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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

En verdad lamento la demora, a medio cap la inspiración se fue, pero heme aquí de vuelta ;)

Veremos muchas cosas que había faltado de explicar de anteriores caps, así como la llegada de los suegros :O la boda se pospondrá para el siguiente cap~ 

Muchas gracias a las chicas que siempre comentan, me dan ánimos para seguir escribiendo n.n tanto Aracelly como anakanamu

 

sin más, el fic ;) 

 

 

 

Una gran calidez se extendía por todo su cuerpo, está envuelto en algo mullido y agradable, no quiere levantarse de allí, se siente seguro, en armonía, de repente un olor conocido le hace sonreír y algo tira de él, revoloteando en su interior, se acurruca, su nariz toca algo suave, percibe una ligera brisa, no, una respiración, se sorprende y entonces abre los ojos, notando la vista irritada por el desvelo, tarda en enfocar aunque no necesita corroborarlo, con nerviosismo sus músculos se quedan estáticos.

Admira la bella figura frente a él, reconociéndola, una extraña mueca se forma en su rostro, entre la emoción y la prudencia, era la segunda vez que le veía dormir, la primera había sido en Fukuoka, donde tuvo una pequeña crisis por no recordar nada, se avergonzaba al pensar que creyó haber sido profanado por tan correcto caballero, pero no fue así, llevaban sus ropas puestas y Viktor parecía haber pasado la noche en vela, cuidándole, cabeceando con el perfil en su dirección. Ahora no era muy diferente, su prometido aun guapo mientras estaba perdido en sus sueños, tenía unas profundas ojeras, se sentía culpable por ello pues éste se había encargado de toda la organización de la boda, incluso después de la cena y ayudar a recoger en el onsen, se quedaba hasta muy entrada la madrugada tecleando en el computador portátil, contactándose con sus profesores, terminando proyectos de la universidad, entre otras cosas referentes a sus prácticas, su madre le había encomendado algunas actividades en línea para que no se atrasara tanto, a su vez procuraba acercarse a Toshiya preguntándole sus dudas sobre la administración de un hotel en zona turística, así como su especial interés por la implementación de las aguas termales.

Era bastante tarde al horario que solían seguir, casi las nueve de la mañana, pero su corazón le impedía despertarlo, se veía tan cansado, le dejaría reposar un rato más. Comenzó a tocar su cabello, animado por un fuerte impulso de recompensarlo, lo peinó con sus dedos, acomodándoselo tras la oreja, pero a pesar de su suavidad, con rebeldía volvía a posarse sobre el perfil ruso, se mordió el labio para no reír, envolvía las hebras platinadas para formar bucles, mismos que duraban sólo unos cuantos segundos al soltarlos, los acomodó como pudo hacia atrás, algunos cabellos más cortos regresaron a su lugar, pero aun así dejaban acceso libre para acariciar su rostro y así lo hizo, notando entonces que Viktor portaba una amplia frente, delineó con la yema de sus dedos el hueso que tenuemente sobresalía en sus cejas, así como su respingada nariz, los pómulos, su quijada, los labios, suspiró tentado por ellos, descansó por completó su palma en la mejilla de su novio y se acercó sólo un poco para dejarle un casto beso, de inmediato sintió unos brazos envolverle, en automatico su cara se encendió, sospechando que aquel hombre sólo fingía dormir.

 

 

-Buenos días, Yuuri –murmuró somnoliento.

-Buenos días –contestó tímido.

-Despertar así todas las mañanas sería la gloria –frotó su cachete con el del japonés suavemente.

-Pronto –sonrió, respondiendo al mimo.

-Lo sé –dijo en un tono ensoñador.

-En la tarde llegarán tus padres –recordó- seguramente es un caos allá afuera, mamá quería dejar todo impecable y preparan un gran banquete.

-¿Cómo cuando vine la primera vez? –rió- ¿También usarás un kimono?

-¿Tengo opción? Es la presentación con tus padres –suspiró desganado.

-Puedes usar el traje que te regalé en tu graduación, pero Yuuri con kimono es adorable –volvió a frotarse.

-Lo pensaré, mamá y Mari también lo usarán, dudo que me dejen huir de eso.

-Será agradable verlo –sus labios eran un corazón.

-Claro… -hizo una mueca de desagrado, pero ver aquellos ojos azules emocionados le hizo sonrojar.

-Hay que levantarse –animó.

-¿Lograste terminar tu trabajo anoche? Quería acompañarte pero me quedé dormido –bajó la mirada.

-Sí, me acosté a las cuatro, pero todo está listo, no tendremos que preocuparnos por ello en una semana, andando, ya es hora.

 

 

Con sólo bajar las escaleras se toparon con dos empleadas que pulían el piso del pasillo que daba a las habitaciones de huéspedes, presurosas y agachadas, prácticamente corrían sobre la madera, mientras que unos pasos más adelante Toshiya acomodaba los adornos típicos y tan japoneses que parecían reliquias recién desempolvadas, al llegar al comedor notaron que el tatami había sido reemplazado por uno más nuevo, incluso los comensales que se hospedaban ahí llevaban yukatas con diseños un tanto modernos, cuando ingresaron a la cocina vieron a Hiroko gritar de un lado a otro con un semblante nunca antes visto mientras seguía con sus propias tareas, retrocedieron con sigilo pero fueron pillados de último momento. 

 

 

-¡Ustedes dos! ¿Ya desayunaron? –les tomó de las ropas.

-N-no… -atinó a decir quien compartía su género.

-¡Akiho, dales un desayuno a estos niños! –ordenó- una vez terminen van a ayudarle a Mari en la segunda tina privada, después de eso nos reuniremos para almorzar y prepararlos para la presentación –aplaudió animada- ¡He comprado un bello kimono para Yuuri!

-Mamá eso no era necesario –su rostro se le desencajó, sabía que eso era un gran gasto y parecía no ser el único que habían adquirido en Yu-topía.

-Claro que sí, no puedes simplemente presentarte a tus suegros con un kimono usado y viejo, además… -le tomó de los hombros- será mi regalo, Yuuri, no llegarás a la ceremonia de la mayoría de edad aquí en Japón, por lo que nunca has tenido un kimono formal que sea tuyo, me hace ilusión todo esto, por favor, acéptalo, por esta vieja omega que te adora –le acarició las mejillas con amor.

-Mamá… -su voz se cortó, aquella mujer sabía cómo convencerle.

-¿No hay un kimono para mí? –se señaló a sí mismo en un gesto infantil.

-¡Por supuesto Vicchan! –sonrió ampliamente- después del almuerzo se los enseñaré, ahora andando.

 

 

Comieron con rapidez para dirigirse a su nueva misión del día, encontrando a la hermana mayor de los Katsuki junto a un empleado, limpiando la tina vacía, fueron armados con un par de escobas y una cubeta con jabón, se encargarían de fregar los pisos, las paredes ya lucían relucientes. Descalzos y con los pantalones doblados hasta las rodillas comenzaron a tallar, cada uno por su lado hasta que todo estuvo cubierto de espuma, chocaron de espaldas, logrando evitar por poco terminar ambos en el suelo, se habían abrazado inconscientemente, haciéndoles reír, el menor se apartó con timidez debido a la mirada burlona de los presentes, yendo deslizándose por la manguera para enjuagar, aquí nadie parecía comprender lo que era la privacidad o quizás ellos se volvieron demasiado melosos.

En un pequeño accidente, donde cierto extranjero molestaba al joven de cabello negro, rodeándole por la espalda y buscando mimos, terminaron derrapando debido a los bruscos movimientos del atacado por huir de él, como acto reflejo tomaron la manguera para estabilizarse, logrando desencajarla y hacer un completo desastre por el agua a presión, empapados y regañados fueron expulsados del lugar, mandándoles a tomar un baño para entrar en calor, después de todo el piso se encontraba limpio ahora, aunque no había sido el mejor de los métodos.

 

 

-Mañana será el gran día… -susurró para sí, haciendo eco en el lugar en completa soledad, hundiéndose en la tina hasta sólo dejar su rostro fuera del agua caliente.

 

 

Dejó su cuerpo flotar, no estaba especialmente nervioso por la boda, le preocupaba más conocer a sus suegros o específicamente, su suegra, había escuchado sus reclamos en ruso a su prometido del otro lado del teléfono, parecía tener un carácter fuerte, incluso Viktor se dirigía a ella con mucho respeto, mientras que por el contrario se relajaba bastante al hablar de su padre, ¿Qué tipo de personas serían? ¿Cómo lo recibirían en la familia? ¿Qué impresión debería darles? Aunque claro, eso último no podría controlarlo del todo, también le preocupaba el estatus económico, si bien, los Katsuki en Hasetsu pertenecían a un nivel social medio-alto, no se comparaban en absoluto con los despilfarradores extranjeros, lo notaba por la vestimenta de su futuro esposo, sus gustos, los costosos regalos, en ese momento se percataba, quizás no lo aceptarían como un conyugue adecuado para su hijo, incluso ellos habían absorbido la mayoría de los gastos para el matrimonio, se sentía diminuto, abrumado por lo que pasaría en unas horas.

Entre cavilaciones terminó con su baño, Hiroko le había dejado una yukata en el vestidor por lo que no tuvo más opción que usarla, seguramente para facilitarle el desvestirse más tarde cuando necesitaran colocarle el kimono, los tiempos estarán muy justos, entre el almuerzo atrasado, más la plática prematrimonial y vestirles, porque Viktor parecía encantado de usar un atuendo japonés, ese hombre era un niño.

 

 

-¿Ya todos están aquí? –observó con sorpresa una vez deslizó la puerta corrediza del comedor familiar.

-¡Hola, Yuuri~! –saludó con su característico entusiasmo- La yukata te queda muy bien –sonrió coqueto.

-Viktor… -su rostro se coloreó- a ti… también.

-Hey, hey tortolitos, no se olviden que estamos aquí –molestó Mari.

-Hija, déjalos en paz –rió la mayor.

-Nosotros éramos iguales a su edad, no te burles Mari, quizás te pase a ti también -advirtió divertido Toshiya.

-¿Podrían contarnos más de eso? –preguntó curioso el de claros cabellos.

-Por supuesto –accedió el hombre- pero primero a comer, ¡Itadakimasu! –juntó sus manos en un gesto de rezo.

-¡Itadakimasu! –imitaron al unísono quienes compartían mesa.

 

 

El joven japonés observó con cierto orgullo como su pareja parecía llevarse bastante bien con todos, incluso había mejorado con sus modales con los palillos y ya no se preocupaba tanto por comer en silencio, al principio le costó cierto trabajo entenderlo, pero pronto se adaptó, disfrutando de la sobremesa, bebiendo cerveza con su padre en un par de ocasiones.

 

 

-Entonces ¿Cómo fue que se conocieron? –retomó el tema.

-Oh eso… -el mayor de los Katsuki lo meditó.

-¡Fue mi héroe! –exclamó risueña.

-Hiroko… -advirtió con cierta duda.

-No tiene nada de malo –restó importancia, poniéndose un poco seria- Toshiya me salvó de un alfa que intentó propasarse conmigo, tuve un descuido y mi celo se presentó de regreso a casa de la preparatoria, él no sabía que estaba pasando al ser beta y no poder oler las feromonas, pero aun así me ayudó, siendo una total desconocida –sonrió con nostalgia.

-Claro que lo haría, no podía quedarme parado viendo como abusaban de una chica –aquel recuerdo le hacía incomodar.

-Fue peligroso, pero no te dejaste intimidar –le acarició el hombro.

-Papá peleó contra un alfa –analizó escéptica- pero ¿Cómo?

-No me subestimes hija, era más joven y fuerte en aquel entonces, además el chico que la había seguido era menor de edad, yo ya era un estudiante universitario, pude con él fácilmente –enseñó su puño con determinación para luego suspirar- tuve suerte de que no me denunciara por golpearle.

-Pero lo hiciste por una buena obra, estos niños no estarían aquí de no haber sido por eso –animó.

-Ah… -cubrió su cara con las manos, se encogió un poco en su sitio.

-¿Qué sucede? ¿Yuuri? –tocó su espalda con cautela.

-No es nada –curvó sus labios en una extraña mueca.

-¿Estás seguro?

-Lo siento, Yuuri –se lamentó la omega- no quería recordártelo.

-¿Qué cosa? –indagó el extranjero algo intrigado, pero sólo recibió silencio, su mente ató cabos precipitadamente, aumentando el ligero malestar que ya de por si el tono de la conversación le provocó al ser quien la iniciara- ¿Yuuri fue…?

-¡No! –dijo asustado- no pasó nada… -explicó con la mirada agachada- creo que simplemente lo bloqueé en mi cabeza, pasaron tantas cosas esos días –cerró sus ojos, intentado volver a esconder esa memoria.

-Yuuri… -apretó los puños sin saber cómo confortarle en algo tan delicado, sintiéndose todavía más culpable por los eventos donde se salió de control en unos minutos- yo no sabía… ¿Qué te hicieron? –sus ojos azules se tiñeron en impotencia y remordimiento.

-No lo recuerdo bien, sólo me tocó un poco sobre el suéter cuando pretendía acorralarme, me defendí, pero usó su voz alfa y en ese momento llegó Minako-sensei, lo echaron de la posada, no hemos vuelto a saber de él…

-En realidad vino a disculparse al día siguiente… -interrumpió su progenitor- el padre del muchacho lo obligó al descubrir el olor a omega en su ropa, estaban muy avergonzados, cuando se enteraron de que estabas hospitalizado, se ofrecieron a pagar los gastos, aunque nos negamos, pagaron la mitad, creo que tenían miedo a que tomáramos represalias.

-No quisimos contarte porque parecías no recordarlo y podría alterarte más en tu estado –mencionó su hermana.

-¿Entonces él no quiso lastimarme? ¿No era consiente? –aquella revelación le trajo un superficial alivio.

-El instinto es temible –murmuró, tragando en seco, comenzó a sobarse el puente de la nariz, su respiración se aceleró- lo siento… -se tomó de la frente-  lo siento…

-¿Viktor? –tocó sus hombros y lo vio tensarse- ¿De qué te estás disculpando?

-Yuuri… -volteó a verlo con la quijada temblorosa y los ojos enrojecidos- lo siento.

-Vicchan… -le abrazó por un costado, acunándolo, obligándole a tranquilizarse con su esencia maternal, se había acercado cuando el ruso empezó a despedir un olor de ansiedad- Yuuri está bien, no te sientas culpable por lo que pasó, es tu naturaleza intentar proteger a tu omega, a veces el instinto suele ser más fuerte, pero no pasó a mayores, no lastimaste a Yuuri… tranquilo Vicchan… -acarició su cabeza con ternura.

-Viktor… -sintió un dolor pulsante en el corazón, se veía tan vulnerable cediendo a las dulces atenciones de su madre, inseguro lo tomó de la mano, deslizando suavemente sus dedos sobre su dorso- no sabía que te afectara tanto.

-Yuuri… -entrecerró sus parpados adormilado por las feromonas, le dedicó una débil sonrisa.

-Eso tampoco lo recuerdas… -señaló Mari- Viktor tuvo una crisis de ansiedad cuando se dio cuenta de lo que pasó aquella vez, le aterra hacerte daño como no tienes una idea, por eso todos acá confiamos en él, mientras no lo descontroles… -ironizó lo último- él se dejó dominar por Minako, tengo entendido que eso entre alfas es equivalente a dejarse humillar, le pidió disculpas a absolutamente todos en el onsen, le encerrábamos en su habitación por las noches para que no fuera a buscarte cuando lo llamabas desde el segundo piso ¿Creíste que cambiamos sus puertas de papel por unas de madera solida por simple remodelación? te dijimos que lo pasó muy mal, pero omitimos algunos detalles porque él lo pidió.

-Viktor, tonto… -susurró, mordiéndose los labios- no me ocultes cosas, por eso actuabas tan extraño en Fukuoka y cuando estamos a solas, tonto, si vuelves a hacerlo te odiaré.

-Yuuri… Yuuri~ -entrelazó sus dedos y le besó la mano- pero tú me amas –una sonrisa boba adornó su rostro.

-¡¿Qu-Qué?! –se sonrojó escandalosamente.

-Yuuri lo dijo, los niños y los borrachos dicen la verdad~

-¡¿Cómo…?! ¡Estás delirando! –rehuyó de la vista de todos.

-No tiene nada de malo, hijo –rió la rellenita mujer.

 

 

 

Las bromas no se hicieron esperar, desatando una serie de comentarios graciosos e incómodos, desde la comparación con hechos vividos por el ya no tan joven matrimonio, detalles que sus descendientes no querían saber, así como un mágicamente renovado Nikiforov que más que ayudar, agravaba la pobre situación del de ojos chocolate. El ambiente se aligeró por completo, olvidándose de cómo llegaron a esa situación, lo mejor era no anclarse en el pasado y disfrutar de tan agradable convivencia, a veces los recuerdos se dividen en dos, los que vale la pena guardar, llenos de bellos momentos o que traen una enseñanza, pero otros a veces lastiman, trayendo sólo sufrimiento y oscuridad, estos últimos pueden enterrarse, disolverse, sólo gracias al amor, como el de su familia, como el de ese maravilloso hombre, en más de un sentido, tanto fuera como dentro, que le hacía sonreír y acelerar su corazón, por lo que también daría lo mejor de sí para ayudarlo, ser su apoyo, su compañero de vida.

 

 

-¡Oh, cielos! –exclamó Hiroko- ya es tarde ¡Los kimonos! –presurosa salió por ellos a su habitación.

-Tendremos que vestirlos –sonrió divertida, auxiliando a su madre cuando llegó con tres largas cajas.

-¿Qué es todo esto? –observó el menor, al parecer había más.

-¿Por cuál quieres empezar? –respondió entusiasmada.

-¿Por el que me pondré en éste momento? –enarcó una ceja.

-¡Quiero ver! –se asomaba emocionado, mientras abrazaba a su pareja por la espalda, aun sentados en el tatami.

-Muy bien, mira~ -abrió uno de los paquetes, desenvolviendo el papel que protegía la costosa tela, lo sacó con cuidado.

-¡Wow!

-Es precioso ¿Verdad? No estaba segura de escogerte uno para soltero o casado, pero creo que algo más sobrio estaría bien –lo extendió.

 

 

El conjunto es elegante, el cuerpo del kimono en un color azul grisáceo liso, a simple vista podría verse poco llamativo, pero el obi en tonos plata, con delicados abanicos bordados en turquesa y rosa quemado en hilos metálicos, daban un magnifico contraste. Por otro lado, el atuendo para el alfa es más oscuro, en un morado profundo casi azulado, el cinturón es delgado al ser masculino, de color dorado opaco, los haori  de ambos iban a juego con el sello bordado de la familia Katsuki.

 

 

-Mari, échame una mano con Yuuri, lo vestiremos en la recamara, Toshiya, ayuda a Vicchan a vestirse, probablemente no sepa como atarlo –una vez dadas las indicaciones, cada equipo hizo lo suyo.

 

 

 

El cuarto de sus padres tenía un toque tradicional, incluso contaban con un pequeño altar para rezar, sus camas eran futones por lo que en ese momento se notaba gran amplitud al estar doblados en el closet, estaba tan perdido en sus pensamientos que tardó en notar un sublime kimono extendido en todo su esplendor en un perchero grande de madera ¿Era una decoración? No lo recordaba.

Dicen que cuando estás estresado las manecillas del reloj pasan más lento, tu percepción parece castigarte en contraposición del rápido pensamiento que tensa tus músculos, haciendo consiente cada minuto que pasa como una eternidad, entonces ¡¿Por qué parecía que en algún momento entró en una habitación que alteraba el tiempo?! Estaban a menos de una hora de la llegada de los rusos, su señora suegra había hablado con su novio escasos minutos antes, informando que el vuelo se adelantó por lo que llegaron al aeropuerto de Fukuoka y venían en camino, pues tomaron taxis, negándose a que los Katsuki se molestaran en ir por ellos, eran demasiados para ocupar un solo auto o la minivan que ocasionalmente rentaban para trasportar a los turistas.

Por su lado, el de cabellos plateados revoloteaba a su alrededor, tomando excesivas fotografías con su teléfono, encantado por sus kimonos similares, su madre tenía un sentido extra para agradarle a las personas, se había ganado por completo a su yerno con el regalo. Esperaban en el comedor para banquetes privados de la posada, pues contrario a la ocasión anterior, contaban con algunos huéspedes activos, su madre se encontraba supervisando que todo estuviese en su lugar, pues ahí recibirían a su familia política para comer.

 

 

-Estoy nervioso… -externó, tocándose el pecho.

-No lo estés Yuuri, mis padres te adorarán –le acarició una mejilla, pequizcandola enseguida con suavidad- ¿Cómo no hacerlo? Eres tan adorable –sus labios formaron un corazón de nuevo.

-¡Viktor! –sobó su parte, fingiendo enfado.

 

 

Cual invocación, una de las mucamas entró despavorida, avisando que el chico de mantenimiento divisó tres taxis negros ingresando en el estacionamiento, sospechando que eran sus tan esperadas visitas, salieron en orden a recibirles. El omega sintió la mano de su prometido tomarle de la suya, volteó a verlo y este le obsequió un beso en sus acicalados cabellos, pronto otro llegó a sus labios, sólo por unos segundos, le escuchó susurrar palabras de ánimo, así como su olor reconfortante, eso le calmó.

Impresionante era decir poco, los autos estacionados eran los que mejor se cotizaban por su especial servicio, sólo para la elite. Tres conductores bajaron de sus respectivos medios de trabajo, abriendo con gentileza las puertas para sus clientes. Del primer vehículo bajó una imponente mujer con gafas de sol, de tez blanca, cabello negro en corte asimétrico, enfundada en un traje ejecutivo gris y una sofisticada gabardina, usando botas de tacón alto a pesar de su notable estatura. Del segundo trasporte salieron dos jóvenes señoritas con ropa casual, una de ellas con una linda bebé en los brazos, de unos dos años, enormes ojos color miel y dorada cabellera risada, fueron seguidas de una hermosa criatura fuera de éste planeta, hasta el mismo chofer se había sonrojado al darle la mano para ayudarle a bajar por su apenas notorio embarazo, su piel parecía fresca como lo estaría una veinteañera, de delicadas manos que enmarcaban un brillante anillo de boda, usando un bombacho suéter tejido en color crema, pantalones cómodos y zapatos de piso, alzó su mirada ámbar, revoloteando sus largas pestañas platinadas, al igual que su ondulado cabello atado en una gruesa y larga trenza que le llegaba casi a las caderas, sonrió delatando la procedencia de los labios corazón. Del último carro saltaron un par de críos, mellizos de no más de diez años, sus cabezas de un blondo casi platinado y ojos verdes, sus ropas formales para su edad eran idénticas, contrastando con su traviesa personalidad, siendo retenidos y reprendidos de inmediato por un viejo hombre gruñón, algo robusto, de facciones marcadas, llevando un conjunto de traje clásico de los años cincuentas.

 

 

-Bienvenidos –reverenció la omega cuando estuvieron lo suficientemente cerca, siendo seguida por los demás anfitriones.

-Gracias –contestó la alfa, reproduciendo el mismo gesto, los restantes hicieron lo mismo.

-¡Hermano! –dijeron a la par, abalanzándose sobre el mencionado.

-¡Alec! ¡Liev! –regañó.

-Déjalos Yakov –soltó una suave risa- son mis amados hermanitos –se inclinó para abrazarles.

-¿Por qué usas un vestido? –preguntó uno con inocencia.

-¿Te volviste omega? –segundó el otro.

-No es un vestido, es un kimono, esto usan a veces en Japón –explicó con una sonrisa.

-Yo también quiero uno –murmuró, tocándose los labios con el índice, haciendo un apenas perceptible puchero, saliéndose de su papel.

-Antoine, por favor –suspiró la alta mujer.

-Permítanme presentarles –interrumpió para evitar una posible pelea- mi madre, Elena Nikiforova –ella asintió-, mi padre Antoine –pronunció con acento francés, el aludido inclinó la cabeza con alegre expresión-, los gemelos Alec y Liev –levantaron sus manitas como saludo-, mi pequeña hermanita Eva –les observó con timidez-, las niñeras Juno y Ana –sonrieron-, mi maestro Yacov –se quitó el sobrero- y… ¿Dónde están…?

-Nuestra dulce Hada no pudo venir, tenía el examen para el ingreso a la preparatoria, Yerik se quedó con ella en casa –curvó sus labios con algo de tristeza- lo siento, Vitya.

-Está bien, papá –restó importancia aunque su gesto decayó un poco- presentaré a los Katsuki –continuó- Yuuri, mi prometido –una automática sonrisa adornó sus labios, aunque en contraste el menor parecía pálido y tenso en su reverencia-, la señora Hiroko y el señor Toshiya –sonrieron inclinándose-, ella es Mari, hermana mayor de Yuuri –hizo lo mismo.

-Adelante, pasen -alentó la femenina con gafas graduadas.

-Un momento.

-¿Qué pasa, madre? –su voz era cautelosa.

-Entiendo como son los japoneses –se quitó los lentes oscuros dejando ver unos profundos iris azules y relajó su semblante- pero seremos familia y me siento incomoda de no saludarlos como tal –se aproximó a su hijo, le tomó de los hombros para besarle las mejillas, así prosiguió con los demás, incomodando levemente a los asiáticos.

-Yo también quiero hacerlo –dijo con entusiasmo, tomó al alfa del rostro con ambas manos- mi pequeño emperador –le nombró con cariño- tenía meses sin verte y mañana te casas –besó cuatro veces en los cachetes para luego abrazarle- más tarde hablaré contigo ¿Está bien?

-Claro, como gustes papá –correspondió sus cariños.

-Ahora, tu eres el tan famoso Yuuri –mencionó al tenerlo enfrente, imitando lo que había hecho con su primogénito- ¡Es un gusto! ¡Eres precioso! ¿Has pensado en ser modelo?

-Papá –suspiró.

-Antoine –advirtió.

-Los Nikiforov son aburridos –le susurró cómplice a su yerno.

-Igualmente, es un gusto –sonrió divertido, sintiendo aminorar su ansiedad.

-Disculpe ¿Usted es ese Antoine? –Tomó valor su consuegra.

-Sólo Antoine –sonrió- guarde el secreto –sonrió, guiñándole un ojo, la saludó efusivo.

-¿Quién es tu papá? –murmuró a su pareja con cierta curiosidad.

-Es modelo, tiene su propia línea de ropa y perfumes, también es productor de pasarelas importantes en París –le contestó discreto.

-Ahora entiendo muchas cosas, parece llevarse bien con mamá –soltó una risilla.

-Lo sé, espera a que se sienta en confianza –ironizó.

-Tu madre no parece tan dura como por teléfono –admite.

-No es tan mala, sólo algo estricta y perfeccionista –opina.

-Viktor, susurrar es de mala educación, no se queden atrás –sentenció.

-Sí, madre –sonríe con complicidad junto a su novio.

 

 

Una vez dentro en su recinto privado, la charla comenzó, conociéndose de a poco ambas familias, notando las polaridades tan opuestas de los padres de Viktor, mientras la rusa parecía calcular cada uno de sus movimientos siendo sumamente respetuosa y cortés, el francés era total despreocupación, con una personalidad cálida y amigable, no le hacía falta siquiera regañar a sus traviesos niños, con un dulce pedido ellos se calmaban, aunque la actitud de su hijo mayor ante ello fuera tensarse, seguramente porque percibía un tono especial en su voz del que nadie más se percataba, haciendo sonreír disimuladamente a su estricta madre. Los Katsuki por su parte, se mantenían reservados, siguiendo la conversación, sin ser demasiado curiosos, a excepción de la omega que parecía haber hecho buenas migas con el de larga cabellera.  

 

 

-Viktor, el nervioso soy yo –comentó con suave burla al verlo empeñado en cumplir con los presentes.

-Lo siento… -suspiró, dejando caer los hombros- es algo extraño tenerles a todos aquí, no quisiera que hubiera malentendidos, madre suele ser demasiado franca a veces y papá es un alma libre, no es su primera vez en Japón y aun así hace lo que quiere –tocó el puente de su nariz.

-Deja eso… -le agarró de la muñeca- he notado que tienes esa manía cuando te estresas –sobó el dorso de su mano y la entrelazó con la suya- relájate.

-¿Justo tú tienes que decírmelo? –rió jocoso.

-Imagínate como te ves –enarcó una ceja.

-¿Desde cuando eres tan tranquilo? –molestó, intentado besarle una mejilla, pero su amado huyó.

-Nada de eso frente a tus padres ¿No era conservadora tu madre? –se jactó.

-Vayamos a otro lugar entonces –sonrió coqueto.

-Claro, claro, lo dice el señor hemorragias nasales, me pregunto si necesitaré tener en el congelador de nuestra casa una unidad de sangre para cuando tengamos cachorros –le miró acusador.  

-Es que tus feromonas son muy fuertes, cariño –frotó su mejilla con el cabello negro.

-¡¿Qué te dije?! –susurró con la cara enrojecida, alejándose.

-Es verdad… -habló la alfa, haciéndolos crisparse por un segundo- ¿No era usted una omega? –dirigiéndose a la castaña.

-Así es –asintió con su cándida sonrisa.

-No logro percibir su aroma con claridad –olfateó el aire.

-¡Ah! Eso es porque me enlacé con Toshiya, él es un beta –informa.

-Aunque no estaba muy de acuerdo con morderla –expone- entre nuestro genero eso no existe, fue una petición extraña para mí.

-Entiendo eso –agregó Yakov- en mis tiempos todavía era raro conocer a un alfa u omega, cuando salió a la luz lo de “las marcas”, fue un escándalo.

-Para nosotros es algo normal e instintivo –afirmó, viendo con discreción la nuca de su ex pareja donde lucían dos cicatrices, una más tenue que otra.

-Sí, entre alfas y omegas se crea un enlace hormonal muy fuerte, aunque en mi caso, al hacerlo con un beta, mis feromonas se hicieron más débiles, pero cuando tuve a mis hijos mi aroma maternal fue el único que pude manifestar.

-Eso es interesante –se tomó de la barbilla, un tanto atraída con el tema.

 

 

La comida se sirvió poco después, siendo los extranjeros sorprendidos por la diversidad de platillos, el omega mayor tomó unas cuantas fotografías a la mesa y los comensales, subiéndolas a sus redes sociales siquiera antes de tocar su comida, causándole gracia a Yuuri porque su prometido solía hacer lo mismo en ocasiones, en ese momento una duda surgió en su mente ¿Por qué Viktor tomaba tantas imágenes con su teléfono, sino tenía ninguna cuenta personal en la web? Era algo extraño, especialmente viniendo de él.

Al terminar brindaron con sake, para después ser guiados a sus habitaciones e invitados a las aguas termales, no es necesario decir quienes estaban encantados con la idea. El francés rápidamente raptó a su yerno e hijos para irse a relajar a las tinas, pero fue detenido, pues alfas y omegas contaban con áreas diferentes, además no sabían cómo el instinto entre cierta parejita podría reaccionar a pesar de ser vísperas de su boda. Antoine estaba decepcionado, puesto que escuchó que los japoneses mejoraban sus lazos al tomar un baño juntos, a pesar de eso, pasó un momento agradable con su futuro hijo político.

 

 

-No te sientas intimidado, chico, me has estado mirado como queriéndome preguntar algo todo éste tiempo –evidenció, sosteniendo en sus brazos a la pequeña Eva que chapoteaba.

-¿Eh? –se sonrojó- no, es sólo que… es verdad, usted y Viktor se parecen mucho.

-No me hables de usted, tutéame por favor.

-Incluso su personalidad –ocultó su sonrisa bajo la mano, intentando no ser irrespetuoso.

-Cuando Vitya era un cachorro nos parecíamos aún más, pensé que cuando fuera mayor la única manera de diferenciarnos sería el color de los ojos, antes llevaba el cabello largo, era mi pequeño clon –rió.

-Es verdad, en la fotografía del BG llevaba el cabello largo ¿Por qué lo cortó? –tenía curiosidad.

-Eso es… -su amable gesto se trasformó en uno serio, como si acabara de recordar algo- bueno, ya sabes, los hijos crecen y quieren verse más maduros.

-¿Es así? Viktor no parece que sea de ese tipo de personas –meditó.

-Tu sabes, la adolescencia –restó importancia.

-Por cierto ¿Qué significa Vitya?

-Es una manera informal y cariñosa en Rusia para nombrar a los Viktor, al vivir tanto tiempo allá adopté algunas manías.

-Entonces ¿Yo podría…? –se mordió el labio inferior.

-Yo tengo una mejor idea, pero guárdala para mañana –movió sus cejas con picardía.

 

 

Los últimos minutos con su suegro fueron bochornosos, dándole consejos sin ningún tapujo para su noche de bodas, estaba tan avergonzado con lo que le decía, que casi salió corriendo cuando las palabras subieron de tono a niveles insospechados, causándole una carcajada al mayor por su pudorosa mentecita y eso era decir mucho, que en más de una ocasión intentó violarle al hijo, los franceses eran de temer, no se detenía ni porque cargaba a su hija en brazos, ¡¿Alguien podía pensar en la criatura?! Aunque probablemente no entendiera absolutamente nada.

Una vez se despidió formalmente de todos para irse a dormir, en el tercer piso se topó con la puerta corrediza de la habitación de su novio abierta, con sutileza se fijó al pasar y le vio sentado a la orilla de su cama pensando, se detuvo a contemplarlo un momento, sin saber si acercarse o seguir su camino, en ese momento él volteó y le invitó a tomar asiento a su lado, dando palmaditas en el colchón.

 

 

-Tuve una plática con madre –empezó a hablar al momento que quedaron juntos.

-Y ¿Qué te dijo? –sintió su ansiedad en el estómago.

-Le agradaste –sonrió- todos le agradaron.

-Eso es un alivio –suspiró.

-Lo sé –se tiró de espaldas en la cama.

-Yo también hablé con tu papá –se giró para verle más directamente desde su posición.

-Espero no haya hecho alguna imprudencia –su rostro reflejó preocupación.

-Emm… sólo un poco –hizo una mueca, intentando aminorar la situación.

-Oh, no ¿Qué te dijo? –frunció las cejas.

-Cosas… -desvió la mirada con sus mejillas coloradas.

-Yuuri…

-Nada, de verdad… sólo consejos de omega a omega…

-Yuuri… -hizo un puchero para luego arrastrarlo hasta su lugar, entre sus brazos.

-¡Viktor! –se removía entre risas.

-¡Dímelo Yuuri! –le hacía cosquillas.

-No… ¡No!... ¡Para!... –sus ojos empezaban a lagrimear, así como su barriga a doler.  

-¡No pararé hasta que lo digas! –sentenció, aumentando su ataque.

-¡No!... jajaja… ¡Viktor!... ¡Aah~!

 

 

Los juegos pararon abruptamente, se vieron el uno al otro, un sutil olor a ansiedad se percibió, así como la incomodidad, ambos terminaron con el rostro sonrojado, el ruso tragó seco, alejándose con lentitud, sentándose muy recto, pidiendo disculpas con timidez, no sabía dónde tocó, pero provocó algo extraño dentro de él que no sabía describir. El japonés se mantenía recostado, con la ropa desarreglada y agitado, en toda regla parecía que otra cosa pasó ahí y eso aumentaba la tensión un tanto sexual que se formó de repente. Cuando su respiración se reguló, abrazó por la espalda al más alto, ninguno dijo nada, estaban en igual de condiciones, con el pulso acelerado, rebotando con fuerza en sus pechos, sintiendo un extraño calor y nerviosismo.

 

 

-Creo que… ya es hora de dormir… -cortó el silencio.

-Sí –contestó escueto.

-De-dejémoslo para después… es decir… luego me cuentas que dijo papá… -acomodó sus palabras.

-Oye Vikor…

-¿Sí?

-¿Lo sientes?

-¿Q-qué cosa?

-Las ganas de estar juntos.

-… -se tapó la boca con sus dedos, incapaz de decir nada, la punta de sus orejas están rojas.

-Viktor ¿Puedo dormir contigo hoy? –pidió.

-Ma-mañana –aseguró, ésta vez cubriéndose todo el rostro con sus palmas.

-Sólo dormir, tonto –se burló, aun sintiéndose temblar.

-No creo que… sea buena idea… justo ahora… -se abanicó con la manga de la yukata que usaba de pijama.

-¿Por qué? –apretó su abrazo, recargando su mejilla en un costado del torso del mayor.

-Tú sabes porque… -soltó un gruñido inconsciente.

-Pero mañana eso no importará… -se incorporó, tocándole con su pecho la espalda, acomoda su barbilla en el hombro, le susurra al oído- Viktor, vamos a dormir –le da un sutil beso en el cachete, haciéndole estremecer.

-No me hagas esto, Yuuri… -cierra los ojos, conteniéndose.

-Eres tan terco… -le suelta, alejándose.

-Lo siento, Yuuri… ve a dormir, mañana será un día atareado –se forza a sonreír.  

-Está bien… -le ve con aburrimiento al bajarse de la cama, pero se acerca y lo besa sorpresivamente, con bastante ímpetu, cuando su pareja atina a contestar su contacto, retrocede- hasta mañana –le palmea uno de los muslos- para ti también~  -suelta una risilla y desaparece por el pasillo.

-¡¡Yuuri!! –se moría de la vergüenza.

 

 

Notas finales:

 

Bien, pues no hubo boda aquí, hasta la próxima parte, quería tratar algunos puntos que he venido arrastrando de caps anteriores y que quería aclarar antes de que vivieran juntos o sería extraño, aún así, algunas partes serán retomadas más adelante.

Pues ya conocen a la familia de Viktor, todavía falta darles un poco más de protagonismo, pero ya tendremos mucho tiempo más adelante, Yakov también hizo su aparición, será importante en su momento, mientras Makkachin nos espera en Rusia junto a otras personitas más que se irán integrando al elenco xD ¿Algún personaje especial que quieran que aparezca? dejenme sus sugerencias, el equipo Ruso, Phichito y quizás Guang junto a ciertos hermanos Italianos quizás hagan su aparición, por Chris no se preocupen, está a nada de aparecer ;)

¿Cómo les gustaría que sea la boda? ¿Algún detalle que me sugieran? (Ya sé como será, pero quiero agregar un momento gracioso/cursi, sirve que la inspiración regresa).

Poco a poco nuestros tortolos evolucionarán su relación, después de un mes se nota su unión, Viktor ya no parece tan perfecto, eso si, trabaja mucho para estar juntos y Yuuri es menos amargado, considerando más a su prometido, el amor se huele en el aire(?), en la boda se sabrá~  

Y no, chicas, que todavía falta para el Hard, están igual que Yuuri xD

Muchas gracias por leer y sus lecturas, ayudan a crecer éste humilde fanfic~

En un momento (Sino es que mañana, ya es algo tarde y hay que trabajar D:)  contesto los comentarios del cap anterior~ 

Nos seguiremos leyendo~

Matta nee~ 

 


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