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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Hakudoshi miraba a cierta distancia a Kohaku, lo había estado esquivando con la sutileza de salir de la escena cada vez que se comenzaban a quedar solos. No podía decir si era que estaba muy ocupado o si lo hacía apropósito.

 –si no lo hace apropósito es que soy idiota –murmuro con malestar para sí mismo.

La tarea encomendada por Sesshoumaru lo mantenía yendo y viniendo de un lado a otro. Llevaba también todos los días a Rin a los pies de la cuidad para entregar la paga que era comida.

Ahora parecía estar solo y apilaba unas cuantas cosas en una carreta, solo dio un paso y vio que Rin venía, adoraba a esa niña pero justo ahora deseaba que fuese a jugar a otro lado. Se irían a los suburbios. Por el rabillo del ojo se dio cuenta que se acercaba Rin, Sango y el rey de esas tierras, regreso la vista a Kohaku que parecía palidecer al ver a su hermana. Tomo la mano de Kohaku y lo jalo.

 –ven a ayudarme en los establos.

Aun cuando lo tomo por sorpresa se dejó jalar siendo vistos por los que estaban llegando. Taisho miro la espalda de su… hijo… y solo cerro los ojos y se acercó a la niña, junto a las dos mujeres.

 –Tengo una pregunta para ustedes  –dijo tras ver la elegante reverencia de su nieta.

 –Díganos su majestad  –dijo Sango.

 –Sesshoumaru siempre me sorprende con su forma de hacer las cosas, tiene a una concubina viviendo a los pies de la ciudad…

 –eso… fue petición mía su majestad… yo…

 –no estoy diciendo que este mal  –aseveró  –deja que sus concubinas paseen sin escoltas…

 –eso es solo por su territorio su majestad y los soldados tienen prohibido acercarse a nosotras a no ser que estuviéramos en peligro.

 –y por último deja a su hija ir a los suburbios con un solo escolta…

 –su majestad, ese escolta es mi hermano…

 –lo sé, y aun así eso no garantiza que no vaya a cometer un error.

 –Rey abuelo  –hablo la niña  –Kohaku es muy fuerte…

 –todos pueden cometer un error y eso puede ponerte en riesgo  –le dijo el rey.

 –pero…

 –ahora ¿Por qué estas yendo todos los días a ese lugar?

 –padre está pagándoles para que hagan tierra buena para plantar…  –dijo sonriendo la niña.

 –¿Qué es eso?

 –su majestad si me permite explicarle…

Hakudoshi y Kohaku estaban cerca detrás de unos árboles mientras escuchaban, Hakudoshi no soltaba la mano de Kohaku pues creía que podía escapar apenas lo soltara.

 –debemos escuchar para saber que está pasando.

Kohaku saco una abeja, pero Hakudoshi negó con la cabeza, no conocía demasiado a ese rey, pero sabía no era estúpido y mucho menos se dejaría espiar tan fácilmente, estaba seguro que estaba consciente de que ellos estaban cerca, solo esperaba que no fuera donde ellos, aun así las preguntas que estaba haciendo eran raras para él, todas las preguntas hasta el momento eran cosas que el rey ya estaba enterado entonces ¿Qué era lo que en verdad trataba de saber?

 –así que eso es lo que están haciendo  –dijo tras escuchar a Sango, volteo mirando a Kanna –usualmente cuando sales estas acompañada de tus hermanas concubinas… hoy solo te veo con Sango…

 –Kikyo no estaba de ánimo para salir a caminar…

 –y Kagome tampoco  –escucho un bufido desde donde estaba su nieta  –¿Por qué tan molesta Rin?

 –Kagome ya no es concubina de mi padre  –dijo cruzándose de brazos.

 –princesa Rin…  –Kanna y Sango querían callarla pero…

 –es por eso que esta viviendo contigo Sango  –la mirada del monarca le dijo que ya lo sabía de nada serviría mentir.

 –así es su majestad…

 –Debió haber hecho algo muy malo para recibir semejante castigo  –miro a Sango  –tú pediste estar ahí, pero dudo que ella haya deseado ser degradada…

 –yo no sé los motivos, el príncipe Sesshoumaru no me dijo nada  –no sabía que responder.

 –Kanna  –miro a su Sobrina pero esta guardo silencio.

Hakudoshi se sonrió al darse cuenta lo que realmente deseaba saber.

 –no salgas Kohaku  –le dijo soltando la mano del chico pero su mano fue sujetada por quien negaba con la cabeza  –hay cosas que se deben hacer aun si eso nos pone en riesgo no voy a dejar que destruyan la tranquilidad de mi hogar.

Hizo que lo soltara y camino de regreso trato de recordar cómo era que Sesshoumaru le decía que debía dirigirse a los de mayor rango que él, pero de solo pensarlo lo encontró molesto. Ese hombre que sabía bien era su padre lo intimidaba, no había duda alguna que era el rey de ese país, sin embargo le tenía más miedo a Sesshoumaru y aun así lo trataba de esa manera.

 –Majestad  –dijo fuerte haciendo que el rey volteara y lo viera  –¿Por qué no pregunta directamente lo que quiere saber?

Taisho miro de pies a cabeza al joven que salía de entre los escasos árboles secos que habían en el jardín de Sesshoumaru. Recordó que era el gemelo de Akago o lo hubiera confundido de nuevo, la única diferencia era el largo del cabello y la actitud con ese tono de voz. Tal vez ahora entendía porque se lo corto.

 –y según tú caballerizo ¿Qué deseo saber?

 –¿Qué tan metido esta su hijo con el consejero?

El entre cejo de Taisho se frunció al escuchar esa forma de expresarse, no obstante no estaba herrado.

 –¿Qué te hace pensar eso?

 –sus preguntas… todas las respuestas ya las sabía… busca una excusa para eliminar de una vez a ese concejero.

 –si lo crees así no piensas que lo que sé es motivo suficiente  –le dijo sonriendo, ese chico era astuto.

Reconocería que era astuto pero era temerario, Akago hubiese escuchado para saber hasta qué punto tenía información y esa misma la usaría para crear confusión en la persona, pero este chico descuidadamente salió a encararlo apenas entendió lo que deseaba saber, y aun así mantenía una buena distancia y aunque poseía una actitud altiva para ser un caballerizo al menos uso con él un título.

 –porque aun debe encontrarle una faya a Inu Yasha, pero lamento decirle que por lo menos aquí, aparte de que es un pésimo jinete no encontrara otra cosa. Inu Yasha fue el que creo como hacer tierra nueva y nos enseño como trabajarla. Rin no esta solo cuidada por Kohaku, yo también lo hago… Kagome se merecía el exilio por usar el nombre de su hijo para llamarlo.

 –¿fue ella?

Kanna dio un paso, pero Hakudoshi hablo antes.

 –no… pero uso eso para orillar a su hijo a hacer lo que usted, su majestad vio…

 –dices que ella me uso para que intentara matar a ese… chico.

 –sí, tiene alguna duda… fue ella la que hablo con los eunucos para que lo entraran y por el honor de su hijo usted lo mataría.

 –y si yo no hubiese ido el plan sería un fracaso.

 –no, solo bastaría con que una de ellas lo encontrara o un eunuco gritara sobre un intruso, ya estaba adentro si usted estaba en el palacio Sesshoumaru no podría hacer nada para salvarlo o eso debe de haber pensado… bueno, nadie creería que el gran príncipe Sesshoumaru tuviera esos gustos… y aunque habían rumores no se pensaba que fuera más que un juego  –dijo rascándose la mejilla.

 –sabes demasiado y me has dado mucha información debo agradecerte… ¿Hakudoshi?

Al escuchar su nombre miro al hombre frente a él y bajo la cabeza.

 –hemos vivido tranquilamente como estamos hasta ahora solo deseo que eso no cambie. Inu Yasha no ha hecho nada malo hasta ahora y supongo que con lo que le he dicho se habrá dado cuenta que solo ha beneficiado a su país rey Inu no Taisho, pues la tierra hará que podamos cultivar.

 –aun no saben si funciona.

 –lo hará, Kanna vio que a los pies de ese sujeto crecían flores  –dijo sonriendo como quien tenía la victoria en sus manos.

Taisho vio a la chica y ella asintió.

 –¿Qué tragedia pasara para que eso pace?  –Pregunto sin tener respuesta, conocía las predicciones de Kanna y no había nada bueno sin una tragedia en medio  –demuéstrame que es así y haré de eso algo que yo mismo pagare.

 –Lo haré, sin ninguna duda lo haré.

 –mañana vendré a revisar los detalles, pequeño caballerizo.

Taisho volteo acariciando la cabeza de Rin y prometiéndole mañana cenaría con ella. Salió del palacio de Sesshoumaru y dejo salir un pesado suspiro y sonrió, ese chico… Hakudoshi… sin duda alguna poseía las agallas de su familia, sin embargo aun así no pararía en querer a ese Inu Yasha muerto… si tenía que ver con Izayoi los terminaría traicionando como ella. Y su prueba era ese collar, debía conocer al menos a la dueña de ese collar, pero lo ocuparía para conocer más a ese caballerizo que era su hijo.

 

Naraku miraba a quien recostó en aquella habitación del primer pueblo tendría que esperar a la noche para poder usar un poco de magia e irse más rápido a su palacio, pero por ahora solo podía mirar a quien estaba con la túnica roja desgarrada, sus manos vendadas, las marcas negras en sus piernas y brazos que había descubierto, pero la de uno de ellos parecía que casi había devorado por completo este. La marca de la frente que el flequillo desalineado que usaba lo tapaba.

Los ojos de Naraku se volvieron de rojo sangre, despejo el rostro de Inu Yasha viéndolo mejor.

 –esa mujer realmente lo hizo, fue realmente una estúpida  –su mano se deslizo por la mejilla hasta los labios de Inu Yasha  –pero tal vez ahora que estas así de maldito pueda tomarte.

Se apoyó al lado y bajo su rostro, pero antes de besar los labios del durmiente un zumbido atravesó su cabeza, obligándolo a enderezarse viendo el pecho de Inu Yasha apretó la mandíbula y descubrió el pecho del inconsciente, estaba ya marcado tan profundamente como para que la marca estuviera en el pecho. Solo desaparecería si el otro moría o Inu Yasha, de lo contrario el dolor permanecerá para él en cada caricia que le dé a Inu Yasha.

Los ojos del inconsciente comenzaron a abrirse.

 –no te levantes…

Inu Yasha al oír una voz se quiso levantar sintiendo un dolor en el pecho y un gran ardor en el brazo Izquierdo, volteando y sujetándolo.

Quien hablo se alejó de la cama dándole la espalda…

 –¿Quién…?

 –¿me has olvidado pequeño consejero?  –volteo un poco la cabeza dejando ver un poco su rostro.

 –el… rey de… min…

 –Onigumo Naraku  –lo interrumpió.

 –yo…  –de pronto como si hubiera recordado algo se enderezo aun sintiendo él dolor e iba a levantarse pero sus piernas le fallaron cayendo al suelo –¿Qué le pasa a mí cuerpo?

 –solo dos cosas…  –dijo preparando algo  –uno de los espíritus te está devorando  –los ojos de Inu Yasha se abrieron de par en par al escucharlo y verlo venir a él con una copa.

 –¿de qué hablas?  –dijo tratando de levantarse nuevamente no soportaba estar de rodillas frente a nadie.

 –supongo no sabes…  –dijo mirándolo afirmarse en la cama para levantarse y sentarse en ella  –bebe esto… no es veneno…

La mirada de desconfianza de Inu Yasha lo hizo suspirar bebiendo un sorbo para demostrárselo  y se lo volvió a extender.

 –Aliviara el dolor  –le explico viéndolo comenzar a tomarlo.

Naraku se acerco a la ventana y miro a lo lejos, la habitación estaba en un segundo piso y debajo de ellos se veían los puestos y uno que otro soldado de Babil se encontraba buscándolos. Se apoyó al lado de la ventana mirando a las montañas de piedras que se veían a lo lejos.

 –Hace eones  –la voz de Naraku llamo la atención de Inu Yasha que bebía el espeso liquido rojizo  –hubo un príncipe que se ganó la confianza de los cuatro espíritus. Cada uno de los espíritus le dio una tarea para ver si era alguien útil, él las hizo y más aún les dio a los espíritus un regalo, a cambio los espíritus aceptaron la petición de ese príncipe aun cuando sabían que eso les daría el dolor de ese humano compartiendo energía y el humano tendría una vida larga tanto como la de los espíritus, pero si los espíritus usaban la energía del humano dada quitarían de ese humano la energía de vida…

 –esto que tiene que ver conmigo  –pregunto Inu Yasha.

 –cada espíritu le dio una marca como firma de ese contrato con él, cada una es lo que ese humano le dio a cada uno.

 –pero yo tengo cinco marcas  –destapo su frente mostrándole la que lo coronaba.

 –el espíritu de su país le había hecho una corona en donde una gema fue puesta por los espíritus al cumplir su aprendizaje y la del centro el mismo humano aprendió a hacer magia e hizo una  –el dedo de Naraku apunto el centro de su frente  –la corona…  –el susurro fue inaudible.

 –pero eso…

 –él fue asesinado por Inugami  –dijo casi escupiéndolo.

El rostro de Inu Yasha palideció y su pecho dolió con el latido al escucharlo, no lograba entender y aun así algo dentro de él temía lo que estaba escuchando y lo hacía temblar sin poder evitarlo, su vista fue a sus manos que temblaban apretándolas.

 –el espíritu de su país decidió ir junto a el alma de aquel matándose y la visión que los espíritus tuvieron fue que vendría cuando su enfado se esfumara o vendría maldito y traería un baño de sangre… a no ser que esperaran por él tranquilamente.

 –quieres decir…

 –Que eres el mismo de quien estoy hablando  –sentencio Naraku mirándolo fijamente  –los que estén a tu lado sufrirán y eso  –apunto su brazo izquierdo  –significa que Ookami está siendo un estúpido y terminara devorándote si no para de usar el poder de lo que vincula a los espíritus con el príncipe…

 –Ookami…  –repitió recordando el rostro de Kouga  –pero Sesshoumaru tiene las mismas marcas…

 –lo único que puede sellar a un espíritu son sus sentimientos por alguien, odio, envidia, amor…  –dijo cada sentimiento con severidad  –no importa lo que fuese si está de por medio la persona por la que lo siente basta con tener algo que le recuerde aquel sentimiento y el conjuro apropiado.

 –pero… no entiendo nada, aun así Sesshoumaru quiere liberar a ese espíritu…

 –Inugami… si es despertado despídete de Sesshoumaru…

 –¿de qué estás hablando?

 –si Inugami es despertado Sesshoumaru no existirá más…

 –eso no es…

 –es como es, tú eres la llave para despertar a Inugami sin embargo si es despertado por ti aun si pueden regresar la vida a esas tierras Sesshoumaru desaparecerá.

Imágenes de Sesshoumaru lo invadieron y recordó.

 –él debe haber vuelto a ese lugar debo ir…

Se levantó pero solo pudo dar unos cuantos pasos antes de que su paso fuera detenido por el rey de Minni.

 –no entiendes…

 –déjame ir…

 –Sé que sabes quién soy  –le dijo sosteniéndole el brazo  –si antes te perdí por él hoy no te dejare ir aun si debo amarrarte.

El sol descendía dándole paso aun atardecer claroscuro que dejaba a paso lento la habitación en penumbras, los ojos de Naraku se volvieron de un brillante rojo… un susurro en la cabeza de Inu Yasha respondió “Onigumo” desatando en él un escalofrío queriendo alejarse de él, pero su otro brazo fue sujetado siendo azotado contra la muralla teniendo a Naraku al frente sujetando sus brazos arriba de su cabeza, hizo fuerza pero parecía ser imposible soltarse, se sentía débil desde antes sin embargo podía saber que ese hombre ni siquiera estaba usando toda su fuerza. La imagen de Sesshoumaru vino a su cabeza, ese hombre y a quien estaba frente a él era con una fuerza sobre humana…

 –déjame ir…

 –no lo haré  –apego su cuerpo en el de Inu Yasha viendo su mala cara  –resiste lo que quieras  –le susurro, aun si sentía cierto dolor no le importaba. El aroma de aquel cuerpo siempre lo había fascinado, aunque ahora era un poco diferente y estaba mezclado con el de Sesshoumaru le seguía pareciendo delicioso o quizás más aún.

 –Que aquel que me protege venga en mi ayuda Banmm  –Naraku callo su boca con sus labios aun si un dolor en su cabeza lo hizo fruncir profundizo el beso hambriento de aquella boca, pero los dientes de Inu Yasha mordieron a la lengua intrusa obligándolo a dejar de besarlo e incluso a soltarlo…

 –que el guardián que me… ugh…

Naraku de un golpe lo tiro al suelo callándolo. Inu Yasha sentía que había sido golpeado con un palo en la cara, algo aturdido se puso a pararse.

 –veo que al menos eres lo suficientemente fuerte como para no morir por ese golpe, sin embargo tu magia es demasiado baja, tratas de matarte con tal de ir donde quien tarde o temprano va a morir.

 –¿Qué demonios quieres?

 –a ti  –fue la respuesta directa que recibió sorprendiéndolo por un momento, pero fue lo suficiente para que Naraku lo abrazara descolocándolo y escuchando  –mis pasos distantes como los pueblos que me lleven a mi hogar donde beberé en la copa de mi alma

El oxígeno se volvió casi inexistente provocando que Inu Yasha abriera los ojos de par en par tratando de respirar veía pasar las cosas a una velocidad vertiginosa haciendo que se sujetara de Onigumo mareado.

Solo les tomo dos horas llegar al palacio de Naraku, que al soltar a Inu Yasha este cayo de rodillas y vació el estómago temblando un poco en busca de oxígeno.

 –creí que te ibas a desmayar  –rió por lo bajo Naraku llevándole un poco de agua en una copa, pero Inu Yasha al sentirse ofendido tiro la copa de la mano del rey y comenzó a levantarse. Naraku suspiro para ponerse de pie frente a quien no tenía fuerzas ni siquiera para gritarle o hacer nada más que mirarlo con enfado  –te lo diré de esta manera y es mejor lo entiendas. Si haces magia ocupas energía tuya o la pides del espíritu más cercano a ti, pero en tu estado sería imposible para ti resistir la mía y hacerlo con la tuya solo te matara más rápido  –la expresión de Inu Yasha le decía que estaba en shock, dedujo no lo sabía nada. Le dio la espalda y comenzó a caminar para salir –es mejor que descanses ya mañana hablaremos…

La puerta se cerró dejando a un Inu Yasha caer sin poder articular palabra alguna… no deseaba pensar, pero su mente no le hacía caso alguno. Al hacer hechizos tomaba la energía de él mismo o del espíritu cercano, Sesshoumaru estaba débil, tanto como para que un golpe de él lo dejara inconsciente, sus poderes estaban sellados, si despertaban al espíritu Sesshoumaru desaparecería. Su cabeza daba vuelta ¿acaso eso significaba que el espíritu de Hitit estaba relacionado con Sesshoumaru? Podía ser que el espíritu de ese país estuviera sellado en Sesshoumaru y por eso él también lo este, pero si era así y despertaban al espíritu Sesshoumaru moriría… las palabras de Sesshoumaru vinieron a torturarlo “estarás conmigo hasta mi muerte” él lo sabía, él sabía que ese viaje era a su muerte y lo caminaba con decisión. Apretó las manos temblaba y no podía saber si era por estar encerrado, porque pensó en Kouga cuando hablaron de Ookami o  por descubrir que para cumplir lo que Sesshoumaru le pidió este moriría.

 –Estúpido –mascullo.

La mañana comenzaba a despuntar Naraku había pasado la noche en vela mirando vigilando lo que hacía su invitado. Una escultura de madera que poseía una cara simple y desde debajo de su cuello se dividía en dos juntándose al final dejando una abertura en el centro de este, se encontraba cerca de él teniendo uno de sus cabellos enrollado de un lado al otro uniéndolos por un puente formado por su cabello.

 –no te rendirás Yasha  –murmuro.

Al verlo aun golpeaba la puerta y trataba de abrirla, tendría que enseñarle unas cuantas cosas, sin importar que tenía que hacer que se volviera más obediente, no iba a permitir que pensaran que era blando con nadie, no habían excepciones para eso ni jamás las tendría, no se permitiría tal debilidad, no otra vez.

Se levantó caminando por los fríos pasillos de su palacio hecho de opaca piedras dejando que sus pasos resonaran siendo vistos por sus guardias que flanqueaban sus costados de pie cada ciertos metros el uno del otro con la vista al frente, no eran capaces de hacer nada que su señor no lo permitiera, ni una palabra se dirigían en los turnos que tenían que estar de pie casi sin moverse. Su rey era uno por mucho temible y no aceptaba ningún fracaso sin que recibiera castigo alguno, no había en ese lugar nadie quien no hubiera probado alguno de los métodos de tortura de su frío rey.

Las llamadas de Inu Yasha porque lo dejaran salir no paraban como los golpes que le daba a la puerta pesada. Naraku miro a sus soldados y estos le dieron paso. La manilla de la puerta que era de oro fue tomada por uno de ellos y a la señal de su rey fue abierta la puerta dejando que Inu Yasha saliera al haber intentado golpear la puerta con su débil cuerpo ya maltratado, cayendo sin remedio a los pies de quien lo miraba desde su altura, avergonzado se puso de pie con toda la intención de correr para irse donde estaba Sesshoumaru, aun si no tenía la menor idea donde estaba él mismo. Corrió tan solo unos escasos metros antes de que los soldados tras una ligera señal de Naraku le impidieran seguir avanzando.

 –¿Qué demonios están haciendo?  –gruño con enfado.

 –no puedes irte  –aclaro Naraku.

 –eso lo decido yo –sentencio golpeando a uno de los guardias quitándole la espada y arremetiendo al otro, las escasas practicas con Sesshoumaru le habían servido y razonablemente encontraba a esos hombres mucho más débiles y lentos que Sesshoumaru logrando luchar con cuatro de ellos.

Naraku lo miraba como sonreía ante semejante hazaña sonriendo a sus adentro al verle. El recuerdo de Yasha eclipso su vista repentinamente, no podía decir si eran igual o eran diferentes en algunas cosas, pero aquella sonrisa y esos ojos eran los mismos.

 –¡¡No me van a detener en este lugar!!  –grito Inu Yasha.

 –eres extremadamente atrevido como para decir que no harás lo que te estoy diciendo, ahora te lo ordeno… quédate, ya eres mío.

 –¡¡Nadie me ordena una mierda!!  –Grito  –¡¡No soy malditamente de nadie y no seguiré órdenes de nadie, antes prefiero morir!!   

 Un latido fue saltado por el corazón de Naraku al ver la determinación en los ojos de Inu Yasha no había duda alguna que ese niño de boca sucia tenia dentro de él el alma de Yasha. Cuando se dio cuenta de que solo quedaba un soldados de los cuatro que había movilizado a atraparlo con un movimiento rápido llego al lado de ellos, el soldado fue pateado por Inu Yasha y Naraku puso el antebrazo en el pecho de Inu Yasha estrellándolo contra la pared paralizándolo con su peso aplastando su pecho, aun si escucho el quejido por el golpe no aligero la presión ni un poco acercando la cara a él le dijo de manera sebera.

 –es mejor que pienses dos veces antes de desobedecer, yo no soy tan flexible como lo es Sesshoumaru, aun si tengo más paciencia que él  –dijo mirando aquellos ojos ámbar que lo miraban con rencor  –haré que no puedas mirar así nunca más pequeño.

Inu Yasha escupió en su cara recibiendo un golpe de lleno en las costillas doblándolo. Naraku se alejó un poco y tuvo que aguantar la sonrisa que se le quería escapar, se limpió mirando la espalda doblada de Inu Yasha y ordeno sin voltear siquiera a sus soldados.

 –llévenlo a la mazmorra.

Los soldados sin demora se acercaron a donde estaba Inu Yasha e iban a levantarlo, pero Inu Yasha apenas sintió que lo tocaban hizo que una ráfaga de aire húmedo los alejara. Naraku se tuvo que taparse los ojos con el brazo pues una luz era desprendida de él, pero en cuanto lo sintió pensó en lo estúpido que era, la ráfaga seso e Inu Yasha que ya estaba débil y trasnochado cayó mareado y más débil aun. Le impresiono que no se haya desmallado aun y que cuando los soldados lo tomaron recelosos al él mirarlos por no estar haciendo lo que les mando, Inu Yasha aun peleaba por liberarse y golpeaba a uno u otro sin tener mucho éxito al ser llevado por dos y custodiado por más, aun si derribaba a uno era remplazado de inmediato, aun así siguió y lucho mucho más cuando lo quisieron esposar con unos grilletes de hierro que estaban a la pared. Naraku que los siguió y solo veía sus intentos de escape sonriendo aun si el ver que sus soldados los golpearan le molestaba no hizo nada para detenerlos, desde la puerta de la mazmorra vio como pateaba y hacía fuerza para que no le pusieran los grilletes. Al poco tiempo y con gran dificultad los soldados fueron capaces de ponerlos.

 –Lárguense  –ordeno bajo Naraku acercándose con los brazos cruzados a Inu Yasha.

 –Maldición  –gruño forcejeando.

 –¿me comenzaras a hacer caso?

 –Antes muerto  –declaro Inu Yasha.

 –eso lo veremos.

Inu Yasha abrió la boca para reclamarle pero un puño volteo su cara dejándole un pito en la cabeza.

 –hablaras cuando te lo autorice  –advirtió.

 –¡Prefiegh!  –un puño en las costillas le corto las palabras  –demonihgk…  –y otro en el estómago le saco el aire haciéndolo toser.

 –No estoy jugando  –dijo tomándolo del flequillo y alzándole el rostro  –haré que me obedezcas.

Un murmullo casi imperceptible salía de los labios de Inu Yasha que interrumpió con un beso, los dientes de Inu Yasha lo hicieron alejarse con el labio sangrando, la mirada de odio de Inu Yasha no hizo más que sacarle una sonrisa. Se acercó a su oído y le susurro.

 –no me importa si me muerdes un millón de veces, pero no dejare que uses magia, ni te daré energía, ni dejare que ocupes tu vida para ello… sin embargo  –un puñetazo en el estómago lo levanto del suelo sacando todo el aire de sus pulmones provocando que su vista se pusiera borrosa  –haré que ni siquiera lo vuelvas a intentar, no te voy a perder otra vez…

Un escalofrío recorrió la espalda de Inu Yasha al sentir la mano que lo había estado sujetando del flequillo acariciar su mejilla y cuello, mientras aquella áspera voz se había escuchado casi en una súplica que le hizo doler el pecho. Casi estaba inconsciente cuando una imagen vino a su mente, era una cueva y alguien estaba escondido al fondo de esta solo era capaz de ver dos rubís que formaban sus ojos, algo había dicho quien se escondía en las tinieblas y él había reído al decirle…

 “…tus ojos no son como de los otros espíritus…”

 –tus ojos aun suplican que te vean Onigumo ught… –una mano aprisiono su garganta e Inu Yasha pudo ver borrosamente el rostro consternado de aquel rey, el oxígeno le faltaba como las fuerzas, la visión ya borrosa se nublo hasta perderse solo siendo capaz de dejar salir una suspirante palabra  –…sess…  –la mano apretó más haciendo que perdiera el conocimiento.

 –No le llames –dijo acercando su frente a la de él  –haré que solo me veas a mí.

Cuando despertó se encontró aun colgando sus hombros dolían y sus manos estaban adormecidas, sostuvo su peso con sus piernas para aliviar sus manos y brazos, viendo a un hombre en una silla frente a él, parecía que lo habían golpeado, la puerta se abrió antes de que él dijera algo y quien se acercaba era el rey de ese país.

 –oh, has despertado  –dijo al ver a Inu Yasha que lo miraba con enfado  –este es un delincuente y ha venido a recibir su castigo.

Inu Yasha no entendía pero miraba al hombre golpeado que de golpe fue bañado con agua haciéndolo reaccionar rogando perdón en cuanto vio a Naraku.

 –¿qué…?  –Inu Yasha descubrió que su garganta dolía al hablar tal vez por lo que había pasado antes.

Se preguntó si ya había pasado el tiempo, si ya era otro día o quizás ya el segundo.

 –este hombre le robo a su hermano y mato a una de las hijas. Tú pago por el robo la mutilación de uno de tus dedos y la muerte de la hija de tu hermano es ser el esclavo de tu hermano.

El hombre seguía rogando y pedía piedad, pero Naraku agarro unas pinzas de hierro con un agujero en medio y las acerco al fuego.

 –tu sobrina debe haberte rogado y suplicado que no la mataras  –dijo Naraku.

Inu Yasha estaba en shock viendo las pinzas al rojo vivo se acercaban al hombre amarrado a la silla que parecía clavada en el suelo porque por más que forcejeaba para liberarse el hombre no podía y ni siquiera movía un poco la silla. Suplicaba.

 –rey Onigumo… su majestad Onigumo… se lo ruego piedad, fue un accidente… yo no deseaba matar a mi sobrina… eso… lo que robe era de mi madre… yo…

Pero la tenaza se acercaba a él lentamente aumentando el temor del hombre y dejando que fueran apagándose el rojo vivo de las pinzas.

 –si no dejas tranquilos tus dedos arrancare de ti otra parte.

La sola idea paralizo al hombre que vio como la pinzas de hierro se acercaban a su dedo medio estaba caliente, el agujero que tenia se puso en el dedo. Temblaba de miedo, gruñía ante su piel al ser quemada por el caliente hierro pero sin cauterizar la herida, repetía en dolor “no” una y otra vez al ver que lentamente se cerraba quemando, cortando la piel y carne del dedo… los gritos y alaridos del hombre ensordecían a Inu Yasha que veía como la pinza cerrada era jalada a una lenta pero constante velocidad retirando la piel y carne del dedo dejando al descubierto un hueso bañado por la sangre mientras el hombre se revolcaba en la silla por el dolor. Cuando llego a la falange la pinza parecía trabada, aun así sin apresurarse Naraku siguió jalando y separando el dedo poco a poco separando el hueso dejando que el tendón del dedo se estirara hasta comenzar a cortarse solo. Los gritos ensordecedores del hombre parecían hacer eco haciendo temblar a Inu Yasha siendo incapaz de decir nada, era la primera vez que veía algo así de enfermo.

Los gritos del hombre cesaron el dedo había sido arrancado desde la falange media dejando una falange al descubierto, el hombre estaba con la cabeza colgando y sangraba mientras lloraba de dolor. Naraku tomo el pedazo de hueso del hombre provocándole un gritito ahogado y que lo mirara con terror.

 –oye ¿no es suficiente?  –pudo decir Inu Yasha con voz algo temblorosa.

 –Aun no paga, queda este pedazo  –al terminar la frase solo con las manos arranco la falange que quedaba del dedo haciendo que el hombre volviera a gritar…

 –no más, por favor… su majestad Onigumo… se lo ruego…no más…

El hombre bramaba suplicando pero parecía que eso poco le importaba a Naraku que se levantó mirando alrededor como si buscara algo más para causarle más dolor…

 –hey, ya es suficiente  –le dijo Inu Yasha apretando los dientes.

La sangre corría por la silla mezclándose con otro líquido que mojaba los pies del hombre y cuya vertiente era el mismo hombre. Naraku tomo una vara de hierro y la calentó hasta el rojo vivo.

 –espero hayas aprendido y no te vuelva a ver aquí otra vez  –dijo caminando con la vara al hombre que decía que no volvería hacer nada malo  –eso está bien…

 –ehy… ¿Qué vas…? ¡Detente!

El grito del hombre trono desgarrador al Naraku poner la vara en la herida quemándolo para luego ponerle cenizas.

 –eres un…  –el hombre se había desmallado.

 –es la mejor manera de no tener reincidencia Inu Yasha  –le dijo acercándose a él.

 –no te me acerques…  –le dijo en un gruñido  –no creo que esa sea la solución, jamás tendrás más que miedo de esa forma. No lo escuchaste… fue un accidente… y si era de su madre ¿realmente es un robo?

 –no importa… mato y debe pagar por ello  –dijo estando frente a él.

 –eres ungh  –una de las manos de Naraku sujeto el cabello de Inu Yasha tirándole la cabeza para atrás y con la otra cerro la distancia entre ellos lamiendo su cuello ignorando el dolor que eso le provocaba degusto el cuello de Inu Yasha.

 –bastsh… deugh…¡Basta!  –grito como pudo liberando un torrente de energía alejando a Naraku que estaba sorprendido y preocupado al ver Inu Yasha se volvía pálido y un hilo de sangre bajaba por sus labios.

 –es mejor que descanses  –dijo para luego irse.

Cuando Inu Yasha lo vio salir comenzó a respirar agitado le dolía todo y más que nada el pecho.

 –Sesshoumaru…  –solo ese nombre fue capaz de pronunciar antes de caer inconsciente otra vez.    

 

Sesshoumaru se levantó de golpe dejando caer en una rodilla al sentir el dolor en su espalda, aún no había sanado ¿Qué estaba pasando con él?

 –Sesshoumaru  –escucho la voz de Miroku  –no deberías moverte de esa manera…

 –¿Dónde está?  –dijo agitado levantándose tratando de parecer que nada le pasaba, pero sentía sus piernas débiles…

 –eso debería preguntarlo yo –la voz de Kouga lo hizo fruncir el ceño pero lo que escuchaba lo alarmo  –has estado inconsciente por dos malditos días y porque solo Miroku sabe a dónde demonios me puedo mover y no terminar peleando con malditos monstruos tuve que es… ¡Hey!

Sesshoumaru había comenzado a ver el rededor y al no ver por ningún lado a Inu Yasha había caminado a donde estaba la pantera…

 –Sesshoumaru  –volvió a escuchar la voz de Miroku.

 –dos días  –murmuro  viendo a la pantera…

 –debes descansar tu herida no sé ha cerrado y aquella pantera…

 –¿puedes encontrar a quien te pidió que me cuidaras?  –le pregunto a la pantera como respuesta le mostro el lomo y Sesshoumaru se subió.

Las palabras de Sesshoumaru lo habían sorprendido por un momento, ese tal Inu Yasha había hecho que aquella pantera lo obedeciera ¿Quién era ese sujeto? Hacer que el tercer príncipe de Hitit corriera por él aun con una herida semejante en su espalda, que una pantera de dos colas lo obedezca. Vio a Sesshoumaru dar un paso montado en la pantera.

 –Sesshoumaru ¡Te están buscando por traición!  –grito para tratar de detenerlo, no podía entender lo que estaba haciendo ese príncipe, si Inu Yasha era capturado Sesshoumaru no debería ir por él, si se quedaba él podía decir que fue traicionado por aquel sujeto y no tendría que sufrir, pero…

Sesshoumaru no contesto, solo se detuvo un momento, aun si la noticia no le sorprendía, podía saber que su padre no podría hacer nada o arrastraría al país en la ofensa. Tendría que lidiar con eso él solo. La imagen de Inu Yasha y sus obstinadas palabras al quedarse cuando él no podía protegerlo, lo hicieron fruncir el ceño, ese mocoso le había arrastrado a eso; pero desde que había aparecido no se había sentido tan solo y aquella tristeza que siempre estaba en un rincón de su corazón no parecía tan dolorosa, ese chico le había salvado la vida…

 –¿sabes dónde está?  –pregunto Sesshoumaru sin dirigirse a alguien en particular.

 –si lo supiera no estaría aquí en este sitio  –gruño Kouga.

 –Sesshoumaru, esa pantera nos cortó el paso y decidimos traerte este templo para esconderte, ya que unos soldados estaban cerca… los soldados de mi padre…

Sesshoumaru al entender que no lo sabía salió montado en la pantera, sin embargo vio a ese moreno frente a él.

 –Debería solo eliminarte  –escucho de los labios del moreno y en la mano izquierda como si cadenas salieran de su brazo bajaban y enrollaban en la mano hasta las uñas que parecían garras, un odio creció en su pecho saltando sin pensarlo hacia él… esa arma…

 –¡Deshazla!  –grito y un torrente de viento empujo a Kouga y a Miroku.

 –¿Qué ocurre? ¿Le temes?  –se burló Kouga.

 –Ignorante  –bufó mirándolo con odio.

 –Sessh…

 –¡No sabes el daño que le haces!  –le reclamo.

 –¡¿De qué demonios hablas?!  –grito atacándolo pero su golpe solo dio con la tierra del lugar provocando un leve temblor.

 –¡Detente!  –volvió a gruñir Sesshoumaru golpeándolo con una ráfaga de viento.

 –Solo tienes miedo, cobarde  –Kouga siguió atacándolo. 

Miroku solo miraba sin saber qué hacer, no podía meterse en medio de ellos, podía ver que Sesshoumaru no estaba en las mejores condiciones, pero aun así detenía los ataque de Kouga tratando de provocar que se detenga sin mucho progreso, le gritaba que se detuviera solo recibiendo las burlas de Kouga, el viento cada vez se volvió más fuerte comenzando a rodearlos. Miroku temió lo que pudiera pasar con Kouga su cuerpo se movió corriendo hacia ellos, sin embargo al llegar al lado del moreno el viento los golpeo siendo derribados con el bastón intento proteger a Kouga logrando detener gran parte del impacto.

 –ese bastón…

Sesshoumaru estaba de pie imponente como era su presencia, aun cuando sabía que estaba herido en su rostro no mostraba dolor alguno. Kouga al ver que Sesshoumaru dio un paso mirando a Miroku lo jalo hacía él.

 –la pelea es entre los dos…

 –¿Quién está batiéndose contigo? Solo te estaba deteniendo  –dijo como si nada.

 –¡Tú…!

 –Kouga, detente por favor.

Miroku parecía cansado aunque por suerte no herido alrededor de ellos el suelo estaba como si un torbellino hubiera pasado sobre ella. Kouga a regañadientes hizo desaparecer el arma y ayudo a levantarse a Miroku, pero en cuanto lo vio Sesshoumaru volteo para ir donde la pantera diciendo.

 –si no quieres lastimar a Inu Yasha no vuelvas a usar esa arma…

 –¿de qué de…?

La pantera alzo el vuelo con Sesshoumaru en su lomo. Kouga estaba demasiado sorprendido para seguir reclamando hasta que al ver al cielo hizo que la luz del sol se posara en sus ojos obligándolo a cerrarlos y bajar la cabeza por el dolor.

 –eso significa…  –murmuro Miroku al recordar un escrito sobre la maldición a esa alma… a aquel príncipe de Egit  –Kouga ¿Quién es Inu Yasha?

Kouga dejo de restregarse los ojos y miro al príncipe que parecía consternado.

 –¿a qué te refieres?

 –las marcas declaraban al ser que traería la destrucción, vendría acompañado del espíritu perdido y haría renacer el país ya muerto… si Inu Yasha es aquel…

 –no lo es  –sentencio bajo.

 –pero…

Tomó con fuerza el brazo de Miroku viéndolo con una mezcla de enfado y preocupación, desde que llegaron a ese lugar todo era tan frustrante y confuso. La mano libre de Miroku se posó en la mano del moreno mirándolo con comprensión, la mano de Kouga se suavizo.

 –te llevare donde esta Inu Yasha, olvida lo que dije…

 –…gracias…

Miroku pasó a delante de él tomando la mano del moreno. Cuando lo protegió al ver a Sesshoumaru acercarse su pecho golpeo y se aceleró miro a quien le sostenía la mano. Podía ser que ese chico fuera el espíritu de Egit, pero aun si estaba esa posibilidad realmente no le importaba velaría por él.

 –Miroku  –hablo con suavidad casi temiendo lo que diría  –yo… esa arma… ¿lo daña?

Miroku se detuvo sujetando la mano que sostenía la levanto mirando que la marca se había borrado, suspiro…

 –lo hace… si es quien creo lo hace… está conectada a quien la creo…

 –¿Qué es…?

 –si es aquel príncipe que fue capaz de unir a los cuatro espíritus y hacer un trato con cada uno entonces si lo daña…

 –Inu Yasha no es…  –dijo perdido  –él es…  –la imagen de Inu Yasha sonriendo vino a su cabeza pero también la de aquel que estaba en el ataúd, cuando estaba vivo y sonreía.

El rostro de Kouga mostro dolor y tristeza ante esos recuerdos, sin soltarlo Miroku se puso frente a él paso su mano libre tomándolo de la nuca lo beso sorprendiendo al moreno que abrió los ojos de par en par sin entender lo que pasaba en ese momento.

 –¿quémm?  –la pregunta no pudo ser formulada sintiendo una lengua entrar en su cavidad.

El beso de ese príncipe era lujurioso probando cada centímetro de su boca y acariciando su paladar dándole escalofríos atrapándole la respiración. Quiso retroceder pero su pie solo se arrastró un poco alejando un poco su boca de la que lo estaba besando, sin embargo Miroku no lo dejo ir siendo más autoritario, la mente de Kouga se nublo por completo dejándose llevar por ese beso apasionado hasta que el príncipe decidió era suficiente dejándolo casi sin aliento. Kouga se sentía aun perdido viendo como esos ojos se abrían frente a él y parecía estaba más calmado que él. Jamás había tenido la experiencia de un beso así…

 –debemos irnos ya, debemos apresurarnos y ver si podemos conseguir caballos…

Kouga tomo el brazo de quien lo beso y ahora le daba la espalda, lo volteo pero no pudo decir nada, no le salía palabra alguna y solo trago soltándolo y siendo ahora él el que le daba la espalda.

 –Iré a orinar primero  –dijo caminando.

Miroku al escucharlo dejo salir un suspiro pesado.

¿Qué se supone que estaba haciendo? Su mano viajo a su boca dio una sonrisa que desapareció al instante si Kouga era ese espíritu e Inu Yasha aquel príncipe ese moreno jamás lo vería y más aun sufriría si Sesshoumaru lograba despertar al espíritu de sus tierras…

Kouga corrió un poco para alejarse ¿Qué demonios había pasado? Se restregó los labios estando apoyado en un árbol, ese beso… entre abrió la boca aun sintiendo aquel lujurioso beso…

 –…jamás creí que mi paladar se sintiera así al ser acariciado por una lengua  –su respiración sopesaba tanto por correr como por algo que vergonzosamente tendría que atender solo por un beso dado por alguien que no era Inu Yasha.

Apoyado en el árbol miro avergonzado a todas direcciones sentándose a los pies del árbol subió su túnica y vio su abultado miembro atrapado en el taparrabos.

 –no puedo creer esto… solo por un beso  –dijo con reproche.

Saco su miembro y comenzó a masturbarse urgiéndose para acabar rápido y regresar. Susurraba el nombre de Inu Yasha aunque la sensación de aquel beso aún seguía y si cerraba los ojos la imagen de ese príncipe cuando lo libero del beso venía a él. Con fuerza y rapidez se urgía para acabar dejando salir respiraciones pesadas…

 –Kouga…

Al escuchar la voz del príncipe llamarlo su cuerpo se tensó liberando su esencia.

 –… no sabía… te espero allá…

Miroku se dio la vuelta regresando por sus pasos dejando a un Kouga avergonzado y aturdido que se había cubierto y miraba el suelo rogando que lo tragara o le borraran la memoria al príncipe.

 –Demonios  –murmuro enfadado con él mismo ¡Debí haberme aguantado! Se gritó mentalmente, aunque la confusión de que el nombre de Miroku haya sido el que vino a su mente lo hizo fruncir, tal vez porque lo llamo a él. 

Miroku no podía sacar de su cabeza la imagen de ese moreno, miro el cielo tratando de despejar su cabeza. Sesshoumaru y él habían caído por seres que solo los llevarían a su propia ruina y aun si lo sabía… volteo viendo que un avergonzado Kouga volvía y al conectar su vista con la de él el moreno la bajo con las mejillas encendidas… aun si Miroku entendía lo que significaba caer por ese ser no podía dejar de desear seguirle.

 –Debemos irnos  –le hablo con el tono de siempre y camino unos pasos  –estoy seguro que deseas verle, no le des importancia a nada más.

Kouga alzo la mirada, la espalda de ese príncipe se alejaba a paso elegante… Kouga comenzó a caminar detrás de Miroku con un malestar en el pecho sin atreverse a pensar si era por lo que descubrió o por lo que acababa de decir ese príncipe frente a él.

 

Taisho miraba a su hijo trabajar entre la bosta y desperdicio ensuciándose las manos junto al sirviente mudo y Rin los miraba desde cierta distancia, pero Hakudoshi sonreía ampliamente como no recuerda haber visto sonreír a sus hijos. En esos días lo había acompañado hasta a cuidar de los caballos mientras escuchaba la idea de aquel Inu Yasha y aunque no deseara aceptarlo no era mala; sin embargo esa tierra estaba maldita y no importaba que hicieran moriría con el tiempo, eso no serviría más que para retrasarlo…

 –rey Taisho  –la voz del muchacho lo llamo sacándolo de sus pensamientos.

 –¿Qué ocurre?

 –esto es un proceso de tiempo, aunque al parecer es más rápido de lo que dijo Inu Yasha, los fondos de las cajas ya tienen tierra… pero lo que me preocupa de esto es que esta tierra es la muerta  –dijo pateando el suelo  –y puede matar con el tiempo la que estamos haciendo… si es así estamos trabajando para nada…

Taisho suspiro era como él creía, pero ¿Cómo podría solucionar eso? Un sonido lo puso alerta mirando a donde estaban los cuerpos de aquellos árboles, estaba listo para atacar cuando escucho.

 –otra vez aquí, debes irte  –dijo Hakudoshi.

Pero en contra de sus deseos lo vio asomarse, la mirada de Hakudoshi viajo a Taisho y de nuevo a donde estaba saliendo Akago.

 –también lo sabias rey padre…

 –Akago…  –salió de los labios del monarca.

 –¿desde cuándo? Rey padre…

 –desde hace poco…

 –ya veo…  –la mirada de Akago no se posó en su padre en ningún momento solo veía a Hakudoshi  –hay una forma…

Dijo de repente dejando a los presentes sin entender, vio con desagrado como Kohaku se puso detrás de Hakudoshi.

 –has un suelo de piedra que no deje que la tierra envenenada toque la nueva…

 –Eso podría funcionar  –dijo pensativo el monarca.

 –Pero no tenemos canteras…  –recordó Hakudoshi.

 –las tierras de donde estaban los asesinos del desierto tienen una montaña de donde sacaban el material para sus armas.

 –eso serviría  –dijo el monarca era extraño ver a los dos tan parecidos juntos y al mismo tiempo le ayudaba a darse cuenta de sus diferencias  –te dejare que elijas a los mejores para el trabajo Akago.

 –así será rey padre, pero solicito su venia para pedir sirvientes y esclavos de los otros príncipes  –lo reverencio.

 –mientras respetes a tus hermanos y sus condiciones.

 –lo haré –aseguro.

 –entonces dispón de ellos.

 –Sesshoumaru no está.

 –Rin esta y ella me ha escuchado… ¿tienes alguna objeción ante esto?

 –no si promete no lastimarlos.

 –no son mis esclavos los llevare como sirvientes prestados que tengo que devolver

Hakudoshi lo miraba con molestia aun si no sabía que estaba tramando algo le decía que no era algo bueno.

 –yo no puedo salir, entenderá porque Rey Taisho.

 –Eso es cierto  –dijo el monarca  –Akago también lo entiende… si el senado o alguien más lo descubre…

 –lo sé rey padre… no le pediré a él que me acompañe…

Taisho asintió ante lo que dijo su hijo, era consciente de que ese chico no podía vivir más que en el palacio de Sesshoumaru donde las lenguas eran calladas por el temor y respeto que le tenían a Sesshoumaru.

 –me llevare a ese sirviente mudo, sus habilidades son muy buenas.

 –¡Ni en tus sueños!  –sentencio Hakudoshi con enfado.

 –¿Por qué te niegas?  –Pregunto Akago  –él solo es un sirviente y…

 –él es mi…

 –aun si no tienes el titulo eres hijo del rey Taisho, Hakudoshi…

Hakudoshi mordió su lengua y apretó los dientes, le iba a reclamar y si podía darle un golpe pero una mano lo hizo voltear y vio como Kohaku negaba con la cabeza y se arrodillo ante el rey poniéndose a su disposición, el enfado de Hakudoshi subió yéndose del lugar.

 –Acompañaras al príncipe Akago y resguardaras su seguridad  –dijo el rey viendo el asentimiento –ya puedes levantarte.

Kohaku no se tomó otro instante más y con una corta reverencia fue tras Hakudoshi.

Lo encontró en los establos limpiaba con rabia y cambiando el heno de las pesebreras aun cuando ya lo había hecho en la mañana.

 –si quieres irte con él, largo  –dijo sin parar  –como si no supieras como es con… ¡Con una mierda!  –Grito lanzando la pala  – ¡Quién sabe lo que te hará al saber que yo…!

Los brazos de Kohaku lo rodearon sorprendiéndolo al sentir escondía la cara en su cuello y lo estrechaba. Como si le dijera que iba a estar bien.

 –¿Por qué te tengo que dejar ir?  –lo abrazo apoyando sus labios en la unión del hombro con el cuello  –solo debería golpearlo.

Sintió la negación de Kohaku y dejo salir un bufido exasperado.

 –tienes que volver o lo matare. Huye si desea hacerte daño, mátalo si te toca…

Una leve risita nasal escucho venir de aquel entre sus brazos.

 –no te rías, lo digo enserio.

Lo alejo para verle la cara y aun en sus labios había una sutil, tan sutil sonrisa que si no eras buen observador no lo detectarías.

 –dioses me quieres matar…

Puso su frente en la de Kohaku mirándolo. Kohaku se deslizo para solo en un breve movimiento tocar sus labios con los suyos. Pero Hakudoshi no sabía de gentilezas y en cuanto sintió sus labios cerca lo devoro en un beso hambriento, empujándolo contra la muralla y tener más control en él. Aun si se sintió sorprendido Kohaku permitió aquel beso hambriento que hacía que sus labios dolieran y no le dejaba respirar. Las manos de Hakudoshi recorrieron sus costados hasta sus piernas tomándolas sintiendo como Hakudoshi lo alzaba borrando todo espacio en ellos, obligándolo a abrazarlo para no caerse, lo recostó sobre el heno sin ninguna delicadeza poniéndose sobre él para seguir besándolo, subió la túnica simple y con sus propias piernas les abrió las de Kohaku, con rapidez se alejó y retiro el taparrabos de Kohaku, aparto las manos que quisieron tapar la visual, dejándola arriba de la cabeza de Kohaku sujetándolas solo con una de sus manos y con la otra descubrió su miembro erecto dejando que se posara junto con el de su compañero sonriendo.

 –si quieres parame deberás matarme Kohaku…

Kohaku lo miro con sus mejillas sonrojadas sabía que podía pelear y alejarlo, no sabía si realmente podría ganar una pelea contra quien con una sola mano inmovilizaba las dos de él, pero sus piernas estaban libres y era lo suficientemente hábil para golpear su cabeza con una de ellas, aun así no deseaba pelear, tenía miedo, sin embargo no quería detenerlo realmente. La mano de Hakudoshi provoco en él un brinco cuando tomo los dos miembros con fuerza y los comenzó a masturbar, dolía un poco siendo acompañado de placer al ser tocado atrapando su respiración…

Hakudoshi miraba las reacciones de Kohaku que entreabría sus labios y se estremecía. Cuando sintió la humedad en su mano soltó su miembro y siguió masturbando a Kohaku hasta que su espalda se curvo hacia adelante aun teniendo sus brazos sujetos apretó el miembro en su mano.

 –Aun no  –dijo ronco viendo los ojos entre cerrados que le pedían que siguiera.

Soltó las manos de Kohaku tomando su miembro poniéndolo en la entrada del chico sujeto las caderas de Kohaku entrando de golpe haciendo que la cabeza de Kohaku se curvara hacia atrás abriendo los ojos y la boca como si deseara gritar, las manos de Kohaku sujetaron el heno y su espalda se alzó del suelo, le dolía, su respiración parecía no desear salir sintió el peso de Hakudoshi en su pecho y la lengua lamer la manzana de Adan comenzando un vaivén doloroso.

 –Kohaku… eres mío  –sujeto la nuca aferrándose del cabello obligándolo a verlo, dándose cuenta de las lágrimas de aquellos ojos.

Lo beso sin dejar de moverse pero freno al seguir escuchando el débil sollozo, quito las lágrimas y salió de Kohaku viendo como apretaba los ojos por él dolor, frunció las cejas.

 –voltea, no quiero verte llorar… Kohaku…  –los ojos de Kohaku se ensombrecieron y volteo recostado escondiendo su cara en el heno  –así será mejor…

Sintió las manos en sus nalgas que las masajeaba dándole un extraño sentimiento antes de sentir sus caderas ser alzada y ser penetrado otra vez sin contemplación sintiendo la fricción en su interior y en aquella posición una sensación diferente comenzó a despertar en su interior, Hakudoshi lo abrazo haciendo que se levantara seguía penetrándolo mientras obligo a la cabeza de Kohaku voltear a él para besarlo. Kohaku temblaba ante tales sentimientos desesperado tomo su miembro comenzando a masturbarse.

 –Kohaku…

Escuchaba la voz ronca de lujuria de Hakudoshi llamándolo, estremeciéndolo más, la mano del caballerizo sujetaba la cadera imponiendo un ritmo más rápido a quien ya había comenzado a mover su cadera. Kohaku encorvo su espalda tensando su cuerpo al correrse sintiendo un gruñido y unas cuantas estocadas más antes de sentir una mordida en el nacimiento de su cuello.

Hakudoshi apoyo su frente en el descanso del hombro de su amado abrazándolo dejo salir un suspiro susurrándole.

 –no puedes morir… tienes que volver a mí… Kohaku yo te necesito a mi lado.

El corazón de Kohaku golpeo con fuerza por las palabras de ese joven con sus manos abrazo los brazos que lo rodeaban y acerco su rostro a Hakudoshi que no espero a confirmar que era lo que haría y lo beso.

Para cuando salieron del lugar ayudo a Kohaku a ir hasta su habitación  abriendo la puerta vio salir una mariposa de grandes alas violetas. Kohaku la siguió con la vista y corrió donde tenía la oruga que le había dado Hakudoshi descubriendo solo la crisálida. Se había ido…

 –¿Qué ocurre? 

Kohaku escondió lo que tenía en las manos Hakudoshi se acercó dándose cuenta.

 –yo no me iré y no permitiré que me abandones  –lo volteo haciéndolo que botara lo que tenía  –mírame, jamás te daré a nadie ni a Sesshoumaru.

 

 –esa estúpida de Kagome aún no puede hacer lo que la mande… no es más que una estúpida.

Reclamaba Kaguya mirando una vasija que tenía el sacrificio para la diosa de la luna, un pequeño cordero recostado que no paraba de balar, miro la estatua de oro de la diosa al lado de la de la estatua de otro dios, estaba vestida solo con una tela suave y traslucida y su marido el dios patrono del sol con un manto de un vivido rojo.

 –Me vengare de todos los que me menospreciaron –la imagen de un hombre que le daba la espalda con el cabello plateado la hizo apretar los puños  –tú serás al que más haga sufrir Sesshoumaru.      

  Apuñalo en la yugular al pequeño cordero dejando que la sangre manchara su cara mientras sonreía.

 


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