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El Latido y El Engaño [Omegaverse Yuri] por ak47rv

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Notas del capitulo:

El Capítulo más largo hasta ahora, y créanme que me han salido más largos que éste XD pero procuro que todos los capítulos no superen las 800 palabras pero... me fue imposible recortar el episodio por esta ocasión. En fin, espero que sea de su agrado ;).

Niko


Contemplé con asombro como la cara de la profesora Vidal se hinchaba y tornaba roja, ante el gesto de burla por parte de la Señorita Galeano.

Estaba pensando seriamente en intervenir...

-¡DETENCIÓN, USTED TENDRÁ QUE QUEDARSE EN DETENCIÓN DURANTE DOS SEMANAS ENTERAS! ¡NO MÁS SESIONES EN EL TALLER! ¡NO MÁS DE SUS GROSERÍAS EN ESTA INSTITUCIÓN! ¡Y POR FAVOR, QUITESE ESE COLOR RIDÍCULO DEL CABELLO! ¡Y...- la mocosa de cabello alocado colocó el dedo índice sobre sus labios, obligando callar a la estupefacta profesora.

-Supongo que éste es el momento en el que yo corro y usted me persigue, cómo policías y ladrones, ¿comprende?

-¡¿Pero qué-

-¡SÁLVESE QUIÉN PUEDA!- Eleonor Galeano salió pitando del colegio, LITERALMENTE.

Vidal tenía cara de idiota, y no dudo que yo también tuviera esa expresión, apenas pude prevenir que la chica corría en mi dirección, pues me distrajo lo largos que eran sus brazos. Me recordó a un espagueti humano, en el momento menos indicado. La Señorita Galeano en un abrir y cerrar de ojos se lanzó dentro del automóvil.

De un momento a otro la situación se tornó aún más rara. En el segundo preciso en el que ella subió al coche, un dulce y exquisito aroma se impregnó en mis fosas nasales, un aroma a fresa salvaje, dicha fragancia aniquiló lo poco de neuronas que me quedaban una por una, suspiré e inhale profundo, borracha de su deleitable esencia.

-¡Arranca, mierda!- la escuché exclamar, sacándome totalmente de mi ensimismamiento.

¿Pero qué demonios...

-¡¿Qué haga qué-

-Pendejo. ¡QUÉ LE PISES POR TODOS LOS CIELOS!

Mi corazón se aceleró a causa de la adrenalina, pese a tratarse de una mera estupidez mi cabeza la hallaba en otro lado y mi cuerpo actuó por cuenta propia, pisé el acelerador hasta el fondo y el automóvil se esfumó como el viento. Y nadie nos perseguía.

Mi velocidad excedía de la permitida, poco faltaba para que llegáramos a la Avenida Principal.

-¡WOHOOO! ¡SÍ, MÁS RÁPIDO!- yo estaba muerta de los nervios, mientras que esta pendeja se divertía como nunca.

-¡Ponte el cinturón!- le advertí, previniendo que tarde o temprano íbamos a adentrarnos a la carretera, traté de desacelerar con lentitud.

Ella no hizo caso a mi advertencia, seguía extasiada por lo rápido que se movía el vehículo. De pronto, un automóvil apareció en la delantera, el semáforo cambió a Verde, señalando que los conductores debían permitir el paso a los transeúntes.

Frené.

La Señorita Galeano rebotó sobre su asiento, dándome una mejor vista de sus bragas de estampado de helado de fresa (al igual que de "esas cosas" de las que les contaré dentro de muuucho tiempo, niños), en un santiamén estrelló la cara contra el respaldo de mi asiento.

-¡CARAJO!

...
Alpha*Beta*Omega
...


Sentí mi cuerpo temblar aún ante la evidente presencia de su aroma, preguntándome si estas reacciones eran normales en una mujer Beta.

No necesitaba ser una genio para deducir que la sobrina del Señor G. es una Omega, y de las más apetecibles.

Ya había percibido las feromonas Omega con anterioridad, algunos Beta tenemos un sentido del olfato tan agudo como el de un Alfa, gracias a esto pude distinguir los subgéneros de otros con una tremenda facilidad, aunque no debo fiarme del todo, hay personas que producen feromonas en menor medida, tales como la Señorita Rosa, de quién desconozco su subgénero por completo; y en mi caso, por mi apariencia y aroma los demás siempre me confunden con un chico.

Retrocediendo a lo que sucedió después de que frenará, confieso que le rompí la nariz a la sobrina de mi jefe en mi primer día de trabajo. Ok. No se la rompí. Sólo se desangró un poquito.

-Quieta- ordené a la mocosa al tiempo de que le empujaba la cabeza hacia atrás con la mayor delicadeza que me fue posible.

Busqué en el botiquín de emergencias que estaba en la cajuela pero ésta no contaba con nada más aparte de medicamentos para prevenir el celo y esas cosas por el estilo. Oh...

Y tampones. ¿Me creerán si les digo que le metí un tampón por la nariz con tal de que dejase de sangrar?

-¿Cuál es tu nombre?- se atrevió a preguntar la muchacha, sus ojos castaños en un principio a cualquiera le resultarían comunes, sin embargo, el modo en cómo me miraba los hacía parecer arrolladores (sin tomar en cuenta los tampones en su cara).

-Niko- respondí con simpleza, no quería que supiese que me llamaba Nicolle y mucho menos me sentía dispuesta a tomar prestado el nombre de mi hermano.

-Niko- su voz poseía un deje de inocencia infantil, lo cual me resultaba un poco aterrador ya que ella me daba la impresión de chica yandere- No le diré nada a mi tío al respecto, así que puedes estar tranquilo.

Estas malditas feromonas me provocan náuseas.

Me apresuré a encender nuevamente el automóvil, con un débil ardor en la nuca. La mocosa se estaba comportando demasiado amable conmigo, su personalidad no encajaba con la advertencia de Rosa, mucho menos con su reacción al exigirme que acelerará cuando se metió al coche. Decidí mantenerme alerta en todo el recorrido a su morada.

Media hora más tarde me encontraba estacionando delante de una mansión lujosa, rodeada de jardineras y muros, una puerta gigantesca me impidió el paso, fue sumamente raro hablar a través del comunicador para que nos otorgarán acceso a la entrada. Por fin, a unos cuantos metros de la monstruosidad de casa aguardaban por su llegada una hilera de sirvientes.

Le abrí la puerta como todo buen caballero, fue cómico ver su apariencia en general; Eleonor no coincidía con la elegancia del apellido, con su cabello completamente enmarañado, la falda arrugada hasta no más poder, los orificios de su nariz rojos por los vestigios de sangre y sus brazos largos como el espagueti que comí el martes pasado.

 

Notas finales:

Niko es romántica XD pero a su manera.


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