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Mi rojo cielo por 1827kratSN

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—Buenos días, juudaime —una nueva oportunidad de reivindicarse, en eso pensó desde el mismo punto en que abrió los ojos en ese día

—Acabaré con esto rápido, Gokudera-kun —dijo apenas mirando al recién llegado—. Por favor, encárgate de lo demás —con rapidez firmó y selló algunos papeles antes de acomodarlos a un lado de su escritorio

—No se preocupe, me haré cargo… —con curiosidad miraba la rapidez de aquellos dedos—, pero, ¿ya desayunó?

—No, pero está bien —firmó algo más, cerró una carpeta y se levantó—. Perdona, pero estoy de apuro —dictó antes de que Hayato dijera algo más

—¿A dónde va?

—Saldré con Fon-san durante unas horas —se acomodó la corbata y revisó las cosas que llevaba en los bolsillos—. Por favor, pídele a mi madre que cuide de Isabella y que, si mi pequeña insiste en querer verme, dile que me llame y volveré de inmediato

—Juudaime, lleve a alguno de nosotros al menos —insistió con un poco de duda ya que hace no mucho empezó de nuevo a interactuar más con su jefe

—No —le cortó con firmeza

—Pero…

—Estaré bien, no necesito seguridad extra — Tsuna tomó sus llaves y suspiró—. No voy lejos… y es algo que debo hacer solo… —aun no miraba a su guardián ni notó la tristeza de este—. Me llevaré el auto… Adiós, Hayato

—Buen viaje, juudaime —suspiró desanimado cuando lo vio atravesar la puerta—. Aun es complicado tratarlo familiarmente —mas no pensaba rendirse, no señor, porque lo que más ansiaba era verlo sonreírle cada mañana o preguntarle sobre cualquier duda que tuviera… extrañaba al cielo que tanto amaba en silencio

 

Tsuna pasó de largo por los pasillos, con apuro analizaba mentalmente su itinerario y verificaba tener tiempo suficiente. Saludó apenas a los que se encontraba en su camino, revisó las habitaciones de sus hijos quienes dormían aun pues era demasiado temprano, casi las seis y media de la mañana. Le sonrió amablemente a Lambo quien parecía haber sólo despertado para ir por agua a la cocina, miró a Chrome ya vestida en el pasillo, se despidió con rapidez y casi corriendo ingresó al garaje

No tardó más de veinte minutos en llegar a la zona acordada, a la que era la nueva residencia de Fon, una casona de al menos tres pisos conformada por varias habitaciones o departamentos, suponía Tsuna. Y ahí enfrente de la gran puerta de madera antigua -que suponía era la entrada-, estaba el azabache, vestido con un quipao de color blanco adornado por detalles en rojizo, quien agitaba su mano en conjunto con una sonrisa. Tsuna se sintió reconfortado sólo al verlo, más seguro, menos temeroso por aquella visita que haría

 

—Lamento molestarlo en un sábado

—No es nada —Fon se sentó de copiloto y procedió a colocarse el cinturón—. No tienes que disculparte por esto

—Generalmente hago esto solo, pero ahora necesitaba de compañía

—¿Enma no pudo acompañarte?

—En realidad, quise que usted me acompañara —el castaño sonrió antes de empezar a conducir—. Creo que será bueno platicar un rato sobre algunos de los temas que… —dudó— de esos temas

—Escucharé como lo hice antes. Será un placer el conocer un poco más de tu vida, Tsuna-kun

—Gracias por eso

 

Las calles de Italia eran calmas a esa hora de la mañana, apenas si había tráfico en las rutas adjuntas a los mercados de la ciudad; a Tsuna le gustaba eso porque de esa forma no se estresaba al conducir. Fon le hizo plática en el camino sobre los niños, sus padres, la convivencia con los guardianes -misma que estaba avanzando poco a poco-, y tal y como dijo Fon, cada uno de sus amigos parecía esforzarse más en acercarse por voluntad propia.

Tsuna estaba feliz por los intentos de todos por acompañarlo a almorzar, a cuidar de los niños, aunque fue decepcionante saber que ninguno de ellos notó los problemas  por los que atravesaban Taiki e Isabella debido al trauma que vivieron. Él tuvo que explicarles los detalles y pedirles un trato especial para con sus hijos, aunque difícilmente los abuelos se separaban de sus nietos y eran ellos los que cumplían las funciones de “nanas” de ambos pequeños.

No tardaron en llegar al lugar que Tsuna mencionó. Caminaron a la par cuando atravesaron aquel portón que les daba la bienvenida a un lugar adornado por flores, jardines extensos y lápidas bien ubicadas para que las familias visitaran el lugar de reposo de sus difuntos. Tsuna y Fon se dirigieron a un lugar más alejado de las hileras disponibles, a un sitio donde se mostraba una especie de casona, misma que era abierta solamente cuando los familiares de aquellas personas de alta importancia llegaban de visita.

Tsuna esperó y agradeció al guardia que custodiaba aquel lugar de reposo, el mismo que los dejó a solas para su visita. Se acercaron a una de las secciones en donde una reja adornada por el escudo de Vongola se ubicaba. Habían llegado a su destino.

 

—Aquí estamos —murmuró Tsuna cuando abrió la cerradura e ingresó junto con su acompañante

—Sinceramente pensé que las tumbas de Vongola estarían en un cementerio apartado de la ciudad, dedicado solamente a ellos

—No —sonrió con melancolía— a pesar de que se ubica en una sección especial, se dictó que la morada estuviera en un cementerio público —Tsuna caminó entre las pocas placas incrustadas en las paredes que dictaban el nombre del difunto—, al menos los que desean pueden morar aquí. Ya es decisión de la familia o del propio muerto el definir donde será su destino final

—La verdad me parece que esto asemeja a la tumba de un famoso —añadió Fon al ver los diferentes adornos en las paredes, las macetas con flores, las ventanas amplias por las que entraba el sol

—Bueno —Tsuna sonrió con dulzura y respeto—, a veces las personas que están ubicadas en estas secciones son adoradas por el pueblo. Hay días específicos en que la familia autoriza el abrir el portón y dejar pasar a todo el público para que dejen cualquier ofrenda

—¿Y tú lo haces? —intrigado caminó cerca de algunas placas, leyendo los nombres en dorado o plateado

—Sí —sonrió—. A Nono lo quieren muchas personas de comarcas cercanas, porque mal o bien él hizo que la pobreza se extinguiera en ciertas zonas. Cuando decido dejarlos pasar es gratificante ver su tumba llena de flores, notas, velas y demás —respiró profundo al colocarse frente a la tumba de su predecesor—. Nono no sólo ayudó a Vongola, lo hizo con personas sencillas, conmigo, Enma y quien necesitase de un consejo

 

Se quedaron en silencio entonces, admirando cada letra impregnada en una placa de oro que dictaba la fecha de nacimiento y muerte del que en vida fue el Noveno Cielo de Vongola. Tsuna colocó el ramo de orquídeas que trajo con él en el pequeño florero que adornaba la parte derecha de la tumba, la limpió, se arrodilló frente a esta siendo imitado por Fon, y ambos unieron sus manos para rezar por un par de minutos en honor al alma de aquel hombre. Era extraño mezclar tradiciones occidentales y orientales, pero así había sido desde que Tsunayoshi llegó a liderar aquella familia.

 

—Lo extrañas mucho —afirmó Fon al percibir el dolor en el castaño

—Más de lo que se imagina pues fue mi querido abuelo —sonrió al levantarse junto con el azabache—, de las pocas personas que me aceptó con todos mis defectos y creyó en mí sin dudarlo

—Puedo afirmar que él fue tu guía en tu primer año de liderazgo hacia Vongola —tocó la placa y delineó el símbolo de la familia—. Es lamentablemente que te haya dejado tan pronto

—Él aguantó tantos años por mí, para ayudarme —sonrió—. Le debo mucho por eso, por aplazar su despedida un poco más

—De seguro ahora estaría orgulloso al ver que lograste que su legado se hiciera realidad —sonrió el azabache

—Creo que sí —rió antes de limpiar su mejilla, no podía evitar estar tan sentimental en una situación así—, aunque también creo que me reclamaría por ciertas cosas

—Todos cometemos errores, Tsuna-kun, así que no te culpes

—Nono me dijo que hiciera todo con el corazón, que no dejara que los demás me hicieran sentir menos o diferente. Le fallé en eso

—No creo que lo hayas hecho

—Nono fue uno de los primeros que supo sobre mis gustos particulares… Cuando se lo confesé sólo me sonrió, abrazó y dijo que no estaba mal. Me apoyó a pesar de que yo era diferente —agachó su cabeza mientras recordaba algunos sucesos

—Ser diferente no es malo, Tsunayoshi-kun

—Ante la sociedad que me rodea, lo es —habló con amargura—, y debido a eso pagué precios demasiado altos

—Lo de Dayane y…

—No es eso, Fon-san —tenía miedo de decirlo pues no quería que esa mirada amable cambiara como en otras ocasiones pasó

—Entonces, ¿qué es? —indagó lo más amable que pudo

—Mis gustos peculiares se refieren al ámbito romántico —el mayor no pareció entenderle así que tras agarrar valor y respirar hondo, siguió—. Me… me gustan los chicos, Fon-san —desvió la mirada hacia la placa pues no estaba seguro del cómo reaccionaría su acompañante—, y eso ha acarreado varias cosas… una de ellas fue el rechazo general —se mordió el labio interno ante la espera de una respuesta, un gesto, un grito, lo que fuese

—¿Eso causó que tus amigos se alejaran?

—No sólo ellos —suspiró, rogándole a Timoteo que le brindara valor para seguir—. Cuando ellos se enteraron todo fue incómodo, pero cuando se lo dije a más personas… a Dino, por ejemplo, las distancias se marcaron —se mordió el labio—. Fue por eso que Dino-san ya casi no tiene trato directo conmigo, eso a pesar de que nuestra alianza todavía está en pie

—Es ridículo —bufó Fon antes de sujetar el hombro del castaño para que lo mirara—. Lo que ellos hicieron fue absurdo

—No lo fue —intentó sonreír, pero sus labios temblaron—. Es normal que las personas se alejen de lo diferente, extraño y repulsivo —le dolió decir la última palabra, pero la remarcó de todas formas

—No digas eso —el azabache acarició la mejilla del pequeño y lo acercó hasta rodearlo con sus brazos—. Esas palabras no te calzan, no te definen, Tsunayoshi-kun —sintió como le correspondían con las manos temblorosas

—Lamento no haberle dicho antes —pánico o alivio. ¿Cómo interpretar lo que sentía? ¿Cómo saber si Fon era sincero? Su intuición era un caos cuando el dolor superaba sus demás emociones o cuando estaba tan confundido como en ese punto, así que por el momento no confiaba en ella

—El hecho de que te gusten los chicos no es un problema —le acarició la espalda con delicadeza pues Tsuna le proyectaba la imagen de un jarrón agrietado y frágil—, porque el amor en sí jamás será un problema sino una bendición

—Pero… —cada palabra dicha por el ex arcobaleno le aliviaba, pero también le daba terror el estar siendo engañado

—Amar a otra persona no está mal —lo sujetó para que no se alejara de sus brazos—, sea quien sea, el género no importa, el cómo se ve tampoco… Es el sentimiento sincero lo que es esencial

—¿No cree que soy… extraño? —sus palabras temblaban, las memorias todavía lo hacían sentir inseguro

—Yo creo que eres el cielo más brillante que he visto —sonrió sutilmente antes de empezar a acariciar la espalda ajena de arriba hacia abajo para intentar relajar al castaño—, el padre más amoroso, el hijo más dulce, el amigo más leal, el líder más apto y la persona más sincera…

 

Tsuna hubiese huido en cualquier otra ocasión, mentido, seguido con la farsa dictada como su heterosexualidad, porque ya fue lastimado, odiado y discriminado cuando fue sincero en ocasiones pasadas. Pero ahora sólo podía aferrarse a los brazos de Fon, morderse el labio interno en silencio para verificar que no estaba soñando, no pestañear demasiado rápido para que sus lágrimas no saliesen y agradecer a su abuelito porque seguramente él lo estaba ayudando. Estaba feliz, pero también asustado ya que las cosas nunca eran así de fáciles.

 

—¿No preguntará por Dayane? —después de un silencio extendido, decidió terminar con eso— ¿Por qué ella…?

—La amabas —Fon sonrió antes de separarse del castaño— y eso es lo que importa

—Yo… —boqueó un par de veces porque sus labios no pudieron pronunciar el tan ansiado “no es verdad” y sin pensarlo el recuerdo de Dayane, a quien se aferraba cada noche para dormir, con quien compartió la dicha de criar a dos hermosos niños y la ilusión compartida por el tercero, llegó con infinidad de imágenes—. Yo…

—Cuando de ella hablas, tus ojos brillan —sujetó las mejillas del menor y decidió ayudarlo un poquito—. Tus palabras sólo la describen como algo maravilloso. Adoras que tus hijos hayan heredado cosas de ella… —sonrió con dulzura y amabilidad—. Tú la amabas

—Es… es cierto —sollozó cuando se dio cuenta de que, a pesar de todo, de los problemas que ocurrieron antes o después de Dayane, él sintió algo enorme por ella, algo que no podía ser catalogado como cariño o hermandad… era algo más fuerte, algo sincero—. Es cierto… —tragó duro mientras observaba la sutil sonrisa de Fon— la amaba… —lo aceptó y de su pecho sintió que un nudo se deshizo y un alivio lo encarnó—, pero nunca se lo dije… Mis palabras jamás superaron los “te quiero” —y de nuevo sintió el peso de sus acciones y palabras, de nuevo la culpa y el arrepentimiento

—No hacía falta —sonrió con ternura porque él también recordó las pocas veces que vio al décimo cielo junto con su esposa y lo rebosantes de felicidad que estuvieron—. Estoy seguro de que ella lo sabía —le acarició los cabellos

—Dayane —sollozó quedito sin poder exteriorizar las disculpas que necesitaba pronunciar

—No te martirices por eso, Tsunayoshi-kun… tampoco te martirices por el género de quien haya tenido la oportunidad de ser amado por ti… Nada de lo que haces está mal, son las personas que lo interpretan erradamente

—Siempre duele… —sus labios temblaban y sus ojos aguados derramaban gotitas saladas que resbalaban por sus mejillas—. Las palabras, miradas, el… el rechazo… siempre lastima

—A veces las personas son crueles, pero está bien porque seguramente pronto se darán cuenta de su error y te apreciarán por lo que eres en esencia

—Es lo mismo… que Nono dijo —suspiró para recuperar algo de aire—. Lo que nos dijo a Enma y a mí… fue eso

—Era un hombre sabio —Fon volvió a abrazar a Tsuna para reconfortarlo

 

Se dieron un tiempo para desahogarse; lágrimas y sollozos, suspiros, susurros mientras el uno acariciaba la espalda de quien necesitaba sólo un gesto cálido de aceptación. Tsuna se quedó de pie, aferrado al azabache, llorando ante la tumba de la primera persona que le dijo que sus gustos no eran malos, de quien fue su apoyo durante los largos años en que perdió amigos y familia.

Extrañaba a aquel ancianito de mirada brillante a quien le juró retornar la Vongola a su estado original.

Era doloroso y satisfactorio porque ahora ya no se sentía tan solo pues Fon estaba ahí.

Tsuna terminó por suspirar cuando su cuerpo ya no sentía el peso de los secretos, recibió una sonrisa amable y al fin se sintió listo para seguir. Sin decir más se enfocó en las tumbas de su esposa e hijo antes de decidir retirarse de aquella morada eterna.

Sintió la compañía del azabache, sintió las caricias en su cabello y vio de reojo una sonrisa amable que lo llenó de alivio. La mirada de Fon fue la que más le impactó, porque no había cambiado ni un poco, desprendía amabilidad, cariño, alivio, tal vez algo de felicidad. Había sido aceptado como pocas veces

Se tomaron un pequeño tiempo para respirar antes de encaminarse de regreso a sus hogares, mas, algo era diferente, se notaba de lejos.  

 

—¡Juudaime! Me alegra ver que está de vuelta —Gokudera corrió apenas le dieron aviso de que su jefe llegó

—¿Hubo algún inconveniente, Hayato? —le sonrió al reconocer la preocupación sincera y la agitación común en su tormenta

—Bueno —Hayato se quedó impresionado al ver el rostro del castaño, algo rojizo en evidencia de llanto, pero con la mirada más brillante y los hombros menos tensos—, Taiki… Taiki despertó, pero al saber que usted había salido con Fon-san decidió no preguntar más y se entretuvo en el cuarto de entrenamiento junto con Ryohei. Isabella despertó, lloró un poco al ver que usted no estaba, pero Nana-sama pudo calmarla así que decidimos no llamarlo

—Gracias, Hayato —suspiró aliviado y curvó sus labios

—Me alegra verlo sonreír de nuevo —acotó sin poder contenerse, feliz por recuperar un poquito de su antiguo cielo

—Lamento haberte preocupado

—¿Puedo preguntar a dónde fue hoy?

—Con mi abuelo —se acomodó los cabellos—, con Dayane y Ángelo

—Perdone —reverenció y sus hebras platinadas se removieron con la brisa—, no debí haber preguntado, pero me preocupó su salida intempestiva

—No es nada —palmeó el hombro de su amigo para que levantara la cabeza—. Ahora vamos, tenemos trabajo que hacer, Hayato

—Adelanté un poco de eso —sonrió orgulloso por su eficiencia—, así que puede tomarse el resto del día libre para que esté con sus hijos

—Gracias y lamento darte tantos problemas

—Por el contrario —sonrió con su mirada brillante, resaltando el verde de su iris—, soy yo el que debe disculparse por ser una carga más a la cual usted debe soportar

—Jamás serás una carga

—Entonces debo considerarme una herida —cerró sus ojos—. ¡Perdóneme por eso!

—No pasa nada, Hayato

—Yo nunca debí dejarlo solo, juudaime. Fue mi peor error… ¡perdóneme! —bajó su cabeza una vez más

—Está bien —levantó a su amigo y le sonrió

—Pero yo me callé tantas veces y me impedí seguir a su lado por razones tan tontas que… —angustiado hablaba sin parar

—¿Por qué giraste el rostro cuando yo más te necesitaba? —Tsuna lo miró directamente, quería saber y aprovecharía esa ocasión de sinceridad y soledad— ¿Por qué jamás diste el paso que yo tanto anhelaba que dieras, Hayato?

—No puedo responder a eso —se tensó

—¿Por qué jamás luchaste porque yo te amara?

—Porque no lo merecía —respondió tras tragar forzosamente ya que su garganta se sentía seca

—Yo pude haberte dado la oportunidad que querías —le sonrió con amargura—. Quise dártela, te lo insinué muchas veces, pero tú siempre negabas y te alejabas de nuevo. Muchas veces sentí que jamás volvería a poder alcanzarte… —se relamió los labios y ahogó su desdicha—. Hiciste que pensara que lo que sentía por ti estaba mal y que en sí… yo estaba errado, que lo que te ofrecía era grotesco

—Sus sentimientos jamás serían grotescos —su voz tembló debido a la vergüenza que sentía, por el arrepentimiento también—, pero yo no me atrevía a aceptarlos porque… porque tenía medio

—¿De qué? ¿O qué?

—Las apariencias importan —dijo con dolor recordando las duras palabras de quien le confió su puesto como mano derecha del décimo jefe de Vongola— y yo no quería ser separado de usted por algo tan vano como el amor que yo le profesaba y… aun…

—Si piensas que eso era vano, significa que no merecías una oportunidad… que no valías la pena y me mentías —Tsuna apretó los dientes, no quería enfadarse—. Que, si hubiese luchado por un supuesto “nosotros”, hubiese sido una lucha individual de mi parte

—¡Yo no quise decir eso! ¡No era la palabra adecuada! —alterado intentó cambiar lo dicho, de disculparse

—Pero lo has hecho—con seriedad palmeó el hombro de su guardián y se acercó a él para un último susurro—. Yo pude haber luchado… pero tú mataste aquello que yo llegué a cultivar por ti, Hayato

—Y no sabe cuánto me arrepiento —susurró agitado

—Ya no importa —suspiró antes de alejarse un paso

—¿Podría pedirle… una nueva oportunidad?

—Ya es tarde, Hayato —acarició la mejilla del ojiverde y suspiró—. Muy tarde

—Lo sé —su voz tembló, pero no insistió

—Entonces no cometas el mismo error de nuevo… Si te enamoras de alguien más, lucha por él a pesar del miedo que sientas al rechazo o a las dificultades

—Lo haré, juudaime

—Eres un buen amigo, Hayato —se separó de su tormenta para encaminarse a la mansión—. Ya no te alejes de mí porque eso duele

—No lo haré —se tragó sus lágrimas y elevó la frente—. Jamás lo dejaré, juudaime

—Y por favor… elimina ese amor que dices sentir por mí… porque eso sólo hará de nuestra convivencia algo doloroso

—Lo intentaré

—Gracias, Hayato

 

Estaba dicho, nada volvería a ser como antes. Tsuna no quería volver a lo de antes, no ahora que se sentía un poco más libre y aún tenía una herida abierta.

Fue muy doloroso reconocer que amó a su esposa y nunca se lo dijo, pero fue liberador saber que sus gustos no estaban mal, eran las personas que lo juzgaban los que lo estaban. De todas formas, no podía volver el tiempo atrás

 

—Hola princesa —sonrió al ver a su niña caminar sujetando la mano de su castaña madre para seguramente dirigirse al jardín

—Bienvenido, Tsu-kun

—Estoy en casa, mamá —su hija aun no hablaba, sólo sonreía, a veces gritaba, hacía gestos, pero nada más. Aun así, Tsuna sentía que el peso sobre sus hombros se iba al carajo cuando recibía el beso de su hijita—. Hoy papá estará contigo todo el día, Bella —sonreía al besarle cada mejilla y escucharla reírse bajito—. ¿A qué quieres jugar? —su niña apuntaba a las escaleras y él sonreía— Claro, llamaremos a tu hermano

—Tu padre ha ido por Taiki —sonrió la castaña— porque te hemos esperado para desayunar, así que deben estar hambrientos, ¡vamos!

—Gracias, mamá, pero no debían esperar —fue Isabella quien tiró de su camisa e hizo un puchero

—Ellos quisieron esperar —fue la respuesta de Nana quien entre risas apreciaba la protesta de su nieta

—Lamento haber tardado, entonces —Tsuna sonrió antes de encaminarse a la cocina cuando vieron a los faltantes que bajaban las escaleras

—¡Papá! ¿Dónde estabas?

—Tenía que visitar a alguien —sonrió cuando recibió un rápido abrazo de su hijo y aprovechó para despeinarlo ligeramente—, pero ya terminé y ahora podré pasar con ustedes el resto del día

—Bien —festejó Taiki con una sonrisa sutil—. Ahora podrás enseñarme cómo usar eso que llaman: la llama de la última voluntad

—Papá —Tsuna miró al rubio quien se tensaba demostrando su culpabilidad—, Taiki aún es un niño

—Se me escapó —rio nervioso, pidiendo disculpas con un gesto de sus manos—. ¡Lo siento, atún!

—Papá… no me digas atún —suspiró

—Pero era tu apodo de pequeño —acotó Nana con emoción y añoranza

—¡No me ignores, papá! ¡Quiero aprender! ¡Lo exijo!

—Aun eres un niño, Taiki, tú deberías aprender otras cosas a esta edad

—¡No! —reclamaba con firmeza— quiero entrenar y aprender eso… ¡Lo necesito para cuidar de Bella!

—Desayunemos primero, después hablamos de eso —las cosas aún tenían que controlarse de a poco

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Krat cree que cada que corrige y escribe estos caps es sinónimo de que va a llorar.

Por cierto, me saqué un tiempito para actualizar el capi que ya tenía escrito, intentaré mañana actualizar “Locura por mi todo” y continuar con un reto UshiHina… sorry, siempre me meto en cosas y parece que se me acumulan todas al mismo tiempo XD …  eso que aún sigo planeando un reto Hanahaki R27, ctm, me llega la fecha límite

Perdonen a Krat~

Los amo~

Besos~

 


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