Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dulce Viktor por vitalife

[Reviews - 118]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 


¡Hola!


Primero que nada, lamento mucho la demora, muchas gracias por su paciencia, tuve un sin fin de contratiempos, entre trabajo, reuniones familiares, el internet y la luz de mi colonia, de verdad que parecía conspiración DX


En fin, hoy les traje un capitulo más largo en compensación, así como les mostré un poco del punto de vista de Viktor, veanlo como un regalo atrasado de San Valentín~


Agradezco a todas las lindas personitas que siempre me dejan su review y a las nuevas que se animan a dejarlo~


Grisel


Aracelly


anakzanamu


Aninimaaax


 


En un momento les contestaré ;) 


Sin más, el fic~ 


 

 

 

Cada mañana para él era un constante frenesí, todo el tiempo pendiente del reloj, la etiqueta, manteniendo su buena actitud, siempre impecable, su trabajo no debía tener una sola falla, ser sobresaliente en sus notas académicas, usar la ropa más sofisticada, el mejor auto y procurar extender las conexiones de su familia o en su defecto, reforzarlas con las nuevas generaciones de viejos empresarios, era agotador no tener un solo momento de intimidad, nada que le permitiese ser él mismo, dejando atrás la libertad en su niñez, pero entonces cuando creía todo perdido alguien apareció. Al principio no supo cómo reaccionar, de la emoción sus feromonas revolotearon como nunca habían hecho en su monótona vida desde principios de la preparatoria, tenía en su poder una carta que dictaría en un rumbo muy diferente sus supuestos planes y los de su madre de paso.

Se esmeró en contactar con aquella persona desconocida, curioso por la imagen apática que reflejaba su fotografía del documento burocrático, le envió una simple carta con la espera de una respuesta que no llegó, contrariado y pensativo, dedujo que seguramente el correo internacional era muy tardado, por lo que cambió de paquetería a una que le aseguraba la llegada de sus mensajes de manera puntual, probando de paso algunas herramientas extras que la misma contaba, después de todo había sido cumpleaños de su futura pareja y merecía un presente a la altura, posteriormente de haber hecho las compras se lamentó, quizás lo asustaría, pero las cosas ya estaban hechas, sería patético retroceder, generando el comienzo de una curiosa amistad.

Grata fue su sorpresa al conocerle en persona, justo en el aniversario de su primera carta, debía admitir que se hizo una idea bastante clara de los ideales del que creía, pequeño omega, era todo menos delicado y algo excéntrico, quizás su carácter se debía a la adolescencia, pensó, pero al verlo de frente se topó con la persona más adorable que pudo conocer, sus feromonas tan dulces no se comparaban con los residuos en la correspondencia, sus ojos brillantes de color chocolate, como la golosina que tanto le gustaba, labios rosáceos al igual que sus abultadas mejillas, su negro y suave cabello que contrastaba con aquel tierno pasador de flores rosadas, mismas que adornaban el hermoso kimono que portaba, no podía, ni quería, quitarle la vista de encima, tan exótico, de una cultura antiquísima y especialmente arraigada a sus propias costumbres. Se había preparado, estudiado el país de yuuri, quería agradarle y no cometer alguna grosería no más llegar, incluso aprendió algunas palabras y frases básicas, deseaba que la brecha entre países fuera mínima, pero entonces descubrió la fluidez de la familia con el idioma de origen británico, seguramente enseñanzas aprendidas en tiempos de mejor actividad turística.

El inesperado impulso por tocar tierras niponas le dejó un buen sabor de boca, contrario a lo que creía, la visión de su pareja destinada mejoró bastante, no es que menospreciara a Yuuri, ni mucho menos, sólo no sabía cómo el susodicho lo tomaría, por lo que proponerle matrimonio había sido decisión de último momento, si bien, compró un anillo, no lo entregaría hasta estar del todo seguro con la decisión, ocultándolo siempre en un bolsillo de su chaqueta, pero cuando el joven japonés se declaró, no tuvo duda, ese omega lo tenía comiendo de su palma, quizás ni siquiera se percataba, pero era lo suficientemente raro y único para cautívalo, para sorprenderle, era lo más precioso que había encontrado en su vida, un corazón puro, frágil y traslucido como el cristal. No importaba que tanto Yuuri se esmerara por cubrirse con las manos, en ocultar sus sentimientos, protegiendo sus tesoros a los demás, él veía cada pequeño detalle con una sonrisa, como presenciar a un niño pequeño con la cara y ropas embarradas en acuarelas, que esconde a sus espaldas una enorme cartulina coloreada para regalársela a su madre, era tan obvio, tan adorable.

Ahora despertaba en aquel lugar con olor a madera vieja, él piso de duela y tatami rechinante, sintiendo su nariz cosquillear al abrir la puerta de su habitación y percibir suaves feromonas florales, tan acorde al nombre de su pareja, “Yuuri no nioi”, murmura alargando una vocal para hacer un juego de palabras, la fragancia de los lirios, el perfume natural de Yuuri. No puede evitarlo, es algo más fuerte que él, su instinto, necesita hacerlo. Con sigilo termina irrumpiendo el refugio del menor, aspira fuerte y rememora los meses que estuvo alejado de él, en la fría Rusia, en su triste habitación, en los días que su prometido se encontraba “indispuesto” y le escuchaba llorar en las noches, llamándolo, pero no podía acercarse, no quería dañarlo, le rompía el corazón saber que aunque Yuuri estaba acurrucado en el nido de su madre aún lo añorara, claro, era un reflejo natural, pero no dejaba de ser doloroso y ahora lo tenía frente a él, tan tranquilo que ni su entrada tenía pestillo, se inclinó para observarle, le pinchó una mejilla con cariño, provocándole incomodidad y que pronto se revolviera dándole la espalda. 

 

 

-¡Yuuri, despierta! –se tiró encima suyo para traerlo de vuelta al mundo fuera de los sueños.

-No~ –se quejó con voz somnolienta, encogiéndose en su sitio.

-Yuuri –regañó- hoy debemos levantarnos temprano.

-¡Son las seis! –renegó, tapándose hasta la coronilla con las cobijas.

-Es un largo día –aseguró- recuerda que iremos a Fukuoka para la compra de los trajes y la degustación de un par de lugares organizadores de eventos, también quiero un enorme pastel y ahí tienen muchas reposterías –empezó a parlotear hasta que fue interrumpido.

-¡Esta bien! –soltó exasperado- sólo déjame holgazanear un poco–suspiró, encarándole con su rostro lleno de fastidio.

-Gracias, Yuuri –le abrazó plantándole un beso en la frente, aun siendo separados por el cobertor.

-Tonto –le vio fruncir un poco más el entrecejo y sonrojarse.

-Buenos días –frotó su cachete con el contrario en un mimo íntimo alfa-omega.

-Quítate… -pidió en un susurro.

-Nunca~ -le apretó más.

-¡Suéltame! –forcejeó en vano- por favor.

-¿Qué pasa? –se extrañó del tono vulnerable utilizado de su novio, por lo que acató su petición.

-Viktor… -le vio con sus ojos brillantes,esos que tanto le encantaban, sentándose justo frente a él para rápidamente abrir sus brazos e invitarle bajo las sabanas- no te quedes ahí viéndome con esa cara –reprendió.

-¡Yuuri! –sin pensarlo fue a su encuentro, acostándose de perfil en el colchón, olfateando los oscuros cabellos, sintiendo la respiración del japonés en su cuello- sólo diez minutos ¿Ok? Todavía falta desayunar y arreglarnos, es una hora de camino y mi licencia de conducir no es válida en Japón –hizo un ligero puchero- ¿Estás seguro de querer llevarnos hasta allá? ¿Has manejado en carretera? Podemos pedirle el favor a Mari o uno de los chicos de…  ¿Me estás escuchando? –bajó su mirada, estaba dormido- ¡Yuuri! –iba a empezar a reñirle cuando un suspiro involuntario del otro le hizo estremecer, así como una pierna se subió a sus caderas- ¿Yu-Yuuri? –perocuando volvió a revisarle, el mencionado seguía en la inconciencia- ¡Yuuri no me hagas esto tan temprano!

 

 

Su prometido podía llegar a ser una persona cruel y egoísta cuando se lo proponía, agradecía su enorme autocontrol y resistencia a feromonas, sino seguramente ninguno de los dos sería virgen a estas alturas, el menor de los Katsuki no lo sabía, pero tiene una sensualidad natural que lo metía en más de un apuro en ese tipo de situaciones.

A duras penas logró sacarlo de la cama, prácticamente cargándolo hasta el comedor familiar donde Hiroko colocaba el almuerzo de la pareja en prácticas cajas de bentos. Los amaneceres en aquel país asiático clareaban poco antes de las seis de la mañana, por lo que la actividad en la posada empezaba a primera hora, todos ya habían desayunado cuando apenas estaban sentándose a tomar su primer alimento.

Después de una hora, entre indicaciones de la madre omega de la casa y unas cuantas burlas de Mari, lograron estar listos para partir, el ruso siempre elegante pero casual, con el porte que le regalaban sus genes deslumbraba a todos, pero quien realmente le interesaba era su amada pareja, misma que le miraba con ensoñación torpemente disimulada, eso le hacía latir el corazón con fuerza y sonreír enamorado. Fue gracioso entrar al auto particular de los Katsuki, es decir, él era un alfa extranjero de metro ochenta de copiloto, en un carro bastante pequeño, su cabeza casi topaba en el techo, con un omega visiblemente más joven al volante, seguramente en algún momento la policía de tránsito les pararía para revisar sus documentos.

 

 

-Yuuri~ -canturreó, mientras intentaba sintonizar la radio- ¿Ya pensaste en quienes vas a invitar?

-Supongo que algunos familiares de papá, los empleados del onsen no me lo perdonarían y a mis pocos amigos –pensó, prestando su atención al camino.

-¿Y la familia de mamá? –preguntó con inocencia.

-Mamá no tiene familia.

-Oh, lo siento –se arrepintió de su curiosidad.

-No… bueno… es sólo que… -suspiró- supongo que ya podemos hablar de asuntos familiares –sonrió cómplice, viéndolo rápidamente de reojo- no es algo que se hable, pero alguna vez escuché y Mari me lo confirmó, digamos que mamá se casó con papá a escondidas, ella venía de una buena posición económica, pero la querían obligar a un matrimonio concertado con un alfa del que no sé detalles, yendo al grano, fue expulsada de su familia, no ha vuelto a verlos desde entonces, yo no conozco a mis abuelos de esa parte, Mari tampoco, es como una especie de tabú en casa.

-Vaya –respondió genuinamente sorprendido, siendo personas tan cálidas nunca sospechó aquello- entiendo ese tipo de situaciones.

-¿En tu familia existe algo similar? –indagó.

-Algo así –se encogió de hombros- ya que estaremos solos y tarde o temprano debemos hablarlo, te lo diré, será evidente cuando veas a mis padres, ellos están divorciados, pero no te lamentes, eso pasó hace tiempo –se adelantó a la reacción del menor- fue algo parecido a lo de tu familia, creo que ese tipo de circunstancias se debían a que no existía el BG (Banco Genético), en fin, también tuvieron una boda arreglada, de ambas partes se movían intereses y aunque al principio estaban juntos por el acuerdo, en algún punto se enamoraron, nací después de muchos intentos fallidos de concebir, pero un día papá encontró a su destinado.

-Oh, Dios –volteó a verlo con los ojos muy abiertos, sospechando por donde iría la conversación.

-Yuuri, al frente –rió quedo.

-¡Sí! –se sonrojó por la vergüenza.

-Fue inevitable su separación –continuó- no recuerdo cuantos años tenía en aquel entonces, creo que entre siete y diez, no habían podido tener otro hijo juntos, para madre fue muy doloroso –bajó la mirada- y yo se lo recordaba en todo momento –sonrió apenado- cuando conozcas a papá verás nuestro parecido, yo no tengo casi nada de los genes Nikiforov, sólo los ojos azules.

-Si te incomoda no tienes por qué decirme… -murmuró sin saber cómo reaccionar.

-Está bien –restó importancia- al final están en un término neutral, no podría decir que es bueno, pero por lo menos mi madre ya no quiere lincharlos cuando los ve –soltó una risa- pero es algo que no se dice en casa tampoco, es un secreto a voces por decirlo de alguna manera, papá va de vez en cuando a visitarnos con su esposo y mis hermanos.

-¿Tienes hermanos? –decidió cambiar de tema.

-Sí, cuatro y uno en camino –dijo alegre- las parejas destinadas son algo temibles -ironizó.

-E-eso es impresionante… espero no tengas gusto por camadas numerosas –rió nervioso.

-No te preocupes, me conformo con dos o tres –sus labios formaron un corazón.

-¿Y si tenemos un hijo único?

-Yuuri –hizo un puchero.

-Lo intenté –soltó el aire de sus pulmones con resignación.

 

 

La conversación siguió entre bromas de planeación familiar y anécdotas graciosas de su niñez, cuando menos lo imaginaron, en el horizonte vislumbraron los enormes edificios tan característicos de aquella ciudad portuaria, una vez fueron absorbidos por las concurridas calles, el ruso activó una aplicación GPS para encontrar la tienda de trajes para boda, sería su primera parada. La fachada del lugar era muy elegante, de enormes escaparates con maniquís luciendo sobrios atuendos y vestidos de novia.

 

 

-¿Es aquí? –preguntó deslumbrado el menor.

-Así es, escogí sólo lo mejor que encontré, además, cuentan con ambas opciones, por si quieres usar traje o vestido,  tienen gran variedad para omegas –sonrió.

-En tus sueños usaré vestido –bufó.

-Pero te verías precioso~-molestó.

-Me niego –sentenció- suficiente tengo con usar kimono femenino.

 

 

Al entrar rápidamente fueron atendidos por una amable señorita que les mostró cada sección con entusiasmo, sugiriendo distintos modelos de todo tipo de vestimentas, Yuuri se veía incomodo por las prendas que la chica le escogía, sintiéndose incapaz de interrumpirla, por su parte el mayor asentía, colocando todo en un perchero rodante que les fue proporcionado, en poco tiempo una segunda dependienta se les unió para ayudarles con más ropa, una vez Viktor estuvo satisfecho, se dirigieron a un enorme probador con descomunales espejos que no dejaban un solo ángulo sin mostrar.

 

 

-Tengo miedo… -se estremeció- sobre todo a los precios… -observó la etiqueta de uno de los trajes más sencillos.

-No te preocupes mi Yuuri –le abrazó por la espalda, besando su mejilla- papá me dio un gran presupuesto para esto, escoge con libertad.

-No estoy muy seguro en depender tanto de tu familia… además no sé con cual empezar -suspiró.

-Bien, yo iré primero –animó- así estarás más relajado, te mostraré una hermosa pasarela sólo para ti –le guiñó el ojo.

 

 

Disfrutaba en demasía ver a Yuuri sonrojado y nervioso, su pecho se inflaba con emoción, pues pocas veces lograba verlo tan atento a su persona, su pareja siempre evitaba mirarle directamente, diciéndole cualquier excusa de por medio, pero sabía que a escondidas lo contemplaba un tiempo considerable, podía sentirlo, pero aquello lo guardaba para sí mismo, negándose a evidenciarlo para no romper la magia. Justo en ese momento podía notar como el omega jugaba con sus manos sobre su regazo, sentado en el mullido sillón justo enfrente de la pequeña plataforma donde le modelaba uno de los tantos trajes seleccionados.

 

 

-Te… queda muy bien… -ajustó sus gafas- todos te quedan muy bien… -sus orejas estaban rojas.

-¿Cuál le gusta más a Yuuri? –preguntó interesado.

-¿A mí? –abrió los ojos con sorpresa, como si hubiera sido descubierto haciendo una fechoría, bajó la mirada paseándola en rápidos movimientos en la alfombra.

-Yuuri –reprendió con aquel tono que siempre usaban para llamar su atención, bajó el par de escalones y le tomó de la barbilla, alzándola para conectar el enfoque de sus pupilas- ¿En qué piensas?

-Y-yo…-tartamudeó suspirando- quizás el gris con blanco… o el negro con dorado… o el gris con negro… -tomó la mano que le sostenía para apartarle, más no la soltó, tragó seco y sus ojos castaños titilaron con decisión- no importa lo que Viktor use, es muy guapo.

 

 

El de ojos azules quedó desmoronado ante aquella revelación, incluso terminó hincado en el suelo, importándole poco ensuciar aquel inmaculado traje, escondiendo su rostro sobre las rodillas de su prometido, nunca esa frase causó tanto impacto dentro de él, no importaban todas las ocasiones en las que antes la escuchó, que saliera de los labios de Yuuri era maravilloso, como un flechazo directo al corazón, definitivamente lo amaba.

 

 

-¿Viktor? –su voz se escuchaba extrañada.

-Sólo déjame estar un momento así –suplicó, aún afectado.

-Pero…  -volteó alrededor viendo a las chicas sonreír con confidencialidad.

-Por favor.

 

 

Cuando el alfa se repuso, se levantó para abrazar a su pareja, dedicándole incontables pequeños besos por todo el rostro, sin dejarle tiempo de replicar, tomó los labios de éste entre los suyos hasta robarle el aliento e invitarle a ser el nuevo protagonista de la figurada pasarela. Cuando regresó de cambiarse a su ropa casual, el más joven ingresaba con un pulcro traje chaqué de color perla, la cola del saco ligeramente más larga y redondeada daba una referencia a las de un vestido de novia, incluso contaba con detalles bordados en hilos dorados en las mangas y solapa. El ruso abrió la boca impresionado, el comportamiento del omega no ayudaba en lo absoluto, apenado y tímido, con las mejillas encendidas, como una pura doncella, en este caso doncel, listo para entregarse en el altar.

 

 

-¡Nos lo llevamos! –fue lo primero que le salió.

-¡Viktor! ¡Aún faltan otros nueve más, sólo es el primero!

-No necesito verlos para saber que éste es perfecto –objetó, levantando su dedo índice.

-Disculpe… -una empleada se acercó con un carrito parecido al de las azafatas, sólo que en la parte superior de éste exponía diversas joyas.

-Adelante –le sonrió amable, interesado en lo que estaba por  mostrarle.

-Ese traje es uno de los más cotizados de nuestra galería, cuenta con diferentes accesorios para portar el velo o resaltar la belleza del omega o la alfa, por ejemplo…

 

 

Con cuidado, usando unos guantes blancos, fue enseñándoles diversos sombreros de copa, pasadores, tiaras, prendedores, todo sumamente fino y de exquisito acabado, Viktor la escuchaba concentrado, el de cabellos oscuros suspiró con resignación, sentándosele a un lado, recargándose un poco en su hombro, sin estar seguro de probarse otro atuendo, regresar con la ropa con la que vino o simplemente quedarse allí y dejarse acomodar las prendas de joyería.

 

 

-¿Es tu boda o la de ambos? –se quejó con suave burla.

-De los dos –respondió, intentado decidir si se veía mejor con o sin velo-  pero quiero que te veas espectacular, creo que olvidé mencionarte…

-¿Qué cosa?

-Tendremos dos bodas.

-¡¿Dos bodas?!

-Claro, una aquí y otra en Rusia, madre quiere presentarte al resto de la familia y a los inversionistas, es parte del protocolo social, así que bueno, por eso quería que fueran trajes cómpranos y no rentados, además es un evento importante, quiero recordarlo cada vez que abra nuestro closet –soltó una risilla.

-¿Entonces quienes vendrán de tu familia? –estaba confundido.

-Madre, papá y su esposo, mis hermanos, mi mejor amigo, mi profesor de la vida y aún no sé si alguien más, siempre quise una boda pequeña e íntima, pero esa sólo podremos tenerla en Japón, las cosas son algo distintas en Rusia, lo siento –sus ojos reflejaban culpa- ni siquiera te he preguntado qué es lo que deseas.

-En realidad no me importa  como sea, sólo estar contigo y mis seres queridos –admitió- allá no tendré a nadie y en parte será una despedida, espero no sonar melancólico –se encogió un poco en su sitio.

-No estés triste –le abrazó, besándole un espacio donde su frente comenzaba a perderse en lacios cabellos- trabajaré en que no te sientas solo, adaptaremos nuestro hogar a tu gusto, vendremos a Japón cuando te apetezca, mientras mi trabajo o tu universidad nos lo permita, incluso cuando sea el dueño mayoritario del corporativo, podríamos incluir Yu-topía como parte de la franquicia e instalarnos en Hasetsu, lo que tú me pidas se hará.

-No quiero que compren Yu-topía –se molestó.

-Podríamos ser socios –sonrió, intentando convencerle.

-Lo pensaré… -fingió interés juguetonamente.

-Señor Nikiforov, lamento interrumpir –hizo una pequeña reverencia- los arreglos del traje para el Señor Katsuki estaría listo en una semana, en su caso ¿Cuál fue el que seleccionó?

-Oh, gracias –meditó un momento- ¿Cuentan con un atuendo a juego? Me parece tan precioso que ninguno podría compararse.

-Realmente lo siento –volvió a bajar la cabeza- existe uno parecido pero pertenece a otro diseñador y tiene detalles un tanto diferentes.

-¿Podría traerlo?

-Por supuesto.

-¿Cuentan con modista? –indagó.

-Así es, sólo los mejores para ajustar cada prenda a la figura de nuestros clientes.

-Traiga al encargado junto con el traje –ordenó con suavidad.

-En un momento.

 

 

En menos de cinco minutos apareció un omega de pequeña estatura equipado con sus herramientas de trabajo en un práctico maletín, a su vez una chica sostenía el mencionado conjunto frente al extranjero que lo examinaba detenidamente, tocando sus labios con el índice y frunciendo las cejas pensativo, pidió lápiz y papel, comenzando a garabatear algo tan rápidamente que parecía ser producto de un chispazo de inspiración.

 

 

-Nagisa ¿No es así? –llamó el de ojos azules.

-Sí –dio un paso al frente, algo intrigado con la situación.

-Necesito que hagas estos arreglos ¿Sería algo complicado? –le entregó el dibujo.

-Permítame… -pidió, analizando el boceto, levantando sus cejas y parpados con impresión- disculpe, usted es…

-Eso no es relevante –sonrió, pidiéndole con su mirada el no decir nada más.

-Claro… -asintió indeciso y algo nervioso- su técnica es muy buena –alabó- podría estar en dos semanas, el bordado toma su tiempo en telas tan delicadas.

-Perfecto, ahora señortia –sonrió- quiero corbatas ascot satinadas y un par de broches –señaló unos diminutos con un cristal brillante- que sean a juego, azul y rosa, son swarovski ¿Verdad? No quiero nada demasiado ostentoso.

-De inmediato tomaremos su pedido –inclinó su cabeza, tratando de que no se notara tanto su felicidad, ese mes su sueldo subiría con la jugosa comisión.

-¿De verdad nada ostentoso? –manifestó con sarcasmo a su futuro esposo- no usaré el rosa.

-Ese es para mí, cariño –le guiñó el ojo.

-¿Ca-cariño? –aquel golpe había sido inesperado.

-Aunque esperen… -ignoró la crisis de su amado- quizás sea mejor turquesa o morado, no, mejor los grabados de oro, combinarán mejor –pensó en voz alta.

 

 

Cuando Viktor estuvo conforme, pasaron a pagar en la caja registradora, ya con ropas más normales, el joven japonés observaba a su pareja firmar diferentes tickets que le administraban tras el paso de una tarjeta negra que sólo en películas había visto, por su parte fisgoneaba el mostrador en donde se había recargado, una dependienta se le acercó con una extraña sonrisa, le regaló una elegante tarjeta de presentación.

 

 

-Disculpe ¿Qué es esto? –se animó a preguntar.

-Oh, verá… -se aproximó a él con discreción y le susurró al oído.

-¿Q-qué? –los colores se le subieron al rostro, apretó con fuerza el pequeño trozo de cartulina con sus dedos.

-¿Sucede algo, Yuuri? –volteó el ruso con una pequeña bolsa de papel en la mano, seguramente con los prendedores para corbata y algunos accesorios, así como por lo menos tres tiras de papel de rollo térmico.

-N-no –se apresuró a decir.

-Oh… -sus ojos se enfocaron en lo que el menor sostenía, reconociendo el logotipo, cubrió su boca con la mano derecha y rehuyó la vista, imitando el color del otro en sus mejillas.

-Siéntanse libres de contactarnos para una cotización o también pueden visitar nuestra página web –habló con diversión la misma chica- contamos con el mejor encaje italiano del mercado.

-Gra-gracias… -su voz tembló, tomó a su novio del brazo y lo sacó de allí.

 

 

Afuera, caminando juntos en la acera, sintiendo la calidez del contacto de sus antebrazos rozando el cuerpo del otro, un silencio se prolongaba entre ambos, sólo siendo interrumpido por el murmullo de unos pocos que charlaban o caminaban demasiado rápido, haciendo sonar el tacón de sus zapatos. Veían hacia el frente, sin atreverse a dirigirse la mirada, aun haciendo notorio en sus semblantes el nerviosismo, la acumulación sanguínea en sus pómulos, narices y orejas poco tenía que ver con el frío, imaginarse siquiera un momento íntimo les hacía bombear el corazón con desenfreno. En un momento Yuuri se recargó en su prometido, abrazándolo por su extremidad con fuerza, causándole un estremecimiento que desencadenó un extraño bochorno a pesar de los ocho grados a los que se encontraban, no lo notaban pero sus feromonas delataban en demasía lo que les pasaba justo ahora, generando cuchicheos y risas de algunos pocos.

 

 

-Creo que tengo hambre… -mencionó en voz baja.

-¿Có-cómo? –el mayor se alteró.

-No hemos almorzado –recordó. 

-Es verdad –habló con más calma, dándole la razón- vayamos al auto por los bentos que hizo mamá y busquemos un buen lugar para comer –sugirió.

-El parque Ohori está cerca de aquí, creo que te gustará –le sonrió con timidez.

-Claro, estaré encantado a donde quiera que me lleves –regresó el gesto de la misma forma.

 

 

Y sin duda fue así, aquel lugar era hermoso, los caminos y bancas modernas contrastaban con los elaborados jardines tradicionales, incluso contaba con un lago central atravesado por un largo puente donde podías obtener las mejores vistas de la ciudad, notando el tan típico fenómeno que sólo Japón era capaz de generar en cada rincón de su nación, la fusión entre lo antiguo y la actualidad.

 

 

-Es como viajar en el tiempo… -comentó, apreciando la estructura de uno de los miradores que bien podrían datar de la época de su tatarabuela, misma que discrepaba con los rascacielos que lograban imponerse en el fondo del paisaje- Nunca dejarás de sorprenderme ¿Verdad? –sus labios formaron un corazón, estaba emocionado.

-Sabía que te gustaría –rió- busquemos un lugar para sentarnos –dándose valor, le tomó de la mano.

 

 

Quizás fue la vegetación, el ambiente del parque o simplemente la aceptación de su futuro próximo, la tensión desapareció abruptamente entre ellos, logrando entablar una conversación normal y amena, riéndose de sus ocurrencias, saboreando el delicioso sazón de Hiroko, admirando su alrededor. Se permitieron reposar un momento bajo las ramas de un mullido pino, contemplando el lago mientras se abrazaban, relajándose con el sonido del oleaje, respirando el aire fresco.

 

 

-Huele como a ti…-susurró.

-¿Qué cosa? –su voz adormilada.

-Aquí… es como si tu olor me envolviera –se acurrucó en el hombro del mayor- se siente bien.

-No creo que quieran venderme el parque entero –bromeó.

-¡Viktor! –fingió reproche para luego soltar una carcajada al unísono.

 

 

Sus pupilas reflejaban amor cuando chocaban, ignorando por completo cualquier otro estimulo que no viniera del causante de tan intensas revoluciones eléctricas en su interior, feromonas dulces atontaron sus sentidos, perdiéndose dentro de su pequeña burbuja como en más de un par de ocasiones habían vivido. El de ojos azules acarició la tersa piel en la cara del omega, acunando su cachete, el aludido sonrió y entreabrió sus labios, cerrando los parpados cuando percibió el aliento de su pareja acercándose, suspiraron en sincronía cuando sus bocas entraron en contacto, iniciando un beso suave, pausado, lleno de una emoción que les hizo vibrar, no estando seguros de que era se dejaron llevar, volviéndose rápidamente adictos a ella. Yuuri sentía sus manos y rodillas temblar, por lo que se aferró a las ropas del alfa, mismo que luchaba con un extraño impuso de cubrirle con su cuerpo, escondiéndolo de todos, impregnándole con su esencia.

 

 

-Viktor… -gimió apenas cuando sus rostros cambiaron de posición, siguiendo con su contacto desde otro ángulo, adentrando sus palmas dentro la chaqueta abierta del más alto, aprovechando en acariciarle la espalda.

 

 

De repente las cosas comenzaron a subir un poco el tono, el húmedo chasquido de sus labios se volvió más audible, la respiración se les agitó, tenues quejidos asemejaban un sugerente ronroneo, se aferraban mutuamente en un abrazo asfixiante y un tanto caliente, hasta que se deslizaron a lo largo de la gran roca que utilizaron como improvisada banca, entonces el ruso fue consciente de cómo acorralaba al japonés prácticamente contra el suelo, el cual ya tenía los labios hinchados, brillosos por la saliva, contrayendo sus fosas nasales para jalar más aire, la mirada cristalizada, el cabello desordenado y las gafas descolocadas, se apartó velozmente como si su vida dependiera de ello.

 

 

-L-lo siento Yuuri… -le observó con miedo, llevándose las manos a la cabeza- no sé que me pasó, de verdad lo siento mucho –no sabía dónde meterse, su cara se la caía de la vergüenza y culpa.

-Está bien… -suspiró, recomponiéndose como podía- espérame un poco.

 

 

Agradecían que la seguridad del parque no se haya percatado de su furtivo incidente o que nadie hubiera pasado por ese solitario camino, al principio ni siquiera les pasó por la cabeza que fuera a pasar algo así, sólo querían algo de privacidad para platicar tranquilamente y comer fingiendo estar en una cita, la situación se había salido de control con demasiada facilidad, tanto que Viktor se recriminaba con dureza, pensando en que hubiera pasado si no reaccionaba a tiempo, sintiéndose indigno de los acercamientos del chico a su lado, desanimándolo por su distanciamiento repentino. A pesar de todo cumplen con su itinerario, menguando un poco la incomodidad, valuando pasteles en diferentes reposterías, dejando al final sus citas con dos organizadoras de eventos diferentes, lo que no esperaban fue que en la última coincidieran con una prueba de platillos para una familia, siendo cordialmente invitados.

 

 

-Pasen, adelante –animó un beta muy bien vestido, enseñándoles el pequeño salón donde montaban una simulación de boda con mesas adornadas- la pareja que pidió la degustación escogió la decoración primaveral –explicó, mostrando los manteles blancos con detalles en rosa y arreglos florales ikebana en el centro- se casarán justo para el Hanami.

-¿Hanami? –repitió confundido.

-Cuando los cerezos florecen –tradujo su novio- en Japón hay una festividad que consiste en comer y beber bajo los sakura.

-Vaya, suena interesante, hagámoslo algún día Yuuri –dijo un poco más alegre.

-Sí –asintió, relajándose por su mejora.

 

 

El encargado siguió enseñándoles la exhibición, pronto trajeron platillos nuevos para ellos, yendo desde lo más típico hasta lo sofisticado y occidental, el hombre anotaba en una tablilla, escogiendo en lo que parecía un formulario, los gustos de ambos, formulando un paquete que les pareciera atractivo, a su vez les extendía catálogos con ilustraciones de diferentes combinaciones en estilos, decoración, organización, para bodas de con o sin niños, colores de manteles, iluminación y hasta un par de estudios de fotografía donde podrían retratarlos, estando estos mismos encomendados en filmarles en tan preciado momento. 

 

 

-Wow –soltó espontaneo por todas las posibilidades- hay mucho de donde escoger.

-Así es, tómenlo con calma, les aseguro que no se arrepentirán –sonrió- oh, es verdad, olvidé mostrarles nuestra lista de vinos –rebuscó entre sus papeles- aquí tienen –extendió el documento- algunos pueden degustarse con un costo extra.

-Gracias –sonrió, verificando las marcas y tiempo de añejo.

-Yo no sé absolutamente nada de esto, ni siquiera podré tomarlo, soy menor –suspiró.

-Eso será un problema –pensó- pero sólo será el brindis, con un pequeño sorbo será suficiente –animó- yo terminaré tu copa.

-¿Estás seguro? –dudó.

-Por supuesto –aseguró para luego dirigirse al beta- ¿Podríamos catar su Sauvignon Blanc más dulce?

-Enseguida.

 

 

Un asistente ataviado con un Frac simple aparece, con una charola en mano donde descasaban una botella trasparente en tono verdoso y dos copas, sirviendo el contenido con elegancia, haciendo gala de sus modales propios de un mayordomo, emulando el servicio que recibirían los invitados, el menor sonrió nervioso, apenado por su ración que se mantendría intacta, pero presionado por el entusiasmo del refinado chico, se obligó a tomar pequeños tragos del vino blanco, mismo extrañamente delicioso, acabando su bebida rápidamente mientras su futuro esposo seguía charlando.

 

 

-Viktor, ya es suficiente –se quejó.

-¿Qué pasa? Cariño –le picó, pero sólo generó molestia en el otro.

-No me digas cariño cuando le prestas más atención a otro hombre –reclamó.

-¿Có-cómo? –no esperaba esa reacción.

-Todo el día me haz ignorado, hablando con todo el mundo y cuando por fin tenemos un momento a solas, te detienes justo cuando se pone interesante –se cruzó de brazos.

-¿Yuuri? –no comprendía lo que pasaba- ¿Te encuentras bien?

-No, no estoy bien, quiero ir a casa y acaparar a mi prometido hasta el amanecer.

-¿Eh? –se sonrojó por el doble sentido que implicaba- ¿Bebiste? –observó la copa vacía.

-Sí, estaba muy bueno –tomó el delicado recipiente de cristal con sus dedos- otra por favor.

-No, no habrá más para ti –le detuvo con seriedad- volvamos al auto.

-No quiero –volteó su rostro, hinchando sus mejillas.

-¿Podríamos posponer la cita para mañana? –habla con el encargado mientras obliga al otro a levantarse de su asiento.

-Claro, no se preocupe, comprendemos –sonríe afable- es normal tener peleas prematrimoniales durante la organización de la boda.

-No es una pelea –aclara comenzando a irritarse.

-¡Viktor tonto! –patalea cuando es cargado contra su voluntad.

 

 

Ya era algo tarde, el cielo se había oscurecido y el omega era el conductor designado, pero justo ahora se encontraba sumido en un denso berrinche, negándose incluso a dirigirle la palabra sino era para insultarlo, desconocía cuando vino consumió, sospechando que habría sido el suficiente para emborracharse de esa manera, además le habían cobrado casi la mitad de la botella. Resignado pidió un taxi, dirigiéndose a un hotel, sería un problema si decidía conducir a Hasetsu y le detenían, sin licencia valida, con un menor alcoholizado, viajando de noche en carretera… no le apetecía conocer la cárcel japonesa.

 

 

-¡Hola Yuuri! ¿Ya vienen en camino?

-Mamá.

-¿Vicchan?

-Lo siento, tuvimos un pequeño inconveniente y no podemos regresar.

-¿Qué sucedió? ¿Están bien? –se escuchaba preocupada.

-Digamos que Yuuri le tomó gusto al vino blanco… -suspiró- fue tarde cuando me di cuenta, lo siento mucho.

-Espero no te esté causando problemas, los Katsuki son malos bebedores –soltó una risilla.

-Lo he descubierto hace poco –observaba a su novio dormitando en la cama de la habitación que rentó para descansar- ¿Podrían venir por nosotros?

-Oh, Vicchan –se lamentó- justo hoy tenemos el comedor lleno, la afición de futbol  está aquí ¿Lo recuerdas? No se irán hasta pasar la media noche.

-Es verdad… papá habló de eso en la semana –se frotó el puente de la nariz, se estaba frustrando.

-¿Podrían pasar la noche allá? Si no cuentas con efectivo yo…

-Está bien –le interrumpió- traigo el suficiente –suspiró- cuidaré bien de Yuuri, no se preocupe.

-Eso espero, Yuuri aún es joven para darnos nietos –bromeó.

-Mamá –murmuró avergonzado- nunca lo…

-Vicchan –llamó su atención- dejo a mi cachorro en tus manos, les esperamos mañana.

-Sí –tragó grueso- hasta mañana.

 

 

La conversación terminó poco después, soltó con fuerza el aire de sus pulmones, reclinándose derrotado en el sofá de una plaza, se revolvió el cabello y quitó sus zapatos usando sus pies, aventándolos pocos centímetros con molestia.  No estaba en contra de compartir habitación con su novio, puesto que dejarlo solo no era una opción viable debido a su estado, su problema radicaba en que últimamente su instinto le dominaba por breves minutos de vez en cuando, suficientes para terminar haciendo una tontería, nunca se arrepentiría de hacer algo con Yuuri, pero quería que fuera por lo menos consiente de lo que pasaba y no lo terminara violando en un parque, aunque técnicamente no sería en su contra, se lo había dejado bien claro en sus reclamaciones.

 

 

-Viktor~ -balbuceó adormilado, tallando sus ojos.

-Aquí estoy –avisó, sonrió, intentando relajarse.

-Ven, tengo frío –se hizo bolita.

-Eso es bueno, quiere decir que se te está bajando el alcohol –se sentó a un costado de él en la cama, acariciándole la cabeza- ¿Quieres agua?

-Sí –entreabrió los ojos.

-Espera… -se levantó, yendo a un pequeño mini bar donde se encontraban diferentes bebidas, abrió una botella de agua y se la extendió.

-Me siento mareado –atinó a decir, sentándose en el colchón, tomando con ambas manos el objeto, bebiendo con cuidado.

-¿Quieres vomitar?

-No, sólo todo me da vueltas –se quejó, apoyándose con un brazo en el ruso- ¿Qué pasó?

-Tomaste vino, por lo menos unas tres copas seguidas –le sobó la espalda.

-Lo siento –en un brusco movimiento dejó caer su peso por completo en otro, escondiéndose en su pecho.

-Yuuri ¿Estás bien? –le sostuvo- recuéstate un poco –le vio negar con la cabeza- traeré algo para que te sientas mejor –le besó la coronilla.

-Quédate conmigo –le retuvo sin fuerzas- nunca me dejes… -sollozó.

-Yuuri –le acunó en sus brazos, restregando su mejilla en los oscuros cabellos- vamos a casarnos, no pasará.

-¿De verdad? –levantó su rostro, viéndole con los ojos brillantes por las lágrimas y el alcohol.

-Sí, hoy estábamos organizándola ¿Recuerdas? Nos casaremos en casi tres semanas.

-Es cierto… -luego frunció las cejas- me ignoraste todo el día.

-No te ignoré –rió- tenemos muy poco tiempo para los preparativos.

-Me ignoraste –repitió haciendo pucheros.

-Está bien –suspiró- ¿Qué debo hacer para que me perdones?

-Pues… -parecía pensarlo- ¡Ya sé! –se le colgó del cuello- dame muchos besos –cerró los ojos y plegó los labios.

-Yuuri –sonrió conteniendo la agradable sensación en su pecho de la adorable escena- sólo un poco ¿Ok? –el aludido movió la cabeza contento, sin cambiar mucho su pose.

 

 

Una ronda de castos y sonoros besos inició, generando coquetas risas en el menor, cada vez los superficiales toques de sus labios se prolongaban, saboreando de apoco el aliento del otro hasta buscar envolverse en un contacto más húmedo, sólo un poco, pensó el ruso. El atrevido omega terminó sentándosele en el regazo, cerrando las torneadas piernas en su espalda, enterrándole los dedos en el platinado cabello, haciendo pequeños círculos con las uñas, suspirando sobre sus labios y ronroneando. Sus manos temblaron sobre la cintura del más pequeño, incapaz de mover un musculo, la sangre se le estaba subiendo a la cabeza y temía que la fricción despertara la otra, le costaba respirar, las feromonas del japonés le ahogaban, tendría una hemorragia nasal en cualquier momento.

 

 

-Yuuri –habló a duras penas, siendo presa de una voraz bestia que se negaba a separarse- deten… -le alejó de los hombros- ¡Yuuri! –regañó.

-Viktor –sus ojos brillantes le observaron detenidamente- ¡Se el papá de mis cachorros~! –le abrazó dejando salir una cantarina risa- ¡Te amo, Viktor~!

 

 

Lo había hecho de nuevo, soltó su cuerpo, haciéndoles chocar contra la mullida cama, tapaba su nariz ensangrentada, sintiendo su pecho estremecerse por el intenso latir de su corazón, su cabeza repetía aquella tan conocida frase una y otra vez, “Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad”, no dudaba que Yuuri quisiera formar una familia con él, pero lo que nunca mencionaba en voz alta eran sus sentimientos, le amaba, ¡Yuuri le amaba! La sonrisa no se le caería nunca de la cara, de eso estaba seguro.

 

 

-¡Soy todo tuyo, Yuuri! –externó, importándole ya poco las tradiciones rusas y su moral- ¿Yuuri? –escuchó un suspiro del aludido, le miró, tenía los ojos cerrados- No, no otra vez… -lo movió- ¡No me hagas esto, Yuuri!

 

 

 

Notas finales:

 

Hubo algunos puntos a tratar que no logré redactar, quizás aparezcan en los siguientes capítulos, es sólo que no alcanzaría a actualizar si los integraba, tendré una semana atareada de nuevo por lo que no sé si este cap contara por la semana pasada y ésta, intentaré escribir lo más que pueda.

Chicas y chicos, se nos acerca la boda, posiblemente en el cap siguiente, conoceremos a los padres de Viktor y otros pequeños fragmentos de su vida~

¿Cómo creen que los suegros vean a Yuuri?

¿Qué cosas creen que esconde Viktor?

¿Les gustaría que se casaran cursimente en San Valentín? 

¿Querían hard? Pues se esperan, todavía falta xD

Deseo les haya gustado esta nueva parte, la hice con mucho amors, espero no haber sido muy evidente con las pistas de los futuros nudos en el fic, sólo son la punta del iceberg pero mucho tendrán que ver.

Muchas gracias por leer y apoyar esta cursi historia~ 

En un momento respondo sus comentarios del cap anterior n.n

nos seguiremos leyendo.

 

Matta nee~ 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).