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Amandonos en el mar por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Madre, no deseo casarme con la duquesa Francois” Kogetsu Senju le dijo a la pelirroja que estaba en ese momento conversando con la persona que se encargaba de los asuntos de estado por ella… y por su hijo. Un hijo que estaba a punto de cumplir la mayoría de edad y asumir el control del trono. Pero su progenitora seguía tratándolo como un niño, como alguien que no podía tomar sus propias decisiones. “Madre…”

“Por favor, cariño, es la mejor prometida que podrías obtener. Será una reina maravillosa y no sólo nos traerá una alianza con Francia, sino que también con España” Mito respondió, completamente ajena al sentimiento popular hacia su persona. Por desgracia, su retoño no lo era. Sabía muy bien que las personas del vulgo solían llamarla “La Loba” y que por ahí corría el rumor de que hizo envenenar a su esposo para quedarse con el trono. Tokusa, que hace mucho tiempo había perdido los escrúpulos alrededor de su madre, era catalogado como usurpador. Y el descontento aumentaba cada día por las alianzas que estos dos planeaban formar con España, un país contra el que habían combatido más de una vez.

“¡Madre, tengo que hablar contigo a solas!” pidió el joven rey, echando a su prácticamente padrastro de la sala del trono. “Mamá, en serio, debes pensar. El pueblo no desea que ni Tokusa ni tú tengan nada que ver con el gobierno después de mi mayoría de edad. Y tampoco me vengas conque la ayuda de España me va a servir mucho, porque una alianza más con ellos sólo nos conseguiría una revuelta.”

“Hijo mío…”

“Mamá, comprendo que una viuda pueda buscar consuelo en los brazos de un hombre que conoce toda la vida, pero tienes que pensar con la cabeza y con el corazón” siguió el joven. “Han pasado muchos años desde que murió mi padre, no voy a impedirte contraer segundas nupcias si así lo deseas, más… no puedo dejar que un extranjero siga metiéndose en el gobierno de mi país” se sentó en el trono. “Cuando cumpla la mayoría, él abandonará cualquier función de gobierno que haya tomado en este momento.”

“Kogetsu, querido…”

“Como ya te lo he dicho, eres libre de casarte con tu amante. No me opondré ni te retendré si deseas marcharte con él” el joven levantó la cabeza, luciendo mucho como su padre. “Me casaré con la duquesa sólo para evitarnos un problema con Francia, pero a partir de ahora tomaré yo las decisiones.”

“Querido, aún eres demasiado joven para mandar” Mito trató de convencerlo, acariciando la cabeza del rey como cuando era un niño. Él refunfuñó y le quitó la mano de encima. Ella retrocedió sorprendida. No habían tenido un problema como este desde que sentenció a sus tíos a muerte. “Amor…”

“Madre, esta regencia no te ha ganado las simpatías del pueblo” señaló él, con los ojos muy fríos. “Mi padre era un soberano extremadamente querido por el pueblo llano, justo y respetuoso de la paz, por lo que me sorprende que su mujer no haya podido conseguir lo mismo” suspiró. “No quiero hacerte a menos, pero si un soberano no es popular, corre riesgo de ser destronado por una revuelta.”

“¿Esto es por tus tíos?” la pelirroja siguió hablando, tratando de abrazar a su hijo. “Sé que te dolió mucho el tener que despedirte de ellos para siempre, más tenía que hacerlo. Hubieran echado por tierra todo…”

“Si sigues así no voy a tener más opción que enviarte lejos” terminó con la discusión el joven, apartándola de él. “Sólo te pido que pienses un poco en el pueblo. Padre siempre decía que estábamos al servicio de nuestro pueblo y no él al nuestro. Lo recuerdo tan claramente como el día en que me lo dijo.”

“Él no era perfecto, mi amor” ella comenzó, caminando un poco. Kogetsu la observó sin entender. “Sé que tienes a tu padre en un pedestal, que piensas que era el ideal de hombre y de rey, que era una persona honorable y el esposo perfecto… yo sé que era muchas cosas de esas, más otras son muy diferentes.”

“Madre…”

“Él no era la clase de hombre que tú piensas” siguió la pelirroja, asustando un poco a su hijo. “Mi esposo… el que me juró amor eterno y nunca me quiso en verdad. Para él sólo fui un vientre en el que crecían mis hijos” el rey la observó, sintiendo que debía detenerla mientras que al mismo tiempo deseaba escuchar más. “Él mismo me dijo que pensaba que yo sólo era una niña tonta que soñaba con canciones…” tomó un cáliz de vino. “Luego me enteré de que tenía una amante…”

“Eso sin duda debió llenarte de resentimiento” ella se pasó una mano por el pelo, apartando un mechón rebelde. “Yo mismo admito que mi padre no era perfecto, después de todo sólo era un ser humano, pero no voy a cambiar mi decisión sólo porque él te hizo sufrir. Hashirama Senju está muerto y enterrado” aspiró fuertemente. “Tokusa y tú tienen que irse, madre, es mi última palabra. Si se niegan…”

“¿Asesinarías a tu propia madre?”

“Hay cosas peores que la muerte, lo deberías saber. Y encerrarte en un convento sin duda sería una de ellas” anunció, parándose. Se veía tan similar a Hashirama en ese momento que la mujer apretó los dientes como lo hacía frecuentemente frente a su primer marido. “En mi cumpleaños quiero escuchar a tu amante anunciar su partida del reino, con o sin ti. Fin del asunto.”

“Cariño…”

“Cualesquiera que hayan sido los pecados de mi padre, no los comparto. Y si te hizo sufrir, tienes la perfecta oportunidad de ser feliz delante de ti, no te estoy negando nada” Kogetsu caminó por la sala del trono con la cabeza bien en alto. “Si no lo hacen habrán consecuencias, eso te lo puedo asegurar.”

“No me amenaces, hijo. Todo lo que he hecho fue por tu bien, entiende eso” el soberano la ignoró. Nada de lo que había hecho mientras gobernaba en su nombre estaba bien, era como si los dirigiera a la ruina. Y tendría que parar eso pronto. En unas semanas, el cumpleaños del rey llegó. Los nobles presentaron sus regalos, incluida la reina, que estaba muy sonriente. El joven monarca esperaba que fuera por su pronto matrimonio con un príncipe.

“Mis señores, han sido estos unos largos y provechosos años de crecimiento para este país mientras la reina regente gobernaba” Tokusa comenzó, siendo atacado por las miradas frías de todos los ahí reunidos. A nadie le gustaba que un extranjero estuviera tan metido en los asuntos de su reino y tampoco les hacían gracia sus políticas pro españolas. “Sin embargo es hora de que nuestro amado soberano tome las riendas del reino al haber alcanzado la mayoría de edad”

“¡Sí!” muchos vitorearon, ansiosos de ver al hijo de Hashirama Senju ocupar el trono. el chico esperaba en silencio el anuncio de su partida del reino… por el bien de ambos.

“Estoy seguro de que colmará nuestras expectativas” asintió con la cabeza el amante de la reina. “Más, en vista de que el fin de un gobierno y el inicio de otro son procesos de cambio normalmente traumáticos para un país, el rey ha accedido a ser co regente con la reina madre hasta que cumpla los veinticinco años” sus dedos se pusieron como garras en los brazos del trono. El maldito incluso tenía un documento firmado, uno que él jamás vio. “Para aprender a gobernar antes de poder hacerlo por sí mismo.” Un murmullo recorrió la sala y el mismo rey se levantó y se fue. “¿Majestad?”

“Kogetsu, hijo” Mito trató de retener a su hijo sin éxito. Este se fue de la sala, públicamente declarando su disconformidad con lo que la regente y su príncipe extranjero estaban haciendo con su reino. Antes de que acabara la noche, Kogetsu escapaba del castillo mientras su madre se encamaba con su amante para hablar con los lores que lo visitaron.

“Esto es una infamia” uno decía, haciendo voces de lo sucedido esa mañana en el salón del trono. “Usurpar a su majestad de esa manera, su propia madre… ¡Esa mujer no tiene derecho a llamarse a sí misma madre!”

“Sin embargo, sigue siendo la mía” el soberano deslizó la capucha. “Y por eso le extendí esta misma mañana una última línea de salvación antes de poner en marcha nuestro plan” puso las manos en la mesa de madera al centro de la habitación. “Sólo quiero saber que cuento con todo su apoyo antes de lanzarme en una campaña tan peligrosa.”

“Por supuesto que la tiene, alteza” uno de los señores lo saludó, alzando bastante la voz. “Aunque fuéramos a morir con usted. Un extranjero no debería meterse en los asuntos de nuestro país, mucho menos una mujer que envenenó a su marido, un sabio y justo rey.”

“¿Eso es lo que se dice?”

“Sí” otro de los lores más jóvenes habló, estremeciéndose lentamente. “Se dice también que los hermanos de su fallecida majestad descubrieron el ardid de la reina. Investigaron qué estaba haciendo esa mujer realmente cuando ordenó vacar el cuarto del rey estando este enfermo y hallaron que había aprovechado ese momento para administrarle vino contaminado con cicuta. Y fue por eso que utilizó su poder como regente para matarlos por traición.”

“Me parece difícil de creer” el joven sabía que su madre era capaz de hacer muchas cosas, pero no estaba seguro de que hubiera envenenado a su padre o enviado a alguien para hacerlo por ella. Sí, ese hombre la engañaba… ¿acaso esa era una razón para matar?

“Su majestad, la reina madre tenía muchas razones para deshacerse de su marido” otro de los nobles comentó. “Según mis informantes, ya era la… señorita de compañía de ese príncipe extranjero” Kogetsu se quedó pensando. Suponía que la infidelidad de ambas partes era de esperarse en un matrimonio sin amor, pero ¿no podían ser más discretos? Todos parecían estar al tanto de sus aventuras. Se quedó pensando en eso hasta el final de la reunión, cuando todos se levantaron para salir.

“¿Lord Kurama?” llamó a un viejo caballero retirado antes de que saliera de la habitación. Era el mismo que había guardado a su padre antes de convertirse en rey y a su madre cuando por primera vez llegó al país para casarse con el entonces heredero al trono. “¿Puedo tener unas palabras con usted, por favor?”

“Como usted desee, alteza” el hombre se paró sin entender delante del chico, que hacía un gran esfuerzo por no pasearse. “Lo que sea que le hayan dicho…”

“No cuestiono su lealtad hacia mí, buen caballero, es sólo que tengo una duda sobre mis padres que me gustaría resolver y creo que es la persona indicada para hacerlo” el joven se adelantó un poco. “Sé que solía pasar mucho tiempo con mi padre cuando este aún no se había casado. Quiero decir… ¿alguna vez tuvo un amorío con alguien que no fuera mi madre? ¿Hubo otra mujer en su vida?”

“Yo…” dudó antes de decirlo, suspirando después de unos momentos. “Una vez le regaló a alguien unas rosas en mi presencia. Tras mucho tiempo, cuando estaba guardando a la reina, la escuché llorando porque había encontrado a su padre yaciendo en el lecho de una habitación secreta con esa misma persona.”

“Entonces es verdad” el hijo se sentó, frotando sus manos. Era normal que los nobles tuvieran amantes, pero que su padre, un hombre a quien todos creían ejemplar, lo hiciera… “¿Sabe quién era esa señorita o…?”

“Mi memoria ya no es lo que era antes, no recuerdo muy bien quien era” él hizo un teatro de su olvido. No quería compartir la terrible verdad con el jovencito, quedaría destrozado al saber de las innaturales tendencias de su progenitor. “Sólo… sé que le dio esa corona de rosas rojas conservadas en resina en una urna de plata” el rey asintió. “Y que la amaba como nunca amó a su señora madre.”

“¿Hubo alguna vez un… bastardo entre…?”

“Oh, no, jamás nació un niño de esa unión” porque no podían, no por falta de intentos. “Y jamás tuvo otra amante. Además, la relación propiamente dicha comenzó después de que usted y sus hermanos nacieran… no volvió a yacer con la reina a partir de entonces.”

“Me alegra saber que al menos a ella le era fiel” se volteó. “Muchas gracias, Sir Kurama, me alegra haber obtenido algunas respuestas después de tanto tiempo” respiró hondo. “Por favor, no vuelva a hablar de esto nunca. Si alguien le pregunta, estábamos planeando algo especial para el día en que derrocaremos a mi madre y a su amante.”

“Mis labios están sellados, señor” prometió el caballero, retirándose.

-Muchos años después-

“Así que has venido” Kogetsu se sentó frente a su madre, a la que no había vuelto a ver desde el fatídico día en que sentenció a su amante a muerte por traición. Las paredes de piedra del castillo que le había cedido para que pasara sus últimos días en confinamiento estaban grises, vacías de cualquier vida… reflejando la soledad y la amargura de su dueña. “¿Qué te trae ahora con tu pobre madre, a la que dejaste a un lado?”

“Que conste que te dejé elegir. Siempre pudiste irte con él a su tierra y ser feliz. No me culpes de las elecciones que has hecho” el soberano se sentó frente a la anteriormente llamada bella entre las bellas, que había envejecido prematuramente y ahora parecía la vejez personificada. Su antaño bello rostro estaba cubierto de manchas de hígado, su cabello de fuego se tornó de nieve y sus dientes picados y retorcidos. “No he venido a recriminarte nada, sólo quiero hablar de algunas cosas.”

“Oh, sí, la amante de tu padre” aún odiándolos a ambos, quería a su hijo y por eso no le confesaría las predilecciones de su padre, al que tanto admiraba. Sin importar la traición, el amor de madre era más fuerte. “Cuando me estaba custodiando, Sir Kurama me dijo que te contó sobre eso… y el primer regalo.”

“¿Primero?”

“Sí, le dio muchas joyas fantásticas, diseñadas especialmente para ella” siguió, recordando a Madara sosteniendo cada una de las piezas que debieron ser suyas. “Y ni siquiera tuvo que pedirlas, tu padre se las hacía por su propia voluntad” negó con la cabeza. “Nunca envidié a nadie más… hasta que llegó Tokusa y estuvimos a mano.”

“¿La asesinaste?” ambos se miraron en un duelo de miradas que ninguno estaba dispuesto a perder. El hijo finalmente terminó ganando y la mujer suspiró, asintiendo lentamente con la cabeza.

“Más bien le pagué a alguien para que lo hiciera” señaló ella, mirándose las manos. “Iba a un viaje largo por el mar… como siempre. Cada vez que regresaba, Hashirama tenía otro maravilloso regalo esperándola” apretó los puños con rabia. “Así que le pagué a uno de los marineros de ese barco para que se asegurara de que jamás volviera a la tierra. Su cadáver ya debe haberse hecho uno con el océano.”

“Eso lo zanja todo entonces… ¿envenenaste a mi padre luego de eso?”

“¿Por qué lo haría?” preguntó la mujer, sonriendo de una manera espeluznante. “Sufrí años con ese hombre, tratando de ganarme su amor y creyendo que él me amaba, con él riéndose a mis espaldas llamándome niña tonta idealista, que ahora quería que él sintiera lo mismo que sentí yo. Deseaba que pasaran años antes de que pudiera verla en el otro lado… pero no, él tenía que enfermarse y morir tan pronto como recibió la noticia.”

“¿Cuándo recibió la noticia?” esto le parecía difícil de creer. ¿Acaso su padre había querido a esa mujer tanto que su propio cuerpo sucumbió ante la noticia de su prematura muerte? ¿Era algo como eso capaz de pasar?

“Yo tampoco sabía que era posible morir de un corazón roto” confesó la pelirroja. “Al regresar de mi viaje, me dijeron que él había caído enfermo alrededor de la misma fecha en la que murió su amante. Cuando volví, de alguna manera ya sabía que estaba muerta… y que yo había tenido algo que ver. Se lo confirmé poco antes de que muriera.”

“Vaya, bonita historia. Si no fuera tan macabra, haría que alguien lo escribiera para que nadie olvidara al rey que murió de un corazón partido y a su amada que se perdió entre las olas” levantó una ceja. “¿Fue por eso que pidió que arrojaran sus restos al océano?”

“Sí, fue por eso” ella se levantó. “Y por eso yo también quería hablar contigo. Hace mucho tiempo que me he estado preguntando lo que va a pasarme cuando muera y… no quiero ser enterrada al lado de Hashirama” bajó la mirada. “Si pudiera, desearía ser puesta a descansar al lado de Tokusa, pero jamás me aceptarían en su cripta familiar. Quiero cumplir con su última voluntad antes de irme.”

“¿Sólo para no estar encadenada a él en la otra vida?” Kogetsu se paró. “No te preocupes, lo entiendo” señaló la puerta. “Haré que alguien ayude a remover sus huesos de su tumba para que al fin se reúna con su amada” le abrió la puerta. “Después de ti, querida madre. Démosle descanso eterno a papá.”

“Muy bien, hijo” los dos dejaron el castillo. Viajaron juntos hasta la capital y, tras contratar a alguien que se quedara callado, fueron al mausoleo de la familia real. Abrieron la tumba de Hashirama y sacaron la urna con sus huesos, que Kogetsu le entregó a su madre. “Vete, quiero hacer esto sola.”

“Madre…”

“En verdad, tengo que hacerlo sola” reafirmó su decisión. Si alguien los veía haciendo eso las consecuencias podrían ser catastróficas. Pasara lo que pasara, no iba a arrastrar a su pequeño en eso. Si la veían, todos pensaría que su hijo no estaba enterado. Si decía algo, nadie le creería. Pensarían que estaba mintiendo para protegerla. Con los restos en sus manos, la reina caminó por horas hasta el peñasco desde el cual se veía el mar. “Finalmente estamos aquí, Hashirama” abrió la urna con fuerza. “Hora de que regreses a tu hogar” tiró los contenidos de la urna en el agua helada antes de tirarla junto con la tapa. “Ya está… ¡ya he cumplido! ¡Ahora déjame en paz!”

“¡Ahí está!” los guardias la sorprendieron y todo salió justo como lo pensó. La encerraron en un cuarto sin ventanas, donde aguardaba la muerte entre esas cuatro paredes. La oscuridad le ayudó a pensar, había vivido con ella tan metida en su alma que ahora parecía salir, liberarla para unirse al resto de las tinieblas de su cuartito. Pasaba sus días echadas en la cama, sintiendo su vida desvanecerse y oyendo la voz de Tokusa llamarla.

“Madre” Kogetsu entró un día, acompañado de sus hermanos. Estos le dieron ánimos, quedándose con ella un buen rato. Fue el día más feliz que tuvo en muchos años, disfrutando de su última morada con sus hijos. El mayor se quedó con ella un poco más que los menores, dándole ánimos en su condena. “Voy a conseguir liberarte. El testamento de papá dice explícitamente que quería descansar en el océano, no pueden…”

“No… ya… déjalo así” ella pidió, respirando con dificultad. “Será tarde para cuando lo logres… pero gracias por intentarlo… gracias…”

“Mamá…”

“Gracias” Mito murió esa misma noche, en medio de la oscuridad de su cuarto. La enterraron junto a la tumba vacía de su marido, con nadie más que el polvo por compañía. A la memoria de la vieja reina, nada le podía agradar más. Porque ahora tranquila para siempre iba a reposar. Mientras tanto el rey con un corazón partido, al corazón del océano se ha ido. Su espíritu retozó en calma, cuando en los brazos de su amado finalmente retozaba. Y juntos se quedaron por siempre, amándose en el mar.  

Notas finales:

Bien, hemos llegado al penúltimo capítulo. el siguiente será un pequeño epílogo en el que volverán dos de nuestros personajes favoritos y sabremos el final de un misterio de años. ¿Qué pasó con las joyas de Madara? Review!!!


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