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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Notas del capitulo:

Por los dioses que este tiempo ha sido difícil, pero ya estoy devuelta... aun quedan tiempo complicados, así que pediré paciencia tratare de que no sea un tiempo tan prolongado como ahora, sin embargo no lo puedo garantizar… recién a finales de enero tendré días de descanso. Les pido disculpas por el retraso y no decir nada, tratare de darme un tiempo, para aunque sea informar… ojala que no sea necesario.

Bueno espero les guste.

 

4

 

Sesshoumaru miro a su padre y dejo salir un suspiro pesado. No podía, no haría algo que pudiera hacer a su padre desconfiar de él, aun si tampoco podía entregarle a quien podía ser responsable.

 –no he enviado ninguna carta rey padre  –el rey lo miraba sin ninguna expresión  –te pido me dejes ver el sello rey padre…

Una sonrisa en el rostro de su padre lo dejo callado.

 –no necesito mostrarte la carta si no es tuya… ¿quienes tienen tu sello Sesshoumaru?.

 –rey padre…

 –cuidarlos hará…

 –no puedo dártelos para que los mates, por favor solo déjame a mí encargarme de este asunto.

 –ya sabia que no habías sido tú Sesshoumaru, nunca me habías llamado ni aun cuando se te quito el alimento por los ancianos, era muy difícil creer que me llamarías para algo… para ti soy más un rey que un padre.

 –más que mi padre eres el rey de este reino, jamás…  –bajo la cabeza frente a su padre –recibiré el castigo por mi descuido. Pero…  –se enderezo mirando la seriedad del rey  –aprovecharé esta oportunidad para decirle que debe comenzar a cuidarse de…

 –Kaguya…  –suspiro el rey  –¿sospechas de algo?

 –no tengo pruebas… solo mi palabra.

 –no es suficiente… ¿de que la acusas?

 –brujería…

 –sin pruebas  –dijo en un suspiro.

 –solo sea cauteloso. He visto rondar un pequeño espíritu de zorro con apariencia de niño, usted sabe lo que eso significa –le sugirió de manera suave como una petición.

 –lo tendré en mente…

 –ten en mí un sirviente…

 –te engañas Sesshoumaru. No he dejado de lado el asunto de la carta, una vez…

 –hey ¿está aquí? ¿Por qué ese estúpido de Jaken me quiso encerrar?  –Hakudoshi se detuvo en la puerta que abrió casi de golpe molesto.

 –¿A…kago?  –murmuro el rey con tono confundido.

El chico sorprendido de ver al rey sentado en la silla de Sesshoumaru. Miro entonces al señor de esa casa que lo miraba con el entrecejo fruncido. Hakudoshi corrió alejándose de ellos.

El silencio se quedó en la habitación. No podía voltear hacia el rey…

 –¿Quién es ese niño? ¿y por qué se parece tanto a Akago?

La voz de su padre lo golpeo, por qué justo en este momento tenía que haber venido.

 –Kaguya tuvo gemelos  –comenzó a decir resignándose.

 –¿gemelos?  –dijo confundido  –dices que ese chico…

 –sé que la ley dice: al nacer gemelos uno debe morir. Pero, Kagura estaba deseosa de tener un hijo…  –volteo a verlo –ella ayudo en el parto y lo trajo aquí. No pude negarme.

El rey estaba en silencio tratando de entender lo que Sesshoumaru le decía.

 –el deseo de Kagura de libertad se lo concedí en la mayor medida que pude…

 –¿él lo sabe? ¿Cuál es su nombre? ¿Por qué jamás lo dijiste?  –el rey se quedó mirando el rostro de su hijo que parecía meditar  –Sesshoumaru… la carta decía:

              Rey padre.

Debo hablar con usted en privado, sin los suyos… porque los muertos volverán.

Sesshoumaru lo quedo mirando consternado, el rostro de su padre estaba envuelto en sombras del pasado mostrando una fragilidad que solo conocía mostraba por aquella que ya no estaba.

 –creí…  –la sonrisa rota de aquel monarca le recordó que ese hombre sentía como cualquier otro ser y como muchos tenia, aun si no los decía, deseos que jamás reconocerá.

 –es imposible que ella vuelva, padre  –dijo en un suave suspiro.

 –lo sé…

De alguna manera era pesado solo pronunciarlo, según sabía él era cercano a dicha mujer cuando era menor, la recordaba escasamente, pero el decir que no volvería ponía un sentimiento pesado en su pecho y sabía que en aquel rey el peso de sus sentimientos era mayor.

 –la persona que te envió la carta deseaba que vieras a Hakudoshi…

 –Hakudoshi  –murmuro mirando sus pies  –puede ser.

 –no deseaba darte ningún inconveniente… él lo sabe y no desea que ella sepa que está vivo…

 –lo entiendo… no puedo pedir que me dijeras si ese niño estaba condenado a morir… solo me ha sorprendido  –miro a Sesshoumaru –Akago…

 –lo sabe… hace un tiempo cuando vino a cazar en mis terrenos se encontraron, sin excusas solo le dije la verdad.

 –¿entiendes… qué es lo que desean hacer con esto?

 –lo entiendo –era un claro intento de manchar su imagen –, pero no puedo comprenderlo… solo esa persona querría hacerme daño… que alguien de mi palacio…

 –ten cuidado de las víboras en tu propio hogar Sesshoumaru, la del mío yo me encargare  –dijo levantándose –una gran víbora puede envenenar a víboras más pequeñas.

 –padre…

 –hoy he visto y aprendido de tu silencio y… tu deseo… proteges a ese niño, pero escondes a quien pudo ponerlo a mis pies frente al filo de mi espada, pues ya estaba condenado… no diré nada más sobre tu sirviente, pero hazle saber que de mí no debe ocultarse… ahora entiendo a Akago…

La imagen de Inu Yasha vino a la mente de Sesshoumaru, aun cuando el rey estaba hablando de Hakudoshi.

 –ten cuidado y no te siegues o puedes perder el sendero… ese hombre no te traerá nada bueno. Aprende lo que tengas que aprender y luego solo déjalo.

 –se equivoca… solo lo usare para mi cometido…

 –hoy no lo pareció.

 –Nada que comentar, un pasa tiempo, un breve juego, llámelo como lo desee…

 –lo llamare curiosidad y aburrimiento, pero no caigas demasiado ese chico tiene los días contados, tu deseo solo lo llevara a su muerte y quizás a la tuya, Sesshoumaru…

 –solo cuide de este imperio como lo ha hecho hasta ahora y por favor proteja a Rin.

 –no necesitas pedirlo  –aseguro el rey.

 –mañana al alba me iré.

 –Te lo diré ahora entonces. Solo te daré hasta el fin de siclo.

 –entendido, rey padre  –dijo bajando la cabeza.

 –me iré.

 –si desea hablar con Haku…

 –no  –lo interrumpió  –tengo que pensar en muchas cosas, aceptar las cosas. Espero que castigues de manera ejemplar a quien a jugado con mi tiempo Sesshoumaru.

El rey comenzó a salir tras ver el asentimiento de su hijo, Sesshoumaru lo seguía un paso detrás de él. Sabía que Sesshoumaru se preocupaba por él, aun cuando tenía enemigos en su propia casa.

 

Hakudoshi corrió hasta llegar a los establos echando maldiciones por su estupidez. Seria encerrado, seria asesinado… él no podría seguir teniendo esa vida pacifica, no podía tener siquiera una vida.

Al nacer se había decidido que él debía morir, el símbolo de mal augurio estaba en su espalda y como la de un insecto su vida era inservible. Se apoyó en uno de los pilares internos del establo de los nuevos potros que habían traído de la última incursión, miro por donde había entrado para ver si venia alguien… ¿Cuánto tiempo le quedaba? ¿Qué hará Sesshoumaru? Nada o quizás entregarlo… no, él no traicionara al rey, pero si él escapa estaba seguro que lo dejaría irse.

El rostro de Kohaku vino a su mente junto con la de Akago y Rin, sonrió con amargura miro uno de los caballos.

 –deseas salir de aquí, simplemente vámonos y no regresemos  –dijo abriendo la puerta de madera.

El caballo camino unos pasos y él lo agarro del crin saltando para subirse en él, pero cuando iba a hacer que comenzara a correr vio a Kohaku en medio de la entrada, no sabía desde cuando estuvo ahí ¿lo había escuchado?

 –apártate  –le ordeno.

Kohaku bajo la mirada solo un poco y camino a un costado. Hakudoshi hizo que el caballo caminara saliendo del establo y pasando a Kohaku comenzó a galopar dejándolo atrás.

La cara que había puesto Kohaku había quedado en su retina, estaba triste y lo podía imaginar llorando en silencio. Provocándole una mueca insatisfecha.

 –maldición  –murmuro haciendo girar al caballo volviendo al establo.

Kohaku miraba el suelo recordando las palabras de Hakudoshi. Se iba a ir de ese lugar, sabía que no tenía derecho de pedir nada, alguien como él ¿Qué pasaría con la princesa Rin cuando se enterara? Se preguntó y la imagino triste al saberlo. Hakudoshi había estado con ella desde antes de que él llegara a ese lugar. Aun si ese chico era un año menor que él pensaba que era fuerte incluso más que él, sabía que si peleaba con Hakudoshi sería difícil ganar y más aun, su muerte, no lo había visto pelear jamás pero los ojos de Hakudoshi se lo decía, le temía y a la vez lo respetaba, pues era capaz de domar a los caballos más difíciles y lo que era más sorprendente era que parecía que lo hacía demasiado fácilmente. La imagen de Hakudoshi sonriendo desde arriba de un caballo que corcoveaba le produjo una triste sonrisa.

 –lo sabía.

Kohaku alzo la cara al escuchar la voz, viendo a Hakudoshi arriba del caballo mirándolo complicado.

 –estas llorando.

Kohaku estaba atónito, de su mentón se deslizaron una a una las gotas hasta golpear la tierra del establo. Hakudoshi bajo del caballo.

¿Por qué estaba llorando? ¿Por qué estaba feliz de ver que había vuelto? ¿por la princesa? O… Los brazos de Hakudoshi lo rodearon estrechándolo… ¿por él mismo?

 –dame un respiro no me muestres esa expresión o no podré irme… oye…

Las manos de Kohaku tomaron la túnica desde los costados, apenas y sus índices y pulgares se atrevieron a sujetarlo, solo eso y Hakudoshi se sintió perdido, no podría escapar, no lo dejaría… aquella poca luz en esos ojos… si él se iba ¿ese pequeño brillo se iría? No, Rin no lo permitiría… pero, esta era la primera vez que veía las lágrimas de aquel joven.

La calidez del pecho de Hakudoshi lo hizo suspirar, el calor de un abrazo desde hace tanto tiempo que no lo sentía, hace tanto tiempo que no sabía lo que era temer porque lo dejaran atrás… no quería volver a sentirse así, aun si merecía ser abandonado, aun si merecía la oscuridad, no quería.

El temblor del cuerpo de Kohaku fue percibido por Hakudoshi, lo alejo un poco para ver su rostro que inexpresivo lo miro con aquellas delgadas lagrimas que como gotero se deslizaban algunas a su cuello, otras perdiéndose en sus labios.

 –… aun si al estar cerca de ti, un insecto como yo solo será una plaga para ti…  –la cabeza de Kohaku negó ante lo dicho, abrió los labios como si tratara de hablar pero luego los apretó  –no…

Susurro acercándose a esos labios besándolo. El contacto de los labios de Hakudoshi fue abrupto, casi como un ataque, los labios de Hakudoshi apresaron su labio inferior succionándolo y mordiéndolo un poco. Kohaku confundido y en pánico lo empujo alejándolo, sus labios temblaban y la sensación de sus labios lo tenía asustado. La expresión de Hakudoshi lo envolvió en pánico dio un paso atrás con deseos de escapar, las abejas salieron  al sentir su miedo cubriéndolo haciendo una muralla.

 –¿me atacaras?  –dijo Hakudoshi estrechando sus ojos en disgusto.

 

Sesshoumaru volvía de ver a su padre irse, de alguna manera la aparición había hecho que el rey dejara de preguntarle sobre el culpable debía buscarlo y hablar con él. Miro al camino que debía tomar a la habitación donde estaba Inu Yasha, de momento no deseaba verlo, debía estar furioso y él no estaba de humor para aguantar sus gritos y reclamos por haberlo besado…

La idea de que Hakudoshi debía estar en los establos, se dirigió a ellos a paso rápido escuchando al llegar la voz de Hakudoshi que preguntaba si lo iba a atacar ¿Quién? Se asomó un poco viendo a las abejas de Kohaku haciendo de barrera entre Hakudoshi y Kohaku.

 –hazlo  –dijo Hakudoshi e intento dar un paso al ver que Kohaku negaba.

Un brazo lo detuvo y vio a Sesshoumaru ponerse frente a él, no dijo nada solo miro las abejas con molestias y estas retrocedieron.

Un siseo proveniente de los labios de Kohaku produjo que las abejas volvieran al nido que había sacado. Se arrodillo en el suelo frente a Sesshoumaru despejando su nuca en señal que recibiría su castigo por la ofensa pues sabía que ese chico era un príncipe y él siendo solo mala hierba no tenía derecho ni siquiera a estar de pie frente a él.

 –tu castigo –comenzó a decir Sesshoumaru.

 –espera, espera…  –se puso frente a Sesshoumaru Hakudoshi  –lo asuste, Kohaku solo se defendió y…

 –la ley…

 –soy solo un sirviente que cuida de los caballo…  –dijo con severidad.

 –por lo tanto, no tienes que ocultarte del rey –la sorpresa de Hakudoshi no le extraño –él así lo desea… tratare su pelea como la de unos comunes y por esta vez lo dejare, pero Kohaku  –dijo mirando al menor que alzo la vista un poco  –contrólate la siguiente vez.

Asintió avergonzado y triste dejando la mirada en el suelo.

 –ya dije que fue mi culpa  –volvió a decir Hakudoshi.

 –tú no seas tan impulsivo y asume responsabilidad.

 –¿a qué se refiere? ¿responsabilidad? ¿de qué?

 –mañana me iré, Kohaku una de tus abejas se irá conmigo y cuida de Rin en los terrenos de la ciudad  –el muchacho asintió con firmeza.

 –maldita sea te estoy hablando  –dijo molesto Hakudoshi.

 –te encargare este palacio y la seguridad de Rin aquí…

 –¡mierda! ¡responde!  –lo sujeto del brazo, pero fue lanzado al lado de Kohaku.

 –abandonar a aquellos que en ti han encontrado el desahogo de saberse entendido como si nada, es deplorable. Si muestras un poco de luz muéstrala hasta que sepan que es genuina.

Hakudoshi miro a Kohaku que solo miraba el suelo, un ligero temblor en los parpados y la imagen de ese chico llorando le remordió la conciencia.

 –yo lo…  –se iba a disculpar cuando escucho.

 –entra al caballo antes de que se escape  –le ordeno Sesshoumaru comenzando a retirarse.

 –ese idiota estropeando el momento  –expresó al ya no verle  –oye, Kohaku  –dijo sin mirar al chico que subió la vista a él  –yo… no me iré… así que no pongas esa cara… y lo de antes no me voy a disculpar, deberías saberlo…

Se levantó caminando hacia el caballo. Kohaku miro la espalda de ese chico lo miro como regresaba al caballo a su espacio, se levantó y fue donde él lo miro esperando que fuera visto y miro a la salida dando un paso.

 –¿A dónde me quieres llevar?  –pregunto aun cuando sabia no respondería.

Al seguirlo se dio cuenta que era la habitación que el chico usaba, lo hizo esperar afuera y entro, cuando volvió a salir trajo una cesta hecha de hierbas y  dentro estaba el insecto encima de la hierba. De alguna manera le sorprendió que realmente lo esté cuidando. Cuidar de un bicho, pensó con una sonrisa.

 –se ve bien  –fue lo único que pudo decir.

 

Sesshoumaru hizo llamar a su sirviente que lo buscara y él se dirigió a la habitación donde estaba Inu Yasha, extrañamente no parecía tener escandalo ¿acaso se había escapado? Los soldados estaban ahí.

 –abran  –ordeno viendo las puertas eran abiertas por los soldados.

 Ingreso sin verlo por ningún lado, fue al balcón mirando hacia el tejado, no vio las piernas colgando de Inu Yasha, miro abajo dándose cuenta de que sus soldados estaban montando guardia y no parecía haber nada extraño, solo el hecho de que Inu Yasha no estaba en la habitación volvió a ver el tejado trepando al barandal del balcón asomándose al tejado lo vio un poco más allá recostado teniendo unas cuantas aves encima. Con un salto sigiloso subió acercándose despacio pudo ver que dormía plácidamente mientras un pequeño ave saltaba en su pecho tratando de tomar una hebra de hilo de la túnica desarreglada al mantener los brazos como almohada.

“es solo curiosidad” pensó teniendo su mirada fija en esos labios un poco abiertos.

Un paso más y el ave alzo el vuelo despertando a quien dormía…

 –… ugn…  –un sonido salió de los labios de Inu Yasha para luego… –ay, ay, ay… mis brazos… están dormidos… ay, ay, ay…

Una pequeña sonrisa salió de los labios de Sesshoumaru al verlo como trataba de devolver los brazos a los lados de su cuerpo.

 –pareces un escarabajo de espaldas luchando por ponerse bien.

La voz lo hizo percatarse de que no estaba solo… miro con molestia al dueño de aquella voz diciéndole.

 –¿Qué demonios haces aquí?.

–es mi tejado  –dijo divertido viendo los torpes movimientos de los brazos aun dormidos de Inu Yasha.

 –no deseo ver tu estúpida cara  –dijo logrando sentarse sintiendo el hormigueo en sus brazos, señal de que ya despertaban.

 –este es mi palacio.

 –si no tuviera un trato contigo ya me habría ido  –mascullo con los dientes apretados poniéndose de pie.

 –actúas como si hubiera hecho algo tan horrible…

 –¡acaso no lo hiciste!  –le reclamo colérico.

–solo fue un beso y dudo sea tu primer beso, no lo creeré, eso es… –la cara de molestia de Inu Yasha mezclada con vergüenza lo hizo alzar una ceja  –tu primer beso…  –cruzo sus brazos como pensando si realmente fuera así.

 –¡Cállate! ¡no lo fue, Kouga…!  –comenzó a gritarle, pero callo a la mitad bajando la mirada.

Kouga le había dado el primer beso, sin embargo había sido tan diferente, los labios de Kouga habían acariciado los suyos con cariño, ese sujeto básicamente había peleado con él en aquel, donde él había perdido… aun si eso le molestaba era otra cosa lo que lo tenía furioso.

 –oh, así que… él fue el primero –su tono salió molesto de su boca aun si él mismo no quería reconocerlo  –¿hasta qué punto?

 –¿Qué?… ¿Qué demonios te importa a ti eso?  –respondió avergonzado.

 –baja  –ordeno volteando.

 –no quiero  –dijo Inu Yasha haciendo que volteara a verlo ante la negativa  –si bajo… seguiré escuchando las estupideces que dicen.

 –baja.

 –no, primero aclara que yo no soy tu puta  –exigió.

 –no entiendes o no quieres entenderlo.

 –no tengo nada que entender.

 –te lo dije, mientras estés aquí, me perteneces…

 –estoy con Kouga y…

Molesto ante las palabras tomo el brazo de Inu Yasha y comenzó a jalarlo a la orilla del tejado para bajar, aun si Inu Yasha hacia resistencia no podía detener su paso con reclamos Sesshoumaru se puso en el borde. Volteo a él mirándolo molesto. Veía en Inu Yasha nada más que un sujeto molesto cuyos ojos eran ventanas a sus sentimientos, como el que le mostraban justo ahora…

 –crees que me gusto lo que hice, pero era eso o tu cabeza separada de tu cuerpo, te necesito con vida  –sentencio.

La sangre de Inu Yasha hirvió al escucharlo. La mirada de Inu Yasha se transformó a una de odio.

 –¡suéltame!  –grito obligándolo a que lo soltara.

Sesshoumaru fue a sujetarlo de nuevo, sin embargo Inu Yasha dio un paso hacia atrás alejándose de él y acercándose peligrosamente al borde.

 –no des un paso más  –le ordeno al verlo al filo del techo.

 –tú no me des ordenes…

 –¿acabaras con tu vida por llevarme la contraria?  –pregunto con una mueca de desagrado.

 –quien dice que moriré, me necesitas con vida ¿no?

Flexiono sus piernas y se impulsó hacia atrás para evitar el balcón, la cara de estupor del príncipe le produjo una sonrisa de victoria. Sesshoumaru se acercó a la orilla para sujetarlo pero las manos de Inu Yasha se alejaron de él, provocando un dolor en el pecho de Sesshoumaru que con decisión se iba a tirar tras él, pero Inu Yasha hizo una pirueta en el aire cayendo en el barandal del balcón quedando agazapado y mirándolo desde esa posición sonriendo con victoria. Su sangre hirvió en furia, ese estúpido crio lo había burlado, se estaba riendo de él en su cara, lo haría pagar.

Bajo de un solo salto, su sangre hervía y su respiración se volvió pesada.

 –¿co… cómo demonios saltaste así?  –dijo Inu Yasha mirándolo a él y al tejado, pues ni siquiera parecía que hubiera intentado amortiguar la caía ¿acaso todos en ese mundo eran así?

 –como lo dijiste, te necesito con vida, pero no necesito darte en el gusto, bien puedo amarrarte y arrastrarte conmigo.

La mirada de Sesshoumaru hizo que un sudor frio recorriera la espalda de Inu Yasha estremeciéndolo.

 –yo… yo jamás…  –quería reclamarle pero Sesshoumaru dio un paso y él por inercia se comenzó a echar para atrás aun con el peligro de caer en ese momento lo encontraba mejor que ser atrapado por ese príncipe.

Sesshoumaru era capaz de ver en aquellos ojos el miedo, y aun así, ese orgullo y molesto brillo que lo desafiaba. Tomo una de sus patillas acercándolo a él haciendo que Inu Yasha cayera al balcón casi arrodillándose a él, jalo de la patilla teniendo el reclamo de la garganta de un Inu Yasha que se paró mirándolo con bravura.

 –se acabó el príncipe que trataba de persuadirte niñato, si no obedeces haré que lo hagas.

 –¿Quién te va a obedecer?  –reclamo Inu Yasha sujetando la muñeca del príncipe.

Ambas miradas de enfado y reto parecían colisionar provocando chispas.

 –lo harás por tu voluntad   –le aseguro soltándolo y haciendo que lo soltara.

 –tsh… ¿Quién…?  –el espejo apareció frente a él.

 –no tengo obligación de darte de mí magia, mi trato contigo es que los devolveré a ambos a su… país de origen, solo eso…

 –espera  –la mirada de Inu Yasha mostro su frustración  –yo… no puedo…

 –será tu decisión, tu buen comportamiento por verlo  –sonrió con suficiencia.

La mirada de Inu Yasha bajo a sus pies. Un buen comportamiento, se repitió y lo miro molesto.

 –no seré tu puta  –dijo como si estuviera gruñendo e intento entrar dejando al molesto príncipe solo siendo sujetado por su cabello y su garganta desde su espalda sintiendo el pecho del príncipe contra él.

 –entiende una cosa idiota, tus agresiones solo me traen problemas, ya deberías estar muertos por las estupideces que cometes y aun así estas vivo… ante la orden del rey no tengo autoridad y él ya te aborrece has algo más y tu cabeza caerá sin que pueda hacer nada.

Lo soltó de golpe dándole un empujón a la cama.

 –ahora elije por ti mismo qué harás… compórtate y comienza a escucharme o sigue tentando a tu suerte y veamos que dios te puede salvar… no te cause ningún daño, te gustan los hombres, en cambio yo… jamás en mi vida había visto la decepción de mi padre cuando me vio contigo… no soy como tú y no deseo serlo.

Inu Yasha se quedó callado, no podía decir nada… no podía decir si le gustaban o no los hombres, nunca le gusto una mujer y estaba con Kouga… pero los ojos de Sesshoumaru parecían muy en lo profundo tal vez herido ¿o se estaba engañando?

Si su madre lo supiera que estaba con Kouga ¿Qué pasaría? Por un momento un miedo lo alarmo… en Turquía no era bien visto una relación entre hombres, quizás aquí tampoco lo era… quizás le tenía que agradecer… era un príncipe y tenía ya problemas, el declararse con esos gustos quizás le daba más… pero, de alguna manera sus palabras le habían molestado…

 –¿acaso amas a un cuerpo?

 –ahora qué estás murmurando.

 –¿de qué te enamoras? ¿te has enamorado siquiera alguna vez?

 –¿Qué estás…?

 –si lo has hecho ¿de qué te enamoraste? ¿de su cuerpo? ¿de su forma de ser? ¿de qué?  –las cejas de Sesshoumaru se juntaron ante las preguntas de Inu Yasha.

 –si te enamoraste de su cuerpo  –continuo Inu Yasha  –déjame decirte que jamás la amaste de verdad.

Sesshoumaru dejo salir un bufido antes de voltear a la puerta y cerrarla de golpe.

Había tenido suficiente camino molesto por los pasillos de su palacio. ¿Qué se creía ese mocoso como para decirle semejante estupidez? ¿Qué sabía de él?

Paso por el lado de Rin pero ni siquiera la vio dejándola preocupada. La voz molesta de su padre llamando a Jaken la sobresalto. Lo que haya pasado había dejado a su padre realmente enfadado. Un viento paso frente a ella haciéndola mirar aun Inu Yasha que había pasado con rapidez frente a ella y llevando en su mano el espejo de Sesshoumaru sorprendiéndola aun más… ese espejo jamás se lo pasaba a nadie ni mucho menos lo alejaba de él, su tesoro… estaba en las manos de Inu Yasha… quizás por eso estaba enojado… se dijo a ella misma mirando la dirección en la que ellos se fueron. Sabia las cosas que se hablaban en el palacio y ella estaba segura que era así, estaba segura que a su padre le gustaba Inu Yasha y era imposible que a Inu Yasha no le gustara su padre, el pensamiento de que fuera lo contrario para ella era inconcebible.

 –pelea de enamorados  –termino suspirando para ir al encuentro con su aya Kaede.

 

 –¡Jaken!  –llamo por sexta vez.

 –Sesshoumaru  –Inu Yasha se puso frente a él y puso el espejo en el pecho del príncipe diciendo –me comportare dentro de lo posible, pero no me pidas ser un esclavo porque no lo seré.

Sesshoumaru solo frunció el entrecejo. Todo por ese tal Kouga. Tomo el espejo y lo guardo sin decirle nada.

 –¿A dónde vas?

 –sígueme  –le dijo y siguió caminando.

Con recelo Inu Yasha lo siguió hasta llegar a las puertas del serrallo, asiéndole recordar lo que había pasado más temprano ese día, la espada en su cuello, la dura mirada de ese hombre junto a aquellas palabras. Un pesado sentimiento se puso en su pecho al recordarlo, pero solo duro un momento al recordar el beso que le dio Sesshoumaru subiendo los colores a su rostro.

 –¿q… qué hacemos aquí?

 –solo sígueme…

 –¿de qué hablas?

Los guardias como siempre esperaron a una señal de su príncipe.

 –¿Por qué dejaron sus puestos?  –pregunto el príncipe mirando las puertas.

 –se… nos dijo de ir a buscar a Hakudoshi mi señor  –dijo el soldado de la derecha con la cabeza gacha.

 –¿Quién se los ordeno?

 –el señor Jaken… mi príncipe. Nos dijo que era orden suya  –acoto el de la izquierda.

 –Abran  –ordeno  –y tráiganme a Jaken  –termino diciendo al comenzar a entrar.

 –¡¡Si, Señor!!  –dijeron al unísono y salieron corriendo a realizar la orden de Sesshoumaru.

Inu Yasha se quedó en marco de las puertas siendo visto por el príncipe.

 –a nadie le extrañara que te deje entrar.

 –no me agrada que piensen…  –su cara se formó en una mueca de disgusto.

 –no hay otra opción para que sigas entero, acéptalo en silencio.

Aun si no le agradaba la idea a Inu Yasha no podía negar que fuera así. El rey se lo había dejado claro, tras un gruñido dio un paso con los brazos cruzados teniendo a unos pasos al príncipe.

El pasillo adornado con telas anunciaba lo delicado que había en ese lugar y los hombres bajaban sus cabezas al ver a Sesshoumaru.

 –creí que no se podía estar dentro si eras hombre…  –murmuro Inu Yasha  –estos mismos me entraron  –gruño mirándolos.

 –así que te entraron a la fuerza  –dijo Sesshoumaru cosa que parecía hacer encogerse a los hombres  –pero ellos pueden estar aquí, porque ya no son hombres.

Inu Yasha se encogió incomodo ante el pensamiento de lo que eso significaba. Comenzó a mirar las telas que caían desde el techo y se balanceaban por la más ligera brisa mostrando sus colores claros. Una separación hecha con la misma tela dejaba entre ver un amplio espacio…

Un eunuco se agacho frente a Sesshoumaru informándole que sus concubinas estaban en los baños, al menos dos de ellas…

 –entonces Kana está en su habitación.

 –así es, príncipe Sesshoumaru.

 –quédate aquí y no te vayas a ningún lugar hasta que regrese Inu Yasha.

La respuesta a la orden de Sesshoumaru solo fue un cruce de brazos y desviar la cara con la mirada molesta. El eunuco miro de mala manera a Inu Yasha, lo observo de pie a cabeza una y otra vez incomodándolo. Inu Yasha apretó los dientes y trato de mantenerse tranquilo ante la mirada desagradable de aquel sujeto.

 –no entiendo que le pudo haber gustado a su alteza de un vulgar como tú… como te vea no eres más que un hombre cualquiera.

No lo comprendía realmente ese sirviente, ni nadie. Por donde lo vieran era un hombre, ni siquiera tenía gestos afeminados o facciones que pudieran confundirse, las piernas de Inu Yasha que se veían por la túnica corta que tenía, se veían fuertes, pero no como las de los guerreros, igualmente los brazos, aunque si tenía que reconocer que su piel se veía tersa y ese cabello rebelde combinaba muy bien con los ojos desafiantes ámbar que lo miraron, de alguna manera lo comenzaba a ver cada vez más atractivo.

 –¿Qué? ¿no tienes algo mejor que hacer que molestar?  –dijo en un gruñido.

 –¡¿Quién te crees que eres?!

 –¿Por qué estas gritando?

 

Sesshoumaru entro a la habitación, el terciopelo cubría los muebles, era la habitación más sencilla de sus tres concubinas, era su prima, hija del hermano del rey, pero jamás le gustaron las joyas, ni lujos, había sido la mejor amiga de Kagura, con la única que Kagura sonreía como una niña y hablaba de su sueño de libertad…

La cama de telas blancas tenia recostada a la joven alvina que traía puesto un vestido largo de color blanco, parecía dormir. Una copa y jarra en el mueble cerca de la cama le llamo la atención, podía ser por el dolor de la enfermedad de la luna. Se acercó y olfateo el líquido acercándose la jarra, la dejo en el mueble frunciendo un poco el entre cejo y quito el cabello de la cara de la alvina.

 –Kana  –la llamo pero no obtuvo respuesta.

Salió de la habitación luego de taparla con una tela, miro a un eunuco que llevaba una bandeja con una jarra de vino y un par de copas.

 –quédate aquí, cuando Kana despierte dile que me espere y ve a avisarme.

 –lo haré mi señor, solo permítame llevar esto a las…

 –yo lo llevaré.

La bandeja fue presentada frente a él mientras el sirviente bajaba la cabeza.

 

La voz de una mujer lo hizo ver a quien había hablado, de larga cabellera negra lisa adornado con joyas y un vestido que acentuaba su figura y dejaba al descubierto sus esbeltos brazos. Hermosa, fue la primera palabra que se le vino a la cabeza, detrás de ella una chica castaña oscura lo miraba.       

 –¿Quién eres? ¿un nuevo sirviente?  –pregunto quién estaba enfrente  –si lo eres arrodíllate…

Inu Yasha frunció las cejas al escucharla.

 –sé muy bien que mi señor es bondadoso, pero el traer…

 –Bondadoso  –repitió Inu Yasha  –escucha mujer, no soy sirviente de nadie.

 –¿Cómo te atreves a hablarme así?

 –tsh ¿Quién te crees? ¿una diosa?  –le reclamo cruzando los brazos.

 –¿Cómo te atreves? Mi hermana es la favorita del príncipe  –dijo quién estaba detrás pasando al frente.

 –¿y eso a mí qué me importa?  –le dijo desafiante.

 –¡¡guardias!!  –grito enervada la castaña e Inu Yasha fue rodeado.

 –demonios es lo único que saben hacer  –reclamo.

 –señorita él es…  –se acercó a ella y le susurro la respuesta.

Kikyo lo escucho de su hermana sorprendiéndose y mirando con asco a Inu Yasha, se comenzó a acercar e hizo le dieran paso para estar frente a él y lo abofeteo.

 –¿Cómo te atreves a estar frente a mí? Solo eres un esclavo compórtate como tal  –le dijo enardecida.

La mejilla le ardía, miraba el suelo de un costado por el golpe que aun su cabeza no procesaba, la miro con molestia cuando ella termino de habla.

 –lárgate  –dijo Kikyo.

 Sesshoumaru se quedó mirando haciendo una señal a los guardias que no dijeran nada entrego la bandeja a otro sirviente y se quedó mirando, quería ver que iba a hacer Inu Yasha.

Inu Yasha no se movió, aun si deseaba gritarle unas cuantas cosas, pero estaba frente a una mujer y no podía agredirla, aunque tampoco deseaba dejar que dijera lo que le plazca de él.

 –tsh, princesas, no soy esclavo; soy un concejero  –dijo altivo.

 –uno que se mete entre las sabanas del príncipe  –dijo Kagome.

 –me pregunto si en este palacio no tienen nada mejor de que hablar, pobre de los que entran y solo escuchan estupideces, cuando deberían tratar de ver una solución para cosas más importantes, no, espera, ustedes qué pueden saber de lo que pasa en su propias tierras, si la gente muere o no de hambre…

 –¡claro que lo sabemos!  –grito Kagome.

 –pero pierden el tiempo con estas estupideces. Uno de sus anillos alimentaria a mucho.

 –eso no solucionaría el problema  –dijo Kikyo como tratando de mostrarle su sin sentido.

 –lo sé, solo era una observación. Lo que ocurre es que las tierras están muriendo y es por eso que deberían tratar de encontrar una solución para ello y si no la tienen buscar la manera de aliviar el sufrimiento de las personas.

 –tú…

 –el alimento pronto les escaseara y ¿Qué harán? Las tierras se mueren y las plantas prácticamente no viven lo suficiente, solo las hierbas, entonces ¿Por qué no buscar las hierbas silvestres que puedan ser útiles y cultivarlas?. Vender a los otro pueblos las medicinales y las comestibles distribuirlas entre las personas  –dijo recordando la plática con aquel niño-zorro sobre ese lugar y sus habitantes.

 –hacerlas cultivar hará una nueva fuente de trabajo  –dijo acercándose Sesshoumaru asintiendo ante la idea dada por Inu Yasha.

 –mi señor  –ambas mujeres bajaron al suelo, pero Inu Yasha se quedó de pie.

 –yo…  –de alguna manera lo había tomado por sorpresa.

 –retírense  –les dijo a los guardias de sus concubinas, miro la cara de Inu Yasha viendo la marca de los dedos que aun no se borraban  –¿Quién fue?  –pregunto aun si lo sabía, pero Inu Yasha solo miro para otro lado –debo obligarte a decírmelo Inu Yasha.

 –no tengo nada que decir… Se… príncipe  –dijo lo último casi en un gruñido.

 –levántate  –dijo con una sonrisa por la cara de Inu Yasha al decirle príncipe, ambas chicas se iban a levantar  –Kikyo sigue inclinada.

La chica lo hizo, sin embargo se sintió ofendida.

 –mi señor… ¿Por qué mi hermana…?

 –me ha faltado al respeto  –dijo tocando la cara de Inu Yasha con el dorso de sus dedos provocando el sonrojo y un pequeño escape de parte de Inu Yasha al alejar la cara.

 –¿Qué estás haciendo?  –dijo nervioso.

 –príncipe, ese eunuco ni siquiera ha hecho una reverencia frente a usted…

 –Kagome silencio  –dijo la mujer que aún estaba en el suelo.

 –les diré esto, primero Inu Yasha no es un eunuco  –los ojos de ambas se abrieron por completo y Kagome retrocedió  –y segundo quien les dio el derecho de tocar lo que es mío.

 –¡hey, Yo…!  –quiso reclamar pero la mirada de Sesshoumaru lo calló. Debía comportarse, debía comportarse, se repetía apretando la mandíbula.

 –pido perdón mi señor por mi atrevimiento  –dijo Kikyo.

 –mi señor llamo por mí  –dijo Jaken postrándose a sus pies.

 –¿Quién te dio la orden de traer aquí a Inu Yasha?  –pregunto directamente  –¿Quién de ellas intento matar a Inu Yasha? ¿Quién te hizo desobedecerme? Jaken.

 –amo bonito… yo, Jaken…

 –contesta  –le ordeno poniendo su pie en la cabeza del anciano ejerciendo la suficiente presión para hacerle sentir dolor e Inu Yasha iba a detenerlo cuando.

 –fui yo mi señor  –la voz de Kana hizo voltear a Sesshoumaru sorprendido, jamás lo hubiera pensado.

 –¿Por qué lo harías? ¿acaso también llamaste a mi padre?

 –… mi príncipe, por muchas razones… algunas que no deseo decir y otras que usted sabe bien… le dije a Jaken trajera a Inu Yasha y le hice llegar una carta al rey, pero no le dije que lo hiciera entrar, ni deseaba que el rey lo viera en esa situación, quería verlo, quería saber quién era… pero no pude salir…. Y el rey tenía que saber de Haku… antes de que usted se fuera o este palacio caerá, por Hakudoshi este palacio seguirá en pie. Lo siento mi señor por hacerlo sin su consentimiento  –dijo bajando la cabeza.

 –por poco lo matan, no puedo creerte que no lo sabías Kana  –dijo hacia la chica.

 –lo sé, pero sabía que usted lo salvaría… así lo vi…

 –que has estado tomando, aquellas hierbas en tu habitación.

 –unas hierbas que me fueron enviadas por la reina.

 –deja de beberlas ahora…

 –ha sido una orden… y ya es… tarde…

 –yo soy tu señor, no debes obedecer a la reina en mi palacio.

Unas lágrimas cayeron silenciosas de los ojos de la alvina que sujeto la parte baja de su vientre.

 –solo procura recuperarte  –dijo Sesshoumaru yendo a su lado  –. No lo vuelvas hacer…

Ella asintió sintiendo el tacto de la mano de su señor en su cabeza antes que le susurrara un “ve a descansar, hoy iré” hizo una reverencia y comenzó a retirarse. Inu Yasha camino donde la alvina y le detuvo el paso.

 –si te duele, ponte lana en el vientre y toma camomila… no sé si hay aquí… leche caliente con un poco de miel también te puede ayudar.

Kana sonrió, pero su rostro se entristeció al tener una visión. Una silueta cubierta de sangre trae entre sus brazos a alguien y por cada paso que da en sus huellas pozas de sangre aparecen mientras el cielo se escurece y se confunde la sangre de él con la de la tierra hasta que cae y cada charco es un matorral de maravillosas flores.

 –gracias. Me iré…  –luego volvió sus pasos y le susurro a Sesshoumaru  –… ese chico traerá un baño de sangre… está bajo una mala estrella, tenga cuidado, mi amado príncipe.

 –ve a descansar.

Quedo mirando la ida de Kana que lo hacía a paso lento, su panorama no se extendía más allá de Inu Yasha, las profecías de Kana se cumplían siempre, aun si ahora estaba mal de salud por culpa de la reina, si le había enviado hierbas solo había un motivo para que lo hiciera y eso era la gestación de un heredero, no había sido la enfermedad de la luna, pero ¿Qué le había dicho para convencer a Kana a bebérsela?

Kaguya era una bruja poderosa y desde hace un tiempo para acá sus predicciones cada vez son más exactas, por las cuales el senado solía decir que debían de escucharla a ella, dejando al rey sin demasiadas opciones, por suerte aun habían en el senado aquellos que confiaban más en la experiencia del rey que en la magia de la reina, dividiendo al senado, en lo único que no tuvo apoyo fue en lo de Sesshoumaru, estando la vida del rey en el hilo no permitieron ningún riesgo, pero aceptaron que si demostraba su lealtad con él permitirían que fuese el heredero. Así fue que a la edad de 13 años lo tiraron a los campos de la guerra.

Una guerra comenzaría sin ninguna duda y… miro a Inu Yasha… ese niño estará involucrado.

 –levántate Kikyo  –le dijo a la chica que seguía postrada en el suelo  –Kana no habla con la reina a diferencia de ustedes que son frecuentemente invitadas a su palacio.

 –Príncipe  –trato de hablar Kikyo pero Sesshoumaru no se lo permitió.

 –no te atrevas a mentirme Kikyo  –le ordeno.

 –… es… su culpa  –dijo Kagome en un susurro bajando la cabeza.

 –¿a quién estas culpando?

 –los sirvientes hablan de ese sujeto y dicen usted ha sido embrujado, Kana dijo que no podíamos hacer nada pues sus ojos no se alejarían de él  –Sesshoumaru escuchaba en silencio los reclamos de Kagome  –aun estando aquí solo ha venido en las noches para luego salir y en ocasiones se ha quedado toda la noche con ese…  –mordió su lengua, quería insultarlo pero temía la reacción de Sesshoumaru.

 –¿me culpas?  –pregunto el príncipe.

 –culpo a ese engendro –apunto a Inu Yasha con desprecio provocándole un sentimiento amargo  –Kana dijo que el príncipe no iba a ver más que a él, que no giraría por nosotras y la reina dijo que el príncipe caería en desgracias… yo hice que los guardias… ese hombre no hará más que traerle desgracias… y Kana…

 –así que tú trajiste esas hierbas para ella Kagome  –la miro con molestia  –Jaken.

 –amo…

 –has que pongan dos guardias con Kagome y la vigilen no tiene permitido salir de este palacio.

 –Príncipe…  –quiso reclamar…

 –Jaken esta es la última vez que me desobedeces, si Kagome hace algo haré caer la responsabilidad en ti, si a Kana le pasa algo tu vida será el pago y si sé que has hecho algo más yo mismo me encargare de despellejarte, hasta mañana serás el sirviente de Inu Yasha no necesito decirte que te pasara si le pasa algo.

El sudor frio ante la voz molesta de su príncipe solo le permitió arrodillarse frente a él asintiendo.

 –príncipe por favor perdone a mi hermana, parte de la culpa es mía no la detuve y…  –Kikyo miro a Inu Yasha y luego a Sesshoumaru –no puedo aceptarlo, mi orgullo me hace vulnerable a los sentimientos corruptos pues creí que su alteza me favorecía, pero el pensar que él puede estar fuera con usted sin preocupaciones trae a mí los tan despreciables celos…pido perdone a mi hermana  –dijo agachando la cabeza ante Sesshoumaru sin atreverse a tocarlo.

 –Madura como siempre luego de entender, pero ustedes no tienen derecho a decidir a quién tengo a mi lado  –miro de reojo a Inu Yasha que miraba incomodo a las chicas  –Kagome no podrá salir y si te sientes culpable vigílala adecuadamente y no salgas donde la reina, no supieron aprovechar su venia para poder salir del palacio, estarán confinadas…

 –¡¡Te odio!!  –grito Kagome yendo contra Inu Yasha sacando una pequeña daga que guardaba para su protección  –¡¡Si no hubieras aparecido!!

La velocidad de Sesshoumaru era mayor y tomo la muñeca de la mujer antes de que se acercara lo suficiente a Inu Yasha. Sorprendido Inu Yasha solo miraba, su cabeza daba vueltas ¿Qué demonios estaba pasando ahora?

 –no te atrevas a tocarlo Kagome  –le dijo molesto soltándola.

 –no lo acepto ¡no lo voy a aceptar que usted se convierta en un asque…!  –la mano de Sesshoumaru subió con la intención de abofetearla pero su mano freno al ver frente a él a Inu Yasha.

 –¿Por qué la cubres?  –le pregunto molesto.

 –ella solo esta celosa y…  –Sesshoumaru lo jalo a él y con la otra mano golpeo la cara de Kagome botándola por el golpe.

 –la reina tenia razón…

 –he cambiado de opinión, dénsela a la reina…

 –príncipe  –la preocupación en la voz de Kikyo era genuina, Kagome había soltado la daga y miraba el suelo petrificada.

 –te dejare con ella hasta mañana Kikyo, si para entonces no le pide disculpas a Inu Yasha se irá donde ella, dice que tiene razón, tal vez allá le den el lugar que cree merece.

Inu Yasha mira a la mujer que enfrente de ella tenía la daga ¿había intentado apuñalarlo? Su molestia y miedo crecieron.

 –cálmate  –escucho la voz de Sesshoumaru, lo miro dándose cuenta que aun estaba siendo sujetado del brazo que lo había jalado y sus pechos se rosaban al respirar.

Dio un paso atrás avergonzado, Kikyo bajo la cabeza en resignación.

Sesshoumaru comenzó a jalarlo para salir de aquel lugar, la mirada de Sesshoumaru parecía ensombrecida y su muñeca estaba recibiendo el castigo, sin embargo algo le decía que lo soportara por un rato, esa mirada le recordó a la de su madre cuando supo de la muerte del padre de Kouga. Era una silenciosa tristeza. Los pasos del príncipe lo llevaron de vuelta a la habitación. Las puertas se abrieron a su paso, ambos entraron y las puertas se cerraron a sus espaldas.

Tenía víboras en su propio palacio y le mostraban sus colmillos llenos de veneno ¿Por qué motivo…? ¿Qué les había hecho para que fuesen capaces de hacerle mal? Apretó las manos y escucho un sutil quejido volteando a ver, vio a Inu Yasha y soltó su muñeca. Un baño de sangre… él ha nacido en una mala estrella, las palabras de Kana resonaron en su cabeza ¿Por qué ese chico tenía que ser un dolor de cabeza y al tiempo ser… recordó cuando se puso frente a Kagome, la vez que aun amarrado le dijo que se detuviera cuando iba a golpear a Jaken, cuando por un simple gato salvaje se enfrentó a él.

 –¿Por qué la protegiste si ella quiso matarte?

 –… eh… porque… ella lo hizo porque te ama… sus celos la controlaron…  –dijo un poco dudando, ni él sabía por qué… quizás porque era mujer… o por la mirada de ese príncipe.

 –¿amarme? ¿Qué es el amor?

Inu Yasha por un momento lo miro extrañado por la pregunta, una sonrisa socarrona pudo ver de los labios del príncipe por su silencio, pero qué podía decirle que no sonara como un estereotipo o que solo sean palabras, no podía decirlo… amor ¿Qué era realmente? Por más que pensaba nada se venía a su mente que no fuera de aquellas historias donde muestran un amor ferviente… pero sentía que aunque era un buen concepto no era la respuesta… sin embargo ¿Qué palabras se podían usar? Quizás…

 –es algo que no se define con palabras sino con acciones…  –dijo al recordar lo que le dijo su madre –el amor puro, es el que calma tu alma y te adormece en el alivio de tenerle a tu lado y saber que se siente como tú, el perderte en los ojos de esa persona y sentir que estas a salvo y su sonrisa se transforma en tu dicha, sabes que en la adversidad estará ahí… pero a veces no importa cuánto se amen, aun si es doloroso se debe dejar ir a la persona…

 –que estupidez, si ambos sienten lo mismo por qué se deberían separar  –dijo Sesshoumaru esperando la respuesta de Inu Yasha.

 –eso varia, pero muchas veces por amor uno se hiere y hiere a esa persona, lo haces para que ese al que amas este bien.

 –que absurdo sentimiento  –termino diciendo  –mis concubinas prefieren mi deshonra antes que la suya. Sus celos antes que el “amor” que me dicen tener ¿Dónde está ese amor que tú profesas? El que demuestras en aquellos ojos cuando piensas en aquel hombre…

La vergüenza subió a las mejillas de Inu Yasha ¿acaso ponía una cara rara?

 –¿quieres verle?

Los ojos de Inu Yasha mostraron su sorpresa y asintió sin pensarlo…

 –ven…

Inu Yasha se acercó, la voz de Sesshoumaru la sentía más suave, cansado quizás. Estando a unos pasos de él se quedó mirando esos ojos que se asemejaban a soles, pero justo ahora parecían más ausentes.

 –cierra los ojos y piensa en él  –dijo en tono monótono.

Debía sentirse solo, traicionado por las personas en las que tal vez confiaba, ese hombre, ese príncipe estaba realmente solo… la imagen de Rin y el rey le hizo pensar que comprendía ahora un poco la molestia de haber defraudado a su padre, una de las únicas personas que aquel príncipe sentía cerca de él.

 –¿Qué estás esperando?

 –… aquella mujer de cabellos blancos, dijo que quería verme, pero no que quisiera que entrara a tu serrallo, ella tal vez quería saber qué tipo de persona era la que estaba cerca de ti, ella…

 –mato a mi hijo… su salud esta así por perderlo…

La cara de Inu Yasha mostró su sorpresa ante lo que escucho.

 –ahora concéntrate para…

 –espera, hace cuánto estuviste fuera de aquí ¿Cuándo regresaste?

 –el día que llegaste ¿Por qué lo preguntas?

 –porque ¿Cómo sabía que estaba embarazada? Es ilógico…

 –deja de pensar en cosas que no entiendes… la reina es capaz de eso y más, baje la guardia y este es el resultado.

La sombra de aquellos ojos provocó un creciente odio hacia esa reina. Esa mujer era capaz de cualquier cosa, como matar a una criatura que ni siquiera había nacido aun y aquella mujer albina ¿por qué lo había hecho?

 –dime consejero ¿qué debería hacer con la asesina de mi hijo?  –la voz de Sesshoumaru era monótona, pero sentía que no era así como se sentía.

 –escúchala  –dijo sin pensar  –escucha su razón, escucha su dolor déjala que te responda  –la voz le salía en un murmuro.

La mirada de Sesshoumaru bajo al suelo y dejo reposar su cabeza en el hombro de Inu Yasha sorprendiéndolo, pero no se movió.

 –déjame estar un momento así…

La voz de aquel príncipe parecía cansada. Inu Yasha no sabía cómo actuar, no quería incomodarlo, su corazón latía con rapidez y al tiempo sentía empatía por la pérdida de aquel príncipe, aun si se había enterado cuando el no nato ya no existía, había perdido a su hijo y mayor que eso había enfrentado la realidad que en su propio palacio tenía enemigos. ¿Qué haría él en su lugar? Se iría, dejaría a aquellos que le hieren y emprendería un viaje con aquellos que quiere, pero ese hombre era un príncipe y tenía obligaciones.

Sesshoumaru no deseaba pensar… se concentró en el escandaloso latido de aquel chico que estaba tenso por su acción y solo respiraba sintiendo el aroma del cuerpo cálido de Inu Yasha. Envidiaba al dueño verdadero de Inu Yasha que seguramente recibiría su calor en momentos tristes, que recibiría su consuelo y palabras de aliento o quizás solo un beso de los suaves labios de ese chico. Estaba cansado de las intrigas y ahora ver que su oasis se transformaba en un desierto árido lo sofocaba… aquella mirada triste que Inu Yasha le brindo cuando le dijo que escuchara a Kana le hizo sentir tan débil y a la vez, por extraño que pareciera, comprendido…

Un sonido lo hizo pestañar, el estómago de Inu Yasha sonó ruidosamente avergonzando al chico y haciendo que Sesshoumaru se levantara de alguna manera refrescado aun si tenía en su cabeza todavía las cosas que habían pasado…

 –ah… es… es que aun no comemos… y…  –decía nervioso.

 –salgamos…

 –oye, pero ¿estás bien?  –pregunto Inu Yasha.

 –¿me consolaras de otra manera?  –dijo Sesshoumaru mirando la cama.

 –¿eh? ¿Qué?  –balbuceo Inu Yasha nervioso viendo la risa del príncipe  –¡vete a la mierda!  –dijo saliendo molesto jurando no volver a preocuparse por ese estúpido príncipe.

Sesshoumaru lo vio salir sonriendo, de alguna manera agradecía que Inu Yasha estuviera. Tras dejar salir un pesado suspiro dejo su rostro mostrara la pesadumbre por un breve momento para luego volver a su rostro estoico, molestar a Inu Yasha era algo que le aliviaba un poco el pesar de su corazón, ese niño era una buena medicina.

Dejo a Inu Yasha comiendo con Rin y él fue ver a Kana topándose con Kikyo en la puerta de Kana.

 –¿Qué haces aquí?

 –mi príncipe  –dijo postrándose sin subir siquiera la cabeza  –he venido a disculparme con Kana y he traído unas hiervas medicinales de mis cultivos, no le harán ningún mal… yo… perdón mi señor por haber olvidado mi lugar…

 –levántate  –ella lo hizo y vio que Sesshoumaru no la miraba hiriéndola  –eres quien salvo a Rin con tus medicinas, te traje porque fue tu petición, a ti y a tu hermana, princesas de Kaen, a las dos ninfas del río tiris…

 –sé que le debemos nuestras vidas, mi señor…

 –apostaste conmigo y ganaste, tu astucia y mi deuda contigo hizo que te trajera… ¿Por qué dejas que tu hermana me traicione?

 –no tengo escusas mi señor… solo fui débil a los celos…  –dijo triste, pero a Sesshoumaru su voz ya no lo conmovía aun si le creía.

 –vete, tu trabajo es ver a tu hermana, ya te lo he dicho tienes hasta mañana para que le pida disculpas a Inu Yasha y sabes que no estoy jugando Kikyo, no voy a aceptar que sea algo sínico quiero ver que se arrepienta o yo la haré arrepentirse.

El temor en los ojos de la chica no fue desapercibido, pero asintió con tristeza y se marchó dejándolo solo. Sesshoumaru no vio el paso desganado de la mujer su mirada estaba en la puerta de Kana, su prima aquella que le juro lealtad cuando la saco del templo donde la habían confinado a perecer por sus predicciones tan desafortunadas ¿Por qué lo había traicionado así? ¿Por qué matar a su hijo? Cerró los ojos tratando de esclarecer su cabeza repitiéndose las palabras de Inu Yasha, debía escucharla saber por qué antes de decidir cualquier cosa…

Golpeo y abrió la puerta, la habitación estaba aromatizada con un suave incienso y Kana estaba recostada parecía dormir, se acercó y esta se enderezo un poco como si supiera quien se acercaba y se iba a levantar para arrodillarse ante él.

 –quédate acostada  –le ordeno.

 –se lo agradezco mi príncipe.

 –¿Por qué lo hiciste?

 –mi príncipe, de mi vientre no nacerá nada bueno… en estos momentos usted no necesita otra preocupación, mañana partirá y nada debe retrasarle…

 –¿con qué derecho tomas esa decisión? Kana.

 –con el derecho de saber lo que hubiera ocurrido si nacía…  –toco su vientre  –este pequeño de todas maneras iba a morir tiempo después de nacer… y yo…

Los pozos negros de Kana se llenaron de agua salinas derramándose “escúchala, escucha su razón, escucha su dolor déjala que te responda” recordó la voz de Inu Yasha. Esa chica había sabido que quedaría embarazada y que moriría, seguramente sabía de qué manera iba a morir, la veía temblar aferrándose a su vientre, por primera vez sintió pena porque ella pudiera ver ese tipo de cosas ¿cuán desesperada pudo haber estado para tomar esa decisión? Sabía que ella podía prever si se podía cambiar el destino ya antes visto, pero aun si se cambiaba brevemente siempre volvía a tomar el curso lo que significaba que ese pequeño moriría o antes o después y las muertes de aquel pequeño solo Kana las sabia…

Sesshoumaru se sentó en la orilla de la cama suspirando, un llanto silencioso provenía de la albina que apretaba su vientre.

 –¿Qué iba a ser?  –pregunto por fin mirando hacia a fuera.

 –… un varón…  –murmuro Kana.

 –¿Cómo sería?

Kana no entendía por qué le preguntaba algo tan doloroso para ella, sin mirarla si quiera, por primera vez sentía que estaba siendo cruel.

 –… su cabello como el suyo… y mis ojos… una luna lo coronaria…

 –seria hermoso  –murmuro al oírla e imaginarlo –Sora  –susurro y dirigió su mirada a Kana que no entendía, Sesshoumaru tomo su mano y escribió con su dedo el nombre en la palma de la mujer y la beso  –también es mi culpa… también llevare el peso de la muerte de Sora.

Kana sostuvo la mano donde Sesshoumaru escribió el nombre y lo presiono contra su pecho dejando salir su llanto. Sesshoumaru miro el cielo a través del ventanal no dejaría que ese nombre fuese borrado. Se paró y saco el cinto que estaba ocupando estirándoselo a Kana, quien tomo la tela de fina seda que tenía diseños bordados con hilos de oro que asemejaban a pequeñas hojas al viento.

 –borda el nombre de nuestro hijo irá conmigo a donde vaya, hasta mi muerte.

Kana solo pudo asentir a lo que escuchaba…

 

Inu Yasha aun estaba molesto por la broma de Sesshoumaru, comía sin prestar mucha atención a lo que Rin le comentaba al menos hasta que escucho…

 –no me importa si eres hombre, pero cuida de mi padre…

 –cof, cof, cof…  –un pedazo de pan no logro pasar por su garganta adecuadamente ahogándose en el proceso, tomo el vaso con agua y lo bebió de golpe logrando que pasara…

 –lo siento no quería incomodarte… yo solo…  –la mirada afligida de la niña lo hizo sentir mal por no prestarle atención y trato de negar mientras aun tocia.

 –…cof fue cof… cof culpa mía… cof…

 –yo jamás vi a mi padre de esa manera, nunca lo vi reí a carcajada como cuando usted apareció, ni gritar o preocuparse abiertamente por alguien aparte de mí…

 –… bueno… tiene un porque…  –murmuro tocando su collar.

 –es cierto  –dijo la niña aun cuando hablaban de diferentes motivos  –por eso…

 –no te preocupes tu padre estará bien… es fuerte y veré que vuelva con bien, así que no te preocupes.

 –¿de qué te estás preocupando? Rin  –dijo al llegar Sesshoumaru sentándose entre Rin e Inu Yasha alzando una copa para que le sirvieran vino.

 –padre eso es…

 –está preocupada como cualquier hija lo estaría por su padre que se irá por un tiempo a no sabe dónde…  –dijo Inu Yasha.

 –¿es así…?  –miro a Rin que bajo la cara –volveré para el fin de siclo e iremos al festival del nuevo siclo…

 –lo estaré esperando  –dijo sonriente la niña.

 –es momento de entrenar  –dijo parándose  –vamos Inu Yasha.

Inu Yasha quedo a mitad de un bocado a un fruto parándose con el en la mano y siguiendo al príncipe hacia los jardines del palacio. El niño de cabello negro y tomado por una cola sacaba la hierba que obstinadamente crecía.

 –Kohaku  –lo llamo Sesshoumaru y este volteo a él inclinando su cabeza –conoces las hierbas ¿no?  –el chico asintió  –deja crecer las que sirvan: las comestibles y las medicinales… encuentra la manera de que crezcan en la tierra muerta y enséñales a los ciudadanos de los pies de la ciudad a cultivarlos…

Kohaku estaba sorprendido aun si su rostro no dejaba ver nada sus ojos viajaban de las hierbas a la tierra como tratando de entender lo que debía hacer, asintió pero aun no sabía cómo hacer para que la tierra muerta sirviera para plantar, aun si eran hierba.

Inu Yasha miraba a Sesshoumaru ¿acaso haría lo que él había dicho? Miro entonces los árboles muertos la tierra quebrajada y recordó las tierras áridas de su país y como los ciudadanos preparaban las tierras en aquellos lugares secos, los relatos de Kouga vinieron a su cabeza.

 –debes preparar la tierra  –Sesshoumaru lo miro  –ah…

 –continua  –dijo.

 –almacena la bosta de los caballos  –la mala cara de Sesshoumaru no se hizo esperar ante el comentario  –pon con el estiércol; hojas, cascaras de huevo y restos de frutos, también si tienes un poco de gravilla fina o aserrín, mantenlos húmedos y ve revolviendo gradualmente… hará que la tierra sea fértil… pero lo que produce lo que acabo de decirte se tarda unos cuatro o cinco meses… pero te iras dando cuenta que en el fondo comenzara a crearse tierra… el aroma no será pesado sino agradable ahí mismo puedes seguir tirando estas cosas y hacer tierra rica y fértil. El terreno prepáralo soltando la tierra y luego cuando la tierra hecha este lista mézclala. La probabilidad de que la tierra resista será mayor…

 –¿Cómo lo sabes?

 –Kouga me enseño junto con un anciano que venía de tierras áridas y tenía un pequeño cultivo  –dijo sin cuidado.

Le molestaba dejo salir un suspiro y miro al chico que miraba extrañado a Inu Yasha.

 –¿lo entendiste Kohaku?  –el chico lo miro y asintió  –has que Hakudoshi te ayude…

La mirada del chico se perdió en otro lado y asintió un par de veces antes de irse dejándolos solos.

 –¿Cómo le explicara?  –pregunto Inu Yasha al ver que el chico era mudo.

 –ellos se entienden  –fue la respuesta al volver de pedirle dos espadas a un soldado  –tómala  –le paso una e Inu Yasha la iba a sacar de la funda pero fue detenido –déjala en la funda.

 –así pesa más  –reclamo.

 –esa es la idea  –dijo tranquilo  –ponla frente a ti estirada y recta.

Inu Yasha lo hizo aunque no entendía para qué era… la punta de la espada se inclinaba y Sesshoumaru la corregía.

 –tu cuerpo parece tener buen balance. Cuida que no se desvié la espada   –dijo corrigiendo otra vez la espada.

 –como si fuera fácil  –reclamo la presión la sentía en la muñeca, su brazo fue dejado de manera que no estuviera por completo estirado ni flexionado al igual como estaban sus piernas.

 –tu centro es bueno. Bien, observa y sígueme  –le dijo poniéndose frente a él como si fuera un espejo.

La mano de Inu Yasha era la derecha y Sesshoumaru cambio la espada a su mano izquierda para facilitar el que lo pudiera seguir en los movimientos. La túnica básica que traía le facilitaba a Inu Yasha el ver los movimientos hechos por aquel príncipe que los hizo con lentitud para que pudiera seguirlo un paso más lento que quien le enseñaba.

 –no abras tanto la guardia  –le regañaba de vez en cuando  –no alces tanto las piernas para desplazarte, no bajes la espada… no pierdas la posición…

Inu Yasha trataba de mantenerse pero la espada a cada momento se hacía más pesada y el hacer los movimientos tan lentos hacia que su mano temblara.

 

Kouga estaba hincado con la respiración agitada, estando frente a Banryu y siendo visto por Miroku.

 –ya estás tan cansado como para no poder levantarte  –dijo molestándolo Banryu.

 –aun no  –se levantó.

 –bien, ya te lo dije… a quien buscas vendrá, solo tienes que esperar, pero quien viene con él no será un oponente fácil, no te dejara quedarte con ese niño tan fácilmente.

 –no has descansado desde el alba  –intervino Miroku.

 –estoy bien…  –dijo agitado y abrió los ojos sintiendo dolor.

 –así me gusta  –dijo Banryu alzando las cadenas y con ellas provocando el agua fuera agitada.

Miroku no comprendía cómo podía estar soportando tanto solo por esa persona, que tan fuerte era ese lazo que los unía. El agua golpeo el cuerpo de Kouga una vez más y entre el agua las piedras que debía esquivar pero el torrente no le permitía moverse libremente recibiendo golpes y hasta cortes de las piedras. El agua se devolvió haciéndolo caer otra vez.

 –vamos  –dijo Banryu.

Kouga comenzó a ponerse de pie, el agua se alzó otra vez, no obstante, Miroku se puso frente a Kouga mirando a Banryu.

 –¿Qué haces? ¿Por qué te pones en medio?  –le pregunto a quien le daba la espalda.

 –estas herido, no has comido y…

 –¿Qué importa eso? Si no me vuelvo…  –una bofetada de parte del príncipe lo calló.

 –¿a quién crees que le hablas así?  –le reclamo –arrodíllate y no me mires.

Kouga cerró los ojos y dejo caer sus rodillas, a ese hombre le debía y lo quisiera o no, tenía que aceptar la realidad ese lugar no era la tierra, frente a él no había un loco, sino un príncipe…

 –por favor permítame seguir.

 –y morir… no seas obstinado, entiendo tu deseo de fortalecerte, pero nada ganaras si te hieres de más ¿Cómo lucharas con un cuerpo herido?  –Kouga sabía que tenía razón, pero…  –aun queda tiempo antes de que lleguen. Come, trata tus heridas y luego vuelve.

Termino por decir al ver la cara de preocupación de aquel moreno. Kouga se levantó de golpe y abrazo a Miroku sorprendiéndolo.

 –¡¡¿Qué?!! ¡¡suéltame!!  –grito con un leve tartamudeo.

 –oh, lo siento, príncipe es que es muy bondadoso  –dijo sonriendo ampliamente avergonzando a Miroku.

 –solo recuerda tu lugar y no abras tus ojos debes dejarlos descansar.

 –como usted diga príncipe.

 –vámonos  –dijo escuchando la risita de Banryu mirándolo con mala cara, tomo la mano de Kouga y lo guio afuera.

 –príncipe  –lo llamo la voz de Kouga y miro sobre su hombro  –voy a estar eternamente agradecido con usted, si hay algo que pueda hacer por usted dígamelo.

 –¿incluso matar?  –pregunto el príncipe y Kouga se detuvo  –olvídalo.

 –lo haré.

Miroku miro la seguridad en el rostro de Kouga y el tono firme de cuando lo dijo.

 –me llego una carta de mi hermana diciendo que el príncipe Sesshoumaru vendrá y que este viene con un hechicero, una guerra comenzara por ese hechicero y sus mentiras, lo traeré a mi palacio… solo debes matarle mientras este solo, diremos que se le encontró haciendo magia negra por lo que fue eliminado.

 –no entiendo lo de la magia aun, pero está bien, lo haré… 

 –no es un juego, atácalo por la espalda y con sigilo…

 –¿de espalda?

 –de frente es muy peligroso y recuerda que debes estar bien para cuando llegue tu amigo…

 –sí, lo haré. Pagare mi deuda con usted con la vida de aquel hechicero  –dijo decidido.

 

No sabía cuánto tiempo había pasado pero su ante brazo le ardía aunque ya había memorizado los movimientos no perfectamente, pero podía recordar que venía después de cada uno, solo debía pulirlo. De algo le había servido estar de bailarín. De pronto escucho.

 –alerta, 1 –escucho de parte de Sesshoumaru e inconscientemente hizo el primer movimiento bloqueando la espada de Sesshoumaru.

¿en qué momento apareció tan cerca?

 –tres  –escucho y el cuerpo de Inu Yasha reacciono.

Uno a uno, los movimientos que le había enseñado Sesshoumaru con numerarlos los mezclaba para que Inu Yasha lo hiciera en un comienzo dejaba unos segundos para que Inu Yasha reaccionara, pero cada vez lo comenzó a hacer más rápido hasta que se detuvo. La espada de Inu Yasha había caído.

 –no está mal, tienes buena memoria y buenos reflejos. Solo debes pulirlos… no tienes un palo en las manos es una espada si no logras darle vida en tus manos aun con tu memoria y tus reflejos morirás.

 –¿cómo demonios los voy a pulir?

 –practicaras conmigo todo los días. Ya sabes las bases ahora solo te falta pulirte…

 –¿Qué demonios? ¿Qué bases?

 –no sueltes la espada, la espada puede bloquear y matar, pero es tu habilidad la que le da el potencial y la vida, tú puedes transformar la espada en algo inservible como un palo o…

 –en parte de ti  –termino diciendo…

Sesshoumaru volteo sacando la espada cortando en dos una fruta y más allá estaba Hakudoshi sonriendo con unas cuantas frutas.

 –jeee… como siempre un corte limpio  –dijo el joven.

 –Hakudoshi  –dijo molesto Sesshoumaru.

 –vamos, no se moleste señor Sesshoumaru solo le ayude a que él entendiera a lo que usted se refería.

Sesshoumaru volteo a mirar a Inu Yasha que miraba la fruta que estaba cortada en la mitad incluso el cuesco de en medio siendo que la fruta no era más grande que su palma ¿Cuánto tendría que practicar para hacer eso? En solo un instante giro desenfundo y corto por la mitad el fruto que le tiraron sin ningún aviso previo… eso ¿era posible?

 –ya es tarde  –dijo Sesshoumaru viendo que pronto atardecería  –ve a darte un baño  –le ordeno pero Inu Yasha parecía aun mirando la fruta  –Inu Yasha  –el llamado subió la cabeza aun maravillado de la proeza de aquel príncipe. No le disgustaba a Sesshoumaru esa mirada hacia él pero tenía que hacer que el chico no se sorprendiera con tan poco.

 –deja de estar embobado y ve a darte un baño.

 –¿Qué?  –dijo avergonzado y molesto  –quien esta embobado… me voy…  –comenzó a caminar a dentro del palacio viendo a Jaken  –cara de sapo prepárame un baño  –dijo molesto.

 –¡¿Qué te…?!  –Jaken no fue capaz de seguir al ver a Sesshoumaru en el patio que dejo salir un suspiro.

Sesshoumaru camino a su serrallo Kagome estaba sola tocando el instrumento de cuerdas similar a la lira de cinco cuerdas, al verle entrar dejo de tocar la triste melodía y se postro frente a él sin un sonido de su voz…

 –levántate Kagome  –le dijo y ella lo hizo  –no veo que estés con tu hermana.

 –Kikyo está dándose un baño, mi príncipe  –dijo sumisa  –y yo necesitaba pensar.

 –pensar  –repitió.

 –sí, en que he fayado… en que momento me creí su dueña cuando usted siempre fue claro de que no era de nadie, en que momento olvide que solo soy un adorno más en estas paredes.

 –¿desde cuándo piensas así?

 –la reina…

 –¿Por qué la escuchas?

 –porque ella también fue lo que nosotras somos, porque ella sabe lo que es esperar por un poco de cariño, porque ella sabe que es la lucha en un harem  –su voz se fue apagando, pero continuo  –pero cómo lucho contra algo que yo no soy… aquel chico tiene ventaja y… le envidio…

 –hablas de Inu Yasha como si te hubiera quitado algo, pero nada te ha arrebatado, en cambio tus acciones si…

 –príncipe… yo lo hice porque lo amo.

 –¿Cómo puedo confiar en ti, si le hiciste mal a tu propia hermana, si heriste a Kana y te uniste a mi enemiga?  –la chica bajo la vista tomando el peso de lo que había hecho.

 –yo… solo… quería…

 –mi valor para ti es tan grande que puedes sacrificar a aquellas que están a tu lado más que yo, pero al mismo tiempo tan bajo que puedes traicionarme hiriéndome ¿Dónde está el amor que me dices tener?  –los ojos de la chica se derramaron  –como lo dijiste debes pensar, pero debes comenzar a hacerlo antes de actuar Kagome.

Vio el asentimiento de la chica y siguió caminando llegando a la habitación de Kana entrando.

 –¿Cómo te encuentras?  –pregunto viéndola sentada en la cama.

 –mejor mi príncipe  –dijo con su voz de siempre y extendió a él el cinto que tenía el nombre de su hijo bordado con hilo de oro, lo doblo luego de verlo y lo introdujo en su túnica y comenzó a retirarse –príncipe…

 –descansa Kana…  –dijo tomando su sello que Kana había dejado en un mueble a su vista.

Ella guardo silencio mientras él salía, aun estaba molesto, aun si ahora la entendía no podía dejar de estar enfadado, de sentirse traicionado, el lugar que para él era su oasis fue envenenado por esa maldita víbora de la reina, se introdujo sigilosa y enveneno a sus ninfas transformándolas en simples arpías. Pero aun tenía algo que resolver y era quien les traía los mensajes de la reina, pues desde que había llegado ellas no habían salido del serrallo, entonces ¿Quién?

Al salir de su serrallo vio una cara que no había visto en esos días más que de pasada, siempre ocupado, siempre corriendo.

 –Byakuya  –lo llamo.

El chico se detuvo y se inclinó ante él tenía unas tablillas.

 –¿A dónde vas Byakuya?

 –a la biblioteca mi príncipe y llevo esta carta al rey  –dijo mostrándosela.

 –¿Quién te la dio?

 –la señorita Rin…

 –muéstrame las tablillas  –le dijo y él se acercó mostrando las dos que tenía en el otro brazo.

La carta de Rin solo era un recuento de las cosas que había hecho y que deseaba cenar con él la siguiente noche… otra era sobre la leyenda de su espíritu guardián y la otra…

 –¿Quién te dio esta?

 –la señorita Kagome, es para su padre…

 –¿Por qué no me lo dijiste?

 –porque ella me pidió que no dijera nada mi señor, mientras usted no pregunte yo…

 –¿has traído mensajes de la reina a este palacio?

 –sí, señor… no puedo desobedecer a la reina del imperio… solo soy un esclavo de guerra… yo…

 –lo sé… pero debes elegir un bando o ella o yo, Byakuya, pero no te preocupes que sé no elegirás al asesino de tu padre  –dijo devolviéndole la carta.

 Byakuya las presiono en su pecho y se fue corriendo, aun recordaba los gritos de su familia que se mezclaban con los de la ciudad como fue torturado su padre frente a él que se escondía en un viejo baúl que tenía las tablas cuarteadas, los gritos de su madre rogando se detuvieran, aun recuerda como lo sacaron de los cabellos cuando dieron con él lanzándolo en medio de sus padres muertos escapando de su lado choco con aquel príncipe que solo había permanecido ahí mientras sus hombres torturaban a su padre y madre… estaba seguro en ese momento que lo mataría de la misma manera, pero lo convirtió en el esclavo del rey que al saber que era alguien que sabía leer y escribir lo comenzó a utilizar de mensajero y su escriba.

Su espalda aun recuerda el látigo de las veces que en el viaje de regreso a ese imperio intento escapar, de los golpes y de haber estado amarrado como un perro en la tienda de ese príncipe. Le temía, pero solo por no saber aun usar su propio poder cuando fuese capaz de manejarlo, todo ese imperio moribundo se convertiría en desierto como Egip.

Miro los muros para entrar al palacio del rey y espero que le abrieran luego de llamar.

 

Sesshoumaru camino resignado, Kagome le había mandado a su padre la preocupación que sentía por la decisión que supuestamente significaba que elegía a Inu Yasha como su consorte. Ni siquiera podía reír por eso…

Entro a los baños encontrando a un Inu Yasha recostado con la cabeza y los brazos afuera en la orilla de aquel gran baño lleno de una dulce fragancia, Jaken parecía haber hecho un buen trabajo, en la orilla había una jarra, una copa y uvas, Inu Yasha tenía los ojos cerrados y sus mejillas y nariz un poco rojas su respiración parecía un tanto profunda. Sesshoumaru dejó caer su túnica y entro, sin ver que Inu Yasha reaccionara.

 –hey…  –nada obtuvo más que un pequeño movimiento, estaba dormido, dejo salir un resoplido sirviéndose en la copa y bebiendo se puso al lado  –borracho  –murmuro.

 –¿Qu…ién?  –escucho de Inu Yasha que arrastraba la palabra  –oye… ¿Por qué hay dos Sesshounmaru?

 –estas borracho ¿Cuánto tomaste?

 –no lo eshtoy cholo tome… dos o tresh… o cua…tro… o no las conte… jejeje…

 –es mejor sacarte de aquí… ven, vamos  –le ordeno.

 –no… yo no quiero… quiero… uuna másh  –dijo riendo Inu Yasha.

 –ni una más, ya estas borracho  –le dijo molesto.

 –no… hip… lo estoy… y esha es… mi coppa  –se estiro para quitársela pero solo cayo en encima de él botando la copa derramándose el contenido en el agua y la copa sumergiéndose en el baño ante la mirada de Inu Yasha que miro la cara de Sesshoumaru con molestia  –mirra… lo gue hicisste…

El aliento de Inu Yasha le declaraba que había bebido y mucho, los ojos somnolientos, su boca torpe y la falta de juicio, pues estaba encima de él sin ropa alguna tratando de regañarlo con sus mejillas rojas, el cabello mojado apegado a su cuerpo y aquella fragancia dulce mezclada con el aliento alcohólico que lo comenzaba a emborrachar a él.

 –si no te alejas te voy a besar y si no salimos de aquí y te pones ropa te voy a atacar  –no era cierto, pero haría el intento para que Inu Yasha reaccionara… un poco… aun estaba en sus cabales y ya se había dado cuenta de que tipo de incienso era el que había.

Sus labios fueron tomados por Inu Yasha, sorprendido por un momento sintió una lengua delinear sus labios provocándole tragar, aferro a Inu Yasha desde la cintura acercándolo más a él y dejando que esa juguetona lengua entrara a su boca, torpe sintió el beso de parte de Inu Yasha que chocaba sus dientes de vez en cuando, Sesshoumaru poco a poco comenzó a guiarlo en el beso hasta que tomo el adecuado ritmo dejándole degustar su interior a su placer, cuando Inu Yasha se alejó para tomar algo de aire Sesshoumaru tomo su cuello lamiéndolo y besándolo mientras las palmas de sus dedos dibujaban los músculos de la espalda de Inu Yasha.

 –mmm…  –escucho salir de la garganta de Inu Yasha dándole un extraño escalofrío.

Bajo por su pecho y se apodero de uno de sus pezones provocando la espalda de Inu Yasha se encorvara teniendo que soportar su peso, los brazos de Inu Yasha lo tenían abrazado mientras que por las sensaciones dejaba que salieran libres suspiros de placer…

 –mmm… yo… esto… se siente extraño…  –escucho Sesshoumaru de quien tenía entre sus brazos.

Sesshoumaru sostuvo la jarra de vino y bebió del contenido, recostó a Inu Yasha en la orilla.

 –solo estas borracho Inu Yasha…

 –bo…rra…cho  –dijo mirando aturdido al príncipe que lo miraba con aquella mirada que él no podía comprender.

Sesshoumaru miraba el cuerpo desnudo de Inu Yasha y le sorprendía encontrarlo hermoso, aun cuando era un chiquillo con una erección, provocada por él o por la embriagues del chico y el incienso, pero él mismo comenzaba a tener una por solo mirarlo.

 –déjame embriagarme también Inu Yasha  –dijo vertiendo el vino en el cuerpo de Inu Yasha para luego comenzar a lamer su pecho, y comenzar a bajar a su estómago bebiendo de su ombligo el vino que había quedado, lamia y besaba lentamente cada rincón escuchando los suspiros que se escapaban de la garganta de Inu Yasha.

Tomo el miembro de Inu Yasha comenzando a masajearlo mirando las reacciones que tenía, aquellos ojos ámbar que lo miraban mostraban la lujuria que sentía en ese momento, el miembro de Sesshoumaru palpitaba en su ropa interior, de pronto Inu Yasha lo empujo sentándose en sus piernas palpando la hombría de Sesshoumaru arrancándole un gruñido bajo, dejo que Inu Yasha le quitara con torpeza el taparrabos, pero los ojos de Inu Yasha jamás se alejaron de los suyos provocando en él una sensación extraña acerco a Inu Yasha más a él tomando los dos miembros pues las caricias de Inu Yasha solo lo estaban desesperando, besaba el pecho y el cuello de Inu Yasha, siendo rodeado por aquellos brazos que le trasmitían un calor confortable, la dulce fragancia de Inu Yasha inundaba sus fosas nasales provocándole delirios de placer, tomo la boca de Inu Yasha ahogándose en el placer dejando que su esencia y la de Inu Yasha se mezclaran en el agua, la cabeza de Inu Yasha descanso en su hombro y él lo abrazo enterrando su nariz en el cuello de Inu Yasha como si tratara de memorizar esa fragancia mientras hacía que su corazón y respiración se calmaran.

Los brazos de Inu Yasha cayeron a sus lados y la respiración del muchacho se volvió profunda se había quedado dormido. Después de todo estaba borracho que podía esperar…

Lo recostó en la orilla mientras él se ponía una tela en la cintura cubrió a Inu Yasha con otra tela y salió del baño con él en brazos, ahora no podría desmentir los rumores.

 –a… amo bonito  –escucho a Jaken.

 –sígueme Jaken  –dijo y siguió su camino.

Las puertas de la habitación que ocupaba Inu Yasha se abrieron.

 –pon telas en la cama  –le ordeno a Jaken mientras tenia a Inu Yasha en brazos.

 –sí, amo bonito  –lo hizo lo más rápido que pudo y con solo una mirada entendió que era un “lárgate” dejándolos solos.

Sesshoumaru lo puso encima de las telas y comenzó a secarlo, su cabello, su cuerpo, había tenido cuidado de no dejarle marcas pues no quería después escuchar reclamos por ellas, una sonrisa se puso en sus labios al imaginárselo, Inu Yasha estaría completamente rojo reclamándole sin saber cómo decirle o evitando el nombrarlo. Comenzó a ponerle la túnica cuando fue abrazado…

 –hey, no puedo ponerte la túnica así  –le susurro jalando un poco la ropas para cruzarla en frente y amarrarla en un costado  –no puedes dormir así Inu Yasha…

 –…mmm… Kouga…

Apenas escucho el nombre se alejó de Inu Yasha ¿Cómo lo había llamado mientras lo estaba abrazando? Su sangre burbujeo, todo su cuerpo se tensó en malestar empuño sus manos tratando de contenerse, Inu Yasha dormía profundamente. Sesshoumaru abrió las puertas de golpe asustando a los guardias a los costados que solo lo vieron alejarse, cerraron las puertas y se miraron el uno al otro ¿Qué demonios había pasado?

 

La mañana llego y los rayos del sol golpearon su rostro…

 –ugh… mi cabeza…  –se quejó alejando sus ojos de los infernales rayos de luz.

Su cabeza la sentía que le estallaría… no recordaba como volvió a la habitación solo que parecía que se quedó dormido en el baño la vergüenza le subió al ver las telas, al pensar en la posibilidad de que Sesshoumaru lo hubiera traído en tan estado lamentable… recordaba haber soñado cosas pero no recordaba nada, más que cuando Kouga lo cambiaba y le decía “no puedes dormir así Inu Yasha te enfermaras” pero solo había sido un sueño… la tristeza apretó su pecho quería saber cómo estaba Kouga. Se ordenó e iba a salir y pedirle al príncipe le dejara verle… se estaba comportando bien por lo que no podía decirle que no, con eso en mente se acercó a la puerta que se abrió dejando ver al príncipe, pero por alguna razón que no lograba entender sentía en la mirada la misma hostilidad o tal vez mayor que cuando recién se conocieron.          

 –apresúrate y sal al patio  –fue la orden de Sesshoumaru antes de irse.

¿Qué demonios había pasado?

Notas finales:

bueno lo dejo hasta aquí...

nos leemos!!


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