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Dulce Viktor por vitalife

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Notas del capitulo:

 

¡Hola!

Lo sé, lamento mucho el retraso, han pasado muchas cosas últimamente, pero lo principal, bueno, cambié de trabajo por lo que tendré menos tiempo para escribir :/ no planeo abandonar el fic, ni mucho menos, sólo las actualizaciones pasarán a ser menos frecuentes, espero poder escribir un capítulo por semana aunque sea un poco más corto a los habituales, sino bueno, escribiré uno normal cada dos o tres semanas, explico, sólo tengo los domingos hacerlo por lo cual se me complica, en éste nuevo lugar no puedo presidir de las horas muertas así que es lo que hay :/ 

Pero ¿Adivinen qué? En México mañana es día festivo, así que si todo sale bien, mañana subiré la segunda parte de la boda, dígase la recepción y quizás una escena sukulentha :v aun estoy trabajando en ello n.n denme sus mejores ánimos para que la inspiración siga fluyendo ;) 

 

Muchas gracias a las personitas que siempre apoyan el fic con sus reviews n.n

mestefaniab

anakzanamu

aninimaaax

 

sin más el fic ;) 

 

 

 

Un calor abrasador invadía su cuerpo por completo, su respiración sofocada no le traía alivio, sólo desesperación, la persistencia del resabio ferroso en su lengua le desconcertaba, en su vientre un agradable cosquilleo se aloja, haciéndole ignorar el mareo que sinuoso intentaba abrirse camino, apretó las sabanas bajo sus manos, escuchándolas tronar como si fueran atravesadas por algo, quizás rompiéndose por la tensión, sus piernas temblaban y no sabía el por qué, sintiéndose sudoroso, desorientado, agotado. De un momento a otro una obvia idea cruzó por su mente, imaginando el golpearse a sí mismo por su imprudencia, se atreve a despegar sus parpados que en todo momento mantuvo contraídos, abriendo un portal a un mundo ajeno, sus sentidos se agudizaron repentinamente, proporcionándole información como un fuerte golpe de realidad, el vértigo le embargó.

El aire pesado por las feromonas le estaba ahogando, fuerte, almizclado y ligeramente dulzón, la temperatura tan alta provenía de un cuerpo debajo suyo, mismo al que se mantenía conectado de una particular forma que le estremecía, no podía moverse, ni alejarse, estaba atrapado, recorrió la piel ajena con su mirada, escuchando con claridad los bajos quejidos provenientes de alguien más, percibió entonces una mordida sangrante, no, varias, en los delgados hombros, en la tersa nuca que se adornaba de cabellos oscuros, mismos que pasaron a segundo plano pues por fin pudo reconocer el rostro que se había volteado para verle, estaba empapado, en sudor, en lágrimas, con las facciones desencajadas, castaños ojos dilatados, brillantes, acompañados de una temblorosa sonrisa.

 

 

-Volviste… -su voz se quebró.

 

 

*.*.*.*.*

 

 

 

El cielo comenzaba a clarear, anunciando un nuevo día, algunas aves cantaban, desperezándose en sus nidos, el clima estaba mucho más cálido que las anteriores semanas, seguramente porque el invierno estaba a poco de terminar, los brotes de flores y hojas comenzaban a formarse en las ramas desnudas de los árboles, eran las vísperas a una nueva estación, de un nuevo inicio. Así como el destino no dormía, sus parpados apenas pegaron ojo en toda la noche, no lo malentiendan, no es que no quisiera casarse, sólo estaba nervioso por lo que pasaría después de eso, se avergonzaba de algunos pensamientos indecentes provocados por el instinto, si llegaba a conciliar el sueño su mente le traicionaba con escenas candentes donde cierto chico japonés era el protagonista, transformándose en pesadillas la mitad de las veces, quizás el incidente de la noche anterior había movido algo en él, si bien, el omega siempre buscaba incitarlo de un modo u otro, ésta vez fue muy directo, no podía negar su evidente atracción, pero era algo novedoso, temible.

Siempre fue una persona con un espíritu libre, igual que su padre, pero con el tiempo las cosas cambian, existen sucesos en la vida que te hacen madurar de golpe, responsabilidades que te obligan a controlarte, así aprendió a dominar sus emociones, aparentar perfección, raciocinio, pero todo era muy distinto al lado de Yuuri, lo sacaba de su zona de confort, le descontrolaba, incluso sus propias feromonas habían sido más activas desde que se instaló en Hasetsu, le aterraba volverse agresivo y prepotente, como todo un alfa, no lo soportaba, lo vio muchas veces en su niñez, en su adolescencia, como su propio género sometía a su contraparte y a quien se les cruzara por enfrente, él no quería ser así, mucho menos con su adoración, nunca se lo perdonaría, prefería alejarse de él, pero el destino es cruel y el sólo hecho de pensar no estar a su lado le hacía desfallecer, tener una pareja Gamma era una sensación agridulce, aun así, no se arrepentía de lo lejos que llegaron, se amaban y tenían toda una vida por delante juntos.

Escuchó la puerta corrediza deslizarse, pero mantuvo sus ojos cerrados, no necesitaba abrirlos para saber de quién se trataba, su esencia le delataba, evitó sonreír, sus amargos pensamientos se disolvieron en cuanto tuvo contacto con la figura que se escurrió bajo el cobertor, una fuerte inhalación fue audible en la habitación, le sintió acurrucarse a su costado, así como un brazo reposar sobre su pecho, se dejó llevar por un agradable sentimiento, podía olvidarse de cualquier problema mientras estuviera envuelto por él.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que la respiración contraria se acompasó, abre sus ojos y lo ve dormir, se atreve a sacar la mano de entre las sabanas, le acaricia con ternura el cabello y se gira para abrazarlo, acomodándose entre sueños lo mira restregar la mejilla en su pecho, sus labios cosquillean con emoción y regresa el gesto en la cabeza contraria, dejándole un beso en el mismo lugar, un suave ronroneo se hace notar, causándole gran ternura, aquellas reacciones inconscientes sólo confirman que Yuuri le ha aceptado por completo como su pareja, regocijando a su instinto aunque no se percatase de ello.

Se mantuvieron de aquella manera un par de horas más, Viktor por fin logró descansar sin sueños que turbaran su mente. La pareja ignoraba que el ritual de apareamiento estaba comenzando, sus feromonas se fundían, danzando en un incompleto bosque floral, mientras una sutil advertencia se colaba cual residuo, dirigido a terceros para que no se acercaran, lamentablemente en Yu-topía la gran mayoría son betas y no perciben ese tipo de comunicación, por lo que la siempre desafortunada Mari es quien más sufre las consecuencias.

 

 

-¿Dónde se metió? –suspira, observando la cama desordenada de su hermano, el cobertor está enrollado en el suelo- esos dos… -entrecierra los ojos al intuir su escondite, pero ésta vez es precavida y llama a la puerta de la habitación del ruso- ¡Viktor! ¿Yuuri está ahí? –más no hay respuesta- tengo un mal presentimiento… -rápidamente toma su celular, tecleando un mensaje de texto para su madre- bien…

 

 

Nota que la puerta no está trabada, por lo que la desliza lentamente, asomando primero un ojo, no parece haber nada fuera de lo común, decide ingresar, están completamente cubiertos entre las colchas, la silueta que forman se asemeja a la de un huevo, se mueven delatando que se encuentran despiertos. Carraspea intentando llamar su atención, escucha una risa que conoce bien, cosa que le hace molestar, impulsivamente les descubre, tirando con violencia de las telas, los mira besándose y se siente nuevamente como una entrometida, pero se ve obligada a interrumpirles, la dulce Hiroko era temible con las organizaciones en los festejos.

 

 

-¡Ustedes dos, arriba! –ordena, dándose media vuelta para salir- El desayuno para ustedes y los invitados se sirve en diez minutos, no tarden –desaparece por el pasillo.

-Viktor… -sonríe divertido, el aludido lo acababa de cubrir con su cuerpo mientras observaba en dirección a la puerta- estás gruñendo.

-¿Eh? –volteó sorprendido hacia su prometido- ¿Cuándo yo…?

-Dejémoslo para más tarde… -se burló, apartándolo, escabulléndose a su recamara.

-¿Qué… acaba de pasar? –murmuró confundido.

 

 

No era para menos, ni siquiera recordaba en qué momento despertó y sobre todo, ¿Cómo llegó a estar encima de Yuuri? ¿Se había vuelto sonámbulo? Se relamió los labios pensativo, notando el regusto dulzón de la saliva del menor, pero también algo más, mismo que es extrañamente adictivo, dudando que fuera el aliento pastoso al despertar, pues no se comparaba en absoluto, sabía cómo a… ¿Pétalos?

Por su parte cierto japonés sonríe, recargándose en la pared de madera por la parte interna de su cuarto, se desliza con las manos en el pecho, pues retumba desenfrenado, no sabe lo que siente y a pesar de luchar contra ello, sus hormonas no le dan tregua, lo sospechó, pero corroborarlo era muy distinto, pudo olfatear un olor diferente en su prácticamente esposo, algo sugerente, erótico, Viktor le deseaba, todavía podía percibirlo en su pijama, el fuerte aroma a roble perfumado, sus rodillas tiemblan, no era en vano, esa mañana su segundo despertar fue apasionado, entre besos y caricias que no esperaba recibir, entonces lo recordó, levantándose repentinamente del suelo, se aproxima a su escritorio, rebusca en el primer cajón hasta encontrar un espejo de bolsillo, sus mejillas enrojecen al ver su reflejo, en el cuello tiene una pequeña marca, una que quizás en unas horas se oscurecería en tonos violetas, esas “cosquillas” mañaneras no se comparaban en absoluto a las de la pasada noche, prefería sentir las manos de su novio bajo la ropa y sus labios explorando lugares en los que ni el mismo sabía que era sensible, ansiaba que el atardecer cayera para tenerle más cerca.

Después de un ajetreado desayuno, fueron separados para preparar sus atuendos acorde a la ceremonia religiosa, originalmente el ruso trató de persuadir al monje de bendecirles en la playa, locación que le había costado bastante conseguir, ya que era una zona  pública y por políticas estatales era imposible ser cerrada para el evento, por suerte, además de una “humilde” suma dinero, una amable señora les permitió rentar la parte trasera de su casa a las orillas del mar, siendo perfecto para la ocasión, ya que era una pequeña explanada de arena entre dos grandes peñascos, privado y romántico, la organizadora de eventos hizo maravillas con el lugar.

Mientras tanto cierto chico de ojos chocolate se mantenía quieto en una silla acolchonada de cierto salón de belleza en Hasetsu, se había negado a incluir su “maquillaje” a la organizadora de eventos, que él ni siquiera planeaba arreglarse demasiado, pero subestimaba en demasía a la cándida Hiroko, no hizo falta cruzar palabra, su madre prácticamente lo raptó. Ahora tenía los ojos cerrados mientras se dejaba delinear los parpados ¿A quién se le ocurrió tal cosa? Por lo menos su peinado era sencillo, su cabello estaba acicalado de izquierda a derecha, despejando su frente, aunque sus lacias hebras son bastante rebeldes al desperdigarse en diferentes direcciones, dándole un aire menos serio y un tanto juvenil, su prometido insistió en que usara anteojos, aunque no estaba del todo de acuerdo, guardaba en su estuche un par de armazón dorado que muy de vez en cuando utilizaba, curiosamente combinaban con su segundo traje del día.

Cuando la chica terminó de “embarrarle” la cara con cosméticos, se alegró de que fuera tan discreto, una muy delgada línea negra adornaba sus parpados superiores, sus pestañas estaban risadas con una fina capa de máscara, sus cejas perfiladas, con suave rubor en las mejillas y labios en un tenue rosa, sí, se veía un poco femenino, pero podía ser peor.

 

 

-Disculpe ¿Usará wataboshi o tsunokakushi? –pregunta la chica que le daba los últimos retoques a su peinado.

-Wataboshi, creo que es más fácil de quitar, además no tengo tanto cabello para el tsunokakushi –suspira con resignación.

-Es verdad, pero podríamos conseguir una peluca…

-No, gracias –la interrumpe- ya alquilamos el wataboshi.

-Yuuri, ya casi es hora de regresar para vestirte –apura un poco la omega.

-Sí, mamá –ve el reloj de pared- ¡¿Cómo es tan tarde?!

-Hijo, tardaste mucho en escoger lo que querías –ríe.

-No podía evitarlo, para mi todos se parecían –se queja.

-Bien, vámonos ahora, en poco menos de dos horas tenemos que estar en el templo.

 

 

En Yu-topía una extraña reunión se presentaba, para Viktor es algo nostálgico, no se atreve a romper el momento con algún comentario, sin embargo lo disfruta, no siempre puede tener a sus padres reunidos, apoyándole en una decisión tan importante, incluso llega a creer que es una fantasía, una ilusión efímera, pero ve sus sonrisas, le llena el corazón y no puede ocultar su felicidad, sus ojos brillan, las feromonas le delatan.

 

 

-Ciertamente es un atuendo extraño… -se cruzó de brazos, observando a su hijo mientras Antoine le rizaba el flequillo con una pinza caliente.

-Es una tradición japonesa, madre –habla entusiasta- los hombres en los betas y los alfas usan éste atuendo en la ceremonia –sonríe con sus labios acorazonados.  

-Mi pequeño emperador está feliz~ -le pellizca una mejilla, alejando la tenaza- te pondré un poco de maquillaje ¿Está bien?

-Antoine –advierte- es un alfa, no necesita de esas cosas.

-Vamos Elena, sólo son polvos y bálsamo labial –rueda los ojos.

-Está bien papá, gracias por arreglarme el cabello –corta la conversación con incomodidad.

-… -el omega entrecierra los ojos y le dedica una mirada fiera a su ex esposa- ¡Deja de hacerlo sentir mal en su boda!¡¿Es que no lo dejarás escoger ni eso?!

-Antoine, eres el que está haciendo un escándalo de esto –le pasa de largo, sacudiéndole los hombros de la inexistente pelusa a su descendiente- Viktor no necesita de “polvos” en el rostro para lucir perfecto y ser feliz en su matrimonio, sólo eres un vanidoso.

-Madre, por favor… -ruega, sabiendo cómo terminará la situación.

-Pues si tan alfa eres, desmaquíllate esa cara –un fuerte olor les hizo picar la nariz a los de ojos azules.

-Papá, no te enojes, puede hacerle daño al bebé, no pasa nada, de verdad estoy bien –asegura con preocupación.

-Díselo a tu madre, siempre inmiscuyéndose en tus decisiones, seguramente sólo aceptó al lindo de Yuuri por la familia de Hiroko –le acusa.

-Eso sería irrelevante – su voz amenazante le enfrenta- está desheredada, no me traería ningún beneficio –dice con ojos fríos-  Katsuki Yuuri parece bien educado, eso es suficiente, además, es algo que no te incumbe, lo que haga o deje de hacer con mi familia.

-También es mi cachorro.

-Dejó de serlo en el momento que te fuiste a formar otra familia sin él.

-Tú sabes porque lo hice… -sus ojos se llenaron de lágrimas retenidas, protegió su vientre a penas abultado por sus cinco meses de gestación- ¡Deja de reprochármelo! ¡Han pasado quince años!¡Si conocieras a tu pareja destinada sabrías…!

-¡¡Ya basta!! –se levantó brusco de su asiento- ¡¿No pueden dejar de discutir ni siquiera en éste día?! Los quería juntos porque ambos son mis padres, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que los vi en la misma habitación, sólo finjan que se llevan bien, por favor, sólo hoy… -pide antes de abandonar la recamara, donde se hospedaba el omega, con un portazo.

 

 

La posada cuenta con un área aislada para clientes especiales, por lo que nadie escuchó el escándalo de los extranjeros y aunque lo hicieran, en todo momento se comunicaron en ruso, así que sería imposible descifrarlo para la mayoría. El joven Nikiforov se queda parado en el pasillo, sobándose el puente de la nariz, está completamente frustrado, piensa una manera de tranquilizarse, debe mostrarse feliz por el gran evento, pero se siente decaído por la actitud de sus padres, además de la ausencia de uno de sus hermanos, sabe que él no está de acuerdo con su compromiso, que lo dicho por Antoine era mera excusa, mientras Yerik, el esposo del francés, es algo reacio a la presencia de su madre, pues ella es sumamente territorial, así que la falta de ambos es pesada.

Pensaba profusamente, perdido en los laberintos de su cabeza, en el insistente hueco de su pecho, necesitaba el olor de Yuuri para relajarse, como una eficaz droga que hacía olvidar sus pesares. No se percata de una presencia que le observa con preocupación, un alto hombre rubio con las ropas arrugadas por el viaje.

 

 

 

-Eso fue intenso –silbó- nunca te había visto tan enojado como para contestarles –sonrió.

-Chris… pensé que no llegarías a tiempo… -suspira.

-Debo admitir que pensé no venir, eres un desconsiderado al casarte en mi cumpleaños –se queja.

-Lo siento…

-Vamos, es broma –le ve con empatía- ven, tomemos algo antes de la boda, necesitas relajarte –le anima, agarrándole por los hombros.

 

 

Discretamente el mismo de cabello platinado pide una botella de licor a una de las camareras del onsen, sugiriéndole ser discreta y la llevara al salón de banquetes que estaba desocupado, la chica accede amable, pensando que seguramente al novio le entraron los nervios por la ceremonia. Una vez solos comienzan a conversar de trivialidades para aligerar un poco el ambiente, no había necesidad de mencionarlo, aquel tema con sus padres era ya bastante viejo, si bien, nunca fueron un encanto, escuchar sus peleas le hacía recordar los días en los que su progenitora descubrió la infidelidad del omega, no lo culpaba, eran cosas de adultos y él era un niño, en su lugar no sabía que habría hecho, ambas partes le dolían, su madre que lloró por un lazo roto, su padre que fue separado de su pequeño cachorro por un contrato, las cosas no terminaron bien, pero ellos intentaban complacerlo con visitas y regalos, lo agradecía, a pesar de que sabía que todo era una farsa.

 

 

-Es tu boda, no te desanimes –palmea su espalda- vine a verte radiante con ese coqueto japonés, cuéntame del tal Yuuri, aun no me lo presentas.

-Lo conocerás en la ceremonia, lo llevaron con un estilista… -suspira con tristeza- quizás no es buena idea meter a Yuuri a mi problemática familia…

-Espera, espera ¿Te estás arrepintiendo justo ahora? No puedes hacer eso –reprendió.

-Lo sé, es sólo que… ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? –esconde su rostro entre sus palmas.

-Sabes cómo son el tío Antoine y la tía Elena, esos dos deben ir a terapia a superar sus traumas y diferencias…

-No sólo ellos… -le dedica una mirada decaída.

-Bueno, quizás puedan conseguir un buen paquete familiar –se ríe seco ante su mal chiste-Viktor… -su semblante se transformó en uno serio- no dejes que esto eche a perder el mejor día de tu vida, estás enamorado de ese omega, eres tan cursi para casarte en San Valentín, haz preparado con esmero todo esto, no lo desperdicies, ¿Qué dirá Yuuri cuando te vea así?

-Se preocupará y me dirá que soy un tonto…

-Vaya, hasta él lo sabe –bromeó.

-Oye…

-Lucha por él –sugiere.

-¿Qué? –alza una ceja.

-Lucha por él como lo has estado haciendo todo éste tiempo, forma una nueva familia con Yuuri y no dejes que se contamine con tu pasado, ambos se aman, saldrán adelante... buscaste durante años a tu pareja destinada, ahora que lo tienes ¿Simplemente lo dejarás ir? Ese no es Viktor, el extraño alfa que conozco.

-Chris… -sus ojos brillaron- por eso te quiero, “hermano”… –le abraza- aunque tampoco eres un alfa tan común –evidencia.

-¿Ya estás ebrio? –ríe y palmea su espalda- sabes que siempre te apoyaré, para algo está la familia, cuentas con los Giacometti.

-Lo sé… -sonríe levemente, agradecido.

 

 

Su mejor amigo, aquel que lo apoyó en los momentos más difíciles de su vida, quien le ayudaba a ocultar sus fechorías de la mirada crítica de la Nikiforova, al que no le parecía importar en absoluto su pasado y pequeño secreto, le debía tanto que haría cualquier cosa por él y la familia, a pesar de que para algunos esa sangre en particular, tan pura y hermosa fuera una maldición, los Giacometti gozaban de larga historia llena de tragedia y escándalos, misma que compensaban con una firme hermandad que sólo el destino lograba fisurar.

Aunque no se tratara de una tradición propiamente dicha, la pareja Gamma no volvió a encontrarse hasta las puertas del templo, el primero en llegar fue el alfa de cabellos platinados, ya mucho más repuesto y relajado, no existió un nuevo incidente con sus progenitores, incluso parecían algo apenados, cosa que agradeció en gran medida, sus invitados estaban presentes, al igual que algunos familiares de los Katsuki, pero aun faltaba la llegada de el “novio”, cosa sumamente extraña, tenía entendido que los japoneses son muy puntuales y los cuchicheos a su alrededor sólo le estresaban, a caso Yuuri… ¿Se arrepintió?

En ese mismo instante, un omega temblaba cual hoja luchando contra el viento, enfundado en su correspondiente kimono blanco que asemejaba la palidez de su rostro, parado en el portón del onsen, donde su madre le observaba angustiada, de la nada su hijo menor se detuvo en seco, justo antes de abordar el auto que les llevaría a la ceremonia, movía sus globos oculares de un lado a otro, parecía analizar algo, sus labios se abrían balbuceando palabras  sin sentido.

 

 

-¿Yuuri?

-Mamá… -susurra, levantando por fin su mirada- voy a casarme…

-Claro, hijo –sonríe confundida.

-No, no, no…. –toca su pecho sobre las gruesas capas de ropa- no lo entiendes… -cubre su boca al sentir una acidez subir por su esófago- ¡Ugh!

-¡Yuuri! –le sostiene- ¿Estás bien?

-No… -sus ojos se humedecen- mamá, después de esto no hay marcha atrás.

-¿Qué tienes, Yuuri? ¿Son los nervios? –desea calmarle, pero ciertamente ver así al más joven le inquieta.

-Me iré de Hasetsu, dejaré a todos aquí, viviré en Rusia, lejos de todos… -su pulso va en acenso.

-Pero no estarás sólo, allí tendrás a Vicchan, él va a cuidarte, podremos hablarnos todos los días, regresarás a visitarnos –lo abraza.

-No lo pensé… -corresponde el contacto-  siento algo muy grande por Viktor, pero tengo miedo de todo lo que vendrá, quisiera que nos quedáramos aquí, cerca de ustedes, yo… no encajo con la vida de Viktor, pero quiero estar a su lado, no sé qué hacer… él no podrá estar conmigo en todo momento ¿Y si no me adapto? No estoy seguro de que estudiar siquiera, no he planeado nada en mi vida, sólo me he dejado llevar todo éste tiempo, no he pensado en mis acciones, en absolutamente nada.

-Yuuri, hijo… -le sostiene de los hombros para verse directamente- eres joven, tienes mucho tiempo para planear lo que quieras hacer, si quieres estudiar o no, tener cachorros, vivir en Rusia o en Japón… nosotros siempre estaremos para ti, esperando con los brazos abiertos a tu regreso, como una visita o de manera definitiva, pero no sólo nos tienes a nosotros, también está Vicchan, está bien que te apoyes un poco en él, a todos nos abruman las cosas nuevas, poco a poco te acostumbrarás, quizás hasta te guste Rusia –ríe quedo- pero no te rindas, he criado a un omega que no se deja amedrentar –le ve con decisión.

-Pe-pero…

-¡Katsuki Yuuri! –le reprende- Vicchan te está esperando ¿Serás capaz de abandonarlo?

-¿Qué?... Yo no…  -su pecho se contrae, punzante.

-¿Sientes algo grande por Vicchan? ¿Por qué estás dudando? Él haría cualquier cosa por ti ¿Tú harías cualquier cosa por él?

-¡Hmm! –asiente, reteniendo sus lágrimas, sintiéndose fatal al recordar todo por lo que su novio pasó ese último mes en Japón.

-¿Entonces?... –le dedica una mirada comprensiva- ¿Seguirás haciendo esperar a Vicchan?

-… -levanta su cabeza, enfrentando los ojos de su madre- Se nos hace tarde –sonríe con labios temblorosos.

 

 

Para tranquilidad de todos, el menor de los Katsuki hizo su aparición, portando un inmaculado wataboshi en la cabeza, creando la similitud a un velo occidental. La joven pareja se apreció, el uno al otro, sonrojándose suavemente, para ambos las vacilaciones desaparecieron como un mal sueño, uno que debía ser por completo olvidado. El impulso de tomarse de las manos en cuanto estuvieron al lado del otro fue frustrado por uno de los monjes, el cual exigía recato y solemnidad, a pesar de ello, se dedicaron discretas miradas, así como secretas sonrisas por todo el camino hacia el altar.

Una vez en su sitio, las sacerdotisas trajeron consigo el sake bendecido, sirviéndolo en pequeños patos de porcelana, el hombre frente a ellos hablaba, dándoles las indicaciones correspondientes, bebiendo el licor por completo hasta el tercer sorbo, los músicos comenzaron a tocar una antigua melodía con instrumentos tradicionales, generando una atmosfera exótica para los extranjeros que se creían sumergidos en una película oriental.

Era evidente, cualquiera podía notar lo mucho que se adoran, en cada momento sus ojos se conectaban con timidez, el olor les delataba, formando una barrera con el exterior, por suerte el sacerdote era un beta y no se percataba del intercambio intimo de ambos, él se encontraba dentro del rango de la pareja, sin embargo, el instinto del alfa no parecía reaccionar, quizás dormido por la ilusión que esto causaba en el interior del ruso. Mientras el de cabellos oscuros se sentía flotar, percibiendo sus inseguridades como algo muy lejano y descabellado ¿Por qué de repente aquellos pensamientos se apoderaron de su mente? No tenía sentido, no mientras tuviera a ese maravilloso ser en su cercanía, a su esposo con él.

 

 

Notas finales:

 

Ahora, retomando el cap de hoy, sólo es una probadita de lo que les espera más adelante, no se asusten, no habrá tragedia ni drama excesivo, eso no es lo mío (recuerda sus fics SasuNaru) olviden eso, no le haría nada malo al Viktuuri XD

En fin, preparen la insulina para la siguiente parte, será demasiado melosa, espero extenderme más en cuanto el numero de palabras, es sólo que partí el capítulo porque la ambientación distaba mucho entre sí.

Dejen sus teorías locas(?)

Gracias por ser pacientes, pronto contestaré sus comentarios del cap anterior, me animan mucho n.n

Nos seguiremos leyendo~

Matta nee~

 


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