellas asintieron, mientras otras parecían no querer entrometerse.


-Es verdad Yuuri-kun –le siguió otra, ésta al parecer una beta.


-Cuéntanos… -se acomodó mejor un chico, uno de los senpai que le tenía especial manía, mientras presumía descaradamente su argolla de bodas- ¿Ya encontraron a tu domador? –soltó una risilla.


-Siempre tan agradables… –sonrió fingido, repitiéndose una y otra vez que debía comportarse por su amiga, apretó sus manos bajo el mantel de la mesa, sintiendo su anillo bajo los guantes- No hablemos de mí, senpai, parece que se ha casado –intentó evadir la pregunta optando por la salida fácil, la vanidad de aquel hombre.


-¡Oh, lo haz notado! –soltó con regocijo, sonrojando sus mejillas- acabo de regresar de mi luna de miel –presumió.


 


 


 


La conversación siguió su flujo, uno banal y superfluo a su parecer, como detalles indiscretos y subidos de tono, así también la anhelante espera de cachorros, cumplir las ridículas expectativas de ama de casa ejemplar y el presumir de los bienes materiales del alfa, Katsuki sólo tomaba de su bebida, un té verde frío, rodando los ojos con mal disimulado desagrado, al poco tiempo apareció la pareja Nishigori, ahora la omega lucía un hermoso kimono rojo que la hacía ver hermosa, arrancándole un suspiro, estaba feliz por ella, se veía que le retocaron el maquillaje, seguramente debido a su momento emocional de hacía casi media hora, pero no importaba, era su día al fin y al cabo.


 


 


-¡Ay mi pobre prima! –mencionó con dramatismo una de las chicas- tener que casarse tan pronto… -bajó la voz- por embarazarse –una exclamación retenida al unísono de las jóvenes comenzó el cuchicheo.


-¿Eso es verdad? –preguntó una.


-Oh, sí verán…


-Yuko se ve tan bonita… –expresó Yuuri- ella siempre quiso casarse desde que supo que Takeshi era su alfa… –fulminó cada una de las chicas y al mayor- como cualquier omega en esta mesa al encontrar al suyo –sorbió de nueva cuenta su té.


-¿Mmm? –levantó una ceja suspicaz la castaña, molesta por haber sido interrumpida- lo dices como si conocieras ese sentimiento –se burló- aunque claro, dudo que si llegas a encontrar a tu alfa, sea él quien quiera casarse con un omega como tú, lo compadezco –algunas contuvieron la risa.


-Pobre… -dijo el mayor- no sabe la fierecilla que le espera, debe ser o muy tonto o estar muy desesperado –soltó una sutil carcajada.


-… -Katsuki apretó su vaso, habían prendido una mecha en su interior, podrían decir cualquier cosa de él, pero con su Viktor nadie se metía- Claro, lo dice quien pidió a su alfa que tomara su custodia el último año de la preparatoria y fue rechazado ¿Cuánto tiempo dices que tienes de casado?


-¡¿Tú qué sabes?! –se alteró, intentando no hacer un escándalo.


-¿No era verdad? –le sonrió con superioridad.


-Tú mismo acabas de decirlo –le acusó- un omega quiere casarse en cuanto conoce a su alfa.


-Sí ¿Y eso que? –respondió tranquilo.


-Eso sólo demuestra que no haz conocido a tu alfa ¡Ni quien te soporte! –abanicó con su mano el rostro, intentando bajar su bochorno.  


-Ah, eso… -vio su guante unos cortos segundos y comenzó a quitárselo- nunca dije que no lo conociera –mostró con orgullo y anhelo su sortija, sin despegar la mirada de la misma- vino desde Rusia a entregármelo antes de mi cumpleaños –por un momento olvidó quienes estaban a su alrededor y se permitió soltar el aire de sus pulmones con cierta ensoñación, la mesa se sumió en un sepulcral silencio, entre la sorpresa y la incredulidad.


-¡Ooh chicas! ¡Yuuri! ¡Senpai! ¿Por qué tan callados? –se acercó a saludar Yuko junto a su esposo- ¡Gracias a todas y todos por venir! –soltó con sinceridad.


 


 


Estaba perdido completamente en sus pensamientos, había recordado ese momento, la graciosa propuesta, la acorazonada sonrisa de Viktor y todas sus cursilerías, no sabía realmente que pasaba, seguramente sus hormonas le traicionaban, su tonto instinto omega, al punto de hacer esa pequeña escena hacía nada en la mesa, pero no podía evitarlo, sólo sentir el anillo en su dedo le provocaba más de una emoción, después de todo, para él no era sólo una promesa de boda, sino la materialización de que todo aquello había sido real, su alfa le quería, Viktor, el hombre que parecía más que perfecto, el mismo que le aceptaba como era, que le reconfortaba y daba su espacio. Nuevamente algo se retorció en su pecho y se ahogó en su garganta, como un grito contenido, las mariposas revolotearon en su estómago, pestañó largamente, entonces sintió algo en su mejilla izquierda, reventando su pequeña burbuja.


 


 


-Yuuri~ -canturreó con su típica sonrisa pícara- acompáñame a cambiarme de vestido.


-¿Eh? ¿Otro? –no comprendía.


-Vamos –le tomó de la mano, arrastrándolo a su vestidor personal en un área aledaña al jardín.


 


 


El omega estaba sentado sin comprender del todo que hacía en aquel lugar, parecía una pequeña sala de espera con un gran espejo y un vestidor al fondo, su amiga había desaparecido tras una puerta junto con dos chicas más que creía eran parte del staff, ¿Qué estaba pasando? Y lo más importante ¿Por qué la manía de las japonesas de usar más de tres vestidos en una boda? ¡Sólo eran a lo mucho tres horas! Él no pensaba usar más de dos kimonos cuando se casara con Viktor, es más, podría simplemente sólo usar un Tuxedo blanco si estaba de humor. Se llevó las manos a la cara, nuevamente estaba pensando en el ruso y sus nupcias, intentó tranquilizarse, ¡Ya debía superar a ese hombre! Pero no podía, era patético, tenía poco más de un mes con la sortija y ya estaba delirando con todo aquello.


 


 


-¡Yuuri! – escuchó unos tacones cerca de él, una suave brisa olor a violetas y un impulsivo abrazo- no había podido hablar contigo, he estado tan ocupada con la organización de la boda –le tomó de los hombros y le vio directamente- me alegra tanto que hayas decidido venir, disculpa por sentrarte con ya sabes quienes –hizo una mueca apenada.


-No te preocupes Yuko –sonrió- vine por ti, no por ellas o el senpai.


-¡Pero cuéntame Yuuri! ¡Sabes a lo que me refiero! –exigió entusiasmada.


-Eh… -desvió la mirada, sonrojándose débilmente- ya sabes, una cita y esas cosas que hacen los novios.


-Claro… -aseguró comprendiendo- ¿Hubo besos?  ¿Se tomaron de la mano? ¿Cómo llegó él acá? ¿Y ese anillo? ¡Quiero detalles!


-¡Yuko! –su cara se volvió tan roja como el carmín.


 


 


Al final no tuvo otra opción más que contarle casi absolutamente todo, ocultando los pequeños detalles vergonzosos e íntimos, aunque también tenía curiosidad ¿Era normal que un omega quisiera intimar con su alfa? Posiblemente si ¿Pero porque Viktor no parecía del todo interesado? Quizás sólo era un caballero, como había demostrado siempre, aun así existía una duda en su cabeza, entonces pareció darse cuenta de la insinuación que había tenido aquella omega familiar de la chica frente suyo, imprudente como en ocasiones era, se atrevió a comentarlo.


 


 


-Sé que no debería tomarle importancia, pero ¿Es cierto lo que Rika dijo? Lo de que estás embarazada… -subió su mirada, topándose con la chica completamente colorada, contrastando enormemente con el blanco vestido de novia occidental.


-Pues… -comenzó a jugar con un mechón de su cabello, mismo que se había escapado de su elaborado peinado- sí, tengo nueve semanas.


-¡¿Qué?! –el color se le había ido del rostro- ¿Entonces por eso adelantaron la boda? Pero ya habías dicho que se enlazarían después de la graduación… -estaba confundido.


-Sí, pero mis padres no lo sabían –sonrió sacando la lengua.


-¡Yuko! –se llevó las manos a la cabeza.


-¡Querían separarnos Yuuri! –sus ojos se cristalizaron- Takeshi estudiaría en una universidad en Kyoto, estaríamos distanciados por lo menos tres años, yo no podría aguantar –bajó su rostro, apretando la abultada falda entre sus dedos.


-Pero ahora él no… -comprendía a su amiga, pero aquel sentimiento era demasiado egoísta hasta para ella.


-Él se irá a Kyoto pero ahora yo iré con él… –sonrió conteniendo el llanto- vamos a ser papás, seremos una familia –llevó las manos al pecho, intentando calmarse- sé que será difícil, muchas cosas han cambiado por esto, pero no me arrepiento, estaremos juntos y Takeshi también lo quiere, tendremos un trabajo de medio tiempo, saldremos adelante, al final nuestros padres nos apoyaron.


-Yuko… -No era bueno con esas cosas pero podía sentir la desesperación en su aroma, no tenía palabras, nunca la había visto así.


-¡¡Yuko!! –Como un guerrero listo para la batalla, Nishigori llegó al lugar casi como una fiera embravecida- ¡¿Estás bien?! –al observar que realmente nada ponía en riesgo a su esposa, su gesto menguó en uno más sumiso y preocupado, acercándose a ella, tomándola de los hombros con delicadeza.


-Estoy bien, estoy bien… -sonrió ya con una que otra lagrima derramada- sólo me alteré un poco con Yuuri, estaba contándole de nuestros planes –acarició la mejilla del alfa, tranquilizándolo.


-Aah, estos días han sido una montaña rusa –suspiró cansado- de un momento a otro tus emociones cambian y no sé cuándo realmente te pasa algo.


-Ve con los invitados, en un momento termino mi platica pendiente con Yuuri, nada va a pasarme –aseguró ya más repuesta.


-Bueno –hizo una mueca no muy conforme- Yuuri la dejo a tu cuidado, es una omega embarazada –susurró.


-Claro –sonrió divertido e incómodo por presenciar todo aquello.


-¡Estoy embarazada más no invalida! ¡Los invitados están esperando! –se quejó repentinamente molesta.


-Ya voy, ya voy… -por un momento se acercó al menor de los tres e intentando ser discreto comentó- no seas como ella cuando tengas cachorros, me saca cada susto… -pero fue interrumpido por una zapatilla con el tacón sospechosamente afilado en la espalda.


-¡Te escuché Takeshi! –pero el hombre salió despavorido del lugar- lo siento Yuuri –cambió a una expresión apenada.


-No hay problema –levantó sus palmas en señal de rendición.


 


 


Vaya que una mujer omega y en cinta era de temer, pues los varones de su especie eran más equilibrados en cuestiones hormonales, limitando su labilidad emocional al contacto con su alfa, aunque claro, nunca se había embarazado, no sabía lo que se sentía, algún día podría compartir sus experiencias con su mejor amiga, pero para ello aún faltaba bastante tiempo, dudaba poder enlazarse con Viktor en las vacaciones de invierno, no era el momento, además quería que eso pasara ya que estuvieran viviendo juntos, en la intimidad de su hogar, de sólo pensarlo sus mejillas se colorearon, quería verlo pronto, con un beso le bastaba para seguir esperando, eso creía.


La celebración concluyó sin mayores problemas, por lo que el joven Katsuki caminaba sereno de regreso a la posada, divagaba un poco sin estar seguro de tomar un taxi o llegar a pie, en realidad no estaba tan lejos, pero con aquel atuendo era algo difícil andar, por un momento logró ver el río no muy lejos de su lugar, el mismo que desembocaba en el mar, aquel que con sus olas mojaba las cenizas arenas de la playa, sitio que guardaba un agradable y cómico recuerdo… ¡Agh! ¡Era suficiente! ¡Todo se lo recordaba! ¡¿Es qué no podía vivir en paz?! Si con verse las manos la argolla ya le recordaba lo suficiente a Viktor, con sus piedras preciosas aguamarinas como sus ojos ¡Sus ojos! ¡Los estaba comparando con una joya! Las hormonas le habían quemado el cerebro, no había más que agregar. Estaba tan ahogado en sus reproches mentales que no se percató de un auto que se estacionaba a su costado, el claxon le asustó suficiente para dar un brinco, una de sus puertas traseras se abrió, el serio de su senpai le observaba.


 


 


-Anda, yo te llevo –dijo misteriosamente.


-No, gracias –soltó desconfiado.


-Dudo que siendo tú llegues muy lejos con la altura de esas Gettas –sonrió conteniendo un poco su burla.


-Sólo me das más motivos para no aceptar un favor tuyo –concluyó.


-Sube, quiero hablar contigo –su rostro se tornó serio- de omega a omega.


 


 


Lo pensó, todo aquello parecía muy extraño, no debía confiar en aquel hombre, pero la curiosidad le carcomía y también era muy cierto que sus pies terminarían adoloridos por los firmes cordones de las refinadas sandalias de madera, en algún punto de sus cavilaciones decidió acceder, subiendo a aquel taxi, esperaba no ser secuestrado y sacrificado a la deidad que fuera devoto el mayor, eso o que le pidiera detalles de su relación con el ruso, que tenía fama de chismoso. Después de un corto silencio el recién casado inició la conversación.


 


 


-Así que te comprometiste… -dijo con un deje de nostalgia.


-Sí ¿Sólo quieres hablar de eso? –levantó una ceja con desconcierto.


-No, realmente pensaba que no encontrarías un alfa –soltó una risilla.


-Me bajo –su voz sonó con dureza.


-¡No! A lo que me refiero… -suspiró- siempre fuiste libre, yo sé que crees que los del último año intentamos molestarte, sólo nos preocupabas –admitió.


-Claro, si con preocupación te refieres a insultarme y regañarme por cualquier tontería, sí, quizás tengas razón –ironizo cruzándose de brazos.


-Yuuri-kun… -su mirada parecía intranquila- la vida de un omega casado es muy distinta, sé que en este momento todo parece que es amor, sexo y romanticismo, pero las cosas cambian, yo aún puedo disfrutar de ello, pero con el tiempo la monotonía, los cachorros, el alfa va perdiendo el interés, lo he visto en otras parejas, sólo aprovecha el momento y no te hagas ilusiones, no te rompas…


-¡¿Qué clase de consejo pre-matrimonial es éste?! ¡Nunca esperé de ti nada pero esto es inaudito! ¿Me estás diciendo qué me resigne a ser el esclavo sentimental de mi alfa? ¡¿Estás loco?! ¡Viktor no es así! –se exaltó.


-¡Por ahora! ¡Pero una vez el lazo cicatrice…!


-No, Senpai, tu eres el que se está equivocando –su semblante trasmitía una arrolladora seguridad- tu alfa debe aceptarte cómo eres, así como tú debes aceptarlo a él, sé que el enamoramiento dura poco, que piensas y haces muchas tonterías, pero es día con día que se forja una relación, no simplemente esperar a merecer el amor de la otra persona, ser un omega no significa ser la víctima, ser un omega significa solamente dar vida, si es que lo deseamos, al final ambos somos personas y decidimos nuestro destino, no una simple marca, eso siempre me lo ha dicho mi madre, ella que casada con un beta su lazo es casi nulo y si ella es feliz después de tantos años, tú, yo o cualquiera podemos ser felices con la que se supone es nuestra “pareja destinada”.


 


 


Los ojos del mayor se abrieron con asombro, abrumado por la determinación de su kohai, el corazón le latió con fuerza y sus palabras le devolvieron la esperanza, pero no lo admitiría abiertamente, a pesar de su olor afrutado que inundó el pequeño espacio, Yuuri sonrió triunfante ante el hecho, el coche se detuvo a los pocos segundos, con una ligera reverencia al bajar agradeció las atenciones de la persona con quien compartió su viaje, misma que sólo asintió con un ligero sonrojo.


Había sido una experiencia extrañamente gratificante, caminó alegre adentrándose a la posada, saludó a todos en su camino, lo que provocaban las hormonas, se dijo a sí mismo. Fue interceptado por Hiroko que exigía saber cómo trascendió la boda de aquella niña que vio crecer junto a su hijo, las horas pasaron y la garganta le dolía, no había hablado tanto en muchas semanas, estaba cansado. Subió hasta su habitación, el atardecer comenzaba a caer, las nubes en el cielo se negaban a dispersarse, el frío se acentuaba, con rapidez cambio sus ropas por unas más cómodas y tibias, tomó su laptop para después envolverse entre las cobijas de su cama, prendió el aparato, revisó su celular corroborando la hora, sonrió, era justo el tiempo para el almuerzo en Moscú, lo que significaba que Viktor estaba exactamente en su lapso de descanso en San Petersburgo y por supuesto, ya tenía un mensaje del dueño de sus tormentos, ignoró el computador que se calentaba en sus piernas, comenzó a teclear una respuesta. Habían intercambiado números a petición del japonés, era frustrante esperar días a la respuesta de una carta, por lo que mandarse infinidad de mensajes diario se volvió un hábito. A penas su contestación fue marcada como vista, el teléfono comenzó a sonar con una llamada entrante.


 


 


-¡Yuuri~! –se escuchó una cantarina voz.


-Hola Viktor… -sus palabras salieron suaves, las mejillas se le tintaron de rosado y tomó una posición cómoda.


-¡Te extrañé toda la mañana! –dramatizó- ¿Cómo te fue con tu amiga?


-Bien creo, pasaron muchas cosas, pero Yuko se veía muy feliz, Takeshi también, resultó ser bastante protector con ella, su lazo es muy fuerte, casi no se separaron en toda la reunión.


-Es normal, yo tampoco me separaría de ti si fuera nuestra boda –soltó una sutil risa.


-¡Viktor! –regañó con falso reproche, sus cachetes se sentían calientes.


-No tiene nada de malo decir la verdad, además te verás precioso con un kimono blanco o ¿Qué usan en los omegas en Japón? –preguntó curioso.


-Emm… -lo meditó unos pocos segundos- si es una boda sintoísta, lo normal es que sí, el omega use un kimono blanco durante la ceremonia, después se cambia por uno rojo o también puede ser un traje o vestido, es una tradición, dicen que el color rojo trae la fortuna, pero también se usa la ropa occidental, vestido con velo blanco o esmoquin, aunque el alfa también usa dos atuendos, uno durante el evento en el templo y otro en la recepción.


-Wow, no lo sabía –parecía realmente impresionado- ¿Qué usará Yuuri?


-No lo sé, aún falta tiempo, pero…


-¿Pero?


-No es nada –negó con su cabeza a pesar de que nadie podía verle.


-Dime Yuuri~


-Es sólo que ver a Yuko tan feliz hizo que me dieran ganas de verte… -bien, ya lo había dicho.


-Yuuri, sólo espera tres semanas más y estaré contigo –su voz sonó conciliadora.


-Lo sé, Viktor…


-¿Sí?


-Quiero casarme.


-Yo también.


-Te extraño.


-Yo más.


-Tonto –infló sus mejillas en un puchero infantil, ¡¿Por qué tenía que ser tan condenadamente cursi?! Y sobre todo ¡¿Por qué parecía gustarle eso?! Aquel pequeño insulto era para ambos.


-¡Oye!


 


 


Ambos comenzaron a reír, siguieron hablando de cosas sin sentido hasta que el tiempo del alfa terminó, se despidieron durante casi cinco minutos y cortaron la llamada. Yuuri se tiró en su cama viendo detenidamente el techo, no había nada interesante allí, pero su cabeza trabajaba bastante rápido, Viktor siempre le calmaba, adormecía sus sentidos, con sólo escuchar su voz el carácter se le doblegaba, era bastante temible el poder de la pareja destinada, pero se sentía tan bien, suspiró abrazando su almohada y restregó su cara en ella, sí, había traído a su habitación la misma que el de cabellos platinados usó en su estadía en la posada, ya poco quedaba de su aroma pero sólo imaginar que su rostro estuvo ahí, su estómago se retorcía inquieto, se imaginó que era su cuerpo y lo apresó con fuerza, estaba perdido, comenzaba a enamorarse.


 


 


-¡Nooo! –aventó el objetó lejos de él y huyó en el sentido contrario, como si temiera que de repente cobrara vida- Debería quemarla o simplemente dejarla en la lavandería… -talló su rostro con desesperación-  casi me escucho como todos esos omegas... un momento... ¡Lo hice en la boda! –acomodó sus gafas- el olor de Viktor me está afectando, su voz… ¡Todo! –dejó caer pesadamente su cuerpo al colchón- ¡Te odio, Viktor Nikiforov!


 


 


Un tintineo proveniente de su laptop le alertó, se acercó curioso y al reencenderse la pantalla observó que tenía un nuevo correo en su bandeja de entrada, sus labios se crisparon al ver el remitente, lo abrió, existía una fotografía adjunta, en ella se veía en un primer cuadro su rusa aflicción en un elegante traje ejecutivo, sentado en lo que parecía ser la mesa aislada de una cafetería, mantenía sus ojos azules clavados en la madera del mueble, con las mejillas sonrojadas y una extraña sonrisa que parecía querer gritar de felicidad, mientras sostenía su teléfono celular en la oreja. Yuuri volvió a retorcerse en su sitio, ¡No era el único ridículo! Intentó respirar y tranquilizarse para leer la descripción, en efecto, sólo le puso peor, la víctima de un improvisado paparazzi, le comentaba con muchos emoticones avergonzados, que había sido pillado por un compañero de área mientras sostenían su conversación de larga distancia, pero que además había compartido la imagen con algunos empleados y ahora lidiaba con sus bromas al respecto de varios de ellos, aun así no estaba molesto con eso sino al contrario, se notaba un tanto orgulloso, por su parte el japonés quería ocultarse bajo tierra, jurando nunca ir a visitarlo a su trabajo cuando vivieran juntos, prefería encerrarse en casa cual oso hibernando, antes de verle la cara a cualquiera de aquellos extranjeros.  El corazón parecía querérsele salir del pecho, Viktor idiota, estúpido instinto omega, ¡Malditas hormonas! Sólo quería morir en paz ¿A caso no podía? Al parecer no, cuando se casara muy seguramente viviría cosas similares o peor a ello, ¿Por qué eso le emocionaba? ¡No! Otra vez no. 


 


 

Notas finales:

 

Diganme que les pareció :) 

Bien, éste fue un capítulo de transición, lo bueno comienza en el siguiente, aunque aun no lo he escrito, quizás tarde un poco más de lo previsto (viernes de la próxima semana), tuve algunos problemas con mi laptop así que me retrasó en varias cosas.

Ahora conocen un poco de Yuuri y su interacción con otros omegas, así también como es sin que las feromonas de Viktor lo estén dominando, aunque lo logre de una forma u otra y parezca más lo contrario, vayan haciendo sus teorías sobre ello xD

Nos seguiremos leyendo en los demás caps ;) 

 

Matta nee~ 


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