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A los pies del heredero. por Cam Rams

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9

 

 

La noche había pasado y Taisho miraba un baúl que tenía en su alcoba. Era como todos de un hermoso decorado y con piedras engarzadas, no llamaba la atención entre tantas cosas lujosas que poseía el monarca, nada distintivo que pudiera dar algún indicio de que fuera más importante que otro que tenía en su aposento. Sentado en la amplia cama había recibido el día mirando aquel baúl mientras bebía unas copas de vino. No atendió al llamado de su reina aquella noche, ni fue a cenar con su nieta. Desde que Inu Yasha se posó frente a él el recuerdo de aquella mujer venía a torturarlo, aquel recuerdo que antes lucho tanto tiempo por encerrar en lo más profundo de su alma.

¿de qué le sirve el odio? ¿No es solo para lastimarse más a usted mismo? esa persona ya no está ¿verdad?” “sino ha podido olvidar a esa persona, tal vez es porque no le odia” “tal vez solo está molesto, con deseos de saber ¿Por qué?” “Uno jamás termina de conocer a la gente, pero al mismo tiempo uno puede saber que es capaz de hacer”.

Aquellas palabras de Inu Yasha calaban en su cabeza día y noche… por muchos años se preguntó por qué sin tener respuesta y solo provocando que su odio creciera y sin embargo, jamás pudo deshacerse de lo que tenía en ese baúl, ni permitió a otra mujer dormir en su cama. Cerró los ojos siendo capaz de escuchar unas cuerdas tocar una melodía mientras una dulce voz de mujer cantaba a un sueño de amor.

Unos golpes a la puerta lo trajeron a la realidad.

 –su majestad  –escucho desde el otro lado de la puerta la voz conocida de Byakuya.

 –¿Qué ocurre?

 –la princesa Rin ha venido… y pregunta por usted…

 –si es así iré donde ella ¿Dónde está?

 –en los jardines, la acompaña un mozo.

 –diles a los sirvientes que comeré en el jardín.

 –sí majestad.

 

Rin miraba las flores que de a poco morían cada vez que su padre se iba parecía como si su mundo muriera más rápido, tal vez solo era su imaginación al extrañar a su padre, pero era como lo sentía. Kohaku estaba a su lado y como de costumbre parecía pensar en algo muy lejos de ella, la escoltaba a donde fuera y aun así hacía su trabajo con diligencia y soportaba a Hakudoshi quien lo andaba persiguiendo, a veces más que ayudarlo parecía molestarlo, Hakudoshi era tosco, sin embargo se preocupaba por ella y por Kohaku… para ella era como un hermano mayor. Desde que vio a su padre con Inu Yasha y ahora ve a Kohaku y Hakudoshi no deja de pensar que algo hay en la mirada de Hakudoshi que se parece a la de su padre cuando mira a Inu Yasha y si era lo que pensaba, el rey tenía que hacer algo pues si su padre se convertía en el heredero al trono no podría estar con Inu Yasha.

 –tu eres Rin ¿no es así? 

Cuando Rin volteo vio a un joven exactamente igual a Hakudoshi con la excepción de que llevaba el cabello más corto y de la actitud, Kohaku abrió los ojos sorprendido bajando la cabeza en reverencia, él solo había visto a Akago una vez hacía mucho tiempo, aquel día que lo confundió y trato de llevarlo frente al príncipe, fue ese día en que Hakudoshi cuando Kohaku fue golpeado por Akago al verse jalado por un sirviente.

El turbante de Hakudoshi había caído por correr donde ellos y derribar a Akago, ninguna palabra fue dicha. Hakudoshi solo tomo el brazo de Kohaku y se lo llevo. No le dijo nada hasta llegar donde Sesshoumaru y le comunico “golpee a Akago” Sesshoumaru lo mando a la caballeriza y a Kohaku mostrarle el camino, cuando llegaron donde Akago, este le lanzo una piedra a Sesshoumaru exigiendo una explicación por lo que había pasado, de más está decir que la piedra fue detenida, aunque no fue por Sesshoumaru sino por Kohaku. Tras Sesshoumaru explicarle lo que ocurría y negarse a que Akago se lo llevara, y ordenarle que no hablara de eso con nadie Akago declaro que ese sirviente nada era de él y nada de él le importaba, pero la mirada de odio que le brindaba a Kohaku en este instante provoco un sutil miedo en él.

 –arrodíllate ante un príncipe  –le ordeno  con enfado.

 –Kohaku…  –Rin no alcanzo a reclamarle a Akago cuando Kohaku se arrodillo y bajo la cabeza un poco  –Kohaku levántate.

 –los sirvientes deben estar en el suelo.

 –los príncipes no deberían menospreciar a los sirvientes si los tratas de esa manera jamás te respetaran  –dijo Rin al escuchar a Akago que la abofeteo diciéndole.

 –no eres más que la hija de esa mujer, eres tan vulgar como ella…

 –Akago  –la voz del rey lo hizo voltear.

Taisho se puso al lado de Rin pasando por el lado de su hijo, esas palabras jamás las había escuchado de su nieta, la idea de que fueran de ese sujeto que estaba al lado de Sesshoumaru de alguna manera lo molesto. Kohaku apretó los puños con deseos de golpear a Akago, no obstante si lo hacía solo pondría en un problema a Rin. Akago bajo la mirada sin ser capaz de subirla, hablar de aquella mujer era casi como hablar de la mujer que lo traiciono… Akago volteo…

 –Akago  –la voz de su padre lo detuvo.

 –padre, debo marcharme  –dijo haciendo una reverencia e intentando irse.

 –Akago  –por tercera vez su padre lo volvió a llamar frenando su intento de irse  –no vuelvas a mencionarlo.

 –si padre, lo siento…

 –retírate  –le dijo el rey viendo la reverencia de su hijo y volteando para irse.

Rin solo suspiro sabía que su madre era tratada como una traidora o una desvergonzada, pero Sesshoumaru siempre le dijo que su madre era una buena mujer. Cuando él estaba siempre cerraría la boca de cualquiera que hablara mal de ella, nada podía decir enfrente de su padre el rey. Rin lo entendía; sin embargo, no quitaba que le doliera… aun si no podía demostrarlo.

 –ven vamos a comer Rin  –hablo el monarca viendo a su nieta estar viendo por donde se había ido Akago, la sonrisa de la niña fue casi de inmediata siguiéndolo animada.

Una vez estuvieron en el lugar preparado para ellos. El rey se sentó en una especie de diván mientras Rin en unos cojines. Los sirvientes vertían el vino para el rey y Rin… los platos con diversos alimentos estaban frente a ellos.

 –Rin  –comenzó a hablar el rey  –¿Por qué le dijiste eso a Akago?

 –Inu Yasha le dijo a padre que no golpeara a Jaken cuando Jaken hizo que lo golpearan a él y trato de intervenir cuando padre castigo a Kagome…  por eso, creo que Inu Yasha le quiso decir a padre que debía respetar a sus sirvientes…

 –ese tipo de cosas…  –comenzó a decir molesto, pero al ver la cara de la niña prefirió omitir el comentario y decirle  –he estado ocupado con unos asuntos, espero entiendas…

 –lo hago, solo vine porque hay algo que no deja mi cabeza y a quien le pregunte solo obtengo la misma respuesta, quien si no es usted, rey abuelo el que puede hablar de su hijo sin temer represalia…

 –habla entonces  –dijo en una sonrisa.

 –¿Qué es lo que mi padre oculta? ¿Por qué están diferente a…?

 –Rin  –la interrumpió el rey  –¿Qué te hace pensar que tu padre oculta algo?

 –… escuche a Jaken decir que ahora padre podrá encontrar los cinco objetos y liberarse… que solo padre podría dominar al espíritu, pero… que jamás se había comportado como lo ha hecho con Inu Yasha… para mí él se ve más… humano gracias a Inu Yasha… por eso… no le pida a padre que sea su heredero… así no tendrá que preocuparse de un heredero y podrá estar con Inu Yasha…  –las últimas palabras de la niña fueron poco a poco apagándose.

 –ambos son hombres, Sesshoumaru…

 –sé que estoy siendo insolente… pero jamás había visto a padre reír como lo ha hecho por Inu Yasha, si se convierte en rey al menos dele la venia para que pueda hacer a Inu Yasha una de sus esposas.

El rey no sabía que responderle ante las palabras de la pequeña, no podía decirle las cosas que pasaban o explicarle muchas cosas, pero como rey solo veía una solución y era que Sesshoumaru tomara el trono aun si eso significaba que él mismo tendría que deshacerse de Inu Yasha, el riesgo que Sesshoumaru estaba tomando era grande y si aun insistía en despertar al espíritu, él tendría que detenerlo porque no habría quien calmara la ira de aquel espíritu y solo significaría muchas muertes. Era algo más allá de dejarlo estar o no con ese sujeto que le recordaba a quien lo traiciono, pero frente a él tenía a una niña que solo veía que con ese sujeto su querido padre estaba feliz sin ser capaz de ver más allá. El rey suspiro…

 –Rin… Sesshoumaru tiene sangre diferente a la de la gente del pueblo, nosotros también…

 –pero todos le temen o…  –no fue capaz de decirlo…

 –lo quieren muerto  –dijo el monarca  –lo sé, pero cuando se es poderoso es algo que no puedes evitar… por otro lado no debes estar preocupada por estas cosas y…

 –su majestad  –la voz de Kaguya lo interrumpió que venía con sus damas de compañía e hizo una reverencia.

 –Kaguya…

 –Rin saluda a su majestad la reina  –dijo la niña levantándose y haciendo una reverencia.

Aun si la odiaba sabía que no podía dejar mal a su padre.

 –encantadora como siempre pequeña Rin.

 –¿a que vienes? Kaguya  –pregunto el monarca señalándole a Rin que podía sentarse.

 –mi rey, como usted sabe soy sacerdotisa y los dioses me han mostrado que el príncipe Sesshoumaru ha sido atacado en Babil…

 –¡¿Qué has dicho?!  –se levantó exaltado de lo que escuchaba, Rin palideció al escucharlo.

 –ha sido atacado y herido por quien lo acompaña.

Rin bajo la mirada en claro miedo. La imagen de Inu Yasha vino a la memoria de Taisho despertando su furia.

 –debí haberlo matado cuando lo tuve enfrente  –sentencio regresando al palacio.

Tenia que confirmar lo que Kaguya había dicho, sin embargo era una buena excusa para deshacerse de ese chico.

Rin había palidecido con lo que había escuchado, Kohaku se acercó a su princesa preocupado dejo salir una de sus abejas y esta voló a lo alto de su cabeza, extendió su mano frente a su cara para que se levantara, la mano de Rin acepto la ayuda. Kohaku apunto a la abeja que parecía buscar algo en el cielo y ella sonrió.

 –gracias…

Rin se excusó con la reina y pidió le dijese al rey que la disculpara. Kaguya la miro retirarse.

 –Byakuya, ve y habla con Kagome…  –le susurro a quien desde las sombras escuchaba para luego irse.

La sonrisa de la reina no fue vista por nadie, solo se lo permitió por un momento pues sabía bien los riesgos que podía tener si llegaba a cometer algún error, el rey mataría a ese niño y ella tenía que encargarse de acabar la descendencia de Sesshoumaru… si de paso lo mataba se ahorraría un trabajo; deseaba que la muerte de Sesshoumaru no fuera en su antigua tierra o la guerra contra los que fueran su antigua familia no podría ser evitada y aun si ella dijera que está del lado de su rey Inu no Taisho sería tratada como una prisionera por lo que debía ser lo más cuidadosa que pudiera. Al comenzar su retorno a dentro del palacio para luego ir al templo la figura de un adolecente la detuvo.

 –Akago, no asustes a tu madre de esa manera…  –el joven estaba a la distancia casi oculto por un pilar  –¿Por qué no le hablas a tu madre?

 –madre  –una voz que vino desde su espalda la sobresalto  –¿con quién hablas?

Cuando volteo vio a su hijo justo detrás de ella, devolvió la mirada donde lo había visto pero nadie estaba ahí… el llanto de los niños que nacieron vinieron a su cabeza, apretó los ojos respirando profundamente.

 –¿Qué te ocurre madre?

 –nada  –dijo volviendo a su hijo con una mirada cálida pero lejana  –solo estoy cansada he estado en el templo todos estos días…

Akago siempre había visto esa mirada en el rostro de su madre, solo cuando era la “reina” la mirada de su madre era más severa.

 –debes descansar…

 –soy la sacerdotisa y oráculo de tu padre, no puedo descansar; no hasta que cumpla con lo que debo hacer…

 –tu salud es primero y padre…

 –no le digas nada, él está ocupado  –le acaricio la mejilla  –debo volver al templo y tú debes acudir a tu entrenamiento  –le dijo con una sonrisa antes de irse.

Akago miro a la dirección donde su madre antes había visto, camino al lugar esperando ver a alguien escondido, pero no vio a nadie… quizás su madre si estaba cansada después de todo, fue a dar la vuelta, sin embargo en el jardín se encontraba un joven con ropajes claros, ocultaba su cabello y las ropas aunque eran de noble le quedaban algo grandes.

 –tú…  –logro articular.

 –solo vine por mi princesa…

 –ella ya se fue  –dijo Akago caminado hacia él con la mirada molesta.

 –príncipe Akago tenga cuidado con esa mujer  –dijo volteando.

 –espera  –corrió  –esa mujer es…

 –yo soy un sirviente y no deseo ser nada más…  –dijo mientras seguía corriendo hasta los almacenes, esquivando con gran maestría los lugares donde habían guardias y criados siendo seguido por Akago.

Akago lo seguía en silencio si gritaba y llamaba la atención y ese chico era atrapado una cadena de desastres ocurrirían y afectarían a su padre y más aun a su querida madre… lo vio entrar en los almacenes y el entro con él pero cuando estuvo dentro no lo vio ¿se estaba volviendo loco? Ese almacén solo tenía jarros de cebada, ninguna ventana y…. La puerta se cerró dejándolo a dentro y teniendo enfrente a aquel joven.

 –¿Qué es…?  –no logro terminar de preguntar cuando una bofetada lo callo, devolvió la mirada a quien estaba frente a él e iba a reclamar.

 –no la vuelvas a tocar u olvidare que alguna vez…  –no termino su palabra y volteo para irse.

 –me salvaste dos veces… y cuidaste de mí, si hubiese sabido quien eras… yo no habría…

 –te confundiste solo, jamás hice nada para llamar así tu atención… yo ya sabía quién eras Sesshoumaru jamás me oculto la verdad…  –empujo la puerta  –por eso ocultaba mi rostro, pero para mí solo eres el hermano de Sesshoumaru y si te conviertes en su enemigo serás el mío también…

Salió dejando a Akago dentro del almacén, con agilidad subió a la muralla y se fue llamando a su caballo con un silbido.

Akago apretaba sus dientes y puños, cuan estúpido se había sentido, cuanto el odioso de Sesshoumaru se debe de haber reído de él cuando él le hablaba de aquel muchacho que lo había salvado y que lo cuidaba, aquel que era un sirviente un poco mal hablado, pero siempre se ocupaba de Akago, un poco más alto que él un poco más fornido que él, sin darse cuenta se había comenzado a sentir atraído por él y muchas veces se lo dijo a Sesshoumaru y este solo le decía que solo estaba confundido, que era algo pasajero, que no le tomara importancia, si le hubiese dicho la verdad él jamás, jamás habría tenido esos sentimientos por su hermano… y ahora nada podía hacer para borrarlos.

 –maldición… maldito Sesshoumaru…

 

Sango estaba recibiendo una carta traída por una paloma mensajera desde el palacio del príncipe Sesshoumaru, le había mandado a Kana su inquietudes en una carta y de paso decirles que Kagome estaba con ella.

La carta traía para su pesar las malas noticias de lo que había visto Kana en su sueño, quien estaba con el príncipe Sesshoumaru traería un baño de sangre y en sus manos estaría el poder que podría eliminar el mundo entero, pero para eso aun faltaba y por ahora debían tener más cuidado de lo que haría la reina… Kana no sabía que iba a pasar, pero sabía que el rey era el único que podría detener aquellos planes o morirían…

Sango dudaba si debía o no volver y buscar algún plan para defender el palacio de su príncipe, pero no podía volver con Kagome sin una autorización. Podía ser dada por la consorte de su príncipe o por la princesa, y dado que la consorte había muerto solo quedaba la princesa Rin. Suspiro y pensó en hablar con ella cuando volviera a venir, mientras tanto su deber era velar por las personas de ahí y… camino en dirección donde Kagome estaba ayudando a los aldeanos de mala gana a juntar lo que Rin les había dicho, cascaras de alimentos, bosta y hojas cecas que era lo que más había, pero no la vio junto a los demás, al preguntar por ella todos apuntaron donde habían árboles secos y justo en ese momento ella venía con una buena cantidad de hojas secas que incluso se le iban cayendo mientras caminaba a ellos y las lanzo donde estaba lo demás.

 –con eso supongo que puedo ir a descansar  –dijo suspirando.

 –¿Dónde estuviste?

 –no es obvio fui por basura  –dijo molesta apuntando lo que había traído.

 –para la próxima me avisaras a donde irás recuerda…

 –ya sé que eres mi carcelera  –se dio la vuelta.

 –¿A dónde vas?

 –eres exasperante, acabo de decir que iré a descansar  –apunto a donde estaba la casa derrumbada donde Sango se quedaba.

 –no hagas nada de lo que te puedas arrepentir Kagome.

No dijo nada en respuesta y se fue sosteniendo en su pecho bajo sus ropas algo que la hizo sonreír.

 –claro que no haré algo de lo que me vaya arrepentir, pero si haré que muchos se arrepientan  –sonrió con malicia.

 

Cuando Kouga abrió los ojos lo primero que vio fue la cara preocupada de aquel príncipe, una sonrisa se puso en sus labios reaccionando a la de alivio de Miroku hasta que recordó a Inu Yasha, se levantó de golpe…

 –Inu Yasha… debo ir por él…

 –espera Kouga  –la voz de Miroku trato de persuadirlo.

Estaba en la habitación donde él se quedaba en el palacio de Miroku lo miro confundido ¿en qué momento se habían trasladado?

La luz del alba entraba por la ventana de la habitación, ya había amanecido. Miro alrededor viendo a Takemaru haciendo guardia en la puerta ¿Qué había pasado?  Se intentó levantar, las manos de Miroku lo detenían, su brazo Izquierdo ardía y sentía arena en los ojos, cuando vio a su brazo lo descubrió vendado…

 –¿Qué…?

 –cálmate, te voy a explicar  –lo trato de convencer Miroku.

 –pero Inu Yasha…

 –él está en la otra habitación descansando, está bien…

 –¿esta con ese… tu amigo?  –dijo mostrando la molestia por Sesshoumaru.

 –Sesshoumaru está en estos momentos dándose un baño…  –dijo para calmarlo aunque era verdad, Kouga parecía calmarse un poco –no entiendo por qué, pero esa marca es del espíritu de un país que desapareció hace eones…

 –puedes hablar para que lo entienda  –lo interrumpió.

 –verás hubo un país, hermano con Hitit, era próspero y alguien que nació ahí hizo que los cuatro reinos se unieran pues fue capaz de controlar a los cuatro espíritus, fueron tiempos calmados y de prosperidad pero por alguna razón el espíritu de ese país destruyo todo y él mismo desapareció, se dice que esa persona murió, pero los países en memoria de aquel que unió las tierras hicieron un tratado de paz, desde entonces no han habido guerras y los conflictos son arreglados o con palabras o en el coliseo, solo un luchador…

 –¿Qué tiene que ver?

 –la marca de tu brazo  –dijo parándose y tomando un pergamino extendiéndolo ante él  –es el mismo que el de aquel espíritu.

Kouga miro lo que le mostraba y lo miro incrédulo, al ver la seriedad de la cara de Miroku comenzó a quitarse las vendas, temblando al ver las líneas negras en su brazo ¿Por qué? ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué él tenía esas marcas? Primero sus ojos y ahora esa marca ¿Qué le estaba pasando? El miedo de alguna manera lo mareo, no entendía nada… cada vez las cosas eran más extrañas…

 

Sesshoumaru estaba en la gran tina sumergido restregaba sus brazos y piernas, sus uñas marcaban su piel, pero las líneas negras no desaparecían ¿Qué demonios estaba pasando? No solo él, cuando despertó Inu Yasha aun estaba inconsciente, sus piernas y brazos tenían marcas, aquellas que reconocía de los escritos antiguos que señalaban a los espíritus de las cuatro naciones ¿Por qué? ¿Por qué aparecieron en él y en Inu Yasha? El portador del collar… se enderezo dejando salir un suspiro… tal vez tenía que ver con los objetos.

 –absurdo…  –suspiro comenzando a salir.

Las sirvientas acercaron a él las telas sin alzar la vista, él las tomo cubriéndose e hizo que se fueran con un movimiento de la mano. No importaba cuanto se lo preguntara la respuesta solo era absurda. Puso sus brazaletes de cuero ocultando las marcas, las botas taparon a la de sus piernas y la túnica larga ayudaba.

 

Inu Yasha comenzó a despertar, su cuerpo dolía, su cabeza estaba nublada… se sentía extraño de más de una manera, no entendía que había pasado, lo último que recordaba era que entro a un lugar encontró una escultura… ¡cierto!

 –Sesshoumaru  –se enderezo saliendo de donde estaba recostado.

Sesshoumaru estaba siendo atacado, había ido por ayuda ¿Qué le había pasado? Se dirigió a la puerta, pero antes de poder abrirla esta se abrió frenando su paso, de alguna manera se puso en guardia, su pulso se acelero iba a atacar a quien estaba del otro lado, sin embargo su golpe fue sujetado, Takemaru lo miro cortándole el paso…

 –¿Quién eres?  –dijo a la defensiva.

 –Inu Yasha  –la voz de Kouga vino desde atrás de Takemaru acercándose a él.

 –Kouga…  –se acercó a su amigo tomándolo de los brazos le dijo con apuro  –Sesshoumaru está siendo atacado, debemos ir y ayudarlo, está en el bosque, le están disparando flechas y…

 –cálmate  –lo trato de calmar era molesto que estuviera así por ese príncipe.

 –no entiendes, esta desarmado… por mi culpa…

 –Inu Yasha, cálmate  –el tono de orden vino de uno de los costados, Miroku estaba al lado de Kouga, pero los ojos de Inu Yasha se detuvieron en quien venía atrás…

Una bandana celeste amarrada a un costado cubría la frente de Sesshoumaru y mantenía su rostro despejado, la túnica blanca con encajes de rojo e hilo de oro, de cuello alto y sin manga que ceñida con un cinto celeste y bordados de olas con hilo de oro lo dejo sin palabras momentáneamente teniendo una capa en tono rojo con diseños de hojas cayendo en sus hombros. Inu Yasha dejo a Kouga y fue a su lado.

 –¿estás bien?

Sesshoumaru no contesto pero se quitó la capa cubriendo a Inu Yasha que había salido con una delgada túnica de lino que dejaba ver sutilmente el cuerpo de su consejero.

 –entra  –le ordeno a Inu Yasha dándole una mirada de molestia al moreno.

Inu Yasha no se había dado cuenta de sus ropas hasta el momento que Sesshoumaru puso la capa en sus hombros y aquellos ojos dorados lo recorrieron, estaba demasiado avergonzado como para decir algo… al menos aun estaba con ropa interior… era su único consuelo, obedeció, más por el hecho de que deseaba cambiarse que por la orden de Sesshoumaru aun si se sentía aliviado de que estuviera a salvo. Cuando entro escucho a los que estaban afuera.

 –no te atrevas a hacerle nada  –le advirtió Kouga.

 –no eres quien para decir nada.

 –para tu conocimiento, soy más de lo que tú eres para él… no olvides que volverá conmigo.

Sesshoumaru frunció el entrecejo y entro azotando la puerta detrás de sí, ese sujeto lo enervaba. Su mirada se quedó mirando a un Inu Yasha que parecía pegado al piso, la túnica de delgado lino terminó de caer. Volteo hacia Sesshoumaru perdido mostrando sus brazos…

 –¿Qué es…?  –no podía finaliza la palabra.

Sesshoumaru se acercó recogiendo la capa que había caído en el camino y volvió a cubrirlo.

 –aun no lo sé… pero quizás es por los objetos que debes reunir…  –dijo casi con molestia.

 –pero…

 –nada lo sabremos con el tiempo…  –dio un suspiro al verle la cara  –le preguntaremos a Miroku…

 –¿él sabe?

 –si él no lo sabe… no quiero ir a preguntar…  –tuvo una pausa y continuo  –de todas maneras cámbiate y ocultare las marcas.

 –bien  –dijo aun perdido.

No podía evitar estar preocupado y ver con desagrado aquellas marcas.

Sesshoumaru veía a Inu Yasha cambiarse mientras le daba la espalda, lo que había pasado la noche anterior vino a su cabeza, pero como de costumbre parecía Inu Yasha nada recordaba, dejo salir un pesado suspiro.

 –¿estás bien?  –pregunto una vez puesta la túnica larga y con mangas.

Sesshoumaru lo miro y se acercó para ajustar el cinto de tela.

 –¿Cuándo aprenderás a hacerlo por ti mismo?

 –ni idea… para mí estaba bien…  –Sesshoumaru sujeto el cinto y lo tiro sin mucha fuerza quitándoselo y haciendo que la túnica se abriera dejándolo expuesto  –¡hey!

 –no dijiste que estaba bien así el cinto.

 –no significa  –se tapó avergonzado.

 –cálmate  –ordeno bajo y comenzó a ponerle correctamente el cinto y ajustándolo  –así quedara firme.

Inu Yasha miraba el rostro serio de Sesshoumaru de alguna manera se sentía avergonzado, esos labios que más de una vez habían tomado los suyos para aparentar cada vez eran más tentadores, presiono sus labios y miro a un lado. Sesshoumaru se alejó un poco y mostro frente a Inu Yasha un par de botas con caña larga tal como las de él.

 –póntelas.

 –cl… claro…

Se las puso y miro a quien estaba frente a él.

 –Sesshoumaru ¿Qué paso anoche?  –pregunto…

 –… ¿Por qué lo preguntas?  –le dijo volteando y sacando unos brazaletes de cuero para taparle las marcas.

La pregunta de Inu Yasha lo había tensado, quizás Inu Yasha si recordaba algo.

 –… yo no recuerdo, pero de alguna forma siento… fue extraño.

 –¿Qué lo fue?  –pregunto acercándose y tomando uno de sus brazos.

 –cuando corrí entre a un edificio… pero perdí el conocimiento… yo…

 –¿fuiste golpeado?

 –no…  –Sesshoumaru ponía los brazalete mientras lo escuchaba.

 –¿Qué más recuerdas?

 –un extraño sueño… y  –sus mejilla se sonrojaron, los ojos de Sesshoumaru se levantaron de los brazaletes para ver a Inu Yasha  –…re… recuerdo tu voz… diciéndome…

 –¿Qué?  –dijo en un bajo tono.

 –… me llamabas y un… poema…

Bajó la vista, no podía decirle que soñó que lo había besado, la mano de Sesshoumaru quito el flequillo para verlo, la marca en su frente era la única que no le taparía, el flequillo ya lo hacía, pero los ojos de Inu Yasha viajaron de los ojos dorados a los labios y viajo a otro punto. La mano de Sesshoumaru paso a su cuello jalándolo a él besándolo, el temblor de Inu Yasha le produjo un suspiro y profundizo el beso con el intento de reclamo de Inu Yasha que intento alejarse, pero no pudo, Sesshoumaru lo aferro a él chocando contra uno de los muebles donde estaba la jarra de agua cayendo al suelo rompiéndose.

 

Kouga estaba afuera se había reusado salir de ahí, miraba con odio hacía la puerta como si estuviera viendo a Sesshoumaru, Miroku estaba detrás de él aun trataba de persuadirlo, pero simplemente Kouga se reusaba.

 –Kouga…

 –no me iré  –dijo por undécima vez mirando a Miroku.

Un sonido de algo rompiéndose se escuchó desde adentro. Sin ninguna palabra o advertencia abrió la puerta de una patada viendo como Inu Yasha era besado por el príncipe del país hermano, la mano en la cintura de Inu Yasha lo acercaba para eliminar toda distancia entre ellos mientras la otra lo tomaba de la nuca. Kouga se abalanzo contra Sesshoumaru, pero sintió como si hubiera sido empujado. La mano de Inu Yasha estaba extendida hacía él y los ojos de Inu Yasha parecían tener un tenue brillo.

 –no dejare que le hagas daño  –la voz se escuchaba calma apoyo la frente en el pecho de Sesshoumaru y cerró los ojos.

Kouga no entendía nada e incluso Sesshoumaru se sintió extrañado, se alejó de Inu Yasha sin soltarlo. Inu Yasha comenzó a alzar el rostro viendo los ojos dorados del príncipe desviando la cara lo más seguro era que lo hubiera besado porque alguien estaba espiando como de costumbre, sus ojos se quedaron paralizados al ver a Miroku en la puerta, pero más aun al ver a Kouga en el suelo mirándolo con sorpresa y… dolor.

 –…ugh…  –un dolor lo perforo en el pecho.

 –hey  –Sesshoumaru lo sostuvo.

 –Inu Yasha  –se levanto Kouga.

 

Las marcas aun ardían, pero su pecho se sentía adolorido ¿Por qué? Dejo salir un suspiro tratando de sostenerse por sí mismo, estaba molesto con ese príncipe que hacía cosas para él innecesaria como si solo lo hiciera para burlarse de él.

 –estoy bien  –dijo un poco jadeante, miro con molestia a Sesshoumaru era seguro que él había empujado a Kouga, era seguro para él que lo había hecho para molestar a Kouga por lo que había pasado antes ¿Qué tan infantil era? ¿Por qué lo hacía si sabía que dañaría a Kouga?

Trato de ir donde Kouga, pero Kouga dio un paso atrás dejándolo perplejo.

 –si estás bien… me iré, lamento haber molestado  –dijo con molestia dando la vuelta para irse pero se detuvo y aseguro  –aun si tengo que arrastrarte te llevare de regreso a casa Inu Yasha.

 –¿q…? ¡Kouga!… 

La voz de Inu Yasha no lo detuvo sentía que alguien corría detrás de él, pero sabía con pesar no era Inu Yasha ¿Cómo en tan poco tiempo ese sujeto lo había hecho caer? Ingreso a su habitación, Miroku comenzó a entrar podía entender que era lo que estaba pasando Kouga, lo lamentaba al tiempo que le molestaba.

 –…Kouga… no puedes hacer nada… si lo…

 –¡lo sé! Sé que lo hace porque piensa que ese sujeto me puede hacer daño  –dijo por lo alto, sin embargo de alguna manera se sentía que trataba de auto convencerse  –tsh… es molesto… ¿Por qué demonios tiene que…? ¡Mierda!

Miroku comenzó a sentir una opresión, un miedo al ver la figura de Kouga con aquella mirada que mostraba todo su enfado, parecía que en cualquier momento explotaría e iría de vuelta a pelear con Sesshoumaru.

 –¡Kouga!  –lo llamo con autoridad, no obstante parecía no escucharle, de las marcas negras de su brazo izquierdo parecía comenzar a salir bruma negra  –Kouga, debes calmarte…  –se acercó, pero fue alejado de un empujón provocando que Miroku se golpeara contra un mueble.

 –¡déjame solo!  –le grito sin preocuparse de lo que le había hecho al príncipe de esas tierras  –desde que llegue aquí… cada vez es peor… ¡¿Por qué demonios estamos aquí?! ¡¿Por qué mierda Inu Yasha tiene que estar al lado de ese desgraciado?! ¡¡solo lo quiero matar y llevarme a Inu Yasha…!!  –una bofetada lo calló.

 –has terminado de quejarte… no siempre los dioses son benevolente con los deseos de uno  –Miroku apretó la mano con la que le pego.

 –¿Qué podría saber un…?  –vio la mano del príncipe volver a subir y la detuvo mirándolo con molestia  –creo que he sido demasiado considerado con usted príncipe…

 –¿Qué haces? Suéltame…  –la orden fue a baja voz.

Kouga lanzo la mano del príncipe y camino por su lado hacia la puerta susurrándole algo, la puerta ante Kouga se abrió mostrando a Takemaru que parecía agitado miro en dirección a Miroku tomo la muñeca de Kouga e iba a entrarlo, pero con rabia hizo que lo soltara.

 –¡déjenme de una maldita vez!

Un movimiento telúrico hizo que por poco Takemaru cayera al igual que Miroku, Kouga  aprovecho para escapar, Takemaru lo iba a seguir pero la voz de Miroku que le daba la espalda lo detuvo.

 –déjalo…

 

Inu Yasha miraba con molestia a Sesshoumaru que parecía simplemente ignorarlo aun cuando le había preguntado por qué lo había hecho, nada obtuvo de respuesta, había dicho que sería obediente y sabía que no podía poner en riesgo a Kouga, pero jamás aceptaría que lo ocupara para herir a Kouga. Inu Yasha cerró la puerta y volteo decidido hacía Sesshoumaru.

 –tú…

 –nos iremos, prepárate…

Las palabras de Sesshoumaru lo aturdieron por un momento, sin embargo fue donde él sujetando su brazo para ponerse frente a él, lo haría escucharlo y haría que no volviera a hacer eso frente a Kouga, pero al pasar al frente del príncipe aun si fue por un momento vio que esos ojos dorados brillaban húmedos con lágrimas contenidas, la mano que sostenía el brazo de aquel príncipe se aflojo y Sesshoumaru volvió a darle la espalda ¿Qué había pasado? Se preguntó Inu Yasha sin ser capaz de decir nada.

 –apresúrate… iré a hablar con Miroku y a disculparme con el rey por lo de ayer  –dijo con su voz de siempre y salió.

Inu Yasha miraba la puerta cerrarse ¿Por qué había puesto esa cara? La incomodidad se puso en su pecho, pero sacudió la cabeza…

 –no me dejare engañar…  –murmuro para él mismo.

 

Sesshoumaru salió al pasillo y luego al jardín su pecho se sentía pesado y adolorido ¿Por qué? La tristeza lo abrazaba sin entender el motivo, un quebrado suspiro se escapó de sus labios, un fuerte movimiento lo saco de sus pensamientos.

 –Inu Yasha…  –susurro pero su cuerpo no se movió, justo ahora no se creía que lo miraría como si nada, apenas había visto los ojos de Inu Yasha había sentido una urgencia por abrazarlo, peino su cabello en clara frustración.

 

Inu Yasha al sentir el movimiento iba a salir cuando la puerta fue abierta estando Kouga en la puerta, el rostro de Kouga parecía ensombrecido y no era para menos su pareja estaba siendo besado por otro y este no lo alejo, pero es que no debía… no, no fue por eso… no pudo alejarlo… no quiso… . Los labios de Inu Yasha se abrieron y volvieron a cerrar ¿Qué podía decirle?

 –… yo…  –bajo la vista, pero pronto la subió solo eso le podía decir  –volveremos juntos a casa, solo espera un poco más y…

Kouga tomo los hombros de Inu Yasha y lo entro a la habitación.

 –¿Qué?

Perecía molesto y lo empujo hasta la cama donde había estado antes inconsciente, se sentó mirando consternado a Kouga ¿Qué le ocurría?

 –¿a qué estás jugando?  –le pregunto con molestia.

 –¿de qué hablas?  –dijo sin entender.

Kouga sujeto sus hombros recostándolo con rabia y le dijo.

 –¡deja de jugar!

 –… Kouga…

Jamás lo había visto así de molesto, los dedos de Kouga se enterraron en los hombros provocando que Inu Yasha frunciera el entre cejo e intentara que lo liberara. Kouga estando sobre él lo miraba y solo podía sentir como su rabia crecía “no dejare que le hagas daño” aquellas palabras le hervían en su alma…

 –¿Por qué?

 –… ¿Qué?… Kouga…

 –demuéstrame que aun piensas en mí  –le dijo bajo casi escuchándose como una súplica.

 –…kou…

La cabeza de Kouga bajo a su cuello mordiéndolo con fuerza haciéndolo temblar por el dolor y haciendo que soltara un quejido, sus manos trataron de empujarlo, pero al sentir que la mordida se apretaba más sus fuerzas se debilitaron por el temblor.

 –… Kouga detente  –le dijo adolorido sintiendo que la mano de Kouga sostuvo el cinto alarmándolo  –espera… ¿Qué estas…Uhg gn?  –los dientes de Kouga rompieron la piel.

Kouga sintió una corriente que provenía desde el collar soltando la mordida, sin embargo no se alejó demasiado lamiendo la marca que había hecho con sus dientes, mientras seguía luchando con el cinto aun cuando las manos de Inu Yasha hacían fuerza para que lo dejara.

 –detente… Kouga…  –la voz de Inu Yasha se oía adolorida, pero en ese momento no podía importarle menos, la rabia lo segaba…

 –no permitiré que seas de ese imbécil… antes te haré mío… Inu Yasha  –dijo con carrasposa voz provocando que el miedo en Inu Yasha se expandiera por su cuerpo…

 

Sesshoumaru vio a Miroku que salía teniendo una cara lo bastante dolida como para que Sesshoumaru pensara que alguna mala noticia atormentaba al príncipe de esas tierras. Takemaru venía detrás de él, pero aquel moreno no estaba a la vista… lo creyó mejor o él no se contendría y aun así se sentía inquieto al no tener a Inu Yasha a su lado. Se acercó a Miroku con la idea de preguntarle si sabía algo de las marcas, aparte de ese príncipe no tenía a quien preguntarle que fuese al menos de confianza.

 –Sesshoumaru  –la voz de Miroku lo llamo antes de que él hablara.

 –¿ha ocurrido algo para poner ese tipo de expresión?  –pregunto acercándose.

 –… nada…  –dijo sin ánimos  –pero quería preguntarte algo.

 –adelante.

 –el chico que vino contigo… aquel que es… compañero de Kouga, ellos ¿de dónde vienen?  –termino de preguntar casi en un suspiro  –Kouga me ha contado cosas inauditas de su tierra natal, cosas que solo…

 –los dioses serian capaz de hacer  –termino Sesshoumaru al ver la pausa de Miroku  –la luna azul  –apunto al cielo viendo la incredulidad del príncipe de aquellas tierras.

 –eso es… imposible…

 –no lo es, según la predicción de Kana de ese lugar llegaría quien era el portador del collar que yo por tantos años había buscado.

 –pero…  –Miroku miro en dirección de su palacio  –eso significa que uno de los dos debe morir o la paz que hemos tenido por tanto tiempo…

 –lo dices como si supieras quien es  –le dijo mirándolo serio.

 –quien tenga las marcas de los espíritus será deseado por ellos y la sangre correrá por los países y el señor que desapareció resurgirá en el rio de sangre… es lo que sale en los textos antiguos… pero…

 –así que quien tenga esas marcas…

 –no sé por qué le salió esa marca ahora, pero antes no la tenía quiero preguntarle al espíritu, pero es terco…

 –¿a quién le aparecieron esas marcas?

 –no te preocupes, yo lo resolveré  –dijo sonriendo.

 –así que al moreno le aparecieron las marcas, pero yo solo vi una venda en…

 –aun no es seguro que él sea…

 –¿Por qué te asustas? Es por la paz así que su muerte es solo inevitable  –camino a dentro.

 –espera Sesshoumaru  –se puso en frente de él  –aun no hay certeza de que sea esa la marca de uno de los espíritus y… ¿Quién dice que ese Inu Yasha no tenga alguna marca?

 –tiene solo una entonces  –dijo más para él mismo, se detuvo y miro a Miroku  –¿Qué pasaría si tiene las cuatro marcas?

 –no habría duda alguna de que este sería quien…  –se detuvo de seguir hablando entendiendo ese Inu Yasha debía tener las marcas pero Sesshoumaru quería conservarlo  –tú lo dijiste es por la paz, su muerte es inevitable… ese consejero  –casi lo escupió al decirlo.

 –¿quién ha hablado de Inu Yasha?  –miro a su alrededor  –sígueme…

Caminaron dentro del palacio una punzada en su pecho lo hizo mirar en dirección a donde estaba Inu Yasha, apretó los dientes y siguió, pero solo pudo dar unos pocos pasos.

 –maldición  –mascullo siendo escuchado por Miroku y visto correr en dirección a la habitación donde estaba Inu Yasha.

 –¡¿Sesshoumaru?!  –no se detuvo y por alguna razón Miroku sintió la urgencia de seguirlo.

Cuando Sesshoumaru entro a la habitación luego de escuchar un fuerte sonido como de alguien al caer, no le faltó mucho para entender que había pasado.

Kouga estaba en el suelo mirando en dirección a donde estaba un Inu Yasha con la túnica desarreglada y de su cuello una línea de rojo se deslizaba, unos de los hombros de Inu Yasha estaba descubierto y las claras marcas de dedos ya se estaban volviendo amoratados. La cara de estupefacción en Inu Yasha hizo que se hiciera una idea, había pasado lo mismo que antes, pero tal parecía que ahora Inu Yasha se había dado cuenta, Sesshoumaru todavía no entendía del todo qué estaba pasando con ese chico o qué era; lo que entendía bien era que ese moreno lo había atacado. Sujeto el látigo en su espalda y de un rápido movimiento dirigió la punta a la espalda de Kouga.

Inu Yasha al ver entrar a Sesshoumaru se dio cuenta del sutil movimiento, las practicas con él le decían que sacaría el látigo y la mirada del príncipe estaba clavada en Kouga, en un movimiento rápido Inu Yasha se puso en medio de ellos todavía no entendía qué le estaba pasando, Kouga parecía pegado al piso y le daba la espalda, aun si para todos Sesshoumaru siempre parecía estar molesto justo en este momento parecía estar furioso.

 –no lo hagas  –pidió Inu Yasha.

Miroku había llegado viendo bajar el látigo que golpeo el suelo cerca de Inu Yasha, pero al contrario de lo que él podía pensar los ojos de Inu Yasha se mantuvieron mirando al príncipe y este a quien estaba frente a él obstruyendo su camino.

 –dame un motivo para no matarlo…

 –me necesitas con vida y si lo matas a él, yo veré la forma de morir  –le dijo sin duda alguna.

 –lo dejaste tocarte…

 –entonces castígame a mí…

Ambas miradas doradas se desafiaban, la mano que sostenía el látigo se apretó, pero no pudo alzarlo…

 –Inu Yasha es alguien de palabra  –dijo Kouga levantándose y volteando.

 –… Kouga…  –Inu Yasha lo miro pero Kouga no le dio ni una mirada pasando frente a él.

 –él antes de llegar aquí era mi pareja y sé es de tú conocimiento príncipe de las tierras Hitit… así que debes saber que al estar cerca de la persona que se ama uno…

Aun cuando Inu Yasha quiso intervenir la atmosfera entre esos dos era algo que lo dejaba mudo y que podía decir si lo que decía Kouga era cierto.

 –eso es algo que a mí poco me interesa.

Lo corto Sesshoumaru dándole un dolor en el pecho a Inu Yasha que solo bajo un poco la mirada. No podía simplemente callar algo que era una verdad, ese moreno era alguien que no podía tolerar en su presencia, pero el ver a Inu Yasha defendiendo a ese sujeto hacía que despertara en él el deseo de simplemente destrozarlo; la consecuencia de hacer eso lo detenía, Inu Yasha solo estaba con él por el deseo de volver con ese sujeto a la luna azul, si mataba a ese tipo tan desagradable nada lo ataría a él… las veces que lo sintió cercano no fue más que una ilusión que se desmorono con la pronunciación del nombre de ese maldito moreno…

 –entonces no hay nada que explicar –dijo Kouga e iba a tomar la mano de Inu Yasha, sin embargo fue jalado por Sesshoumaru.

Aun si no lo diría deseaba a Inu Yasha para él y no deseaba dejárselo a nadie.

 –mientras este en este mundo Inu Yasha me pertenece y no le permito revolcarse con nadie.

 –¡Tú…!  –Kouga alzó el brazo con la intención de golpear a Sesshoumaru, no obstante Inu Yasha iba a entrometerse siendo jalado por Sesshoumaru recibiendo las garras en el brazo Izquierdo dejando al descubierto la marca de su brazo.

Kouga por un momento palideció al ver en el cuerpo de ese sujeto la misma marca que él tenía.

 –¿Por qué tú…?  –dijo trémulo.

Inu Yasha reviso la herida viendo la marca y vio a los ojos dorados que en silencio miraba las acciones de Inu Yasha. Miroku fue donde Kouga dándose cuenta que al moreno garras negras salían desde sus dedos, miro donde estaba Sesshoumaru para cerciorarse de que la herida no fuera grave y fue capaz de ver las marcas quedando estupefacto recordando la conversación ¿había hablado de él?

Inu Yasha con la manga de su túnica apretaba la herida mirando donde podía sacar algo para tratarlo.

 –ven  –dijo viendo el vino que estaba en el mueble.

Sesshoumaru no se movió y le quito el brazo a Inu Yasha con rencor dejándolo pasmado,  miro a Miroku se deshizo del brazalete de cuero del otro brazos dejándolo más que estupefacto.

 –no son solo estas… mis piernas y  –se quitó la bandana que se había puesto en la frente.

 –… no… puede ser…  –fue lo único que Miroku podía decir.

 –¿Por qué tienes esas marcas?  –pregunto Kouga.

 –no solo él…  –comenzó a hablar Inu Yasha.

 –ese moreno también tiene una ¿no?  –lo detuvo Sesshoumaru.

Inu Yasha miro sorprendido a Kouga y este miro hacía un lado, un silencio se apodero de la habitación como si cualquiera temiera decir algo. Inu Yasha dudo en revelar que él al igual que Sesshoumaru estaba con esas marcas aun así ese silencio era incómodo y lo fastidiaba.

 –aun no entiendo una mierda de este lugar… no sé muchas cosas por lo que lo único que sé es que voy a ayudar a Sesshoumaru a conseguir cinco no sé qué demonios y nos iremos a nuestro mundo Kouga y yo…  –dijo exasperado, miro a Sesshoumaru  –te vuelvo a dar mi palabra príncipe malhumorado hasta que encuentre esos objetos estaré contigo y no te voy a traicionar…

La mirada seria de Inu Yasha estaba fija en los dorados del príncipe, Kouga no pudo evitar apretar los puños ante aquel cuadro, frente a él Inu Yasha le daba su palabra a otro que estaría a su lado dejándolo a un lado a él.

 –es así…  –la voz de Kouga hizo voltear a Inu Yasha para verlo –ahora que por fin te vuelvo a ver, te iras con él…

 –solo hasta que…

 –como su puta…  –dijo con asco Kouga viendo el entrecejo de Inu Yasha fruncirse y recibiendo un golpe de Inu Yasha con el puño cerrado.

 –jamás creí…  –su mano temblaba  –que tú…   –apretó los dientes y giro sus pasos alejándose de él  –cree lo que quieras si no confías en mí nada hay que decir.

Los labios de Sesshoumaru se abrieron un poco ante la sorpresa de ver aquella mirada llena de orgullo aun cuando podía ver dolor y decepción en esos ojos, Inu Yasha frente a sus ojos en ese momento se veía digno de un noble, pero estaba seguro que estaba herido y eso le molestaba.

 –Miroku cuando sepas algo sobre esto te pido me lo hagas saber, ahora me retiro  –dijo yendo por Inu Yasha cubriéndose con una toga y la bandana tomando en el paso otra toga.

Miroku desvió la cara hacia Kouga suspirando.

 –dígalo…  –murmuro Kouga sin intenciones de limpiar el hilo de sangre que caía de su labio por el golpe.

 –¿Qué quieres que te diga si tú mismo te diste cuenta de tu error?  –dijo sacando su pañuelo de seda y limpiando la sangre de aquel labio golpeado viendo la mirada triste de aquel moreno  –¿Cuántas veces me harás limpiar tus heridas?  –dijo un poco en broma y en regaño.

 –… lo siento…  –murmuro…

 –desiste Kouga  –le susurro, pero por la mirada que recibió deseo no haberlo dicho.

 –jamás lo haré  –dijo con dientes apretados  –Inu Yasha es mío y no se lo daré a nadie.

Los ojos azules de Kouga se volvieron opacos y fieros parecían haber perdido todo rastro de razón, volteo dándole la espalda a Miroku y se fue de ese lugar.

 

Sesshoumaru lo seguía a cierta distancia, en su cabeza las cosas que habían pasado seguían girando, él mismo estaba confundido de muchas cosas, pero tal como lo dijo Inu Yasha se debía concentrar por ahora y seguir con su viaje, pues su tiempo se agota. Inu Yasha salió a los jardines, el viento dejo que su túnica y cabello flotaran un poco, Inu Yasha volteo a él con ojos dolidos, el cabello que jugaba en el viento ocultaban un poco de vez en cuando su expresión.

 –no me mires preocupado  –dijo sorprendiendo al príncipe  –estoy bien… jamás hice nada para que crea lo contrario.

 –lo que dijiste… me diste tu palabra y creeré en ella  –dijo acercándose poniéndole una toga cubriendo la herida del cuello.

Los ojos de Inu Yasha se humedecieron y Sesshoumaru puso su mano cubriendo aquellos ojos.

 –¿Qué…?

 –no me muestres lagrimas por él  –dijo serio  –pero si deseas llorar eres libre de hacerlo yo estaré aquí…  

Inu Yasha tomo la mano que cubría sus ojos retirándola mientras decía con orgullo.

 –no tengo motivo para llorar  –soltó la mano y miro hacia el cielo  –pero gracias.

Inu Yasha sonrió cálidamente, un estremecimiento en el corazón de Sesshoumaru lo hizo tragar… una de las abejas de Kohaku salió del nido zumbando y volando a lo alto se alejó eso solo significaba que cerca había algún mensaje. Miro a donde se había ido y devolvió la mirada a Inu Yasha.

 –acompáñame.

 –¿Dónde?

 –a ver al rey de estas tierras  –le dijo con seriedad, no lo iba a volver a dejar solo, no cerca de ese moreno, aun si no le agradaba la idea de estar frente a ese rey junto con Inu Yasha.

 –bien, pero antes déjame vendar esa herida.

 –bien…  –murmuro esbozando una pequeña sonrisa.

 

El caballo de Sesshoumaru tiraba de un carro que consiguió de Miroku para trasladarse, negó la compañía del príncipe Miroku pues ese sujeto lo seguiría y no lo deseaba cerca. Ambos se habían cambiado por prendas apropiadas, la corona de Sesshoumaru cubría la marca que le había aparecido en la frente, a Inu Yasha le puso una bandana con piedras rojas que su flequillo rebelde tapaba un poco, la túnica de lino larga y con mangas se encargaba de tapar las de los brazos en un blanco pulcro el cinto con gemas rojas era el juego de la bandana.

Cuando se informó al rey de su llegada ordeno hacer los preparativos para la comida, aun si todavía era un poco temprano. Para él Sesshoumaru era el exponente más fuerte y debía tenerlo de su lado, si tuviera una hija la hubiera casado con él, pero su única hija la había casado con el padre de Sesshoumaru y ya que ese príncipe estaba interesado en los hombres también Miroku podría fácilmente ser un buen partido, pero era el príncipe heredero y tenía que engendrar a un heredero, si Sesshoumaru era capaz de venir a vivir en Babil y como príncipe entendía que Miroku tenía como deber engendrar, él le daría a Miroku sin ningún problema pues se ganaría un soldado el cual todos en el campo de batalla temen.

Sesshoumaru fue anunciado junto a su consejero, por los rumores sabía debía ser un chico inteligente, aun cuando lo había imaginado afeminado, al que veía detrás de Sesshoumaru era un chico por donde se viera, encontró interesante ver a un chiquillo así… el cabello tal como los Taisho era plateado y de ojos ambarinos, de alguna manera le recordaban a su rival Inu no Taisho como también a cierta mujer, era imposible… esa mujer había muerto por traición contra Taisho.

Cuando estuvieron cerca Sesshoumaru bajo su cabeza en una pequeña reverencia e Inu Yasha al ver lo que hacía Sesshoumaru la bajo copiándolo y viéndolo de reojo para saber cuándo enderezarse, pero Sesshoumaru susurro un “no te endereces” antes de hacerlo él.

 –Sesshoumaru, bienvenido a mi palacio  –dijo el rey con un tono animado  –veo que has traído a alguien… es tu afamado consejero.

 –Gracias su majestad por recibirme. Si, este joven es mi consejero, Inu Ya…

 –niño alza la cabeza y déjame verte bien  –dijo el rey frenando las palabras de Sesshoumaru.

Inu Yasha miro de reojo a Sesshoumaru que solo asintió levemente e Inu Yasha comenzó a alzarse para verlo, ese hombre le recordaba a quien estuvo con el príncipe Miroku.

 –oh… que interesante  –dijo el rey mirando a Inu Yasha –dime ¿Quién eres consejero?

Inu Yasha pestañeo un par de veces e incluso miro a Sesshoumaru para que le dijera algo, sin embargo ni siquiera lo miraba, de volvió la vista al rey preguntándose cómo debía contestar…

 –solo soy el consejero del príncipe Sesshoumaru su alteza…

 –te pregunto por tus parientes… ¿de qué cuna has salido?

 –soy de cuna humilde…

 –humilde  –repitió mirándolo de pies a cabeza  –acércate…

Inu Yasha dudo un poco, pero dado que Sesshoumaru no decía nada y solo estaba ahí de pie como si fuera una estatua camino solo dos pasos más a delante de su compañía de alguna manera no confiaba mucho en ese hombre, algo dentro de él le decía que no lo hiciera. Miro con atención los movimientos del rey de esas tierras.

Setsuna sonrió ante la mirada desafiante de Inu Yasha, no mostraba miedo, ni respeto en su mirada… casi parecía que ser humilde era solo una farsa, pero al mismo tiempo hasta un altivo príncipe como Sesshoumaru sabía que ante un rey debía mantener ciertas formas y protocolos y ese niño que se acercó por delante de su príncipe y más aun sin siquiera una reverencia de cortesía para ese príncipe… no sabía si felicitarlo por sus agallas o mandarlo a que lo castigaran por su osadía.

 –humilde consejero, déjame darte un consejo  –dijo el rey y Sesshoumaru puso extremada atención  –si eres humilde compórtate como tal o serás ejecutado. Te dije de alzar el rostro, pero jamás te di autorización de verme ¿debería sacar tus ojos?…

Aun cuando la respiración de Inu Yasha se atrapo no bajo la mirada ni la desvió. La mano de Sesshoumaru fue a la muñeca de Inu Yasha para ponerlo detrás de él, pero antes de tocarlo escucho…

 –si ese es su deseo puede intentarlo, sin embargo no lo lograra conmigo vivo…

 –Inu…  –tenía que detenerlo y castigarlo para que ese rey no le hiciera algo por sus palabras debía hacerlo antes de que ese rey se enfadara.

 –¡cómo te atreves a…!  –el  rey se puso de pie molesto. Sesshoumaru escaneo a los soldados que estaban en los flancos de la sala.

 –soy humilde porque nací en un lugar sin lujos, pero eso no significa ser menos que un príncipe o un rey… sus riquezas y mis riquezas son solo diferentes, porque cada cosa que yo he ganado y tengo solo lo he obtenido por mi propia fuerza y voluntad, por eso puedo estar de pie con orgullo de lo que soy.   

 –¿Qué sabes tú de la realeza?

 –nada lo mismo que ustedes de la gente humilde que ustedes llaman plebeyos  –dijo casi en un rugido dando un paso más cerca de ese rey.

Esas palabras lo estremecieron, los soldados dieron un paso y Sesshoumaru reacciono jalando a Inu Yasha a su espalda.

 –Sesshoumaru… –dijo con enfado el rey.

 –usted sabe, rey de Babil que para mí la sinceridad es preciada y si tengo a Inu Yasha como consejero es porque me habla con la verdad de su corazón…

Inu Yasha estaba sorprendido por ser jalado por Sesshoumaru y aquellas palabras solo lo dejaban más estupefacto.

 –por lo tanto  –continuo Sesshoumaru  –si tiene algún deseo de castigarlo por sus palabras yo recibiré ese castigo…

 –Sesshou…  –la mirada del príncipe que le brindo por sobre su hombro lo calló.

 –yo no le enseñe adecuadamente como tiene que comportarse ante un rey, así que es mi error, su majestad.

 –ir tan lejos por un plebeyo  –dijo casi escupiendo las palabras.

 –los nobles deberíamos proteger a los plebeyos y yo protejo a este…

 –no quiero enemistad con tu padre por un muchacho como ese, no vale la pena…  –se volvió a sentar aun molesto mirando a Inu Yasha que no le bajaba la mirada con un ademan de la mano hizo retroceder a los soldados, no haría que sus soldados pelearan con Sesshoumaru para tener bajas considerables y mucho menos para tener una guerra con Taisho.

 –sabio como siempre –bajo un poco la cabeza mientras hablaba y repuso  –solo he venido a disculparme por lo de la anterior noche…

 –no tienes que disculparte, se me informo que alguien te ataco, espero no pienses que mi gente tiene que ver.

 –no sé preocupe, rey Setsuna tengo muchos enemigos… no soy una persona que salta a conclusiones sin pruebas.

 –eso es de esperarse del prodigio de Taisho  –dijo sonriendo tratando de calmarse –pero quédate a comer conmigo… me gustaría discutir algo de mi hijo contigo.

Tenía que persuadirlo e intentar crear esa unión, mostrarle que sería beneficioso con el país de Hitit, conocía la devoción que poseía por dicho país y que haría lo que fuera por él.

 –debo declinar, mi tiempo en esta expedición es limitado y luego de presentar mis respetos al templo de Babil y reabastecerme he de seguir con mi curso.

 –entonces ven a verme cuando vuelvas de tu aventura  –le sugirió y vio el asentimiento del príncipe  –pero déjame preguntarte algo príncipe Sesshoumaru. Se corre el rumor de que ese chico es un hechicero y que has caído en su embrujo… has demostrado ser capaz de soportar un castigo por él entonces ¿es verdad o…?

 –yo…

 –la respuesta es más sencilla que un hechizo  –Sesshoumaru interrumpió a Inu Yasha que molesto iba a responderle.

 –¿ha, sí? ¿Cuál  es?

 –me enamore de él.

Un silencio se produjo a tales palabras, parecía que nadie deseaba decir nada y al tiempo no se atrevían a pedir que repitiera esas palabras. El general más fuerte, el guerrero más destacable, el prodigo de Hitit, aquel que todos los países intentaron convencer de que se quedara en el país, le ofrecían hermosas princesas e inclusos eunucos, pero siempre eran rechazados… él estaba declarando que no fue hechizado, que no era un simple juguete o aburrimiento, sino que estaba enamorado de ese chico. ¿Por qué? ¿cómo?

 –si era eso lo que deseaba preguntarme, me retirare… con su permiso rey Setsuna.

Setsuna lo miro salir parpadeando como tratando de procesar la información.

Inu Yasha iba un poco más atrás de Sesshoumaru e Incluso volteo a ver al rey confundido  ¿Qué era lo que había escuchado?

 

Bankotsu comenzó a despertar sintiendo que su cabeza no descansaba en la dura piedra… no recordaba hace cuánto tiempo había pasado desde la vez que había dormido aunque fuese solo un poco… claro, desde que Yasha había desaparecido, desde aquella vez…

 –así que ya despertaste…  –dijo en un bostezo Jakotsu…

 –¡tú…!  –Banryu se levantó de sus piernas al verle tratando de alejarse  –Ugk!  –pero las cadenas no lo dejaron mucho y una automáticamente apareció en su cuello evitando que saliera de la pequeña isla donde estaba.

 –¡hey! ¿estás bien?  –pregunto Jakotsu.

 –¿Qué es lo que quieres?  –le dijo golpeando la mano que se le acercaba.

 –¿mmm? ¿no te lo dije?  –dijo sobándose su mano  –vine por la jema de tu cuello, pero parece que no la tienes…

 –llegaste tarde… la entregue…

 –es algo importante para ti ¿no?  –dijo al ver la expresión de su rostro.

 –eso no es de tu incumbencia  –dijo sentándose y cruzándose de brazos.

 –lo sé pero no quiero volver sin eso… ¿sabes dónde puede estar?

 –… no lo sé…  –dijo mirando a otro lado.

 –¿Quién te lo quito? Puedo ir a preguntarle  –dijo sonriendo y levantándose animado.

 –estás sordo, lo entregue… y ese sujeto te destrozaría sin preguntarte quien eres…

 –no te preocupes por mí, soy fuerte  –dijo afirmando la espada en su espalda.

 –quien se está preocupando por ti, rarito…  –dijo molesto.

 –oh, vamos… sé que puedo y si es lindo tal vez sea quien me dijo esa mujer que iba a encontrar  –sonrió con una mirada de añoranza.

 –¿una mujer?

 –oh, es la hija de Shishinki, aunque solo la vi una vez hace muchos años atrás… apenas era una niña pequeña… ella me dijo quién me iba a matar  –sonrió.

 –¿Por qué sonríes?

 –porque  –tomo la espada y se atravesó impactando a Bankotsu, ni una gota de sangre escapo de la herida  –me maldijeron, mi hermano me maldijo… porque no morí con nuestros padres, porque escape y los deje e incluso a él… no importa, moriré cuando encuentre a quien amar jejeje  –su risita y las palabras mientras sacaba la espada provocaron en Banryu una sensación incomoda y en el lugar donde estuvo la espada nada quedo.

 –¿Por qué sonríes a eso?

 –porque me pudo haber maldecido a vagar en el desierto, que muriera lenta y dolorosamente o…

 –no me refiero a eso. El amor no existe, te condeno a vivir eternamente.

 –si existe, mi madre me contaba una historia de un espíritu que juro esperar el regreso de su ser amado, pero que jamás lo traería a la fuerza, que aun si el cielo cayera lo esperaría a que volviera a él…

 –solo y en silencio miraría las estrella y las contaría de una en una… sin pronunciar su nombre ni una vez para no obligar a su alma a volver… y así aquel alma se sanaría y podría perdonarlo y por fin ser feliz…

 –¿he? Madre me decía que era porque aquella persona debía ser perdonada por los dioses por haber enamorado a un espíritu y que cuando estos lo perdonaran volvería donde su amado  –dijo sorprendido de lo que había escuchado.

 –que estupidez  –mascullo.

 –¡no lo es!  –dijo acercándose demasiado para el agrado de Bankotsu  –dices que el que debía ser perdonado era el espíritu ¿por qué? Ustedes no se equivocan…

 –tú no sabes nada. Ustedes solo son ignorantes, cada vez me aburren más con sus balbuceos; quejas y se dejan llevar por los sentimientos en vez de usar la razón…

 –pero ¿no son más importantes los sentimientos?  –Jakotsu freno las réplicas de Bankotsu.

 –¿Por qué? No son más que…

 –ohhh… calla  –lo freno molesto y Bankotsu al verse gritado por un simple humano, ofendido atravesó aquel estomago  –te dije que no moriré  –dijo como si nada.

Bankotsu retiro la mano, no había rastro de sangre y al golpearlo solo sintió que algo como hojas secas se pasaban por su mano.

 –no quiero escuchar que los sentimientos no son nada ni nada parecido, si no hay sentimiento no hay nada, dicha, tristeza, envidia, orgullo, miedo, valentía… todos los sentimientos, todo lo que uno siente te hace quien eres… aun si algunos te hacen actuar de una manera errada, si tienes sentimientos de culpa puedes enmendar, pero si nada sientes solo no serás diferente a una piedra lanzada al aire, aun si hieres nada harás para enmendarlo  –dijo con enfado cada palabra como si tratara que ellas golpearan a Banryu  –tú eres el que no sabe nada, aun si eres un espíritu no eres más que un idiota molesto.

Volteo y comenzó a irse dejando a un atónito Bankotsu, que iba a llamarlo quería escuchar más de aquella forma de pensar, pero solo logro estirar un poco la mano antes de que un golpe desde dentro lo hiciera ver una dorada luz, la imagen de Inu Yasha apareció como flash en su cabeza y cerró los ojos…

 

Inu Yasha seguía a Sesshoumaru, no sabía cómo hablarle o si decir algo o no, era probable que estuviera enojado, pues tubo que avergonzarse a sí mismo por algo que él había dicho, ya le había aclarado de que no tenía esos gustos y si mantenía esa “relación” era para evitar que le pasara algo al estar lejos de él, era por eso que también tenía que mantener la distancia con Kouga; de alguna manera, esas palabras lo habían sobresaltado, de pronto Sesshoumaru se detuvo mirando el cielo una abeja bajo a él produciendo un zumbido y volando de determinada forma.

 –mi padre mandara a un mensajero con guardias preguntando por mí, al parecer alguien le dijo que tú me heriste, vienen con orden de arrestarte si estoy herido. Es una suerte que en ese estado las heridas después desaparezcan…

 –¿he?… ¿te herí? ¿Cuándo?  –se puso enfrente mirándolo –¿cuándo perdí la conciencia?

 –no recuerdas, no es algo importante.

 –si lo es…  –dijo preocupado  –a Kouga hubieron veces que lo herí, las heridas desaparecían, pero el dolor que él sentía era realmente grande… entonces…

 –no me compares con un debilucho como él  –la voz fría de Sesshoumaru lo molesto y más al pasar por su lado como si él estorbara.

 –¿Quién te crees? Que seas un poco más fuerte no quiere decir que puedas decir lo que quieras  –Sesshoumaru salió del palacio del rey mirando la carreta y subiendo espero a un Inu Yasha que seguía reclamando a un paso de la carreta  –Kouga… wua…

Sesshoumaru lo jalo de la ropas para subirlo y ponerlo frente a él mirándolo con enfado le hablo antes de que pudiera reclamarle.

 –o cierras la boca y dejar de probar mi paciencia o te callare a la fuerza…

 –quien…  –Sesshoumaru lo abrazo para decirle en el oído.

 –te necesito con vida, pero puedo dejarte mudo. Ya estoy molesto no continúes fastidiándome.

Un temblor recorrió la espalda de Inu Yasha, volteando le dio la espalda y apretó sus manos en el borde del carro.

Sesshoumaru miro a quien le daba la espalda, cerró los ojos un momento para luego comenzar a conducir el carro… el silencio era molesto para Inu Yasha que no se podía mover mucho estando al lado de ese príncipe. Miraba el rededor tratando de evitarlo por cualquier medio, cosa difícil al tenerlo tan cerca. Un ardor en su pierna izquierda lo hizo mirar a ese príncipe y desde uno de las murallas del palacio del rey vio a Rasetsu y a dos flechas que volaban a ellos. Piso con fuerza con la pierna izquierda, haciendo sonar la madera del carro. Sesshoumaru había volteado curioso por el movimiento de Inu Yasha y al ver las flechas escucho la pisada de Inu Yasha y como las flechas parecían haber golpeado algo que no se podía ver, una luz esférica parecía estar en frente el pecho de Inu Yasha que poco a poco se desvanecía con una luz dorada. Dirigió el carro a otro lugar sin entender qué había pasado.

 –¿Qué… fue eso?  –pregunto Inu Yasha estupefacto.

Sesshoumaru no contesto nada hasta llegar al templo, Inu Yasha miro a Sesshoumaru un par de veces y le pregunto, pero al ver que no le quería hablar termino por caer en silencio y tratar de entenderlo por él mismo, aunque de nada le serbia. Sesshoumaru bajo del carro y lo miro por un momento, no sabía quién era ese chico, no podía comprender que era o porqué él era el portador, no veía en él nada más que un altanero, orgulloso y terco muchacho, que nada sabía, que nada entendía, pero aun así…

 –no es seguro estar fuera si ese sujeto aun esta merodeando y…

 –no te preocupes  –tomo su brazo y lo jalo a él.

Ese chico era valiente.

 –¿Qué… estás…?  –pregunto avergonzado.

 –cállate…  –tomo su mano y comenzó a caminar  –mi padre quiere matarte porque te pareces a alguien de su pasado y buscara cualquier excusa para que yo no pueda hacer nada, aun si sabe que necesito el collar con su portador vivo para él yo debería solo seguir viviendo como lo he hecho…

 –¿Por qué no  lo haces?  –estando en las puertas se detuvo de abrirlas y miro a quien tenía de la mano.

 –porque quiero traer de vuelta la vida de mi país y para eso necesito mis poderes, para despertar al espíritu…

 –¿solo por eso?  –pregunto Inu Yasha la voz de ese príncipe le decía que había algo más.

 –quiero…  –susurro en un suspiro y volteo a ver a Inu Yasha para decir  –deseo ver ese paisaje una vez más… daré mi vida por ello.

 –¿y que pasara con Rin?

Sesshoumaru desvió la mirada a la puerta.

 –ella… será la sacerdotisa del espíritu como su madre…

 –no te pregunto eso, ella llorara…

 –ella no lo hará…

 –si lo hará, eres su padre…

 –no lo soy  –dijo abriendo la puerta dejando pasmado a Inu Yasha  –Kagura era mi esposa  y mi amiga…

Las grandes puertas del templo dejaron ver un amplio espacio, iluminado como lo estaban los palacios, las murallas parecían estar mojadas como si fuesen cascadas y más adelante la imagen del espíritu venerado… pero Inu Yasha no miraba nada más que la espalda de Sesshoumaru.

 –ella amaba a un hombre que no era yo y yo permití que se vieran a escondidas, ambos Vivian en mi palacio y a él lo hice el guardia personal de Kagura…

 –¿Por qué me cuentas esto?

 –porque necesito que confíes en mí  –se detuvo una vez estuvo frente el espíritu.

 –no entiendo…

 –aun si yo muero, he arreglado que alguien te envié de regreso, pero ahora mi padre te quiere muerto y él es el único que sabe de esto… si llegas a ser necesario usa esto para demostrarle que eres más que solo cercano a mí…

 –eso… es…

 –Rin también lo sabe.

Los ojos de Inu Yasha se abrieron de par en par.

 –Sus padres murieron cuando ella era pequeña y poco entendía, pero su padre era uno de mis mejores guerreros y su madre una mujer ejemplar, aun si es en secreto quería que venerara a sus padres.

 –ella es realmente fuerte  –dijo Inu Yasha bajando la mirada.

 –como lo fue su madre  –escucho de Sesshoumaru.

Sesshoumaru alzo una campana y la hizo sonar tres veces. Los ojos  de Inu Yasha por fin se posaron en la estatua que parecía estar hecha de piedra. Un dragón de casi seis metros se alzaba sobre sus cabezas con sus fauces abiertas y parecía estarlos viendo apunto de devorarlos.

 –este es Banryu; el espíritu del agua…

 –así es  –se escuchó una voz que venía desde un costado  –es extraño verlo por aquí príncipe Sesshoumaru.

 –lo es, Renkotsu… he venido a purificarme con las aguas del templo.

 –…mmm… no viene desde que Kagura murió, esa fue la última vez  –miro a un Inu Yasha que era tomado de la mano y estaba detrás de Sesshoumaru mirando la estatua  –sabes lo que eso significa si entras con alguien.

 –lo sé…

 –bueno, es tu decisión, pero eso será de por vida…

 –lo sé…

 –se me olvida que hablo con una muralla  –resoplo.

Inu Yasha miro de reojo a quien estaba frente a ellos, un hombre rapado y con sus ojos atravesados por cicatrices que subían desde sus mejillas.

 –también necesito provisiones para mi viaje…

 –las preparare.

Sesshoumaru camino guiando a Inu Yasha por un pasillo ataviado de blanco, el sonido de agua cayendo.

 –¿Dónde vamos?

 –a darnos un baño  –dijo escuetamente.

 –¿eh?  –quiso detenerse, pero Sesshoumaru no se lo permitió.

 –no es la primera vez y ya te lo dije  –miro por sobre su hombro sin detenerse  –necesito que confíes en mí.

 –es… está bien…  –dijo con nerviosismo, pero que más podía hacer sino confiar en ese príncipe.

Un claro se vio al frente y el sonido de agua cayendo era más fuerte, un agujero en el techo dejaba entrar la luz del sol, desde las tres murallas como cascadas artificiales que caían a una gran laguna hecha con frio marfil, dos mesas estaban a un lado y al otro un plato de algún metal teniendo encima cenizas y lo que parecían piedras de diferentes tamaños y un candelabro con velas encendidas.

 –toma una de las velas y prende una de las piedras…  –le dijo Sesshoumaru soltándolo.

 –esta… bien…  –se acercó a las velas y tomo una, miro las piedras extrañado  –… prender una piedra…  –era la primera vez que escuchaba algo así.

 –aun no enciendes ninguna  –dijo desde atrás tomando la vela en la mano de Inu Yasha provocándole un pequeño brinco  –¿Cuál quieres?

 –ah… ¿hay alguna diferencia?

 –la hay, pero elije solo cierra los ojos y prende una…

 –bien…

Cerró los ojos teniendo a Sesshoumaru detrás de él sin soltarle la mano, diferentes aromas vinieron a él mientras escuchaba la voz de Sesshoumaru que en susurro le hablaba.

 –sin importar lo que pase en el futuro… comprendes que debes alejarte de ese hombre por el bien de ambos  –Inu Yasha asintió  –hasta que todo esto termine eres mi persona preciada y hasta he confesado amarte por lo que debes estar a mi lado…

 –pero eso es una…

 –hasta que esto termine serás mi amado y velare por ti…

Inu Yasha abrió los ojos mirándolo sorprendido viendo la seria cara de aquel príncipe, un aroma dulce se desprendió y cuando vio la piedra central estaba encendida, el color bermellón de la piedra parecía brillar casi hipnotizando a Inu Yasha, su cinto fue quitado deslizándose al suelo, un escalofrío recorrió su espalda los dedos de Sesshoumaru tomaron la túnica de Inu Yasha y la deslizo dejándola caer…

 –me… me estoy mareando…

 –tú elegiste esa piedra  –susurro en su oído.

 –¿Qué es?

 –… sacara la verdad de quien lo huela…  –el tono era como si no deseara decirlo.

 –… la verdad…  –repitió en susurro, sintiendo una tela en su espalda volteo viendo a Sesshoumaru con una túnica roja tal como la que cubría sus hombros  –si pregunto algo dirás la verdad ¿no?

 –…sí… tú también  –dijo ayudando a que se cubra.

 –¿Por qué me molestas tanto?

 –me gusta  –fue la escueta respuesta.

 –te gusta  –murmuro siendo guiado a la laguna, el agua era helada, pero por alguna razón no le molestaba.

 –¿Quién eres?  –pregunto Sesshoumaru.

 –…ya no lo sé…

Las túnicas se transparentaba por el agua las marcas en el cuerpo de ambos eran visibles, Inu Yasha toco una de ellas en el brazo de Sesshoumaru.

 –¿Por qué ocurrió esto?

 –no lo sé…  –le dijo abrazándolo.

 –¿Por qué me abrazas?

 –…me gusta…  –lo estrecho enterrando su nariz en el cuello de Inu Yasha  –tu aroma me calma y tu calor me relaja… ¿te desagrada?

 –…no…  –susurro avergonzado descubriendo que sus manos viajaron a la espalda de ese hombre  –a mí también me gusta… esto…

 –Inu Yasha desde hoy y hasta que mi vida acabe serás mío, te protegeré aun si no lo deseas  –se alejó de él viéndolo a los ojos, sabía que lo que estaba a punto de hacer era una locura y que los del concejo de su país e incluso su padre estaría en contra pero así podía hacer que Inu Yasha fuese inimputable a no ser que fuese condenado por engañarlo. Junto las manos de Inu Yasha mostrándole las palmas  –por esto te entrego mi alma y con ella el juramento de velar por ti hasta mi muerte  –beso las palmas de aquellas manos.

Inu Yasha lo miraba incrédulo de lo que había escuchado, sintió sus mejillas arder, su pecho latía con fuerza las palmas de sus manos hormigueaban y sus labios temblaban al ver los ojos dorados que lo estaban viendo. El agua subió cubriéndoles hasta los hombros, solo se habían estado mirando, los ojos de Inu Yasha viajaron al agua sin saber que decir… todo eso le había sonado como una confesión o unos votos de boda… ¿Qué podía decir a esas cosas? Él estaba con Kouga, pero esas palabras no le desagradaban ni los ojos que lo miraban, ni el compartir las marcas…

 –yo…

 –me gustas… más de lo que quiero aceptar  –toda palabra de los labios de Inu Yasha fueron cortada al oír eso… Sesshoumaru estaba seguro que le diría algo como que estaba con ese sujeto o algo similar, simplemente no quería oír nada de ese moreno  –¿te gusto?

 –… s…  –Inu Yasha mordió su lengua sin permitirse responder, aun si sabía la respuesta no podía decirlo eso era traicionar a Kouga, pero por más que trataba decir que no sus labios se reusaban.

 –aun si no contestas mi juramento ya está hecho y no lo cambiare, ya estamos conectados y podré ver quién eres…

 –¿eh?

En las castadas imágenes de la infancia de Inu Yasha comenzaron a verse como las de Sesshoumaru eran tan rápidas que eran incapaz de ver todo solo ciertas partes, hasta que ambas imágenes se hicieron una… un gran perro bajaba desde los cielos para estar frente a una persona, el perro se convirtió en hombre y beso a esa persona, la imagen como si se tratara de un cristal se rompió. Los dos se miraron… de lo que habían alcanzado a ver era que parecía siempre estuvieron conectados, aquel chico que veía y cambiaba las esferas de su collar era Sesshoumaru y Sesshoumaru que había estado viendo a un ente acercarse a él pero luego se alejaba escondiéndose en la oscuridad había sido Inu Yasha. Y aquella última imagen… ¿era del pasado o era el futuro…?

 –¿Quién eres?  –la mano de Sesshoumaru se posó en el pecho de Inu Yasha.

 –ya… no lo sé… –dijo Inu Yasha.

Lejos de aclarar las dudas de Sesshoumaru las imágenes solo lo hicieron más confuso en quien era ese chico frente a él, que aun estando confundido lo miraba decidido a no bajarle la mirada, como si lo hechizara y lo quisiera o no, caía, lo abrazo apegándolo a él sin permitir que sus mirada se separasen.

 –por ahora yo te diré quién eres Inu Yasha… eres mi consejero, mi aliado y mi ser más amado  –los oídos de Inu Yasha se sonrojaron  –no importa que ocurra seré yo el único que pueda herirte solo debes aceptar, ante los mil dioses de mis tierras juro protegerte hasta mi muerte.

La frente de Sesshoumaru se posó en la frente de Inu Yasha, ambos ojos se veían tan cerca, dorados y ámbar… Inu Yasha movió los labios casi como si quisiera contestar, pero no podía… el aliento de ese príncipe se mezclaba con el suyo y el aroma de la piedra nublando sus palabras…

 –Inu Yasha. 

La voz susurrante llamándolo le provoco un sutil estremecimiento, una extraña tención sintió que los rodeaba, pero no podía moverse… un calor comenzaba a subir desde su interior y el deseo de besar aquellos labios que ya había tomados los suyo otras veces, aunque siempre para aparentar ¿solo él se sentía así? ¿solo él deseaba besarlo sin que sea para aparentar? Le acababa de decir que era su persona amada, pero ¿era verdad o era como cuando se lo dijo al rey?

 –… yo…  –tartamudeo Inu Yasha  –… ante tus mil dioses juro ayudarte en tú cometido…pero…

Bajo la mirada viendo el pecho níveo y fuerte de aquel príncipe tragando por inercia.

 –esta que muera Inu Yasha, tu juramento y el mío solo será hasta que muera…

De alguna manera esas palabras de los labios de Sesshoumaru le dolían, alzo la cara… miro donde estaban las piedras, había prendido la piedra de la verdad entonces ¿podía confiar en las palabras de Sesshoumaru y creer en lo que en ese momento él mismo sentía? Aun así ¿Por qué tenía que hablar de muerte?

 –estere contigo Sesshoumaru hasta que deba irme y seré… tuyo… hasta ese día…  –dijo con la mayor de las vergüenzas.

El rostro de Inu Yasha parecía un rubí a los ojos de Sesshoumaru un extraño vuelco en su pecho lo consterno, no había esperado esas palabras ni que los labios de Inu Yasha por propia voluntad se juntaran a los suyos.

 

Renkotsu miraba una lámina de plata que proyectaba la imagen de esos dos…

 –quien lo diría… bueno  –tomo un palo que en la parte alta tenía tres cascabeles los hizo sonar mientras decía  –jurados ambos destinos se han unido a los ojos de los dioses y marcados por el destino solo la muerte los sepa…  –un movimiento de la tierra no le permitió terminar.

 

Desde el traga luz dos figuras se veían, Sesshoumaru e Inu Yasha miraron a quienes eran y de los labios de Inu Yasha solo un susurro salió.

 –…ma…má…    


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