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Mirar hacia atrás por VikJoestar

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Hola, aquí traigo un nuevo capítulo~ Gracias por los reviews, me mantienen viva (?? Aquí revelaré un poco sobre mi version sobre el final de la historia de One Piece, quizas les duela, quizas no (? Sin mas, el capítulo~

El dia jueves habia comenzado aburrido, nada fuera de lo normal. Ni sus hermanos habían hecho escándalo al levantarse, era uno de esos días donde el sueño podía mas que las ganas de vivir y estar alegre (y eso en Luffy era difícil de sacar). Quizás fue por la presencia de Zoro en el desayuno, pero Luffy solia potenciarse cuando un amigo se quedaba a dormir. Todo parecía indicar que el moreno quería seguir durmiendo. 

Dicho todo esto, ni el mismo Sabo estaba bien. Ese sueño le había descolocado y si había algo que a Sabo no le gustaba tener era intriga. No le gustaba no saber que le pasaba o el por que de las cosas, incluso con algo tan bobo como un sueño insignificante. Preparó el desayuno algo distraído y estuvo algo callado mientras comían. Nadie le preguntó nada, tantos años viviendo juntos y los hermanos podían suponer cuando querían hablar y cuando no. Luffy y Zoro se fueron a la escuela y los dos hermanos mayores se alistaron para ir a clase.

Ni siquiera en el bus hablaron mucho, Ace estaba pendiente de su celular (posiblemente hablando con Law o con Kid sobre algo) y Sabo quedó mirando fijamente a su hermano. Recordaba el sueño, con detalle y le sorprendia lo bien que su cabeza había logrado imaginar sus ropas o cosas como poderes y aventuras. No eran nada del otro mundo, pero el recuerdo de Luffy siendo de goma realmente era algo digno de admirar de su imaginación. Despabilandose un poco, se dio cuenta que ya estaban llegando a la parada y Ace estaba golpeándole levemente el hombro para llamarle la atención.

 - ¿Sabo, estas bien? - Preguntó el azabache.

 - Si si, solamente estoy distraído.

 - Pues ya me di cuenta pero hace fácil 3 minutos que te estoy llamando.

 - Solamente estoy pensando en un sueño que tuve, no te preocupes. - Le dedicó una sonrisa a su hermano y este pareció creerle. Se pararon y bajaron igual que el día anterior en la puerta de la universidad.

 - Hey Sabo, me quedare aquí cerca de la entrada esperando a Law, tu si quieres adelántate. - Le avisó Ace.

 - Claro, que tengas un bien día. - Le volvió a sonreír y siguió el camino de memoria hasta el aula de la materia de ese día.

Todavia el rubio se encontraba sumido en sus pensamientos, viendo posibles variantes de su sueño y preguntándose como seria haber vivido una infancia así con sus hermanos. Le causa ternura la manera en la que habían jurado ser hermanos simplemente por beber una copa de alcohol. En el momento que Sabo llegaba a la clase, se dio cuenta que eso último no lo había soñado, sino que realmente estaba ahí el recuerdo. Como algo que realmente hubiera pasado y al pensar en eso, un sentimiento de incomodidad lo recorrió completo. Quizás de tanto pensar variantes del sueño había tomado una de las versiones como parte de la realidad? Pero por que se sentía tan angustiado?

 - Saboooo. - La aguda voz de Koala lo despertó de sus pensamientos. La chica lo estaba mirando con el ceño fruncido.

 - Ah, Koala. Buenos dias. - Le sonrió a la rubia. Esta lo miró sospechosa.

 - Que te pasa? Estabas mirando la nada y no me contestabas. Vi cuando entraste y te sentaste de manera mecánica en tu asiento. Ni siquiera cerca mío. - Sabo se dio cuenta que tenia razón, se había sentado sin darse cuenta y podía ver las pertenencias de la chica en un par de asientos mas adelante.

 - Lo siento, Koala. Simplemente andaba pensando en un sueño tonto que tuve, no te preocupes. - Le acarició el cabello de manera inconsciente y la chica solo bufó.

 - Que seas lindo conmigo no quiere decir que te perdone… - La chica hizo un pequeño puchero.

 - Ya ya, ven a sentarte conmigo. - El rubio rió.

 - No, tu ven a donde están mis cosas. Eres tu el que se equivocó de asiento. - Sin mas la chica un poco ya fingiendo su enojo se fue a sentar en su asiento. El chico simplemente rió y tomo su mochila para sentarse al lado de su mejor amiga.

 

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Marco Newgate se encontraba cerca de la entrada de la nueva universidad en la que estaba dando clase. La verdad es que le gustaba el método de esa universidad y como no estaba regida por las reglas generales sobre no buscar información sobre el siglo perdido. Realmente tenia un pensamiento liberal y le gustaba dar clases así, ademas sus alumnos del día anterior le habían dado una buena impresión. Esperaba poder darles un buen año de historia a esos chicos, ya que era raro que una universidad de ese calibre le diera la oportunidad a un profesor estándar de 36 años. Algo que realmente no esperó, ni en sus sueños mas locos, fue encontrarse con Portgas D. Ace. Claro, para el chico el era simplemente un nuevo profesor, aunque lo había visto bastante entusiasmado en la clase y eso había alegrado un poco a Marco. Pero para él, un sin fin de recuerdos del chico hiperactivo y poderoso que Ace alguna vez fue estaba grabados literalmente con fuego en su memoria. Todavía recordaba el llamativo sombrero naranja, la marca de su Padre en su espalda, las pecas que le daban un toque jovial al chico, delatando su edad. Y en especial el fuego, la fruta del diablo que le había dando esos poderes tan maravillosos que tenía.

 

Para ser sinceros, Marco no necesito estudiar ni investigar para saber sobre el siglo perdido. Que podía ser mejor que tu propia memoria y haberlo vivido en carne y hueso? Sonaba algo irreal pensar en algo así como la reencarnación, pero era justamente lo que le había pasado a Marco. Los sueños, los recuerdos, eran muy reales como para ser fruto de su imaginación. Por supuesto, mediante investigaciones, Marco logró confirmar que sus “sueños” eran recuerdos, verdaderos momentos de una vida pasada llena de piratas, poderes y muerte.

 

Ver al azabache no era fácil. Verlo luego de haberlo visto por ultima vez en el piso muerto no era facil. Verlo tan despreocupado y tan radiante como una vez fue era doloroso. Pero no por menos emocionante. Claramente Ace no lo recordaba, pero no pedía eso. Con verlo y corroborar que estaba bien, era suficiente para él. Una mano en el hombro lo sacó de sus pensamientos.

 - ¿Ya ya, por que la cara tan larga hombre? - La voz inconfundible de su hermano hizo presencia. Marco bufó.

 - No pasa nada Thatch, simplemente estaba pensando. Que haces aquí?

 - ¿Qué no puedo estar aquí de casualidad? - Dijo inocentemente el castaño. Marco lo miró mal.

 - Claramente no estas aqui de casualidad. ¿Qué quieres? - El rubio se giró para ver a su hermano, cruzando los brazos y mirándolo seriamente.

 - Ya sabes, simplemente quería pasar a saludar, pero andaba con un problema algo complicado en casa— Oh! - La cara de Thatch se petrificó, para luego esbozar una sonrisa enorme. Marco se giró a ver en la dirección en la que veía el castaño. Ahí estaba Ace, mirando la pantalla de su celular al lado de la entrada. Llevaba una camiseta blanca con una camisa a cuadros encima y unos jeans oscuros.

 - ACE— . - Rápidamente Marco tapó la boca del castaño, sin dejar que terminara de gritar el nombre del azabache. Miró a Thatch de manera severa.

 - ¿Estás loco? ¡El chico no sabe quien eres, no recuerda nada!

 - ¿De verdad? Que lastima, quería saludarlo. Mas luego de lo que me contaste del tema de Barbanegra y todo eso. - Thatch puso una cara triste y Marco suspiró cansado.

 - Si, es mi alumno en la clase de historia. No tiene ni la mas mínima idea de quien soy, menos sabrá quien eres tú.

 - ¿Seguro? A mi me quería mas que a ti.. - Con eso, se ganó un golpe de Marco en las costillas.

 - … Profesor Newgate? - La voz dudosa del azabache se escuchó detrás de Marco y rapidamente se dio vuelta para fingir como que nada pasaba.

 - P-portgas, buenos dias. - Contestó el rubio.

 - Escuche alguien que me llamó, vio quien fue? - Thatch intentaba no reírse detrás de el, por lo que se ganó un pisotón en el pie.

 - No Portgas, realmente no escuchado a nadie que te llamara.

 - Me sorprende que ya me conozca profesor Newgate. - El chico le sonrió algo feliz. Marco sabia que le había gustado su clase, se le notaba bastante.

 - Pues claro, fuiste uno de los alumnos mas atentos y entusiasmados por la materia que jamas tuve. - Claro que Ace no habría resaltado mucho para otro profesor, pero Marco estuvo toda la clase mirándolo de manera disimulada.

 - ¿E-eh de verdad..? - Las mejillas del chico se tornaron un poco rosas y se rascó la nuca, algo avergonzado. Marco no pudo evitar esbozar una sonrisa.

 - ¿Y no me presentas? - La voz de Thatch salió tan molesta que Marco quería darle otro golpe.

 - ¿Sigues aqui? Portgas, este es uno de mis hermanos, Thatch Newgate.

 - Un gusto muchacho. - El castaño le tendió la mano y el azabache la estrechó con algo de duda.

 - ¿Usted también enseña aquí? - Preguntó Ace con duda.

 - No no chico, soy cocinero y dueño de un restaurante de por aquí cerca. Deberías venir a probar mi comida. - Le guiñó el ojo y algo en la mirada de Ace comenzó a brillar. Marco casi rió en voz alta, el amor de la comida de Ace iba vas allá de cualquier barrera del tiempo.

 - Claro, gracias Thatch. Llevaré a mis hermanos conmigo. - Ni bien dicho esto, se escuchó la voz de un hombre llamando a Ace. Marco reconoció al chico como Trafalgar Law, el aliado del hermano menor de Ace. Vaya interesante amistad se había montado Ace.

 - ¡¡Ya voy, Law!! En fin, que tenga un buen día, Profesor Newgate. Un gusto en conocerte Thatch. - El chico se fue corriendo para encontrarse como el otro moreno y entraron juntos a la universidad.

 - Vaya, tiene mejores modales que hace 500 años atrás. - Comentó el castaño.

 - Posiblemente tenga padres y también tiene hermanos.

 - Crees que sean los mismos que en su vida pasada? - Pregunto Thatch. Marco rio con algo de burla.

 - Ojala tenga nuestra suerte de encontrar a su familia pasada. Volviendo al tema, ya dime que demonios querías. - El castaño desvió la mirada ante el comentario serio e intento inventarle una excusa a Marco para que le prestara dinero. Obviamente el rubio se negó.

  

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 - ¡¡Luffy, si no subes de nivel el maldito personaje, no lograremos nada!! - El grito de Usopp fue alto y agudo, aturdiendo un poco al moreno más bajo. Se sobó las orejas.

 - Lo siento Usopp, pero me quede jugando con Zoro hasta tarde. Hoy te prometo que subiré de nivel. Ya conseguiremos el ítem que quieres. - Luffy le restó importancia al escándalo del chico con rulos.

 - ¿Qué no podias jugar mientras Zoro estaba en tu casa? - Luffy frunció el ceño.

 - Claro que no, quiero pasar tiempo con Zoro. - Los dos morenos empezaron a discutir sobre la importancia del juego y sobre pasar tiempo con sus amigos. Sanji suspiró viéndolos con pena.

 - Ya cállense idiotas… - Los dos azabaches pasaron olimpicamente del comentario del rubio.

 - Ni lo intentes Sanji, simplemente come y ya. - Comentó Nami, comiendo el sandwich que tenia en la mano.

El grupo de los 5 estaba sentado en una pequeña ronda alrededor de los bancos, el de Luffy y Usopp que los habían juntado. Era la hora del almuerzo y por suerte no había mucha gente en el aula, por lo que se habían quedado ahí. Pocos minutos después se les unió Vivi que venia de la clase del año anterior y se sentó con ellos a almorzar. Hablaron animadamente entre pequeños grupos, hablando sobre juegos y las cosas que hicieron ayer, mientras Nami le comentaba a Vivi sobre todas las cosas nuevas que tenia y que tenia que mostrárselas a la peliazul. 

 - Saben chicos, ayer soñé algo extraño. - Musitó Nami.

 - ¿Qué soñaste Nami? - Usopp paró de tironearse del pelo con Luffy para prestarle atención a la pelirroja.

 - Pues vivíamos en un mundo antiguo, con barcos, viajes piratas y cosas así. Por alguna extraña razón Luffy era de goma.

 - Que ya no es de goma naturalmente? - Preguntó Sanji. Para confirmar, Luffy pasó sus brazos hacia atrás de su espalda, haciendo que dieran una vuelta completa. Usopp dejó salir un quejido.

 - Odio cuando haces eso. ¿Sabías que te dislocas los brazos, verdad? - Comentó el de pelo rizado.

- Pero no me duele, nací así. - Luffy lo hizo un par de veces mas hasta que el muy asqueado Usopp lo paró.

 - A la mañana hace ejercicios de estiramiento. - Comentó Zoro. Para demostrar, Luffy se paró y se dejó caer en el piso con las piernas abiertas en vertical, de manera muy natural. De algo le habían servido las clases de gimnasia cuando era niño.

 - Muchas gracias por la demostración, pero me refería a que podías estirar tu cuerpo. Podías estirar tu brazo de aquí a la ventana, como una goma literalmente. - Comentó confundida la pelirroja.

 - ¡Eso suena excelente! Me encantaría tener un poder así. - Dijo emocionado el azabache.

 - A mi me parece un poder bastante tonto… - Respondió Usopp y Luffy le dio un sape, no podía burlarse así de su poder.

- Ahora que lo mencionas.. creo que alguna vez soñé algo parecido. Pero Vivi no estaba con nosotros pero si la profesora Nico y su pareja, eso estaba raro. - Comentó Sanji.

 - Vivi si aparecia en mi sueño, era la princesa del país Alabasta. - Al decir esto, Vivi se tensó notoriamente. Nami se preguntó porque.

 - Pero Vivi ya es una princesa~ - El rubio se acercó a la chica de manera melosa, para ganarse un golpe de Nami.

 - Aléjate de ella, mujeriego. - Nami abrazó con fuerza a la peliazul, mientras esta le devolvía el abrazo.

 - Deberían dejar de ver tanta porqueria en la televisión. Esos sueños no son normales. - Comentó Zoro ignorando toda la sarta de bobadas melosas que soltaba el rubio.

 - Opino lo mismo, aunque suena divertido un mundo así, teniendo en cuenta que la mayoría del planeta esta cubierto con agua. - Dijo pensativo Usopp.

 - ¿Yo era el capitán no? - Preguntó Luffy. El grupo entero se le quedo viendo unos buenos segundos en silencio, para luego reír suavemente.

 - Si Luffy, tu eras el capitán. - Luffy empezó a reír con ellos orgulloso de su yo del sueño de Nami, mientras pasaban a hablar de otro tema. Ya, era un sueño normal y creado por ver Piratas del Caribe, nada muy preocupante.

Zoro desenfocó la vista del grupo para mirar hacia la puerta del aula. Allí había una chica con cabello castaño y trenzas en el pelo. Se la veía tímida y avergonzada, mirando hacia su grupo. Reconoció que era chica de otro año y solo podía venir por una razón.

 - Hey, cocinero del amor. Ahí tienes a otra. - Comentó el peliverde.

 - … ¿Otra? ¿En serio? - La pregunta fue seria por parte de Usopp.

 - Como decirle que no a una mujer. Todas las mujeres son hermosos seres, pero claro, Nami y Vivi son las reinas. - Dijo de manera cursi el rubio, levantándose de su asiento.

 - Si si, vete Don Juan. - Le contestó Nami riéndose.

El rubio caminó hasta la chica, donde esta se avergonzó notoriamente pero igual se veía feliz de hablar con Sanji. El rubio se despidió de ellos con la mano, haciendo un gesto de disculpa por no poder quedarse con ellos el resto del almuerzo. Los demás notaron rápidamente que el conservador en donde Sanji había traído la comida estaba vacío. El chico finalmente salió del aula rodeando a la chica por la cintura, vete tu a saber a donde irían. Se escuchó un sonoro suspiro de Usopp.

 - Sanji me preocupa chicos. - Confesó el de pelo rizado. - Vive saliendo con chicas y ya no hace otra cosa. Siento que hasta nos esta dejando de lado.

 - Ya suenas como si fueras su mama. Deja que haga lo que quiera. - Comentó Zoro.

 - P-pero ya casi no pasa tiempo con nosotros. Siempre que lo invito a jugar videojuegos o a ver una serie esta con alguna chica, sea en su casa o afuera.

 - Oooooh, Sanji dejará de ser virgen antes que tú, Zoro. - Rió Nami con burla. El peliverde la miró con odio, ganándose otra risa por parte de la chica. - Creo que extrañas pasar tiempo con él, Usopp.

 - Pues claro, es mi mejor amigo pero siento que también los esta cambiando a ustedes por estar con una chica distinta cada semana. Puedo entender si no quiere pasar tiempo conmigo, soy pesado pero creo que ustedes no merecen eso. - Dijo Usopp algo decaído.

 - Hey, no digas eso, que no eres pesado. Ademas Sanji te aprecia mucho Usopp. Son amigos desde pequeños. - Le dijo Vivi intentando animarlo un poco. El azabache le sonrió.

 - Lo se, pero me preocupa el hecho de que salga con tanta chica.

 - Tranquilo Usopp, pronto se dará cuenta que esta haciendo algo vacío. - Dijo Zoro.

Descartando el tema, el grupo comenzó a hablar de un tema totalmente distinto hasta el final del almuerzo. Sanji no volvió para la siguiente clase, por lo que todos suponían que se había ido con la chica a algún lado. Usopp suspiró como madre decepcionada, esperando que Sanji remediara esa fea actitud que tenía. La clase siguiente transcurrió con normalidad hasta la hora de salida a las 3 de la tarde. El grupo se dividió en la entrada, ya que todos vivían en zonas distintas (menos Zoro y Luffy) y que a Vivi venían a buscarla en auto. Nami se despidió de ellos y se fue caminando hacia la dirección contraria de los demás. La verdad es que no vivía lejos de la escuela, unas pocas 7 calles. Caminó con tranquilidad, encontrando la calle placenteramente desierta, sin mucha gente que tuviera que esquivar. Llegó en cuestión de 10 minutos a su casa. Abrió la puerta y se anunció, sin recibir una respuesta. Claro, su hermana mayor y su madre estaban en el trabajo. Subió hasta su habitación, dejando su mochila en una silla y se dispuso a cambiarse el uniforme. Se puso ropa cómoda, unos shorts deportivos y una camiseta holgada, perfecta para andar en casa. La pelirroja se acostó en su cama, revisando un poco su celular antes de tomar una siesta. Sus redes sociales estaban aburridas ese día, y su artista favorita no había dibujado nada nuevo, por lo que sin mas, decidió irse a dormir una pequeña hora.

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Entre todo el barullo de la guerra, de las peleas y el coche de espadas, lo único que podía escuchar eran los latidos de su corazón, golpeando contra su pecho de manera rápida. Las manos de Sanji estaban llenas de sangre, de la sangre de él. La pelirroja jadeo angustiada, no pudiendo entender que estaba pasando. Atrás de ella, escuchó al pequeño reno gritar colérico, para transformarse en su versión monstruosa para aplastar a todo aquel que se pusiera en su camino.

Inerte, entre los brazos de Sanji, el cuerpo del francotirador parecía en paz, como si se hubiera rendido ante algo necesario de hacer y que ahora ya había cumplido su objetivo. Las lagrimas le borronearon la vista, no pudiendo contener el sollozo de dolor que salió de su garganta. Nami intento convencerse de que no era verdad, que esa sangre no era de su mejor amigo, de que ahora despertaría y diría que era un broma como siempre lo hacia. No quería enfrentar el hecho de que Sanji estaba llorando tanto como ella, pidiendo disculpas al cuerpo inmóvil lleno de sangre. El grito desesperado de Luffy le partió el alma, gritando por su nakama, por Usopp.

Hacia poco mas de 5 minutos, el francotirador había salvado a Sanji de ser asesinado por Burgess, uno de los comandantes de Barbanegra, causando así que él recibiera el golpe. Podía ver claramente la herida enorme en el pecho de Usopp, la cual ya había parado de sangrar, ya que todo lo que quedaba de sangre estaba en el piso alrededor de ellos. Nunca había visto tan pálido al francotirador, teniendo la piel siempre tostada y colorida. Ahora estaba palida, sucia, muerta. La chica le acarició la cara al francotirador con suavidad, notando lo frío que estaba. No quería aceptarlo, no podía aceptarlo. Poco le importaba que otro comandante de Barbanegra estuviera acercándose a su espalda, tenia a Zeus protegiéndola, poco le importaba lo que pasaba a su alrededor. Su mejor amigo estaba muerto, no lo escucharia mas, no lo veria hacer tonterías nunca mas, no estaría para ella en sus momentos de debilidad, no estaría con ella ni con los demás luego de esta estupida y sanguinaria batalla, listo para encontrarse con el One Piece. 

Lo malo es que ni siquiera la dejaron llorar por Usopp, esas basuras ni siquiera la dejaron despedirse de Usopp. En seguida, el grito desesperado y desgarrador de Luffy le puso alerta todo el cuerpo. Un sentimiento de angustia volvió a colocarse en su estomago, dándose la vuelta y encontrándose con la escena que había hecho gritar a Luffy. Sintió como se quedaba sin aire, sin saber que hacer. Podía reconocer con facilidad como a unos pocos metros del espadachín, yacía su brazo izquierdo en el piso. Y no hacia falta ni verlo, ya que podía ver claramente la sangre que caía del corte. Gritó el nombre del espadachín sin poder contenerse, con miedo. Miedo de perder a otro miembro de su familia, de verlo morir en frente de ella.

 

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La pelirroja se despertó bañada en sudor, con lagrimas en los ojos. Estaba desorientada y muy angustiada. Sin contenerse mucho comenzó a llorar fuerte, recordando con detalles toda esa secuencia que su cabeza había logrado idear a través de una estúpida idea de piratas. Soñar que Usopp moría? Era en serio? Por que su cabeza había maquinado algo tan perturbador y horrible? El nivel de detalle que su misma cabeza armó le asustaba. Y se le hacia raro el nivel de angustia que haber soñado eso le causaba. Pero claro, si sueñas que a uno de tus amigos lo asesinan y al otro le cortan un brazo cualquiera se pondría mal. Pero la sensación que dejó en su cuerpo era desgarradora.

Nami lloró con mas fuerza, sin darle importancia en ese momento. Necesitaba llorar para sacarse toda la angustia del cuerpo, luego se encargaría de pensar por que demonios se sentía así. Abrazó la almohada con fuerza, dejando salir los sollozos que vinieron a ella con fuerza.

 

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Ese día había sido largo para Sabo. Había tenido clases hasta el medio día y luego había ido a trabajar al local de comida en el cual era mesero. Eran cerca de las 11 de la noche y estaba muy cansado. Sonrió al ver como sus hermanos habían pedido su plato de fideos favorito. Ninguno de los 2 se encontraba en la cocina o en la sala de estar, por lo que estaría en sus habitaciones. Sabo comió tranquilo y disfrutando el silencio de la casa. Terminó y se dispuso a lavar los platos que sus hermanos habían decidido pasar de largo. Suspiró algo divertido, a veces le sorprendía la actitud tan infantil que tenían sus hermanos y como odiaban limpiar la casa. Claro que a veces tenían que hacerlo, por la sanidad de Sabo.

Termino de secar la vajilla y se dirigió al piso de arriba, yendo a su habitación. Escuchó a Ace hablando en su habitación y rápidamente abrió la puerta, sin tocar ni nada. El azabache estaba jugando en linea y hablando por el micrófono. Sabo negó con la cabeza divertido.

 - Limpiar no te va a matar Ace, hace bien. - Dijo el rubio.

 - Ni loco lavo la cantidad de platos que consume Luffy. - Contestó el mayor. Sabo simplemente suspiró y cerró la puerta. Ace estaba muy concentrado en su juego, por lo que no podría reprocharle nada. Y ademas estaba muy cansado como para armar una pelea.

Luego pasó por el cuarto de Luffy. Abrió levemente la puerta sin hacer ruido, viendo al menor dormido en su cama, ya con una pierna afuera y las sabanas en cualquier lado. Sabo rió y entró en la habitación, tomando el cobertor y tapando a Luffy para que no tuviera frío. Hecho esto musitó “Buenas noches” en voz baja y salió de la habitación del menor. Su habitación era la ultima del pasillo y su cuerpo añoraba su cama, necesitaba ir ya a dormir. Al entrar buscó rápidamente un pantalón de dormir y una camiseta cualquiera. Se tiró en su cama sin ningún tipo de gracia y se dejó ir por el sueño. No tardó mucho en llegar a el, sumiendo en un profundo descanso.

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 - Chico, no puedes quedarte aquí, no es un lugar para niños. Donde estan tus padres? - El tipo de cabeza enorme ya lo estaba echando. No sabía quien era ni como se llamaba. Sus pertenencias decían que su nombre era Sabo pero ni siquiera recordaba si ese era su propio nombre. Pero de algo estaba seguro, podía reconocer el sentimiento de angustia que se localizó en su pecho. Tomó la manga del hombre que estaba al lado de su cama.

 - Por favor… No puedo volver con mis padres!! No se por que, pero simplemente se que no tengo que volver!! - Gritó el niño rubio. Las personas de su alrededor no sabían como reaccionar y por un par de día mientras terminaba de recuperarse de lo que parecía ser un accidente que no recordaba, decidieron que se quedara con ellos. Sabo respiró aliviado, viendo que podía permanecer lejos de sus padres.

Poco tiempo después aprendería que se había unido a la Armada Revolucionaria, un grupo enorme de personas que peleaban en contra de sistema corrupto del mundo. Buscaban la libertad y eso le gustaba a Sabo. Comenzó a ir a clases, encontrándose con facilidad para memorizar las cosas e incluso entusiasmo al aprender. Su cuerpo estaba acostumbrado a pelear, por lo que el entrenamiento corporal simple para los niños le era aburrido y tonto. Jamas se cuestiono demasiado su pasado, quería vivir en el presente y pensar para el futuro. 

Los años fueron pasando y gracias a la Armada, Sabo ganó poder y por supuesto, una familia a la cual querer. Conoció a Koala, una chica que había sido esclava de los Tenryuubitos, lo cual le hizo hervir la sangre a Sabo. Tenía mas razones para pelear contra el Gobierno Mundial, luego de enterarse por Koala de las atrocidades que hacían los que dominaban el mundo. Su cuerpo le requería mas, por lo que no tenia miedo tener que pelear contra personas fuertes de la Armada como Kuma o su líder, Dragon.

A la edad de los 14-15 años, Sabo comenzó a recuperar un poco de los recuerdos de su infancia. Recordó que era un noble y que sus padres nunca lo habían querido realmente, solo se preocupaban de mantener su estatus social y de casarlo con alguna princesa. Entendió por que su yo de 10 años estaba tan angustiado cuando le dijeron de volver con sus padres. No necesitaba estar cerca de gente así, su verdadera familia era la Armada. Otros recuerdos llegaron a el, como cuando conoció Gray Terminal o a la gente que vivía allí. De vez en cuando venia a su mente la figura de un niño de su edad y otro mas pequeño, pero no podía recordar mas que una sombra de ellos dos. Simplemente pensó que eran amigos de la infancia, nada muy importante. Su objetivo era mas importarte, la búsqueda de la libertad era mas importante.

Los años siguieron pasando, convirtiendo a Sabo en una personas poderosa y con un juicio inmovible. Su cabello había crecido para tapar su estúpida cicatriz en la cara. Tenía algunas marcas en el cuerpo también, pero no eran tan molestas como la de su cara. Había crecido bastante, pasando de ser un mocoso a medir casi 1,90, pero claro que no era muy alto teniendo a personas como Kuma o Ivankov en la Armada. De alguna manera u otra, se le presentó la oportunidad de ser el Jefe de Estado de la organización, luego de la lealtad y el poder que había demostrado en todos esos años. Al cumplir 19, Dragon lo nombró como su segundo al mando y Sabo no podía sentirse mas orgulloso de si mismo. 

Su primer año como Jefe de Estado pasó rápido, por suerte sin problemas. El mundo de la piratería estaba bien cuidado e inusualmente tranquilo, mientras que la Marina y el Gobierno Mundial seguían igual que siempre. Al año siguiente, luego de cumplir 20 años, tuvo que infiltrase con Koala en una misión muy importante, que duró varios meses. Obviamente la cumplieron con éxito, siendo Koala la que se había vuelto realmente poderosa en el último tiempo y por eso mismo Sabo la había tomado de compañera al hacer misiones. Al volver de su larga misión, poco antes de llegar a Baltigo, un recuerdo golpeó fuerte la mente de Sabo. Los dos niños que solía recordar con frecuencia, aun siendo unas sombras, emitieron voces. Las recordó con detalle, la voz del niño mas grande algo grave para su edad, pero todavía inmadura. La voz del niño mas pequeño era aniñada y aguda. Los recordó diciendo su nombre y un sentimiento de ansiedad le recorrió el cuerpo entero. No sabia por que, pero decidió con carcomer mucho la cabeza con eso.

Una vez en Baltigo, pensando que podría descansar, poco pensó que la guerra que se estaba llevando a cabo en Marineford acabaría tan pronto. Habían recibido noticias a través de un Denden Mushi, pero luego de que la comunicación se cortara, no habían recibido mas información. Al llegar, se enteraron que los piratas de Barbablanca habían perdido y que el mismo Newgate había muerto. Había otro muerto, el pirata al cual la Marina quería ejecutar, Puño de fuego Ace. Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero a Sabo al escuchar ese nombre. Le sonaba molestamente familiar, tanto que se le erizaron los pelos de la nuca. Caminó de manera pausada a tomar un periódico  escuchando a un compañero al lado de el diciendo que este Ace era el hijo de Gold Roger. Sabo empezó a sudar frió, todo le parecía familiar, como si ya lo supiera, como si conociera a este Ace. Abrió el periódico  viendo como las manos le temblaban. 

La cara llena de pecas y la sonrisa altanera que adornaban el papel le paró el corazón. O es lo que al menos sintió él. El aire le faltaba y solo como le vinieron las sensaciones de golpes, le llegó el recuerdo del niño ese, el niño mayor, una cara llena de pecas y alegría, gritándole al aire que seria mas libre que nadie y que se convertiría en pirata. Recordó cuando lo conoció, un chico tan solitario como él, con el mismo deseo de ser pirata. Cada sonrisa, cada aventura, todo. Todo vino de golpe, todo vino tan rápido que Sabo no pudo hacer mas que quedarse ahí hiperventilando. Un chillido agudo le inundaba los oídos, sin dejar que la pregunta de Koala llegara hasta su cerebro. Luego, vio la foto de otro pirata nuevo en la parte de abajo de la noticia, un chico de cabello negro con una cicatriz en el ojos izquierdo y un sombrero de paja. Vino a su mente el otro niño, pequeño y llorón pero no por eso menos valiente y feliz. Las lagrimas empezaron a juntarse en sus ojos, releyendo una y otra vez el titulo “Puño de fuego Ace muere”. La gente de su alrededor ya había notado la manera extraña de comportarse del rubio, preguntado si estaba bien. Nada importaba, nada, solo el recuerdo de tres niños, una botella de sake y una promesa que había olvidado, una promesa de hermandad.

Sabo cayó en la cuenta de que ese Ace no era un pirata cualquiera, no era un desconocido para el mundo o alguien que fuese una amenaza. Ace era ese niño, ese chico solitario y vivaracho, que le había dado ganas de buscar una mejor vida. Ace era su hermano.

 

Su hermano estaba muerto. Y él, como un idiota sin saber nada, no había podido evitarlo. 

 

Sin mas, Sabo se desplomó en el piso, siendo atendido rápidamente por sus compañeros.

Notas finales:

Eso es todo! Gracias por leer, dejen un bonito review <3

Lo siento Usopp! Te amo pero necesito drama (?


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