Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Strunz por Momino

[Reviews - 342]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Vaaya! Muchos tienen sentimientos encontrados con respecto a lo que les está sucediendo a Naruto y a Sasuke, ¡y yo igual lo tengo!

A veces odio a Naruto porque es un maldito terco y necio, pero siempre ha sido así, el chico inmaduro que se deja llevar por las emociones y a Sasuke el sobreprotector que considera que siempre tiene la razón en todo y al que le encanta imponer su poder e inteligencia superior.

Personalmente yo amo esas dos personalidades, son dos polos opuestos que perfectamente se atraen y a la vez chocan entre ellos. Yo los amo, porque originalmente son así hasta en el anime. Además de que me encanta ver como se enciende la mecha en ambos, jajaja.

Pero  oigan  que me ha fascinado leer a la personitas que me dejaron su punto de opinión; de verdad que me encanta saber qué es lo que piensan o qué harían en esa situación.

Ahora sín más, por ser tan bellxs conmigo, les regalo el capítulo 11.

¡Lean mis tesoritxs!

Capítulo 11

Una parte de mí quería saltarse las clases el día siguiente, pero no era como si yo pusiera esconderme para siempre. Inexplicadamente, Sasuke no se presentó. No lo vi en los pasillos tampoco o cuando agarré mis cosas de mi casillero antes del almuerzo. Nunca apareció. Lo había perseguido justo afuera de la maldita escuela.

—Oye —dijo Pain, acercándose a mí—, no te ves muy bien.

Durante la clase de Bio, prácticamente tuve mi cara pegada al libro de texto. Suspiré, cerrando la puerta. —Sí, no me siento bien hoy, dattebayou.

—¿Hambriento? —Cuando negué con la cabeza, tiró de mi mochila—. Yo tampoco. Conozco un lugar para ir, sin comida y sin gente.

Sonaba bien para mí, porque la última cosa que quería era soportar en este momento  ver a Gaara y Sai llegando a segunda base en la mesa del almuerzo.

 Resultó que el lugar que Pain tenía en mente era el auditorio vacío. Perfecto.

Nos sentamos en la parte de atrás, apoyando nuestros pies sobre los asientos frente de nosotros. Pain sacó una manzana de su bolsa. —¿Se llegó a calmar Sasuke anoche?

Gemí interiormente. —Sí...en realidad no, de veras.

—Tengo miedo de eso —Hubo una pausa mientras mordía la fruta roja brillante—. Realmente no estabas en peligro. Si lo hubieras estado, uno de nosotros lo habría detenido.

—Lo sé, ttebayou —me deslicé poco a poco y apoyé mi cabeza en el respaldo de mi asiento—. Simplemente, él no quiere que salga herido. —Y eso realmente dolía decirlo, porque yo sabía que había un largo camino de buenas intenciones detrás de lo que él me dijo la noche anterior, pero Sasuke necesitaba verme como a un igual. No alguien débil y a quien necesitaba salvar.

—Eso es admirable. —Pain sonrió alrededor de su manzana—. Sabes que él no me agrada, pero se preocupa por ti. Y lo siento. No tenía la intención de causar problemas entre ustedes dos.

—No es tu culpa, en serio. —Di unas palmaditas en su rodilla, sin sorprenderme cuando sentí un pequeño estremecimiento—. Todo va a estar bien, dattebayou.

El pelinaranja asintió. —¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro, ttebayou.

Tomó otro bocado antes de continuar. —¿Fue el Uchiha quien te curó? pregunto porque eso puede darme una mejor comprensión de tu poder, saber quién te cambió.

Ansiedad floreció. —¿Por qué crees que fue él, ttebayou?

Pain me dio una mirada mordaz. —Eso explicaría por qué son tan cercanos ustedes dos. Mi amigo y yo fuimos cercanos después de sanarme. Casi siempre sabía cuándo se encontraba cerca. Éramos como dos mitades después de que me sanó. Fue como una fuerte... conexión.

Mi sanación me era prohibido decirlo, incluso si un ejército de Arums me amenazara, yo no admitiría que fue el bastardo. —Eso es bueno saberlo, pero no es el caso, de veras —La curiosidad me hizo querer saber más de él, sin embargo—. Dices que ustedes dos eran cercanos, dattebayou. ¿Te sentías... atraído por él?

—¿¡Qué!? —Se echó a reír—. No, éramos como hermanos, pero lo que sea que la conexión nos hacía, no nos obligaba a sentir nada. Simplemente nos hace más cercanos a quién nos sana. Es más fuerte que un vínculo familiar, pero no sexual o incluso emocional o ese tipo de nivel.

Bajé mis pestañas antes de que pudiera ver el torrente de lágrimas frescas que ardían en mis ojos. Genial. Yo era la mayor mierda viviente.

Todo este tiempo he preferido creer más en la conexión extraterrestre que en las palabras sinceras de Sasuke, y esto no había sido lo que lo había estado impulsando a quererme de verdad como él decía.

—Bueno, es bueno saberlo, dattebayou. —Mi propia voz me sonaba extraña—. De todos modos, ¿por qué es tan importante quién me sanó?

Me miró como si dudara de mi coeficiente intelectual mientras terminaba su manzana. —Porque he oído que la fortaleza del Luxen que te salva es una indicación de cuán fuerte serás. Al menos, eso es lo que aprendí de Nendo. Su poder y limitaciones estuvieron vinculados a quien lo sanó. Igual que yo.

—Oh —Bueno, eso explicaba cómo arruiné un satélite en el espacio exterior. El ego del bastardo de Sasuke pasaría a través de las listas de éxitos si lo supiera. Empecé a sonreír al pensarlo, pero después renovó el dolor en mi pecho.

—Es por eso que pensé que era el Uchiha, porque él es muy, muy, poderoso. No te ofendas, pero en realidad tú no has hecho nada extraordinario, así que...

—Caramba, ¿gracias? —reí ante su aspecto apesadumbrado—. De todos modos, no es nadie que alguna vez esperarías, dattebayou, y eso es todo lo que estoy dispuesto a decirte al respecto, ¿de acuerdo?

—Está bien —Retuvo el corazón de la manzana, frunciendo el ceño—. No confías en mí, ¿verdad?

Me iba a apresurar a decirle que sí lo hacía, pero me detuve.

Alguien al menos se merecía mi honestidad. —No te lo tomes como algo personal, ttebayou, pero en este momento, creo que la confianza es algo que no es fácil de dar, a pesar de todo, de veras.

Pain me miró de lado y sonrió. —Buena idea, Naru.

 

Si volvía a ver un cuchillo en los próximos diez años, necesitaría un largo tiempo de atención psiquiátrica. Pasar el rato con cuchillos siendo lanzados en mi dirección no era mi idea de diversión.

Por suerte, fui capaz de detenerlos todos. Y sin Sasuke allí, Pain se  encontraba de una pieza.

Pasó a lanzar cosas no mortales a mi cabeza, como almohadas y libros, al final de la semana. Después de varias horas, yo dominaba el arte de no comer tela. Nunca dejé que los libros me golpearan o se cayeran, sin embargo. Eso me parecía un sacrilegio.

Parecía como retroceder comenzar con cuchillos y terminar con almohadas, pero entendí su plan maestro. Mi habilidad se encontraba casi atada a mis emociones, como el miedo. Tenía que ser capaz de aprovechar esos sentimientos fuertes y usarlos cuando no me encontraba descontrolado. También necesitaba ser capaz de controlarlos cuando me enloquecía.

Gemí mientras recogía todas las almohadas del suelo y los libros de la mesa de café, poniéndolos cada uno de vuelta a donde pertenecían.

—¿Cansado? —comentó el mayor, descansando contra la pared.

—Sí, de veras —bostecé.

—¿Sabes cómo los Luxen consiguen cansarse por usar sus poderes? —Pain agarró el último libro, colocándolo en dónde lo había sacado: el soporte del televisor.

—Sí, y recuerdo que dijiste algo de que nosotros nos cansamos más rápido que ellos, ttebayou.

—Somos iguales que los Luxen en ese sentido. Ellos usan energía para hacer cosas. Si les lanzas algo lo esquivan igual que nosotros, pero ellos pueden durar más tiempo que nosotros. No sé por qué. Tiene algo que ver con el hecho de que sólo tenemos la mitad del ADN alíen, pero tenemos que ser cuidadosos, Naruto. Cuánto más habilidades usamos, más débiles nos volvemos. Y muy rápidamente.

—Genial —murmuré—. ¿Así que Sasuke podría haberte mantenido realmente contra la pared toda la noche, dattebayou?

—Sí —se detuvo a mi lado—. El azúcar ayuda. Pero lo mismo ocurre con la piedra Melody.

—¿La qué? —Froté la parte trasera de mi cuello mientras me dejé caer en el sofá.

—Es un tipo de cristal, un ópalo muy raro —Se sentó a mi lado, tan cerca que su muslo se apretó contra el mío. Me deslicé fuera.

—¿Qué hace, dattebayou?

Apoyó la cabeza en el cojín y me dio un encogimiento de hombros.

—Por lo que lo he aprendido, puede ayudar a incrementar nuestros poderes. Es posible que incluso los estabilice para que no nos cansemos igual que hacen los Luxen.

Todo el asunto del cristal no tenía sentido para mí. Sonaba como un montón de basura de la Nueva Era, pero entonces, otra vez, ¿qué sabía yo?

—¿Tienes una, ttebayou?

Pain se echó a reír. —No. Son difíciles de conseguir.

Agarrando una almohada, la coloqué debajo de mi cabeza y cerré los ojos, apretando contra el brazo del sofá. —Bueno, entonces supongo que somos sólo el azúcar y yo, de veras.

Hubo una pausa. —Lo has hecho muy bien, sin embargo. Eres un estudiante rápido, Naru.

—¡Ja! No decías eso la primera semana de entrenamiento —bostecé—. Tal vez esto no sea tan difícil, dattebayou. Tomaré el control de mis habilidades...y todo volverá a la normalidad, en serio.

—Las cosas nunca serán normales, Naruto. Una vez que salgas fuera de los límites del cuarzo beta, los Arum te encontrarán. —El sofá se sumergió a mi lado, pero me sentía demasiado cansado para abrir los ojos—. Pero si realmente puedes controlar esto, serás capaz de defenderte.

Y eso es lo que yo quería. Estar al lado de Sasuke, no esconderme tras él. —Eres portador de buenas noticias, dattebayou. ¿Sabes eso?

—No lo pretendo.

El cojín debajo de mí se hundió aún más y sentí los dedos del surfista apartando mi rubio cabello a un lado. Mis ojos se abrieron de golpe, y me sacudí, girándome para enfrentarlo. —Pain...

Se recostó, colocando su mano en su muslo. —Lo siento. No quería asustarte. Sólo quería asegurarme de que estabas bien ahí.

¿Eso era todo? ¿O más? Oh, hombre, esto era tan incómodo. —Las cosas son realmente complicadas justo ahora, de veras.

—Comprensible —dijo—. Te gusta, ¿no?

Aferré la almohada a mi pecho, sin saber que decir.

—No mientas —rió cuando fruncí el ceño—. Siempre te ruborizas cuando mientes.

—No sé por qué la gente sigue diciendo eso, dattebayou. Mis mejillas no son un detector de mentiras humano, ¡en serio! —Jugué con un hilo deshilachado, sabiendo que teníamos que tener esa conversación. Sobre todo porque estábamos trabajando juntos—. Lo siento. Justo en este momento...

—Naruto, está bien. —Colocó su mano sobre la mía, apretándome tranquilizadoramente—. En serio. Me gustas. Obviamente. Pero has pasado muchas cosas, y probablemente alguna de esas fue antes de que yo viniera aquí. Por lo tanto, está bien. En serio.

La primera sonrisa real y amplia en dos días apareció en mis labios. —Gracias por ser tan...comprensivo, de veras.

Pain se levantó del sofá, pasándose la mano por el pelo. —Bueno tengo el tiempo para ser paciente. No voy a ninguna parte.

 

 

Me senté en clase, intentando concentrarme en lo que Sakura y Karin hablaban. Mi piel alternaba entre sofocos y frío.

—Así que, Naruto, has estado saliendo mucho con el chico surfista. —Karin arqueó una ceja pelirroja—. ¿Te importaría compartir los detalles sobre eso?

Me encogí en mi asiento. —No, simplemente hemos estado pasando el rato, ¡de veras!

—Simplemente pasando el rato —repitió Karin con picardía—, es como un código para tener sexo.

La boca de Sakura cayó abierta y sus ojos esmeralda su pusieron en blanco. —¡No, no es así!

—Obviamente no has salido con muchos chicos por aquí. —la pelirroja se recostó en su silla, jalando apretadamente un mechón —. En realidad, con casi todos los chicos de por aquí es el código para sexo.

—Voy a tener que estar del lado de Sakura en este caso, dattebayou. Pasar el rato no significaba tener sexo, la última vez que yo...

Hormigueos se dispararon a través de mi cuello y mi ritmo cardiaco se aceleró. Alcancé a ver al pelinegro entrando por la puerta y me concentré en el rostro de Karin como si de eso dependiera la vida.

El Uchiha se deslizó por enfrente de mi asiento y ocupó el suyo detrás de mí. Apreté los bordes de mi cuaderno, esperando que nuestro maestro no tomará su dulce tiempo llegando a clase.

Una pluma me dio un golpecito en la espalda.

Un rubor increíblemente vertiginoso corrió a través de mí. Me giré lentamente. No pude captar nada de su expresión reservada.

—Veo que has estado...ocupado —dijo, bajando las pestañas.

La parte apestosa de vivir al lado de Sasuke era el hecho de que me veía casi todo lo que yo hacía. Y eso significaba que él sabía que todavía entrenaba con Pain.

—Sí, un poco, ttebayou.

Los codos del mayor se deslizaron sobre el escritorio mientras ahuecaba su barbilla en sus manos. —Así que, ¿qué está haciendo Pepe?

—Es Pain —dije, en voz baja—. Y sabes lo que hemos estado haciendo, dattebayou. Eres tan...

—No va a suceder, dobe —rió entre dientes, pero no había humor en él mientras se acercaba poco más. Su iris se profundizó—. Realmente, desearía que pensaras en desistir.

—Y yo desearía que no lo pensaras, teme.

Sasuke no respondió. Puso los codos hacia él, cruzándose de brazos. Nuestra conversación, obviamente, se había terminado. Me di la vuelta, sintiendo repulsión.

La mañana de clases se hizo pesada. Karin me esperaba fuera de Bio, impidiéndome entrar. —¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo, mirando a su alrededor.

Suspiré. —Claro, dattebayou.

Me tiró contra una taquilla desocupada. —¿Qué está pasando? Besaste a Sasuke antes de Halloween, saliste con Pain una vez y ahora sales con él de nuevo, pero sin lugar a dudas tú y el Uchiha tienen algo.

Hice una mueca. —Vaya, eso suena como si yo saltara de chico en chico o algo así, ¡de veras!

Karin hizo una mueca. —No soy yo la que va a ensuciar tu nombre. Confía en mí. Sólo tengo curiosidad. ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo?

¿Una de las razones por las que me gustaba Karin? No se anda por las ramas. Hablaba lo que pensaba, y por eso, era más abierto con ella que con nadie. —Honestamente, no lo sé, ttebayou. Quiero decir, sí. No... estoy saliendo con Pain,  y tampoco  estoy saliendo con el Uchiha, de veras.

—¿No?

Me apoyé contra el frío acero y suspiré. —Es complicado, dattebayou.

—No puede ser tan complicado. ¿Quién te gusta?

Cerré los ojos y finalmente le puse voz a esto. —El teme.

—¡Ajá! —Me golpeó con la cadera—. Espera. ¿Cómo es esto complicado? A Sasuke le gustas desde hace tiempo. Todo el mundo puede ver eso, incluso cuando ustedes se están degollando el uno al otro. Y a ti te gusta él. ¿Cuál es el problema?

¿Cómo podía explicarle como de mal era todo? —Es realmente complicado, en serio. Confía en mí, ttebayou.

La de anteojos frunció el ceño. —Voy a tener que tomar tu palabra, porque Pain se está acercando por el pasillo. —Se movió tan rápidamente que fue como si hubiera sido sorprendida espiando bajo mis jeans.

Bio pasó sin complicaciones. El pelinaranja generalmente actuaba como si no fuéramos mutantes ni nada, mientras nos encontrábamos en la escuela, y le apreciaba por ello. Aquí, podía ser normal, por extraño que fuera.

Descubrí que servían lasaña fría y ensalada que olía raro para el almuerzo. Genial. Serví un poco en mi plato mientras anhelaba un batido de chocolate. Dudosamente lo conseguiría hoy. Sasuke dejó de traerme detalles desde que el entrenamiento había empezado. Extrañaba esto. Lo extrañaba a él.

Sai y Gaara se encontraba uniendo sus bocas cuando me senté.

Eché una mirada a Sakura. Rodó los ojos, pero sonreí. Mi apestosa vida amorosa era un caos, pero yo era todavía del equipo romántico. Lo único que no podía enfrentar era a mi mamá y a Jiraiya haciéndolo, obtuve una imagen de eso ayer antes de que ella se fuera a trabajar. Qué asco.

—¿Vas a comerte la ensalada? —preguntó Sai.

—Es lindo como dejas de besar por comida, ¡de veras! —Me reí de él, empujando mi bandeja hacia su cara consternada—. Hola, Gaara.

Sus mejillas se sonrojaron. —Hola, Naruto.

—Lo siento. Se me abrió el apetito —Sai sonrió.

—Y yo perdí el mío —murmuró Sakura.

Pain nunca llegó a la cafetería, pero Sasuke sí. Había tomado asiento al lado de Sasori e Ino. En contra de mi voluntad, lo observé.

Él levantó la mirada, sosteniendo un batido de chocolate. Sonrió.

Bastardo.

Cambié mi mirada a Sai. —¿Cómo puedes comer eso, dattebayou? Juro que los bordes de la lechuga son marrones. Es un asco, ¡en serio!

Su novio pelirrojo se echó a reír. —Sai puede comer cualquier cosa.

—Tú también puedes —Le ofreció el tomate en el tenedor—. ¿Quieres un poco?

—Está bien, ttebayou. —Me senté de nuevo—. Si  lo alimentas, voy a tener que encontrar una nueva mesa, de veras.

—Secundo eso —agregó Sakura.

Sai rodó los ojos, pero cedió. —Me gusta compartir. ¿Qué hay de malo en eso? —Entonces me miró, su expresión de esperanza—. Me alegro de que hoy estés comiendo con nosotros... solo.

Incómodo, asentí con la cabeza y me centré en separar mi lasaña.

Odiaba la comida por capas a menos que esas capas involucraran chocolate y mantequilla de maní.

El almuerzo y clases de la tarde por fin terminaron, y pasé por la oficina de correos a recogerlos la correspondencia antes de que el pelinaranja fuera a llegar a casa.

Mientas colocaba la basura y los paquetes en el asiento de atrás vi una de las camionetas negras, estacionada en la orilla del aparcamiento, como si se hubiera detenido bruscamente y dejado el motor en marcha.

Puede ser cualquiera, me dije mientras cerraba la puerta, pero un escalofrío bailó por mi espalda y todos los pequeños vellos se erizaron en mis brazos. ¿Quizá había desarrollado algún tipo de sexto sentido junto con mi poder extraterrestre?

Yendo al lado del conductor, mantuve un ojo en la camioneta.

Humo de color ciruela salía del silenciador, asfixiando el aire.

De repente, la puerta del acompañante se abrió de golpe y vi a dos personas. Kabuto, el funcionario del Departamento de Defensa que era dueño de la risa más espeluznante que yo conocía, se inclinaba sobre el pasajero, agarrando la puerta. Su boca era una delgada y enojada línea mientras buscaba a tientas hacia la puerta con una mano, mientras que en su brazo apoyaba a un chico contra el asiento.

Entornando los ojos, eché otra mirada al chico, cuando yo debía estar subiendo en mi coche y saliendo huyendo de allí. Lo último que necesitaba era al peliblanco atrapándome espiándolo, pero... yo conocía a ese chico.

Había visto su rostro en un folleto, pegado en las ventanas de vidrio de la tienda de comestibles. Su pelo rubio recogido en una media coleta ahora desordenada y enmarañada junto con un rostro pálido. Sus ojos azules no brillaban de alegría cuando se giró hacia la puerta, observando a Kabuto cerrarlo, encerrándolo...

Sus ojos estaban vacíos.

Pero era él.

Era Deidara.

Continuará...

Notas finales:

Oh shit! Conociéndo a Naruto, ¿qué creen que hará?

Estaré esperando ansiosa sus comentarios, ya saben que pueden dejarme sus conclusiones, lo que sienten, ¡etc, etc!

¿Nos leemos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).