Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amandonos en el mar por Ghost princess Perona

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Últimamente estás muy melancólico” Ishikawa comentó mientras su capitán observaba las estrellas. Madara no se movió, simplemente siguió con lo suyo. En lugares como ese se sentía inmensamente tranquilo, pensando en quién era y lo que debía hacer. La daga de Hashirama estaba oculta en su manga. Había torturado a más de una persona con cosas como esa, tana filadas como esa… pero nunca con esa. Jamás con esa. Porque esa sólo se enteraría en un corazón… y eso si alguna vez era capaz de hacerlo. “¿Me estás escuchando?”

“Sí” respondió, levantándose del piso de la nave. Apretó sus manos enguantadas, recordando la profecía de la vieja gitana. “Oye, Kamizuru. Si supieras que vas a morir, ¿Qué sería lo que harías? No tienes que darme ninguna respuesta profunda, sólo dime lo primero que te viene a la mente.”

“Esa es una pregunta muy rara… ¿acaso te sientes mal?” no mostró ningún interés real, entre los piratas cosas como esa no existían. “Si te estás enfermando deberías dejarme el mando de la nave y…”

“Simplemente contesta la pregunta” le espetó.

“¿Qué haría si me quedara poco tiempo de vida? Pues… iría con mi esposa e hijo a pasar el tiempo que me queda” respondió el mayor. “Esa sería la respuesta que te daría en cualquier circunstancia toda persona sana… aunque creo que tú no tendrías esa opción. Después de todo, tú no tienes familia que te ame… sin ofender.”

“Claro, dímelo en la cara” aunque no se ofendía en realidad. Era verdad, Hikaku no sentiría en lo más mínimo la muerte de su primo. Él pensaría que era una especie de justicia por todos los crímenes que había cometido, sobre todo si se enteraba de su amorío con un hombre casado. “Ahhhhh, es tan desesperante.”

“¿Qué? ¿Acaso te estás muriendo?” preguntó el segundo de a bordo, observándolo trepar hasta el nido del cuervo. (Le tocaba la labor de vigilancia esa noche) 

“Por ahora no” respondió, terminando con su tarea rápidamente. Entonces sacó la daga, observando el cielo a través de ella y su propio ojo. “Dime… ¿acaso hay una manera de esquivar mi futuro? ¿Alguna manera de permanecer a su lado para siempre?” la bajó un poco, observando la constelación del can. “Siempre me ha parecido muy injusto… que sólo tengamos una opción, que tengamos que ocultar lo que somos… ¿acaso el amor está mal?” movió un poco la daga y entonces notó algo. “¡Barco!”

“¡Madara! ¡¿Qué has visto?!” todos salieron a cubierta rápidamente, alarmados por la súbita aparición de ese navío. “¿Qué bandera lleva?”

“Española” el pirata se bajó del nido del cuervo, guardando la daga a alta velocidad. “Debe haberse perdido. Menuda suerte la nuestra, señores” sonrió a sus chicos, que se preparaban para asaltarla. “Parece que tendremos una chance más de inflar nuestras ganancias antes de que tengamos que entregar la mitad al rey.”

“Sí, menuda suerte” y entraron en acción. La nave, más que una galera de combate, parecía una de transporte. Pasajeros, sin duda nobles, gritaron cuando los piratas entraron, blandiendo sus armas y sobrepasando al enemigo. Madara entró como si nada en la cabina del capitán, donde cogió la bitácora y leyó… vaya, realmente estaban perdidos. Tras una tormenta inesperada. “Hey, capitán, tenemos a muchos peces gordos aquí. Los rescates serán millonarios.”

“Y creo que lo serán aún más” pronto se dio cuenta de un error en la bitácora del capitán. Salió de la cabina muy satisfecho, dejando a uno de sus marineros de timonel. “Nos dirigimos a puerto ahora mismo. Hay alguien que quiero presentarle al rey.”

-En el castillo-

“Me sorprende que hayas venido ahora mismo, normalmente te tardas un poco más” Hashirama estaba recibiendo a su corsario favorito en la sala del trono, tratando de lucir como el soberano promedio para su corte mientras sus ojos se desviaban a los músculos que su amante enseñaba desvergonzadamente, acercándose con la camisa abierta. A su costado, la reina puso una expresión de profundo desagrado, levantándose hecha una fiera. “Disculpa su descortesía” añadió antes de volver al tema. “¿Por qué has regresado?”

“Mi señor, durante nuestro camino de regreso encontramos algo que sin duda le interesará” hizo una seña y algunos de su tripulación entraron, cargados de cofres, más de lo normal. Y al final… una mujer y una niña amarradas los seguían, la pequeña agarrándose a las faldas de su madre, que tenía porte de reina y observaba a todos con profundo desagrado. “Le presento a la esposa del príncipe heredero de España y a su hija… su única hija”

“Vaya… esto es una auténtica sorpresa” le dirigió una venia de cortesía a la mujer. “Alteza” ella no correspondió el gesto, claramente agraviando al rey, más este no le tomó importancia. “No se preocupe, usted y su hija serán tratadas como huéspedes de honor mientras se encuentren en nuestras tierras. No hay nada que temer.”

“¿Debo creerle después de que enviara a su perro tras de mí y mi pequeña?” esta se ocultó más detrás de su madre. “Sepan que mi marido tendrá su cabeza por esto. La tuya y la del perro que cuidas tan bien.”

“Su marido la tendrá de vuelta, señora, en cuanto hayamos firmado un pacto de no agresión para que no se repitan los desafortunados incidentes de la guerra de las islas” el moreno decretó. “Mientras tanto, usted se quedará con nosotros en calidad de rehén, para asegurar el buen comportamiento de su marido… y de la familia de este.”

“¿Qué estás loco?” Mito intervino en aquel momento, habiéndose congelado en la puerta. Había esperado ayuda precisamente de ese país para deshacerse de su esposo y coronarse reina, pero ahora que tenían un rehén importante, su plan podía irse al traste. “¡España nos podría atacar para recuperarlas!”

“España se comportará bien con nosotros mientras las tengamos” trató de hacerle entender. “No pueden arriesgarse a perderlas, el coste sería la alianza que tienen con Portugal hasta que el hijo del príncipe subiera al trono.” extendió una mano. “Mientras tanto, guía a nuestras huéspedes a sus habitaciones y asegúrate de que estén cómodas. Ve, querida”

“En seguida, esposo” la tensión entre ellos era palpable. Hashirama le hizo una seña a su amante para que se reunieran en la habitación secreta y, tras terminar todo y deshacerse de todos los que se acercaban a él en busca de audiencias, fue por la pared. Ahí se encontró con Madara, retozando en una tina llena de agua caliente de espaldas a la entrada. Su ropa estaba tirada en distintas partes de la habitación.

“¿Es que estás loco?” el Senju se acercó al pirata, poniendo las manos en sus hombros. ¿Acaso había estado ejercitándose últimamente? Le daban unas ganas horribles de morder y lamer sus hombres, seguir por… ¡concéntrate! ¡No era el momento de fijarse en lo mucho más apetecible que se había vuelto en estos meses! “No puedes sencillamente traer realeza extranjera aquí como tesoros y esperar que yo los convierta en mis prisioneros o…”

“Sólo di gracias” el pelinegro se sacudió y se frotó los brazos, mostrándose sensual ante él. “Te traje lo que pondría a España de rodillas, ¿o no?” estiró las manos para tomar una toalla. “Además… también te traje algo que te va a gustar mucho” la estiró, cubriendo su forma mientras que se levantaba, envolviéndose en ella. Salió lentamente de la tina, estirando mucho las piernas. “¿De verdad no has echado de menos mis regalitos?”

“No cuando están vivos” lo tomó de la mano, ya no tan molesto con él. obviamente esta captura los beneficiaba, aún si corroboraba su relación con los piratas que atacaron los barcos del tesoro español. “Sólo… no vuelvas a hacer algo así. Ese país ya te odia demasiado como para hacerle algo más” rápidamente lo secó con sus propias manos, depositándolo en la cama. “Te quiero tanto…”

“Eso me has dicho” se besaron. Madara ya estaba poniendo los brazos alrededor de su cuerpo cuando él se levantó. “También te tengo una sorpresa…”

“No”

“Completamente sin un motivo”

“NOOOO” el pelinegro rodó en la cama un poco molesto. No le gustaban mucho los regalos, no hasta que eran entregados y veía el significado que tenían. Además esos regalos tan caros le ponían nervioso, sobre todo después de que reina se enterara de su relación y de ellos. Prácticamente demandó que le diera las joyas… lo que no terminó bien. “Sabes que no soy tu mujer para que me estés regalando cositas brillantes, ¿verdad?”

“Vamos, me trajiste un regalo, es justo que yo haga lo mismo” Hashirama se movió rápidamente por el cuarto, sonriendo y disfrutando de la situación. Cogió otra de esas cajas adornadas de madera fina que el pirata terminaba tirando al océano. “Por si acaso, ¿has oído hablar de las perlas de las sirenas?”

“¿Las perlas de las sirenas?” el pelinegro bajó lentamente las manos. “Sí, claro, aunque nunca he visto una en verdad. Son una especie de gema que proviene de un lugar especial en Rusia donde se rumorea que habitan sirenas. Muchos marineros y buzos hablan de sus largos cabellos verdes como las algas y sus ojos amarillo topacio…”

“Pues sí, esa es la historia. Y seguro que también estás informado de por qué es tan difícil pescarlas” él asintió, recordando los escarpados acantilados marinos y formaciones rocosas debajo de ese lugar. Era muy fácil morir ahí. “Bueno, he pensado en lo que dijiste la otra vez sobre ser el rey del mar…”

“Sabía que me arrepentiría de pronunciar esas palabras” rodó los ojos el Uchiha, volteándose en la cama para mostrar su trasero. “¿De verdad quieres charlar en este momento que estoy encendido y listo?”

“No me interrumpas cuando estoy hablando” lo cortó el rey, deseando entregar su regalo antes de tener un poco de acción y posiblemente olvidarlo. Se acercó a la cama, abriendo la caja para mostrarle lo que había dentro, encima de una superficie de terciopelo. “Todo rey debe tener su corona.”

“NOOOO”

“¡Sí! ¡Para el rey del océano hice la corona más hermosa de los mejores frutos del mar!” la levantó para colocarla en su cabeza mientras seguía en shock por eso, evitándose problemas. “¡Mirad y admirad… la corona del océano!”

“Vaya, acabas de realmente sorprenderme por tu idiotez y arruinar mis ánimos” aún así no se quitó el aro de oro y perlas blancas brillantes de la cabeza. Aparte, sus ánimos no se habían arruinado del todo, seguro que volvían más tarde. “¿No podrías haberme regalado una noche estrellada o algo así? Últimamente soy muy aficionado a observarlas desde la cubierta de mi barco.”

“¿Ehhhh? ¿Por qué te harías aficionado a observar las estrellas en medio de la noche?” el rey se sentó a su costado, acariciando su piel descubierta con una mano. Donde tocaba se erizaba, prendiéndose en llamas con la caricia. Ahogó un gemido en su garganta cuando sus manos bajaron poco a poco por la espalda, dándole un contacto sutil, pero delicioso. “Madara… ¿hay algo que yo tenga que saber?”

“Hashirama, respóndeme una cosa” cruzó las miradas con él, ambos encontrando sólo amor en los ojos del otro. “¿Qué harías si yo muriera?” el moreno no supo qué responder, consternado sólo con la posibilidad de perder a quien más amaba. “Contesta… ¿vivirías en castidad? ¿Te conseguirías otro amante? ¿Recobrarías mi cuerpo y te pasarías el resto de tu vida adornándolo con tus ridículas joyas? ¿Qué?”

“Yo… yo… no sé si te sobreviviría mucho tiempo” contestó con franqueza. “Si tú te fueras para siempre y yo no volviera a verte, seguro que el dolor terminaría matándome” se limpió las lágrimas que súbitamente habían acudido a sus ojos. “¿Por qué la repentina pregunta? ¿Acaso… acaso estás enfermo?”

“No, pero siento… siento que no me queda mucho tiempo en este mundo” Hashirama quería callarlo, pero estaba paralizado en su lugar, sin saber qué decir o pensar. “Aún… aún no te desesperes, todavía voy a estar aquí por un tiempo, pero…”

“¿Por qué demonios haces esa pregunta?” el miedo era obvio en la voz del soberano, que lo sujetó por los hombros para que mirara directamente a sus ojos. “Si me dices que vas a morir y me pides que simplemente me siente sin hacer nada, esperando a que te vayas…”

“¿No tienes remordimientos a veces? ¿U otros deseos?” cambió repentinamente de tema. “¿No desearías haberte enamorado de una mujer? ¿O que yo fuera una? Así, si yo llegara a morir, tendrías algo de mí que quedara vivo después de mi muerte, aunque fuera un niño bastardo sin posibilidades de ser un rey. Sólo una cosa…”

“Basta”

“Una cosa que te mantuviera vivo” el susurro lo paró. “Lamento sacar esto a colación ahora, pero es que ya tengo tantas cosas de ti… no quiero simplemente tomarlas sin dejar nada atrás para que me recuerdes mientras yo estoy en mis paseos por el mundo, atacando uno que otro galeote…”

“No… vuelvas a decir eso. No vas a morir” se montó encima, sujetándolo contra el colchón. “Moveré cielo y tierra para evitar que mueras. Si no lo logro, entonces moriré contigo. Y seguiremos amándonos por siempre donde sea que vayan las almas después de partir de este mundo.”

“Amándonos en el mar”

“Así es, por siempre juntos, por más que sea en el mar” lo besó, pasando rápidamente a su cuello. Madara gimió, poniendo sus manos alrededor de su cuello. “No voy a perderte” puso un beso un poco más abajo. “Nunca… nunca te dejaré ir” besó cerca de un pezón, lamiendo y succionando el botoncito hipersensible. “Quédate conmigo… quédate conmigo… es aquí donde perteneces.”

“Pertenezco al mar… y a ti” acarició su espalda. Gimió de nuevo, mientras Hashirama jugaba con sus pezones. Chupó y besó esos botoncitos hasta que estuvieron muy rojos, pasando a delinear los músculos del abdomen, delineando con su lengua el camino hasta su pubis, donde dejó marcas rojas antes de lamer su masculinidad. “Demonios…”

“¿Te gusta?” preguntó mientras lo hacía, lentamente metiéndose el miembro en la boca. Emitió algunos sonidos, pasando la lengua por el órgano hipersensible a la vez que lo hacía para provocarle más placer. Finalmente él no pudo contenerse más y se vino en la boca del otro, gimiendo fuertemente. Mientras bajaba de su orgasmo, el moreno humedeció sus dedos para meterlos dentro de él. Entonces metió uno dentro de él, estirándolo suavemente para prepararlo.

“Hazlo…”

“¿De dónde sacaste la idea de que vas a morir pronto?” preguntó el rey con cierto interés, buscando la próstata. “Dímelo, tengo mucha curiosidad”

“Nada… últimamente sólo… ahhhh… siento que mi hora de aproxima” el castaño supo al instante que había algo más, pero no lo presionó para hacerlo. “Además… ¿has visto… ahhhh… a tu… ahhhh… esposa cuando me ve?”

“Es una tontería” él señaló, sacando sus dedos. “No tienes ninguna razón para temerle. No es tan poderosa como yo, de hecho todo su poder proviene del mío. Jamás se atrevería a tocarte, sabe que le puede ir muy mal si lo hace.”

“Conoce a tus enemigos mejor, ella es mucho más rencorosa de lo que crees” le susurró, levantándose un poco. Lo besó, olvidando momentáneamente sus problemas mientras su amante se introducía en él. El moreno comenzó a empujarse dentro, buscando el punto que lo haría enloquecer de placer. Un alto gemido le señaló que encontró el punto correcto. “Ahhh ahhhhhhh… sí… ahhhhhh… ahhhhhhhhhhh”

“Sí… ahhhh… ahhhhhhh” el moreno se sentía en el cielo. Es más, sentía que con cada movimiento tocaba las estrellas y bajaba al océano debajo de él… casi como Madara decía que pasaba las noches ahora. “Ahhhhhh… Madara… Madara…”

“Hashi… te amo… te amo…” se besaron, enrollándose más el uno con el otro. En medio de ese beso les llegó el orgasmo, llegando juntos al éxtasis con un gemido que más bien parecía un aullido. Siguieron juntos un rato antes de dormir, el uno en los brazos del otro. Hashirama se despertó un rato antes que su amante, observándolo dormir con calma, pensando en que la belleza del momento era que esos ojos rojos y hermosos volverían a abrirse. Si no lo hicieran, si alguien le robara la vida a su gran amor, si no pudiera volver a verlo…  “Ummmm… ¿Hashirama?” Madara despertó en ese momento, sintiendo los dedos pasar a través de sus mechones. “¿Pasa algo?”

“¿Realmente te preocupa dejar algo atrás para mí?” le preguntó. El pirata no respondió, pero sus ojos bajos fueron toda la respuesta que necesitaba. “Ven”

“¿Qué haces?”

“Sólo ven” le agarró del brazo, levantándose de la cama. El moreno entonces comenzó a ponerse la ropa, cogiendo la capa que usaba para ocultar su identidad cuando visitaba el pueblo, tendiéndole otra al capitán. Una vez ambos estuvieron engalanados con ellas, lo cogió de la mano para jalarlo hacia la salida. “Vamos a aliviar tus miedos”

“¿De qué demonios estás hablando?” pero no respondió. Simplemente siguió caminando por los pasillos y también por el pueblo, hasta llegar a una casa que apestaba a cera de abeja y otros productos que no reconocía. “¿Qué hacemos aquí?”

“Majestad… no me visita muy a menudo, normalmente me manda a llamar” un hombre portando una paleta apareció en ese momento. Entonces Madara supo a lo que se dedicaba, era un pintor. Posiblemente el pintor de la corte, por cómo conocía al rey. “¿Va a comisionar un nuevo retrato?”

“Sí… pero esta orden es privada” bajó su capucha y la del otro.

“Ahhhhhh, su corsario favorito. Me preguntaba cuándo iba a traérmelo para que pintara un cuadro. Por aquí” lo dijo como si fuera un hecho que le ordenaría uno. Además, el énfasis en la palabra favorito le hacía creer al pelinegro que sabía de su relación. De todas maneras, los llevó a una habitación adornada sólo por un fondo blanco. “¿Quiere su cuadro con un fondo del océano o de un barco?”

“Un océano… y el barco como parte de la escenografía” respondió el soberano, sentándose mientras Madara incómodamente se acomodaba para posar. “Haz el mejor trabajo posible”

-Unos días después-

“¡¿Qué estás haciendo?!” Tokusa tuvo que evitar que Mito tirara un costosísimo florero contra la pared. La abrazó mientras ella se debatía, intentando soltarse para seguir con su rabieta. “¿Me puedes decir qué te tiene así, amor mío?”

“Se ha pasado de la raya… ¡esta vez sí que lo ha hecho!” ella se debatió, gritando. “¡Hizo que pintaran un cuadro de su zorra y lo colgó en esa habitación! ¡En mi castillo! ¡Una pintura que conmemorará su imagen para toda la eternidad! Voy a…”

“No vas a hacer nada” susurró a su oído. “No hasta vengarte” continuó, meciéndola y haciéndola calmarse. “Muy pronto, realmente pronto, te desharás de él y de cualquier cosa que te recuerde a él” le prometió. “Te juro por mi honor que así será”

Notas finales:

Y el nuevo regalo es... una corona de perlas valiosísimas y el famoso retrato que se quedará en las paredes del castillo para la posteridad. ¿Qué les pareció? Les voy a hacer una revelación ahora... ¡sólo queda un regalo! ¡Traten de adivinar cual es! Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).