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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Notas del capitulo:

hola todo mundo!!!

les traigo el capitulo y gracias a los que la estan leyendo y más aun a quienes se dan el tiempo de dejarme aunque sea un "actualiza" XD

sinceramente y creo que lo saben, pero es eso lo que nos motiva para escribir...

bueno sin dar más lata los dejo... espero les guste...

3

 

Kouga era guiado por una sirvienta como ya era su día a día, la mano de una joven lo guiaba por el palacio del príncipe Miroku. Aun si para él ese debía ser alguna especie de clínica psiquiátrica y Miroku era un paciente… pero ahora mismo había algo que no podía negar y era que había escuchado la voz de Inu Yasha en su mente, o quizás se estaba volviendo loco… aun así, si esta locura del oráculo podía ayudarle a saber de Inu Yasha iría. Miroku había salido por un par de horas y aun no volvía. Mientras lo esperaba caminaba y trataba de memorizar los caminos.

 –disculpa que te haga hacer esto.

 –no se preocupe, señor  –le decía la criada.

La mano derecha era guiada por la sirvienta mientras él tocaba la muralla con la izquierda y contaba mentalmente los pasos que debía dar, era la tercera vuelta cuando freno y ladeo la cabeza. La sirvienta al darse cuenta lo miro cuestionándose su actuar.

 –Viene…  –fue lo que pronuncio haciendo que la chica tratara de ver lo que venía.

Miroku se acercaba a unos metros con paso ligero.

 –Bienvenido  –dijo Kouga.

La sirvienta hizo una reverencia y se alejó del invitado del príncipe, un poco decepcionada por no poder seguir a su lado.

 –ella te dijo que venía…

 –no, tus pasos…

 – ¿no es demasiado pronto para que se agudicen tus sentidos?

 –no, solo es algo que se me da bien. Siempre he memorizado el sonido y la presencia de las personas, tal vez porque no te he visto es porque me ha costado menos…

 –Cada vez eres más extraño…  –dijo mirando al moreno que aun tenía la mano en la muralla.

 –je, je… lo tomare como un cumplido, supongo  –se rasco la espalda del cuello con la otra mano –. Dime ¿Cómo puedo ir…?

 –Hice una audiencia con el oráculo, pero no podremos ir hasta mañana para saber la respuesta  –se acercó a unos cuantos pasos ante quien tenía las cejas juntas  –no puedo hacer más, por ahora…

 –no, perdón… solo estoy preocupado, ya me has ayudado mucho…

 –Si puedes escuchar mis pasos sígueme  –le dijo pasando por su lado.

Comenzó a seguirlo dos pasos detrás del príncipe, los pasos eran suaves, gentiles de alguna manera y sin embargo parecía que media cada paso que daba con sigilo. Lo sintió doblar y dar un paso para luego detenerse ¿una puerta? Quizás. Él dio dos pasos y giro esperando algún otro sonido.

 –Pasa…  –escucho la voz de Miroku.

 –Aun no puedo…  –le dijo girando un poco la cabeza hacia donde lo escuchaba.

 – ¿Por qué?

 –no has abierto la puerta o ¿no hay?  Pero ciento está bloqueado el camino frente a nosotros.

Miroku abrió los ojos en sorpresa y miro maravillado la gran puerta frente a ellos. Kouga extendió el brazo sintiendo a la mitad del camino de estirarlo por completo la madera.

Las puertas se comenzaron a abrir llamando la atención de Kouga que cuando decidió dar un paso se detuvo en seco casi alerta, de quien estuviera al frente de él.

 –es realmente perceptivo, príncipe… lo haré  –aseguro sonriéndole al príncipe Miroku.

 –te lo agradeceré, maestro.

  

Los ojos de Inu Yasha se comenzaron abrir viéndose en una habitación desconocida ¿Dónde demonios estaba ahora? se pregunto mirando la espaciosa habitación, las murallas de marfil y los muebles adornados de gemas y sedas, utensilios de plata y oro, la iluminación parecía no ser necesaria, el suelo parecía de cerámica pulida, haciendo distribuir la luz del sol. Telas de un celeste traslucido flotaban con el viento desde los pilares blancos que daban a lo que parecía un gran balcón y en medio la figura de un hombre de cabellos que refulgían platinos por la luz solar, parecía tener su propio resplandor. Se levantó de golpe dejando salir un ronco quejido por el dolor de sus heridas, tomándose un costado y haciendo que quien estaba en el balcón girara.

 –No te muevas tan bruscamente…  –la mano del príncipe se puso en la frente verificando la fiebre.

Inu Yasha se dio cuenta de las vendas y recordó lo sucedido.

 – ¿Dónde estamos?  –dijo sin mirarlo avergonzado al percatarse que traía puesta una túnica.

 –En mi palacio, mi alcoba privada  –asevero cerrando los ojos.

 – ¿Cuántas tienes?

 –tres  –fue la escueta respuesta.

 –Esta parece haber estado un poco abandonada  –dijo al ver el polvo.

 –Esta era…  –se frenó ¿Por qué le iba a decir?  –no importa… pediré que te traigan algo para comer  –dijo caminando a la puerta.

No entendía a ese hombre. Se comenzó a poner de pie, le dolía pero algo le decía que saliera al balcón, con dolor llego a los pilares y observo el lugar que dejaba ver, estaba seco, los árboles muertos y esa torre, aquella torre se veía directamente. Algo le llamaba la atención de aquel lugar pero no sabía que era.

 –oye ¿Quién eres?

La repentina voz infantil lo saco de su contemplación y lo busco con la mirada sin hallarlo.

 –esta era la habitación de la sacerdotisa ¿Qué haces tú aquí?

 – ¿sacerdotisa?  –pregunto a la nada.

 –aquella que calmaba al espíritu…

 – ¿Quién demonios eres?

 –Solo un zorrito  –dijo apareciendo frente a él con una pequeña nube de polvo que se comenzó a disipar.

Un niño de cabello zanahoria y ojos verdes, no le impresiono las orejas en puntas, pero la cola pomposa y las patas de animal lo había sorprendió ¿Qué era eso?

 –la sacerdotisa era…

 –Inu Yasha  –Sesshoumaru se detuvo mirando lo que estaba en la barandilla.

Inu Yasha que miraba a la criatura lo vio temblar, parecía, no, estaba completamente aterrado. Se giró a ver que lo aterraba, pero solo vio la mirada seria de Sesshoumaru. Detrás de él estaba una sirvienta con una bandeja y cereales en ella. Miro de regreso a donde estaba la criatura y no la vio ¿Dónde? Miro por la baranda como si se hubiera caído, pero no pedía verle, el terreno estaba abierto, ¿Dónde y qué era?

 –Inu Yasha  –escucho la voz del príncipe.

 –ese crio…

 –no te acerques a las criaturas de este lugar.

 – ¿Por qué?

 –No lo hagas  –fue la respuesta que recibió  –ven a comer  –le ordeno y le hizo una señal a la sirvienta para que dejara la bandeja en un mueble.

 – ¿Qué es esto?  –se acercó caminando con un poco de dolor.

 –Comida, come  –le dijo.

Tomo un bocado y lo metió en su boca, era pan sin levadura… pero de alguna manera sabia delicioso, pedazos de frutas o al menos su sabor le recordaba a los kiwis y mangos… ¿Qué hacían frutas tropicales ahí?

 – ¿Por qué pones esa cara?

 –solo… nada esto no es la tierra… solo no me acostumbro y las cosas a veces son parecidas, a veces no… me tengo que acostumbrar…

Su mano toco las vendas. Sesshoumaru lo miraba. Ese chico venia de un mundo diferente, no podía ni imaginar qué tipo de lugar era ese o qué era ese chico en ese lugar, ese lugar donde las ropas parecen inútiles, donde los gatos son vistos como seres orgullosos. Lo vio comer por un momento y dirigió su vista al balcón.

Inu Yasha miro de reojo al hombre parado a su lado, un príncipe de ese mundo extraño, una mirada fría y lo poco que sabía era que lo había tenido duro para ser reconocido o volver a ser un príncipe, era difícil negar su realeza, pero tampoco podía negar el aire amenazador que tiene, tal vez eso asusto al niño-zorro, lo que le recordó.

 – ¿ese chico hablo de una sacerdotisa que vivía aquí?

 –Eso no te compete  –dijo volteando hacia la puerta  –metete en la cama cuando termines…

 –espera…

 –te amarrare si no lo haces, si tus heridas se abren será más difícil que sanen adecuadamente, no perderé más tiempo por tu estupidez.

 –no, no te puedes ir aun…

 –tengo cosas que…

 –tú ayer dijiste que me dejarías ver a Kou…

 –termina con lo que estas comiendo. Sé lo que dije  –le corto y salió.

Cuando salió vio a Rin que miraba sorprendida la habitación de la que su padre salía.

 –esta… dentro…

 – ¿Qué deseas saber?

 – ¿él será mi madre?  –la mirada sería de Rin lo dejo mudo por un momento.

 –No digas estupideces  –quiso caminar, pero Rin seguía mirándolo.

 –entonces ¿Por qué?. Me dijiste que esa habitación era importante para ti, padre…

 –no tiene nada que ver… con lo que estoy haciendo ahora Rin, solo será por un tiempo y ese chico se irá.

 –pero a ti te gusta, padre…

 –Esta equivocada –siguió caminando dejándola atrás.

Rin miro irse a su padre…

 –mentiroso, lo besaste y él te hiso reír…  –miro las puertas que separaban la habitación.

 

Sesshoumaru caminaba molesto a los jardines de su palacio, no sabía por qué lo había metido en aquella habitación, lo había hecho sin pensar, solo lo había llevado y cuidado en la noche, cuando debía haber estado con sus concubinas. Era por el collar, no había otra razón, pero cómo le decía a Rin que se preocupaba de ese chiquillo por el collar que poseía, porque ese chiquillo tenía que guiarlo, cómo le explicaba lo que había ocurrido cuando él apenas tenía 10 años, si ni él mismo puede recordarlo por completo y ella no nacía siquiera. Llego a los jardines donde Rin usualmente jugaba, agachado encontró a un chico pecoso que al presentirlo se arrodillo frente a él dejando la hoz a la vista de Sesshoumaru.

 –desde hoy sigue a Rin a donde vaya, sin importar a donde sea…

El chico alzo la cabeza y dio un asentimiento.

 –Proteja  –le ordeno.

Kohaku tomo con fuerza la hoz y volvió a asentir. Sesshoumaru conocía a Kaguya y sabía que se vengaría por haberle frustrado su plan de convertir a Inu Yasha en una marioneta para ella, pero eso podía poner los dardos en Rin y en ese lugar solo dos podían estar cerca de Rin que fueran de su completa confianza, aparte de los ancianos de la casa, su aya y el chambelán, Kaede y Jaken. Sin embargo uno no podía salir del palacio y al saber que cuando no estaba Rin salía a la ciudad era algo que le preocupo, pero no podía quitárselo, eso lo había heredado de su madre como lo directa en sus pensamientos.

 –También, tengo una misión para ti y tus amigos  –la mirada de miedo del niño no le sorprendió  –tú no saldrás, cálmate no volverás a ese lugar, pero necesito información.

El chico temblaba visiblemente, pero asintió.

 –el nombre es Kouga, busca lo que sea que haya de ese sujeto… esta en Babil  –tras asentir se levantó al ver una señal de Sesshoumaru y corrió alejándose.

 – ¿Qué le está pidiendo al mocoso?

 –Hakudoshi  –dijo al escuchar la voz que venía de atrás de él  –sabía que estabas escuchando.

 –solo protejo lo que me pertenece.

 –es mi esclavo.

 –es mi agujero.

 –Es mi amigo  –la voz infantil de Rin los freno a ambos.

 –Princesa  –dijo Hakudoshi en una leve inclinación.

 –Haku, te he dicho que no le digas agujero y a mí solo dime Rin  –dijo amurriándose.

 –Rin  –la voz de Sesshoumaru hizo que lo mirara  – ¿Qué eres?

 –… una princesa…  –dijo bajo.

 –no puedes olvidarlo si realmente deseas proteger a los que te importan.

 –si padre…  –dijo desanimada.

 –pero aquí puedes jugar con quien desees…  –le dijo al ver la cara triste de su hija.

 –solo eres así con Rin, señor  –dijo al ver reír a la niña.

 –cállate…

Le dijo dejando que Rin jugara en las flores siendo observada por Hakudoshi quien se encargaba de las caballerizas.

 –Hey  –lo llamo Hakudoshi  – ¿Cómo está?

 –como siempre.

 –ya veo…

La mirada del chico de 15 años se volvió seria mirando más allá de Rin, Sesshoumaru regreso dentro del palacio, hablo con Jaken que le informo que las concubinas habían preguntado por él, un corto “hoy iré” y lo despacho no sin antes demandar que le informara la situación de lo que como siempre debía preparar… Kaede le informo de los progresos de Rin dejándolo alegre de lo que escuchaba, pero que siempre le digiera que debía comenzar a pensar en un marido para ella lo hacía fruncir el entre cejo callando a la mujer. Aun tenía 10 años, todavía podía disfrutar de 3 años de niñez… aproximadamente… aun no se convertía en una señorita y no había obligación de apresurarse, no todavía, pero para la seguridad del pueblo tarde o temprano tendría que casarla con algún príncipe de algún país para que su deteriorado país siguiera viviendo… siempre terminaba escuchando que la sobreprotegía y que temía dejarla ir. No era del todo mentira, llegar a ese palacio lo único que lo hacía permanecer era Rin, amaba esas tierras, pero si no estuviera Rin no le importaría morir en el campo de batalla, el solo pensar que ella lloraría de nuevo como cuando su madre murió no lo dejaba en paz. Él no sería la razón de aquellas lagrimas… pero si despertaba al espíritu de esas tierras, tal vez él… pero le dejaría la hermosura de aquellas tierras y la protección de aquel espíritu y eso sería quizás cuando ella ya estuviera más grande… solo rogaba volver a ver esa hermosa vista, aun si era una vez antes de morir… egoísta y contradictorio, pero era lo que deseaba.

Llego a las puertas donde estaba Inu Yasha. Y quizás se llevaría la vida de ese chico que nada tenía que ver, que nada sabía o entendía, pero por esas tierras, por ese pueblo, por Rin y por él lo haría.

Al entrar lo vio sentado en la cama, no sé había comido todo y murmuraba algo, un zumbido se puso en los oídos de Sesshoumaru, una imagen borrosa ocupo su mente por un momento.

 –oye ¿estás bien?

La voz de Inu Yasha lo devolvió a la realidad, ese chico si le había traído la imagen de esa mujer, aquella que traiciono a su padre, ese murmullo…

 – ¿Qué estabas murmurando?

 –un poema…  –dijo sin entender.

 – ¿no era un hechizo?

 – ¿de qué estás hablando? ¿Por qué yo iba a decir un hechizo? y en primer lugar ¿Cómo demonios lo haría?  –dijo casi con enfado ¿se estaba burlando de él?

 –Olvídalo  –le dijo recordando que no era capaz de ver a aquel sujeto por él solo.

 – ¿Qué demonios?  –dijo cruzándose de brazos ante la actitud de Sesshoumaru.

Saco el espejo y vio como los ojos molestos se suavizaron e iluminaron en expectación por el deseo de ver a aquel sujeto. Se sentó a su lado viendo lo atento que estaba al espejo como si deseara que ya se viera.

 –Cierra los ojos y piensa en él  –Inu Yasha obedeció  –llámalo…  –susurro…

 –Kouga  –suave salió la voz de Inu Yasha al pronunciar el nombre del moreno.

 –abre los ojos…

La imagen de Kouga estaba en el espejo, la túnica era cubierta por una toga café y parecía gritar, aun tenía los ojos vendados. No podía saber con quién estaba, ni donde… los ojos de Inu Yasha se inundaron, pero al verle sonreír a Kouga una se puso en sus labios. Si podía sonreír así significaba que estaba bien, de alguna manera lo calmaba, las ropas eran limpias y no se veía mal… tal vez sus ojos fue algún accidente.

 –Kouga  –dijo sonriendo más calmado, siendo visto por Sesshoumaru.

La imagen de Kouga volteo como si lo hubieran llamado, pero en sus labios pudo leer “Inu Yasha”

 –él… me llamo… Kouga, me llamo…  –el espejo se alejó y Sesshoumaru se levantó  –. Espera…

 –Es suficiente  –Inu Yasha se levantó aun si sintió dolor lo tomo de los brazos.

 –puedo comunicarme con él por este espejo ¿verdad? Déjame…  –decía ilusionado. Podría hablar con él, podría escucharlo, pensaba emocionado.

Sesshoumaru hizo que lo soltara y lo miro molesto.

 –vete a la cama  –le ordeno.

 –espera…

Lo sujeto del brazo, pero Sesshoumaru lo obligo a retroceder empujándolo, haciendo que callera en la cama por el empujón, el dolor que sintió en su pecho herido lo hizo doblarse hacia un lado y apretar los ojos.

 –quédate ahí y recupérate.

 –…espera…  –dijo con dolor  –yo…

 –no saldrás de esta habitación hasta que estés recuperado… no lo verás  –sentencio.

 –… ¿Qué?  –quiso pararse pero el dolor que había estado ignorando se lo impidió.

Sesshoumaru salió de la habitación y miro a los hombres que resguardaban las puertas.

 –no habrán a menos que yo lo ordene.

 –si señor  –dijeron al unísono.

Los golpes desde dentro en la puerta le dijo que Inu Yasha había logrado levantarse de la cama e ido a la puerta. Se iba a cansar y se iría a dormir un rato, volvería para que tuviera su comida e infusiones para sus heridas, por ahora solo deseaba alejarse de él…

Salió viendo a Rin jugar con las flores de aquel jardín… eran pocas, pequeñas y Kohaku tenía que luchar cada día para que siguieran con vida.

 –padre ¿vas a salir?  –pregunto la niña.

 –Sí, has lo que debes  –le dijo besando la frente de su hija.

Se dirigió a la entrada, un carro con tres sacos en su interior lo esperaban, cubrió su cabello con un turbante y quito la toga quedando con una túnica simple. El caballo pinto comenzó a cabalgar saliendo de la ciudadela, siendo dirigido por Sesshoumaru. A los pies de la ciudad estaba casi en ruinas, las tierras no se podían trabajar y solo habían en su mayoría, mujeres y niños, los hombres estaban en la parte alta trabajando en lo que pudieran para ganar lo que fuera para sobrevivir y enviarles algo a sus familias ahí, pero cada vez había menos trabajos y más personas sin tener con que sustentarse. Los niños se escondían temerosos de que sean tomados para venderlos como esclavos, las mujeres se ofrecían como carne de ganado por una hogaza de pan. Pero Sesshoumaru no se detuvo, podía saber lo que pasaría si lo hacía, un grupo de mujeres se lanzarían a él y tratarían de robarle e incluso atraparlo y venderlo a algún comerciante de esclavos.

Llego a una casa donde una de sus murallas estaba derrumbada, una mujer estaba vendando a un niño. Esas personas estaban sobreviviendo con lo mínimo, su delgadez parecía haber empeorado. Bajo y la mujer comenzó a acercarse haciendo que el niño se fuera al haber terminado.

 –Bienvenido  –dijo con una pronunciada reverencia.

 –veo que estas más delgada  –le dijo a la mujer de cabellos castaños.

 –Pero aquí ayudare más que en su palacio  –dijo sonriendo.

 –Sango, traje suministros… ¿Qué más necesitas?

 –Nada, príncipe  –dijo tratando de arreglar su cabello avergonzada de su apariencia.

 –No me digas así  –le dijo arreglando el cabello de la chica detrás de su oído sonrojándola –traeré más alimentos…

 –gracias…

 –Rin también viene ¿no?

 –si… lamento no haberle dicho, pero…

 –Ella te lo pidió  –aseguro  –baja las telas.

Le dijo y la chica sonrió levantándose bajo las telas que servía de muralla como sustituto de la que ya no existía, la túnica de Sango cayó al suelo mostrando su cuerpo a Sesshoumaru que sentado en la cama de heno y trapos la miraba acercarse.

 –siento mi apariencia…

 –Sigues siendo igual de hermosa Sango, ven  –estiro la mano.

Ella la tomo siendo acercada, se subió entre las piernas del príncipe que comenzó a acariciarla y al acercar su cara al cuello de Sango pudo ver a un niño que al verlo salió corriendo. Acerco sus labios al odio de Sango, besándolo…

 –Escucha  –le comenzó a susurrar entre besos y caricias  –Kaguya está comenzando a moverse  –los suspiros de la chica se escapaban por sus caricias  –pronto viajare  –la mano de Sesshoumaru viajo a la intimidad de Sango estremeciéndola  –debes comenzar a prepararte…

 –príncipe…  –el sonrojo de la chica que lo miraba con ruego lo hizo cerrar los ojos.

 –Hazlo  –le dijo sintiendo las manos de la chica comenzar a poner su miembro dentro de ella y comenzando a moverse  –… te dejaré a cargo… una vez yo me vaya…  –le dijo entre envestidas solo teniendo los gemidos como respuesta.

 

Al comenzar a salir Sango había comenzado a preparar alimentos, había llamado a unas mujeres para que le ayudaran. Como de costumbre su caballo y carreta no estaban, pero solo bastaba que silbara para que el caballo volviera a él, un carro que sería vendido. No le importaba realmente.

 –Espere  –dijo Sango cuando él ya estaba arriba del caballo  – ¿Cómo está?

 –aun no habla, aun teme salir de la ciudad, pero puede que pronto lo veas por estos lugares, así que sube un poco de peso Sango.

 –gracias…  –dijo sonriendo la chica.

El caballo galopo en dirección de la ciudadela. Había tardado un poco más de lo que había pensado ese chiquillo debía estar hambriento o quizás durmiendo. Pero antes de ir a ver a ese chiquillo iría por un baño, al llegar vio a Rin estudiando con su aya a tocar un instrumento de cuerda.

 –Padre  –dijo e iba a pararse…

 –Continua Rin  –le dijo y miro a Kaede  –preferiría que aprendiera lo que a ella le gusta después de esto.

 –Señor la señorita ya canta de manera encantadora  –dijo en su defensa.

Jaken apareció a su lado reverenciándolo.

 –iré a darme un baño. Prepara las cosas necesarias…

 –Si amo bonito  –dijo con una pronunciada reverencia y corrió para tener todo listo antes de que su señor llegara al gran baño.

Las sirvientas salían del baño cuando él estaba llegando, en un mueble estaban las prendas, solo dos sirvientas se quedaron para asistirlo en su baño, quito el turbante dejando que su cabello cayera y las manos de las sirvientas casi sin tocarlo sacaban la túnica.

Cuando salió se dirigió a la habitación donde estaba Inu Yasha, no sin antes mandar a preparar comida y la medicina para él, al llegar escucho que aunque suaves se escuchaban golpes y la voz susurrante de Inu Yasha.

 – ¿Qué ocurre?  –dijo al ver que sus hombres tenían los ojos cerrados y fruncían el entrecejo.

 –Príncipe Sesshoumaru… él… ha estado así desde que se fue, aunque ahora parece haberse cansado  –dijo el soldado de la derecha.

 –Abran  –fue lo único que dijo.

Había estado así desde que se fue, tantas horas… pidiendo hablar con ese Kouga porque lo dejara volver a verlo. Cuando las puertas se abrieron, Inu Yasha cayó recibiéndolo Sesshoumaru en su pecho.

 –por favor… déjame…

 – ¿Qué demonios has estado haciendo?  –dijo Sesshoumaru mirando su brazo que al sostenerlo se había humedecido y estaba rojo.

Lo tomo en brazos y lo entro a la habitación, las puertas se cerraron. Inu Yasha seguía murmurando lo dejara hablar con Kouga, pero él lo ignoro. Lo dejo en la cama, comenzó a retirar la túnica…

 – ¿Qué… estás…?

 –cambiare tus vendas, ahora cálmate ¿o deseas grilletes en tus manos y pies?

 –pero…

 –mañana… lo veras de nuevo, pero no, no puedes hablar con él por el espejo, debió ser una coincidencia cuando te llamo…  –dijo sacando las vendas molesto.

 –… ya veo…  –susurro desilusionado.

 –al menos lo veras…  –molesto de su actuar no podía dejar de pensar lo estúpido que era ese chiquillo.

 –Si…  –dijo sin mucho ánimo.

El cuerpo de ese chico fuerte pero delgado, su piel un poco más oscura que la de él, sin embargo aun así clara.

 –No te muevas  –dijo, las marcas del látigo aun estaban rojas y sangraban un poco al ponerse hacer esfuerzos como tratar de abrir una puerta cerrada ¿Qué tan terco o estúpido era? Saco el ungüento que le había dado Myouga y comenzó a ponerlo en cada marca mirando como los músculos de Inu Yasha se tensaban por el escozor, de alguna manera la forma de aquel pecho le parecía placentera, el cuello que estaba extendido al Inu Yasha mirar el techo tratando de no pensar en el dolor.

Inu Yasha al sentir que se detuvo miro hacia abajo, viendo el semblante serio de Sesshoumaru observarlo y subir para encontrarse con sus ojos dándole un extraño golpe en su pecho al sentirse intimidado ¿Por qué lo miro así? Esos ojos parecían tener un brillo que Inu Yasha no podía entender, su corazón se aceleró repentinamente y por alguna extraña razón no podía quitarle la vista.

Sonaron golpes en la puerta haciendo que Sesshoumaru mirara en la dirección de la puerta y fuera a ella dejando a un confundido Inu Yasha preguntándose qué había pasado.

La tarde dio paso al anochecer Inu Yasha trataba de mantenerse a él mismo descansando, pero era algo que nunca le había sido fácil… miraba desde la cama la caída del sol, el primer color al igual que en la tierra era un color damasco mutando a tonos más oscuros pero no era un color tan profundo como lo era en las noches que él recordaba, un tono más claro era el que se comenzaba a apoderar del cielo.

La puerta sonó y el príncipe fue anunciado. Sesshoumaru entro con un sirviente que dejo la bandeja de comida y se retiró dejándolos solos.

 – ¿Por qué el cielo esta de ese color?  –pregunto Inu Yasha sin mirarlo.

 –la luna azul es la primera en salir  –respondió  –ya está en lo alto.

 –ya veo…

 –pareces cansado…

 –Aburrido  –corrigió mirándolo  –nunca he estado tanto en cama, lo odio  –dijo pensando en su madre que jamás pudo volver a levantarse de ella.

 –No es algo que puedas decidir, estarás en esta habitación hasta que tus heridas sanen  –le dijo acercando la bandeja para que Inu Yasha comiera  –al menos no estas intentando escapar.

 –no soy estúpido, abajo hay soldados como en la puerta, pero créeme que si lo quisiera no importaría cuantos pusieras a custodiarme me iría.

Esas palabras molestaron a Sesshoumaru que estando a su lado tomo su quijada obligándolo a que lo mirara.

 –Olvidas que la reina te quiere muerto  –le dijo apretando su quijada con sus dedos haciendo que Inu Yasha sintiera el dolor.

 –Acepte trabajar para ti  –dijo quitando esa mano con la propia para mirarlo molesto  –a cambio de que me ayudaras a encontrar a Kouga y nos mandaras de regreso. Por qué me iría si yo acepte… tampoco tengo a donde ir…

 –y si te dijera… que puede que tu mueras…

 –si… –Inu Yasha miro algo sorprendido a Sesshoumaru, pero el dolor en su pecho le recordó que estaba en ese tipo de lugar  –juraste por tus dioses que harías que me encontrara con Kouga y nos enviarías… pero si por alguna razón muero… has que él pueda regresar… con eso, soy capaz de ser feliz, si sé que Kouga estará a salvo  –sonrió seguro de lo que decía –esta vez seré yo el que lo encuentre y vele por él. 

Esos ojos, esa actitud, aun estando en una desventaja, aun cuando debía saber que podía, con solo una orden mandarlo a matar o peor torturar o no lo sabía y era eso lo que lo hacía temerario. Como fuese esos ojos le parecían demasiados orgullosos, demasiados vivos, demasiados llamativos para un simple muchacho que si no lo necesitara ya estaría muerto, pero… no podía decir que eso mismo que a otros le provocó que los matara en ese chico le parecía atrayente.

 –Vendré mañana  –dijo acercándose a la puerta  –comete eso y duérmete.

Un gruñido salió de la garganta de Inu Yasha, la voz de Sesshoumaru siempre le parecía una demanda molestándolo.

Sesshoumaru camino molesto a su serrallo.

Kouga esto, Kouga lo otro, ese chico parecía no saber otra cosa de la que hablar, de su boca siempre escuchaba el estúpido nombre, aun ni siquiera conocía al tipo y ya quería matarlo. Era exasperante ver la cara de Inu Yasha iluminarse solo por verle, llorar, preocuparse, sonreír… ¿Cómo podía mostrar tan fácilmente esa vulnerabilidad? Parecía no darse cuenta que podía estar en manos de alguien que podía usar eso contra él y así lo haría si era necesario, pero era tan fácil de ver sus emociones que una parte de Sesshoumaru se sentía extraña.

Entro en su serrallo. Kikyo y Kagome lo esperaban vestidas con vestidos ligeros y joyas que llegaban al corazón de las chicas, sus cabellos hermosamente arreglados y maquilladas, ambas a juego con la otra, se veía el esfuerzo y trabajo que debieron poner en su apariencia, pero Sesshoumaru solo paso a sentarse en su asiento forrado de terciopelo tomando una copa y dirigiéndola a las chicas a modo de señal que le sirvieran.

 –Parece molesto mi señor  –dijo Kikyo acercándose con el vino.

 – ¿lo parezco?  –pregunto haciendo una señal a Kagome para que fuera a él.

 –Sí, mi príncipe  –dijo Kagome sentada a sus pies.

 –díganme… ¿qué harían por mí?

 –Lo que nos pida  –dijo Kagome.

 –Lo necesario  –dijo Kikyo.

 –irían… serían capaces de ir a otro reino y estar como esclavas.

 – ¿Qué?  –ambas chicas se espantaron de solo pensarlo.

 –Separarme de usted sería mi muerte  –dijo casi en las lágrimas Kagome.

 –no podría estar lejos de usted  –aseguro Kikyo.

Sesshoumaru bebió el contenido de la copa de golpe.

 – ¿Dónde está Kana?

 –dijo que no se sentía bien, la enfermedad de la luna ha llegado a ella.

 –Comprendo  –dijo entendiendo de lo que trataba dicha enfermedad mensual de las mujeres.

Pasaría la noche con esas dos mujeres, pero no podía sacar de su cabeza las palabras de Inu Yasha, tal sentimiento por otro ¿era posible? ¿podía ser real?

 

Kouga era guiado por Miroku estando frente a él, el viaje en el carro había sido vertiginoso, irían a ver al oráculo. Había estado hablando con un sujeto extraño, pero de alguna manera sentía que podía confiar en él. Cuando llegaron entraron a un lugar que le dio escalofríos a Kouga… era un templo donde no había puerta que atravesar, los grandes muros tenían símbolos grabados, el sonido de agua corriendo confundía a Kouga sin dejarle saber si estaba dentro de un recinto o fuera, pero no sentía brisa. En los costados corrían riachuelos hacia el exterior. El sonido de agua cayendo puso alerta a Kouga frenando sus pasos.

Miroku al percatarse de que no lo seguía se detuvo y giro viéndolo como si lo hubieran clavado en el lugar, iba a preguntarle qué le pasaba, pero al verlo más detenidamente lo supuso, no podía ver y el sonido de la cascada que estaba a metros de él no le permitía escuchar mucho. Inseguro de sus pasos,  pensó y sonrió acercándose.

 –Está bien  –le dijo sobresaltándolo un poco  –por aquí  –le dijo tomando su mano y comenzó a caminar.

Una mano suave, pero fuerte tomo la suya, por primera vez se sentía indefenso y solo aquella mano era lo que le daba tranquilidad. La mano de aquel frente a él, a quien no conocía y aun así, le tenía confianza para entregarse a su designio. Que pasaba si era un loco y lo mataba o algo; nada de eso le preocupaba, aun si una parte de él le gritaba que estaba con un demente, no tenía miedo alguno a su lado, raro o no, era como se sentía.

Los pasos de Miroku se detuvieron por lo que él se detuvo… cuando escucho el sonido de cadenas.

 – ¿a qué vienes a molestar mocoso?

 –el oráculo…

 –Ese estúpido murió  –sonrió quien estaba en medio de la laguna donde caía la cascada.

 – ¿Cuándo…?

 –Lo mate  –dijo como si nada, algo desde las aguas salió despedido hacia ellos.

Kouga escucho levemente el sonido de un silbido en el viento corriendo para atrás a Miroku y pateando lo que habían proyectado a ellos siendo desviado. Miroku estaba sorprendido del moreno.

 – ¿Qué demonios? ¡¿Por qué nos atacas?!

 –Ooh… este sujeto es interesante  –dijo viendo a Kouga.

Lo que había sido lanzado a ellos había sido el cuerpo de quien fuese el oráculo.

 –Kouga detente… estas frente a nuestro espíritu guardián…

 – ¿Qué?

 –él es Banryu.

 –Como si supiera quien es  –reclamo Kouga.

 –es quien te puede decir donde esta Inu Yasha.

 – ¿Qué?  –dijo paralizado.

 – ¿Qué quieres saber y qué estás dispuesto a pagar por saber?

 –quiero saber dónde y cómo esta Inu Yasha, y lo que pidas…

 –Espera no puedes…  –le dijo Miroku alarmado.

 –jujuju… bien, dame…

 –espera…

 –Ahora que  –se cruzó de brazos Banryu juntando las cejas.

La larga trenza negra se agitaba como el agua, sus ojos azules miraban directo a Miroku fastidiado y las cadenas tomando sus muñecas hacían vibrar las aguas bajo él.

 –te desafió, si gano nos dirás lo que queremos sin nada a cambio y si ganas haremos lo que quieras, con excepción de liberarte, sabes que esas cadenas nadie las puede abrir.

 –lo sé… pero porque debería escucharte cuando él ya acepto.

 –porque soy el príncipe de estas tierras y tú diste tu palabra de cuidar y escuchar a los de la familia real.

 –Maldición  –gruño  –. Está bien… responde correctamente tres preguntas y ustedes ganan.

 –Acepto  –dijo Miroku.

 –dicen que muero, pero jamás muero, brillo siempre para todos aunque no me vean ¿Quién soy?

Kouga se quedó pensando tratando de saber qué era… pero nada se venía a su cabeza.

 –El sol  –dijo Miroku  –muere al ocultarse pero no muere realmente, aun si el cielo esta cris detrás de las nubes el sol brilla.

 –Bien… siguiente  –dijo y sonrió  –siempre hablan de mí, pero jamás llegan a mí, porque siempre será hoy ¿Quién soy?

 –El mañana  –dijo sin dudas Miroku.

 –bien… la última. Si tomas tu barco y lo comienzas a reparar sacando cada parte dañada, terminando con un barco renovado y luego alguien toma las partes que dejaste y contralle el barco desmantelado ¿Cuál es tu barco original? El que reparaste y cambiaste cada pieza o el que reconstruyeron con las partes viejas.   

Miroku se quedó pensando un momento, en su mente la idea de que ambos eran sus barcos pasaba, sin embargo el antiguo que fue reconstruido lo hizo otra persona, pero el que fue reparado desde el original… se sentía por primera vez confundido… ¿Cuál era el original?

 –Ninguno  –dijo Kouga.

 – ¿Por qué?

 –Espera Kouga…  –quiso detenerlo Miroku, pero este siguió.

 –si algo está dañado, aun si lo reparas o lo reconstruyes jamás será el original.

Miroku miro a Banryu que observaba a un Kouga quien tenía en su mente la sonrisa pura de Inu Yasha de cuando su madre estaba viva, como su personalidad fue cambiando por las cosas que iban viviendo aun cuando intento protegerlo, aun cuando intento hacerlo feliz… no pudo regresar esa sonrisa.

 –Cierto  –dijo Banryu para alivio de Miroku  –. Desvenda tus ojos…

 –sus ojos están…

Nada pudo decir, Kouga comenzó a sacar las vendas y mantuvo los ojos cerrados.

 –ábrelos…

 –no puede…

Los parpados de Kouga temblaron y comenzaron a abrirse, apretó la quijada al sentir dolor, borrosamente vio el agua a unos pasos de él…

 –Mírame  –le ordeno.

Miroku miraba sorprendido a Kouga, no podía creer que soportara el dolor solo para saber de aquel chico ¿tan importante era para él? Que no le importaba dañarse o incluso perder la vista por saber de él.

 

Los días comenzaron a pasar, Inu Yasha, pasaba en la habitación y solo Sesshoumaru iba tres veces al día llevando a un sirviente que había comenzado a curar sus heridas, odiaba el tacto de los dedos de aquel hombre que cada vez que podía acariciaba su costado o bajaba a su bajo vientre excusándose de que él se movía, y llevaban sus alimentos y le dejaba ver a Kouga, pero cada vez menos tiempo. Al menos podía verlo que estaba bien o eso parecía.

Sus heridas se sanaba con rapidez, solo habían pasado cuatro días y ya habían cerrado, tal vez era la medicina de ese lugar, aunque sus heridas siempre se sanaron rápido, aun así nunca había tenido heridas como esas.

Se levantó mirando la vista del balcón, como había estado haciendo esos días y como de costumbre despertaba al alba siempre con la cesación de que lo habían estado mirando, pero jamás veía a nadie. Y poco después siempre entraba Sesshoumaru a la habitación. Siempre llegaba con un aroma floral y a incienso que se iba poco después, no era que fuera de él, de seguro de una mujer… no sería extraño, pero era molesto. Él ya quería salir de ahí, pero cada vez que lo intentaba se topaba con que la puerta estaba cerrada, bajar por el balcón era absurdo, abajo del balcón estaban dos soldados y pelear con Sesshoumaru estando herido era estúpido más allá de cualquier otra estupidez que ya hubiera hecho, lo había visto cuando fue lanzado a la cama por solo un empujón, ese idiota era endemoniadamente fuerte.

La puerta se abrió dejando entrar a Sesshoumaru.

 –Otra vez estas levantado  –dijo entrando él y el sirviente.

Las vendas estaban en el suelo el cabello plateado de Inu Yasha tapaba su espalda que estaba al descubierto al tener la túnica bajada y solo tomada en la cintura por el cinto. La imagen tomo la atención de Sesshoumaru la brisa de la mañana balanceo el cabello de Inu Yasha mostrando la espalda. Miro entonces a su sirviente que miraba a Inu Yasha con lo que parecía deseo.

 –deja las cosas y vete.

 –Pero…  –la mirada del príncipe lo hizo que hiciera lo que se le pidió y se fue.

 –Siéntate en la cama  –pero no lo hizo, más aun parecía que lo estaba ignorando.

Se acercó tomando algo de las cosas que el sirviente había dejado y se puso detrás de Inu Yasha. Unos fríos dedos tocaron su espalda, sobresaltándolo, pero cuando intento voltear fue sujetado por el brazo de Sesshoumaru en un abrazo dejando sus labios en su oído.

 –No te muevas  –susurro bajo provocándole un extraño estremecimiento en su espina.

 –… ¿Qué… qué estás?  –aun si no lo deseaba su voz salía suave.

 –Solo pondré este ungüento  –dijo Sesshoumaru mostrando el pote de madera que tenía en la mano libre  –no es necesario que te sonrojes Inu Yasha…

El sonrojo de Inu Yasha se apodero de sus oídos al sentir el leve roce de los labios de Sesshoumaru, últimamente, desde aquella vez que la mirada de Sesshoumaru se clavó en él había comenzado a sentirse extraño, no entendía por qué o qué era ese cosa que parecía comenzar a rodearlo, lo dejaba sin aliento si se acercaba demasiado, su corazón golpeaba extrañamente rápido ¿miedo? Ese hombre tal vez le daba miedo sin que deseara aceptarlo, justo como ahora, su corazón golpeaba con fuerza su pecho, su respiración salía de manera extraña, su cara se sentía caliente y su cuerpo temblaba.

 –… su… suéltame…  –dijo más como suplica que como la orden que quiso dar.

 –Siéntate en la cama para ponerte el ungüento  –Sesshoumaru al ver su pecho se dio cuenta que estaba cicatrizando y las marcas parecía casi imperceptibles.

Inu Yasha lo hizo viendo como Sesshoumaru se acercaba sentándose a su lado y comenzaba a poner el ungüento, de alguna manera se sentía nervioso y desvió la mirada, aun si no entendía de qué o por qué. Solo sabía que el toque de Sesshoumaru lo hacía temblar, quizás era al tener los dedos helados… pero por lo que fuera tenía ganas de que terminara y al tiempo que esos dedos permanecieran en su pecho, avergonzándolo por pensarlo.

 –Mañana comenzaremos el viaje  –le comenzó a hablar y alejándose de él.

 – ¿Dónde?  –pregunto Inu Yasha despistado.

 –debes buscar cinco objetos ¿lo olvidaste?

 –… no lo olvide… solo fue muy repentino. Yo encontrare esos cinco objetos y tú me enviaras junto con Kouga a nuestro mundo.

Sesshoumaru guardo silencio un momento, la sonrisa se había desvanecido de su cara.

 –está claro entonces.

Iba a salir cuando fue seguido por Inu Yasha deteniéndolo.

 –No me vas a seguir dejando encerrado si ya estoy bien  –dijo poniendo las mangas de aquella túnica cruzada.

Sesshoumaru siguió caminando. Los guardias quisieron detener a Inu Yasha pero este hizo que lo soltaran e iba a luchar cuando Sesshoumaru volteo.

 –Alto  –pero como cuando lo conoció Inu Yasha no se detuvo y tuvo que sujetar su muñeca y jalarlo a él  –dije alto  –le repitió teniéndolo casi apoyado en su pecho, miro a sus soldados  –no se atrevan a tocarlo, solo yo tengo ese derecho.

 –si señor  –dijeron al unísono un poco sorprendidos.

Inu Yasha no sabía si molestarse o no, lo estaba tratando como una cosa… estaba siendo jalado por el príncipe de un imperio y decidía si estaba encerrado, si lo tocaban, si salía o no ¡no era su juguete!. Tiro su mano con molestia para que lo soltara.

 –no bromees conmigo, no actúes como si fueras mi dueño o algo así… yo…

 –le perteneces a ese sujeto ¿no?  –se acercó a él y tomo su quijada mirándolo a los ojos, a esos ámbar que desafiantes no le apartaban la vista  –mientras estés aquí eres mío Inu Yasha.

Sentencio soltándolo ¿Qué demonios quería decir con eso? Sesshoumaru había comenzado a caminar dejándolo atrás, pero al no sentirlo se detuvo volteando solo la cabeza.

 –Camina  –le ordeno.

 –… no… no me… des ordenes  –dijo rojo sin poder evitar el tartamudeo.

 –no entiendes algo Inu Yasha, desde hoy y hasta que te vayas tu vida está en mis manos.

 –No es así  –dijo molesto por aquellas palabras  –puede que con una palabra tuya todos tus soldados caigan encima de mí, pero mi vida no se acabara hasta que yo no pueda pelear más, es decir que hasta que yo lo decida.

Comenzó a caminar dejando a un Sesshoumaru atrás de él. Sesshoumaru lo miro sintiendo que ese chico era un idiota pero no podía contradecir lo que había dicho.

 

Kohaku miraba a Rin mientras él se encargaba de la mala hierba, no deseaba que las escasas flores murieran por ellas y al tiempo le daba un poco de pena matar a aquellas, aun si eran mala hierba ¿acaso no eran plantas igual? él se sentía como aquellas, una mala hierba que debieron cortar de tajo, pero lo dejaron vivir, entonces por qué no dejar vivir esas malas hierbas si eran las que más y mejor crecían.

 –Mi agujero favorito  –dijo Hakudoshi abrazándolo desde atrás.

Kohaku se sobre salto sonrojándose y apartándose del adolecente. Aun si era un poco mayor que el adolecente este le intimidaba, sus bromas y sus actos lo ponían nervioso y alerta.

 –Aun reaccionas así  –dijo rascándose la cabeza  –solo bromeo, deja de estar a la defensiva… solo vine porque tenías una cara rara…

Kohaku se apuntó confuso.

 – ¿Quién más? La princesita de allá está en su mundo… ¿Por qué estas triste? ¿Sesshoumaru te hizo hacer algo que no querías?

El chico pecoso negó y comenzó a frotar sus manos.

 –tiene que ver con tu pasado entonces ¿no?

 Kohaku no era muy expresivo a no ser que estuviera aterrado, pero Hakudoshi había aprendido a ver los pequeños cambios de ese chico, podía saber que había acertado porque un pequeño temblor en sus ojos le informo de su sorpresa, siempre que tenía que ver con su pasado acariciaba su mano aquella con la que sostiene la hoz, no podía decir que conocía el pasado de ese chico, un día Sesshoumaru lo trajo de la nada y no dijo nada más que su nombre era Kohaku y que era mudo, y a él le encomendó mostrarle el territorio ya que ha vivido ahí desde que tiene uso de razón.

No era de los que decía cosas lindas ni mucho menos, Sesshoumaru muchas veces lo había callado de un golpe, pero simplemente quería decirle alguna cosa que le quitara esa expresión de tristeza, aun si nadie más la podía ver…

 –eres estúpido si sigues pensando en el pasado… la mierda de tu pasado déjalo con la estúpida mala hierba, solo arráncalo…

De alguna manera vio los ojos de Kohaku más sombríos al escucharlo, volviéndose incomodo, no era eso lo que había querido.

“todos piensan igual, la mala hierba debe ser arrancada” se dijo a él mismo Kohaku sintiendo en su pecho una oscuridad mayor. Arrancarlo como la mala hierba, no podía hacer tal cosa, no podía arrancar lo que había hecho, no podía cambiarlo ni remediarlo. La mala hierba crece mientras va alimentándose de las plantas alrededor, las va marchitando hasta que mueren, él no era diferente… él debía ser arrancado de raíz…

 –oye…  –Kohaku fue sacado de sus pensamientos por la voz de Hakudoshi, que frente a sus ojos puso un bicho obligándolo a ponerse turnio para poder verlo  –más te vale cuidarlo  –Kohaku miro a Hakudoshi que le tomo la mano depositando el bicho que en su mano se arrastraba lentamente  –come hojas, usa las malas hierbas, si le ocurre algo te lo haré pagar.

Le amenazo dejándolo ahí al él salir corriendo, Kohaku miro el bicho que trataba de escapar de su mano, lo iba a botar cuando se dio cuenta que se aferraba como podía para no caer, luchaba aun cuando era absurdo puso un dedo encima del bicho sintiendo pequeños mordiscos, no quería morir se aferraba absurdamente a una vida sin valor… como él… lo puso en su pierna y comenzó a amarrar los largos tallos de las hierbas. Rin se acercó mirando lo que hacía.

 – ¿Qué estás haciendo?

Él no contesto pero apunto al bicho que tenía en la rodilla.

 – ¿le haces una casa?

Él asintió y Rin se puso a ayudarlo; esa niña era su oasis, las sonrisas sinceras y las palabras que jamás lo ofendían, aun si sabía que era una princesa su único deseo era ser capaz de cuidarla. Aun recordaba cuando la conoció, lo habían presentado y Rin le tomo las manos sonriéndole ampliamente, pero él ante el toque la empujo botándola y sin embargo ella se puso frente a él para que ni su padre, ni los soldados le hicieran algo. Se había disculpado con él cuando no había hecho nada malo, desde ese momento siempre lo seguía y él procuraría cuidarla.

 – ¿Por qué debería?  –se escuchó la voz de Inu Yasha.

 – ¿pretendes no defenderte si te atacan con una espada?  –dijo Sesshoumaru siguiendo a un molesto Inu Yasha.

 –Tengo mis puños  –mostro ambos confiado.

 – ¿eres estúpido o solo tratas de hacerme reír?  –dijo serio Sesshoumaru.

 – ¡¿Qué de…?!

 –enfrentar el filo de la espada solo con tus puños, es como pedirle a tu oponente que te corte las manos.

 –Dame la estúpida espada  –dijo deteniéndose al imaginárselo.

Una espada le fue entregada por uno de los soldados que en la muralla del palacio se encontraban de pie.

 – ¿sabes al menos algo?  –le pregunto.

 –dame dos más y te muestro  –sonrió Inu Yasha.

 –Con tres espadas  –alzo una ceja Sesshoumaru pero hizo que se las entregaran.

 –Bien aléjate un poco  –le dijo tratando de tomar el peso de cada una.

Saco las espadas de sus vainas y le entrego las vainas a un soldado.

 –lánzamelas cuando te diga.

El soldado confundido miro a su señor que sin entender solo le asintió. Inu Yasha hizo que los niños se corrieran un poco y tomo una de las espada, la hizo girar un par de veces tomando la otra y haciendo lo mismo, la tercera aun estaba clavada en el suelo frete a él mientras giraba con maestría las dos espadas a su alrededor, con el filo de una de las que estaba girando golpeo el comienzo de la empuñadura haciendo que esta saliera de donde estaba enterrada y se alzara a la mitad de su cuerpo, siendo tomada por la mano contraria con la que la golpeo, todos buscaron la otra espada que debería estar en esa mano. Inu Yasha miraba a Sesshoumaru y con un movimiento ligero de cabeza le señalo arriba, la espada giraba comenzando a caer mientras él hacia bailar las espadas más rápido en sus manos cuando bajo fue atrapada con la otra mano desde su espalda y la otra ya comenzaba a hacer el mismo trayecto, el vértigo de verlo que no seguía con sus ojos las espadas se apoderaba de quienes lo miraban, pero parecía saber dónde caerían. Las espadas lo tenían en el centro de su baile y él no daba ni un solo paso, esos ojos no lo dejaban de mirar.

 –lanza las vainas  –dijo y el soldado tras un momento de duda las lanzo las tres al hilo.

Parecían lo golpearían pero en esta ocasión las tres espadas habían sido lanzadas y al tomar la primera vaina esta fue lanzada, una espada fue la primera en llegar, segundo después una vaina y fueron lanzadas, la tercera vaina y la espada. Dos vainas y una espada estaban siendo lanzadas por la mano derecha y dos espadas y una vaina por la izquierda. Rin aplaudió a la hazaña de Inu Yasha, Kohaku no sabía cómo sentirse al respecto ¿era una forma de lucha? Sesshoumaru no podía quitarle los ojos de encima, erguido parecía un pedestal solo movía las muñecas o un poco los brazos de alguna manera parecía hipnotizarlo.

 –qué tal si te muestro mi puntería  –le dijo sonriendo.

 –Hazlo  –le dijo.

 –Sujétala  –le dijo lanzando una vaina, que fue sujetada por Sesshoumaru justo en el instante cuando la espada fue introducida  –la otra  –fue lanzada a su otra mano la que como la anterior solo tuvo que sujetar la vaina recibiendo la espada que comenzaba a entrar a la vaina  –y la última… 

Un soldado al ver que había lanzado las espada a su señor había ido a atacarlo, pero la vaina golpeo su pecho y la espada en la mano de Inu Yasha apuntaba a quien estaba en el suelo sobándose el pecho.

Sesshoumaru no podía negar que lo había sorprendido, miro las dos espadas en sus propias manos, la vaina que había golpeado a su soldado y a quien sostenía la espada, no era una pose de combate con espadas, solo estaba de pie con la espada hacia el soldado. No era el único sorprendido, parecía que se había parado el tiempo por un momento. Inu Yasha bajo la espada dando un paso atrás.

 –veo que eres hábil, pero a menos que tengas las suficientes espadas… tiempo y espacio esto sería realmente tu muerte. He visto personas que hacen esto con palos en llamas para ganar dinero… ¿era lo que hacías en tu país?

Inu Yasha se sintió avergonzado por un momento, las risas de los soldados lo hacían sentir ridículo.

 –eres sorprendente  –dijo entre aplausos Rin y Kohaku imito a su señorita.

 –No niego que me has sorprendido  –dijo Sesshoumaru y los soldados callaron – pero ¿qué hay si no tienes más que una espada y tienes a más de 10 enemigos?

 –bueno… esto como lo dijiste no es para luchar… solo son malabares…  –murmuro.

 –te enseñare lo básico, pero debes aprender.

 –Como digas  –dijo cruzando sus brazos.

La niña reía comentando las piruetas a Kohaku que solo asentía mientras seguía haciendo algo con las ramas. Inu Yasha miraba a Sesshoumaru, parecía que frente a la niña era más… ¿amable?

 –Toma la espada con ambas manos  –le dijo Sesshoumaru  –no desvíes la mirada de mí.

Sesshoumaru sostenía la espada con una sola mano y con la otra le señalo que viniera por él, la sonrisa de suficiencia molesto a Inu Yasha atacándolo golpeando directamente la espada.

 –Solo usas la fuerza bruta  –dijo desviando el segundo golpe, pero un tercer golpe lo hizo bloquearlo  –piensa antes de solo atacar, Inu  –le dijo en una risita que a Inu Yasha le supo a sarcástica.

 –Cállate  –dijo volviendo a golpear la espada de Sesshoumaru.

Tras unas horas y que Inu Yasha callera y se volviera a levantar más de 7 veces, Sesshoumaru puso la espada en la garganta de Inu Yasha.

 –Es suficiente  –le dijo a quién agitado trato de golpearlo.

Sesshoumaru soltó la espada tomando la mano de Inu Yasha y lo voto poniéndose encima de él sin recostarse en él mirándolo fijamente comenzando a acercarse.

 –He dicho suficiente  –le dijo al oído  –después de comer seguiremos, ya sé que es lo que debes trabajar.

Comenzó a levantarse escuchando la queja de un sonrojado Inu Yasha. Podía decir que era temerario, fuerte, imprudente, perseverante y demasiado terco, pero esas cosas podían ser una cosa buena. Al menos tenía la resistencia suficiente para mantenerlo entretenido.

 –tomaremos un baño antes de comer.

 – ¿Qué? ¿contigo?  –dijo Inu Yasha.

No lo había querido decir de esa manera pero la cara roja de ese chico le divertía y no podía negar que aquel baño juntos le había gustado ¿Por qué no? Por qué iba a quitarse un placer así.

 –será más rápido…

 –Me niego  –fue la respuesta de Inu Yasha rojo.

 –No es la primera vez, la anterior vez te tuve que llevar a la cama en brazos  –dijo sonriendo molestando a Inu Yasha.

Los oídos de una sorprendida Rin eran tapados y Sesshoumaru recordó donde estaba mientras Inu Yasha tartamudeaba que no era así, que era una equivocación.

 –es eso o que seas atendido por un sirviente…

 –Voy  –dijo juntando las cejas.

No le gustaba que otros lo tocaran tanto o que lo miraran desnudo, al menos si iba con Sesshoumaru podría asearse por él mismo y sobre todo si ese sirviente iba, aquel que le ponía el ungüento. Entro siguiendo a Sesshoumaru hacia el baño avergonzado.

 – ¿Por qué nos bañaremos si luego volveremos a ensuciarnos?

 –el agua caliente relajara tus músculos para que después no te sientas pesado al comenzar a entrenar enserio conmigo.

De alguna manera la frase “entrenar enserio” retumbaron, no había ido enserio… frunció las cejas con molestia, aun si él mismo podía decir que no había ido con todo, no negaría que si había intentado al menos hacerlo retroceder.

El baño fue preparado por unas sirvientas dejando ver a Inu Yasha una mala cara de parte de ellas que preparaban el agua echando lo que parecía el fruto del eucalipto.

 –Huele a vainilla…  –dijo un poco confuso.

 –Así se llama en tu país…  –mirando lo que la chica dejaba caer al agua  –el aroma relaja…

 –sí…

Las sirvientas se comenzaron a retirar con una reverencia hacia Sesshoumaru y una mirada de odio a quien se quedaba.

 –Piensas entrar con la túnica  –le dijo Sesshoumaru dejando caer la suya.

 –yo… solo… –no quería ver en la dirección de Sesshoumaru.

 – ¿tendré que meterte?

 –No, solo dame un momento  –dijo casi en un grito  –no me mires…  –le ordeno.

 –Por tu pudor  –dijo burlesco  –no lo haré…

Sesshoumaru ingreso al agua recostándose en la orilla, mirando de reojo a quien soltaba su cinto dándole la espalda y quitaba nervioso la túnica quedando en un tapa rabo de lino blanco. Había visto el cuerpo de ese chico cuando lo reviso el médico y fue curado y vestido mientras estaba inconsciente. No era desagradable a la vista, lo contrario lo creía especialmente atractivo para sus ojos. Inu Yasha volteo avergonzado encontrando a Sesshoumaru mirando el techo. Comenzó a entrar mirando entre el agua y el pecho níveo de aquel príncipe… tratando de estar lo más lejos posible de él.

 – ¿Por qué escapas?

 –No tengo que estar a tu lado y el baño es amplio  –dijo Inu Yasha sumergiéndose hasta los hombros quedando sentado en el fondo.

 –Tal vez, pero aquí están las cosas para que te limpies  –dijo apuntando las cosas a su lado.

Inu Yasha maldijo su suerte viendo la sonrisa relajada del príncipe.

 – ¿de qué tienes miedo? Te diré que no tengo esos gustos Inu Yasha, aun si puedo encontrar… llamativo a un par no me acostare con ellos… pero si te comportas así no puedo evitar molestarte.

Le dijo tratando de que la extraña sensación de cuando lo vio desnudándose se fuera de su cuerpo.

 –realmente… ¿puedo creerte?  –era raro sentía cierto alivio de saber que no sería atacado, pero un malestar pululaba dentro de él.

 –eso… no puedo hacer que me creas si no estás dispuesto a ello  –le dijo en un suspiro.

 –Bien, te creeré  –dijo parándose y caminando a él.

El sonrojo de la cara de Inu Yasha tomo la mirada de Sesshoumaru que lo vio caminar a él mirándolo serio y decidido hasta que se sentó a su lado.

 –pero no te prometo que no te mirare, menos si te paras frente a mí solo con una tela de delgado lino transparentada, pero valiente de tu parte  –le dijo sonriente.

La cara, el cuello y oídos de Inu Yasha se volvieron rojos al escucharlo mirándole avergonzado y molesto.

 – ¡tú… Bas…!

Sus manos se alzaron y se arrodillo para golpearlo, pero Sesshoumaru tomo sus manos mientras seguía sonriendo, Inu Yasha hizo fuerza contra Sesshoumaru.

 –Así que quieres pelear  –dijo jugando volteando a Inu Yasha hacia el centro de la tina provocando el agua se mueva, sentó a Inu Yasha ahí sorprendiendo al chico.

Inu Yasha que tenía las manos tomadas por Sesshoumaru y sumergidas en el agua alzo sus piernas enrollándolas en la cintura de Sesshoumaru sorprendiéndolo un poco, una de sus manos aflojo el agarre y siendo aprovechado por Inu Yasha tomo el hombro del príncipe usando su peso para voltearlo y sumergirlo.

Sesshoumaru al salir del agua vio al chico hincado frente a él, estando encima de su cuerpo y sonreía victorioso. El cabello de Inu Yasha se apegaba a su brazo y espalda, un mechón largo estaba sobre su cara. La mano de Sesshoumaru deslizo el mechón dejándolo detrás de la oreja del chico que sintió sus piernas temblar sonrojándose y sentándose.

 –No deberías sentarte Ahí  –dijo divertido de la cara y del salto que Inu Yasha había puesto cuando se sentó dejando salir una risa contenida.

 –yo… no…

 –mi señor…  –la voz de Jaken los hizo ver a la entrada.

 –Lo sé…  –dijo comenzando a salir y cubriéndose con las telas se retiró del baño.

No podía quitar la cara de Inu Yasha, Jaken había llegado en el momento adecuado, la cara avergonzada roja y confundida de Inu Yasha le habían dado una señal equivoca de lo que ocurría ese chico tenia pareja y aunque se dijera a él mismo que como príncipe que era podía darse los placeres que deseara, no lo obligaría, pero si podía usar esa confusión para que hiciera lo que él le pidiera, el problema era que él mismo se estaba sintiendo confundido. Miro de reojo a quien lo esperaba en la entrada del baño.

 – ¿Qué ocurre?

 –su majestad ha venido…

Los ojos de Sesshoumaru se abrieron de par en par sin entender el porqué de que su padre viniera hasta ahí y no lo llamara a su presencia.

 – ¿Dónde está?  –pregunto presto debía ser algo importante para traerlo hasta ahí.

 –su despacho.

 –Dile a Inu Yasha que me esperé en la habitación.

Tomo una toga azul cubriendo su cuerpo para dirigirse donde su padre.

Inu Yasha salió del baño poco después, la mejilla que había sido rosada por los dedos de Sesshoumaru hormigueaba, un hormigueo que extrañamente se había expandido por su cuerpo y debilitado sus piernas, su rostro se volvió a sonrojar al recordar donde se había sentado sintiendo algo que estaba seguro no era su abdomen.

 –Hey, mocoso  –la voz de Jaken lo sobresalto.

 – ¿Por qué saltas de la nada sapo?

 –Mocoso insolente  –mascullo y le dijo  –sígueme te llevare donde el amo bonito.

Inu Yasha lo siguió sin mucho pensamiento, él no conocía ese palacio y no quería perderse. Los pasos poco a poco lo adentraban más a ese palacio dejándole ver lo grande que era, sirvientes le hacían reverencia a Jaken al pasar, unas que otras lo miraban a él con desprecio y murmuraban algo despacio para que no lograra escuchar, pero uno lo pudo oír “es asqueroso”. Se detuvo mirando con molestia a la chica aun si no entendía que trataban de decir el que lo vieran y murmuraran eso era molesto. Decidió seguir su camino al verlas correr atemorizadas, Unas grandes puertas con un perro enorme arriba de una nube estaba tallado.

 –Es aquí adentro  –dijo.

Algo a Inu Yasha no le cuadraba mucho. Esas puertas se parecían a las de la segunda habitación de Sesshoumaru, pero parecían ser más amplias, no tan altas como las puertas del tercer dormitorio aun así… su instinto le decía que no entrara. Miro al viejo con desconfianza, ahora que tramaba no podía confiar en ese sapo después de lo que le había hecho, que idiota de su parte seguirlo.

 – ¿Qué estás tramando?

 –Que insolencias estas diciendo  –dijo enervado –aun si no me guste una orden de mi amo la seguiré.

No estaba seguro si creerle o no. Pero lo seguro era que ese sirviente era obediente a las órdenes de Sesshoumaru, tras dejar salir un suspiro comenzó a abrir las puertas dejándole ver un pasillo, volteo a la cara de sapo.

 – ¿Por qué no entras tú y le dices que estoy afuera?

 –… ¿eh?… no te creas tanto… ¿Por qué debería anunciarte?

 –protocolo, que pasa si está ocupado  –aun si no le importaba si estaba o no ocupado solo seguía el instinto de que no entrara.

Unos brazos lo tomaron desde la espalda jalándolo dentro.

 

Sesshoumaru estaba en la puerta de su despacho, pero no estaba su padre, fue donde Rin pensando que ella el verlo se lo hubiera llevado al jardín, pero no estaba. Miro a Kohaku.

 –Kohaku encuentra al rey  –le ordeno.

Este asintió sacando de un bolso de cuero una esfera amarilla con líneas negras que caía en su palma, una abeja del porte de un dedo pulgar salió, Kohaku movió su dedo índice de la otra mano frente a la abeja y esta se fue volando a esta otras salieron yendo a diversas direcciones. Poco paso para que una se posara en la mano de Kohaku y se moviera de determinada forma. Kohaku se levantó de donde estaba y apunto a dentro, la abeja alzo el vuelo y Sesshoumaru tras palpar la cabeza del chico entro siguiendo la abeja a paso rápido, pero jamás creyó lo que vería.

Inu Yasha tenía una espada apuntándole la cara, el hombre frente a él era el rey de ese imperio.

 –dime Sesshoumaru… luego de buscarte en tu habitación, vine a buscarte aquí, pero no eres tú al que vi salir sino a este sujeto ¿Cuál es la razón?

 –padre…

¿Qué había pasado? ¿Por qué Inu Yasha se había metido a su serrallo? ¿Cómo demonios estaba ahí? Los guardias de las puertas no estaban.

 –Ya dije que me entraron  –dijo Inu Yasha viendo a Sesshoumaru acercarse.

 –Cierra la boca si no deseas perder la lengua –le dijo el rey.

Sesshoumaru se puso frente a su padre, su padre no jugaba una de las mayores vergüenzas era que un hombre entrara a tu serrallo y no tuviera castigo, dos podían ser impartidos, vivo y castrado o seguir  entero pero muerto. Miro de reojo a Inu Yasha y volvió la cara a su padre.

 –Supongo que no tengo opción  –dijo a su padre y volteo a Inu Yasha  –levántate  –le ordeno serio.

Inu Yasha se enderezo sin quitarle la mirada al rey, le había dicho descarado, que había mordido la mano de quien le había salvado, que era un sucio degenerado… no lo había escuchado, más bien no le había importado lo que él dijera y cuando logro salir Jaken no estaba y el rey lo ataco sin aviso, solo logró escapar del corte abriendo nuevamente y dando un paso atrás terminando en el suelo. Aun si no tuvo otro ataque, pero las palabras de ese hombre, aun si eran simples lo herían, le dolían, aquellos ojos que lo miraban con desprecio.

 –no lo puedes tocar padre…

 –lo dejare vivo, apártate  –dijo con el tono seco.

La mano de Sesshoumaru tomo de la nuca a Inu Yasha y lo dirigió a él besándolo tomando desde su cintura la espalda para que no pudiera separarse, dejando los brazos de Inu Yasha atrapados entre ellos, los ojos de Inu Yasha se abrieron por completo siendo tapados por la posición de Sesshoumaru, sus ojos se conectaron el serio del príncipe y el sorprendido chico que solo apretó los labios. ¿Qué debía hacer? Empujarlo, golpearlo… una lengua acaricio su labio inferior lo hizo temblar, sin embargo al intentar reclamarle sintió esa lengua ingresar a su boca provocando una corriente en su cuerpo, era tan diferente al beso de Kouga. Sus manos sujeto la toga corriéndola un poco. Se alejó un poco y le susurro en los labios.

 –Mantente en silencio  –los ojos completamente serios de Sesshoumaru lo paralizaron.

 –veo que los rumores que escuche mientras caminaba por tu palacio son ciertos.

Inu Yasha no sabía de qué hablaba, pero de alguna manera las sirvientas vinieron a su mente.

 –No te equivocas, por lo mismo él no puede ser considerado un hombre –Sesshoumaru tenía abrazado a Inu Yasha escondiendo su cara de su padre. Inu Yasha temblaba y dudaba que fuera por otra cosa que no fuese ira.

 –No es un hombre, dices…  –murmuro el rey y bajo la espada.

Cuando había visto a un chico salir del serrallo de su hijo solo sintió que debía limpiar la honra de su hijo, lo mataría como el perro que era, pero en cuanto vio su cara no pudo más que sentirse más ofendido y ahora… miraba en los ojos de su hijo el brillo que en los propios vio alguna vez. Desvió la mirada de su hijo para no mirarlo con malestar.

Sesshoumaru sentía que su padre lo desaprobaba, pero no podía dejar que se llevara a Inu Yasha, no lo dejaría.

 –he venido porque deseabas hablar conmigo de algo importante que no podías hablar en mi palacio, es mejor que no sea esto, Sesshoumaru.

 –claro que no  –no sabía de qué estaba hablando pero si tenía su sello lo más seguro era que solo dos personas podían haberlo hecho, miro al aun abrazado Inu Yasha sintiendo la resistencia y le dijo al oído susurrándole  –ve a la habitación y espérame…

Para cualquiera podía parecer solo una cita para seguir con lo que habían comenzado, los brazos de Sesshoumaru comenzaron a soltarlo, Inu Yasha se alejó de inmediato y corriendo lejos de aquellos dos. Sesshoumaru junto sus cejas y el rey solo miro de reojo.

 

Inu Yasha restregó sus labios tratando de borrar la sensación de los labios de Sesshoumaru, había sido denigrado y no pudo decir nada ¡¿Por qué diablos se quedó callado?! “no es un hombre” esas palabras de la boca de Sesshoumaru le había dolido y le apuñalaban y aun así justo ahora estaba obedeciendo, pero solo quería meterse en algún lugar y no ver a nadie, los ojos de las sirvientas lo miraban con malestar y asco, los mismo guardias que custodiaban las puertas.

 –Asqueroso  –murmuro uno hirviendo su sangre.

Lo tomo golpeándolo con el puño cerrado y gritándole que se callara. El soldado no se defendía y el otro trataba de detener a Inu Yasha.

 – ¡para!  –Le grito parándolo por un momento  –él no se está defendiendo te aprovechas de que no podemos tocarte.

 –No soy ningún cobarde  –gruño Inu Yasha.

 –entonces para, él solo te dijo lo que todas las sirvientas comentan, eres uno de los que calientan la cama del príncipe.

Quería golpearlo, gritarle que era mentira, pero tal como estaban las cosas no importaría lo que le dijera seguirían mirándolo  de esa manera, todo por culpa de aquel maldito príncipe. Entro a la habitación mirando el espejo en la cama, se puso arrodillado en el suelo tocando con las puntas de los dedos el espejo. Tenía tanta rabia contra Sesshoumaru y contra él mismo ¿Qué demonios le había pasado? Cuando Sesshoumaru lo beso, aquella corriente que recorrió su cuerpo, apoyo la cabeza en la cama, se sentía confundido, enrabiado, dolido…

 –solo deseo largarme de aquí…

 –oye ¿es verdad que te has transformado en la novia de Sesshoumaru?

Inu Yasha miro a su alrededor viendo al niño-zorro en el balcón y lo miraba sin entrar.

 –cállate yo no soy…

 –las mujeres de esta casa lo dicen, que eres uno de los que calienta sus noches…

El suelo de Inu Yasha se comenzó a agrietar ante el pensamiento de ser visto de tal manera, como si fuera… un  prostituto… él había aceptado a Kouga, eso significaba que estaba en pareja, no podía permitir ese tipo de comentarios aun si no eran reales. Su mano volvió a restregar sus labios hablaría con ese estúpido príncipe y lo obligaría a que eso se aclarara o él lo haría, no permitiría que lo vieran de manera tan indigna, era un hombre que ya tenía a Kouga y por ningún motivo lo heriría de esa manera. No lo merecía. Aun cuando aun no eran más que amigos Kouga había dejado el circo por él, siempre ha estado a su lado, siempre cuidando de él y procurando su bienestar, no lo dejaría solo, encontraría esos objetos que aun ni sabía qué demonios eran y volvería con Kouga a su mundo.

 –no me interesa lo que un grupo de estúpidas mujeres digan… no es así y jamás lo será, y si no deseas que te lo grave a punto de puños no lo vuelvas a decir  –le advirtió, no iba a permitir que su honra fuera tirada de esa manera.

 

Sesshoumaru guiaba a su padre por los pasillos de su palacio hacia su despacho mientras buscaba algo lo suficientemente importante para que él hubiera hecho venir al rey en persona y sin escolta siquiera.

 –Tu carta me sorprendió  –dijo el monarca viendo las puertas del despacho de su hijo abrirse.

¿Qué podía haber estado escrito en esa carta? Algo que trajera al rey del imperio y tenga tan serio. ¿Qué habían hecho? Solo podía pensar en dos que podían ser los culpables, pero como habían sido tan estúpidos, si él se equivocaba y su padre descubría que no fue él esas personas serian castigadas, sus lenguas serian arrancadas y entregadas a las bestias. Debía deducir que era lo que le habían escrito, pero ese monarca había sido capaz de sellar al espíritu de Babil, había librado centenares de batallas e incluso pasado por la traición de la persona en la que más confiaba, no podría abogar por quienes habían hecho esto y sacarle información a un estratega como lo era su padre era básicamente imposible. Que estúpidos habían escrito su carta de muerte, pero por qué motivo, acaso el motivo era para tratar de condenar a Inu Yasha… que estupidez… pensó y miro a su padre, Sesshoumaru había demostrado siempre su lealtad a su padre, pero ahora qué podía hacer… mentirle con algo y decir que lo llamo por eso o decirle la verdad y entregar a su muerte segura a los que podían haber sido…

      

Notas finales:

hasta aquí lo dejare por ahora...

espero no demorarme tanto en el siguiente capitulo... 

nos leemos!!!


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