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Tras de ti por Sakuriita_Henandez

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-Si tanto quieres verme morir...- dijo el peliazul con dificultad, la sangre que escurría de su nariz le dificultaba su respiración - Lo harás conmigo - aclaro sonriente mientras se balanceaba al vacío ante la mirada atónita y aterrada de Dominic y Karma - Te am...-.

-Nagisa!

 

"A ti, la persona que mas amo, un beso y un aplauso.
En tus brazos un abrazo que arrope tu alma y en tus ojos las estrellas que iluminan tu camino.
Una confección sin palabras y una despedida en el limite de nuestras vidas".

 

Todo paso más rápido de lo que Karma hubiera querido.

La última vez que sus miradas se cruzaron, fue cuando el cuerpo del peliazul descendía al suelo llevando consigo al asesino mayor. La impotencia le hizo hervir la sangre, nuevamente veía partir a su ser amado, pero algo en el sabía que no sería como aquella vez con Takaoka.

No, esta vez realmente lo perdería, y, al parecer, también el pelinegro junto a él era consciente de ello, pues ambos corrieron con desesperación a la salida del edificio para verificar el lugar de impacto para el peliazul, cuando llegaron se encontraron con los otros miembros del equipo de Nagisa hechos un mar de lágrimas. Sauri, quien trataba de mantener la compostura, mantenía abrazada a Bahar, que lloraba con todas sus fuerzas tratando de drenar el dolor de la perdida.

Karma y Dominic voltearon a verse encontrando en los ojos del contrario, el mutuo acuerdo de paz que debían tener. Se acercaron de a poco hasta que llegaron a donde los más jóvenes se encontraban sufriendo sus penas y lo que encontraron les heló la sangre e hizo desaparecer su alma.

Un enorme charco de sangre cubría el suelo empedrado, lo que parecían ser algunos restos también estaban regados por el lugar y los cuerpos... Los cuerpos... Simplemente no estaban.

-¿Donde... Donde están sus restos...? - pregunto Karma tratando de controlar el nudo que se formaba en su garganta.

-Ellos... Ellos se los llevaron! - dijo la chica hiperventilando y volviendo a llorar a mares.

-Ellos ¿Quienes?- pregunto ahora Dominic, que comenzaba a sentir la ira viajar por su cuerpo.

-No... No lo sabemos...- respondió esta vez el moreno tragándose todas sus lágrimas para poder hablar con los adultos - Cuando... Cuando Bajar y yo llegamos aquí... Un grupo de hombres armados estaban recogiendo... Recogiendo sus restos en bolsas negras...- comenzó a decir apretando mas el cuerpo de la pelirrosa contra el suyo de forma que sus brazos cubriera. Los oídos de la mas pequeña - Bahar... Ella los trato de detener pero... Aun no es muy buena... Y yo no sirvo para el combate, así que... No pudimos hacer nada por nuestro maestro... Nuestro... Nuestro padre se fue!!! - externo quebrando por fin en llanto.

Dominic fue rápidamente para brindarles apoyo, el sabia cuanto apreciaban a Nagisa y, ahora que el peliazul no estaba por mas que le doliera, debía hacer algo por es par.

-Akabane... Ellos son...-.

-Los hijos de Nagisa...- le interrumpió el pelirrojo terminando la frase.

Ahora entendía por que Nagisa los había tomado bajo su protección. A simple vista se veían indefensos, tal y como el Nagisa de la academia Kunigaoka, y de la misma forma se encontraban solos, ahora mas que nunca.

-En que dirección se fueron esos hombres? - les pregunto tratando de sonar amable, no quería alterarlos mas de lo que ya se encontraban.

-Ellos se... Ellos se fue... Por ahí - respondió la pelirrosa separándose de Sauri para señalar un camino por detrás del edificio. Miro un momento al pelirrojo y aun con lágrimas en sus ojos, dio pasos firmes hasta llegar a el, extendió sus manos para tomar entre ellas la del mayor para depositar algo en ella - Mi... Mi padre... Merece descansar como es debido... Por favor... Traigan su cuerpo con nosotros - les pidió tanto a el como a Shadow.

-Eso no tendrías ni que pedirlo - respondió el pelirrojo dando palmadas en la cabeza de la chica para que se tranquilizara - lo traeremos a como de lugar...- le aseguro buscando el apoyo del pelinegro, quien aun se encontraba reconfortando a Sauri.

-Claro que si, nosotros nos iremos ahora, ustedes regresen al cuartel y...-.

-No podemos...- negó el chico interrumpiendo las palabras de su superior.

-Claro que si -.

-No, renunciamos y ya no podemos volver...- dijo esta vez la chica soltando mas lágrimas.

-Que!? Por que!? - pregunto alarmado el de ojos verdes.

-Papá nos pidio hacerlo... De hecho, el también renuncio...- confeso logrando que tanto Karma como Shadow se sorprendieran - Después de esto, planeaba que viviéramos como una familia normal...-.

-Eso no es bueno... Ammm... Vayan mientras a...-.

-Mi casa, Ritsu les guiara - dijo Karma arrojándoles su reloj, donde una pelilila lloraba en silencio - se quedaran ahí desde hoy, ahora adiós - les dijo sin dar espacio a respuestas halando al pelinegro para comenzar a andar el camino.

-Gracias...- le dijo Dominic una vez que estuvieron lejos de los chicos.

-Son hijos de Nagisa, son mis hijos también...-.

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Llevaban al rededor de una hora caminando por aquel horrible camino, la noche había tragado ya toda la luz y su única linterna era la luna, quien trataba con todas sus fuerzas de brindarles su guía.

Iban en silencio, un silencio triste que les humedecía los ojos y sellaba sus labios. Iban con el fantasma de su amor y el demonio de su perdida...

Iban tan ensimismados que no notaron cuando llegaron a una cabaña a la orilla de un barranco.

El primero en regresar a la realidad fue Shadow, quien choca de lleno contra la pared de aquel lugar y al irse de espaldas, se llevo consigo al pelirrojo.

Una alarma sonó alertando tanto a los de dentro como a los de fuera, quienes se escondieron debajo de las escaleras de la entrada.

-Quien anda ahí? - pregunto una voz fuerte abriendo la puerta de la cabaña - Muy bien, sabandijas, salgan ahora y prometo no hacerlos coladera tan rápido - amenazo comenzando a bajar.

-Cuando te diga ahora, sales y le das una patada con todo lo que tengas - le murmuro Dominic a Karma mientras sacaba una navaja de su bolsillo - entendido?-.

-Ok -.

-... ¡AHORA! - grito el pelinegro enterrando la navaja en la pierna de aquel hombre, quien por el dolor, soltó el arma que traía en manos para ejercer presión sobre la herida.

-Intrusos!! - grito el hombre alertando al resto de las personas dentro de la cabaña para después caer inconsciente al recibir la patada de Karma en su nuca.

Tanto la puerta como las ventanas de aquel lugar se cerraron de forma automática, una increíble luz cegadora se encendió dejando al descubierto al par de hombres.

-Entreguemos el cuerpo de Nagisa! - exigió el pelirrojo plantándose firme frente a la puerta.

-Larguense de aquí - ordenaron en respuesta desde adentro.

-Solo queremos el cuerpo de Nagisa... No haremos nada... Solo... Solo dejen que nos llevemos sus restos...- pidió esta vez el pelinegro.

-Restos? - pregunto entre risas la voz mecánica que se dirigía a ellos - Que restos quieren que les demos? - se burlo.

-Por favor...-.

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-Son Shadow y Karma - reporto un hombre a otra persona mediante su radio.

-Llegaron mas rápido de lo que pensé - respondió otra voz entre sorprendida y divertida.

-Si, bueno... Se ve que tenían prisa... Pero quieren los "restos" de Nagisa - informo aquel hombre con ligero nerviosismo.

-Y. ¿Cual es el problema? - pregunto la otra persona al lado de la linea, como si fuera la cosa mas estúpida del mundo - Hagan lo que habíamos planeado y ya - mando.

-Espero sepas lo que haces...- dijo el hombre derrotado dando por terminada la comunicación.

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-Retrocedan unos cuantos pasos - se les ordeno a los dos jóvenes fuera de la cabaña y estos de inmediato lo hicieron - les daremos lo que quedo reconocible... Después pierdanse - se les aclaro.

-Si -.

Fue algo rápido y bastante duro para ambos, les arrojaron dos bolsas negras, no muy pesadas ni muy grandes, dos simples bolsas que les arrojaron como si de basura se tratara.

Las tomaron con terror tatuado en el rostro, dolor plasmado en los ojos y un vacío inmenso en el alma.

Tan pronto como las tuvieron consigo se dieron la vuelta para volver a andar aquel camino.

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La noticia de la muerte del peliazul llego rápidamente a los oídos de toda la clase E. El llanto y la sensación de perdida les inundaron como aquella vez en la que se despidieron de su profesor.

Los hijos del peliazul, ahora bajo la tutela de Akabane, encontraron mas de un padre y una madre en ese lugar, pero no lo sentían igual.

Todo era gris.

-"¿Que color tiene el cielo si tus ojos no me lo muestran?"-.

El funeral fue sencillo y por cuestiones que Karasuma no quiso explicar, la lapida no llevaba el nombre del peliazul, pero si su alias.

-"¿Cual es el sabor de las cosas si de tu boca no las puedo probar?"-.

Todos lloraban mientras despedían de las cenizas del peliazul que poco a poco se iban cubriendo con la tierra de su tumba.

-"¿Que sentido tiene la vida si tu sonrisa no me acompaña?"-.

Así terminaba la despedida de aquel pequeño peliazul.

Así terminaba la vida de varios que no sabían como continuar después de perder a una persona tan importante.

Tan especial.

 

 

 

 


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