Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My Protege por Beitha KangChoi

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

EPÍLOGO


Mi cabeza aún hacía corto circuito mientras mis pies iban solos, sentía gente a mí alrededor pero no tenía mucho interés en saber quiénes eran y fue hasta que eleve la mirada hacia un cielo estrellado junto a una hermosa luna que me recordaban que había por fin salido de ese infierno, pero el sentimiento de alegría se esfumaba de mi, sentía tanto frio alrededor y mi cuerpo lo fue asimilando cuando las heridas comenzaron a escocer y doler con profundidad.


Sentía la sangre seca en mi cuerpo, por fin sentía los cortes, golpes y cocidas que recibió mi cuerpo durante el tiempo que estuve ahí… con él.


Mis ojos comenzaron a escocer y no era por que estuvieran lastimados, los sentía escocer debido a las lágrimas que amenazaban con salir mientras seguían fijos sobre el cielo que me daba la bienvenida a mi libertad.


Soy libre, pero no me siento así.


Fuertes recuerdos de aquel infierno golpeaban mi cabeza y yo solo vagaba la mirada entre las cientos de estrellas encontrando alguna respuesta.


Seth… lo siento. No lo logré.


Al bajar la cabeza me topé con un rostro conocido y solo pude sentir algo caer por mis mejillas mientras mi amigo del alma se quitaba su abrigo y se apresuraba a colocármelo en los hombros, se puso frente a mí con una mirada tan afligida que no pude hacer más que escucharle hablar.


–Demonios, Emmett, ¿Qué te hicieron?– lo sentí mas una pregunta retorica mientras seguía viendo su rostro consternado por cómo me veía, ¿tan mal estaba?


–Maté… hombres… ahí dentro. – Edward no hizo más que darme un suave apretón en mis hombros para darme algo de aliento.


–Tranquilo, ellos ya estaban muertos. – me comenzó a guiar hasta una camioneta negra blindada y justo cuando iba a ingresar, la vi. Esa maldita perra.


Solo la imagen de sus ojos cristalinos por el llanto me hicieron odiarla; él debería estar ahí conmigo, disfrutando de una libertad merecida para ambos pero solo era yo quien tenía ese privilegio. Lo odiaba.


– ¿Qué sucede?– Y solo cuando él miro en la dirección que yo lo hacía pareció entenderlo.


–Encontré a Seth Clearwater dentro. Ella lo asesinó de la manera más cobarde posible. La quiero lejos y encerrada para siempre. – Sus ojos se posaron en mí mientras hablaba con Edward sin quitarle los ojos de encima a esa mujer. Victoria solo me mostró una sonrisa torcida mientras oficiales la metían a un patrullero de policía esposada.


–Mujeres como ella siempre caen de pie pero me aseguraré de que no salga nunca, eso si es que las familias de todas las victimas no quieren pena de muerte. –


La vi entrar y cerrar la puerta del patrullero y no hice más que girarme un poco para poder ver a mi amigo y superior a los ojos. –Uno escapó, quiero que lo encuentren. –


–Tranquilo, lo haremos. – Su voz parecía compasiva cuando me hablaba, ¿tan mal me veía? ¿Qué tanto me había destruido ese lugar?


–Una cosa más. –


–Dime. –


–En una habitación pequeña, está el cuerpo de Seth, sáquenlo, por favor, no quiero que siga en ese lugar. – Edward volvió a asentir con la cabeza a lo que decía y me ayudó a subir a aquella camioneta, en la parte de atrás aun teniendo ese abrigo intentando darme calor de esa fría noche. Cuando cerró la puerta y me dejó solo no hice más que apoyar mi nuca en el respaldo mientras mis oídos se cerraban y escuchaba su voz en mi mente, incluyo podía ver su sonrisa mientras me miraba a los ojos.


No pude cumplir con él.


Y solo me quedó llorar en silencio y solo.


Mi mandíbula temblaba mientras mi mirada se hacía más borrosa producto de las lágrimas que se acumulaban y terminaban bajando por mis mejillas.


Mis manos se hicieron puños y fueron a cubrir mis ojos mientras comenzaba un llanto interminable, lamentándome por no cumplir una única promesa.


Afuera o dentro, pero juntos.


–A-aunque sea lo último que haga… t-te haré pagar, Aro. – proclamé mas para mi subconsciente. Para no olvidarlo y tenerlo en mi lista de pendientes. Iba a terminar lo que deje inconcluso en ese almacén.


No se cuento tiempo debe de haber transcurrido pero aun seguía en esa camioneta y me arriesgue a ver por la ventana, aunque polarizada, me permitía ver el panorama afuera.


Edward quizás se iba a demorar, tenía que ver que todo estuviera en orden, tener un puesto de rango era tener más responsabilidades. Lo entendía. Incluso, quizás, él mismo llevo a un equipo consigo para hacer lo que le pedí de favor.


Una ambulancia aparcó rápido y haciendo una maniobra no propia de personal de salud. Pronto le acompañaron algunas más.


Salieron paramédicos e ingresaron a ese lugar con algunas camillas, quizás habían encontrado sobrevivientes; tenía entendido que los únicos no éramos, una prueba era mi amigo Youngbae.


Él peleo día tras día por cuidar de su persona favorita, su protegido.


Dos personas inocentes que tampoco podrían ver un cielo estrellado más.


Las lágrimas volvieron a aglomerarse en mis ojos.


¡MIERDA!


Tenía tanta culpabilidad cargando en mis hombros, ni si quiera sabía si yo tendría que haber sobrevivido a comparación de ellos tres.


Mientras las lágrimas bajaban por mi rostro terminé tronando mi cuello a modo de relajación porque mi dolor y pena comenzaban a molestarme, comenzaba sentirme molesto conmigo y con todos.


Tranquilo, Kel…Emmett. Tranquilo.


Solté un suspiro para tranquilizarme mientras lo acompañaba cerrando los ojos, cuando los abrí, vi a los paramédicos saliendo con cuerpos en camillas, les habían entubado y les aplicaban RCP a algunos.


Cuando me disponía a continuar viendo como sacaban más cuerpos, el ingreso de Edward a la camioneta como conductor me hizo perder de vista la cantidad de camillas y cuando volví a ver, parecía que habían culminado con todo y ya los atendían en las ambulancias para después cerrar las puertas e irse de inmediato.


Un pequeño destello que vi por el rabillo del ojo me hizo girar la cabeza pero Edward ya había arrancado, sin embargo gire más mi cuerpo y vi el cuerpo de Seth en brazos de un militar armado.


– ¡Espera! ¡Tengo que bajar! ¡Encontraron a Seth!– Edward no me contestó y solo continuó manejando. – ¡MIERDA, EDWARD! ¡POR FAVOR!–


–Llevaran a todos a un hospital para hacerles una autopsia correspondiente. Siéntate, Emmett, no me hagas la noche más difícil. Aun tengo que darles la noticia a varias familias. No me hagas esto más difícil. – relajé mi cuerpo y termine sentado nuevamente mientras veía por la ventanilla de la camioneta. Edward de por si iba a tener una noche muy larga dando malas noticias a familiares esperanzados, sin contar el papeleo para cada uno de ellos.


Lo sabía.


Lo hice un par de veces y era mentalmente agotador.


Por lo menos Seth ya estaba afuera de ese infierno.


Volví a recostarme en el respaldo viendo las luces de la ciudad pasar y mi mente se pudo en blanco.


Solo me di cuenta que llegamos a un hospital cuando Edward cerró con fuerza la puerta y me abrió a mí para que me hicieran ver. Realmente debo de verme demasiado mal como para volver a ver esa lastima en los ojos de mi amigo.


Quizás las cosas pasaron más rápido una vez estuve ahí, me atendieron como si estuviera muriendo, las cosas estaban demasiado movidas en ese hospital y al preguntarle a Edward me sacó de dudas.


–Heridos moderados y cadáveres están en este hospital, heridos de gravedad están siendo atendidos en otro. Eran demasiados. Ese lugar… – Debió de impactarlo demasiado todo como para dejarlo con el ceño fruncido y con una línea recta en los labios como expresión.


Estaba en una camilla conectado a varios aparatos que mostraban que aun estaba vivo, Edward me dejó para irse a hablar con algunos familiares que habían llegado hasta el hospital al haberse enterado de la operación, quizás muchos de ellos esperaban que él les diera buenas noticias pese a que aun no había una lista que verificara tanto heridos como muertos.


Todos los esos familiares solo tenían esperanza de encontrar a sus seres queridos aun vivos.


La habitación era generosa. Tenía lo necesario para atenderme a la brevedad, seguro Edward le había mencionado al personal que era importante dentro del caso y por eso la discreción de tenerme ahí o quizás solo Ed me estaba viendo no como un empleado más, sino un familiar.


No se escuchaba ruido alguno, salvo por los que pasaban cerca a la puerta quienes seguro solo eran doctores y enfermeras; era un ala alejada de emergencia, por donde habíamos ingresado.


Cerré solo un momento los ojos y lo vi, claramente. Vi su rostro sonriente junto a esos ojos brillantes que aun no perdían la fe.


Y al abrirlos recordé algo que había dicho mi superior.


“Heridos moderados y cadáveres están en este hospital”. La familia de mi prot… de Seth debe de haber venido al saber la noticia, su hermano mayor siempre estaba al pendiente de todo.


No sé ni porque suelto un suspiro antes de incorporarme y quitarme todos esos cables que me colocado junto con el suero al que estaba conectado, duele al sentir como se mueve dentro de mí.


Mi cabeza da vueltas por un momento que me hace sentarme de golpe en la cama de hospital y cierro los ojos un momento para estabilizarme.


Al abrirlos me quito esa bata de hospital y veo que solo estoy con un bóxer y como si fuera una maldita broma, nuevamente lo veo ahí, arrodillado en medio de mis piernas, curando mis heridas y es cuando le veo elevar la cabeza y verme mientras una sonrisa se plasma en su rostro y al parpadear deja de estar ahí y nuevamente estoy solo en esa habitación silenciosa.


Tres meses que pasé en ese lugar hicieron estragos en mí con relación a Seth.


Te extraño demasiado.


Palabras mudas que quiero decir pero que no se lo quiero decir a una fría pared, sino a él.


Me incorporo de la cama y me dirijo a un pequeño armario donde han colocado la ropa con la que llegué, me la vuelvo a colocar junto con el abrigo que mi amigo me dio para cubrirme y salgo de esa habitación, teniendo la esperanza de ver a la familia de Seth, decirles que esos últimos días, él los recordó y que me abrió su corazón para contarme más sobre él.


Que a pesar de estar metidos en ese infierno, él siguió sonriendo y que cuidó de mí. Que al igual que ellos, yo también lo extrañaré.


Voy por ese pasillo por el que me llevó una enfermera en silla de ruedas y voy hasta el ascensor, no recuerdo ni en que piso estamos pero supongo que en el primero es donde deben de estar los familiares esperando noticias por parte de Edward y sin más aprieto el botón mientras veo las puertas cerrarse y llevarme hasta el piso que quiero.


Nuevamente se abren y veo un nuevo pasillo por donde todos van de un lugar a otro, enfermeras y médicos con barbijos y mandiles azules, algunos manchados de sangre y otros con colores que no vendrían al caso que me sorprenden.


Camino con cuidado mientras el dolor en mi cuerpo se hace presente una vez más; debería de guardar reposo pero esto era más importante. Sigo hasta que veo una puerta por la que todo el personal ingresa y sale y antes de empujar, por la pequeña ventana circular, observo a Edward de espaldas junto con un medico al parecer.


Hablan.


Entre ellos hasta que llegan personas a su alrededor, y logro reconocer a su hermano y madre, quizás se colaron entre toda la gente que aguarda por alguna respuesta una puerta más adelante.


Intento abrir la puerta pero me quedo inmóvil.


Veo los ojos de ambos familiares mientras es el doctor quien baja su barbijo y comienza su discurso moviendo las manos y pronto es Edward quien le acompaña con otras pocas mientras sus manos van hacia los bolsillos de su pantalón de vestir.


Mi corazón va cada vez más rápido y no lo sé explicar.


Hasta que veo al doctor negar con la cabeza y seguir hablando.


Y las lágrimas caen por el rostro de la mujer quien si no es por su hijo mayor, ésta caería al suelo con el rostro desfigurado por el dolor.


Le acaban de dar la noticia.


Lo siento como si me estuvieran dando la noticia a mí y lagrimas caen por mis mejillas una vez más.


Me confirman una vez más que Seth ya no está conmigo.


Me confirman que él murió en mis brazos, con miedo y pidiendo disculpas por ser débil.


Nunca fuiste débil, Seth, fuiste más fuerte que yo; cuidaste de mí y me regalaste el privilegio de ser yo quien conceda tu último deseo.


El rostro de esa mujer continua desfigurado por el dolor de saber que acaba de perder a su hijo menor mientras Edward intenta calmarla y sus gritos por fin llegan a mí y no hago más que escucharlos y cierro los ojos al sentirlos tan parecido a los gritos que Seth dio la primera vez que lo vi en esas pantallas.


Su hijo mayor le intenta consolar mientras también suelta lágrimas y llora al saber que nunca más lo verá, porque no tengo dudas que Seth fue un excelente hermano, después de todo me dijo que adoraba a sus dos hermanos pero en especial a Paul.


Y cuando veo que el doctor se retira para continuar con sus pacientes, Edward intenta dales algo de consuelo, aunque dudo que se pueda en ese momento.


Éste gira y me ve a mí a los ojos y yo no hago más que seguir derramando lagrimas de dolor y frustración.


Vuelvo sobre mis pasos hasta llegar al ascensor donde sale un doctor muy joven y choca con mi hombro para después pedirme disculpas, salir casi corriendo y yo ingreso apretando el último botón que me lleva un piso menos de la azotea.


Necesito aire.


Cuando las puertas se abren, solo salgo y continuo subiendo escalones sujetándome de la baranda que tengo a mi derecha, me doy cuenta que estoy descalzo cuando una piedrecilla pequeña se incrusta sin perforar mi piel en uno de mis dedos.


Pero sin importar la incomodidad continuo subiendo hasta que llego al final y solo me queda abrir esa puerta de metal la cual hace un ruido que denota la falta de aceite y es el frio lo que me recibe en plena cara y pecho.


Mis lagrimas se secaron en mi rostro y solo continuo hasta quedar a una buena distancia y veo las luces de la ciudad, cada quien continuando con su vida mientras soy yo quien deja de avanzar con el mundo.


Cierro los ojos un momento y soy yo quien le ve cerrar los ojos a él lo cual hace que se me parta el corazón y termine gritando mi frustración y dolor.


– ¡AAHHH!– solté mi dolor al viento para que se lo llevara hasta Seth. Mis rodillas terminan tocando el piso frio mientras continuo gritando y por fin abro los ojos mientras nuevas lagrimas le acompañan.


Me terminé acostumbrando a ti, Seth, me acostumbre a que seas tú mi motivo para seguir, que seas tú quien cure mis heridas, quien seas tú… el que me abrace al dormir, que seas tú el que me bese sabiendo que estaba mal.


Me acostumbraste a sentirte por las noches, me acostumbraste a besarte y sonreír por el momento de felicidad que vivíamos en ese maldito infierno.


Y ahora no sé qué hacer.


Me siento vacío y solo.


Ya no hay nadie conmigo.


Me terminé encariñando. Me terminé enamorando de ti, Seth. ¡¿QUE MIERDA HAGO AHORA?!


– ¡¡QUE HAGO!!– Grite todo lo que daban mis pulmones y voz mientras continuo rememorando cada momento que pasé con ese hermoso joven que me terminó quitando no solo mi anillo de bodas, sino también mi corazón. Se lo llevó.


Y me dejó vacío.


Gritos salen de mi y pronto escucho como personas vienen hacia mí, yo no veo más que el piso hasta que siento como me toman por los brazos e intento liberarme pateando a quien estuviera cerca e incluyo llego a deshacerme fácilmente de otros y noto que llevan armas, hasta que noto como un par de doctores vienen hacia mí con una jeringa en la mano cada uno, con Edward en medio de ambos.


–Emmett, por favor, tranquilízate, sino te van a tener que noquear antes de que los doctores hagan lo suyo. –


Yo solo veo las jeringas y noto que son de un parecido color amarillento que no pensé volver a ver; miro los ojos de mi amigo y me quedo quieto.


–Si es lo mismo… que le dieron a Seth, entonces adelante, hazlo. – Mi voz suena dolida y cortada por todo lo que he gritado. –Porque… no sé… no sé como mierda seguir. Ya no puedo… n-no soy fuerte como lo fue él… – y en medio de mi discurso siento un pinchazo en mi brazo que me descoloca y me hace moverme como loco y después siento otro más mientras más militares me siguen agarrando y con todo el esfuerzo que termino haciendo, mis ojos los siento más y más pesados.


¿Así te sentiste, Seth? ¿Sentiste que tenías sueño y solo dormiste? Espérame… iré a levantarte de ese sueño… viviremos tu último deseo para siempre.


Siento lagrimas caer antes de terminar en la inconsciencia.


–Te ayudaré, Emmett… buscaremos ayuda. – sé que es la voz de Edward pero la siento tan lejana.


Solo Seth está en mi mente cuando todo se vuelve negro y silencioso.


***


Me terminaron internando en un maldito psiquiátrico que odio, sin embargo la doctora que está a cargo de mis sesiones es razonable, no me obliga a nada que no quiero, sabiendo que me podría poner como loco y eso traería el destrozar una vez más su oficina, que me sedaran y estuviera así por un par de días hasta que me tranquilizara. Y eso era retroceder una vez más conmigo.


Ella no quiere eso. Es una profesional que vendría mal en su hoja de vida el no “sanar” a alguien como yo y derivarlo. Lo peor que podría hacer un especialista de la salud mental y catalogarlo como perdedor.


Todo no es más que una maldita mierda.


Creo que por fin pasó lo que no ocurrió cuando perdí a Rosalie.


Perdí la cabeza en su totalidad.


Me comenzaron a medicar a mis espaldas y al parecer no querían que me diera cuenta, pero ¡vamos! ¡El agua no tiene porque saber tan mal! ¡Es sinsabor! ¡Gente patética!


Hoy es una nueva sesión con ella y estoy tranquilo, sé que tengo que recuperarme pero a veces solo pierdo los estribos y termino golpeando a los de seguridad, sentir como mi puño se estampa en sus rostros y el crujido de algún hueso parece que me llena el alma vacía.


Por las noticias he podido ver que el caso “Death Games” sigue siendo lo más sonado a pesar que ya debieron de haber pasado más de un mes.


A veces veo a Edward declarar a la prensa, colocándolos al corriente de todo lo que tienen pero al parecer aun no han atrapado al hijo de puta de Aro.


Él sigue libre y vivo.


Lo odio.


Mi odio aumenta cada día que pasa; debería de estar ahí ayudando a encontrar a ese bastardo, pero por el contrario estoy aquí, en un maldito psiquiátrico que intenta colocar todo en orden en mi cabeza para no ser un peligro para la sociedad.


– ¿Cómo estás el día de hoy, Emmett?–


Creo que comienzo a odiar esa pregunta. Siempre es lo mismo. Ella me pregunta como estoy, respondo que bien, ella continua haciendo preguntas con relación a mi estabilidad mental y preguntas de rutina sobre tiempo, espacio y persona, pregunta si tomo mi medicamento, habla sola por un momento hasta que me dice si comprendí y solo me queda asentir hasta que pide que le cuente mas de ese infierno y por ultimo mi relación con Seth dentro de ese lugar para después solo decir que progreso y me manda a mi habitación justo a la hora del almuerzo.


Rutina. Rutina. Rutina.


–Bien. Aunque un poco enojado ya que siento que insultan mi inteligencia al colocarme medicamento en el agua pensando que no me daré cuenta. –


–Si a la primera no se lo hubieras tirado en la cara a la enfermera, eso habría cambiado. – Fueron mis dos primeros días en este lugar. Lo recuerdo.


–Me disculpo por eso. –


–Eso es un gran progreso. – La respuesta de siempre. –Emmett, ya estás aquí más de cuatro meses y vas bien, pero hay algo que aun parece que no superas del todo. –


–No quiero hablar de Seth, quiero dejarlo descansar tranquilo. Siento que cada vez que lo menciono solo le hago daño a su memoria. –


–Me alegra escuchar esa respuesta. Pero hoy no hablaremos de ese tema. Quiero saber de Youngbae. – Y percibo como mi corazón se detiene por un momento; ese es un tema demasiado delicado para mí. Me siento culpable de esa muerte, porque al final de cuentas yo lo asesiné sin reparo alguno, no quiero hablar de eso; maté a la única persona que me contó cosas de su vida, la única persona razonable y no malditamente mal de la cabeza.


Youngbae. Mi amigo.


–Yo lo asesiné. No diré más. Es algo con lo que tengo que cargar. –


–Te equivocas. Puedes contarme sobre ese tema y veras que no tienes que cargar con una muerte ocasionada por lavarte el cerebro de forma tan cruel para poder hacer lo que quisieran contigo.


Sabes que es así, tú no eres el culpable. Ellos sí. – suelto un suspiro y me acomodó en la silla viendo algunas cosas que tiene la doctora en su escritorio.


“¡NO PUEDES HACER QUE ALGUIEN CAMBIE, KELLAN! ¡MATASTE A TODOS ESOS HOMBRES PORQUE QUERIAS HACERLO!”


Siempre recuerdo esas palabras cuando recuerdo a mi buen amigo.


Yo lo maté.


Mis manos se hacen puños cuando recuerdo la mirada que me dio antes de terminar con su vida.


La siento lanzar un suspiro mientras sé que volverá a hablar, lo sé muy bien. Siempre es lo mismo.


–Te mencioné que los padres de Youngbae y Seungri no te culpan por nada. Por el contrario solo quieren hablar contigo para escucharte hablar de ellos. Eres lo más cercano a ambos, Emmett, ¿les negaras eso?–


¡Malditos psicólogos y psiquiatras! ¡Saben cómo meterse en tu cabeza!


–Los maté a ambos. –


–Ellos vienen casi todos los días; la hermana de Seungri y el hermano de Youngbae. Quieren hablar contigo antes de irse nuevamente a Corea, el tiempo se acaba para ellos aquí. –


–No… aun no puedo… –


Parece que ni si quiera me escuchó ya que ella emite unas palabras por el intercomunicador que posee en el escritorio y pronto la puerta se abre notando como dos jóvenes casi de mi edad se sientan en sillas un poco alejadas de mi, pero puedo verlos por el rabillo del ojo claramente, no quiero ni girar, siento que en sus ojos habrá solo odio hacia mi persona; una de las primeras cosas que le conté a mi psiquiatra cuando pisé su consultorio es que asesiné a varias personas pero solo me arrepiento de una de ellas que a consecuencia trajo una muerte extra.


Le hablé de Youngbae, su novio y familia.


Supongo que la doctora terminó por contarles lo que dije o por lo menos algo para que sus padres siempre estén por el centro mental, y ahora sus hermanos.


Soy un cobarde. No quiero girar y encararlos. No puedo. No aun.


–Emmett, ellos son parientes de Seungri y Youngbae. Gira para que los puedas ver o por lo menos escuchar. Tienen algo que decirte. – Me mantengo en mi lugar con la cabeza agachada viendo mis propias manos, escuchando todo dentro de esa modesta habitación.


Perdón, Youngbae.


Perdón, Seungri.


Pero no puedo.


–El señor Masen nos dijo que tuviste contacto con mi hermano menor, Youngbae. – Incluso su voz era parecida a la de mi buen amigo. Cerré los ojos intentando tranquilizarme un poco. No quería armar una escena.


Solo logré mover la cabeza para asentir.


–Por favor, solo quiero saber lo que pasó ahí dentro, agente Cullen. Al igual que usted, quiero cerrar el círculo, ambas familias queremos hacerlo y por fin hacer que su recuerdo descanse. –


Me incorporé de la silla para poder girarla y ver a ambos hermanos; cuando pude verles los rostros, inmediatamente me recordaron a ambos, pero en especial el hermano mayor de mi buen amigo.


Eran muy parecidos.


La doctora estaba aun en su silla viendo como estaba yendo todo.


–Te pareces mucho a tu hermano. – logré murmurar alto viendo al joven hombre. Éste me mostró una pequeña sonrisa a lo que escuchó y pude hablar un poco de cómo llegué a conocer a ese maravilloso ser humano dentro de aquel infierno.


No me guardé nada. Ellos merecían saber cuánto Youngbae amaba a Seungri; su hermana derramó algunas lagrimas al escuchar el nombre de su hermano en mi relato.


–Youngbae iba a pedirle matrimonio a Seungri la noche que desapareció. – La bonita mujer lloró aun más cuando escuchó aquello.


–Mi hermano me… dijo que si Bae no le pedía… matrimonio en esa semana, él lo haría. – Una sonrisa salió de nosotros tres al escuchar aquello. Parecía que la persona amada de mi amigo era muy alegre y optimista, pero lo que vi en ese lugar no parecía tener relación con lo que me contaba la joven.


Todos éramos diferentes dentro de ese lugar a comparación de un día común y corriente.


Y fue cuando Hyunbae, hizo esa aterradora pregunta junto a Hanna.


– ¿Cómo murieron?–


Tardé en contestar. No sé cuánto tiempo me quedé en silencio intentando tener las palabras adecuadas para decirles.


Ellos sabían que había sido yo la causa, pero no sabía el porqué.


Cinco, siete o quizás diez minutos fue el tiempo que me di para hablar.


Mientras pasaba el tiempo en ese hospital mental me percaté porqué murieron ambos, cual fue la verdadera causa de todo.


–Nos engañaron a ambos. –


–Por favor, agente Cullen. –


Tras un par de minutos en silencio terminé por contarles lo que yo mismo había descubierto, atando cabos sueltos de esos malditos dementes que nos hicieron pelear a muerte. –Dentro de ese lugar se nos daba a una persona para cuidar, ese día tenía que proteger a Seungri y… y… – No podía creer que el solo intentar pronunciar su nombre dolía, más que dejar descansar su memoria, era que ya no podía con su recuerdo.


–Seth, ¿verdad?– la bonita joven habló, ayudándome y solo pude asentir con la cabeza.


–Ellos dijeron que tenía que cuidar a de ambos y pelear contra mi oponente, asesinarlo y entonces los salvaría. Nunca me dijeron con quien iba a pelear, una máscara cubría su rostro. – A mi mente llegaban momentos de esa pelea que terminó por marcarme.


–Por favor. – me pidió el joven.


–Solo fueron tres minutos de pelea. Faltaban segundos para que terminara y aun no lo había vencido. Temía por ambos, no quería que les pasara nada. Y solo pude darle de suerte con la katana. – Algunas lágrimas salieron haciendo que me las limpiara de inmediato para continuar con mi relato. –Y entonces la máscara cayó. Todo ese tiempo fue Youngbae. Y me di cuenta que a él también le dieron las mismas indicaciones que a mí, él debería de cuidar de mi protegido y del suyo de mi. Nunca nos habíamos visto en sí pero logré reconocerle la voz. No pude hacer nada… – bajé la cabeza frunciendo el ceño ante las lagrimas que seguían bajando mientras intentaba desaparecerlas secándomelas. –Peleó por Seungri hasta el último. Él lo vio morir y solo me pidió mientras agonizaba que le enviara con su novio porque necesitaría de alguien que lo cuidara… fue su deseo. Nos tendieron una trampa a ambos. – Cuando terminé de hablar en medio de nudos en la garganta, elevé la vista para ver a ambos hermanos con lágrimas en los ojos.


–Yo…Lo siento. Youngbae fue la única persona que me ofreció su amistad ahí dentro y lo asesiné. –La garganta me dolía como si fuera a enfermar mientras aguantaba las ganas de llorar mientras mi mente ya recapitulaba lo que viví.


–Así fue siempre mi hermano. – Habló el varón sonriendo en medio de algunas lágrimas que bajaban por sus mejillas. –Nunca iba a dejar a Seungri solo. Hasta el final siempre con él. –


No hubo más palabras por parte de nadie hasta que Hanna se levantó de la silla y me abrazó diciéndome gracias repetidas veces por cuidar de su hermano, o por lo menos intentarlo.


Ella lloró en mi hombro un corto tiempo hasta que me terminó sonriendo mientras secaba sus lágrimas.


Este era el final de su proceso de duelo familiar. Por fin podían dejar descansar a ambos jóvenes y lo entendía.


Por el contrario yo aun estaba pasando mi propio proceso de duelo a mi manera; ellos también sabían de él y solo me dieron ánimos para seguir adelante con las terapias, incluso aludieron que si alguna vez iba a Corea, ya tenían dos hogares que me iban a recibir más que bien.


Para ellos el caso de Youngbae y Seungri, estaba cerrado y archivado.


Ahora si podían comenzar de nuevo.


Pero yo aun seguía estancado.


Me haces falta, Seth. Tú eras bueno dirigiéndome. Perdí el rumbo sin ti.


***


Un mes más ese lugar.


Ahora podía contar bien los días al tener mi móvil conmigo, viendo el pasar de las horas, comunicándome con mi madre en oportunidades.


Ahora podía contar los días y las noches.


La psiquiatra me terminó diciendo que no habían sido solo tres meses lo que pasé en ese agujero de mala muerte, sino un poco más de nueve meses.


Nueve jodidos meses que los sentía tan cortos.


Ellos en verdad lograron jugar con nuestras mentes.


Seguro encendian las luces cada semana o dos para simular que había pasado un día. Terminé cayendo en su juego.


Bastardos.


Cada mes los sentí tan cortos con él a mi lado.


Él lo hacía pasadero el momento.


Continué con las terapias las cuales iban bastante mejor pero a pesar de que aun tenía las palabras del hijo de puta de Aro en mi cabeza, la doctora siempre me recordaba que fueron ellos quienes me obligaron a hacer cada una de esas cosas, cada muerte fue su culpa, no la mía.


Mi estabilidad era él, e incluso la doctora lo había dicho cuando le comenté lo que pasó cuando un patético guardia le miró.


Poco a poco volvía a tener mi estabilidad mental más fortalecida.


Dentro de una semana podría volver a mi departamento con la indicación de seguir yendo a terapia una vez por semana; tenía que reportarle todo a la psiquiatra.


Y yo lo único que quería era volver a mi trabajo, aquel que me ayudó cuando Rosalie se fue, en el cual me enfrasque cuando terminé con el corazón y sueños destrozados. Sé que iba a ocupar todo mi tiempo y mente; esa era la idea.


Fui hasta la zona del comedor, más específicamente a la cocina, donde terminé por hacerme amigo del encargado, comía ahí mientras miraba algo de televisión; después de la primera semana donde terminé en una crisis al escuchar el nombre de él en una lista de personas víctimas del juego, me quitaron ese privilegio de mi habitación; ahora tenía que volver a ganármelo aunque no importara tanto ya que iba a terminar por salir de ese lugar en una semana.


La comida ahí dentro tenia mas sabor de lo que servían a los pacientes regulares.


Otro motivo más por lo que me hice amigo del encargado. Quizás aun andaba con la vena manipulativa en mi, algo que debía de agradecerle al hijo de puta de Aro.


–En otras noticias, algunas de las victimas que sobrevivieron al caso “Death Games” fueron dadas de alta de diferentes hospitales de la zona, muchas de ellas acaban de terminar su recuperación física y se internaran para poder llevar terapia psicológica, mientras otras salen ya de un sanatorio mental. – Elevé la cabeza para ver a algunas personas salir en sillas de ruedas de hospitales e incluso animándose a dar algunas palabras a las cámaras.


Todos rodeados de familiares, animándolos día a día; mis padres y mi hermana querían venir a verme, sin embargo lo prohibí, no quería que me vieran en un lugar como ese y menos cuando perdía el rumbo de mi mismo.


–El FBI y la CIA aun no han dado una declaración oficial de los cabecillas de este macabro juego, sin embargo el nombre de Aro Vulturi continua siendo de importancia para los agentes que siguen en su búsqueda, fuentes no confirmadas afirman que cambió su apariencia y nombre para poder seguir en libertad y en calidad de buscado. El agente Emmett Cullen hasta el momento no ha brindado ninguna declaración, no olvidemos que fue uno de los sobrevivientes que terminó por dar libertad a otros al lograr hacer contacto con algunos colegas quienes le seguían el rastro. –


–Así que sigues libre, hijo de puta. Veremos por cuánto tiempo. – Aun podía ver mi fotografía junto con los de los sobrevivientes por la pantalla mientras la voz en off continuaba hablando. E incluso colocaron una foto de Aro pero con el cabello corto.


El hecho de que la prensa aun no haya conseguido información de Victoria, me decía que Edward estaba moviendo cielo, mar y tierra para mandarla a un juicio directamente sin que la prensa emita algún comunicado o intenten televisarlo.


Mi hermano estaba cumpliendo con su palabra.


–Las familias de las victimas que no lograron sobrevivir a ese cruel encierro aun claman justicia a las afueras del juzgado y estación de policía. Aunque en la lista oficial de muertos la mayoría eran convictos, asesinos y drogadictos; familias de personas desaparecidas aun claman por justicia para sus familiares. El caso más sonado es el de la pareja de Corea de Sur. – Los malditos de la prensa incluso colocaron fotografías de ambos. Amarillistas. –Y el de Seth Clearwater, ambas familias solo piden que los culpables sean castigados severamente por la ley. – Mentira. Las familias extranjeras habían dejado el caso en manos de sus abogados para ellos poder descansar un poco la mente y corazón de todo lo ocurrido y en caso de los Clearwater… no sabía nada. Realmente no sabía nada de ellos.


Ni si quiera terminé deber el reportaje completo cuando decidí silenciarlo mientras veía imágenes pasar junto con capturas de video de las familias, terminé de comer y me dirigí a mi habitación.


El camino hacia el lugar fue tranquilo; conocía a algunos residentes que estaban ahí y los saludé sin decir mucho.


Ir hacia mi habitación me hacía pasar inevitablemente por la oficina de la psiquiatra que atendía mi caso, y logré escuchar una voz conocida.


–Todo va muy bien con su colega, admito que me ha sorprendido lo bien que está llevando el tema de Seth, pese a que aun no logra decir seguido su nombre. Pero es cuestión solo de tiempo. –


–Gracias, doctora. – era Edward. Siempre cuidándome. –Espero que… no le haya dicho nada sobre lo que hemos hablado. – ¿Qué? ¿De qué hablan?


–En lo absoluto, ese tema se ha omito totalmente. Él necesita recuperarse bien y tener estabilidad mental para continuar con su trabajo que es lo que más desea y con su vida. –


– ¿Cree que sea oportuno contarle la verdad? Me refiero… a decirle lo que realmente está pasando. – ¿pero de qué rayos estás hablando, Edward?


–Lo que él necesita ahora es tranquilidad, pasar por ese proceso de duelo en compañía de amigos y familiares. ¿Entiende, agente? Superarlo. Y solo lo logrará siendo ignorante de la familia Clearwater. –


–Pero… más adelante, ¿se le podría decir?–


–En efecto, sí. Será un completo cierre de su etapa vivida con Seth. Pero hasta que él demuestre que no le afecta el tema, entonces es mejor mantenerlo en ignorancia. –


–Aun sigo creyendo que debimos haberle dicho desde un inicio, quizás hubiéramos conseguido un avance más rápido. –


–O que se termine obsesionando aun más y que solo aparente una buena recuperación para salir en busca de respuestas. Se hizo lo necesario para su recuperación, Agente Masen. Ahora está mucho más calmado y asimilando toda su situación, eso no lo hubiéramos logrado hablándole de Seth, de su familia o de cualquier otro enlace. – No entendía de que hablaban, pero al parecer tenía que ver con él. Rayos, no comprendo.


Escuché como ya culminaba su conversación y me fui a mi habitación, quizás mi superior iría a verme por lo que me apresuré y al ingresar solo vi su saco sobre mi cama junto con algunos documentos en diferentes carpetas y sobres de manila.


Dudaba mucho que me haya traído trabajo al sanatorio.


Mi curiosidad pudo más y terminé viendo el asunto que tenían escrito en el sobre y carpetas, eran los casos de algunos sobrevivientes y entre ellos estaba… Seth. Su nombre resaltaba para mí de entre todos. Pero estaba en un sobre sellado por lo que no podría abrirlo sin causar sospechas.


Leí algunas de las carpetas y al parecer iban a archivar el caso para algunos sobrevivientes.


Ellos mismos pedían archivarlo para continuar con sus vidas, al parecer. Querían dejar todo ese mal sueño atrás y seguir con sus vidas.


Los comprendía.


Pero ahí estaba nuevamente su nombre. La familia, en este caso, pedía que archivaran el caso para él.


¡¿Pero qué mierda?!


¡¿Acaso no seguirían luchando por él?! ¡¿No lucharían por justicia para su memoria?!


Edward ingresó cuando estaba por explotar de la ira.


–Pensé que aun comías. –


–Explícame ¡¿Por qué carajos la familia Clearwater quiere archivar el caso?!– Cerré con fuerza la carpeta mientras aun la sostenía en la mano. –Junto con la declaración de los hermanos de Bae y Seungri y la mía, podemos hundir y hasta pedir sentencia de muerte a Victoria y a Aro, cuando logren atraparlo. –


–Primero, tranquilízate, no arruines tu salida de aquí. Y segundo; ellos así lo pidieron, Emmett, ¿Qué mas esperas que haga? Ellos incluso se fueron de la ciudad. Necesitaban alejarse de todo esto, la prensa está detrás de las tres familias junto con la tuya para tener más noticias y venderlo al primer canal de noticias que más les paguen. –


–Por lo menos dime que algún abogado seguirá el caso después de que lo archiven. –


Edward emitió una sonrisa sin gracia a mis palabras.


–Creo que tu estadía aquí te esta oxidando. Si archivan su caso, no hay seguimiento. Se acaba. Paul Clearwater dijo que atestiguará en nombre de Seth en caso de que manden a juicio una vez más a Victoria o encuentren a Aro, pero no más. –


–Se quieren olvidar de él.


–No. Solo quieren continuar. – me refutó de inmediato viéndome a los ojos. Solté un suspiro sentándome en la cama de mala gana. Con solo una corta conversación terminé agotado mentalmente.


Edward se sentó a mi lado mientras colocaba todos los documentos sobre la pequeña mesa que tenia a un lado de la cama.


–Hey. Emmett, solo preocúpate por recuperarte y salir de aquí, aunque no lo creas, todos en la oficina te extrañan e intentan hacer una fiesta de bienvenida o algo. –


–Que ni lo hagan por qué no iré. –


–Creo que el jefe lo autorizó, así que no puedes escapar. –


–Tú eres el jefe, Edward. –


–Por eso mismo. – Ambos terminamos riendo y hubo un momento de silencio, aun tenía en mente lo que había leído en ese documento.


Edward palmeó mi espalda dándome ánimos, solo una semana más y sería un ciudadano más en la sociedad.


–Sabes lo que quiero para cuando salga de aquí. – Edward se mostró un tanto incomodo con el tema, pero logró encararme poniéndome un poco rígido.


–Y sabes que no te daré el caso, necesitas salir de eso. Ocúpate de trabajo de oficina por un tiempo y después podrías volver a campo. –


–No te estoy preguntando. Solo informando. –


–Insolente como siempre con tu superior. – Ambos terminamos riendo por nuestra conversación, era volver a sentirme una persona normal de nuevo, pero como le dije a Edward, solo le estaba informando, porque aunque él no lo quiera, yo iba a continuar con el caso.


Lo haría por él.


***


Al abrir los ojos, pude observar el techo de mi habitación.


Por fin estaba nuevamente en mi hogar y solo recién en ese momento pude ver a sus padres y hermana los cuales me abrazaron y no dudaron en arremeterme con preguntas junto a noticias sobre ellos y la situación en la que ahora estaban.


Los había extrañado, el volver a sentir los fuertes abrazos de mi mamá junto con las palabras sabias de mi padre y las asfixiantes preguntas de mi hermana menor.


Ellos también había recibido ayuda psicológica para poder hablar conmigo y que todo fuera más llevadero; según me dijo la psiquiatra, mi familia ahora mi principal apoyo para poder seguir con mi vida.


Ellos se quedarían conmigo una larga temporada mientras yo me reintegraría a mi oficio, sin embargo esta vez lleno de papeles sobre mi escritorio, pero fueron “amables” al dejarme un café expreso, aludiendo que quizás me tomaría bastante tiempo hacerlo.


Edward al final cumplió su cometido y terminaron realizando una pequeña fiesta de bienvenida, tranquila, sin muchas preguntas ya que aun estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Todos temían que si alguien mencionaba sobre lo ocurrido en ese maldito infierno, tendría una especie de ataque de ansiedad, me desmayaría o comenzaría a gritar como un desquiciado.


Que lastima. No les daría el privilegio de verme débil.


Continué con mi vida.


A veces difícil.


E incluso de forma inconsciente muchas veces me había descubierto a mi mismo llevando mi mano al centro de mi pecho, como queriendo tocar algo que debería estar ahí.


Mi anillo.


Ese anillo que comenzó significando ese lazo entre mi difunta esposa y yo pero que terminó representando mi unión y total entrega hacia una sola persona. Hacia él. Hacia Seth.


¿Qué habrán hecho con él?


Nunca se lo pregunte a Edward.


Nunca me dijeron nada a mí.


Por lo menos, el tener ese objeto conmigo sería muy significativo para mí. Una parte de él estaría conmigo y me acompañaría en mi difícil trayecto por la vida.


Nuevamente volvía a girar con el mundo.


Hasta podía decir que me parecía extraño muchas cosas, pero ahora podía comprender otras. Esas cosas que muy pocas personas tenían el privilegio de saber y comprender. Esas cosas que tiene que ver con la misma vida, en mi caso, con la muerte.


Como agentes encubiertos o soldados pertenecientes al FBI, CIA e incluso el policía de la estación, se nos ha inculcado a no temer a la muerte ya que siempre estará presente en nuestro trabajo. Trabajo que nosotros hemos decidido, sabiendo lo duro que puede ser. Muchos compañeros siempre que salen ha campo llaman a sus familias con el temor de que sea la última vez o se dan el tiempo de mirar por un tiempo considerable la foto de sus hijos y esposa.


Antes hacia eso.


Era como ellos.


Pero después de ver la muerte cada día estando en ese maldito lugar, después de perder a una persona a la que prometí amar y cuidar hasta que sea la muerte quien nos separe, me volví insensible.


Pero con Seth nuevamente me sentía con ese temor de perderlo a él, temía cada día que fuera el último, por eso siempre me quedaba viéndolo dormir por un lapso considerable antes de sumergirme en esa arena.


Y cuando lo perdí, fue como caer en un maldito pozo en el que no sabes cómo salir porque simplemente no quieres salir. Tan oscuro y profundo que a duras penas ves si amanece o es de noche.


Me acomodo en mi asiento tras de mi escritorio y giro para poder ver por el ventanal que tengo a mi costado izquierdo.


–Maldito dolor de cuello. – murmuré sobándome la zona e intentando que no doliera tanto.


Hoy puedo decir que no le temo a la muerte. No le temo morir de cualquier forma; una bala, un cuchillo, un golpe seco, envenenado… no le temo a nada de eso. Le temo a no morir y quedarme vivo tanto tiempo que al final duela y solo pida morir. Porque sé que él me estará esperando a donde sea que haya ido, me esperará con una sonrisa y los brazos abiertos.


Y hasta que ese día llegue, viviré lo que tenga que vivir, haré bien mi trabajo, ayudaré a los que más pueda, sonreiré y reiré tanto como pueda; reuniré anécdotas, tantas como pueda para poder contárselas a él cuando llegue mi momento.


–No se cuento tiempo viviré, pero por favor, solo sigue esperándome. – mis palabras quedaron en el viento mientras veía que todo el mundo seguía con su vida.


Habían cosas que un terapeuta no puede sanar, por más pequeñas que sean siguen siendo significativas.


En mi caso, nunca podría hacer que olvidara, sobrellevara o sanara la idea de que lo extraño y que no cumplí mí promesa.


La psiquiatra hizo lo que pudo, pero cuando un paciente se niega y no quiere colaborar es como hablar con la pared, nada funciona.


Soy un caso perdido, lo sé, pero nada quitará el hecho de que me veré con Seth cuando llegue mi momento y hasta que ese día este en mi puerta, seguiré haciéndolo bien.


– ¿Agente Cullen?– alguien había ingresado y era una de nuestras secretarias del piso.


–Sí, dime. – La vi con varias carpetas bajo el brazo y no hice más que sonreír por lo que me esperaba.


–Hay un poco más de papeleo que hacer, pero si quiere lo dejo para mañana. –


–No, esto lo acabaré antes de irme a casa. No parece ser mucho. – la mujer colocó las carpetas a un lado, casi a la esquina del escritorio para no confundirlo con lo que ya estaba haciendo.


Observé mi reloj en mi muñeca y solté un suspiro.


–Creo que hoy tampoco almorzaré. – Nueve meses en ese infierno, uno recuperándome en el hospital y más de cinco meses en el psiquiátrico donde aun asisto a la fecha para terapias eventuales y ya han pasado más de tres meses desde que me reintegré a mis labores.


El tiempo ha ido pasando demasiado rápido o quizás solo he estado pasando junto con el tiempo.


Me dediqué de lleno a hacer los documentos que faltaban y eventualmente me levantaba de la silla cuando sentía que mi espalda no daba para más.


Miraba por el ventanal unos minutos; el clima estaba demasiado frío, signo de que quizás en poco tiempo llovería y seguiría con nieve dando la bienvenida a la Navidad y Año Nuevo.


Pasé Navidad y Año Nuevo con él y no lo supe.


Una sonrisa aparece en mi rostro al imaginar que quizás mi regalo fue el primer beso que me dio.


–Vamos… falta poco. – me animé a mi mismo para volver a mi trabajo y finalizarlo al ver que  faltaba menos de dos horas para culminar la jornada y ya había menos bullicio que por la mañana.


Los tres meses siguientes estuvieron llenos de algunas fiestas por parte de los mismos compañeros de trabajo, ya sea por cumpleaños, compromisos con el estado y otros.


No asistí a ninguno.


–Deja de ser tan huraño, Emmett. –


– ¿Huraño? Creo que es la primera vez que me dices algo así. Me siento ofendido. – sobreactué colocando una mano en mi pecho para después estallar en carcajadas junto a Edward. Él seguía manejando por la autopista siendo hora punta, era el fin de un día largo de trabajo al cerrar expedientes.


–Lo digo en serio, hermano. Todos te intentan llamar para personalmente decirte que asistas a algunas fiestas de sociedad y tú te niegas. –


– ¿Qué hay de malo en solo querer llegar a casa a comer algo caliente, ver el partido y después ir a dormir tranquilo?–


–Te hago recuerdo que incluso tus padres me dijeron que tengo la autoridad de echarte dormir en la calle si vuelves a escaparte de una reunión entre amigos. –


–Lo bueno es que ya se fueron hace más de cinco semanas. – Edward negó con la cabeza mientras sonreía y continuaba con la mirada fija en el camino.


–Vamos, Emmett, prometo que esta vez solo seremos compañeros de trabajo y hablaremos de cosas aburridas. –


– ¿Me estás diciendo aburrido? A-UCH– Nuevamente su auto se llenó de risas por parte de ambos y terminé aceptando ir a esa dichosa reunión que fue realmente aburrida si no fuera por las copas de champan que iban y venían, al parecer un compañero de trabajo le iba a pedir la mano a su novia y quería que estuvieran presentes amigos y familiares.


Y yo no entraba en ninguno de las dos listas.


Era amigo de Edward, no mío, pero me terminó arrastrando con él.


Quizás iba más de cinco copas de champan y había terminado por sentarme en una de las mesas alejadas de todo el ruido de la música tras la pedida de mano.


No podía creer que incluso me había robado una bandeja de bocadillos para poder comer y beber en paz.


Para mí si era una fiesta. No sé ellos.


Alguien terminó por sentarse a mi lado, lo reconocí de inmediato, era Paul Clearwater, no me afecto el verlo, desde el primer día en que me reintegré a mi trabajo lo vi ahí, al parecer el si continuaba con el caso de su hermano a escondidas de su madre.


Nos saludamos algo incómodos por la situación, pero después de cinco o siete veces viéndolo en mi lugar de trabajo, se me hizo casi normal, nos saludábamos con un apretón de manos, unas pocas palabras sobre qué es lo que ahora hacia, un nuevo apretón de manos junto con unas palmadas en la espalda y era todo.


– ¿Puedo?– señalo la bandeja con bocadillos y solo pude asentir con la cabeza mientras daba un último sorbo a mi bebida y dejar la copa a un lado.


– ¿Amigo de quién?–


–Es mi prima la que se ha comprometido, Emily. – ¡Ni si quiera yo sabía el nombre de esos dos! Rayos, Edward.


–Ah… – No supe que mas decir y cogí un bocadillo para comérmelo pero terminaron a la mitad del camino cuando él volvió a hablar.


–Si soy sincero, no quería ni venir, Emily me obligó diciendo que no salgo mucho y que necesito socializar. –


–Trae una bandeja nueva y una botella de champan para celebrar que ya somos dos. – Ambos rompimos el hielo con ese inicio mientras continuamos riendo como amigos de toda la vida.


Contamos ambos lo que había pasando en este tiempo desde la última vez que nos vimos en la oficina; él continuaba con sus estudios a la par estaba viendo algunos negocios pertenecientes a su padre que había logrado evolucionarlos con suerte, su familia estaba bien, e incluso me animé a hablar lo que yo hacía, lo cual consistía ya en una rutina de ir al trabajo, hacer papeles, almorzar algo en la cafetería, volver, salir del trabajo, cenar, ver algo en la tv y por ultimo dormir.


Ambos ya íbamos por la mitad de la segunda botella de champan que le pedimos a uno de los meseros cuando el silencio se hizo presente en ambos, hasta que hizo una pregunta.


– ¿Lo extrañas?– era el hermano del joven del cual terminé por enamorarme, seguía siendo un tema difícil de hablar y aun más siendo él. Suspiré y asentí con la cabeza antes de hablar.


–Todos los días, pero tengo el consuelo de que lo veré cuando caduque mi tiempo aquí. – una sonrisa apareció en mi rostro mientras tocaba el borde de la copa con la yema de mi índice.


Por el contrario, él se perdió en sus pensamientos viendo un punto en particular tras escucharme.


Quizás para él también era un tema delicado para tocar.


–Nunca nos permitieron hablar contigo cuando estabas en ese sanatorio mental. –


–Yo no quería hablar con ustedes. Me lo recordaban demasiado. Y seguía doliendo como el día en el que salí sin él de ese infierno. –


– ¿Y ahora?–


No sé a donde quería llegar Paul con todas esas preguntas, pero era mejor hablarlo a que guardarlo.


–Supongo que solo giro con el mundo, me dejo llevar porque sí. ¿Por qué tantas preguntas?–


–Sólo fueron dos. – ambos sonreímos de aquel mal chiste y continuó hablando. –Sólo quiero saber cómo está el hombre que cuidó de mi hermano con su vida ahí dentro. –


–Ahora lo sabes y lo ves. – le vi a los ojos con una sonrisa ladina forzada, no tenía ganas de emitir ningún gesto en ese momento.


El silencio nos embargó mientras le veía comer un bocadillo. Y al ver un aro en el dedo de uno de los invitados que estaba frente a mí, recordé algo importante.


Paul sería de mas utilidad que Edward en esto.


Iba a hablar y Paul se animó a hacer lo mismo y nos interrumpimos mutuamente para luego reír de nuestra torpeza.


Me recordó a Seth en ese momento y algo comenzó a arder en mi pecho, justo donde estaba mi corazón.


–Adelante. –


–Sólo quería preguntar por un objeto. – Me miró con el ceño fruncido al no saber a lo que me estaba refiriendo. –Ahí dentro, a Se…Seth, le di mi anillo de bodas, lo tenía colgado de su cuello, ¿Dónde está? Me gustaría tenerlo conmigo. –


Paul hizo mover su manzana de Adán y bebió del resto de champan que le quedaba.


–Cuando lo vi colgando del cuello de mi hermano pensé que fue una broma de mal gusto de esos bastardos y se lo quité, iba a tirarlo cuando… mi madre me rogó que no lo hiciera, ella… me rogó porque lo guardara junto a las cosas de Seth, en su habitación. Supongo que debe de seguir ahí. – En todo su monólogo me pareció interesante que la madre de Seth hiciera eso. Pensé que quizás tiraría todo lo referente a ese lugar de su hijo.


Que equivocado estaba.


–Me gustaría tenerlo conmigo. Es el único recuerdo que tengo de él. – Paul asintió con la cabeza, cuando volviera a Seattle, ambos irían a la casa de la familia, ya que ahora nadie vivía ahí, todos se habían mudado lejos del dolor.


Intercambiamos números de teléfono y continuamos con una agradable charla hasta que su móvil sonó y al ver la pantalla miró hacia el frente colocando la misma contra su pecho.


–Discúlpame. – asentí con la cabeza y me recosté en el espaldar de la silla viendo a todos a mi alrededor, bailando, conversando y riendo.


Estaba por coger el último bocadillo de la bandeja cuando Edward vino casi corriendo hacia mí y solo bastaron unas palabras para que ambos saliéramos corriendo del lugar.


–Tienen noticias de Aro. Debemos irnos. –


Él condujo bastante rápido los primeros cinco minutos y tras revisar su móvil soltó un suspiro bajando la velocidad a la que íbamos.


¿No se supone que deberíamos ir a 120 km/h para llegar a su oficina ya que ahí le llegarían las noticias y llamada importante?


No mencioné nada, solo me dedique a ver como se comportaba Edward, parecía al tanto de su móvil el cual tenía en la mano izquierda, lejos de mi alcance y vista, pero noté como éste se iluminó por un mensaje entrante. Su expresión al parecer denotaba tranquilidad, nada comparado a cuando salimos de esa fiesta.


Leyó el mensaje y de inmediato lo guardó en su saco oscuro.


Continuó manejando hasta que llegamos a las oficinas y una vez salimos del ascensor en dirección a la oficina principal, escuchamos como el teléfono sonaba.


Edward tomó la llamada y estuvo cerca de cinco minutos hablando por teléfono mientras yo estaba con las manos en las caderas, caminando de un lugar a otro mismo león enjaulado, esperando a que me dijera las noticias que tenia de ese bastardo.


Vamos. Tienes que haber sido descuidado. Te tengo que encontrar.


Aflojé la delgada corbata que tenía en mi cuello y me paré en seco cuando le vi colgar la llamada.


Me quedé en silencio esperando por algunas palabras de su parte.


– ¿Y?–


–Escapó. –


– ¡Mierda! ¡MALDITO BASTARDO!– Ladré mientras sujetaba mis cabellos en medio de mis dedos. Odiaba que se saliera con la suya. Era la primera vez que escuchaba noticias del hijo de puta y era que había logrado escapar.


No importa si muero atrapándote. Pero tengo que llevarte conmigo al infierno.


–Tranquilízate, por lo menos sabemos que está cerca. – No, sus palabras no me ayudaron en nada, solo me preocuparon. ¿Quién me daba la seguridad de que ahora no iba por el hermano de Seth o algún familiar suyo? ¿Quién me asegura que no está planeado tomar venganza por lo que hice ahí dentro?¿Quién carajo me lo asegura? ¿Quién?


***


Un mes después de aquella llamada, comencé a atar cabos sueltos.


Para empezar, ¿Por qué rayos la llamada debía de ser a la oficina de Edward cuando él traía su teléfono consigo en todo momento? Podría haberle llamado ahí. E incluso sé que Edward tiene configurado su celular para que esté vinculado con el de su oficina. ¿Por qué ir hasta allá?


Otro punto que me percaté es que cada mes, había un colega yendo y dejándole dos capetas a Edward en su oficina, así él no esté, este hombre ingresaba y se retiraba con las mismas no sin antes mirarme directamente a los ojos. Y solo cuando mi superior estaba es que se quedaban charlando por más de tres horas.


–Veo que viene mucho aquí ese tipo. – le dije mientras ambos nos dirigíamos a almorzar después de que ambos terminaran de hablar en su oficina por más de tres horas.


– ¿Celoso de que tú amigo tenga otro amigo?–


–No tienes idea de cuánto. – ironicé mientras rodaba los ojos por el comentario. –Hablo en serio. –


–Solo viene a traerme información. –


– ¿De?–


–No seas un gato curioso. Solo es protocolo, ya sabes, los abogados de los sobrevivientes envían más y más documentos donde mencionan más de las cosas que vieron ahí. Sabes que todo nos sirve para cuando Victoria y Aro estén en juicio juntos. –


No pregunte más y terminamos almorzando hablando de otras cosas.


Después de que ese tipo viniera una vez al mes, Edward siempre se dirigía a los archiveros en el sótano, normalmente era su secretaria quien lo hacía por él, pero mi querido amigo se negaba.


Como cualquier amigo, le pregunté de forma directa porqué tanto misterio con las carpetas y de su parte solo recibí una respuesta corta.


–Es mejor si lo hago personalmente. –


Solo una vez intenté coger las carpetas que Edward celosamente cuidaba y terminé con un manotazo de su parte.


–Soy tu amigo pero también tu superior. Tenemos un acuerdo de respetar esa línea. – ¡Maldito bipolar! ¿Quién carajo te entiende?


Con la cola entre las patas me fui a mi oficina y esperé hasta el horario de salida, Edward iría al sótano a guardar los documentos personalmente, volvería para ofrecerse a llevarme a casa y en esta oportunidad diría que no.


En definitiva había algo que él me estaba ocultando.


Y como una vez Seth me lo explicó: “La curiosidad es innata en nosotros.” dijo él. “Tu actuar le pareció curioso. Ya sabes, cuando alguien te dice que no hagas algo, tu igual lo haces para saber porqué te dijeron que no lo hicieras.”. Siempre listo y observador mi querido compañero de habitación.


Después de mostrarle a Edward la cantidad de trabajo que aun me faltaba, éste se fue solo diciendo que no trabajara mucho.


Luego de percatarme que se haya ido del edificio, me dirigí al sótano donde estaban los archivadores, salude al guardia.


Solo me quedó excusarme y hacerme “la víctima”. Después de todo, siempre caemos en sentimentalismos.


–Buenas noches, disculpe, mi secretaria trajo documentos que aun no he revisado y faltan firmar. No debieron moverse de su lugar. Recién ahora me acabo de dar cuenta. –


–Agente Cullen, sabe que es difícil entrar aquí si no hay un permiso por parte del señor Masen. –


–Sí, lo sé bien. Realmente necesito revisar de inmediato esos documentos. No demoraré nada. –


–Lo siento, pero no puedo darle pase. – el hombre parecía verdaderamente lamentarse por lo que me decía.


–Rayos. Si, entiendo. – Solté un suspiro como si estuviera a punto de entrar en una crisis. Creo que debería haber sido actor. –Desde que… salí de ese lugar, aun no logro tener mi concentración al cien por ciento. – sonreí algo nostálgico aun aparentando verdadero malestar. –Masen vendrá por esos documentos por la mañana y si nos los tengo en mi oficina a primera hora… ¡Demonios!–


Continué con mi actuación tocándome el cabello hasta desordenarlo un poco mientras veía a todo lado y de soslayo al hombre que parecía luchar consigo mismo.


Vamos, se que eres un buen hombre, ayudarás a este pobre psicótico. Vamos, vamos, vamos.


–Sé que debió ser difícil estar ahí. – El guardia comenzó a ver en toda dirección como cerciorándose de que nadie estaba a esa hora. Y era imposible que haya una sola alma a esas horas de la noche. –Que sea rápido, por favor. Si alguien que no está permitido, ingresa, seguro me despedirán. –


–No se enteraran por mí. – le pedí prestado un bolígrafo mencionando que quizás algunos documentos solo faltaban firmar y si fuera el caso, no sacaría ninguno, mientras ingresaba al inmenso almacén y comencé a buscar lo del caso “Death Games”, no imagine que ocupaba más de tres archivadores de metal con cinco cajones cada uno.


Revisé cada uno guiándome por los títulos que tenia cada cajón para darme una idea de donde podría haber colocado dichos documentos.


Pero a pesar de revisar en los lugares que tenía por etiqueta “Abogados”, “Hospital”, “Sobrevivientes”, no logré hallar nada.


– ¡Mierda!– Continué con el último archivador metálico y deslicé el último cajón por mera flojera al no encontrar nada y pude ver como pestañas sobresalían con diferentes nombres, resaltando para mi “Youngbae Dong”, “Seungri Lee” y “Seth Clearwater”.


No pude darme el tiempo de dudar ya que el guardia de seguridad ingresaría si demoraba más; fui directo a su expediente y solo vi documentos personales, como partida de nacimiento, record académico, e incluso el boletín de “desaparecido” que seguro su familia había distribuido por la ciudad.


Una siguiente página marcaba “Autopsia” y me negué a verlo, no podía. Sería ir en retroceso.


–No…– quizás era mejor dejar de jugar que estoy de encubierto. Dejar de ser ese agente.


Cuando iba a devolver la carpeta, una siguiente cayó hacia el frente. Viendo que de pestaña tenia “Testigos protegidos”, de inmediato pensé en su familia y eran exactamente los que salían, junto con la dirección exacta de donde estaban, no solo se habían ido de la ciudad, se habían mudado a otro país. Londres.


Observé de forma rápida las fotos que habían, donde se les veía a cada uno de ellos ir por calles o estando cerca a la casa que ahora habitaban.


Cada uno de ellos era un testigo protegido, sin embargo lo que llamó mi atención fue que una foto terminó cayendo de en medio de la carpeta, me incliné a recogerla y al girarla lo vi sonriendo con un gran abrigo que le cubría bien, junto con una bebida caliente en medio de sus manos, e incluso se veía el calor de esa bebida reflejada en esa foto saliendo fuera del vaso desechable.


Era Seth.


Sentía muy helada la habitación y lágrimas comenzaron a caer sin darme el tiempo de detenerlas sobre la fotografía entre mis dedos.


¿Qué clase de broma era esta?


Mi desesperación pudo más y comencé a buscar más cosas dentro de aquel cajón metálico hasta que encontré los documentos que Edward cuidaba celosamente.


Una era el seguimiento a la familia Clearwater, lo que hacían en su día a día, si hubo contacto de Aro con ellos, los hombres que los cuidaban las veinticuatro horas e incluso información sobre estos hombres. Era un reporte mensual de lo que hacían.


La otra carpeta estaba dedicada especialmente a él. Horario de estudios, cantidad de materias, amigos cercanos, listado de hombres que lo cuidaban, habitación que ocupaba dentro de la residencia en la que ahora vivía, terapias tomadas y los avances de las mismas, y en una su nombre salía.


“Quinta Sesión: El paciente menciona tener aun constantes pesadillas con el lugar donde fue encerrado, muestra un avance significativo al dejar de preguntar sobre Kellan McCarthy tras mencionarle que éste está en coma. Se resalta el apoyo de la familia con la idea de mencionarle a Seth que su compañero de encierro ha fallecido, sin embargo hay negación por parte del hermano mayor del paciente”.


“Octava sesión: La madre del paciente habló directamente con su hijo con relación a la muerte de Kellan McCarthy en el hospital de Seattle. Seth muestra comportamiento violento y autodestructivo tras la noticia. Retroceso visible con relación a las terapias tomadas anteriormente. Se le aumenta la medicación y se le retira a una habitación más segura para que no atente contra su vida. Pérdida alarmante de peso al no querer ingerir algún alimento”


“Décima segunda Sesión: El paciente aun insiste en querer regresar a Seattle para darle un último adiós a Kellan McCarthy, la familia se niega ante su petición por lo que recurre a la terapeuta para que acceda. El hermano mayor del paciente le hace conocimiento de la verdadera identidad de su compañero de encierro, Seth toma bien la noticia y no parece alarmarse lo cual trae consigo el cese de la medicación para inhibirlo y logre dormir parte del día.”


“Décima novena Sesión: Seth Clearwater muestra sobrellevar el luto por su compañero de encierro, ahora llamado Emmett Cullen, la ingesta de alimento es normal y vuelve a tener un peso ideal junto con una estabilidad mental más adecuada. Se prosigue con las siguientes sesiones para después de instalarse en su hogar. El paciente aun pregunta por un anillo del cual no refiere nada más, familiares no comprenden a lo que se refiere y solo su hermano mayor parece entenderlo y darle calma cada vez que pregunta por el mismo.”


Después de leer aquel documento, no hice más que grabar la dirección de donde se encontraba y salí rápidamente del lugar.


Todo parecía una broma de mal gusto que odié.


Alrededor de una semana después me dispuse a hacer una gran pregunta sin titubeos o rodeos.


– ¿Dónde está el anillo que le di a Seth? Recuerdo que deje mi anillo colgando de su cuello esa noche. –


Edward me miró por unos segundos sin responder hasta que me colocó una mano en el hombro y me dijo con voz casi agobiada y obvia.


–La familia decidió enterrarlo con él, hermano. Lo siento. – Solo hice más que sonreír melancólico e irme a mi departamento.


¡TODOS SON UNOS MALDITOS MENTIROSOS!


¿Por qué engañarme? ¿Por qué de una forma tan cruel? ¿Por qué?


Me han tenido engañado todos estos meses, nunca me dijeron que Seth está vivo. Y él piensa lo mismo de mí, que yo he muerto.


Aun no quiero levantar sospechas, quizás los hombres que están cuidando de la familia puedan reconocerme si doy un paso en su dirección y sin contar que Edward les podría dar la orden de no dejar que yo me acerque.


Suelto un suspiro una vez estoy frente a Paul, en aquella casa donde toda la familia de Seth se crió.


Él me hace entrega de aquello que le pedí. No se hizo de rogar cuando le dije que lo quería para ese mismo día.


Era un buen tipo que solo quería lo mejor para su hermano menor.


Observo el anillo en la palma de mi mano, aun conservando esa cadena que Victoria le colocó para que estuviera exclusivamente colgando del cuello de Seth.


–Espero que te ayude a continuar. – Me dijo metiendo sus manos dentro de su pantalón de vestir.


–Sí, me será de utilidad. ¿Puedo hacerte una pregunta?– Paul asiente con la cabeza mientras ambos caminamos hasta donde estaban los autos de cada quien.


– ¿Cuándo fue que se colocaron de acuerdo para mentirle a él y a mí? ¿Antes o después de ingresar al sanatorio mental?– Paul se quedó quieto y moviendo la mandíbula como si fuera a hablar pero no salen palabras de su boca. Baja la mirada mientras frunce el ceño y después de un tiempo considerable vuelve su mirada a mí.


–Mi madre pensó que era lo mejor para Seth, el darle un cierre a todo. Ambas terapeutas también lo aprobaron hasta cierto punto, pero creo que todo terminó tergiversado con cada cosa que ella le decía a mi hermano. –


–No tenía el derecho de decidir por mí. Lloré a Seth cada día desde que salí sin él de ese agujero. –


–Y él aún lo hace por ti. Después de que tu colega y el doctor nos dijeron que Seth murió, todo acabó para nosotros, pero después llegó un joven interno de medicina diciendo que algo ocurría en la morgue. – frunció aun más el ceño mientras sus ojos se veían cristalinos. Era difícil para él recordar ese momento. Y para mí el ver como ellos se deshacían por el dolor.


Recuerdo bien que alguien chocó conmigo cuando yo estaba por subir al ascensor.


–Yo vi morir a Seth en mis brazos, ¿Cómo es que sobrevivió?–


–El doctor usaba tecnicismos para explicar su mala praxis y desviarnos del punto. Pero después de toda la conmoción me dijo que lo que habían inyectado en el torrente sanguíneo de mi hermano se diluyó lo suficiente para darle un poco más de tiempo de vida. –


Mi cabeza iba hacia mis recuerdos, a ese momento doloroso. –Le inyecté solución salina creyendo que era el antídoto. –


–No sé qué rayos le debes de haber inyectado, pero le salvó la vida, Emmett. Después de todo si lo salvaste. Después de eso tuvieron que colocarlo en coma para que su organismo se limpiara de todo rastro de veneno. Fueron días difíciles para él. Cuando despertó solo preguntaba por ti pero no le dijimos nada, los médicos mencionaban que Seth estaba vivo de milagro y que era mejor concentrarnos en su recuperación. – El teléfono de Paul comenzó a sonar pero éste al ver la pantalla no hizo más que colgar y continuar en lo que ambos estábamos.


– ¿Por qué muerto? ¿Por qué le dijeron que había muerto? Podrían haber inventado miles de excusas a esa. Lo debieron de haber destrozado. – Paul asintió con la cabeza mientras yo no hacía más que tener una mano en la cadera y la otra cubriendo mi boca para no soltar algún improperio o incluso golpearlo en ese mismo instante.


Pero como él ya dijo, no fue su idea, y por el contrario se negó como había leído.


–Seth enloqueció y creí que lo habíamos perdido. Fue demasiado, mi hermana y yo le increpamos a mi madre y a la terapeuta. Pero ya el daño estaba hecho. Solo nos quedó seguir. Ahora él está bien o lo que puede ser “bien” después de haber pasado por tanto. En sueños te nombra y llama, los primeros días en casa no lograba dormir si no fuera que tuviera a alguien al lado y con la lámpara encendida, tenia pesadillas constantes. Hasta la fecha odia que alguien que no sea mi hermana o yo lo toquen, e incluso le rehúye a mi madre. –


Yo sabía por qué Seth estaba así, aun tenía en mente lo que ese hijo de puta le hizo ahí dentro.


–Sé porque se comporta así. Quizás lo que necesitemos es que ambos sanemos juntos. – Paul asintió con la cabeza y una vez más colgó la llamada entrante, eran más de cinco. Debe ser algo importante como para que te rompan el teléfono a llamadas.


–A pesar de estar fuera de ese lugar, Seth aun se comporta como si debiera cuidar su espalda día a día y cuando tiene un mal momento, parece que solo espera que alguien lo cuide. –


–No. Seth espera que alguien lo proteja. Es muy diferente.– Paul volvió a cortar la llamada. Pero esta vez era mejor dejarlo ir, ya había tenido la conversación que deseaba. –Es mejor que atiendas, debe ser importante. No me acercaré a Seth. Aun. Primero tengo que encontrar a Aro. Si lo hago, solo recién sentiré que es seguro para él. –


Paul asintió y con unas pocas palabras más ambos nos despedimos, continué mi vida normal, no levanté sospechas hacia la terapeuta e incluso con Edward.


Todo iba bien.


Sabía que Seth estaba vivo y era lo que importaba, e incluso había logrado filtrar la lista de guardias que tenia Seth las veinticuatro horas, investigue a cada uno, quizás uno podría ser una rata de Aro.


No estaba seguro y era mejor asegurarme para no llevarme sorpresas después.


Estuve cerca de un mes colocando todo el su lugar, debía dejar todo listo para cuando me vaya del país con la escusa de que quería visitar a mi familia. Había dos boletos y solo uno de ambos iba a utilizar, el que me llevaría a Seth.


Me enfrasque en buscar a Aro desde mi computadora ya que Edward aun no me dejaba volver a campo y menos al caso “Death Games”.


Y como si los dioses estuvieran de mi lado, hubo un avistamiento de Aro Vulturi en Paris. Todo el mundo de la oficina enloqueció mientras ya algunos estaban listos para viajar para brindar apoyo, e incluso algunos ya estaban por Paris, hombres que le estaban siguiendo el paso al hijo de puta desde que se supo todo el teatro que traía a los monitores.


Ese día me quedé hasta el final, viendo que poco o nada de atención me prestaban teniendo en mente solo cazar a Aro con vida; por mi monitor veía el desplazamiento de las tropas militares que eran captados por cámaras de vigilancia de locales cercanos.


Le rezaba a lo que hubiera arriba para que fuera él y le cazaran.


Miraba los diferentes ángulos de las cámaras cercanas y fue más de una hora la que tuve que esperar hasta que camiones con refuerzos ingresaban, patrullas de policías ayudaban a cerrar la zona y por fin vi como ya salían con tipos esposados.


–Vamos. Tienes que estar ahí. Vamos… ¡Aro, mierda!– Continuaba mirando atentamente el monitor cuando vi que varios soldados apuntaban a un solo hombre y solo pude soltar un suspiro cubriendo mi rostro con las palmas de mis manos cerrando los ojos.


Lo habían capturado.


Por fin.


A pesar de que tenía el cabello corto y vestía casi como un indigente, lejos de ser lo que conoció dentro de aquel agujero, era él. Podría asegurarlo.


Ahora si podría hacerlo.


Solo cogió su móvil enviando un mensaje a Paul.


“Lo atraparon. Iré. ”


No mencioné más y fue cuando cogí el saco de mi traje y me lo coloqué para después ir manejando hacia mi departamento, solo sacaría la maleta que ya tenía preparada y era todo, me cambiaría en el avión.


–Espérame, Seth. Ya voy. –


***


A ciencia cierta, no recuerdo ni cuanto demoré en ese avión, no dormí y me tuve que obligar a hacerlo cuando pregunté que recién había transcurrido una hora de viaje; fue la primera vez que logré dormir sin despertarme asustado o alerta ante algún ruido o movimiento.


Dormí y logré soñar con él, con su sonrisa y sus besos.


Atrás quedaron las pesadillas para dar paso a los sueños con él. Esperaba que fuera eso buena señal para un futuro, porque no iba a dejar a Seth; nada ni nadie lograría que me alejara de él.


Solo logré despertar cuando una señorita de la aerolínea mencionó por el altavoz que ya estábamos aterrizando, hice lo que pidió y posteriormente solo me preparé para bajar del avión. El clima estaba húmedo por las constantes lluvias y al parecer por la noche comenzaría una vez más.


Recogí mi equipaje ligero y terminé por encogerme de hombros dentro de mi chaqueta de cuero negro, no pensé que el clima estaba peor que en Seattle, lo cual me sorprendió. El forro de mi chaqueta era caliente, lo cual agradecía.


Mis pantalones de mezclilla oscuros un tanto ajustados terminaron por estarlo en su totalidad ante lo húmedo del ambiente.


Eché mi equipaje al hombro y me dirigí al primer lugar donde sabría podría encontrarlo a estas horas según el cronograma que tenia Seth después de algunas clases en casa. Comenzaba a ponerse al corriente con los estudios y para el próximo año a mediados del mismo terminaría y seguiría una especialización para por fin comenzar en un trabajo estable. Me alegraba por él.


Entre las 5:30 y las 6:15 de la tarde, Seth iba por algo caliente a una cafetería cercana a su casa a veces iba con su hermano o con su madre y hermana.


Solté un suspiro ansioso con la situación, lo iba a volver a ver tras más de medio año, varios meses pensando que él había muerto.


–Tranquilo, tranquilo. – me lo decía a mi mismo para tranquilizar los erráticos saltos de mi corazón en mi pecho.


Estaba media cuadra lejos de la cafetería donde Seth normalmente iba, teniendo como apoyo un negocio que estaba cerrado, el vaho salía de mi boca y mis manos estaban frías. Extrañamente tenía miedo de presentarme ante él, ¿Qué pasaría si él se asustaba y termina entrando en crisis? Había muchas cosas que considerar y ya no había tiempo.


Elevé la vista y vi como algunas personas salían y entre el tumulto de personas que también ingresaban, logré verlo. Era él. Seth. Y estaba acompañado por quien debiera ser su madre y hermana. Su compañero de habitación estaba teniendo en brazos a un bebé al cual sonreía.


Ahí estaba él. Realmente estaba ahí. Sonriendo como siempre, sus rasgos habían dejado de ser el de un niño y adolescente para ser el de un muchacho, un hombre pero que se veían olvidados cada vez que sonreía.


Esa bonita sonrisa que había extrañado.


Algunas gotas de llovizna pronto se convirtieron en lluvia pareja y potente.


Agradecía estar bajo algo que me cubriera bien y de esa forma no perder de vista a Seth.


Él lo primero que hizo fue intentar cubrir al bebé que terminó en brazos de su hermana y un paraguas protegió a ambas mujeres; la madre de Seth lo traía consigo y fue él quien intentó unirse pero se detuvo en seco mientras hablaba algo con ellas.


Se le veía un poco preocupado.


Estaban casi por doblar la esquina y ambas asentían con la cabeza para que después Seth saliera bajo el paraguas y caminara por en medio de la gente que corría para resguardarse de la lluvia.


–Te gustan las tormentas. Te gusta la lluvia. – mis pies se movieron solos mientras cruzaba aquella calle aun con mi equipaje en el hombro, una vez estuve sobre la acera me quedé congelado sin saber si quiera como presentarme hacia él.


Seth había entrado a la cafetería y le vi saliendo nuevamente con un libro en la mano.


Pese a que yo lo vi, él pareció no verme.


Y dolió eso.


Incluso chocó con mi hombro.


–Lo siento. – se disculpó e intentó subir la mirada pero la lluvia no le dejó por lo que siguió su camino.


No podía dejarlo una vez más, no podía hacerlo.


Él es quien mantiene en rumbo mi vida, lo necesito.


Antes de que pudiera dar si quiera dos pasos le tomé de la mano libre con fuerza, de esa forma es que me ataría a él para nunca más dejarlo. Tan fuerte que no dolería, sino reconfortaría.


Él se quedó quieto y giró mientras maniobraba para soltarse.


–Seth. – y se quedó laxo tras mis palabras. Intenté decir algo más pero no pude, solo fue cuestión de girar sabiendo que él ya me estaba viendo.


Observé de cerca su rostro mojado por la lluvia pero eran sus ojos los que gritaban al verme; mi corazón no dejó de brincar con fuerza en mi pecho y no pude más que llorar de saberlo vivo y tan cerca de mí.


Él no dejaba de verme y percibí como también lágrimas salían de sus ojos. Aquello no era lluvia.


Sus labios se entreabrieron intentando decir algo pero no logró emitir palabra mientras las personas corrían a nuestro lado para salir de en medio de la lluvia y no empaparse más.


Su libro resbaló de su mano y cayó en el suelo que ya formaba pequeños riachuelos.


Solté su mano y me agaché para recoger el mismo viendo que era un libro de finanzas avanzado. Volví a verle a los ojos y sabía que estaba bajo su escrutinio, quizás pensando que no era más que un sueño o una pesadilla la que estaba viviendo en ese momento.


–¡¡Seth!! ¡Ven aquí, ahora!– Era la voz de Sue Clearwater pero Seth no se movió ni un milímetro de su lugar y sus ojos seguían en mi.


Su madre, Edward o quien fuera, no podrían alejarme de él. Nadie en esta puta vida lo haría.


Alargué el libro y este lo tomó haciendo que nuestro dedos chocaran y solo en ese momento Seth deformó su rostro debido a las lágrimas que salían con más fuerza de sus ojos. Recién podía decir que era verdad. Que yo estaba vivo.


–Emmett, ¿verdad? Agente Emmett Cullen. – sabía mi nombre. Nuestras manos aun no dejaban de tocarse mientras él hablaba.


Su voz estaba un poco rota por el llanto pero logró sonar decente. –Te extrañé. – no pude guardar mas mis sentimiento y alargué lo primero que pasó por mi cabeza. –Todo este tiempo… Pensé que… tu… – ni si quiera me atrevía a decirlo, temía que se volviera realidad y esto solo fuera una alucinación producto de los medicamentos.


–Ellas… dijeron que… –


–Te extrañé. – volví a decir mientras pasaba la escasa saliva que tenia acumulada en la garganta.


Él no pudo decir lo mismo, lo entendía, quizás se había hecho a la idea de seguir con su vida y enterrar todo lo ocurrido en ese lugar. Lo entendía pero dolía.


–Sólo quería verte y saber que estabas bien… –


– ¿Por qué?– no comprendía a lo que se refería, pero creo que era un “porqué” con muchos significados, tantos que no podría responder cada uno de ellos en este momento.


–Quería darte algo. – Seth continuaba viendo mi rostro casi sin parpadear. Del bolsillo de mi chaqueta extraje un anillo que era sostenido por una cadena. Lo extendía hacia él mientras el anillo colgaba y se movía como un péndulo. –Esto es tuyo. –


–Te dije que eso solo debe tenerlo… la persona a la que… ames. –


–Por eso es tuyo. – Seth mordió su labio inferior con sutileza mientras veía aquel aro moverse aun por el viento que acompañaba a la lluvia, ambos ya estábamos empapados pero parecía no importar en ese momento.


– ¿Por qué?– una vez más se deshacía en medio de lágrimas logrando que su voz se rompiera totalmente.


Fui bajando el anillo comprendiendo que Seth había logrado avanzar, cosa que yo no logré hacer. Él pudo superarlo o estar superándolo de a poco. No podía hacer que retrocediera. Me di cuenta que todo fue una mala idea. Demonios.


Sonreí un poco avergonzado por la situación y no pude hacer más que regresar el objeto a mi bolsillo manteniendo las manos dentro de los mismos de mi chaqueta.


–Lo siento, no debí. Lo siento. – miré por encima de Seth como su madre estaba con un rostro enojado y lloroso mientras su hermana abrazaba a un pequeño bebé con lagrimas en los ojos, ella parecía más comprensiva que la mujer mayor.


La mujer de seguro tras ese encuentro colocaría una orden para que me alejara lo más posible de Seth. Rayos.


Di un paso hacia atrás desviando la mirada y bajándola mientras ya giraba y comencé a caminar recriminándome lo mala idea que resultó todo. Lo había echado a perder para Seth.


Él me lo había dicho, una vez que ambos saliéramos de ese lugar, él me olvidaría.


“Lo arruiné”.


Seguí caminando acomodando mi ligero equipaje en mi hombro mientras algunas personas chocaban conmigo. Sorbí mi nariz y seguí mi caminar.


“Lo arruiné”.


– ¡Emmett!– me detuve casi en forma automática hacia su voz, como si él continuara comandando mi vida y mi ser. Giré el cuerpo viéndole aún parado donde le dejé; comenzó a caminar hacia mí y en el proceso dejó caer su libro una vez más mientras mi equipaje se deslizó por mi hombro hasta caer como una roca en un charco de agua.


Solo pude sentir su cuerpo impactar con el mío mientras rodeaba mi tórax con sus brazos y su rostro en mi cuello llorando una vez más, su cuerpo temblaba mientras continuaba llorando y no pude más que rodearlo con mis brazos, mientras mi ceño se fruncía y mis cejas bajaban por el llanto que me embargó.


Ahí estaba mi Seth. Abrazándome con fuerza. Su cabello húmedo chocaba con mi sien casi considerándolo una caricia.


– ¡Dónde… estabas! ¡Desperté y… no estabas! ¡Pregunté por ti…! ¡Me dijeron que…! ¡Dijeron…!– y su llanto no cesó y mi corazón dejó de sentir esa presión, esa presión que apareció desde que dejé a Seth muerto en esa habitación pequeña.


–Te extrañé… te extrañé tanto, Seth que muchas veces desee estar contigo… desee reunirme contigo sabiendo que estabas muerto. Muchas veces pensé en irme contigo… – me sinceré, tenía que decirle lo que mi corazón gritaba, lo que sentía y lo hice.


Era liberador hacerlo y sentí como su cuerpo se separó del mío para verle a los ojos y pronto sentí sus manos tocar mi mandíbula, sonriendo al ver que había dejado crecer un poco de vello en la misma zona. Me mostró su bonita sonrisa, esa que hacía que sus ojos se volvieran dos medias lunas.


Una de sus manos bajó hasta mi bolsillo y sacó el collar el cual observó meticulosamente para después hablar.


–Este no es tu anillo. – Si, no lo era. No era el de casado, aquel lo había dejado donde Rosalie, diciéndole que ahora mi corazón estaba ocupado en su mayoría por una persona que conocí de una forma triste, pero que ella siempre ocuparía un lugar en mi corazón y recuerdos.


Compré uno especial para Seth, solo para él.


–No lo es. Este es solo tuyo. Pero… vine aquí para que… cumplas mi último deseo. – Seth sonrió un poco más amplio al escucharme viendo como por su rostro aun caía gotas de lluvia.


–Cumpliste el mío. Es justo. ¿Cuál es?– mis manos bajaron hacia su cintura donde se instauraron mientras le veía a los ojos. Aun me parecía irreal verlo.


–Quiero continuar protegiéndote, no solo ahora, sino cada día que despierte, cada amanecer verlo contigo y pasar cada momento a tu lado. Permíteme decirte cada día que te amo y que te protegeré… Seth te amo y solo te pido eso. Déjame seguir protegiéndote. –


–Acepto con una condición. – no me esperaba menos de mi meticuloso Seth al cual le sonreía abiertamente acercándolo un poco más a mí, desde hoy no quería tenerlo lejos de mí, ya no.


– ¿Cuál?–


–Deja que yo también te proteja, Emmett, déjame cuidar de tu corazón, de tu vida, déjame ayudar a sanar heridas que aun están abiertas. –


Junté mi frente con la suya cerrando los ojos abrazándolo con fuerza.


–Sí. Cumple mi último deseo. –Seth se separó de mi y le vi colocarse el collar y darle un beso al anillo para después dejarlo tranquilo. Sus manos volvieron a mi rostro y solo restó acortar la distancia para sentir esos labios que había extrañado, esa delicada textura; se sentían fríos por el clima pero con el mismo sentimiento de la última vez que lo besé.


Porque lo amaba. Seth me rescató de mi pasado y yo solo pude retribuirle amándolo.


Y como lo haría de hoy en adelante. Era un último deseo que se debía cumplir siempre.


Y ahora ambos protegeríamos el corazón del otro, juntos.


Siempre juntos como compañeros de habitación que éramos y siempre seremos.


FIN.

Notas finales:

HOLA PUEBLO!

Con esto estamos por fin finalizando este hermoso fic!
Gracias a toda la gente de Amor Yaoi que me sigue y lee siempre.

Solo me queda decirles que esta será mi última actualización por AMOR YAOI. Me mudaré totalmente a Wattpad ya que he tenido problemas con esta web.

Todos mis proyectos se estarán subiedo solo por WATTPAD, como por ejemplo "HOURGLASS" (EmmSeth) y capítulos extra de "No se llamaría amor si no doliera" (JasPaul, Naim y Liam, Philipe y Jakeward) (:

Gracias por comenzar a seguirme por aquí.

Pueden visitar mi página BLISSHAT FANFICS en FACEBOOK.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).