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A los pies del heredero. por Cam Rams

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10

 

El movimiento telúrico hizo que cayera pequeños escombros desde arriba provocando que Sesshoumaru alzara la vista haciendo que Inu Yasha también lo hiciera. Pero los ojos de Sesshoumaru se abrieron en asombro la cara de quien estaba mirándolos no era otra que de aquella traidora.

 –… ma… má…

Escucho de los labios de Inu Yasha cimbrando su cuerpo ¿había escuchado bien? Esa mujer, a esa mujer Inu Yasha la llamo… ¿mamá?

 

Kouga luego de salir del palacio de Miroku camino con molestia no quería estar en ese lugar, la idea de hablar con quién le podía responder sobre esas marcas dirigieron sus pasos a donde Banryu, pero debía ir de regreso al palacio del rey por lo que debía ir primero por un caballo. Cerca de los establos del príncipe Miroku, aun si mantenía los ojos cerrados por el dolor que le provocaba el sol se detuvo al sentir a alguien cerca, sin embargo algo se sentía extraño.

 –¿Quién eres? ¿Por qué me estas siguiendo?

Pregunto sin obtener una respuesta, pero todo su alrededor se envolvió en llamas azules paralizándolo. El calor lo envolvía y por instinto se alejaba de las llamas que flameaban cerca de él.

 –¡¿Quién demonios eres?! ¡Muéstrate!  –grito tratando de percibir mejor la presencia.

 –¿eres quien vino con el chico llamado Inu Yasha?  –escucho una voz distorsionada.

 –¿Cómo conoces a Inu Yasha?

 –Entonces lo eres  –se escuchó  –escucha lo que te diré…

 –¿Quién quiere escucharte? Aparece o lárgate, pero déjame pasar  –gruño Kouga escuchando un suspiro.

 –conozco a la madre de ese chico y por ella te vengo a advertir.

 –¿a la señora Iza?  –murmuro sin creerlo, eso era imposible.

 –la sacerdotisa de la tierra de Hitit… Inu Yasha es su hijo.

 –no te creo una mierda  –gruño bajo.

Sacerdotisa de esa tierra, era imposible su padre la trajo al circo cuando ella estaba vagando por Turquía, no sabía hablar su idioma, sin embargo fue capaz de ayudar a su padre con los trucos, luego enseñarles trucos a perros callejeros e incluso a aves y se volvió parte del show, aprendió el idioma con facilidad después de un poco de tiempo, era amable y encanto a todos en el circo, por ello nadie dijo nada cuando se supo que había llegado embarazada al circo, ni le pidieron nada cuando cayó enferma y ya no pudo trabajar, la madre de Inu Yasha no era más que una artista ambulante, nada más que eso antes de llegar a Turquía.

 –te mostrare de quien hablo. 

Escucho la voz y abrió los ojos… en las llamas una figura pequeña comenzó a acercarse y a volverse más alta, el movimiento de las llamas hacían oscilar la figura. No podía ser… la piel clara, ojos  grandes y expresivos, con aquel cabello lacio de ébano que flotaba con el aire caliente de las llamas, vestida con un hermoso vestido de finas telas se estaba acercando la difunta madre de Inu Yasha.

 –¿… có…mo…?  –pregunto trémulo, su voz casi no salía.

 –necesito que me ayudes…

 

Como si flotara bajo desde la entrada de luz. Inu Yasha no cabía en su asombro y Sesshoumaru en su confusión ¿Cómo era posible? Era una pregunta en sus mentes pasaba pero que la respuesta para ambos era diferente.

Inu Yasha vio bajar a su amigo detrás de la mujer. No entendía qué estaba pasando, ni sabía qué sentir en ese momento, el aroma de la piedra hacia que se sintiera aturdido.

Sesshoumaru alejo su vista de Inu Yasha para clavarla en la mujer, un dolor y pesar se mezclaron en su pecho con el odio, deseaba gritarle tantas cosas, pero la confusión y auto desaprobación cerraban su garganta ¿Por qué de todas las personas Inu Yasha tenía que ser hijo de esa mujer? Y él acababa de… endureció su mandíbula ante el hecho, se sentía estúpido. Saco su látigo con la intención de atacarla.

 –¡No!  –grito Inu Yasha sujetando la mano de Sesshoumaru, pero fue lanzado lejos.

 –Izayoi ¿Por qué estas viva?

 –Príncipe Sesshoumaru solo soy un remanente… mi cuerpo murió cuando Inu Yasha aún era muy pequeño…

 –Inu Yasha  –la voz de Kouga hizo a Inu Yasha mirarlo  –¿sabes lo que estabas haciendo? ¿Sabes siquiera qué esta pasando?

 –yo… ¿de qué estas hablando?

 –ser suyo hasta su muerte  –repitió en un gruñido.

 –tú no entiendes… Sesshoumaru desea.

 –Silencio, no tienes derecho a decirle que haré  –le restregó Sesshoumaru.

 –príncipe debe saber que no podrá conseguir lo que desea… mi hijo traerá la caída del sol, bañara los países con la noche, pero solo depende de ti si él muere o sigue con vida.

 –¡¿Qué estas diciendo?! ¡no me dijiste…!  –Kouga tomo el brazo de la mujer con fuerza.

 –Kouga  –Inu Yasha lo llamo al ver el rostro de dolor de la mujer, pero no podía acercarse, temía que Sesshoumaru la atacara, en los fríos ojos del príncipe, odio y desprecio se veían, sin un ápice de vacilación la atacaría, estaba seguro de eso, aun así si Kouga continuaba tendría que intervenir.

 –tú tienes que descubrir quién eres Kouga… pues el pasado volverá.

Un temblor en el pecho de Kouga hizo que le soltara, fuego azul envolvió la figura de la mujer de repente.

 –¡¡mamá!!  –grito Inu Yasha corriendo a ella.

La mano de Sesshoumaru no logro detenerlo, el ver la espalda de Inu Yasha provoco un vuelco en él sujetándolo con el látigo y jalándolo hacia él. Había sentido que lo iba a perder.

 –¡¿Qué demonios estas haciendo?!¡mi madre!

 –me perteneces  –le dijo sujetándolo siendo visto con molestia.

 –suéltame  –le dijo con molestia y miedo al ver el fuego no desaparecía y Kouga parecía pegado en el lugar sin hacer más que mirarle.

 –no  –aun si Inu Yasha se retorcía Sesshoumaru no lo soltaría.

 –maldición… ¡Kouga! ¡Demonios! ¡ayúdala!  –le grito.

El agua que se evaporaba había formado una pantalla de humo, pero era capaz de ver la silueta de las llamas que parecía ser más pequeña hasta flotar en una esfera, Inu Yasha no había dejado de pelear para que Sesshoumaru lo soltara, sin éxito.

 –maldición  –murmuro entre los dientes.

 –esa mujer es la traidora…

 –cállate, ella es mi madre…

Las miradas doradas estaban fijas en los que estaban frente a los suyos; no fueron capaces de decir nada más… miles de preguntas y quejas que no fueron dichas, no querían saber realmente la verdad que tenía él otro… la verdad se les hacia sofocante y saber más sería torturarse. Inesperadamente los ojos de Sesshoumaru fueron los primeros en desviarse y comenzó a soltar a Inu Yasha, pero en cuanto lo hizo un puño volteo su cara.

 –estamos a mano  –le dijo en un gruñido Inu Yasha dándole la espalda a Sesshoumaru.

Sabía que esa no podía ser su madre, una ilusión o quizás su alma o lo que fuese… su madre había muerto cuando él era un niño, era una mujer amorosa con él y Kouga, y esa era toda la verdad que era para él. De dónde vino o qué hizo su madre antes de tenerlo no cambiarían eso… no lo haría…

Sesshoumaru sostuvo su cabello jalándolo a él.

 –insolente.

 –lo soy y quien soy no cambiara jamás, suéltame  –le reclamo.

 –lo jurado hoy permanece.

La voz de Sesshoumaru parecía débil y aquella mirada fría parecía esconder cierto dolor. Era verdad que para Inu Yasha su madre significaba el calor y la felicidad de su breve niñez, pero para ese príncipe era malos recuerdos, apretó las cejas y le grito casi en un gruñido.

 –¡¿Cuántas veces quieres que lo diga?! Te ayudare, hasta que hayas conseguido lo que quieres estaré apoyándote, por eso quita esa maldita cara que no te quedmmm…

 

Kouga con lo que le dijo había sentido su interior estremecerse, un dolor de algo que no lograba descifrar. No, no quería recordar, aun si no sabía que era, tenia… miedo de ello… ¿Por qué? Inu Yasha… su pensamiento trajo la imagen de Inu Yasha y lo busco con la mirada, aquel zorro había desaparecido y el vapor comenzaba a bajar.

Desde la espalda Sesshoumaru giraba la cabeza de Inu Yasha para besarlo y él no podía más que mirar. Ese zorro le había dicho que significaba que estuvieran ahí e incluso que Inu Yasha tenía las mismas marcas de Sesshoumaru… el odio creció en su interior, pues estaba seguro que Inu Yasha nada sabía de ello. Era una unión, ante el espíritu de aquel país Inu Yasha era de ese hombre hasta la muerte de Sesshoumaru.

 

Bankotsu vio la escena y lucho por liberarse sin ningún éxito desde que los vio entrar a la cueva, pero ahora cuando era claro su sangre hirvió, el agua a su alrededor que se encontraba agitada fue expandida como si hubiera recibido un golpe con exagerada fuerza y de su garganta un rugido salió.

 

El agua alrededor de Inu Yasha y Sesshoumaru se elevo y cayó en más de una ocasión junto con un fuerte temblor que agrieto las murallas de la cueva.

 –Kou…ga…

 –solo te has aprovechado de la ignorancia de Inu Yasha  –gruño Kouga sin tomarle atención a Inu Yasha.

 –Inu Yasha acepto  –confirmo Sesshoumaru al ver que ese moreno sabía lo que había hecho.

 –¡¡cállate!!  –Grito y la grieta se hizo más grande  –lo engañaste.

 –Kouga  –Inu Yasha miraba con asombro.

El agua subió como serpientes hacia lo alto y fueron a la dirección de Sesshoumaru, que tomo a Inu Yasha y salto hacia atrás esquivando el agua y las piedras que comenzaban a caer. Las marcas de Inu Yasha comenzaron a arder, de la marca de Kouga un vapor comenzó a salir.

 –¿Qué le esta pasando a Kouga?  –pregunto Inu Yasha preocupado por su amigo.

 –solo es una teoría…  –comenzó a decir esquivando y viendo que el moreno parecía listo para atacarlo  –puede que tu amigo tenga dentro de él un espíritu de la tierra…

 –¿Qué?

 –no lo entiendo, pero solo es una corazonada.

Quedando en una esquina estaban acorralados frente el agua se ponía como lanzas apuntando a su dirección, la muralla agrietada amenazaba con caer en cualquier momento y Kouga se acercaba con la mirada fija en ellos.

 –vete  –dijo Sesshoumaru  –solo quiere herirme a mí.

 –¿de qué hablas?

 –estas siendo un estorbo, lárgate  –le ordeno.

 –no lo voy a hacer  –dijo mirando a Kouga  –Kouga detente…

 –ven Inu Yasha  –le extendió la mano donde estaba la marca, los ojos de Kouga perdieron la luz, el dolor en Inu Yasha le hizo apretar los dientes.

 –…Oo…kami…  –susurro Inu Yasha y como si un golpe eléctrico golpeara a Kouga este detuvo su andar abriendo los ojos.

No sabía de donde había venido ese nombre, pero algo le decía que Sesshoumaru no estaba tan errado.

 –¿Ookami?  –dijo en pregunta Sesshoumaru  –eso es absurdo, el espíritu de Egip desapareció hace eones ¿Por qué ahora…?

 –yo no lo sé…

 –ugggh…  –un quejido salió de la garganta de Kouga antes de soltar un grito que provocó que las lanzas de agua fueran destruidas y las murallas colapsaran.

 –¡cuidado!  –grito Inu Yasha corriendo a Sesshoumaru a un lado de la muralla.

Una humareda borro su visión por un momento ¿Inu Yasha? Su corazón se salto un latido al pensar en que algo le había pasado, pero frente a él Inu Yasha sostenía una esfera de luz y la muralla estaba siendo restringida por trenzas de agua. Sesshoumaru no caía en el asombro.

 

Kouga había salido alterado su visión estaba borrosa, imagen tras imagen pasaba una tras otras, las imágenes de alguien frente a él con esas ropas antiguas, con el cabello negro y largo le extendía la mano y sonreía… la cara de esa persona era la de Inu Yasha pero al mismo tiempo no lo era, imágenes de sus días en el circo con Inu Yasha se cruzaban y de nuevo con esa otra persona ¿Qué le estaba pasando? ¿de quién eran esas imágenes? Corrió sin saber cuanto o donde iba solo que deseaba alejar esas imágenes con desesperación ¿Cuáles eran sus recuerdos y cuales no?.

 

Miroku miraba la luna azul que comenzaba su ascenso al cielo, eran de ese lugar… busco en los escritos antiguos y solo pudo encontrar cosas que no daban un completo margen de lo que eran las marcas, los espíritus habían marcados a un humano hacia eones para que este pudiera vivir lo que ellos vivieran y así las heridas y dolor seria compartido, aquel fue un príncipe de nombre Yasha de Egip que fue capaz de encantar a los espíritus guardianes y estos les enseñaron a cultivar su energía y pronto fue virtuoso, pero entonces ¿por qué dos personas estaban marcadas? Según la oráculo más joven de los Hitit, Kanna, cuando volviera el alma de esa persona un baño de sangre comenzaría y la nación perdida volvería a surgir.

 –acaso ¿Sesshou…?  –un rugido freno su pensamiento y miro al bosque detrás de su palacio, las aves volaron espantadas un miedo creció en su pecho acelerando su respiración, un segundo rugido se escucho considerablemente cerca y vio Kouga salto de un árbol a su jardín como si fuese una bestia con cuerpo humano.  –Kouga  –susurro  –¡¡Kouga!!  –grito al verlo enderezarse y sentir que se iría, pero al llamarlo este alzo la vista mirándolo con tristeza.

La imagen de Miroku era tapada por la de Inu Yasha y el de la otra persona… prevaleciendo el de la otra persona…

 –… Yasha…  –murmuro antes de desplomarse.

 –¡¡Kouga!!  –grito Miroku y bajo deprisa a verlo.

Lo llamaba mientras corría a él y al tomar su cabeza lo examino, su nerviosismo era palpable, miro que de los ojos del moreno lágrimas bajaban.

 –Kouga   –murmuro al no verle ninguna herida.

El brazo emanaba un vapor que parecía hacer la marca más negra.

 –si pudiera usar magia como mi hermana o Sesshoumaru…  –murmuro tomo una roca que estaba en el suelo helada y la puso en el febril brazo. Takemaru llego a su lado  –ayúdame a entrarlo…

 –mmm… 

Miroku al ver que parecía querer decir algo se acerco para escuchar aun cuando Takemaru se oponía y escucho.

 –… yu ni Yasha…

Solo esas suaves palabras que le provocaron un vuelco ¿había escuchado mal? Ese lenguaje era uno que ya no se usaba y aquel nombre… tal vez al estar inconsciente no dijo bien el nombre de su novio, ya que ambos eran similares… aun así… ¿Cómo conocía ese idioma?

 

Sesshoumaru observo un momento a Inu Yasha y se levantó, tenia que seguir, aun si era hijo de la traidora Inu Yasha era Inu Yasha.

 –yo…

 –Tranquilo  –le dijo al verlo sorprendido, ya antes lo había visto hacer algo, pero suponía que para el mismo Inu Yasha era más chocante.

 –Kouga…

 –salió.

 –nosotros…  –la mano de Sesshoumaru lo callo.

 –el viento que sopla que emerja a mi llamado y disperse los obstáculos frente a mí, que los torrentes separen las aguas y liberen el paso ante mí  –fuertes vientos comenzaron a hacer retroceder las murallas y a dividir el agua  –que la brisa nos cubra como caricia de amante y proteja lo importante para mí…

Comenzó a caminar aun teniendo tapada la boca de Inu Yasha obligándolo a que estuviera cerca no lo soltó hasta salir.

 –debemos irnos.

 –pero Kouga…

 –estará bien, Miroku lo atenderá…

 –pero…

 –Inu Yasha  –lo tomo del brazo acercándolo, los efectos de la piedra aun estaban presentes y no se esfumarían hasta el alba  –no hables de él…

 –él es…

 –no lo digas, lo sé, pero has jurado estar conmigo hasta mi muerte no lo olvides.

 –lo sé…  –dijo algo avergonzado  –solo estoy confundido de muchas cosas… pero no quiero pensar.

 –vamos  –le dijo tomándole la mano para guiarlo.

Todo deseo y pensamiento esa noche serian reales, por lo que Sesshoumaru trataba de solo no hacer demasiado, ni pensar, solo se concentró en caminar un paso a la vez solo avanzar, ahora era lo que deseaba sostener esa mano y caminar.

El silbido de Sesshoumaru llamo al caballo luego de un rato, subió en silencio y extendió la mano a Inu Yasha haciéndolo subir frente a él, se permitió apoyar su pecho en la espalda de Inu Yasha y estrecharlo al sostener las riendas, todo en silencio y solo sintiendo las respiraciones del otro, la calidez de sus cuerpos aun húmedos, a momentos las manos de Sesshoumaru acariciaron las de Inu Yasha que temblaba y suspiraba recargando un poco el peso en ese fuerte pecho. Aun si se sentía tranquilo su cabeza no lo dejaba tranquilo, su madre era de ese lugar, entonces ¿Qué había de su padre? Aun si se decía que no importaba nada, que él solo era él, sus pensamientos seguían fluyendo, las caricias de Sesshoumaru lo estremecían haciendo que sus pensamientos se esfumaran momentáneamente sin poder hilar pensamientos concretos mientras el caballo andaba por las calles de la ciudad, no miraban a nadie ni escuchaban a nadie, solo seguían su camino.

 –¿tienes frío?  –le pregunto al sentirlo temblar.

 –mmm…  –asintió suavemente.

 –se obediente  –le dijo al oído y lo sintió asentir.

Se sentía cansado, su madre, su amigo, sus sentimientos, las marcas, ese mundo… demasiadas cosas y solo estando en el pecho de ese príncipe, sintiendo su calidez y palpitar parecía calmarlo.

Sesshoumaru se detuvo frente una posada y bajo del caballo alzando los brazos a Inu Yasha para ayudarlo a bajar. Fue ahí cuando Inu Yasha se percató que los demás los miraban “túnicas rojas” murmuraban.

 –¿túnicas… rojas?

 –Inu Yasha  –lo llamo haciendo que lo mirara  –solo mírame a mí… se obediente…

Asintió y estiro sus brazos a Sesshoumaru y él lo recibió sin dejarlo que tocara el suelo.

 –¿Qué?

 –se obediente, te llevare.

 –Sesshoumaru… aun siento el aroma de la piedra…

 –es normal… será hasta el alba

Inu Yasha asintió, mientras era cargado, se sentía aletargado y como el príncipe le dijo solo lo miro a él. Sesshoumaru fue guiado a la habitación del segundo piso, la más alejada de las otras habitaciones, amplia y pulcra. Telas rojas caían adornando el camino hacia la cama, licor fue traído y dos copas junto a unos frutos. Todos salieron y las puertas se cerraron detrás de Sesshoumaru, que lo llevo donde estaba la mesa con la jarras, sirvió en dos copas levantando una.

 –para mis ancestros  –dijo y lo derramo en la mesa.

 –¿Qué haces?

 –para mi futuro  –dijo sin responderle mostrándole la copa a Inu Yasha  –bebe.

Inu Yasha perdido sostuvo la copa y bebió un trago, tosiendo.

 –es fuerte  –dijo entre la tos.

 –la vida es dura  –le dijo sonriendo un poco Sesshoumaru  –solo tú puedes saber si eres capaz de tomarla o renunciar a ella.

De alguna manera Inu Yasha sintió que esas palabras tenían un significado profundo en ese mismo príncipe, sin embargo en ese momento no tenía cabeza para pensar en más cosas. Miro la copa y la bebió de un golpe mostrándosela vacía a Sesshoumaru.

 –puhaaaa… es fuerte, pero solo yo decido por mí  –sonrió victorioso.

El pecho de Sesshoumaru latió con fuerza al ver ese rostro en Inu Yasha, esas palabras… cuando llego le había dijo que aun si lo mataba eso solo sería cuando él decidiera dejar de luchar, una sonrisa apareció en sus labios.

 –hoy pasaremos la noche aquí…

 –bebe  –le dijo Inu Yasha que le había servido en la misma copa.

 –no sabes lo que estas haciendo…

 –no eres capaz de beberlo  –le dijo sonriendo aunque su cara delataba que estaba mareado.

 –tienes poca resistencia. Ve a dormir…

 –Cuando lo bebas  –dijo con palabras un poco torpes.

 –si lo bebo, serás mío hasta la muerte.

 –no dijiste eso antes… en la laguna donde apareció…  –se calló al recordar a su madre y bajo la cabeza.

 –Realmente ingenuo  –sujeto la copa junto a la mano de Inu Yasha acercándose se arrodillo he hizo que le diera el licor hasta la ultima gota, mostrándole la copa vacía. Se levantó sirviendo un poco más  –no hay vuelta atrás  –sonrió  –por tus ancestros  –dijo y la derramo en la mesa.

 –no entiendo…  –con el licor y aun los efectos de la piedra se sentía mareado y aturdido, todo le comenzó a dar vuelta parpadeando un par de veces mirando a Sesshoumaru que parecía no tener ningún efecto.

 –… finalizamos la primera y segunda parte de la unión… eso es todo  –dijo, pero a Inu Yasha sintió que Sesshoumaru no deseaba hablar de ello.

 –¿Cuántas son?  –pregunto sirviéndose otro poquito de aquel licor que descubrió que luego le daba un gusto dulzón.

 –tres…

 –tres…

 –la tercera no es necesaria.

 –¿Por qué?

Se sentía curioso, aturdido, mareado, confundido de muchas cosas, pero si se centraba en escuchar a Sesshoumaru sentía que era más llevadero.

 –el primero es el juramento ante los dioses, y me permite conocerte como tú a mí, el segundo…  –se acercó a Inu Yasha que dejo la copa de la que estaba bebiendo aun con un poco dentro que fue bebido por Sesshoumaru  –es para honrar a nuestros antepasados y mostrarles a quien se a elegido para la unión… se comparte copa porque…

Antes de que terminara la copa se rompió en dos sorprendiendo a ambos, pero en la cara de Sesshoumaru se vislumbró un poco de tristeza.

 –podemos ver que ocurrirá con la unión…

 –… ¿Qué pasara?

 –lo había dicho no es así… quedaras libre cuando yo muera…

 –deja de decir eso  –se levanto tambaleándose siendo sujetado por Sesshoumaru.

 –es mejor que duermas  –le sugirió el príncipe.

 –no…  –se sostuvo en la túnica  –escúchame, tu príncipe idiota…  –lo miro desde su posición tratando de enfocar estaba realmente mareado.

 –estas borracho.

 –¿y? sé lo que digo… tú, deja de hablar de morir… te voy a ayudar, así que debes seguir… los aldeanos… Rin, tus concubinas… ese Miroku… todos esperan que tu vivas, así que… vive…

 –no sabes lo que dices.

 –yo quiero que vivas   –puso la frente en la unión del hombro y el cuello  –eres fuerte y bueno, aun si… a veces eres idiota no importa… miras por los demás serías un gran rey…  –los brazos de Sesshoumaru lo estrecharon más  –así que debes vivir.

 –eres idiota…  –susurro  –solo puedo jurarte que haré que tu vuelvas a tu mundo vivo…

Esas palabras de alguna manera hizo un hueco en el pecho de ambos, pero los brazos de Sesshoumaru no lo soltaron y las manos de Inu Yasha atrapadas no intentaron empujarlo.

Su mundo se repitió en la cabeza de Inu Yasha, nuevamente preguntas comenzaron a apuñalar la cabeza de Inu Yasha, una tras otra y sin ninguna respuesta. 

 –Sesshoumaru… ¿Quién soy?

La voz de Inu Yasha rompió el silencio. Sesshoumaru lo tomo en brazos y comenzó a caminar mientras le respondía.

 –te lo dije; eres mi consejero  –lo dejo en la cama yendo a la mesa  –mi aliado  –dijo sirviéndose en la copa vino de la jarra de al lado de la otra con licor fuerte, para volver donde Inu Yasha  –y mi ser… más amado…  –tomo un poco y lo beso sujetando su nuca para que no se alejara.

 –mmm…

Las manos de Inu Yasha sujetaron la túnica de Sesshoumaru con la intención de alejarlo, fue obligado a beber el vino. Sus manos deslizaron la túnica del príncipe que solo se alejo un poco lamiendo los labios que entre abiertos temblaban como si le pidieran más.

Sesshoumaru lo contemplo, las mejillas rojas, aquellos ojos confundidos, esos labios húmedos y entre abiertos, la fina túnica roja que lo cubría, el cabello húmedo que se pegaba a su contorno como si lo abrazara. Puso una rodilla en uno de los costados y una de sus manos toco el cinto por el costado, mirando las reacciones de su consejero que confundido aun lo tenia sostenido de los hombros de la túnica. Soltó poco a poco el cinto sin dejar de mirarle, de alguna manera se sentía nervioso, cada temblor de Inu Yasha lo hacía dudar…

 –yo…  –Inu Yasha hablo en un suspiro.

Tenia que parar eso estaba mal, él estaba con Kouga, aun así, su cuerpo no se movía… sus labios no decían lo que debía, sintió como el cinto fue deslizado haciendo que sus mejillas se sonrojaran. Tenia que detenerlo, tenía que…

Sesshoumaru comenzó a acercarse con la intención de besarlo nuevamente, un suave beso que invitaba a Inu Yasha a responderle, tímidamente imitaba los movimientos del príncipe y temblando cada vez que la punta de la lengua lamia su labio deseando él mismo hacerlo, el roce se profundizo al tocarse sus lenguas dejando que se acariciaran, el aroma a alcohol y de la piedra que persistía los embriagaba cada vez más como el deseo de sentirse más. Ya no habían preguntas, ni preocupaciones solo el creciente deseo que los guiaba. Las manos de Sesshoumaru deslizaron la túnica descubriendo el cuerpo de Inu Yasha que inconscientemente comenzó a subir con el movimiento de Sesshoumaru sin dejar de besarse y siendo recostado por el príncipe.

Sesshoumaru se alejó un poco para verlo la piel un poco más bronceada que la de él, las mejillas rojas por el alcohol y vergüenza, tan solo cubierto con el taparrabos que dejaba ver que su miembro estaba semi erecto.

 –… no… mires  –dijo avergonzado cubriéndose con las manos al ver la sonrisa de Sesshoumaru.

Pero aquel príncipe bajo su rostro al pecho de Inu Yasha lamiendo el lugar donde estaba el corazón dándole un escalofrío a su consejero comenzando a bajar delineando aquella piel con sus labios y lengua.

Gritos que provenían de abajo detuvieron a Sesshoumaru que puso atención a lo que ocurría bajándose de encima de Inu Yasha.

 –Vístete  –lo mando tomando su látigo y miro hacia la ventana, si era lo que creía eso sería uno de los peores escenarios.

 –¿Qué ocurre?   –pregunto aturdido poniéndose la túnica y tratando de arreglar el cinto, pero aun estaba ebrio y aturdido, termino por solo amarrarlo provocando el suspiro del príncipe.

 –toma la espada  –le dijo en corto sin responderle.

Llamas doradas comenzaron a rodear la posada y serpientes de agua comenzaron a atacar a los que estaban en la posada.

 –Inu Yasha cuando puedas corre  –le ordeno.

 –¿de qué estas hablando? Yo…

 –¡solo hazlo!  –grito y por la ventana entraron serpiente que con un movimiento del látigo hizo retroceder pero siendo al mismo tiempo obligado a retroceder él mismo.

 –¿estas bien?   –fue a su lado no le iba a hacer caso.

Sesshoumaru lo miro él mismo en ese momento no estaba en las mejores condiciones. No quería arriesgarlo, ni sabía que tan difícil iba ser pelear contra eso.

 –Sesshoumaru… grullas  –apunto detrás de las serpientes de agua.

 –Byakuya  –mascullo Sesshoumaru tomando a Inu Yasha y yendo al otro extremo de la habitación  –si no te irás quédate aquí es poco lo que tu cuerpo se puede mover ¿no es así?

 –ah… yo…

 –solo defiéndete de lo que te ataque  –apretó la mano de Inu Yasha que sostenía la espada como si se cerciorara de que la tenía bien tomada.

Inu Yasha lo observo ir donde estaba las serpientes de agua y aquellas grullas, miro a todos los lugares debía hacer algo, estaba aturdido y aun mareado, pero no podía no hacer nada. Y entonces lo recordó aquellas veces que un extraño poder salió de él, trato de recordar como lo había hecho, la sensación que había tenido, algo… se levanto y corrió a Sesshoumaru abrazándolo y agito la mano que sostenía la espada frente a ellos una ráfaga de agua salió de la espada cortando las serpientes y grullas. Sorprendiéndolos a ambos, pero las llamas aun estaban alrededor de la posada y un lejano rugido erizó su piel. Debían salir de ahí.

 –¿aun recuerdas como lanzaste a ese moreno?

 –… yo… solo desee alejarlo…  –realmente no entendía la mecánica de eso.

 –¿crees que podrás mantener alejadas las llamas?

 –lo haré  –dijo con decisión.

 –usare un hechizo para apagar las llamas, pero debemos salir.

 –bien  –se iba a alejar de Sesshoumaru, sin embargo no fue soltado  –no me vas a soltar…

 –no es necesario…

 –¿no tenemos que salir?

 –lo haremos…

Inu Yasha no entendió, pero de improviso Sesshoumaru lo abrazo con mayor fuerza y salto con él por la ventana, Inu Yasha grito sin poder evitarlo.

 –Inu Yasha  –la voz de Sesshoumaru lo hizo recordar estaban cayendo directamente a las llamas amarillas.

Un dolor en su pierna lo hizo apretar los dientes y sostenerse con fuerza a Sesshoumaru, gotas de sudor comenzaron a salir de la frente de Inu Yasha. Sesshoumaru sintió como algo similar a un viento húmedo y cálido los comenzó a rodear, al caer las piernas de Sesshoumaru fueron las que recibieron el impacto, realmente no le importaba sabía que su cuerpo era más resistente que del mayor común, pero eso no le quitaba que sintiera el dolor, y aun así justo ahora solo sentía el ardor del dolor que compartía con Inu Yasha. Las llamas estaba siendo alejadas de ellos como si estuvieran en un circulo cortado por la mitad, Sesshoumaru observo las llamas que los rodeaban y a quien lo estaba protegiendo que encogido en su pecho trataba de soportar el dolor. Con la mano que tenía en la cintura de Inu Yasha lo sujeto estrechándolo más a él y comenzó a murmurar.

 –… que el susurro de mis deseos alimente el torrente de mi destino y guie a mí el poder de mi protector. Susurrando el hechizo de la unión que por mi sangre hemos de tener… que venga a mí el espíritu guardián y desaparezca los obsta…

No pudo terminar cuando lo que los protegía exploto liberando un torrente de viento que disperso las llamas. Él no había hecho nada, pero miro a Inu Yasha que jadeaba y en sus mejillas las marcas azuladas comenzaban a verse, recordó de inmediato la transformación de Inu Yasha y lo tomo alejándose de ahí.

Inu Yasha se sentía extraño como si algo dentro de él quisiera salir, su pierna dolía y por alguna razón las palabras de Sesshoumaru habían sido como puñales para su pecho, rogando con fervor que se detuviera dentro de él hasta que no pudo soportarlo más… ahora cuando por fin se había silenciado sentía que su consciencia se alejaba cada vez más…

 …no puedes perder…

Escuchaba en su cabeza la voz clara de alguien ¿pero quien era?

…no lo abandones, sigue… no lo dejes morir…

¿Quién era?

Una esfera apareció frente a Inu Yasha y se dio cuenta que estaba en un espació de un blanco absoluto y la esfera estaba frente a él, las luces doradas de su interior salían de los espacios donde el intrincado diseño de metal dejaba espacios vacíos… fue a tomarla pero una energía lo lanzo alejándolo de la esfera, no obstante algo le decía que debía tomarla, se levanto caminando nuevamente hacia la esfera. Solo consiguiendo que fuera nuevamente lanzado aumentando el dolor en su cuerpo.

 

Frente a Sesshoumaru aparecieron soldados de Babil cortándole el paso, los quejidos de dolor de Inu Yasha lo apresuraban a encontrar un lugar donde pudieran descansar.

 –príncipe Sesshoumaru tenemos órdenes de llevarnos a su consejero, el rey…

 –Apártense  –les ordeno.

Los soldados no se movieron aunque se miraban los unos a los otros sabían lo fuerte que era ese príncipe y lo despiadado que podía ser con sus enemigos, pero desobedecer la orden de su rey era condenarse a muerte. Todos tomaron el mango de su espada estarían listo para luchar. Sesshoumaru sostuvo a Inu Yasha con una de sus brazos y con la otra tomó su látigo listo para abrirse paso entre los soldados, la probabilidad de que Inu Yasha se transformara lo urgía a alejarse de los civiles, pues en ese estado no discernía entre aliados y enemigos.

Las espadas se desenfundaron y él con un rápido movimiento del látigo deslizándolo por el suelo frente a ellos produjo una cortina de polvo escondiéndose de ellos corrió a un callejón dejando a Inu Yasha con cuidado acariciando su mejilla le susurró mientras escuchaba que los soldados le gritaban que la orden del rey de Babil era por petición del rey de Hitit.

—vendré enseguida por ti.

Corrió con gran rapidez hacía los soldados que aun estaban tratando de encontrarlo entre el polvo que había levantado, se colocó en donde estuvo antes con Inu Yasha con el látigo y en su mano los esperaba mientras el polvo se volvía cada vez más fino hasta desaparecer. Los ojos de los soldados se fijaron en el príncipe. La sombra de su padre fue visible para él, ya lo sabía, pero el que se moviera tan rápido aun lo sorprendía, usaría la ceremonia de unión para que no lo alejara de él; el actuar tan rápido podía hacer que no funcionara del todo pues la noche no había finalizado y la marca de unión en Inu Yasha no saldría si el sol no los encontraba juntos. Si era separado de él ahora podían anular la unión y si lo alejaban de él después de esa noche, 30 noches duraría la marca si no se consumaba la unión, pero solo desaparecería si se alejaba durante ese lapso de tiempo o si él moriría.

Sesshoumaru miraba a quienes estaban frente a él, las espadas lo apuntaban estando a unos 3 metros de él, su látigo golpeó en la cara a quien se quiso acercar, no podía matarlos, pero tampoco permitir que se llevaran a Inu Yasha, con habilidad los soldados atacaron en conjunto haciendo que el príncipe de las tierras hermanas fuese obligado a dar un paso atrás mientras se defendía y los mantenían a raya, algunos caían viniendo cada vez más. El dolor que sabía venía de Inu Yasha comenzaba a ser más fuerte preocupándolo.

 

Inu Yasha había vuelto a ser lanzado por la esfera, con cada vez que era lanzado podía ver vagas imágenes de ese joven que se parecía a él, pero que su cabellera era de un color oscuro como sus ojos. No sabía quién era el hombre que tenía una larga trenza y portaba una gran espada, sin embargo la tristeza que sentía provenía de aquel con trenza apretaba su pecho, no importaba lo mucho que lo intentara no podía conseguir acercarse y siempre escuchaba lo mismo “¿qué  es más importante la razón o los sentimientos?”

No entendía que era lo que quería decir con eso o por qué preguntaba eso una y otra vez, siempre apareciendo la imagen de aquel que se parecía a él y aquel que usaba esa trenza mirándolo irse con otro de cabellera plateada a quien le decía Inugami.

Se levantó con dolor no quería herirse más, sin embargo algo le decía que debía tomar esa esfera o no podría salir de ese lugar.

 

Sesshoumaru se vio rodeado aún si los mantenía a raya sabía que era cuestión de tiempo que él cediera o que los matara a todos. Los gritos de los aldeanos alertaron a otros que corrían para escapar de la batalla que tenían los soldados con aquel, no obstante los soldados se dieron cuenta de que Sesshoumaru no les permitía acercarse a cierto callejón haciendo que ellos tratasen por todos los medios presionar en aquella dirección, no importaba que tan fuerte fuese ese príncipe era imposible que resistiera para siempre el ataque de 30 soldados, si mataba a uno podía arrestarlo y pedir la cabeza de uno de sus sirvientes o acusarlo de traición.

Un fuerte torrente de viento húmedo paso por el lado de Sesshoumaru sorprendiéndolo y derribando a los soldados seguido por una silueta fugaz, un rojo y plateado fue capaz de divisar antes de enfocar de quién se trataba, aquel que ahora golpeaba con puño cerrado a los soldados haciéndolos caer uno tras otro, pero al caer no eran más que cuerpos sin vida con las caras destrozadas y cuellos rotos. Los ojos inyectados de sangre y con las pupilas azules aquellos que se le acercaban por la espalda eran lanzados por el torrente de viento húmedo, apretó la mano que tenía el látigo y corrió a Inu Yasha.

—¡Inu Yasha!  –grito Sesshoumaru haciendo que volteara a él.

Se había transformado y matado a soldados del país hermano de sus tierras, si eran atrapados no podría abogar por él, moriría decapitado por traición. Con el látigo golpeó a quien se acercaba y siguió corriendo a Inu Yasha sujetándolo con el látigo paralizó sus brazos un poco y lo abrazó, gruñidos salían de la garganta de su consejero que trataba de soltarse y al ver que era imposible mordió el hombro de quién lo tomaba y corría alejándolo de ahí.

Un quejido de dolor salió de la garganta de Sesshoumaru al sentir los dientes de Inu Yasha romper su piel, no podía permanecer ahí y dejar que matara a más soldados. Él  mismo no podía involucrarse y sabía que si Inu Yasha comenzaba a ser perseguido como un traidor al tratado de paz él como príncipe de Hitit no debía interferir en la captura ni en la ejecución del criminal, sin embargo no lo dejaría solo, no podía pensar en otra cosa que no fuera sacarlo de ahí y más al ver gruyas, estaba seguro que la reina estaba involugrada. Silbó llamando a su caballo mientras corría teniendo a un Inu Yasha en brazos con aquellos dientes enterrados en su hombro escuchando gruñidos ásperos provenir de aquella boca que cada vez apretaba más.

—Inuugh no estoy… mierda… hey, eso duele  –nada conseguía, solo que la mordida se apretara más, sentía como el calor se extendía casi entumeciendo su brazo haciendo que le temblará por el dolor y el peso —Inu Yasha… no te haré daño… yo… te sacaré de aquí no dejaré  que te dañen…

Frente a ellos vio al caballo sonriendo sin detenerse ni preocuparse porque su piel se desgarrara por el movimiento brusco al saltar y caer en el lomo del caballo que corcoveo al repentino peso siendo contenido con solo una mano desde crin, lo hizo galopar a todo lo que aquellas patas le permitieran con la decisión de salir de la ciudad.

 

Inu Yasha había vuelto a caer, la misma pregunta fue formulada y la imagen de un dragón rugiendo lo sintió como llanto de dolor.

—Tan molesto…  –murmuró viendo su sangre comenzaba a deslizarse por el suelo de blanco absoluto  –no haces más que lloriquear y lloriquear por algo que no hiciste en el pasado…  –se levantó corriendo chocando con aquella barrera resistiendo para no ser lanzado otra vez  –preguntas que es más importante… pides una respuesta… eres estúpido, ¡no hay una maldita respuesta correcta, solo has lo que creas correcto o te lamentarse después!

Qué importaba cuál era más importante, lo que importaba era que es importante para ti. Ese era el pensamiento que tenía Inu Yasha.

—Solo la verdad de ti mismo es importante –dijo con gran esfuerzo dando un paso  –sentimientos o razón solo serán importantes si lo son para ti, la razón y los sentimientos solo son tu verdad  –dio otro paso  –¿qué es importante la razón o el sentimientos? Los sentimientos son sensaciones y la razón el juicio de ellos, así que la verdadera pregunta debería ser si es importante tu verdad…

Una grieta se abrió al escuchar un susurró que preguntaba “¿mi verdad?” y él sonrió.

—lo que sentías por él y la razón de tu silencio… sabias que elegiría a otro por eso lo callaste, pero tus sentimientos se negaban a desaparecer… solo debes aceptarlo y dejarlo ir…

La grieta cada vez fue más grande, la protección que lo retenía se rompió como cristales cayendo como finas gotas de agua, frente a Inu Yasha apareció un chico con una larga trenza encadenado sostenía la esfera. Inu Yasha se acercó a él y este levantó la vista mirándolo con los ojos azules y caminó extendiendo los brazos enseñándole la esfera…

 –entiendes que la respuesta viene desde tu propia verdad…

 –mi verdad  –susurro.

 –así es… la razón y los sentimientos son algo que son uno solo…

 –extraño…  –lo miro sonriendo  –escuche algo similar pero solo fui capaz de decir que no me respondía, pero al escucharte otra vez siento que es la respuesta correcta. Ambos son importantes desde mi verdad…

La esfera se rompió y dentro apareció una pulsera que se dirigió a la pierna izquierda de Inu Yasha, una puntada lo hizo dejar de apoyarse en esa pierna y por poco pierde el equilibrio siendo sujetado por aquel chico con trenza.

 –Yasha… siempre te amé, aun si no veías más que a Inugami…  –susurro en su oído –era feliz cuando estabas a mi lado… 

Inu Yasha no entendía que le estaba diciendo, ¿por qué se lo decía a él?… ¿Quién era Yasha? Su cuello fue jalado y sus labios tomados por ese hombre haciéndole sentir adormilado, no obstante pudo alejarlo un poco, una palabra se pasó por su mente.

 –Ban…

Vio la sonrisa de aquel frente a él que se arrodillo frente a Inu Yasha y beso su pie izquierdo dejando a Inu Yasha mudo.

 –juro por mi vida… que esta vez no dejaré que te maten…

 –he… hey…

 –Bankotsu  –le dijo mirándolo desde su posición  –es el nombre que me diste Yasha…

 –mi nombre es Inu Yasha, no lo cortes…

 –esa mujer fue capaz de traerte y ponerte un nombre similar –dijo sonriendo y levantándose  –pero no dejare que ocurra la maldición que ese idiota te puso a tu alma…

 –¿de qué hablas?

 –no hace falta que lo entienda, solo que sepas que te protegeré… debes irte invócame y mi poder ira en tu ayuda  –le dijo parándose –déjame amarte Inu Yasha…

Poco a poco parecía la llovizna se convertía en lluvia que comenzaba a diluir todo el alrededor.

 

Sesshoumaru sintió como los dientes de Inu Yasha de apoco lo comenzaron a soltar, en cambió una húmeda lengua se deslizo por el lugar lastimado…

 –… unnh… Inu Yasha  –murmuro dirigiendo la mirada a él.

 –… lo… siento  –la voz de Inu Yasha era suave y somnolienta se sentía cansado y el pecho de Sesshoumaru se sentía realmente cálido y el látigo lo comenzó a soltar.

Por el rabillo del ojo se dio cuenta que gruyas los seguían, alzo la mano.

 –que las nubes presten su aliento y alejen de mí a los enemigos, porque la protección de Banryu está conmigo…

Un remolino de aire húmedo los rodeo destruyendo a las gruyas sorprendiendo a Sesshoumaru.

 

Las gruyas se deshicieron y Byakuya apretó las manos con rabia, al menos uno de sus objetivos había sido logrado, aun si el príncipe o incluso el rey se opusieran Inu Yasha seria tratado como un traidor por matar a los soldados, aun si su deseo había sido que el condenado fuese el príncipe, pero no le desagradaba este vuelco… aun así algo se preguntaba, puesto que la apariencia de Inu Yasha parecía que había cambiado.

 –ese chico realmente es un misterio…  –murmuro.

Miro el cielo los preparativos poco a poco comenzaban a estar listos, Byakuya no hacía más que sonreír ante la imagen de sus deseos, ese país, ese reino destruido y consumido por las llamas  sumidos en el horror y la desesperación sin ninguna salvación.

 

 La mano de Inu Yasha bajo de apoco posándose en la mejilla de Sesshoumaru que tenía lastimada.

 –gracias por protegerme Sesshoumaru.

 –te di mi palabra  –fue la respuesta.

 –aun así gracias…

Ya habían salido de la ciudad y aprovechaban el bosque cercano para perder a los soldados. Una punzada en la pierna derecha que provoco un quejido a Inu Yasha y un fruncimiento a Sesshoumaru. Inu Yasha cerró los ojos y se vio a él mismo en medio de rocas y lava, el calor era sofocante tanto como para no dejarle respirar, por inercia tomo su garganta con desesperación.

Sesshoumaru detuvo el caballo y abrazo a Inu Yasha parecía sofocarse; hacia un momento estaba bien ¿Por qué ahora no podía respirar? Sostuvo su mano mirando su garganta parecía estar bien. Tomo su cabeza y sin pensar le dio de su aliento los brazos de Inu Yasha lo rodearon como aferrándose a la vida tomando el oxígeno de Sesshoumaru.

El amanecer comenzaba a atravesar las copas de los árboles encontrándolo unido en un beso.

 

Naraku sintió su pierna derecha doler y la imagen de un joven de cabellera negra que parecía que hacia que las rocas e incluso la misma muerte fueran hermosas.

 –ya veo… así que después de tanto tiempo volvió… Yasha.

Al nombrarlo algo dentro de él se estremeció provocándole una sonrisa.  

 

 

 

 


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