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Chispitas de Chocolate Blanco por cancion del viento

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Después de varios días del pequeño incidente de Tony, las cosas se habían relajado y parecía que todo había regresado a la normalidad, no obstante una pequeña incomodidad rondaba por la mansión, supongo que ya sabemos por qué.


-Te digo que eso fue lo que hizo. –habló Howard.


-¿En serio? –dijo el contrario.


Ambos se encontraban en la oficina del pelicafé, Fury había decidido ir a ver a su ahijado y de paso ver a Howard, después de saludar a Tony y platicar un rato, se dirigió con el Stark mayor para conversar sobre algunas cosas.


-Sí, créeme que me sorprendió. –se llevó sus manos al cabello. –Y ni siquiera hemos hablado sobre ello... además parece que me está evitando... y eso comienza a molestarme.


-Entonces deja de perder el tiempo y ve de una vez con Jarvis y arreglen esto, que hasta Tony ya se dio cuenta de que algo anda mal con ustedes. –se enojó Nick, suspiró hondo y vio a su amigo a los ojos. –Si esto continua, ser convertirá en un fastidio después.


-Ya lo sé... –le respondió seco. –¿Y sabes que más?


-¿Qué? –se confundió el moreno.


-Me gustó... –susurró más para sí mismo que para su amigo. Howard estaba completamente ruborizado.


-¿Qué dijiste? No te escuché...


-Me gustó... –de nuevo lo susurró para sí mismo.


-Habla bien Howard, no te estoy entendiendo nada. –Fury comenzó a enojarse y si la situación avanzaba de la misma forma golpearía a su amigo para que reaccionara.


-¡Que me gustó! ¡Maldita sea! –Howard se desesperó y se lo gritó al contrario, estaba rojo de la vergüenza por decir aquello. –Lo peor de todo es que quiero volverlo a hacer. –se revolvió el cabello con frustración, vaya cosas le estaba ocurriendo.


-Oh... entonces por eso estás así. –se burló Fury, posteriormente tomó de su café, vio a su amigo y le pareció divertido verlo así de avergonzado, una sonrisa en su rostro se formó y no pudo evitar reírse. –Serás un genio y lo que tú quieras pero eres un idiota.


-¡Oye! –se quejó Stark. –Si vas a decirme eso mejor ahórratelo...


-Lo que quiero decir es que yo no le veo problema. –lo miró a los ojos. –Y por lo que acabas de decirme... –Nick formó una sonrisita burlona. –Te enamoraste de Jarvis... si no fuera así, tú reacción sería otra...


-¿Q-qué? –el pelicafé casi se atraganta con su propia saliva de tan solo escuchar eso... "¿Enamorado de Jarvis?" pensó.


-Piénsalo Howard, ya pasó tiempo desde lo de María por lo que es natural que busques a alguien más, y que casualidad que haya sido de tú mayordomo... aunque me sorprende que haya sido en estos tiempos y no antes de que te casaras con María. –se encogió de hombros. –Las cosas pasan por algo, y si no fuera por María no tendrías a Tony eso es un punto a su favor, a parte debido a su comportamiento quizá nació ese amor hacia Jarvis que te lo tenías guardado muy en el fondo... uno nunca sabe.


-¿Tú crees? –cuestionó Howard mientras procesaba todo lo que Fury le dijo.


El más alto se llevó una mano a su rostro hartándose de la ingenuidad del pelicafé, a veces Howard podría un poquito... un poquito... –Ahora entiendo porque Tony es un poco ingenuo e idiota cuando se trata de romanticismo, ¿Y de quién lo heredó? Así es, de ti.


-... –suspiró hondo. –De tal palo, tal astilla... supongo... –Howard miró a su amigo. –Creo que tienes razón... me volví a enamorar o ya lo estaba. –se llevó una mano a su mentón reflexionando. –Como sea, pero hay otro problema.


-Ya sé para donde va esto.


-¿Y si los sentimientos no son mutuos? –preguntó Howard con un poco de ansiedad.


-Pero ¿Y si lo son? –rápidamente le preguntó al contrario, sabía que Howard lo intentaría solo había de darle una patadita en el trasero para que avanzara.


-¡Tienes razón! –se paró de repente de su asiento. –No pierdo nada con intentarlo. –caminó hacia la salida de la habitación pero se detuvo justo antes de abrir la puerta. –Así que Nick, necesito que te vayas de mi casa porque en caso de que me rechace y me mande a sembrar mandarinas no quiero que estés ahí para recordarlo.


-¿Vas a hacerlo ahora? –Fury se sorprendió, cuando Howard agarraba vuelo no había nada ni nadie que lo detuviera.


-Sí. –abrió la puerta. –Así que... shu, shu, shu. –movió sus manos de atrás hacia adelante como si lo estuviera corriendo de la mansión, aunque técnicamente así era.


-Está bien. –se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta. –Me despides de Tony y mucha suerte amigo. –palmeó el hombro del pelicafé y posteriormente salió de la mansión.


Howard Stark estaba sumamente nervioso, siempre se le dificultaba los temas del amor, por eso tardaba en darse cuenta que estaba enamorado o viceversa, solo tenían que decírselo para que ese sentimiento saliera a la luz y se diera cuenta, sí, sin duda un ingenuo.


Recorrió los pasillos de la mansión en busca de Jarvis, pensaba lo que le diría y como le haría, lo peor de todo que se le vino a la mente es que el mayordomo renunciara y se fuera de sus vidas, pero Jarvis quería mucho a Tony así que no se podía ir ¿Verdad?


Finalmente dio con el mayordomo, éste acomodaba algunas cosas en la biblioteca, "Vamos Howard, tú puedes" se dijo, se armó de valor, se metió a la biblioteca y cerró la puerta tras de sí llamando la atención del más alto.


-¿Señor? –se confundió el mayordomo, lo volteó a ver dejando lo que tenía en sus manos en la mesita que estaba al lado del librero.


- *Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,


Sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,


En regiones contrarias, en un mediodía quemante:


Eras sólo el aroma de los cereales que amo.


Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa


En Angola, a la luz de la luna de Junio,


O eras tú la cintura de aquella guitarra


Que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.


Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.


En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.


Pero yo ya sabía cómo era. De pronto


Mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:


Frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.


Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.* (Soneto 22, Pablo Neruda). –Howard le había recitado un poema de todos los que se sabía de memoria, suerte de ser un genio.


Jarvis estaba en shock, no entendía lo que estaba pasando ni el por qué el Stark mayor le decía aquellas palabras, confundido, muy confundido se encontraba, intentó hablar pero las palabras no le salían, simplemente se vieron a los ojos por varios segundos. Howard esperaba que Jarvis dijera algo primero y el mayordomo no sabía que decir.


Así que el pelicafé decidió dar el primer paso. –Estuve pensando acerca de lo que pasó... sobre el beso que me diste hace unos días. –Dijo serio y viéndolo directamente a los ojos.


El mayordomo tragó saliva y lo primero que se le vino a la mente fue que Howard lo regañaría o en el peor de los casos lo despediría, no deseaba eso, no quería alejarse de su señorito lo consideraba como su propio hijo y tampoco quería sacar de su vida al Stark mayor y verlo a lo lejos con alguien más que no fuera con él. "¿Qué?" pensó, ¿para qué lo negaba? hace días que se sentía extraño, cada vez que veía a Howard se sentía bien, cada vez que le hablaba o lo tocaba se sentía feliz, quería tenerlo cerca, intentó suprimir esos sentimientos que inconscientemente salieron a flote... tal vez siempre estuvo enamorado de él pero no se dio cuenta y solo le bastaba con estar a su lado, reprimió todos sus sentimientos para evitar que algo malo pasara, para evitar que Howard lo odiara y que Tony lo repudiara.


Aquella vez en que lo besó se dio cuenta de que efectivamente estaba enamorado de él y eso que al principio lo hizo para que Howard se calmara y no armara un alboroto y funcionó, pero tal vez se precipitó con haberlo besado puesto que había otras maneras de tranquilizar al Stark mayor.


-Señor, yo...


-Debes hacerte responsable de tus actos... –se acercó al mayordomo.


Desvió la mirada, no quería ver el rostro de Howard enojado con él. –No debí pre... –Jarvis fue interrumpido ya que esta vez Howard lo sujetó por la corbata y lo jaló hacia él levemente para besarlo, se sorprendió "¿Qué?". Se separaron de aquel beso, uno sencillo pero que hablaba por sí solo. –¿Señor? –estaba más que desconcertado.


-Creí que era mi turno de regresártelo. –sonrió. –No me digas que... no entendiste el poema que te dediqué... por eso me viste horrorizado cuando mencioné lo del beso.


-No entiendo lo que quiere decir... –dijo Jarvis regresando en sí, era cierto, ¿cómo se le pudo haber olvidado el poema en unos cuantos segundos? Eso solo demostraba el poder de Howard sobre él.


-Muy bien. –respiró hondo. –Me enamoré de ti y quiero que seas mi pareja. –soltó el pelicafé con mucha determinación y seguridad.


¿Qué había pasado? Jarvis no lo entendía, ¿por qué de la nada sucedía esto? Sea lo que sea, se sintió feliz, pero después le pediría explicaciones de todo. –Señor... –fue interrumpido.


-Entenderé si no quieres y también comprenderé si te quieres ir, pero al menos no te vayas de nuestras vidas, sabes que Tony y yo te necesitamos, incluso podemos olvidar todo esto... –Howard estaba nervioso, solo esperaba la respuesta del más grande.


-Me gustaría, señor. –respondió el mayordomo.


-¿Qué cosa? –ahora el pelicafé estaba fuera de contexto.


-Acepto ser su pareja. –finalizó Jarvis con una sonrisa mientras veía como al Stark mayor se le formaba una sonrisa por la respuesta que había dado. Después de todo no pasa nada con intentarlo.


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