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Chispitas de Chocolate Blanco por cancion del viento

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Notas del capitulo:

¡Buenas!

Después de que Tony por fin le contara a Jarvis lo de Obadiah y de que el ambiente se relajara, las cosas parecieron tranquilizarse, el mayordomo estaba más calmado y el Stark menor ya estaba mejor. Pronto sería la hora de la comida o merienda para algunos.

-¿Seguros que no quieren quedarse a comer? –preguntó el mayordomo a los dos jóvenes más altos. –Dentro de media hora estará lista la comida.

-No queremos molestar. –habló Steve con cortesía levantando levemente los brazos.

-No es ninguna molestia. –insistió el mayordomo.

-Vamos chicos… -suplicó el castaño menor. –La comida de Jarvis es la mejor. –Al parecer ya estaba mejor, confiaba en ellos.

-Yo me quedo. –mencionó Bucky. –A la comida, Steve, jamás se le debe de negar.

-De acuerdo. –convencieron al rubio.

El mayordomo sonrió, sabía que esos dos ya tenían un lugar especial en el corazón de su señorito. –Cuando esté lista la comida, les hablaré.

Los tres chicos se fueron a la sala, la mansión era enorme, tanto que temían que se fueran a perder. –Por cierto Tony… ¿Y tú papá? –preguntó el rubio viendo a sus alrededores.

-Tuvo que salir por cuestiones de negocios. –se encogió de hombros. –Vamos, les mostraré la casa. –caminó y fue seguido por los fortachones, llegaron primero al jardín, era enorme. –Este es el jardín. –después les dio un recorrido por toda la mansión Stark hasta que llegaron al cuarto del menor.

“Sin duda Tony / Anthoska es extremadamente millonario” pensaron al mismo tiempo los fortachones. –Es… es muy grande tú cuarto Tony… -dijo el rubio sorprendido.

-Hasta tienes baño propio en tu habitación… -añadió Barnes.

-¿Quieren hacer algo chicos? –les preguntó Stark.

-Podemos ver una película mientras esperamos. –sugirió Rogers mientras se sentaba en una de las sillas de la habitación.

-Veamos una de terror. –propuso el castaño mayor.

-Lo siento James, no puedo ver películas de terror por temor a sufrir un ataque… -se disculpó el pequeño genio.

El castaño mayor pareció reflexionar lo que dijo. –No te preocupes… podemos ver otra cosa, como por ejemplo una de risa. –se encogió de hombros.

De inmediato Tony puso la película en su televisión y se sentó en uno de sus puff que su papá le había regalado, Barnes imitó el acto del menor y se sentó en el otro puff con forma de pera.

El rato pasó mientras veían aquella película y haciendo comentarios de vez en cuando, la terna la pasó bien. –Jóvenes. –se asomó Jarvis por la puerta. –La comida ya está lista.

Bajaron a comer lo que el mayordomo de la familia Stark les había preparado, la diferencia entre la comida que Steve hace era clara comparada con la comida que Jarvis hace.

Finalizaron de comer y ya eran pasadas de las 4 de la tarde por lo que los dos fortachones ya se tenían que retirar a sus hogares y solo porque al día siguiente es escuela, tanto Jarvis como Tony los acompañaron hasta la salida pero el castaño menor los acompañó hasta la entrada principal.

-Gracias chicos… -sonrió Tony con sus mejillas levemente sonrosadas.

-No hay de qué. –James acarició la cabeza de su kotenok.

-Mantennos al tanto de todo Tony. –le dijo dulcemente el rubio al menor. –¿De acuerdo?

-Sí… -sin previo aviso Stark se acercó más a los fortachones, primero se acercó al capitán, se levantó de puntitas pero como le quedaba todavía muy alto lo jaló por la camisa para poder darle un beso en la mejilla cosa que avergonzó al capitán, después el castaño menor se dirigió con James pero éste ya había notado las intenciones de su Anthoska por lo que se agachó para que el menor pudiera darle el beso en la mejilla, una vez que se los dio, se despidió. –Nos vemos mañana en la escuela…

-Sí… -dijeron al mismo tiempo los fortachones. Sin duda ese chico los tenía vueltos locos, pero locos de amor.

El día en la mansión Stark pasó normalmente, por suerte para Tony su madre en todo el día no se hizo presente por lo que estaba tranquilo, a veces se iba a su habitación a trabajar en su proyecto o le hacía compañía a Jarvis, ya que el Stark menor sentía que el mayordomo se culpaba en cierto modo por las acciones de Stane, sin embargo el castaño trataba de pasarle toda la seguridad de que no era su culpa y que más bien le agradecía por todo lo que ha hecho por él.

La noche llegó y era hora de que el mayordomo se retirara a descansar, sin embargo no había nadie en la mansión y después de todo lo que había pasado Jarvis no quería dejar solo al menor. –Señorito. –Le llamó, entró a la sala y vio a Tony viendo la Tv. –Ya es hora de que se vaya a dormir. –miró su reloj. –son las 10:30 pm y mañana tiene escuela.

-Está bien. –se levantó del sofá y caminó con dirección a su cuarto. –¿Te quedarás?

-No me iré señorito. –le sonrió dándole seguridad. –No olvide tomarse si medicamento.

-No. –lo perdió de vista. –Supongo que debo ir por un cambio de ropa para mañana. –se dijo, caminó hacia la salida. –No debería tardarme más de 5 minutos. –habló a la nada, después de todo donde Jarvis se quedaba era una pequeña residencia a media cuadra de la mansión. Finalmente salió de casa para ir por ropa limpia.

En cuanto se fue Jarvis y cruzara la calle, fue como por obra del destino; María recién llegaba a la mansión. Entró y vio las algunas luces encendidas. –¿Jarvis? –preguntó María para ver si éste se encontraba en la mansión. –Creo que no está… -se dijo. –Ese mocoso me las debe. –subió por las escaleras rumbo a la habitación del menor, abrió la puerta del cuarto del castaño menor, al parecer Tony se encontraba en el baño.

Sin más la mujer se posicionó al lado de la puerta del baño para que cuando el Stark menor saliera no lo viera. El castaño abrió la puerta como si nada y caminó varios pasos hacia su cama cuando de repente se tensó al escuchar la voz de su madre en su habitación, se maldecía por no haber atrancado la puerta.

-Hola Anthony. –dijo con desdén viéndolo con asco. –¿Dónde estuviste anoche?

-Con unos amigos…

-¿Con unos amigos? –preguntó con seriedad la mujer. –¿Con permiso de quién? Porque según yo ibas a hacer un trabajo.

-Jarvis… -respondió bajito.

-No te escucho. –su madre avanzó unos pasos hacia su hijo.

-Jarvis me dijo que estaba bien… -la miró a los ojos.

-Eso a mí no me interesa. –María habló firme. –Obadiah te estaba esperando.

-… -Tony ya no sabía que decir, no sabía por qué se detenía, tal vez porque se trataba de su madre.

-Ah ya entiendo… -mencionó María con malicia. –No quieres decir nada porque de seguro te estabas comportando como una puta mal pagada con tus amigos ¿Verdad? –Sonrió con burla. –de seguro te la metieron por todos lados, eres una puta sin valor, Anthony. –ladeó su sonrisa.

-¿Qué? Eso no es cierto, yo… -el castaño ya no lo soportó más y comenzó a derramar lágrimas, realmente le dolió lo que le dijo como nunca antes le había dolido. –Es… es mentira… ellos…

-¿Sabes qué? No me interesa lo que hagas, pero si vas a satisfacer a otros hombres, debiste hacerlo con Obadiah, deberías largarte con él y dejar que te la meta, porque es para lo único que sirves. –habló de forma superior. –Vamos deja de llorar, que solo me provocas lastima.

-Mamá… -sollozó Tony, grave error, eso fue la gota que derramó el vaso. María se acercó a su hijo y le tendió una bofetada tan fuerte que dejó muy marcada su mano en el rostro acanelado del Stark menor, Tony se llevó su mano tapando donde su madre le había abofeteado y la vio con ojos llorosos.

-¡No me digas mamá! ¿¡Entiendes!? –le gritó la mujer, al ver que el castaño no decía nada solo hizo que se enfureciera más. Sin previo aviso la mujer agarró a Tony por el brazo apretándolo de una forma dolorosa y lo arrastró hasta el pasillo.

-¡M-me lastimas! –se quejó el castaño, en ese momento tenía mucho miedo y estaba entrando en pánico tanto que su corazón no lo soportaba, su corazón se aceleró y en cualquier momento sufriría un ataque.

-¿Cuánto falta para tu revisión médica? –le preguntó mientras lo aventaba al suelo, Tony solo se quejó por el golpe. –Que importa… -se acercó a su hijo con la intención de patearlo pero retrocedió justo cuando Tony le había aventado lo primero que agarró; un pequeño florero. –Mocoso insolente ¿Cómo te atreves? –de nuevo se volvió a acercar pero se detuvo.

Al parecer el corazón de Tony no pudo soportar la presión y el pánico que estaba sintiendo y comenzó a sufrir un ataque, el menor volteó a ver a su madre con ojos de súplica, tenía la esperanza de que su mamá le ayudara, pero no fue así. –Ma… má…

-Que suerte que te esté dando un ataque en estos momentos… me ahorra mucho tiempo. –se encogió de hombros la mujer. –A ver si ahora si te mueres. –sonrió con maldad. –si me disculpas me iré a tomar un baño relajante. –María se fue en dirección a su habitación dejando a su hijo tirado en el pasillo mientras la observaba, el corazón de Tony se hizo añicos y no literalmente, el menor lentamente comenzó a cerrar sus ojos hasta que todo se volvió oscuro.

Mientras tanto en Chicago, en la propiedad de Yinsen, ambos hombres se encontraban descansando en sus respectivas habitaciones, ya que Howard regresaría mañana a la mansión Stark, eran alrededor de las 11:30 de la noche, el Stark mayor ya estaba durmiendo cuando de la nada se despertó y se sentó de sopetón en la cama. –Carajo… ¿Qué fue eso? Tengo un mal presentimiento…

Regresando a la mansión Stark, Jarvis por fin había regresado. –Me tardé 5 minutos más de lo que planeaba… -el mayordomo notó que algo andaba mal, el ambiente se lo decía. –Será mejor que vaya a ver si el señorito se encuentra bien. –subió por las escaleras y justo cuando se giró para ir en dirección del menor, su peor pesadilla se había hecho realidad. Su señorito se encontraba tirado en el piso sin hacer movimiento alguno.

Rápidamente se acercó hacia él, le dio la vuelta para que quedara boca arriba; Tony no reaccionaba. Sin dudarlo sacó su celular y marcó a emergencias. -¡Necesito una ambulancia! ¡Un joven acaba de sufrir un ataque cardiaco! ¡En la mansión Stark! ¡Por favor, no se tarden! –colgó.

El mayordomo puso su cabeza en el pecho de su señorito para escuchar si su corazón todavía seguía latiendo, efectivamente, todavía seguía latiendo de una forma extremadamente irregular, la respiración del más bajo era el mismo caso que su corazón, en cualquier momento Tony podría morir. –¿Q-qué fue lo q-que pasó? –preguntó a la nada, solo se había ido por unos 10 minutos, regresaba y su señorito estaba sufriendo un ataque. Se maldijo a sí mismo.  

No se dio cuenta de cómo estaba las cosas a su alrededor en ese momento, no se dio cuenta del florero roto ni de la mejilla roja que su señorito tenía en ese momento, lo único que quería era que el joven no se diera por vencido, que llegara la ambulancia lo más rápido posible. Estaba devastado.

La ambulancia llegó y velozmente los paramédicos se hicieron presentes, colocaron a Tony en la camilla y se lo llevaron a la camioneta seguidos por el mayordomo. En cuanto las puertas de la ambulancia se cerraron ésta arrancó rumbo al hospital más cercano. Jarvis solo observaba como los paramédicos hacían su trabajo de una manera ágil, y pequeñas lágrimas comenzaron a caer por su rostro.

-¡Lo estamos perdiendo! –gritó uno de los paramédicos cuando la máquina que medía los latidos de Tony hizo su característico sonido, sonido que indicaba que su corazón se había detenido.

-¡Tenemos que darnos prisa! –de igual forma gritó un segundo paramédico.

-¡No queda de otra! ¡Hay que estabilizarlo! –el tercer paramédico comenzó a usar el desfibrilador en el castaño. –¡Una vez más! –se apresuró cuando la primera vez no funcionó.

-¡No funcionó!

-¡Otra vez!

Y como por arte de magia el corazón del pequeño Stark volvió a latir, dejando sacar un suspiro de alivio a todos los presentes y más al mayordomo que cuando el corazón de su señorito se detuvo sintió que todo el mundo se le venía abajo.

-Hay que darnos prisa o no va a aguantar. –afirmó uno de los paramédicos.

Llegaron al hospital y rápidamente bajaron a Tony para llevarlo a emergencias, Jarvis continuó al lado del menor hasta que una enfermera lo detuvo justo después cuando vio que se llevaban a su señorito a emergencias, lejos de él. –Usted no puede pasar, lo siento. –avisó la enfermera.

-Pero… -insistió Jarvis que se encontraba agitado.

-Disculpe. –trató la enfermera. –No puede pasar, pero puede esperar en la sala de espera y en cuanto tengamos noticias del chico le avisaremos, por el momento trate de descansar y tranquilizarse. –lo sujetó suavemente del brazo para llevarlo a la sala de espera.

Cuando la enfermera se retiró del lugar, Jarvis sacó su celular y con las manos temblorosas marcó el número de Howard. Sonó una vez, dos veces, tres veces, hasta que por fin contestó la llamada. –Señor Stark… -dijo con voz quebrada.

-¿Jarvis? ¿Qué pasa? Es la una de la mañana. –se escuchó con sueño desde el otro lado del teléfono, sin embargo al no tener respuesta se preocupó. –¿Jarvis?

-Lo siento señor Stark. –tomó fuerzas para decirle. –El señorito… está en el hospital, sufrió un ataque… Un ataque muy fuerte… y…

-….

-¿Señor Stark?

-Voy para allá. –contestó Howard con determinación.

Notas finales:

Gracias por leer.

¡Nos vemos!

(≡^v^≡)/


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