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Chispitas de Chocolate Blanco por cancion del viento

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Notas del capitulo:

Ohayo...

Era medio día y el sol estaba en su punto más alto, era un día cálido y con pocas nubes. Tony lentamente comenzó a abrir sus ojos, sentía sus parpados algo pesados y todo lo que recordaba estaba muy confuso y borroso, cuando finalmente abrió sus ojos por completo y observó el techo blanco del hospital, estaba desorientado y no sabía dónde estaba, quiso entrar en pánico pero cuando volteó su cabeza vio que Jarvis se encontraba sentado al lado de su cama en una silla que no se veía muy cómoda, el mayordomo estaba dormido pues no había pegado ojo desde que se despertó la mañana anterior.

Cuando el castaño se ubicó por completo se relajó, estaba a salvo, y aunque sus últimos recuerdos estaban borrosos, se dio cuenta de que no había sido un sueño, realmente su madre lo estaba dejando morir anoche. ¿Acaso era un mal hijo? ¿No se merecía ser feliz? Sin que pudiera evitarlo unas cuantas lágrimas de tristeza salieron de sus enormes ojos achocolatados.

Todavía se encontraba con el respirador pero sin dudarlo se lo quitó después de todo ya podía respirar bien, con un poco de dificultad pero bien, al menos para hacerlo por su cuenta. Al quitárselo no pudo evitar toser un poco y eso hizo que Jarvis se despertara.

-¿Señorito? –preguntó Jarvis reincorporándose del pequeño sueño ligero que había tenido. –Que bueno que ya despertó. –le dijo cariñosamente.

El menor lo observó y lo que Jarvis vio en sus ojos le partió el corazón pues su señorito había perdido ese brillo en sus ojos que demostraba las ganas de vivir, ese brillo de esperanza, ese brillo que veía todo lo bueno de las personas y situaciones, ese brillo que lentamente se fue desvaneciendo hasta que desapareció por completo. Jarvis tenía ganas, y aunque fuera en contra de toda su persona, tenía ganas de desfigurarle la cara a la madre de su señorito.

-¿Qué pasó? –preguntó seco el castaño sin ninguna emoción en su rostro.

-Sufrió un ataque ayer en la noche… -contestó el mayordomo. –Su padre ya está de regreso, vino hace rato a verlo y no ha de tardar en volver, dijo que tenía unos asuntos que arreglar antes de volver… -tomó aire. –Señorito, hoy se le hará una cirugía a las 5 de la tarde.

El castaño ni siquiera se inmutó por lo que el mayordomo le había dicho. –Ya veo. –contestó como si nada.

-Señorito… -esa respuesta sin emoción alguna le había hecho añicos el corazón al más grande, se armó de valor. –¿No tiene miedo? –debía confirmar que su niño se encontraba bien emocionalmente, sin embargo no se esperó la respuesta que le dio. Jarvis esperaba un “sí” o un “más o menos” u otras cosas pero no aquella respuesta.

-¿Sí muero qué importancia tiene? –habló el menor sin emoción alguna mientras veía a los ojos al más grande.

-No diga eso señorito. –el mayordomo apretó levemente los puños, su niño estaba roto. –Su vida es muy valiosa y yo sé que logrará grandes cosas. –trató de animarlo. –Y lo queremos mucho…

Tony lo vio con sus grandes ojos, completamente serio y se limitó a no contestar, solo ladeó su cabeza de nuevo y observó el techo como si fuera lo más importante del mundo y de ahí en adelante ya no mencionó nada a menos que se le preguntara.

-¿Quiere algo de comer? –Jarvis le preguntó dulcemente, debía intentar por lo menos sacarle una emoción al más bajo. –Puede comer lo que guste antes de las 3:30 de la tarde. –le dijo, pues debía tener por lo menos una hora y media sin comer antes de la cirugía.

-No tengo hambre…

-Debe de comer algo por lo menos. –le miró preocupado. –Y no aceptaré un no por respuesta. –llamó a la enfermera para que le trajera algo de comer al joven.

Rato después de que la enfermera la haya traído de comer algo al menor y de que Jarvis se asegurara de que Tony se lo comiera todo, el mayordomo retiró la bandeja de comida y la dejó en la mesita que estaba al lado de la cama, en ningún momento le quitó la vista de encima al menor. Debía preguntarle que había pasado, era su oportunidad, no debía decirle nada al señor Stark si solo era lo que suponía, tenía que confirmarlo con su niño.

-Señorito. –inhaló. –¿Qué fue lo que pasó anoche? –se sentó en la silla de nuevo. –Su ataque fue provocado ¿Cierto? –cuando vio que Tony asintió, armado de valor para la siguiente pregunta, prosiguió. –¿Fue su madre quién lo hizo? –no obtuvo respuesta. –Señorito…

-Sí… -contestó el menor con sus ojos levemente hundidos. –Fue ella…

Jarvis confirmó sus sospechas, ¿Cómo era posible que esa mujer tratara así a su propio hijo? ¿Cómo era posible que le quitara las ganas de vivir a un chico muy bueno? –Lo siento mucho señorito… -le dijo, Tony solo asintió como si nada.

Las 5 de la tarde ya había llegado, Howard ya había firmado todos los documentos que se le había solicitado, los tres hombres ya habían preparado todo lo necesario para colocarle el reactor en el pecho al Stark menor.

Howard junto con Vincent y Yinsen se dirigieron a la habitación donde Tony se encontraba, el primero entrar fue Stark seguido por los otros dos. Tanto Tony como Jarvis miraron a los presentes. –Ya es hora. –habló el doctor. Acto seguido se llevaron a Tony para la cirugía. Pero antes de eso Howard se dirigió con el mayordomo.

-Jarvis, puedes irte a descansar. –le dijo y después de eso el castaño salió de la habitación dejando solo al mayordomo.

-Ojalá todo salga bien… -habló a la nada el mayordomo para después salir de la habitación, ir a su residencia y descansar un poco para después regresar, no pensaba tardarse así que salió del hospital.

Tony ya se encontraba acostado en el respectivo lugar, esperando a que todo comenzara, antes de que el proceso iniciara, Howard se acercó a su hijo y apretó suavemente su mano. –No te preocupes hijo, todo saldrá bien… no olvides que te quiero. –le sonrió, Tony solo se limitó a asentirle a su papá antes de que le colocaran la boquilla y que la anestesia comenzara a surtir efecto, lo último que vio el castaño menor fue a su padre y de ahí en adelante todo se hizo borroso hasta que perdió la conciencia cayendo en un profundo sueño.

Yinsen al notar como se encontraba su amigo de preocupado se acercó a éste. –No te preocupes, Howard. Tú hijo es fuerte… estará bien.

-Sé que estará bien. –intentó darse ánimos el Stark mayor para después ver a su hijo que dormía debido a la anestesia.

-Bien. –mencionó Vincent. –Es hora de comenzar.

Jarvis había tomado un taxi para llegar a su casa y descansar un rato, se bañó, comió algo y se durmió un rato, lo suficiente como para reponer las energías. Se vistió con su típico uniforme de nuevo y salió rumbo al hospital de nuevo. Estaba a punto de pedir un taxi cuando algo llamó su atención y es que vio que en su misma banqueta venían caminando Steve y James. Se sorprendió ¿Qué hacían ellos por estos rumbos?

Ambos fortachones vieron a Jarvis y se acercaron con él para preguntarle acerca del paradero del amor de su vida. –Buenas tardes. –saludaron los dos chicos.

-Joven Steve y Joven James… ¿Qué los trae por aquí? –preguntó el mayordomo tratando de dar una sonrisa.

-Tony no vino a la escuela y estamos preocupados… por eso vinimos. –respondió el rubio siendo amable.

-Y le trajimos donas a Anthoska. –mostró la caja de donas. –¿Dónde está? –preguntó el castaño.

Jarvis los vio con unos ojos tristes, tomó aire. –Lo lamento, jóvenes. Pero anoche el señorito sufrió un ataque cardiaco muy fuerte y en estos momentos está en cirugía.

La respuesta que Jarvis les había dado los dejó congelados, ¿Qué fue lo qué pasó? Si antes de que se fueran Tony estaba en perfectas condiciones… ninguno de los dos se lo explicaba.

-Pero… ¿Estará bien? –preguntó Bucky con esperanza.

-Eso espero. –suspiró el más grande. –Si me disculpan debo regresar al hospital… ya pasó algo de tiempo desde que mi señorito entró en cirugía y ya no ha de tardar en finalizar.

-¿Podemos ir con usted? –cuestionó el rubio.

-Si ustedes lo desean, está bien por mí… -paró un taxi. –Por cierto. –abrió la puerta del auto y los miró con una sonrisa ¿picara? –Su padre está ahí… es mejor que los conozca de una vez. –se subió y seguido de él los dos fortachones se subieron al taxi con dirección al hospital.

Llegaron al hospital y los tres hombres se dirigieron a la sala de espera, tomaron asiento, Bucky ya iba de un lado a otro mientras que Steve hojeaba una revista sin leer o jugaba con ella por los nervios y Jarvis solo estaba sentado mientras mantenía los ojos cerrados hasta que los abrió por sorpresa ya que María recién llegaba saludando, en ese momento Jarvis quiso saltarle encima pero el estar en un hospital debía comportarse, ya se arreglaría todo después. Y así las horas pasaron hasta que finalmente la puerta se abrió dejando salir al doctor Vincent.

De inmediato los presentes se pusieron de pie y se acercaron al doctor. –Doctor Vincent… -llamó Jarvis, todos estaban atentos a la respuesta que daría el de blanco. Steve y Bucky estaban hechos un manojo de nervios y sentían que en cualquier momento sus piernas los tumbarían.

-Fueron casi 7 horas en cirugía, debo admitir que fue complicada pero… -hizo una leve pausa que solo hizo que los presentes se imaginaran lo peor. –Pero afortunadamente todo salió bien. –sonrió. Jarvis lloró de felicidad mientras que los dos fortachones se abrazaron para celebrar que el amor de su vida estaba con vida y María solo hizo una leve mueca de disgusto. –En este momento Howard está con Anthony en la misma habitación donde anteriormente estaba.

-¿Podemos verlo? –se apresuró el rubio

-Sí, pueden verlo. –vio como estaban a punto de salir corriendo los dos fortachones pero los detuvo antes de que eso pasara. –Pero, Anthony acaba de salir de cirugía por lo que la anestesia todavía no se le pasa así que lo encontraran dormido y cuando despierte eviten atosigarlo y alterarlo, necesitará de su ayuda cuando recupere el conocimiento ¿Entendido? –finalizó el de blanco.

-No se preocupe doctor. –dijo María. –Lo cuidaremos muy bien. –las palabras pronunciadas por la mujer solo hicieron que la sangre de Jarvis hirviera en odio, “Maldita mujer hipócrita” pensó el mayordomo.

Los cuatro avanzaron hacia la habitación del más bajo, Jarvis tocó suavemente la puerta para después abrirla lentamente y ahí se encontró con Yinsen que estaba sentado en una de las sillas y a Howard que estaba sentado al lado de su hijo. –Buenas noches, me alegra bastante que el señorito haya salido bien de la cirugía. –saludó el mayordomo para que después entrara y seguido de él entraron los fortachones e hicieron el mismo gesto que Jarvis y al final entró María.

-¿Y ustedes son? –preguntó Howard refiriéndose a los dos jóvenes.

-Son amigos del señorito. –se apresuró Jarvis. –Han estado muy preocupado por él desde que se enteraron de todo. –señaló al castaño y luego a rubio. –Él es James Barnes y él es Steve Rogers.

-Mucho gusto… -saludó el capitán.

-Es un placer. –de igual forma saludó Bucky.

Howard los analizó por unos segundos. –Así que son ustedes. –les dijo serio.

-¿Dis-disculpe? –preguntó nerviosos el capitán.

-No, nada… -les contestó. –Me alegras que mi hijo tenga amigos como ustedes…

-¿Gracias? –se confundió el castaño. –De todas formas estamos más que alegres de que Antho… Tony haya salido bien.

-Así es… -apoyó Rogers.

-Discúlpame Howard. –Yinsen se levantó de su asiento. –Ya hay mucha gente aquí, por lo que yo me retiro a descansar para que puedas hablar tranquilo. –caminó hacia la puerta. –Iré a la mansión, no te preocupes. –le sonrió a su amigo. –No me iré hasta que den a mi sobrino de alta. –salió de la habitación. –Que pasen buena noche.

-Jarvis. –le llamó el Stark mayor. –Creo que es hora de que me cuentes todo. –miró a los fortachones en señal de que se fueran.

-Señor, no creo que deba contarle esto aquí, es mejor que dejemos descansar al señorito. –abrió la puerta. –Tratemos este tema afuera, por favor. –salió de la habitación.

Howard al notar eso, se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta donde se encontraba Jarvis. –Les encargo a mi hijo. –les dijo a los presentes. –salió de la habitación dejando a Steve, Bucky y María.

María solo se limitó a sentarse en una de las sillas mientras que los dos fortachones se acercaron al menor que yacía dormido en la cama, aunque algo llamó la atención de ambos y es que una luz azul provenía de su pecho, traspasaba la vestimenta que traía puesta pero por el momento lo dejaron pasar.

-Recuerda Anthoska que te hicimos la promesa de no dejarte solo. –habló Barnes dulcemente mientras le acariciaba suavemente el cabello.

-Nos tenías preocupado Tony… -Steve sujetó la mano del menor con cariño. –No nos vuelvas a asustar de esa forma… -­María solo desvió la mirada un poco asqueada por lo que acababa de presenciar.

Mientras tanto en el pasillo, Jarvis estaba a punto de contarle todo al Stark mayor, estaban sentados en uno de los asientos que se encontraban por los corredores blancos del hospital.

-Bien, Jarvis. –el castaño suspiró cansado. –Quiero que me cuentes todo sin excepción alguna. –le ordenó.

-Señor Stark… la situación es algo complicada…

-Te escucho.

-Pues…

Notas finales:

Gracias por leer.

¡Nos vemos!

(≡^v^≡)/


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