Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A los pies del heredero. por Cam Rams

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

holaaaaa...

siento que años que no escribo aquí (digo en este cuadrado XD) 

soy completamente inestable a la hora de subir por cosas de la vida... me gustaria volver a subir una vez por semana pero ni modo, tengo cosas que hacer...

sin más y diciendo desde ya que puede que me demore (tratare de que no, pero con lo que esta pasando ahora en el mundo todo dependera de muchas cosas) así que traje dos cap. 

espero les guste...

16

 

Ya se avecinaba el amanecer cuando Yasha y Kouga llegaron al país árido de Egit. La arena había consumido todo, ni un árbol, arbusto o solo helecho se veía, ni siquiera el río que daba la bienvenida a la ciudad que venía desde el mar. Aun recuerda aquella época donde todo ese lugar tenía vida.

–Ookami apresúrate iremos a donde te conocí.

Kouga miraba la espalda de Inu Yasha, pero en ese momento no lo era y aun así su pecho se agitaba con sentimientos encontrados: preocupado de Inu Yasha y feliz de estar con aquel frente a él. Si era cierto jamás había estado en ese lugar algo dentro de él lo conocía guiando sus pasos y por alguna razón no era capaz de decir ni una sola palabra para cuestionar a quien le hablaba.

Yasha tenía a Sesshoumaru apoyando la espalda en su pecho dejando que la cabeza de este descasar en su hombro, podía sentir el débil respirar del tercer príncipe y como todo su pecho estaba empapado con la sangre de Sesshoumaru.

–resiste un poco más, solo un poco más… –susurraba en el oído del inconsciente.

Pequeñas ruinas fueron vistas por Yasha y la imagen del palacio de su padre vino a su memoria.

Egit era el país más rico en cuanto a diversidad: sus plantas y animales ya que sus tierras eran fértil, pero solo uno era el problema en esas tierras, debían viajar kilómetros por agua dulce, gracias al comercio de pieles podía negociar con los otros países y la hermandad que tenían con las tierras de Hitit por los matrimonios entre príncipes de ambas tierras les ayudo a desarrollarse un poco más, sin embargo el agua era una problemática diaria. Yasha todavía era demasiado joven para tratar asuntos del estado cuando se dio cuenta que algo se tenía que hacer, el agua salina del rio era usada en los campos y en las tierras del país en si, por conductos hechos por Ookami y solo había un pequeño manantial que era de las bestias y del mismo espíritu, los humanos tenían prohibido ir a ese lugar…

El bosque era amplio y rodeaban la ciudad que ayudaba a protegerse del abrasador sol. No sorprendía que su piel fuera morena, ni que la mayoría de sus ropas fueran ligeras. El palacio de ese país era como una montaña, la tierra y piedras habían sido labradas por el espíritu de la tierra para que fuese visto desde afuera de la ciudad, era simplemente maravilloso. Siendo el segundo hijo del rey no se preocupaba por el trono, pero si por la gente, no le gustaba el campo de batalla y prefería los conocimientos de las hierbas medicinales, como trabajar la tierra y como hacerla más rica para plantar. A sus 12 años soñaba con que todos los países pudieran tener el hermoso paisaje que tenía el suyo aunque sabía que habían cosas que aun necesitaban como el agua.

Un día mientras pensaba algún método para no tener que comprar agua dulce, caminaba por el bosque… perdiéndose tras deambular sin cuidado, miro alrededor tratando de encontrar el camino pero no recordaba por dónde ir, rasco su cabeza y al ver un grupo de bestias se acercó a ellos como si se acercara a una persona.

–¿podrían decirme hacia donde está el palacio? Las copas de los árboles están muy altos y no logro ver… –algunos gruñeron pero el más viejo de las bestias se acercó y Yasha asintió –ya veo… se los agradezco.

Comenzó a caminar de regreso.

Entre sus hermanos él era quien mejor dominaba el lenguaje con las bestias y a pesar de que sus hermanos y primos también podían nunca platicaban con las bestias si no eran de la ciudad temiendo a las de los boques, para él todos eran iguales, gente y bestias eran lo mismo, incluso los espíritus. Aun cuando en su país muchos temían y odiaban a Ookami por pedir a bebés para comer, el bebé que tuviera los ojos de azul ópalo, sin embargo entre una comida y otra pasaban de veinte a treinta años sin comer otro e incluso escucho de veces que no pedía por ochenta años, lo mismo pasaba con Onigumo según le habían contado, y en cambio ellos no paraban de comer la carne de las bestias…

Al llegar a su hogar el joven príncipe lo primero que vio fue a su hermano entrenando con la espada…

–¡Hey, Yasha! –alzo la espada agitándola en forma de saludo.

Su hermano era más fornido que él más fuerte en muchos aspectos, siendo tres años mayor que él no se podía evitar y más al Yasha siempre escabullirse de los entrenamientos de espada y lucha, si era ágil y podía defenderse, pero su hermano era un digno guerrero y él solo su hermano pequeño que sería su concejero. Para ambos estaba bien aun si su hermano siempre trataba de hacer que practicara más. El brazo de su hermano rodeo sus hombros atrayéndolo hacía él regañándolo por haber ido al bosque sin escolta, Yasha solo le dio  una sonrisa problemática como respuesta provocando que su hermano desordenara su cabello diciéndole que le diría al rey que había salido con él. Su hermano siempre escondía las escapadas de Yasha.

Yasha siguió explorando el bosque si se perdía le pedía ayuda a las bestias que pronto se acostumbraron a él e incluso comenzó a jugar con los cachorros de las bestia que encontraba por ahí y siempre se sentía observado, en un comienzo pensó que tal vez era algún hombre de su hermano, pero con el paso de los días y meses se dio cuenta que no lo era.

–¿Por qué no bajas? –pregunto mirando a un árbol estando cerca de una gran madriguera en lo profundo del bosque que jamás tenía a su alrededor ni una sola planta y estaba frente de una roca que pasaba la altura de dos hombres adultos donde había una perforación que hacía de cueva poco profunda y aun así oscura.     

Del árbol bajo un hombre moreno y fuerte, con ojos de azul ópalo y cabello negro que cubría su rostro, las ropas que usaba no eran más que pieles dejando su dorso al descubierto, cuando se enderezo Yasha pudo ver las facciones varoniles de quien estaba frente a él.

–Deberías arreglar tu cabello –le sugirió.

El hombre se acercó extrañado de aquel niño quedando a pocos pasos sonrió al ver que en la mirada de ese niño no había miedo, pero si una gran curiosidad.

–¿Cómo te llaman los humanos?

–… Yasha… el segundo príncipe de estas tierras.

–¿sabes quién es dueño de estas tierras niño?

–sí, eres tú ¿no Ookami?

La sonrisa del espíritu no se hizo esperar, ese niño era interesante.

El tiempo comenzó a pasar y a los trece años de Yasha logro dar una idea que podía ayudar con la escases de agua que pudieran beber, pero tendría que pedir ayuda al país de Babil y a su espíritu del agua ya que necesitaba que lloviera y en Egit jamás llovía, la idea les había gustado a los senadores del país, pero no así a su hermano que dijo:

–¿no sería más que hacer al país dependiente de los otros siendo que nosotros somos superiores a los otros países? No podemos hacerlo.

Ese era un pensamiento que no compartía con su hermano, sin embargo los senadores si y el mismo rey desestimando la idea. Un día escucho a su hermano hablar con su padre sobre el deseo de extender el territorio hacía las tierras de los Hitit, diciendo que era un país que no hacía mucho que se había formado y era débil, después de todo solo llevaban cien años como país y ellos miles.

Yasha entro explicándole a su padre que no podían hacer eso, pues tenían una hermandad con ellos gracias a los matrimonios entre sus príncipes e incluso su hermana había sido enviada al rey de Hitit. Aun si entendía que estaban teniendo problemas con la escasez del agua, pronto cumpliría los catorce y podría decidir si entrenar en sus tierras como soldado o viajar y entrenar su espíritu para desarrollarse como sacerdote. Se lo menciono a su padre y le recordó la idea que tuvo y le aclaro que aun si era depender de otros ellos podían ayudar a los de Babil con la tierra y cultivo de esta, teniendo un mutuo intercambio. La idea convenció a su padre.

–entonces ve…

–espera padre, no puedes hacer esto… –su hermano lo miro enjuiciándolo –¿puedes garantizar que ellos no entraran en guerra con nosotros? ¿Qué hay de los otros países?  

–eso…

–Hitit ha estado pidiendo más de nuestros agricultores… nos negaremos, no podemos hacer que nuestra gente deje sus familias y hogares por ellos –declaro su hermano.

–hablare con ellos… buscare la forma de hacer un tratado de paz aun si tengo que ser yo el que este viajando a los otros países de ahora en adelante –miro a su padre convencido de poder lograrlo.

–ve… si consigues un trato con ellos haré lo que dices Yasha, pero solo tienes un año.

Haciendo una reverencia salió camino a donde Ookami.

–¡Ookami! –llamo viendo como salía de detrás de un árbol.

Le contó lo que había pasado y lo que haría…

–los tuyos solo piensan en tener más… no vayas hasta que entiendas algo –le dijo el espíritu de la tierra.

–¿Qué cosa?

–el deseo de los humanos es algo que no tiene fin… puede verse frágil como una flor, pero es capaz de lastimar con los pétalos, pero la tierra jamás tocara el cielo.

–lo sé… sabes que he aprendido un poco de magia, no mucha solo un poco –le menciono sonriente.

–si es así permitiré que vayas solo si eres capaz de hacer mis palabras un hecho –diciendo eso se fue.

Yasha miro el lugar si hacía llegar al rey el deseo de que él no saliera del país no habría un cómo salir. Se quedó pensando dándole vueltas al no entender a qué palabras se refería, pero cuando ya era el atardecer llego una respuesta, aun si no estaba seguro del todo decidió pensar que estaba bien.

Al día siguiente, no perdió tiempo y tomando un caballo fue a las orillas más lejanas de las tierras de Ookami donde el río y el mar estaban unidos. Sacando de su orilla conchas de todo tipo sonrió al cortarse un dedo. Tomando las que creyó necesarias y volvió, para cuando llego al bosque el cielo declaraba la muerte del sol y su estómago le recordaba que no había comido. Al llegar al palacio saco unas frutas y se fue a la parte más alta del palacio, le costó poco más de un mes y un par de viajes más a la orilla del rio, pero en cuanto termino fue donde el espíritu.

–Ookami –dijo viendo como aparecía frente a él –termine –extendió una flor formada con las conchas…

–esto… –dijo sin lograr entender.

–es como una frágil flor, pero puede herirte –dijo sonriendo y mostrando su mano los cortes que se había hecho al hacerla.

Ookami sonrió ante la imagen, la flor hecha por las conchas era una cala y sus bordes eran afilados. No podía decir que no era lo que él había dicho… aunque él eso lo había mencionado de manera metafórica y no literal, y realmente había querido que aprendiera a levitar aludiendo a lo que había dicho de “la tierra no puede alcanzar el cielo”. La cala estaba hecha con magia, podía decir que ese niño era talentoso. Se echó a reír y le dijo extendiéndosela de regreso luego de examinarla.

–bueno… está bien.

–es para ti, la hice para ti, Ookami –le dijo empujándola hacia él.

Ookami sin poder entender del todo lo que hacía la recibió viendo la sonrisa de Yasha y sonriendo él mismo.

–será mis garras –le dijo volteando a un árbol.

Ookami saco una rama del árbol, mordió su dedo dejando caer una gota de su sangre en la tierra y con un movimiento de la mano la tierra humedecida con su sangre subió hasta su mano apretándola la comprimió ante la atenta mirada de Yasha, cuando abrió la mano una esfera del color de la tierra apareció, Ookami la puso en la rama diciéndole.

–habla con los espíritus… diles a los reyes que yo te mando a tratar con ellos y diles lo que quieres y deseas evitar, si aceptan que hagan una de estas y la pongan en la rama –la estiro pero no la solto –piensa bien en ello Yasha, un trato con un espíritu a veces puede ser una maldición.

–es mi deber como príncipe el velar por mi gente –le sonrió con confianza.

–que así sea –tomo la mano de Yasha mordiendo su dedo y dejando que una gota caiga en la esfera –se fuerte Yasha –le dijo acariciando la cabeza al joven.

Yasha asintió, pero al saberse con el permiso de Ookami cayo dormido siendo sujetado por el espíritu de la tierra. Era de noche ya y no podía enviarlo, menos inconsciente. Tomo la forma de un gran lobo teniéndolo recostado a su lado lo cubrió con su cola y durmió ahí con él.

El primer viaje fue donde Hitit siendo acompañado por una pantera que Ookami le dio, vio a su hermana estaba bien y feliz. Tras hablar con el rey lo enviaron donde estaba Inugami, pero aun cuando paso ahí tres días este no apareció, la sacerdotisa que estaba en la torre era una hermosa mujer que tenía un medallón, había sido lo que ella había elegido cuando niña de entre las cosas que le habían mostrado; un medallón, un abanico, una pluma y unos aros de perlas verde. Todas eran cosas de la primera sacerdotisa. Pero ella no sabía realmente casi nada del espíritu de esas tierras…

Al cuarto día salió y camino con Kirara a su lado, de improviso ella se lanzó contra algo detrás de unos árboles, corrió viendo frente a su pantera a un hombre que no aparentaba más allá de sus veintitrés años, con el cabello plateado y los ojos de un azul celeste que miraba fijo a Kirara, esta tenía las orejas agachadas y mostraba los colmillos parecía asustada pero lista para atacar.

–Kirara no lo hagas él es… Inugami –se puso al lado de la pantera y esta se sentó a su lado.

–¿una bestia que escucha a un humano? Protegido de Egit –dijo el hombre.

–no hay diferencia en hablar con ellos a hablar con otro humano o incluso contigo.

–me comparas con una bestia –le recrimino con tono serio.

–para mí no hay diferencia entre los seres que están vivos…toda vida es importante.

–oh, interesante ¿Cuál es tu nombre?

–Yasha, segundo príncipe de las tierras de Egit. Ookami…

–Ese lobo aun vive –dijo al escuchar el nombre del espíritu…

Yasha hablo de lo que deseaba persiguiendo a un callado espíritu y lo que quería evitar…

–eso solo los afectaría a ustedes los humanos ¿Por qué tengo que…?

–por favor… –Yasha se arrodillo y bajo la cabeza apretando las manos –no deseo que por imprudencias de sus reyes se afecte a las personas de los pueblos, por eso… si hay algo que pueda hacer para llegar a un acuerdo…

–no te enseñaron que solo debes bajar la cabeza ante tu espíritu…

–Ookami es mi amigo…

–¿amigo? Eso es ridículo –espeto.

–Piensa lo que quieras –dijo molesto levantando la cabeza–si la baje es porque es importante llegar a un acuerdo, soy capaz de morder mi orgullo.

–bien, deseo una tela que no se queme, si logras traerla aceptare el acuerdo mocoso.

–grabada en piedra queda cada una de tus palabras –dijo mirando a su alrededor y encontrando una piedra puso su mano y las palabras comenzaron a grabarse –, lo haré.

Inugami aun si lo sorprendió no dijo nada, en la piedra estaba el trato que habían hecho y vio como de un salto se levantó y alzando el vuelo se fue con Kirara.

–te pedí algo imposible, que estúpido, entre los humanos no hay tal tela aun si eres un sacerdote. No me ligare a un humano vulnerable, no lo acepto –dijo tomando de entre sus ropas un espejo –veré que harás al respecto niño.

Yasha pregunto en todos los lugares incluso de donde traían las telas de Babil y Minni y no encontró donde encontrar dicha tela. Había dicho que la conseguiría y si no podía comprarla entonces la fabricaría, pero lo conseguiría sin importar que.

Al día siguiente fue donde había visto a Inugami junto con Kirara camino un rato y termino pidiéndole a Kirara que lo buscara por él, encontrándolo le dijo que la haría pero que se demoraría en hacerla y que debía ir a hablar con los otros espíritus, Inugami solo se fue sin darle una respuesta.

Cuando llego a Babil el rey lo dejo en la entrada del templo para ir a ver a Banryu a diferencia de Ookami e Inugami este no estaba en forma humana era un enorme dragón que al estar recostado podía pasar por una pequeña montaña.

–eres hermoso –no pudo evitar decir Yasha al verlo, las escamas de Banryu brillaban por el sol que entraba por unos recovecos de la gran cueva que era ese templo como el reflejo de la luz en el agua, con ojos azul profundo al enderezarse vio lo imponente que era y sonrió.

–¿Quién eres?¿no pareces asustado?

–soy Yasha el segundo príncipe de las tierras de Egit tierras de Ookami. No te temo porque nada has hecho para que te tema.

–eres raro –le dijo con voz resonante.

Le conto lo que estaba haciendo y Banryu le pidió que le hablara de las cosas que estaban fuera de ese lugar, Yasha lo hizo con gusto contándole de sus tierra y lo que había visto el tiempo que estuvo en Hitit, lo que vio el tiempo viajando y que deseaba que las tierras fueran más fértiles para todos, que su sueño era ver la vida de la tierra expandirse así nadie tendría que sufrir, pero necesitaba de la cooperación de los espíritus. Banryu le conto su deseo, a diferencia de los otros espíritus él no podía transformarse en forma humana y estaba cansado de que el oráculo de turno le temiera cada vez que lo llamaba para que hablara con él, no importaba quien fuera, hombre, mujer, niño o anciano lo único que pedía que fuera inteligente.

–y si te ayudo a ser humano…

–¿puedes hacerlo?

–si tienes apariencia humana de seguro que no te temerán –aseguro.

–si lo consigues haré el trato contigo Yasha.

–Bien solo espera y veras…

Banryu lo vio caminar de un lado a otro dentro en el templo donde Banryu se escondía para no asustar a los humanos, solo salía de vez en cuando y sobre volaba sus tierras pues cada vez que salía de sus tierras su presencia seria pedida impidiendo que pudiera salir. Vio como Yasha pasaba detrás de la cascada y salía…

–si detrás hubiera una cueva podría quedarme ahí para pensar y no tendría que ir de regreso al palacio de Babil…

Banryu miro la cascada e hizo que el agua se detuviera con una de sus patas extrajo un pedazo de la roca formando una cueva poco profunda. Al ver la sorpresa en el rostro de Yasha el pedazo de roca cayó en medio del lago.

–Jamás había visto algo así… la sacaste como si fuera arena, tus garras son asombrosas –dijo emocionado.

–Exageras… –murmuro algo avergonzado –eso no es nada a lo que realmente puedo hacer –dijo mirando a otro lado y dejo caer el agua tapando la recién hecha cueva.

–eres asombroso, gracias Banryu –sonrió yendo del otro lado.

El tiempo comenzó a transcurrir y Banryu lo veía salir del templo, volver hablar con él de las maravillas del exterior y contándole uno que otro sueño que había tenido, cosas que paso cuando pequeño y reía de los recuerdos. Un día, dos antes para que el mes terminara volvió sonriente contándole que había dado con una pista, pero que necesitaba más tiempo.

–si eres capaz de darme una respuesta… esperare…

–Bien –dijo emocionado.

–fluye el agua pero no es rio, van y vienen según el capricho de la luna, a veces se sienten amargas y otras dulces…

–…agua… va y viene movido por la luna ¿las olas? Pero son a veces amargas otras dulces ¿…? –Murmuro –no puede ser las olas… la mar es salada no dulce… no es rio… si la luna no es la luna y es otra cosa… ¿siclos o sentimientos? –Seguía pensando siendo visto por Banryu –¡ya sé! Las lágrimas… es agua que fluyen por los sentimientos sin que uno pueda contenerlas por dulces o amargos momentos… ¿es así?

–si vienes a visitarme estaré dispuesto a usar mi poder para ayudar a tus tierras y haré el trato contigo el rey de Babil no entrara en guerra con Egit si ellos no entran en guerra con el rey de Babil…

–claro que vendré tengo que cumplir mi palabra y ayudarte a tomar forma humana.

Banryu de las aguas hizo salir una cantidad de agua y la solidifico en una perla, desde su garra goteo un poco de su sangre cayendo en la perla. La perla se volvió de color azul y floto hasta la mano de Yasha.

–gracias –dijo al ver la esfera.

Fue de atrás de la cascada y saco la rama donde estaba la perla café y puso la perla, mordió su propio dedo y dejo que la gota mojara la perla y la rama.

–nuestro acuerdo es mutuo que quien lo deshaga sufra las consecuencias.

–te condenas…

–un acuerdo es algo que debe ser en igualdad para ambos lados ¿no lo crees?

–si tú lo dices…

Dos días después se fue a Minni, la sola presencia del rey frente a él era un poco intimidante, era como estar frente a un espíritu, grande fue la sorpresa cuando descubrió que ambos eran el mismo. Onigumo devoraba el espíritu del primer hijo del general al mando y tomaba el trono, solo el rey podía elegir su sucesor.

El primer día lo escucho, sin decir nada le tiro un pedazo de roca en las manos y una copa de plata a los pies.

–Muéstrame cuan determinado estas en que yo, Onigumo haga el trato contigo. Convierte esa piedra en una copa, pero no usaras ninguna herramienta… la piedra es mi negativa, veamos que es más fuerte.

–lo haré.

–demasiado rápida la respuesta… si es tan fácil apostemos algo mejor.

–¿apuesta?

–sí, si lo haces te serviré a cualquier petición que tengas incluso mi muerte, pero si no lo logras Egit será vasallo de Minni

–no quiero nada más que el juramento contigo, pero si para ti no es justo por no ganar nada acepto que si no soy capaz de hacerlo seré tu sirviente y así lo serán mis hombres y las tierras que poseo.

–interesante.

Solo le dijo eso y se fue, no le permitió permanecer en el palacio sino en la cueva donde hombres trabajaban en las minas, el agua y la comida eran iguales para todos y vio como el mismo rey trabajaba con sus manos y mandaba a los ciudadanos, pero también pudo ver que con sus palabras las personas corrían a hacer lo que les mandaba con miedo en sus ojos.

Yasha trato de pensar cómo hacerlo sin ninguna herramienta. Un día y una noche pasaron y aun no encontraba una solución, también tenía en la mente el cómo ayudar a Banryu y la tela que deseaba Inugami. La noche volvió a llegar y como lo hiciera en sus tierras miro la luna azul…

Desde atrás en las sombras Onigumo lo miraba, no reclamaba al ser tratado así, pero mantenía la digna imagen de un príncipe.

–a pesar de que esta en lo alto y brilla mágicamente, aquellos hermosos colores me recuerdan a nuestra tierra… como si la luna azul fuese solo el reflejo de nuestro mundo… –dijo sin dejar de mirar el cielo –no lo crees Onigumo.

Al saberse descubierto salió y contemplo lo que el segundo príncipe veía. El viento soplo agitando el cabello negro de Yasha obligándolo a cerrar los ojos, pero no bajo el rostro ni trato de cubrirse. Onigumo movió su brazo para tomar su daga, pero una sonrisa se puso en los labios de Yasha.

–sé que no me matara y trata de probarme… he cerrado los ojos ante un desconocido, pero sé que es sabio… no hará algo que ponga en riesgo a sus tierras.

–así que –comenzó a decir retirando la mano de la daga –¿Cómo vas con mi copa de piedra?

–eso va mejor en mi cabeza que en el hecho, pero ya tengo una idea… solo necesito…

–si es así, buena suerte…

Lo interrumpió y comenzó a retirarse.

–¡Onigumo, mañana saldré de aquí!

–no tienes que decirlo, no eres un prisionero en mis tierras, puedes irte si aceptas la derrota.

Dijo mientras se iba sin escuchar la respuesta de Yasha.

Al día tal como dijo salió con Kirara en busca de un arroyo, mojo la roca y con una de sus gemas más duras sacada desde dentro de la tierra por Ookami, echo arena encima de la piedra y con paciencia comenzó a frotar. Día a día descansando de noche solo unas horas en el mismo lugar, al tercer día Onigumo envió a un soldado llevándole algo de comer. Yasha sabía que en las noches Onigumo iba a verle escondiéndose en la sombras de los árboles y contra el viento para no alertar a Kirara.

Los días fueron semanas y un mes dio paso al siguiente hasta finalizar el tercer mes y casi el cuarto cuando por fin volvió al anochecer al palacio de Onigumo y le entrego envuelto en una tela lo prometido. Cuando lo destapo vio con asombro la copa de piedra, la reviso detenidamente, era fina y parecía pulida, la lanzo a la muralla de piedra con fuerza y esta no se rompió. La recogió, estaba sorprendido, miro las manos de Yasha y este las escondió, estaban lastimadas. Corto su dedo y dejo caer una gota de su sangre en la copa y desde ella salió una perla gris otra gota cayo a la copa.

–deja caer una gota de tu sangre en ella –le dijo estirando su brazo acercándole la copa a Yasha.

Yasha la tomo y corto su dedo dejando que la gota cayera en la copa y se la devolvió tomando para él mismo la perla gris de Onigumo y poniéndola en su rama dejando caer otra gota de su sangre. Un calor le llamo la atención y pudo ver la copa estar al rojo vivo en las manos de Onigumo.

–con que un escudo –escucho el murmullo de Onigumo.

–¿Qué…?

–ya puedes irte con mi juramento hacía ti y los tuyos, también puedes disponer de mi vida…

–yo no… –la mirada de Onigumo le dijo que no le interesaba lo que le dijera no cambiaría en su idea –si es así ¿sebes de algún animal que tenga un pelaje resistente al fuego?

–las ratas de fuego…

–¿Dónde? –lo agarro de las ropas sorprendiéndolo un poco.

–te llevare.

Sus pasos los llevaron a un lugar donde solo habían rocas y huesos de bestias en un suelo completamente blanco.

–este lugar…

–es la madriguera –informo –las ratas de fuego roen los huesos, así que los cuerpos de las bestias que cazamos la tiramos aquí y ella hacen el trabajo.

Como si las hubiera invocado desde el suelo comenzaron a salir ratas de dos pies de longitud más una cola que era el doble de su cuerpo con un largo pelaje. Corrían por todos lados tomando huesos comenzando a morderlos, con tres ojos en sus cabezas y una cara deformada de grandes dientes y garras…

–¿Qué se supone que estás haciendo segundo príncipe de Egit? –pregunto Onigumo al este estar escondido detrás de él y saltando cada vez que una rata pasaba cerca.

–estas… estas ratas Ookami decía que no obedecen a nadie y si las llegabas a tocar te quemarías vivo… pero él no las llamaba ratas de fuego.

–ratas de fuego fue el nombre que les di yo, se llaman Joushu por el sonido que hacen, pero son las únicas bestias que tienen un pelaje el cual no es duro.

–ya veo…

–puedes pedirme…

Antes de que pudiera terminar de hablar Yasha se lanzó contra las ratas, pero cada vez que rosaba a una esta se prendía haciéndolo retroceder.

–¡hey!

La voz de Onigumo no lo detuvo, las ratas estaban corriendo despavoridas encendidas teniendo entre todas ellas a un Yasha que aun intentaba cazarlas. Kirara se iba a acercar.

–¡no vengas esto lo tengo que hacer solo! –le grito deteniéndola.

–¡estas demente! –le grito Onigumo por el ruido que producían las ratas –¡terminaras muerto antes de cazar solo una! ¡¿Qué es tan importante?!

–¡mi gente lo es!… por ellos –tomo a un par de las colas lanzándolos contra una roca lo suficientemente fuerte como para matarlas –haré que esto sea posible –otro par voló chocando contra la piedra –no habrán guerras, no morirán inocentes y –dos y otros dos y otros siguieron cayendo –los espíritus podrán vivir en paz…

–¿en paz? –susurro sorprendido –¡¿de qué demonios estás hablando?!

–¡todos tienen un deseo… aceptaron a los humanos porque estaban cansados se su soledad…!

–¡¡Silencio!!

El suelo hirvió al instante a su alrededor, telas de arañas salían de la espalda de Onigumo. Kirara se apresuró para sacar de en medio a Yasha quien se estaba quemando los pies. Las ratas se escapaban, pero la tela de araña atravesó a algunas ratas apartándolas de su camino hasta Yasha.

–¿Qué sabes de lo que deseamos? ¿Quién eres para decir lo que yo deseo?

El cuerpo humano de Onigumo comenzó a retorcerse hasta que parecía que se rajaba, pero a Yasha le parecía que trataba de retenerse.

–Kirara acércame –la pantera voló hacia Onigumo y este salto abrazándolo para no tocar el suelo de lleno pero aun tuvo que pararse en ese suelo ardiente, endureciendo el dolor le dijo –este es el preciado cuerpo que ocupas para convivir con los humanos.

Onigumo se detuvo e iba a golpearlo pero Yasha continuo.

–los humanos temen a lo que no son iguales y a los que son más poderosos que ellos, pero aun así… quieres vivir con ellos ¿no?

Yasha sintió el aroma de su propia carne siendo quemada, fue alzado por los brazos de Onigumo.

–solo cállate –susurro y lo llevo fuera de donde estaba la tierra en llamas.

Kirara se les acerco y Onigumo lo puso en su lomo.

–Onigumo… ojos rojos, son ojos de dolor… tus ojos no son como de los otros espíritus…

–dije que te callaras.

–Onigumo el destino si se puede cambiar –la voz de Yasha se escuchaba cansada.

Onigumo le iba a gritar otra vez pero al voltear la sorpresa lo hizo moverse con rapidez. Yasha sonreía pero la consciencia de Yasha se perdió cayendo su cuerpo hacia el suelo que aun ardía, siendo atrapado por Onigumo. Los brazos, manos, la mejilla izquierda, el pecho, las piernas y pies estaban quemados, recordó las palabras de ese joven que solo tenía catorce años, era digno de ver o tal vez estúpido al igual que él por tener el deseo de ver vivir a esas personas, miro a la pantera.

–ven a mi palacio.

A la mañana siguiente Yasha despertó, su cuerpo dolía por todas partes, paños fríos estaban en todo su cuerpo, entonces recordó lo que había pasado…

–ya te arrepientes de tu estupidez…

Sin decir nada comenzó a salir de la cama con dolor, araño la cama al apoyar los pies en el suelo…

–¡¿Qué estás haciendo?! –lo detuvo Onigumo sujetando sus hombros sintiendo el temblor de ese niño.

–… necesito hacer una tela… que soporte el fuego… –dijo entre el dolor. 

–estás loco… –murmuro Onigumo y señalo pieles y las colas de las ratas –usa las que quieras…

–pero yo tenía…

–si no te gusta que te las dé aun cuando muchas tú las mataste, cómpralas…

–¿Cuánto? –pregunto viendo la vacilación.

–… que vuelvas aquí…

–¿hablas…?

–cuéntame como son los otros países… y vuelve para contarme si algo ha cambiado.

Yasha lo quedo mirando… por información… pensó. No lo encontraba que fuera descabellado.

–lo haré…

Paso un tiempo más en el país de Minni siendo atendido por un médico y encargándose del pelaje de las ratas de fuego. Poco a poco y mientras hablaba con Onigumo su trabajo se fue haciendo.

Cuando sus heridas se curaron estas dejaron cicatrices en su cuerpo y en su mejilla. Onigumo muchas veces le pregunto de que reía si estaba deforme, pero Yasha solo sonreía más diciendo “Las personas estarán a salvo”

Un día Onigumo no lo encontró en la habitación que ocupaba, pero cuando salió a toda prisa a buscarlo este venía de regreso y llevaba puesto una tela traslucida como velo cubriendo la mitad del rostro. Traía en sus manos una tela de color rojo.

–Onigumo –dijo con voz alegre.

–¿Por qué saliste?

–… necesitaba algunas cosa para terminar la tela ¡Mira! –palmoteo la tela doblada en su brazo –ahora podré hacer el trato con Inugami y volver… a casa…

De la nada vio en los cielos a un gigantesco perro blanco. Kirara se puso al lado de Yasha con las orejas para atrás y mostrando sus colmillos.

–Inugami –murmuro con cierta molestia Onigumo.

El perro bajo y al tocar el suelo su apariencia cambio entre un torbellino a la humana, todos con excepción de Onigumo y Yasha se alejaron más de diez metros de ellos.

–¿a qué ha venido el gran Inugami? –dijo con sarcasmo Onigumo.

La mirada de Inugami se posó solo por un segundo en Onigumo antes de caminar hacia Yasha.

–esto –alzo la tela Yasha mostrándosela a Inugami quien freno frente a él mirando la tela –esta hecha con el pelaje de las ratas de fuego… ah, joushu, esta lavada…

–con tu sangre –lo interrumpió Inugami.

–eso… solo es para un pequeño hechizo, solo fueron unas cuantas gotas…

Inugami tomo las manos de Yasha y las reviso viendo las palmas quemadas y con cortes, la tela roja cayó al suelo, la mirada intensa de Inugami le cortó el aliento. Onigumo fue a alejar a Yasha pero Inugami lo dejo atrás de él poniéndose entre Yasha y Onigumo.

–déjalo ir –ordeno Onigumo.

–no tengo tiempo para ti, apártate –sentencio Inugami.

–Esperen… –trato de intervenir Yasha…

–¡Oh! El gran Inugami ha dejado su territorio por su voluntad esta tan apresurado…

–no lo repetiré, muévete. No voy a dejar que cambies el destino de este muchacho, eso es contra la ley…

–oigan… –volvió a hablar Yasha aun siendo sujetado por Inugami.

–¡Soy quien teje el destino de los…!

Una ráfaga de viento fuerte hizo que Onigumo se tuviera que cubrir y esforzarse para no ser arrastrado por el torrente de viento. Los gritos de las personas que estaban a su alrededor lo alerto sujetándolas con su tela de araña e iba a reclamarle pero Yasha se le adelanto.

–¡detente! ¡Estas lastimando a las personas! –tomo el brazo que sostenía su muñeca y lo jalo a él –no sé qué están discutiendo, pero no voy a dejar que hieran a las personas.

Inugami volteo y detuvo el viento.

–¿Qué podrías hacer si yo decido matar a todos estos? –pregunto Inugami viendo en el rostro de Yasha una mirada dolida pero decidida.

–aun si pierdo mi vida te detendría.

–Yasha –el murmuro de Onigumo fue escuchado por Yasha que le sonrió.

–Idiota –susurro Inugami viendo la mala cara del segundo príncipe de Egit –sube a tu pantera y sígueme.

–¿Por qué debería? –dijo cruzándose de brazos.

–el trato no lo haré a no ser que este en mis tierras –aseguro y de un salto se transformó en un perro gigante volando en una dirección.

Yasha descruzo los brazos suspirando, miro a Onigumo y estiro la mano para despedirse, pero fue jalado y abrazado con fuerza haciendo que el dolor le recordara las quemaduras de su cuerpo dejando salir un quejido.   

–recuerda que debes volver Yasha…

Yasha sonrió ante lo dicho y al alejarse asintió. Subió a Kirara con la tela en sus piernas y miro por última vez a Onigumo antes de dar alcance a Inugami.

La noche los alcanzo y el cansancio se presentó en Yasha provocando que comenzara a cabecear, luchaba contra el sueño arriba de Kirara o caería, su vista se nublaba al sus ojos forzarse a estar abiertos, pero no había dormido bien y ahora que ya había terminado la tela el cansancio y el dolor de su cuerpo lo envolvía. Kirara gruño un poco como intentando que no se durmiera recibiendo unas caricias en su cabeza, pero pronto sintió que el cuerpo de Yasha se resbalaba otra vez, sin poder evitar que este cayera de su espalda, rugiendo se lanzó a tratar de atraparlo, no obstante una enorme esfera de luz paso por su lado envolviendo a Yasha y aterrizando a salvo. Cuando la esfera se deshizo la figura de Inugami estaba de pie teniendo en brazos a Yasha.

–Idiota –murmuro y busco donde recostarlo.

Kirara se recostó e Inugami recostó al segundo príncipe en ella y él se sentó apoyándose en un árbol cercano mirando el cielo.

La mañana llego y al despertar Yasha antes de que él dijera algo su estómago hablo fuerte y claro. Recibiendo una hoja grande con diferentes frutos en su regazo, miro a quien se las había dado. Ciertamente ese espíritu era uno de los más callados pero no era malo o desalmado como le habían contado. Asombrosamente para Yasha en el tercer día ya estaban en las tierras de Hitit donde le dio la tela a Inugami y este goteo unas gotas de su sangre en la palma de su mano y la apretó, cuando la abrió una esfera de un celeste con ondulaciones de blanco estaba en su palma.

–tendrás que aprender más magia si realmente deseas seguir con este trato. Onigumo y Banryu son espíritus impredecibles –le informo con seriedad Inugami.

–no son malos –aseveró Yasha.

–la maldad es algo valorado por los humanos, nosotros solo protegemos lo que es nuestro y lucharemos por lo que deseamos…

–pero ellos… Onigumo y Banryu anteponen…

–los que es de ellos… protejo a los de tu raza que están en mis tierras, pero no me interesa lo que les pase a los de otras tierras o si se largan; ellos son lo mismo…

–pero Banryu no consiguió nada y aun así hizo el juramento conmigo y…

–piensa lo que quieras –dijo con tono monótono –ya hemos terminado puedes irte a tu tierra…

Sin más Yasha lo vio darle la espalda molestándolo, corrió a él sujetando el brazo del espíritu lo trato de voltea, pero no pudo y fue jalado, golpeando su pecho contra el de Inugami provocándole dolor y el velo cayó al suelo… Inugami al verlo jalo la túnica larga descubriendo el pecho de Yasha.

–¿Qué estás…?

–no son solo tus manos… –dijo siendo sujetado de las muñecas por el segundo príncipe de Egit –¿Por qué llegaste tan lejos?

–da igual, no soy mujer y conseguí hacer la tela para ti… así no habrá guerra entre los países…

–¿Por qué te importa los otros países? –dijo con confusión.

–¿puedes venir conmigo a mi país?

–no puedo estar por mucho tiempo fuera de mis tierras…

–si me llevas tú estaremos ahí en un día o dos ¿no?

Sin responder se transformó en un perro y echándose lo hizo subir a su espalda. Para el atardecer ya estaban en Egit.

–esto fue más rápido de lo que creí –dijo Yasha bajándose del lomo de Inugami que se transformó en forma humana.

Frente a ellos estaba Ookami mirando con recelo a Inugami con los brazos cruzados mostrando su inconformidad y deseos que se fuera, aun así fue Yasha el primero en hablar.

–Ookami necesito mostrarle un lugar…

Cuando Ookami lo vio corrió a él retirando el velo que cubría su rostro viendo la quemadura, el enfado de Ookami fue visible el gruñido resonó en su garganta cuando vio a Inugami le grito.

–¡¿Quién lo lastimo?! –el silencio de Inugami solo molesto más a Ookami que dio un paso decidido a atacarlo.

–Espera –lo detuvo Yasha abrazándolo –me lastime solo… yo fui descuidado.

–no mientas por él.

–¡no estoy mintiendo!

La mirada de Yasha le decía que era así, sin embargo aun deseaba golpear a quien estaba ahí parado y más cuando escucho.

–sabes que no tengo tiempo que perder.

–entonces lárgate –dijo Ookami.

–no estoy aquí para ver tu asquerosa cara –espeto Inugami.

–paren… Ookami estoy bien una vez se sanen bien podre buscar algún hechizo… e Inugami, ya sé que no puedes estar lejos de tus tierras por mucho. Sígueme…

Se subió a Kirara y guio el camino al palacio del rey donde al verlo descender de la pantera estaban sorprendidos pero más al ver que detrás de él venían Ookami y el otro hombre que aun si muchos no sabían quién era solo bastaba con verlo para saber que no podían ni acercarse a él.

Al entrar al palacio Inugami solo entro sin decir nada, el rey que se iba a acercar a su hijo mantuvo la distancia al ver los espíritus, pero el hermano de Yasha fue donde su hermano mirándolo por completo al igual que Ookami le pregunto quién le había hecho eso con un solo estoy bien y una amplia sonrisa dejo a su hermano y subió a la parte más alta del palacio.

Ookami estaba a su lado a quien le comenzó a contar lo ocurrido en los países feliz de sus recuerdos obteniendo sonrisas del espíritu de la tierra o uno que otro regaño, pero se podía ver que estaba feliz uno al lado del otro, al menos así lo veía Inugami que estando unos escalones más atrás los miraba. Yasha de cuando en cuando volteaba y le sonreía tratando de que se uniera a la conversación encontrándose solo con el silencio y la cara seria que los seguía.

Al llegar arriba la habitación era una abierta con el techo sostenidos por pilares y telas colgando desde el techo unas tomadas hacia los pilares otras mecidas sueltas por el viento, instrumentos puestos aquí y allá, cojines, alfombras y divanes de terciopelo.

–¿Qué es lo que me quieres mostrar? –pregunto Inugami parando la plática del espíritu con el segundo príncipe.

–es por acá –señalo y camino con paso un poco más rápido escuchando el gruñido de Ookami.

Al llegar cerca de la orilla el brazo de Yasha se estiro apuntando algo a lo lejos, estando a unos pasos detrás de él Inugami miro la dirección en la que apuntaba. El cielo despejado comenzaba a mostrar la luna azul y daba un brillo inusual al mar a lo lejos casi fusionando el cielo con el mar dejando las copas de los árboles ser la división que al soplar el viento dejaban un colorido resplandor al dejar ver como gemas los prados de flores. Inugami se acercó viendo esta vez la sonrisa del segundo príncipe, la fragancia de las diversas flores silvestres inundaba el aire. Parecía un espejismo, aves de diferentes formas, tamaño y colores volaban, su oído podía escuchar los cantos y ruidos de las bestias que estaban ahí, ese lugar estaba lleno de vida y de un hermoso paisaje natural.

–me gustaría que todos pudieran ver paisajes así de hermosos sin preocuparse de que deben esperar las cosechas de otros países para poder comer o la medicina este a cientos de kilómetros… –comenzó a hablar el segundo príncipe de Egit –que no tengan que preocuparse porque sus gobernantes comiencen una guerra… me gustaría que fuéramos solo un gran país… aun con diferentes nombres, pero con un solo ideal… la paz para los que vivimos en este mundo y solo si ustedes hacen un acuerdo los reyes tendrán que obedecer por eso…

–si es lo que realmente quieres ¿Qué te hace pensar que los otros espíritus lo hagan? –cuestiono Inugami.

–hicimos un trato de no guerra.

–estoy seguro que las palabra “mientras el otro país no ataque” estaban en su trato.

Yasha guardo silencio ante esas palabras, miro a Ookami y este solo negó con la cabeza, nada aseguraba que el trato fuera hecho al pie de la letra solo una provocación y el trato quedaría disuelto. Suspiro pesadamente dejando decaer su semblante, si le informaba a su padre tal como estaban las cosas su hermano y el senado desestimarían el trato.

–aun hay un método, pero tendrás que dar algo para hacerlo.

–Yasha no hará ni un trato más es suficiente con lo que ha hecho –gruño Ookami poniéndose entre los dos.

–¿Qué tengo que dar?

–¡Yasha!

–tu vida –fue la respuesta de Inugami.

–¡No lo hará!

–bien…

Ookami sujeto a Yasha mirándolo con severidad, pero Inugami extendió su mano sujetando la muñeca de Yasha y con la otra golpeo a Ookami con un fuerte viento empujándolo cinco metros lejos de ello, hizo un circulo con los dedos y el viento comenzó a rodearlos dejando a fuera a Ookami que comenzó a gritar, pero el viento silbaba acallando sus gritos.

–dame la rama con las perlas –le dijo Inugami.

Sin preguntar se la estiro. Inugami mordió su dedo y lo puso en la frente de Yasha formando una luna apoyando su frente en la de él susurro unas palabras incomprensible en un comienzo.

–tu dolor será nuestro y el nuestro tuyo, esclavo y maestro de los espíritus vivirás lo que nosotros vivamos y solo nosotros podemos terminar tu vida, viviremos atados a ti y solo tú puedes matarnos –los ojos de ambos se mantenían fijos en los otros, los serios de Inugami y los sorprendidos de Yasha –. Sello la mitad de los poderes en los objetos dados por el sacerdote de los espíritus quien posee la rama enjoyada… corona de perdición.   

El viento comenzó a disminuir. Yasha cayó al suelo y Ookami sintió un gran dolor en su brazo. No solo él, todo los cuatro espíritus lo sintieron, Inugami apretó la mandíbula sujetando su brazo derecho al subir la manga de su túnica leyó en su piel “manto” en el brazo de Ookami “cala” fue donde estaba Yasha jadeando por el dolor que poco a poco disminuía.

–¿te arrepientes?

–…no… –sacudió la cabeza Yasha ante la pregunta de Inugami.

Al escucharlo comenzó a ver las extremidades de Yasha como él tenía escrito en su brazo derecho “manto” en el otro “cala” en la pierna derecha “escudo” y en la otra…

–… dragón…

Leyó extrañado sin prestar atención a que Yasha le reclamaba al sentir a Ookami cerca solo levanto la mano en señal que espere. Yasha solo lo miro sabía por las conversaciones con Ookami desde pequeño que entre lo espíritus algo había que no podían negar y era el poder… nacían de la naturaleza por la voluntad de los dioses y cuidaban sus territorios que establecían por su poder siendo para enfado de Ookami, Inugami el más poderoso de ellos, no necesitaba de Banryu para que en sus tierras lloviera o modificar la tierra para hacer algún canal, con el viento reunía nubes y provocaba tormentas, con el mismo podía traer semillas y piedras ligeras de diversos minerales para la sus tierra, pero lo quisiera o no estaba obligado a hacer que el viento circule por todo el mundo sin descanso ese era su deber.

–no le has dado nada a Banryu –le dijo Inugami aun sosteniendo la pierna izquierda a la altura de su rostro estando de cuclillas frente a él que avergonzado trataba de bajar un poco la túnica tapando su tapa rabos.

–¡¿Cuánto lo vas a tener así?! –grito el espíritu de la tierra provocando un movimiento telúrico.

Como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo soltó la pierna de Yasha poniéndose de pie, en la frente de Yasha está la marca de la luna que él le había hecho y quemaba en su propia frente el vínculo más fuerte era y sería con él, no iba a permitir que los sentimientos de los otros espíritus hicieran romper el orden de lo destinado. Ese chico sería juzgado con más severidad que cualquiera y pues tenía que seguir las reglas de los espíritus y su condena si desobedecía solo los dioses podían determinarlo y él sería el ejecutor.

Tras decirle todo lo que debía explicar se fue dejándolo con Ookami, para las heridas debía recuperarse por completo y más aun aprender mejor la magia… convertirse en un sacerdote de los espíritus.

 

        

   

 

           

Notas finales:

<3 <3 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).