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Escape por Merokochan

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Notas del capitulo:

AAAAAHAHHHHHHHHHHHHH

 

Mis amados lectores, agradezco de manera infinita vuestra paciencia de oro, platino y detalles de diamantes >n< 

Se que es frustrante cuando tu fic se actualiza mensual o incluso bi mensual... pero hago lo que puedo. Intente escribir en movil  pero me desespera, no se por que. Lucho por ahorrar y poder reparar mi notebook pero ahora estoy a contrarelo porque mas tiempo que pasa mas inevitable será que me tenga que comprar una nueva y eso no puedo... no puedo. Me frustra no poder usar la notebook como quiera pero hago lo que puedo para cuando cada vez que pueda me monto la note y me pongo a adelantar. Por suerte llevo todo en un pendrive unto con un procesador de texto que me ayuda muchisimo (recomendadisimo para distraidos como yo, se llama Focus Writer) asi que siempre que puedo, enchufo pendrive y me pongo a escribir. Pero me resulta dificil ya que estoy 24/7 cuidando mis niños, tambien estoy practicando dibuo -mi sueño tardio de ser ilustradora de libros- y estoy que ayudo a un fansub para limpiar y editar manga BL. Como ven, estoy a full... pero todo eso poque estoy tratando de luchar con mi feo habito del desgano y la 0 motivación. Mi parea trata de ayudar pero a la vez no comprende ni pito el alcance de mi frustración ni el valor que tiene cada una de estas tareas que hago para "matar tiempo" (como despectivamente dice). Pero bueno, lucho, lucho y seguiré luchando solo por ustedes.. porque es por ustedes que empece a creer que soy capaz de algo.

Uf, me salio lo sentimental.... pero quería que sepan como me siento.. para tambien comprender mi esfuerzo por actualizar.

 

Recuerden siempre lectores... incluso un conti plis alegra la vida. A menos que seas una pinche delicada elitista :v

Con amor, niñita (?) 

El amanecer del día de la función. La tensión, la euforia, la ansiedad y miles de otras emociones inundaban hoy en la ciudad de Lurantis. Las calles estaban que rebosaban de motivación, tal vez incluso mas de lo habitual. Pero todo era porque faltaba muy poco para el evento más esperado por los ciudadanos y nuestros protagonistas: la función del Circo Estrella Dorada. En el barco todos estaban nerviosos pero también ansiosos y alegres, ya que finalmente llegó el día que florecería todo lo trabajado durante meses. Las prácticas se habían intensificado, las medidas de seguridad habían aumentado, las revisiones y chequeos finales estaban dando lugar. El río parecía percibirlo, dada sus correntadas cada vez mas fuertes que hacían balancear levemente al enorme navío. Tanto Chiaki como Misaki a duras penas podían ignorar las nauseas que azotaban sus cuerpos. Pero a pesar de todo, Chiaki notó a Takano extraño. Dejando de lado la euforia que era altamente contagiosa había algo en su actitud que le hacia pensar que estaba preocupado. Pero «¿Por qué sería?» esa era la pregunta que rondaba por la mente de Chiaki. No se animaba a preguntarselo directamente, también veía que sus amigos estaban mas ocupados, por lo que trato de estar alerta a los gestos de Takano. Algo le decía que se relacionaba consigo y la función.
No queriendo ser una carga para sus amigos, Chiaki se refugió en el puesto de vigía que estaba en el mástil ubicado en la proa. Con cierta dificultad logró llegar y maravillado por la vista decidió relaarse un rato mientras lentamente el sol bajaba por el horizonte haciendo notar la llegada de la noche y con ella el comienzo de la función.

----Mientras Tanto----

En una cafetería, en la ribera alta del río se empezaba a juntar la gente como si se tratara de un punto de encuentro usual. En una de las mesas junto a la ventana se encontraba un hombre con rostro entre pensativo y nostálgico. Observando como el viento azotaba cada vez más la ribera, observaba el paisae aunque sus ojos morados estaban observando algo a lo lejos, viejos y empolvados recuerdos se levantaban silenciosamente acompañandolo en esa nostálgica noche. Estaba algo preocupado, entre todos esos recuerdos algo le atormentaba. Cuando estaba vigilando a su objetivo creyó haber visto a alguien que le resultaba familiar, no sólo esa persona, todo este lugar parecía gritarle «Ya has venido aqui» pero no lograba recordar con total detalle, los años pasados y los procedimientos a los que fue sometido le revolvieron la cabeza. Ahora, apenas podía recordar quién era antes de ser conocido como Once.Veía entonces hacia la ventana, hacia las personas que pasaban por ahí, se preguntó «¿Cuando fue la ultima vez que en una situación similar?» pero entonces algo llamó su atención.

-Irás hoy a la función? Yo muero de ver el acto de magia...
-Yo iré por el acto de los leones, dicen que el chico que los monta es imperdible, también me dijeron que tiene una belleza inalcanzable...-
-Jajaja, lo dices porque tu tipo siempre fueron el cabello castaño y ojos verdes...

Como si uno pronunciara una clave secreta, él se quedo inmovil. Sin un movimiento y con la mirada perdida en las personas que acaban de irse entre risas cómplices. La mente estaba echa un lío, provocándole que le doliera un poco. Como si las puertas de su mente se abrieran, dando paso a memorias que pretendiendo protegerse de un olvido forzado habían estado refugiadas en lo más recóndito de su mente y corazón.

Era un ocaso justo como el actual, sólo que en esta ocasión el frío era tan intenso que había provocado una leve llovizna de agua-nieve. Por la ribera del río, a pasos apresurados y temerosos corrían dos personas. Ambos sin siquiera mirar atrás, trataron de correr lo más rápido que pudieron. El más jóven, que no superaba los 10 años, mostraba signos de agitación haciendo que su compañero se detuviera y retrocediera unos pasos.
-¿Estás bien? ¿Puedes seguir?- cuestionó agachandose un poco. Su cabello blanco y su postura sólo hacían que pareciera de 70 años. El aludido le miró desafiante, no quería ser una carga para él... ya lo había sido mucho tiempo.
-Estoy bien Usagi-san... puedo...- su voz débil fue interrumpida por una oleada de una tos fuerte y seca. Esto le preocupo al mayor y sin reparo alguno e ignorando las quejas del niño, lo cargó en su espalda y siguió su apresurada carrera. Cuando llegaron hasta uno de las zonas de anclaje, se detuvo. Ambos observaron el enorme navío que se alzaba tras la neblina y llovizna.
El pequeño castaño se encogió un poco, recostando su rostro sobre la espalda de su compañero, sentía miedo.
-No quiero...- suplicó apenas.
La respuesta no reparó en llegar. -No tenemos opción, no quiero que estés en peligro
Se presentaron ante el capitán y maestro de ceremonias. Este le conocía y cuando escuchó su petición no dudó en aceptar.
-Claro, de hecho esperen un momento...- y volteando hacia donde estaban los camarotes alzó la voz
-¡¡Mirio!! ¡ven aquí!
Al llamado, acudió un chico de contextura fuerte y cabello rubio que resaltaba como un pequeño sol.
-¿Qué pasa?- fue su pregunta, a lo que él maestro y capitán explica con amabilidad.
-Vigila a este chico, se quedará un tiempo aquí. Necesita guía y protección... tomalo como un hermano menor-
Ambos jóvenes se miraron, uno con curiosidad y el otro con cierta nostalgia. Mirio se lo lleva para que vea los animales. Cuando ambos se van el capitán observa a su amigo que observa a su vez al chico. Como si hubieran sido separados al nacer, sabe cómo se siente y lo anima y reconforta.
-Tranquilo, Mirio sólo puede tener 15 años pero es muy responsable. Vino a mi hace ya un año y jamás me dio razones para sospechar, dudas o quejas. Tiene un aura que tranquiliza incluso al alma mas inquieta y fortalece incluso al más débil...
El aludido suspiró y bajó la vista, si algo sabía era que su amigo elegía bien.
Y antes que los niños volvieran, decidió marcharse.. no quería que le viera hacerlo.. si eso pasara ya no podría dejarlo y eso sería peligroso. Su amigo intento pedir alguna explicación, pero era claramente evadido. Intento persuadirle, que le contara qué estaba ocurriendo. A medida que su insistencia aumentaba, su amigo parecía evadirlo con más rudeza. Estaban ya saliendo del barco cuando los chicos alcanzan a verlos. El pequeño castaño al ver la escena, va corriendo como puede hasta donde estan ambos mayores.
-¡Usagi-san!... no, no quiero que me dejes! No te vayas aún!-
El aludido lo toma por sus hombros, iba a empujarlo pereo no puede hacerlo. Quiere decirle que todo estara bien, pero ni él mismo cree en ello.
Sus manos tiemblan, no quiere dejarlo ir, siente que si lo deja ir ahora tal vez jamás lo vuelva a ver. Y el sólo pensar en esa posibilidad... le aterraba. Pero si lo llevaba consigo, lo más probable era que terminara en fuego cruzado.. esa tampoco era buena opción.
El pequeño castaño podía sentir esa tristeza que lo inundaba y provocara que no le soltara de inmediato. Cuando finalmente lo hizo, fue para abrazarlo. Ese abrazo, se profundizó lo más que se pudo, ambos se aferraban con fuerza como prediciendo un desastre. Usagi-san se alejó un poco para verlo a los ojos, si algo quería recordar de él, eran sus ojos de un brillante verde musgo que resplandecían de gentileza y servían de puertas a un enorme, puro y amable corazón. Le miró fijo y le sonrió, quería que fuera recordada con una sonrisa y no con una mirada triste. Finalmente pudo decirle unas palabras.

-Misaki, debo irme, si permaneces conmigo más tiempo no tardarán mucho en encontrarte y dañarte hasta que ya no te queden fuerzas para seguir viviendo. Quiero que vivas, que seas libre, que seas un hombre de bien y una persona fuerte, gentil, amable, puro, hermoso en todos los sentidos- sus manos y luego él mismo comenzó a retroceder y a medida de que se alejaba, su voz comenzaba a quebrarse y sutiles lágrimas asomaban en sus ojos.
-Donde sea que estés Misaki... yo te estaré cuidando siempre-

Aquellos recuerdos, empolvados por el tiempo, le hicieron sentir un escalosfríos que recorrió todo su cuerpo de pies a cabeza. Erizandole la piel, agitando su respiración y acelerando sus latidos se sentía en un estado eufórico que parecían no querer detenerse.

Una voz desconocida lo sacó del trance.

-Señor, ¿sucede algo?

El aludido lo tranquiliza, le asegura que no sucede nada y sale del lugar. Afuera, hay mucho viento y ya casi es de noche. Mira al cielo, observa las luces que van apareciendo iluminando el navío que esta a unos pocos kilometros. Su cuerpo aun está temblando, intenta resistirse a ese impulso, aquél tan viejo como el tiempo que nos guía hacia donde nuestro corazón quiere ir. Pero las inseguridades lo hacen más dificil, «¿Que pasara si voy a verlo?»,»¿No me odiará por haberlo dejado tanto tiempo?», «¿se habrá olvidado de mi?»
Cuando el sol ya se había ocultado, las estrellas poco a poco comenzaban a brillar sobre las luces urbanas. Observandolas, recordó como se veía entonces el cielo nocturno, sobre la campiña donde le había conocido.
Como si aquel recuerdo, aquel sentimiento nostálgico fuera una especie de señal su cuerpo reacciona y entonces es cuando corre siguiendo la ribera del río.
Sus piernas van cada vez más rápido, a medida que el navío revela su casco sobre la gente que ya comenzaba a hacer fila frente al pequeño puente entre la cubierta y tierra firme. Casi cae al suelo, pero finalmente llega hasta uno de los laterales del barco. Sudaba, tuvo que detenerse para tomar aire, su respiración se tornaba profunda tratando de recuperar el aliento.Levantó la vista y ahí estaba. El barco no parecía haber cambiado en lo absoluto. Casi podría visualizar el pasado allí mismo. Antes podría haber entrado así nada mas... pero ahora las circunstancias ameritaban cautela por lo que decidió entrar sigilosamente y esperar a que el espectáculo termine para ver qué haría. No debía olvidar a qué vino inicialmente. Pero como habían resultado todo, estaba dudando. Si seguía las órdenes, era muy probable que él lo viera en una situación desagradable. Pero si las desobedecía, no sabría hasta qué nivel llegaban las consecuencias. Sin dudas estaba en una encrucijada. Pero entonces una melodía captó su atención. Se apresuró a entrar a la carpa por una entrada de servicio. Con pasos apresurados siguió la musica y concentrándose en ella, ya que estaba todo oscuro, logró llegar a una vista lateral de la arena. Se agachó un poco para que su estatura no llamara la atención y fijó la mirada en el centro de la pista.

---Mientras---

-Misaki no estés nervioso o harás que yo también lo esté- comentaba divertido Mirio, trató de tranquilizarlo ya que se movía inquieto. Misaki respiró profundo, como siempre su amigo tenía razón. En eso, Takano apareció para avisarle a Misaki que pronto llegaba su turno. Al verlo nerviosos comentó mientras le observaba con el ceño fruncido

-Mejor será que te calmes, no querrás actuar con leones que perciben tus miedos e inseguridad

Tras decir aquello, se alejó para buscar a los felinos y colocarlos en su sitio. Chiaki estaba acompañando a sus amigos y tras la partida de Takano no pudo evitar quejarse de sus palabras.

-Tranquilo Chiaki, él también está nervioso sólo que no le gusta decirlo... en cierta manera lo que le dijo a Misaki fue mas como diciendose a sí mismo que no esté nervioso- responde Mirio. Ambos quedaron mirándole, ¿Takano nervioso? parecía algo imposible. Al menos eso creían, porque en realidad Mirio parecía conocer muy bien a Takano y si algo percibía era que estaba incluso mas nervioso que ellos tres juntos. Lo que no lograba averiguar, era el por qué.

Entonces, el momento llegó. Todos, el público y nuestros amigos estaban espectantes. Las luces comenzaron a encenderse en un tono anaranjado iluminando el centro de la pista. Allí estaba un hombre fornido, alto y con postura rígida. Frente a él, cinco leones estaban muy quietos alineados por orden de edad. El primero era uno enorme, color marrón oscuro y una melena aun mas oscura; el segundo era un poco más pequeño y su pelaje y melena eran de un dorado reluciente y por último estaban tres leonas dos adultas y una que era cachorra todavía. El hombre frente a ellos alzó un látigo y haciendolo resonar en el suelo gritó con una voz grave y ronca. Nadie parecía haber entendido qué fue lo que dijo, excepto los leones. Estos comenzaron a correr por la pista, primero en un trote liviano y tras dos ordenes mas aumentaron la velocidad. Tras algunas volteretas, el domador ordenó que solo el león óven quedara en la pista. el mismo se detuvo en el centro y entonces el hombre hizo una señal mientras dirigió la vista hacia uno de los laterales. En ese momento, dando pasos largos, apareció Misaki. Su mirada de concentración parecía solo observar lo que tenía en frente. Cuando estaba a diez metros del centro, aumentó la velocidad para finalmente dar un gran salto y caer de pie muy gentilmente sobre la espalda del león. El felino parecía no inmutarse, estaba tranquilo. Respiró hondo y suavemente se deó caer para posicionarse y montar al león y así comenzar su rutina. Fue recorriendo la pista y a medida que pasaba, surgía un blanco que atravesaba con una flecha lanzada con su arco con total maestría. Cada vez que lo hacía, el ambiente rebosaba de admiración, admiración hacia ese chico de mirada seria y de un hermoso color esmeralda. Estaba llendo hacia el climax de la función, sólo faltaba un blanco que debía atravezar con la flecha. Susurra algo, el león al parecer entiende qué fue ese susurro y se prepara para saltar. Cuando hace la carrera para el salto Misaki dirige su mirada hacia el obetivo, pero el destino hace de las suyas. Porque el blanco estaba justo delante de una persona. Misaki logra ver quién está detras del blanco y sus ojos se abren del asombro. Unos ojos de un color lavanda inconfundible que al devolver la mirada se suma al sentimiento del asombro. El tiempo parece detenido, observa con rapidez su figura, su cabello... nada parece haber cambiado en los últimos 8 años. Justo antes que el momento se disipara, parece leer lo que susurran sus labios.

-Mi...Misaki...

Su concentración se desvanece, haciendo que su punteria falle y la flecha se clave justo a un costado del blanco.
Tras ese fallo nadie se quiso arriesgar y se levantaron a aplaudir. Nadie al parecer se había percatado de lo sucedido. Tras bastidores, Misaki estaba tieso, como si habría visto un fantasma. Su cuerpo temblaba y su mirada estaba perdida. Tanto Chiaki como Mirio trataban en vano de tranquilizarlo pero nada parecía funcionar. En un lugar mas apartado estaban los leones, con ellos estaba Takano y no parecía relaado en lo absoluto sino mas bien al contrario y tenía sus razones.

-Takano, nuestro plan... no debes olvidar que hoy era el día

-Lo sé, ahg... pero si él está aquí.... significa que debernos irnos ahora

-¿E-en medio... de la función?-

-Debemos irnos... ¡AHORA!

Takano estaba nerviosos y ansioso, tanto que no sintió la presencia de un chico rubio que pasó por allí a cierta distancia y escuchó la conversación sin salir del asombro acerca de lo que había escuchado.


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