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A los pies del heredero. por Cam Rams

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7

 

Inu Yasha y Sesshoumaru ingresaron a los jardines, el verdor de sus suelos, las riquezas de sus árboles. Inu Yasha miraba con asombro el lugar, pues de donde él venía no había tanto verdor, tanta vida natural, solo pudo ver algo así en las películas que vía, en las fotos de quienes le contaban de las praderas de Irlanda, de los bosques de Inglaterra, pero nunca pudo estar así. Sonrió ante la idea que Kouga estaba en un lugar de tal hermosura, sin embargo el recuerdo de los ojos de su amigo lo hizo fruncir el ceño.

Miro el camino dándose cuenta de que parecía arena, aun así, el sonido al caminar el caballo y los soldados era como si fuese sólido, los que iban frente a ellos no dejaban huella alguna y ligeramente parecía reflejarse en aquella rara arena.

Sesshoumaru mantenía la vista al frente, pero veía como Inu Yasha observaba el lugar, quizás buscando a aquel sujeto o con asombro. Lo había dejado ponerse adecuadamente en el caballo, para que mirara al frente y se sujetara del crin del caballo, ahora Inu Yasha parecía mirar el suelo descuidando su postura y hasta olvidando que sus piernas estaban rosándose con las del príncipe, seguramente por estar entretenido mirando el lugar. El recuerdo de aquel Inu Yasha convertido en una bestia vino a su mente. Aun tenía muchas preguntas acumulándose en su cabeza, pero no era capaz de hacerlas en voz alta. Tal parecía Inu Yasha no recordaba nada, podía ser que Inu Yasha no supiera de esa transformación, ese tal Kouga acaso ¿lo sabría? Estuvo alguna vez con Inu Yasha cuando se transformó ¿Cómo lo calmo? El recuerdo de como él lo calmo lo molesto, apretando las riendas hizo que el caballo corcoveara una vez provocando a Inu Yasha tirarse para atrás apoyándose por completo en él dando un pequeño quejido, el caballo se detuvo e Inu Yasha volteo para reclamarle encontrándose con la cara molesta del príncipe a unos centímetros y volvió la cara.

 –¿Qué demonios te pasa?  –susurro por lo bajo.

 –solo guarda silencio  –dijo sin más.

El caballo volvió a andar acercándose a la entrada del palacio. Las puertas fueron abierta y detrás de ellas el príncipe vio a quien reconocía como el chambelán de Miroku, un hombre bajo y algo regordete, con la cabeza gacha y las manos dentro de la túnica mostro sus respetos hacia el príncipe de las tierras hermanas antes de acercarse a él.

 –Príncipe del gran imperio Hitit, le doy la bienvenida de parte del príncipe Miroku, y me alegra informarle que el rey Setsuna ha preparado una fiesta en su nombre.

 –por ahora quiero asearme, Hashi.

 –oh, claro mi señor  –dijo el hombre haciendo una reverencia  –pediré a las doncellas que lo asistan…

 –¿doncellas?  –murmuro Inu Yasha, de alguna manera la palabra le llamo la atención para él esa palabra representaba la las damas de la edad medieval y la idea de ver una de alguna manera lo emocionaba.

 –no lo necesito  –fue la respuesta de Sesshoumaru al ver la sonrisa en los labios de Inu Yasha  –tengo aquí a quien me atienda  –dijo acercando la cara a la de Inu Yasha susurrándole –no muestres interés por prostitutas niño.

Inu Yasha apretó las manos entre avergonzado y molesto. Sesshoumaru había sentido el deseo de conocer a las doncellas, estaba seguro que era curiosidad, pues aquella expresión que mostraba le decía que no sabía que eran prostitutas; no dejaría que asistieran a Inu Yasha en el baño.

Sesshoumaru bajo del caballo mirando al enfurruñado Inu Yasha que murmuraba lo odioso que era, una sonrisa leve se formó en sus labios siendo visto por el chambelán. Inu Yasha estaba demasiado molesto al sentirse burlado por ese arrogante príncipe, noto el movimiento del caballo, pero no le presto más atención, no, hasta que sintió que alguien lo sujeto de la cintura alzándolo, entre la sorpresa y la molestia iba a luchar, agarro las muñecas de quien lo levanto sacándolo del caballo que se había agachado, pero no fue capaz de decir nada, como si fuese una pluma Sesshoumaru lo estaba alzando mirándolo directamente a los ojos.

Sesshoumaru lo alzo con deseos de reírse del sorprendido chico, sin embargo cuando los ojos de Inu Yasha fueron tocados por la luz del sol vio los trazos de oro en esos ojos ambarinos, por alguna razón deseo seguir mirándolos y bajo lentamente a Inu Yasha solo hasta que sus rostros quedaran cerca el uno del otro. Ninguno pudo formular pensamiento alguno solo se perdieron en el reflejo de los ojos del otro.

Una tos hizo a Sesshoumaru desviar la vista hacia la entrada donde Hachi se cubría la boca para toser, Inu Yasha se empujó para alejarse avergonzado aun si no entendía qué había pasado. Fue soltado por Sesshoumaru, que comenzó a caminar y con solo una mirada le indico que le siguiera, incomodo lo siguió a unos cuantos pasos por detrás no era capaz de verle la cara.

Fueron guiados a una habitación para que esperaran a que los baños estuvieran adecuadamente preparados para satisfacer al príncipe del imperio hermano. Sesshoumaru no miro a Inu Yasha pero estaba atento a cada sonido  que venía detrás de él mientras recorrían el pasillo hacia el interior. Los colores azul y dorado predominaban en las murallas la claridad que venían de los altos techos provenían de lo que parecía jarras repletas de agua que habían en los pilares que parecían salir de las murallas. Inu Yasha se dejó llevar por la curiosidad acercándose a uno de los pilares y tocando su superficie se dio cuenta de su humedad. A pesar que todo estaba cerrado parecía estar bien iluminado y podía decir dentro de ese palacio era fresco, aun confundido volvió a donde estaba Sesshoumaru esperando abrieran las puertas de la habitación.

Entro Sesshoumaru e Inu Yasha entro después. La habitación era amplia y los muebles parecían de piedras pulidas y suavizadas por la corriente del rio, el tercio pelo teñido de morados y azules forraban los cojines y muebles de descanso, jarras de vino y frutas fueron entradas por criadas que mantenían la vista gacha y casi por completo cubiertas. Salieron y Hachi hizo una reverencia hacia Sesshoumaru diciendo.

 –llame si necesita alguna cosa, príncipe Sesshoumaru.

Sesshoumaru sabía que la noticia de que le habían devuelto el título de príncipe se difundió rápidamente por lo que no le extrañaba, ni que lo llamaran así, ni la dichosa fiesta por su llegada que antes jamás ocurrieron.

 –solo ven una vez el baño esté listo.

 –como lo desee, su alteza  –se inclinó más y salió cerrando la puerta.

Inu Yasha miraba por la ventana hacia el jardín viendo que por la orilla un pequeño riachuelo corría por lo que asemejaba a una canaleta.

La mirada perdida de Inu Yasha atrapo la vista de Sesshoumaru, podía decir que debía estar pensando en aquel sujeto. La imagen de aquellos ojos iluminados por los rayos del sol apareció fugazmente en su cabeza, aquel ámbar que al sol parecían tomar un color cristalino lo habían cautivado, perdiendo noción de todo, dejo salir un suspiro y se dirigió a donde estaba el vino en el mueble tomando una copa y sirviéndose.

 –aquel se supone esta con Miroku  –Inu Yasha al escuchar la voz volteo mirándolo de espalda antes de que volteara  –asique, si está aquí lo veras en la fiesta.

Por algún motivo sentía que la voz de Sesshoumaru era más molesta de lo usual, y aun que le costó entender de que hablaba, al hacerlo se acercó a él.

 –lo dices… ¿enserio?

Aquella sonrisa y esos ojos iluminados por saber de ese sujeto solo provocaban en Sesshoumaru una molestia mayor.

 –deja de ser tan escandaloso.

 –¿eh?… ¿qué de…?

No alcanzo a terminar cuando Sesshoumaru lo atrajo a su pecho y dio la espalda a la puerta solo un segundo sacando el látigo de su espalda que era cubierta por la capa y al volver hacia la entrada, atrapo la garganta de quien entro, teniendo a Inu Yasha detrás de él.

 –¿Qué haces aquí?

 –po…dría… soltar…me

Inu Yasha estaba sorprendido, no había escuchado la puerta abrirse, el movimiento de Sesshoumaru había sido tan rápido e inesperado que se sentía completamente perdido. Frente a ellos un hombre con ojos rojos, parecía tener la altura de Sesshoumaru o quizás unos pocos centímetros más, casi imperceptibles, sus túnicas eran oscuras casi negras como su cabello que ondeaba detrás de un joven que estaba siendo asfixiado por el látigo del príncipe de Hitit. El aura oscura y dominante de aquel desconocido hizo que Inu Yasha se pusiera alerta ¿Quién era ese sujeto? Los ojos se cruzaron con los de Inu Yasha.

 –oh, Sesshoumaru… no, ahora es príncipe Sesshoumaru… solo vine a saludarte y felicitarte por tu… ¿Cómo debería decirlo? Reintegración…, quizás, a tu merecido estatus, porque tengo que disculparme, no asistiré a la fiesta que el rey dará para ti.

 –no me interesan la felicitaciones de un sujeto como tú  –el tono del príncipe mostraba el desagrado que tenía por ese sujeto que ha dicho comentario solo sonrió.

 –hablando de otra cosa. Veo que no está con aquel sirviente tan molesto suyo así que no se trata de asuntos oficiales, pero su compañía es muy interesante ¿su juguete?.

La mirada que le dio a Inu Yasha hirvió la sangre de Sesshoumaru que soltó el látigo del cuello del sirviente que estaba ya arrodillado con intención de golpear a Naraku.

Un escalofrío recorrió la espalda de Inu Yasha y salió al lado de Sesshoumaru con la mirada fija en el visitante.

 –¿Quién te crees?  –la mano de Inu Yasha fue a la espada en su cinto.

Ambos, príncipe y visitante se dieron cuenta, el visitante sonrió, pero antes de que Inu Yasha sacara la espada Sesshoumaru tapo la visual de Inu Yasha al ponerse frente a él y de una bofetada bajo la vista de Inu Yasha a un costado.

 –oh…  –exclamo el visitante como si le hubieran quitado diversión.

 –Lárgate  –dijo Sesshoumaru volteando donde el visitante  –lárgate mientras aun te lo estoy pidiendo Naraku.

Por un momento la sorpresa apareció en el semblante de Naraku antes de sonreír sutilmente y salir de la habitación. Había escuchado rumores volar sobre que Sesshoumaru estaba bajo el embrujo de un hechicero, pero fuera por embrujo o por otra cosa había encontrado algo interesante que podría ocupar, tal vez en un futuro, pues jamás había visto ese odio en la mirada de Sesshoumaru, quizás alguna similar cuando Kagura murió. No, lo recordaba bien, en esa ocasión su mirada para él fue de decepción o incluso de dolor.

 “ese niño… se parecía a esa mujer… pero es imposible esa mujer fue sacrificada frente a los ojos del espíritu por haber matado a la reina y casi matar a uno de los príncipes. No puede estar viva, ni mucho menos tener hijos”.

 

Sesshoumaru fue donde el sirviente e hizo que se largara, cuando volteo…

 –¿Qué demonios…?

 –¿Por qué ibas a sacar la espada? 

 –¡Ese imbécil me insulto y tú…!

 –¡¡te salve la maldita vida!!  –lo corto. Inu Yasha iba a responder pero el príncipe continuo  –te lo dije, nadie alza la espada contra un miembro de la familia real sin ser castigado por ello, ningún plebeyo mira a los ojos a un noble sin temer que se los arranquen  –le recordó mirándolo directamente a esos ojos molestos. Su mano se dirigió a la mejilla de Inu Yasha, pero se detuvo.

 –tú…

 –yo no puedo protegerte si haces estupideces, ahora tengo el título de príncipe y mi voz es mayor que la de los nobles, pero no ante un rey.

 –¿un rey?

 –ese sujeto, es el rey de Minni, recuérdalo y ruega no lo veas nunca más, porque ese infeliz es capaz de ver a su hermana morir sin cambiar la expresión de su rostro y luego hablar con su asesino como si nada.

Un frío hizo que los cabellos de la nuca de Inu Yasha se alzaran al escucharlo…

 –aun… así…  –la voz de Inu Yasha fue débil al entender, estaba enojado y deseaba golpear a Sesshoumaru e ir por aquel sujeto y simplemente deshacerlo a golpes.

 –príncipe  –se escuchó tras unos golpes.

 –¿Qué ocurre?

 –el baño está preparado  –dijo la voz de un sirviente.

 –bien  –miro a Inu Yasha  –ven conmigo.

 –yo te esperare aquí –dijo dando un paso hacia atrás.

 –Naraku debe seguir por aquí…

 –no le tengo miedo  –reclamo Inu Yasha.

 –ese es el punto  –lo tomo del brazo y le dijo –o caminas por tu cuanta o te arrastro hasta ahí…

La mirada de Sesshoumaru le dijo que no era una sugerencia, pues cuando dijo “o te arrastro” el semblante de aquel príncipe se oscureció casi como si dijera “si te tengo que arrastrar te lo haré pagar”

 –caminare  –dijo a regañadientes.

 –bien, vamos.

 –espera  –dijo al ver que Sesshoumaru comenzaba a caminar  –suéltame…

Sesshoumaru miro a Inu Yasha y luego la muñeca que tenía sujeta.

 –no, no quiero que te escapes.

 –no lo haré…

 –camina  –dijo jalando un poco y dando por terminada la discusión.

 –demonios  –farfullo Inu Yasha comenzando a caminar.

En los pasillos podía escuchar murmullos de los sirvientes y nobles que circulaban, no podía entender que decían, pero era capaz de imaginarlo, debía ser algo similar a lo que paso en el palacio de Sesshoumaru.

Sesshoumaru caminaba con la frente en alto como si no le molestara nada, Inu Yasha no podía entenderlo. Por el rabillo del ojo derecho vio una sombra… deteniéndose.

Sesshoumaru al sentir que se había parado lo miro por sobre el hombro, parecía sorprendido mirando hacia uno de los pasillos, un paso le hizo ver que quería ir hacia ese lugar, no tenía que ser adivino para poder imaginarse porque. Jalo su mano haciéndolo volteara a él.

 –espera… él esta…  –comenzó a decir Inu Yasha.

 –no hagas estupideces  –le susurró al oído  –si corres a él y hacen algo estúpido tendré que matarlos.

Más que las palabras y el tono en que el príncipe había hablado, fue la mirada lo que le dijo a Inu Yasha que no mentía. El escalofrío que recorrió su espalda lo hizo respirar profundamente. Quería correr a donde Kouga y sabia él lo abrazaría e incluso quizás… lo besaría… dio una última mirada al lugar antes de ser jalado por Sesshoumaru que retomo el camino al baño.

El baño era amplio, el lujo era evidente, enredaderas subían por los pilares que dejaban ver más allá un jardín a través de unas telas que se mecían por el viento. El aroma floral inundaba el lugar. Una sombra llamo la atención de Inu Yasha que estaba en uno de los pilares, alguien estaba ahí… ¿Quién era?

El sonido de una pesada tela le llamo la atención desde detrás de él, giro con la intención de decirle a Sesshoumaru sobre esa persona, pero al girar se topó con el príncipe a un paso de él.

 –¿Qué?  –salió su voz casi en un hilo, estaba casi desnudo si no fuese por el tapa rabos.

 –solo pórtate bien mi lindo Inu Yasha  –dijo con una sonrisa viendo la cara de desagrado de Inu Yasha por sus palabras y se acercó a su oído mientras sus manos fueron a su cinto y le murmuro  –solo sígueme el juego y compórtate… haré que se vaya.

Las manos de Sesshoumaru deshicieron el cinto y lo dejaron caer, por el rabillo del ojo pudo ver la vergüenza de Inu Yasha sacándole una sonrisa. La túnica manga larga se comenzó a abrir al ya no estar sujeta con el cinto, las manos de Sesshoumaru se introdujeron rosando la piel de Inu Yasha que le tomo las muñecas mirándolo algo perdido y avergonzado.

Sesshoumaru beso la frente de Inu Yasha y le susurro.

 –todo estará bien, Inu Yasha.

Aun si no entendía a qué se refería ese príncipe al decirle eso, soltó sus manos dejando que Sesshoumaru lo despojara de la túnica bajando los brazos y sintiendo las manos de ese príncipe acariciaba su pecho hacía sus hombros y bajaba por sus brazos susurrándole.

 –voy a cuidar de ti hasta que te devuelva a tu hogar, confía en mí  –volvió a besar su frente de forma suave provocando que Inu Yasha cerrara los ojos.

La túnica cayó dejando a Inu Yasha solo con el tapa rabos, comenzó a ser guiado por Sesshoumaru a la tina que estaba como en el palacio de Sesshoumaru en el suelo, comenzó a entrar viendo a Sesshoumaru ya estaba adentro, miro de reojo si aun estaba la sombra pero Sesshoumaru lo jalo a él provocando que se tuviera que afirmar de su pecho para no caer y antes de que pudiera reclamar le susurro.

 –no le prestes atención… no es una persona solo es la sombra  –lo abrazo acercándose más a su oído  –solo sigue como hasta ahora Inu Yasha y estará todo bien… deja que en agua te cubra hasta los hombro  –dijo caminando teniéndolo abrazado  –no te alejes de mí y no alejes tu rostro con eso bastara.

 –¿Por qué?

 –hice que entraras por la puerta de los nobles y el rumor se expande de que te trato como mi… persona amada.

Inu Yasha al escucharlo quiso alejarlo pero Sesshoumaru lo abrazo con fuerza, el agua a su alrededor se comenzó a mover.

 –escúchame  –le seguía hablando en tono bajo  –si ahora descubren que no es así harán que te aleje, te harán ir con la servidumbre y…

 –lo prefiero  –murmuro aun haciendo fuerza.

 –¿por tu amigo?  –preguntó molesto sin dejar que se alejara  –eres más estúpido de lo que pensé ¡ugh!  –un quejido salió de su garganta al Inu Yasha jalar su cabello con fuerza.

 –Ahg!  –Inu Yasha sintió sus costillas ser apretadas con más fuerza  –es… espera… ugh…

 –¿te portaras bien?  –le susurro sintiendo la mano que sostenía su cabello lo soltaba.

Sesshoumaru no podía evitar ser consciente de la piel de Inu Yasha apegada a él, soltó un poco el abrazo sin dejarlo que se alejara, Inu Yasha dejo salir un suspiro en su oído al sentir sus costillas fueron liberadas de la presión.

 –¿Cuánto estaremos así?  –pregunto al sentirse incomodo de estar piel con piel con el príncipe.

 –solo un poco más… Inu Yasha  –la voz susurrante del príncipe le dio un escalofrío, las manos de Inu Yasha estaban en los hombros y trataba por todos los medios de no verle, aun cuando sus costillas estaban libre de presión sentía era difícil respirar al estar así. La respiración de príncipe era relajada y golpeaba su mejilla. El agua estaba en un constante vaivén que Sesshoumaru provocaba al moverse un poco. Disimuladamente miro a donde estuviese antes la sombra y no la vio… volteo al oído de Sesshoumaru y susurro.

 –ya no está…

Sintió un pequeño temblor que venia del príncipe y se topó con los ojos dorados del príncipe, que lo miraba con intensidad.

 –yo…

Sus labios fueron tomados sin permiso y fue sumergido.

Sesshoumaru quedo hincado y con un sorprendido Inu Yasha sentado en sus piernas mientras le daba de su oxígeno. Miro para arriba sin soltar a Inu Yasha viendo grullas de fuego. Sabía quién era… tomo el tapa rabos de Inu Yasha y comenzó a desenrollarlo, pero Inu Yasha se reusaba y negaba con la cabeza, el entre cejo de Sesshoumaru se frunció y comenzó a sacar el propio sosteniendo a un Inu Yasha de la cintura con una de sus manos.

Inu Yasha quiso salir al sentir la desnudes del príncipe en su trasero avergonzándolo en gran medida, Sesshoumaru estiro la tela haciéndola ondear en el agua con la mano que no tenía sujetado a Inu Yasha evitando que se escapara, pero Inu Yasha ya comenzaba a tener problemas con aguantar la respiración y él los comenzaba a tener al Inu Yasha estarse retorciéndose arriba de él. Puso la tela arriba de su cara y soltó el aire que le quedaba dejando una burbuja en medio de la tela y la vio como subía mientras él se llevaba a Inu Yasha a la orilla.

Cuando la tela toco la superficie, las grullas de fuego cayeron a ella en picada, aprovecho para sacar a Inu Yasha, lo cubrió con su capa y fue contra las grullas que quedaban, solo armado con su látigo que tenía bajo la capa, al estar a la orilla de la tina con un rápido movimiento golpeo el agua produciendo que la superficie se alzara en una ola, mojando a las grullas, una iba a escapar pero el látigo atravesó el pecho de la grulla en llamas apagándola. Cuando el látigo volvió tenía atravesado una grulla de papel. Inu Yasha había quedado hipnotizado por los elegantes y poderosos movimientos de aquel príncipe.

 –¿Qué fue…?  –no pudo decir más al príncipe estar caminando a él completamente desnudo obligándolo a desviar la cara.

 –solo un intento de la reina por matarnos  –dijo mirando la grulla de papel.

Su mirada se dirigió a un rojo Inu Yasha que miraba a un lado tapándose con su capa.

 –no te sorprendas con tan poco niño  –dijo recogiendo la tela y cubriéndose.

 –no soy un niño… yo…  –reclamo pero no era capaz de ver a donde estaba Sesshoumaru.

 –seguirás así  –dijo ingresando a la tina y comenzando a limpiar su cuerpo  –¿no te darás un baño? Ahora nadie vendrá.

Inu Yasha miro a Sesshoumaru y aun tapado comenzó a ingresar… quedando a unos metros de él.

 –¿Quién era el de la sombra? ¿Por qué nos atacó?

 –el dueño de esa sombra no es quien nos atacó. Ya te lo dije fue la reina… estos son conjuros.

 –¿conjuros?  –pregunto Inu Yasha tomando una de las gruyas de papel que flotaban mojadas y manchadas, pero las llamas no le habían hecho nada.

 –se hace la grulla con el papel y se rocía con sangre de algún sacrificio, entre más inocente el sacrificio, más fuerte es la llama.

Inu Yasha miro al príncipe limpiaba su cabello, sin importar cuan molesto lo creía no podía decir que no lo encontraba atractivo.

 –¿seguirás mirándome sin asearte?  –lo molesto Sesshoumaru haciendo que Inu Yasha volteara y comenzara a limpiarse.

Los ojos de Sesshoumaru se mantuvieron en los hombros descubiertos de Inu Yasha que alzo su cabello para limpiarlo, aquel cuello…. El recuerdo de lo que había pasado cuando Inu Yasha se emborracho vino a su cabeza haciéndolo voltear. Era consciente de que esa atracción sería una muy mala jugada si crecía más, pues llevaba a ese chico a la muerte, si quería salvar a su país y a aquellas tierras debía hacerlo. Tenía al portador del collar. La probabilidad de despertar al espíritu y que este no los mate a ambos era ínfima, por lo que él iba preparado para morir. Esa misma atracción que sabía que ese chico también la tenía era lo que podía tratar de controlarlo o en su defecto, y como lo había estado haciendo, usar a su… amigo…, era molesto valerse de ese tipo de cosas, pero era lo único que le aseguraba que Inu Yasha siguiera sus órdenes… o al menos fuera un poco obediente, sonrió pues aun así era difícil que este chico obedeciera de buena gana. Bajo su cabeza, hundiéndose por completo tocándose los labios, había deseado besarlo cuando le paso aire en el momento que sintió a las aves. No se había percatado de ellas hasta que el calor fue acercándose demasiado y su cuerpo reacciono hundiéndose, ese beso se transformó en un traspaso de oxigeno sin que Inu Yasha se diera cuenta de la verdad, no obstante estando abajo un deseo se propago en su cuerpo y aun ahora debía controlarse. Emergió y no pudo ver a Inu Yasha, lo busco con la mirada y escucho un tarareo. Lo vio sentado en la esquina a su espalda con su capa empapada en su cintura solo cubriendo hasta la mitad de sus muslos, una pierna aun estaba en el agua y la otra apoyada en la orilla, el cabello apegado a él como si lo estuviera abrazando, tenía los ojos cerrados y comenzaba a secarse. No pudo evitar pensar que se veía hermoso.

 –¿Qué miras?  –dijo despectivo a Sesshoumaru mientras se comenzó a amarrar el cabello en un moño improvisado.

Sesshoumaru dejo salir un pesado suspiro y comenzó a salir. La tela mojada estaba transparentada, con parsimonia tomo otras telas y comenzó a secar su cuerpo sintiendo la mirada furtiva de Inu Yasha sacándole una diminuta sonrisa.

 

Kaguya al ver que las grullas de papel que Byakuya había hecho para manejar a las que envió donde Sesshoumaru se incendiaron supo que su plan había fallado. Lanzo una fuente al suelo con rabia haciendo que Byakuya se encogiera un poco y dejara salir un leve suspiro, no era la primera vez que tenía ese tipo de comportamiento y para él ciertamente solo era una mujer loca de la cual estaba aprendiendo el arte de la magia. Era muy bueno en ocultar lo que sentía, solo no podía hacerlo frente a quien fue el que estaba mirando como mataron y torturaron a su padre, ese príncipe que solo se limitó a ver, a él mismo le molestaba fallar en su cometido, pero él no haría con semejante plan tan estúpido contra el príncipe Sesshoumaru.

 –¡¡ese malnacido de Sesshoumaru!!  –vocifero la reina.

 –¿Qué hará ahora?  –pregunto levantando la fuente de oro del suelo.

 –no le pierdas de vista. Me haré con ese collar y dominare a esa bestia, así mi hijo y yo seremos quienes gobiernen el imperio más poderoso.

Aseguro cubriendo en un movimiento su cuerpo con la capa antes de comenzar a salir de aquel subterráneo dejando a Byakuya.

Byakuya miraba el recipiente y tiro en el un poco de tierra enturbiando el agua un poco y en aquella turbias aguas comenzaron a verse el rostro de Inu Yasha y de Sesshoumaru. Parecían caminar quizás a la habitación que antes habían estado.

 

La sombra que había estado mirando a Sesshoumaru e Inu Yasha tenía una gemela que había estado proyectando lo que veía.

 –creo que esto será más difícil de lo que creí  –dijo el hombre que había estado con Kouga enseñándole el uso de la espada.

 –¿Qué ocurre Takemaru?

 –Kouga no seas insolente  –dijo Miroku ante su maestro.

 –está bien, príncipe Miroku, yo se lo he permitido.

Kouga aun estaba con las vendas puestas, pero estaba un poco nervioso… se repetía a sí mismo que era imposible, pero la idea seguía rondando su cabeza.

 –hace un rato ya que te veo extraño. Si es por  matar al hechicero…

 –no es eso  –dijo sobándose los ojos por encima de las vendas  –, es solo que… tengo la sensación de que Inu Yasha está cerca… pero…

 –Banryu te dijo que vendría con alguien que te desearía muerto; es imposible que nadie te aborrezca a ese punto… no conoces a nadie… hoy conocerás a muchas personas, quizás esta noche conocerás a quien te llegue a odiar…

 –lo sé… solo… no puedo sacármelo de la cabeza, creo que es mi deseo de verle…  –termino de decir, era imposible.

 –bueno  –dijo Takemaru que vio la cara molesta de Miroku  –por ahora repasemos lo que harás en la fiesta Kouga.

 –seré el guarde espalda del príncipe Miroku  –dijo aclarando que lo sabía.

 –sí  –dijo Takemaru  –pero recuerda que te tendrás que comportar a la altura.

 –lo sé…

 –y no te dejes engañas por el brujo… ellos pueden jugar con nuestras mentes tratando de que caigamos a sus pies. Es mejor si no crees nada en lo que diga… este brujo debe tener un gran poder para haber cautivado a ese nivel al príncipe Sesshoumaru.

 –eso es seguro  –secundo Miroku  –Sesshoumaru jamás había sido así…  –dijo al recordar lo que la sombra había proyectado.

Miroku al escuchar los quejidos de lo que a todas luces era un encuentro carnal pidió deshicieran la sombra. Kouga por su parte nada vio y su cabeza estaba demasiado ocupada como prestar atención a lo que fuese que estaban haciendo el príncipe Miroku y Takemaru.

 –Kouga, la fiesta va a suceder al anochecer y para ese entonces todo debe haber finalizado  –dijo Miroku.

 –así será  –dijo confiado.

 –recuerda que no es un juego.

 –bien. No creeré nada del brujo y atacarlo por la espalda para evitar sus poderes ¿no?

 –así es  –respondió Miroku.

 

Rin estaba cubierta con las ropas harapientas y su rostro con tierra, era seguida por Kohaku que con su hoz en la cintura junto con una bolsa amarrada en su cinto y descalzo caminaba en silencio. Rin le había ensuciado un poco la cara, brazos y piernas. Llevaba una carreta cubierta con telas desgastadas que era jalada por un caballo imponente de crin verdosa, el caballo de su padre, y a quien se le acercaba le daba algo para comer y seguía caminando. Una bolsa de maltratada tela era presentada a las mujeres y dentro encontraban raciones de comidas, lo suficiente para tres días en normales situaciones en una familia de dos o tres personas, pero a ellos eso les duraba una semana e incluso más. Solo la primera vez que fue Rin estuvo a punto de ser vendida, pero Sango la salvo y advirtió a las mujeres que no la tocaran, pues era la hija de la sacerdotisa del viento.

Aquella que después de que el espíritu fuese sellado y el rey traicionado fue elegida como la sacerdotisa, fue encerrada para que rezara y así la ira del espíritu no cayera en la tierra, pero aun si estuvo encerrada dos años las plantas comenzaron a morir, y ella salió… muchas veces fue castigada, por el perro guardián de los Taisho aun cuando ambos eran aun unos adolescentes. Kagura robaba vestidos y se los llevaba a quienes perdían sus tierras. Daba alimentos a quienes no lo tenían y al recibir su castigo solo sonreía y decía “en cuanto me recupere lo haré de nuevo, esta es mi única libertad”

Pronto los aldeanos la vieron acompañada por quien parecía ser un noble. Por ello todas la veneraban como si fuera la misma sacerdotisa del viento. Que con su canto provocaba que las aves bailaran en el azul del cielo.

 –allá esta la casa de Sango  –dijo contenta la niña.

Pero Kohaku se detuvo junto con el caballo. Rin volteo.

 –¿Qué ocurre? ¿no quieres ver a tu hermana?  –pregunto la princesa.

Kohaku miro el suelo en respuesta.

 –entonces… si quieres quédate con A-un, yo volveré enseguida ¿bien?  –el asintió  –A-un cuida de Kohaku ¿sí?  –Rin acaricio al caballo, que aunque no la dejaba montarlo cuando no estaba Sesshoumaru era bueno con ella y la vio irse.

Kohaku acaricio al caballo. La imagen de una casa donde cuerpos y más cuerpos estaban tendidos en el suelo desangrándose, las antorchas alumbraban como las blancas túnicas de fino lino y los hermosos vestidos decorados con hilo de oro se teñían de carmesí. Y aquella voz que le decía “es tu deber, mata a los traidores de tu tierra, mata a aquellos que deshonraron a tu familia.  Mátalos, como ellos lo hicieron tu familia y libera a tu hermana”

Sacudió la cabeza con fuerza, los gritos de aquellas personas jamás dejaban su cabeza y más si sabía que su hermana estaba cerca. La vio desde lejos, encontrándola delgada. Volteo apretando los puños y los ojos ¿sentía que era su culpa que ella estuviera así, creía que era mejor si él solo hubiera muerto, pero antes de hacerlo quería matar a quien le había cortado las alas a su hermana, a aquel que la despojo de su poder como sacerdotisa de la tierra, siendo ellos los únicos sobrevivientes de la familia real de Egit. Pero para poderlo hacer debía volverse más fuerte. Por ahora su cuerpo aun temblaba de solo recordar ese lugar y más al pensar en ese sujeto que lo manipulo. Y sin embargo si era necesario era capaz de matar a quienes trataran de herir a los que eran importante para él, no perdería nunca más a nadie. Aun si no se creía merecedor de tener a nadie a su lado, aun si para él, él mismo era solo mala hierba, por esas personas seguiría manchando sus manos. El rostro de Rin, de su hermana y de Hakudoshi se pasó por su cabeza. El recuerdo del beso y el abrazo que le dio el menor provoco que sus mejillas se sonrojaran.

Una de sus abejas se puso frente a su visual, asiendo unos movimientos y zumbando. Un sonido similar salió de sus labios y la abeja voló y regreso a él metiéndose en el nido que Kohaku saco de entre la bolsa que colgaba en su cadera.

 

Sesshoumaru miraba en la habitación a Inu Yasha comer de los frutos que habían traído los sirvientes. Bebía agua dejando de lado el vino. La túnica ligera y corta de pulcro lino sujetada con un cinto de cordel, le gusto como se le veía, pero vio la poca educación de quien era reconocido como su consejero y visto como su juguete favorito. Se acercó a él.

 –¿tienes modales?

 Inu Yasha alzo la vista viendo los brazos cruzados del príncipe y freno de comer.

 –eso ¿Qué importa?

 –claro que importa. Estarás en la fiesta conmigo y…

 –solo no comeré nada y ya.

 –no puedes no comer nada, eso es de mal gusto…

 –si es así, solo te imitare…  –dijo como si nada alzando los hombros.

 –lo haré más fácil para ti, solo come lo que yo te sirva y escucha bien, no le recibas bebidas a nadie.

 –pero acabas de decir  –dijo al recordar que le había sugerido no comer nada y él lo rechazó tajantemente.

 –debes tener comida en tu plato y bebida en tu copa o será como decirle al anfitrión que es un inútil, y estamos hablando del rey de Babil.

 –entiendo…  –dijo aun sin entender el porqué de no recibir bebidas de otros.

 –de todas maneras. Si por alguna razón el rey se dirige a ti…

 –¿Por qué iba a hablar conmigo?

 –solo si ocurre… y es probable al venir conmigo. No le hables si él no lo hace y termina con algún título.

 –¿titulo?

 –mi rey, majestad, gran rey, mi señor rey, excelencia o…

 –creo que entendí, oh, mi venerado príncipe  –dijo en son de burla.

 –di eso en son de burla frente al rey y despídete de tu vida  –le advirtió.

 –no dijiste que me protegerías  –le recordó.

 –no de tus estupideces, Inu Yasha. Por eso te estoy diciendo esto, o crees que me complace hacer este tipo de cosas  –lo tomo parándolo para tenerlo frente a él  –no te debes alejar de mí aun si vez a tu amigo, yo ya encontrare un momento para que puedan hablar. Recuerda que uno de tus lugares es ser mío y por mi honor si te ven con otro deberé matarlos a los dos.

 –ya me lo dijiste –dijo soltándose  –comeré solo lo que pongas en mi plato, beberé solo lo que tú me des y hablare con títulos ante solo los que me hablen… y no iré donde Kouga… no lo pondré en riesgo, príncipe  –dijo casi con enfado.

Ese nombre por más que lo escuchaba de los labios de Inu Yasha más creía que lo odiaba.

Un zumbido lo saco de su pensamiento y al oírlo con atención comprendió. La sombra era de uno de los hombres de Miroku, eso quería decir que era seguro que ya había visto a Inu Yasha y de seguro malinterpretado lo que vio y por consiguiente aquel que respondía al nombre del hombre que Inu Yasha buscaba también debía saberlo. “que le quede claro que Inu Yasha por el tiempo que este aquí es mío, aun si tratare de que él quede con vida, hasta el fin de mis días Inu Yasha será mío”

Paso un rato explicándole a Inu Yasha que tenía que hacer aun con las malas caras que ponía solo desidia en ignorarlos. Le enseño como saludar y que decir si no sabía a quién le estaba hablando, lo calmo diciéndolo que solo ante reyes, él siendo un príncipe debía callar si se dirigían directamente a Inu Yasha, por lo que eso lo tomara como señal para saber con qué título hablarle, de lo contrario él lo presentaría, claro está como su concejero. Y por sobre todo a no ser que se lo permitan que no los mire directamente. Estaba en eso cuando el zumbido volvió a escucharse advirtiendo que no dejara a Inu Yasha solo pues Kana le advertía a Kohaku que lo perdería si lo dejaba solo.

 

Faltaba poco para el atardecer y las puertas de la habitación sonaron y dejaron escuchar la voz de Hachi.

 –Príncipe Sesshoumaru, su alteza el príncipe Miroku desea hablar con usted algo antes de ir a la fiesta.

Sesshoumaru miro a Inu Yasha y le hizo señal de que lo siguiera, cuando abrió la puerta se topó con el príncipe estando detrás de su mayordomo.

 –¿Qué es lo que ocurre Miroku?

 –quiero hablar contigo en privado Sesshoumaru  –dijo mirando a quien estaba detrás a Sesshoumaru.

 –espera aquí  –le dijo a Inu Yasha que volteo dándole la espalda, pero devolvió la mirada donde las puertas se cerraban y lo último que pudo ver fue un abrazo de parte de Miroku y Sesshoumaru dejándole un extraño sentimiento.

Afuera las manos de Miroku sostuvieron los hombros de Sesshoumaru sonriendo.

 –me alegra que ya hayas vuelto a tener tu merecido título amigo mío.

 –sé que tus palabras son sinceras Miroku, pero no eres de las personas que se comporta así ¿Qué te está preocupando?

Sesshoumaru conocía a ese príncipe desde que tenía 12 años ya que su padre lo entreno junto a él por petición de su hermana quien ahora es la reina. No era muy fuerte, pero su inteligencia era mayor que la de muchos. En algunas campañas Sesshoumaru había hecho planes con él para reducir el número de bajas y no lastimar demasiado la tierras en el proceso. Como fuese aun si para Sesshoumaru solo era un buen complemento Miroku lo trataba de manera afectuosa como si fueran grandes amigos. 

 –recibí una carta de mi hermana  –dijo comenzando a caminar para alejarse de la habitación, pero Sesshoumaru no se movió  –¿Qué ocurre?

 –no me alejare de esta habitación  –le dijo sorprendiéndolo.

 –¿Qué es realmente para ti ese chico?

 –es difícil de explicar si te soy sincero, pero no estas herrado si crees que su vida es importante para mí.

 –no puedo creerlo… ¿Qué te hizo?

 –nada – respondió tajante  –¿para qué me llamaste?

 –te admiro y deseo que seas el próximo rey de Hitit, quiero seguir con la hermandad de nuestras tierras teniéndote a ti, tercer príncipe Sesshoumaru como mi hermano jurado, pero…

 –yo no seré rey  –sentencio.

 –¿Por qué? ¿por ese chico?

 

Inu Yasha adentro escuchaba el murmullo pero no podía entender del todo, se comenzó a acercar. Estando cerca de la puerta las lámparas de aceite fueron tapadas por sombras.

 –¿eh? 

Encontraba todo demasiado oscuro y un escalofrió erizo su nuca, tomo la espada que tenía puesta en el cinto por orden de Sesshoumaru, con la mano en la empuñadura escucho un silbido en el viento y al voltear con la espada golpeo una daga que saco una chispa al golpear la espada.

 –morirás  –escucho la voz paralizándolo y haciendo que la mano que tenía la espada temblara.

 –kou…

Nada más pudo decir, una presión en su garganta le cortó el habla, sintiendo el peso del moreno sobre él y el corte en su brazo.

 

Afuera Sesshoumaru se había quedado en silencio cuando un dolor en su pecho lo estremeció.

 –Inu  –murmuro volteando a la puerta e intento abrirla sin éxito. Volteo al príncipe  –Miroku  –dijo con enfado a quien solo desvió la mirada.

 

Aun cuando trataba de pelear no pudo evitar que la daga apuñalara sus brazos, trataba de forzar su voz pero no salía. A este paso… iba a morir… el miedo se apodero de él.

Kouga tenía las vendas puestas, estaba siendo ayudado por Takemaru. Las manos de Kouga temblaban, había escuchado un ligero sonido, pero se dijo a él mismo que era imposible, Inu Yasha no podía estar ahí. Su pecho se oprimía en dolor con cada estocada, pero debía ser porque era la primera vez que mataba a alguien, no sabía muy bien que hacer, solo acertaba puñaladas ante quien luchaba por librarse, le costaba mantenerlo quieto y en el suelo, un par de veces sintió que lo arrojaría. De pronto un escalofrío recorrió su espalda, solo se detuvo por una fracción de segundo pero eso basto para ser arrojado por la habitación hasta caer a uno de los muebles de descanso.

 

Sesshoumaru seguía haciendo fuerza.

 –maldición  –mascullo.

 –es inútil, Takemaru la tiene sellada.

Al escuchar esto, un miedo creció dentro del príncipe de Hitit, Takemaru era uno de los hombres más peligrosos de la reina, pero no iba a dejar que esto pasara. Entendía que era lo que estaba pasando y enervado soltó la puerta para patearla consiguiendo abrirla de par en par y soltando las bisagras de las grandes puertas, pero se congelo al ver lo que pasaba dentro.

 

Al caer, Kouga sintió que eso ya lo había vivido, saco las vendas de sus ojos y los abrió, aun estando en la oscuridad era capaz de verle, Inu Yasha rascaba su garganta desesperadamente. Era él, no estaba equivocado, frente a él estaba Inu Yasha, aun si estaba en ese estado…

 –Inu  –susurro y se levantó soltando la daga se aproximó a él.

Sabía que en ese estado no importaba cuanto le hablara no le entendería, solo podía buscar la manera de dejarlo inconsciente, se lanzó a él aprovechando que se había volteado mientras rascaba su garganta sin preocuparse de las heridas que se provocaba, lo tacleó y con dos golpes consecutivo en su estómago apago sus luces, lo acomodo entre sus brazos.

 –lo siento Inu Yasha… yo, lo siento  –dijo mientras lo abrazaba.

La puerta fue abierta y sus ojos se cerraron en reflejo ante la repentina luz al las sombras de Takemaru desvanecerse.

Sesshoumaru miraba a un Inconsciente Inu Yasha que tenía sangre en los brazos y en su cuello que no se podía saber que parte aun tenia piel, su suelo tembló y su sangre burbujeo al ver los brazos de un hombre rodeaban a Inu Yasha.

 –suéltalo  –ordeno, pero Kouga no obedeció y contra todo pronóstico beso la frente y los labios de Inu Yasha.

Sesshoumaru se abalanzó contra Kouga que se vio obligado a retroceder llevándose en sus brazos a Inu Yasha.

 –Kouga  –lo reprendió Miroku.

 –Inu Yasha vendrá con alguien que me quiere matar  –dijo Kouga  –asumo que eres tú.

Dijo a Sesshoumaru sin abrir los ojos.

 –no lo volveré a repetir, suelta a Inu Yasha.

Miroku estaba perdido, ese chico era Inu Yasha, había mandado a matar a Kouga a su amigo, un pesar se puso en su pecho y vio por un espejo parecía que la imagen de Banryu se reía de lo que pasaba. Él lo sabía…

Sesshoumaru estaba enardecido y arremetió contra Kouga, que antes de poder reaccionar sintió el golpe en su pecho siendo alejado de Inu Yasha y lanzado contra uno de los muebles rompiendo un cuenco donde estaban unos frutos, obligándose a abrir los ojos, vio a quien sostuvo a Inu Yasha con la mano contraria y con la que lo había golpeado examinaba si seguía respirando sintiendo alivio de ver que era así. La sangre de Kouga burbujeo con ira.

 –Inu Yasha  –lo llamo Sesshoumaru.

Kouga cayó sujetándose el brazo lastimado, al parecer al caer al mueble su brazo se cortó con el cuenco y ahora el dolor se multiplicaba, vio a Inu Yasha. Miroku fue donde Kouga preocupado.

 –solo se están cerrando las heridas  –dijo Kouga tratando de no darle importancia, pero el dolor era insoportable.

 –Kouga, yo no sabía que…  –trato de disculparse pero de pronto Kouga cayo inconsciente  –¿Kouga?

 –vaya debilucho termino siendo  –dijo sentándose Sesshoumaru teniendo a Inu Yasha entre sus brazos, miraba como las heridas se iban serrando “te transformaste Inu Yasha ¿dime cómo hizo para devolverte?”     

Su mano acaricio su mejilla.

 –perdón, te dije que te protegería  –le susurro antes de depositar un suave beso dejando atónito a Miroku.

No podía creer lo que sus ojos veían, aun recordaba la vez que vio morir los pocos sentimientos que mostraba, luego solo escasamente mostraría un poco de preocupación algo casi imperceptible si no fuera por sus acciones por Rin. Pero por ese chico había perdido la compostura.

Inu Yasha comenzó a abrir los ojos y al lograr enfocar pudo ver la cara de Sesshoumaru… se sintió a salvo y recargo la cabeza contra el hombro de aquel brazo que lo sujetaba, se sentía cansado y su cuerpo lo sentía entumido, sus ojos se comenzaron a cerrar cuando recordó lo ocurrido. Kouga. Se enderezo de golpe.

 –Kouga…

Se bajó del regazo de Sesshoumaru un tanto mareado, vio que el príncipe que antes había abrazado a Sesshoumaru tenía en su regazo a un inconsciente Kouga al llegar a su lado tomo la mano del moreno y la puso en su frente. Miroku sintió que su sangre comenzaba a hervir e iba a reclamar y al ver a Sesshoumaru se dio cuenta que este apretaba los puños y había desviado la cara.

 –Kouga…  –se volvió a escuchar la voz de Inu Yasha  –despierta por favor, estás bien ¿verdad? No me dejes solo, por favor… Kouga…

La otra mano del moreno sujeto la de Inu Yasha y sonrió susurrando.

 –no moriré por tan poco, ya te lo he dicho  –dijo haciendo alusión a que no era la primera vez que ocurría.

Inu Yasha alzo la vista topándose con los ojos cerrados de Kouga.

 –tus ojos…

 –están bien, solo no me acostumbro a la luz aun, duelen un poco pero veo bien…  –la mano se fue a la cabeza de Inu Yasha y luego bajo a la mejilla, aun si le provocaba dolor comenzó a abrir los ojos para poder ver a Inu Yasha, sin embargo lo que vio lo sorprendió algo parecía rodear a Inu Yasha, ondeante, una energía lo rodeaba haciéndolo temblar.

 –Kouga ¿estás bien?  –pregunto Miroku y Kouga se levantó al ver que estaba recostado en sus piernas.

 –sí… yo… lo siento  –dijo un poco avergonzado. No obstante, al ver a Miroku un golpe en su pecho lo hizo encogerse, nunca había visto la cara de aquel príncipe, parecía estar viendo a un ángel, uno molesto, pensó bajando la cara. 

 –Kouga… tus ojos…  –devolvió los ojos a Inu Yasha  –son…

 –los ojos del espíritu  –dijo Sesshoumaru jalando a Inu Yasha hacia él.

 –¿de que estas hablando?  –pregunto Inu Yasha alejándose de Sesshoumaru y tratando de ir donde estaba Kouga, pero no lo soltó.

 –¿Quién eres?  –pregunto Sesshoumaru.

 –Príncipe Sesshoumaru  –comenzó a hablar Miroku con seriedad  –Kouga aun si tiene los ojos de este color el proviene de…

 –ellos vienen de la luna azul  –dijo aclarando que lo sabía  –pero sabes bien que los únicos que poseen esos ojos son aquellos…

Se miraron, ambos conocían las leyendas, y la predicción que todos los videntes tuvieron el día que el espíritu de Hitit fue sellado “llegaría de la luna azul quien trajera al heredero de la nación olvidada y cambiaría el mundo conocido”.

 –hey… yo antes los tenia cafés  –dijo Kouga tratando de entender lo que esos dos príncipes hablaban.

 –es verdad, Kouga tenía los ojos cafés, no como los tiene ahora… él no es ningún peligro, déjame ir…

 –olvidas que mientras estés aquí eres mío  –dijo con enfado Sesshoumaru.

 –lamento decirte que Inu Yasha ya tiene pareja y no es una cosa para que hables así…

Kouga mantuvo los ojos cerrados, pero se puso a pocos pasos de Sesshoumaru. Inu Yasha estando en medio de ambos trataba de que ninguno saltara al otro. Miroku parecía estar perdido en sus pensamientos por lo que había dicho Sesshoumaru, pues el recuerdo de algo escrito en un pergamino vino a su cabeza. Miro a Inu Yasha y negó, era imposible, si fuera así ese niño traería un baño de sangre al ser codiciado por los cuatro grandes espíritus. Era imposible, por más que veía a Inu Yasha solo veía a un chico cualquiera y en aquella leyenda donde un ser bajara desde los cielos y cautivaría a los cuatro espíritus provocando la sangre se derrame, era imposible… se repetía y más al uno de esos espíritus estar sellado y otro haber desaparecido.

 –Sesshoumaru  –lo llamo Miroku.

Hablaría con él sentía que debía hacerlo, más aun al su hermana haber intentado de que matara a ese chico, algo debía haber…

Sesshoumaru solo volteo la vista un poco esperando que Miroku hablara sin dejar de atender lo que Kouga hacia frente a él teniendo a un Inu Yasha tratando de calmarlo. Pero Miroku no continúo y al verle el semblante serio le hizo tomarle más atención. Algo debía de haber pasado o no pondría semejante cara, pensó, pero solo dio un paso a él, cuando Kouga jalo a Inu Yasha abrazándolo.

 –te extrañe  –le dijo a un avergonzado chico.

 –yo también  –logro articular y sintió en sus labios los de Kouga que con mimo los acariciaba.

Diferente, la sensación era tan diferente del beso dominante de Sesshoumaru.

La furia se presentó en el semblante de Sesshoumaru, y el deseo de matar a Kouga se avivo más al ver a Inu Yasha lo abrazaba.

 

                                  


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