Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dulce Viktor por vitalife

[Reviews - 118]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Disculpen la demora, tuve algunos contratiempos en los ultimos días, pero les traigo un capitulo un poco más largo, trataremos algunos temas médicos ficticios y explicando también el comportamiento de Yuuri.

Muchas gracias a las personitas que me dejan sus lindos reviews, en unos momentos los contestaré ;) 

 

Aninimaaax

anakzanamu

Aracelly

 

Sin más, el fic ;D

 

 


 


Un frío día más, había pasado por lo menos dos semanas desde la ceremonia de Yuko, ella junto a su esposo planearon una corta luna de miel, puesto que debían comenzar a trabajar antes del ingreso de Takeshi a la universidad, Yuuri apenas vio a su amiga, pero le ayudó con lo que pudo, como cubriéndola en su trabajo de medio tiempo, el cual había tomado como simple pretexto para estar cerca de, en aquel entonces, prometido. La familia Nishigori manejaba un auditorio con una apartado para pista de patinaje, tenían un contrato con el gobierno local, por lo que había constante movimiento en el lugar, allí se presentaban los principales eventos públicos del pueblo, pequeñas convenciones y algunas competencias amistosas de patinaje artístico aficionado.


El joven omega apoyaba en la logística del lugar de manera eventual, recibiendo una pequeña paga por ello, siempre siendo animado por la joven muchacha ahora embarazada, su repentina ausencia le traía una sensación de ligera tristeza, misma que desaparecía al regresar a su casa y hablar con su, aunque no lo admitiera, querido ruso. Ese día en particular estaba ansioso, tuvo un impulso de llamarle, aquello se derivaba de una extraña necesidad de sentirle cerca, quizás empapado por las feromonas felices y maternales de su amiga que se despidió hacía horas de él, pues viajarían a Kyoto para encontrar un buen departamento, así como arreglar los preparativos para la mudanza, entre otras cosas.


Ahora estaba ahí, sosteniendo su teléfono con la mano temblorosa, escuchando el repiquetear sonido de la llamada entrante, mismo que se tardó unas cuantas veces antes de ser atendido por un sorprendido alfa debido a su inesperada iniciativa, pues él nunca iniciaba una conversación ya sea vía texto, voz o video, era el de cabellos platinados quien le daba los buenos días, preguntaba por su día, comentaba cuando se acordaba de él en el trabajo, mandaba mensajes e imágenes cursis para recordarle que tanto ya le quería y muchos etcéteras más.


 


 


-¿Yuuri?


-Hola Viktor –su voz salió en susurro.


-Hola… ¿Ha pasado algo?


-N-no, no es eso, sólo… quería escucharte.


-¿Es así? –dijo con un atisbo de confidencialidad, casi podía ver su sonrisa.


-Hoy Yuko se fue a Kyoto, es posible que no la vea en un tiempo, pero no es por eso que te hablo, es sólo que verla tan feliz con Takeshi me hizo pensar…


-¿El qué? –la suave voz del mayor le traía calma.


-Cuando termines la universidad… -aspiró aire y tomó valor- está bien, casémonos.


- -hubo un corto silencio.


-¿Viktor? –no podía verlo, se preguntaba si quizás se había molestado, pero eso era imposible.


-¡Yuuri! ¡¿De verdad?! –se escuchaba muy emocionado.


-Si –sus mejillas se pintaron de un fuerte carmín.  


-Yuuri, gracias, gracias~


-Quiero… estar contigo… –cerró los ojos, admitiendo sus fuertes emociones, dejando su orgullo por un momento de lado- aun no sé qué estudiar, podría buscar algo una vez llegue a Rusia cuando… vivamos juntos.


-¡Por supuesto! Cuando vaya a mis clases esta tarde buscaré folletos de carreras para ti, estaré encantado de que estudies en mi misma universidad, examinaremos lo mejor para ti~


-Gracias –soltó con timidez.


-Investigaré que documentación necesitaremos para tu traslado y si requieres algún tipo de curso de regularización, las materias en la preparatoria son distintas en cada país para los omega, pero creo que estarás bien, mi Yuuri es muy brillante.


-¡Viktor! ¡No soy de tu propiedad! –renegó avergonzado.


-Claro que no –aseguró- pero vives dentro de mí, así como yo vivo dentro de ti ¿No es así? – dejó salir una risilla coqueta.


-Tonto, siempre eres tan empalagoso… -intentó hacerlo sonar como un insulto pero no funcionó, su garganta había modulado su voz en un dulce ronroneo complacido.


 


 


Después de una irrelevante “pelea” cotidiana, donde siempre ganaba el ruso, llegaron al acuerdo de planear su futuro detenidamente dentro de una semana, justo durante las vacaciones de invierno, aprovechando así la presencia de los padres del omega para firmar los permisos que necesitarían, ya que aunque Yuuri tuviera la mayoría de edad estipulado en Rusia, en Japón no lo sería hasta los veinte, por lo que Hiroko y Toshiya debían dar su consentimiento del reclamo de su hijo por parte del alfa, así como su salida del país. Los días se iban acortando y la espera era cada vez menor.


Hasetsu se pintaba de blanco al igual que las espesas nubes que lo cubrían, el frío calaba a pesar de las interminables capas de ropa sobre el cuerpo, provocando que la respiración se notara a simple vista por el choque de temperatura, nadie querría salir de las calientes cobijas de la cama, pero había cierto japonés entusiasta, arreglándose, acomodando su habitación, de pronto su celular sonó, contestó con los nervios a flor de piel, pronto sintió como su ánimo caía en picada.  La primera nevada llegó, pero no con ella Viktor, si bien, no había sido una promesa como tal, el ruso plateó la enorme posibilidad de escaparse de sus deberes por vacaciones, la madre del mismo al enterarse se había reusado a tan infame acto de irresponsabilidad, exigiendo el cumplimiento de sus tareas y cancelando sus boletos de avión, Yuuri entonces se hizo una idea del carácter de su futura suegra, así como escuchó su enfado a lo lejos mientras mantenía una conversación telefónica con el alfa que le cancelaba a último momento, a menos de veinticuatro horas para el despegue.


 


 


-Lo siento, Yuuri –se lamentaba.


-Está bien, no te preocupes, lo entiendo… -mordió sus labios.


-Prometo compensártelo de alguna forma.


-No pasa nada, no tienes por qué hacerlo –se encogió en su sitio un tanto cabizbajo.


-Iré en marzo ¿Está bien? Para entonces ya no deberé tener clases en la universidad, tendré más oportunidades de visitarte, de verdad lo siento, tengo tantas ganas de estar contigo.


-Yo… -sintió una molestia en la garganta, no comprendía porque todo aquello le afectaba tanto- entiendo…


-Yuuri… -se escuchaba preocupado.


-Esperaré… -apretó el teléfono en su mano.


-Yo igual… -suspiró- debo irme, te hablaré más tarde.


-Mmm… -asintió aunque nadie le veía- que tengas un buen día.


-Claro… -hizo una pequeña pausa- no olvides que cada minuto te extraño.


-Viktor… -sonrió- nos texteamos todo el día y hablamos como dos veces o más.


-Aun así –soltó una risa floja- cuídate mucho, hace frío.


-Lo haré… también cuídate.


-Tengo tantas ganas de besarte –bufó para luego cambiar a un tono de voz meloso- te quiero, Yuuri.


-Yo… -el aire se le fue de los pulmones, sus mejillas se encendieron y su cuerpo se estremeció levemente- Viktor tonto… -susurró con reproche.


-Yuuri~  ¿Tú no me quieres? –le molestó un poco.


-… -el aludido quería estrangularlo por preguntar tan directamente- ¡Tienes que irte Viktor! ¡Escucho los gritos de tu madre desde aquí! ¡Bye! –antes de cortar la llamada escuchó una limpia carcajada del otro lado- ¡Agh! ¡Tonto! ¡Tonto! –lanzó su móvil a la cama y después simplemente se dejó caer sentado en el tatami.


 


 


Temblaba, no, no era el frío, sentía náuseas y ganas de llorar, respiró profundo, contuvo sus lágrimas, no sabía si por la tristeza o el asco, se levantó con cuidado, salió de su habitación apoyándose de la pared, bajó de las escaleras dirigiéndose al lavabo más cercano, empapó su rostro con el agua del grifo, enjuagó su boca pues un amargo sabor persistía en su lengua, un ligero mareo le atacó, se sostuvo de la cerámica del mueble, deslizándose lentamente hasta quedar hincado, dejándose llevar sólo un momento, comenzó a hiperventilar y su vista se nubló, escuchó que tocaron la puerta, eso lo trajo de vuelta a la realidad súbitamente, se espabiló deprisa percibiéndose aún algo débil.


 


 


-Yuuri ¿Estás bien? –la voz afligida de su madre le hablaba desde el otro lado.


-Sí, sólo me puse mal de repente pero ya estoy bien –salió del baño para tranquilizarle.


-¿De verdad? –le tocó el rostro con sus manos- te sentí angustiado, hueles a limón ¿Pasó algo malo?


-N-no, no es nada –intentó dibujar una sonrisa pero no lo hizo del todo.


-¿Qué ha pasado? –insistió.


-Es una tontería…


-Vamos, cuéntame, no puedes estar así cuando llegue Vicchan –intentó animarle.


-Viktor… -cerró los ojos con fuerza- él no vendrá… -murmuró, los temblores regresaron a su cuerpo y el olor de ansiedad volvió a hacerse presente.


-Mi niño… -sonrió comprensiva, le abrazó- no puedes engañar al lazo de una madre omega con su hijo… -acarició su cabeza y espalda, comenzando a despedir un aroma tranquilizador, suave como camelia.


-Mamá… -correspondió el contacto con fuerte agarre- no sé qué me pasa.


-Iremos al médico, espero que no sea lo que creo… -su rostro se contrajo con preocupación.


 


 


Después de dejar algunas indicaciones y cancelar los preparativos para la llegada del alfa, la misma Hiroko llevó a su cachorro a la clínica, esperando poco menos de treinta minutos, fue atendido por un especialista en omegas, en ese momento el más joven no tenía ni idea que hacían con el ginecólogo, por un segundo se indignó, pensando que quizás su madre creía que estaba embarazado, está bien, comprendía que se comportaba extraño y se podría confundir, pero qué más quisiera él haber intimido con el ruso, además ya había pasado un celo después de la partida del mismo, fue doloroso, pero pudo controlarlo. Al ingresar al consultorio, aquel hombre que ya había visto un par de ocasiones anteriores por sus chequeos protocolarios y el suceso desastroso de hacía casi seis meses atrás, les saludó cordialmente invitándoles a compartir sus malestares.


 


 


-Sólo fue un incidente hace más de una hora, no es para tanto… -intentó restarle importancia.


-Doctor… -la mujer suspiró dándose valor- creo que Yuuri tiene una recaída…


-¿De qué estás hablando mamá? –sus palabras habían clavado una espina de intriga en su mente.


-¿Cuáles son los síntomas? –el beta puso especial atención.


-Últimamente ha estado muy distraído, tiene cambios de humor repentinos, sé que es normal durante los iniciales dos o tres años en seguida de su primer celo, pero después de encontrarse con su alfa, Yuuri cambió un poco…


-Eso es normal –aseguró el médico.


-No es para tanto mamá –insistió sintiéndose avergonzado por ser expuesto de aquella manera.


-Mañana llegaría temprano su alfa para una visita por navidad y año nuevo, pero canceló, a través de mi lazo sentí la angustia de Yuuri, no sé qué pasó dentro del baño pero no se escuchaba muy bien.


-¡Mamá! –se sonrojó.


-¿Qué fue lo que sentiste Yuuri-kun?


-¿Eh? –no esperaba que su malestar fuera motivo de consulta- durante la conversación comencé a sentir dolor, después me mareé un poco, fui al baño, tuve ganas de vomitar, sentía la lengua amarga y creo que estuve a punto de desmayarme, pero no es…


-¿Dónde era exactamente el dolor? –insistió frunciendo el entrecejo.


-Dolía la garganta, como si tuviera un nudo, se extendía hasta el pecho, pero también dolía mi nuca… -se tocó esta última parte, eso había sido bastante curioso pero no le dio importancia, a veces durante sus celos dolía o cuando… oh no.


-¿Se enlazaron en la última visita de su alfa?


-N-no, queríamos esperar a casarnos.


-¿Hubo relaciones sexuales?


-No –bajó su mirada con bochorno.


 


 


El medico soltó un suspiro y cambió su gesto, comenzó a teclear en su computador. El más joven mordió sus labios, no, no otra vez, se dijo a sí mismo, apretó sus manos en su regazo, se consideraba en ese momento tan vulnerable, otra vez las ganas de llorar le invadieron, más no se lo permitió de igual forma, la mano de su madre se paseó por su espalda y le dedicó una sonrisa comprensiva. El hombre se levantó de su sitio, se aproximó a él con una caja trasparente en las manos.


 


 


-Yuuri-kun, sólo para estar seguros, necesito que frotes este papel en tu nuca –le extendió un trozo rectangular de dicho material.


-¿Sólo frotarlo? –lo observó, era blanco, a parte de su olor y textura no parecía ser nada fuera de lo común, siguió la indicación, sintió su piel caliente en la zona.


-Es suficiente ¿Puedes mostrármelo?


-Sí… -lo entregó, su color había cambiado a uno rosado, el picor que le causó aquello le obligó a rascarse.


-Mmm… -el beta regresó a su escritorio- es muy probable que el síndrome por separación se esté presentando de nuevo, pero ahora parece venir con más fuerza, el complemento hormonal de la vez anterior no será suficiente, parece ser que Yuuri-kun es muy susceptible a la presencia su alfa, me gustaría que mañana temprano le tomaran una muestra de sangre para descartar cualquier otra posibilidad –les entregó una hoja con la orden para el laboratorio- recetaré supresores suaves diarios, no son tan agresivos como los que se usan durante el celo pero mantendrán a raya los picos hormonales, dependiendo de los resultados de los estudios indicaré la dosis y recomendaciones, no quiero apresurarme, es un caso un poco peculiar.


-¿Peculiar? –preguntó el aludido.


-Sí, normalmente esto no se presenta en omegas que no estén enlazados, aunque son comunes los casos como el que presentaste la vez anterior en parejas que no pasen mucho tiempo juntos, el tratamiento normalmente es la marca o unas cortas vacaciones intimas antes de intervenir con fármacos, pero al ser tan joven y con la situación de pareja extranjera, las cosas son un tanto más difíciles ¿Tienen algún tipo de contacto?


-Sí, hablamos diario por teléfono, escucharlo me calma –admite pensativo- tengo prendas de él y compartimos correspondencia de vez en cuando.


-Es lo que me refiero, eso sería suficiente para engañar a tus instintos omega por bastante tiempo ¿Tus últimos celos han sido dolorosos?


-Sí, el último especialmente, fue hace poco más de dos meses.


-¿Eres estacional verdad?


-Sí, casi una semana cada cambio estación.


-Es posible que se adelante, debes ser prudente, bien, los espero en tres días –estrechó la mano con ambos.


 


 


Todo pareció trascurrir con normalidad, el omega no quiso comentarle a Viktor acerca de su problema, le avergonzaba, además, esperaba que sus resultados no fueran tan inconvenientes y pudiera llevar una vida tranquila hasta la llegada del susodicho, sí, su estado de ánimo persistía  decaído pero podía manejarlo, eso creía, eso esperaba. Al final el diagnóstico fue más severo de lo que creían.


 


 


-Si comienza su celo, manténgalo en observación, puede que se tranquilice después de eso, si empeora vengan a emergencias o podría entrar en crisis, no es cien por ciento seguro que pase, pero es mejor ser precavidos.


 


 


Eso había dicho, ahora salía con miedo a que en cualquier momento sus hormonas le traicionaran, apretando su pastillero en el bolsillo de su chaqueta aun estando en casa, pero siguió con su rutina en la medida de lo posible, por las mañanas ayudaba a quitar la nieve de la entrada de la posada, así como otras tareas pequeñas, su padre le pagaba una atractiva mesada por eso, después estudiaba el idioma ruso en línea a través del computador, se inscribió poco después de su plática con Viktor, quería estar preparado para entonces, a pesar de que no estaba del todo seguro cual profesión escoger, no es que no tuviera aspiraciones, simplemente ninguna carrera “típica de omega” le satisfacía, puesto que era de saber común el como los de su género eran molestados durante sus estudios superiores, especialmente en materias “para alfas”. Quedaban seis meses para comenzar a organizar su boda, deseaba que pronto Viktor terminara sus prácticas y trámites para su titulación, así después de ello, con tranquilidad, fijarían una fecha conveniente.  


Todavía luchaba consigo mismo, como su cuerpo que reclamaba las atenciones del mayor que encantado reaccionaba de forma amorosa y amena, nunca se ha atrevido a preguntarle si él también sufre de trastornos hormonales, una negativa le traería conflictos, pero el caso contrario le afligiría en igual forma, rechazaba sus intensos sentimientos, su instinto tan fuerte para ser un omega mestizo, le agobiaba simplemente pensar, estaba cansado, quizás los supresores le provocaban sueño, pero eso se veía notablemente opacado por la insaciable hambre que aparecía de la nada algunos días, sabía que engordaba fácilmente, su ropa cotidiana era holgada y cómoda, procuraba balancear sus alimentos a pesar de su gran amor por la carne y preparaciones grasosas, incluso hizo dieta antes de conocer al alfa, al igual que en esta ocasión donde no pudo asistir, ahora tenía dos kilos de más en menos de una semana y el pequeño pastelillo con relleno de crema en su escritorio no dejaba de hacerle ojos coquetos. Suspiró, de cualquier manera se lo comería.


Hizo un rápido chequeo en su habitación, todo parecía en su lugar, alisó su pulcra camisa blanca, acomodó la cadena de copo de nieve sobre su cuello dejándolo visible, revisó su cabello peinado hacia atrás, se colocó sus gafas pues a Viktor parecía gustarle verlo con ellas, acomodó su laptop sobre el mueble en un punto estratégico, evitando que el biscocho con una ridícula velita nueva entrara en el campo de visión de la cámara web, se sentó en la silla rectificando el cuadro para la videollamada, frotó sus manos y palmeó sus mejillas para darse coraje, soltó el aire, confirmó la hora para por fin pulsar el inicio de la conversación virtual. A penas lograba enfocar la imagen del pelo plateado cuando discretamente prendió el pábilo y de inmediato mostró el esponjoso panecillo.


 


 


-¡Feliz cumpleaños! –dijo lo mejor que pudo, siendo invadido por un sentimiento realmente embarazoso, al principio pensó en cantarle pero se acobardó.


-¡Muchas gracias, Yuuri! –su característico gesto apareció con su acorazonada forma, sus ojos brillaban con fulgor.


-D-de nada, gracias por compartir un año más conmigo y cuida de mí el siguiente también –hizo una corta reverencia.


-Yo soy quien debería decir eso –imitó su gesto- gracias por tus lindos detalles, nuestros siguientes cumpleaños los festejaremos juntos –la punta de su nariz estaba sonrosada.


-¿Detalles? –bufó con sarcasmo- tu eres el que siempre me llena de pequeños regalos y mensajes, yo no soy nada cariñoso, pero pensé que debería devolvértelo de alguna forma –le dedicó una tímida mirada antes de desviarla y ruborizarse.     


-A eso me refiero –amplió su sonrisa y entrecerró los ojos enternecido- sé lo mucho que te cuesta, pero eso sólo lo hace más valioso para mí, gracias, muchas gracias Yuuri –el mencionado tenía la punta de sus orejas completamente rojas- ¡Eres tan adorable!


-Viktor… -murmuró tapando su rostro.


-¡Yuuri, la vela se está derritiendo! –alertó.


-¡Ah! ¡Sí! –sopló apagándola.


-Buu~ -frunció los labios en un puchero infantil- yo quería hacerlo.


-No puedes, estás del otro lado del mundo –soltó una risilla.


-¡Quiero mi beso de cumpleaños! –exigió siguiendo con su pataleta, incluso cruzó los brazos.


-No puedo hacer eso –meneó la cabeza encogiendo los hombros, deslindándose del hecho.


-¡Besa la cámara! –animó con renovado entusiasmo.


-¡¿Qué?! –le observó incrédulo de lo que escuchaba- ¡Estás loco! No lo haré –frunció las cejas y apretó sus puños.


-Por favor Yuuri~ -utilizó sus efectivos ojos de cachorro.


-N-no lo haré –viró su cara a un costado para evitar el contacto visual, en un vano intento de resistirse.


-Estoy tan triste porque no tengo a mi Yuuri conmigo en mi cumpleaños –dramatizó con voz apagada- si tan sólo me mandara un beso por la cámara –suspiró con fingida melancolía.


-¡Viktor! Te estás portando como un niño-volteó a mirarle, grave error, ahí estaban esas brillantes orbes aguamarina que le suplicaban- ¡Está bien! ¡Está bien! –accedió palmeando la mesa con fuerza mientras se coloraba por completo.


-Gracias Yuuri –regresó a su habitual felicidad, sin duda era un crío.


-Ok –suspiró levantándose de su silla sólo un poco, tragó seco y se acercó al aparato con la mirada agachada.


-¡Yuuri! –tocaron la puerta que inmediatamente fue abierta- Mamá dijo… ¿Qué estás haciendo? –la cara horrorizada de su hermana le hizo detenerse a pocos centímetros del octulador, aun con los labios plisados.


-¡N-no es lo que parece! –se defendió.


-¡Hola Mari! –saludó a su futura cuñada.


-Claro… -le dedicó una larga contemplación de exagerada decepción- Hola Viktor –contestó un tanto incomoda- Yuuri, cuando terminen su… -hizo un ademan con la mano- cita o lo que sea, baja, mamá necesita que alguien le ayude a reacomodar algunas cosas para el inventario de fin de año.  


-Sí, bajaré en unos minutos más-quería esconderse debajo de una roca de la vergüenza.


-Bien, diviértanse –se burló antes de salir y cerrar la puerta.


-¿Y mi beso? –recordó.


-¡Cállate Nikiforov! –cubrió su cabeza con los brazos, haciéndose un ovillo en la silla.


-¿Por qué? Me lo prometiste –pretendió alegar con voz tierna.


-¡Olvídalo! –le enfrentó- cuando vengas te daré todos lo que quieras, pero en este momento ya no puedo.


-¡Pero no es mi culpa! –rebatió.


-Sí que lo es.


-Es mi cumpleaños.


-¡Bien! –desde su posición chasqueó los labios en un beso volado, a pesar de su mueca de disgusto, sus pómulos se mantuvieron sonrojados.


-Mi Yuuri tan lindo~ -él le lanzó muchos más de regreso usando sus manos desde el otro lado.


 


 


El joven Katsuki explotó haciendo un embarazoso berrinche al mayor, el cual quería tranquilizarle mientras contenía la risa mal disimulada, vamos que se carcajeaba en ratos, al final no pasó a mayores, causando que el japonés terminar con la cara adolorida por las pronunciadas gesticulaciones y su potente irrigación sanguínea. Se despidieron al poco tiempo, el ruso tenía una reservación en un restaurante para festejar su cumpleaños “en familia” y con algunos amigos íntimos, no podía presentarse tarde. Por su parte el menor bajó las escaleras para atender los pedidos de su madre, misma que le observaba detenidamente, pronto junto a dos empleadas más, comenzaron a mover cajas del almacén, revisando la caducidad y cantidad de productos en existencia, al igual que anotando aquellos que hiciesen falta de surtir para sobrellevar la festividad de año nuevo, si bien Hasetsu era un pueblo tranquilo, Yuu-topia solía organizar una gran fiesta junto a los locatarios de la zona comercial, la posada se llenaba de gente pues por tradición era la sede de la algarabía, Fujitaka-san, el dueño de la licorería del barrio llegaba siempre con sus reservas secretas,  mientras Asakura-san traía los mejores guisados de su tienda de bentos, al igual la señora Ling que contaba con un exitoso buffet de comida china, entre muchos otros que cooperaban con la festividad, llamando la atención de turistas curiosos que eran atraídos por su singular calidez, tan típica de un pueblo pequeño.


En medio del polvo y el débil cartón humedecido por las nevadas, Yuuri se sintió agitado y enfermo, Hiroko se acercó a él presurosa ya que el rubor nunca abandonó el rostro del más joven, al principio pensó que se trataba de la reciente conversación de su hijo con el alfa ruso, pero al parecer comenzaba a presentar fiebre, eso le preocupó, especialmente por lo dicho en aquella consulta médica. Le mandó a descansar, aunque no pasó nada relevante, al día siguiente parecía estar excelente y aquel fenómeno no volvió a presentarse, por lo menos no el resto de la semana, así llegó rápidamente el último día del año.


Era como un pequeño matsuri, la fachada del pintoresco hotel estaba lleno de lámparas de papel, el estacionamiento frontal tenía varios pequeños puestos, entre juegos y comida, banderitas de colores colgaban de un extremo a otro, el edificio se mantenía con las puertas abiertas, dentro la decoración estaba plagada de bambús de diferentes tamaños atados con un grueso lazo blanco, letreros en rojo y dorado, así como no podían faltar las mandarinas y los mochi, el restaurante del lugar se encontraba especialmente colorido, las largas mesas acomodadas en hileras, al fondo se encontraba la enorme pantalla que sintonizaba un programa popular donde más tarde realizarían el conteo de manera regresiva.


Yuuri observaba todo aquello, recordando cuanto se emocionaba con todo eso de niño, ahora tan sólo le agobiaba, normalmente la reunión terminaba alrededor de la una o dos de la mañana, después debían recoger el desastre que los borrachos, dígase el señor Fujitaka, su padre y compañeros de la afición de futbol, dejaban, además de ofrecer acilo a más de uno que no podía siquiera mantenerse en pie, despedir a quienes estaban conscientes y básicamente dejar cada rincón pulcro antes del amanecer, todo sea por la limpieza de año nuevo, tradiciones japonesas, nada fuera del otro mundo.   


Pero las cosas comenzaron a ponerse turbias cuando un repentino calor le golpeó, como el vapor de una olla de agua hirviendo, con la diferencia que estaban a cinco grados y se pronosticaba nevada durante la mañana del día siguiente, sí, estaba en el centro del comedor principal, rodeado de gente, pero era algo fuera de lo común, su garganta estaba seca, no importaba que tanto liquido ingiriera, parecía no irse aquella sensación, su piel comenzaba a arder, la nuca le picaba, entonces lo notó, algo se deslizaba entre sus nalgas, se levantó de un salto, asustado, logrando un repentino mareo, se repuso como pudo, por suerte llevaba los supresores de emergencia, tragó la pastilla con la primera bebida que encontró, encaminándose rápidamente a las escaleras, ni siquiera se fijó si alguien le seguía, después de todo, estaba a reventar de personas, nadie le notaría.


 


 


 


-Sólo un poco más… -se dijo con la voz sofocada, le quedaba todavía un piso cuando escuchó como rechinaba la madera a sus espaldas, se volteó encontrando a un chico poco más grande que él- ¿Quién eres tú? –se exaltó, subió los últimos escalones sin darle la espalda, pero trastabilló cayendo de lleno en el pasillo a su recamara.


-Omega… -susurró el muchacho para abalanzarse sobre él.


-¡No! –forcejeó, siendo inmovilizados de los brazos, pataleó intentando acertarle un golpe, incluso tratando de propinarle un cabezazo que esquivó.


-¡Quédate quieto! –bramó con su voz alfa, aturdiendo y petrificando de miedo al menor.


-¡¡Lárgate de aquí!! –un potente grito causó eco en la última planta- Este es mi territorio –advirtió al joven perpetrador, soltando sus dominantes feromonas.  


-Minako-sensei… -sollozó en un instintivo pedido de su género.


-No lo repetiré… -tomó de la camisa al hombre que se había encogido por su presencia- vete antes de que te metas en peores problemas –enseñó sus colmillos de forma amenazante.


-… -el aludido volteó buscando con que defenderse, al parecer decidido a terminar lo que empezó, pero en las escaleras ya le esperaban un par de betas más que le hicieron replantearse la idea, salió a regañadientes- ¡Bien, ya entendí! –fue escoltado a la salida.


-Yuuri… -suavizó su gesto, le ayudó a incorporarse- tranquilo… -limpió las lágrimas de su antiguo alumno con los dedos y acomodó sus gafas.


-Minako-sensei… lo… lo siento… -cubrió su rostro.


-No es tu culpa Yuuri, hay alfas que no se saben controlar –bufó- vamos, te llevo a tu habitación, haré guardia hasta que Hiroko llegue.


-Gracias –respondió con voz temblorosa.


 


 


Tan pronto estuvo resguardado colocó los candados correspondientes a cada posible acceso de su pequeño refugio, tiritando todavía por lo acontecido hacía sólo minutos, ni siquiera logró tocarle más de la cuenta pero se creía sucio, sacó toallitas desinfectantes de su buró, limpió sus brazos, cuello, cualquier pedazo de piel que entró en contacto con el desgraciado tipo, prendió la calefacción al mínimo y se desvistió, tenía un calor considerable, pero sabía que la temperatura era bastante baja ya y podría enfermar, con extrema delicadeza descolgó su preciado tesoro, la chaqueta de Viktor que descansaba en un perchero sobre su cama, se lo probó en total desnudez, llevó sus mangas al rostro y aspiró fuerte, un dulce ronroneo salió de su garganta, ni siquiera hizo un nido, sólo se dejó caer en la cama.


No supo con exactitud cuánto tiempo había pasado, pero la vibración a la par de un sonido insistente le despertó, era su teléfono móvil, con pesadez se incorporó, alcanzando el objeto que pronto le cegó con su luz, su cuarto estaba en completa penumbra, por lo que no atinó a ver de quien se trataba ni como terminó contestando.


 


 


-¡Yuuri, feliz año nuevo! –escuchó una cantarina voz que le provocó una intensa excitación.


-Viktor… -gimió- Fe-feliz año… - regresó el saludo con la respiración agitada.


-¿Pasa algo? –preguntó dubitativo- Te escuchas extraño.


-Viktor, yo… -las piernas le flaquearon, su lubricación le recorrió la parte interna de los muslos- ¡Ah!


-¡¿Yuuri, estás bien?!-se preocupaba.


-N-no… -un quejido agudo salió de su boca, caminó de vuelta a su lecho, dejando el aparato sobre su almohada, encogiéndose entre las cobijas.


-¡¿Está alguien contigo?! ¿Quieres que contacte con tu madre? –iba a seguir cuestionándolo hasta que se percató del tono con el que el omega le contestaba, así como un sutil chapoteo- ¿Yuuri? –tragó seco.


-¡Viktor!... –le llamaba- Viktor… Ah… te necesito…


-Yuuri… -la voz le tembló- n-no puedo…


-Por favor~ –suspiró modulando su pronunciación en un meloso pedido que provocó un gruñido gutural en el otro- quiero estar contigo… necesito estar contigo… por favor… ¡Viktor! –chilló tocando uno de sus puntos erógenos, sí, se masturbaba mientras lo escuchaba.


-Yuuri no me hagas esto… -susurró, sus cuerdas vocales se quebraron al final- Yuuri… ¿Es tu celo?


-Sí~ -alargó la última letra- ven… ¡Oh, viktor! –una serie de agudos gemidos hicieron evidente que había culminado con su trabajo manual- Viktor… -intentó recomponer su respiración.


-Lo siento Yuuri… -lo detectaba ansioso- no puedo seguir… hablemos mañana… cuando estés más tranquilo…


-Mmm~ -sonrió complacido, restregándose en el colchón- estás jadeando… -le provocó.


-Ha-hasta lu-luego Yuuri –cortó.


-Hasta mañana~ -besó la pantalla del celular adornada con una fotografía del alfa, dejando un rastro de saliva- mi Viktor.


 


 


Aquello sólo terminó arrasando con un reverberante fuego, la fiebre se apoderó dolorosamente del ahora mullido cuerpo del omega, tan asfixiante que incluso jalar aire a sus pulmones se trasformaba en una titánica batalla, sus uñas se clavaban en las sabanas, lagrimaba emborronándose la vista, su voz sólo salía en gimoteos inentendibles, todo daba vueltas, no podía ni aunque quisiera, pararse para abrirle la puerta a su madre que le gritaba desde otro lado, estaba consternada, lo sabía, justo antes de perder el conocimiento la entrada fue derribada.


 


 


-¡Yuuri! ¡Mi niño! –lo atrajo a sus brazos, le revisó, sus ojos estaban en blanco, comenzó a convulsionar- ¡Toshiya, llama una ambulancia!


 


 


 

Notas finales:

 


Éste cap se iba a subir anoche, pero el internet se negó a cooperar, por otra parte, se los estoy subiendo sin la autorización de mi Betareader, así que quizás tenga algunas muletillas o errores de redacción, en cuanto reciba sus anotaciones lo corregiré, por si ven alguna actualización en estos días. 


El siguiente capítulo no sé cuánto tarde, espero que no sea tanto como en ésta ocasión, intentaré actualizar entre martes y viernes, más tardar sábado, todo depende del trabajo, ser adulta responsable trae sus desventajas... En fin, espero les haya gustado el capitulo de hoy, las cosas poco a poco comenzarán a cobrar sentido, Yuuri se está esforzando por complacer un poco a Viktor, él más que encantado, adivinen ¿Quien llegará el siguiente cap? ¬u¬ esto provocará una reacción en cadena con estos dos, elaboren sus teorías de lo que pasará xD 


¿Qué creen que hará Viktor?


¿Qué pasará con Yuuri?


¿Les gustaría alguna profesión en especial para Yuuri? (Aunque para eso todavía falta, quiero saber sus opiniones)


Espero sus reviews~


Nos seguimos leyendo n.n


 


Matta nee~


 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).