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Strunz por Momino

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Notas del capitulo:

¡Muchas dudas al fin serán resueltas!

 

Capítulo 13

Dando una mala excusa sobre tener que pasar tiempo con mi mamá, satisfactoriamente me deshice de un muy enfurruñado Pain. Conseguir las llaves de mi mamá no fue muy difícil, tampoco. Cayó dormida después de una doble jornada tan pronto como llegó a casa, y sabía que no despertaría para notar que su auto se había ido.

Esperamos hasta que la oscuridad cayera, que fue en torno a las cinco y media.

Sasuke me encontró fuera y trató de tomar las llaves.

—Ni loco, teme. Es el coche de mi madre y significa que conduciré yo, dattebayou.

Me miró fijamente, pero se metió en el asiento del pasajero. Sus largas piernas no eran rival para el asiento estrecho. Parecía como si el auto le hubiese quedado pequeño. Reí. Sasuke frunció el ceño.

Sintonicé una estación de rock, y él lo cambió a una estación de oldies.  Estaba a sólo quince minutos, pero sería el maldito viaje más largo de mi vida.

—Entonces, ¿cómo te deshiciste de cabeza de calabaza? — preguntó antes de que incluso nos retiráramos del camino de entrada.

Le lancé una mirada sucia.

—Le dije que tengo planeas con mi mamá, dattebayou. No es como si me pasara cada minuto del día con Pain, en serio, teme.

El soltó un bufido.

—¿Qué? —Eché un vistazo hacia él. Miró por la ventana, con una mano en la empuñadura... oh, mierda. Como si mi forma de conducir fuera tan mala—. ¡¿Qué?! —repetí—. Sabes lo que estoy haciendo con él, ttebayou.

No es como que si pasáramos el rato mirando películas.

—¿De verdad sé lo que estás haciendo con él? —preguntó en voz baja.

Mis manos se apretaron sobre el volante.

—¡Sí, bastardo!

El músculo trabajó en la mandíbula, y luego se volvió, inclinando su cuerpo hacia mí, lo mejor que pudo en el espacio limitado.

—Sabes, tu día no debería ser practicar todo el tiempo con Pituso. Puedes tomar tiempo libre, dobe.

—También puedes unirte a nosotros, ttebayou. Me gustó... cuando nos ayudaste, cuando estuviste allí —admití, sintiendo mis mejillas arder.

Hubo una pausa.

—Ustedes conocen mi posición sobre eso, pero tienes que dejar de evitar a Sai, usuratonkachi. Él te extraña. Y esto sólo lo estropea.

La culpa masticó en mí con pequeños y afilados dientes.

—Lo siento, de veras.

—¿Lo sientes? —dijo—. ¿Por qué? ¿Por ser un amigo de mierda?

En un segundo, el enojo pasó por mí, salvaje y caliente como una bola de fuego.

—Yo no estoy tratando de ser un amigo de mierda, idiota. Sabes lo que estoy haciendo, dattebayou. Tú fuiste quien me dijo que lo mantuviera alejado de esto. Simplemente dile a Sai que lo siento, ¿sí?

El desafío familiar en su voz.

—No.

—¿Podemos no hablar?

—Y eso también sería un no, dobe.

Pero no dijo nada más mientras me daba instrucciones hacia la subdivisión de  donde vivía Kabuto. Estacioné el coche a medio camino entre las seis casas sospechosas, agradecido de que mi mamá tiñó las ventanas de su coche.

Entonces, el pelinegro comenzó de nuevo.

—¿Cómo ha estado yendo tu entrenamiento, dobe?

—Si te pasarás más por casa, lo sabrías, teme.

Él sonrió.

—¿Ya eres capaz de congelar las cosas? ¿Mover objetos a tu alrededor? —Cuando asentí con la cabeza, sus ojos se entrecerraron—. ¿Has tenido brotes inesperados de poder?

Además del mini ciclón en mi sala de estar después de ver a Deidara, no.

—No, de veras.

—Entonces, ¿por qué todavía te entrenas? El objetivo era que pudieras conseguir controlarte. Ya lo has hecho, dobe.

Queriendo golpear mi cabeza contra el volante, me quejé.

—Esa no es la única razón, bastardo. Y tú lo sabes.

—Obviamente, no —replicó él, presionando la espalda contra el asiento.

—Kami, me encanta que quieras meterte en mis asuntos personales, pero no quiero discutir, ¡de veras!

—Me gusta hablar sobre tus asuntos personales, usuratonkachi. Por lo general es entretenido y siempre es bueno para reírse.

—Bueno, para mí no, bastardo—repliqué entrecerrando mis ojos azules.

Sasuke suspiró mientras se retorcía en su asiento y trataba de ponerse cómodo.

—Este auto es una mierda.

—Fue tu idea, ttebayou. Yo, por el contrario, creo que el auto tiene un tamaño perfecto, en serio. Pero eso podría ser porque no tengo el tamaño de una montaña... una montaña muy estúpida.

Se rió disimuladamente.

—Tú tienes el tamaño de un enano.

—Si dices un enano gruñón, te haré daño, ttebayou. —Enrollé la cuerda de collar alrededor de mis dedos—. ¿Se entiende?

—Sí, señor.

Miré fijamente hacia el parabrisas, atrapado entre querer estar enojado con él —porque eso era fácil— y queriendo explicarme a mí mismo lo que sentía. Tanto brotaba sobre mí que nada salía.

Él suspiró.

—Estás agotado. Sai está preocupado. No deja de molestarme para comprobar y ver qué es lo que anda mal, dado que no te juntas más con él, dobe.

—Oh, ¿Así que volvemos a la parte dónde tú haces cosas para que tu hermano menor esté feliz, ttebayou? ¿Estás consiguiendo puntos extras por preguntarme? —pregunté antes de poder detenerme a mí mismo.

—No —Extendió la mano, tomando mi barbilla en un apretón suave, forzándome a mirarlo. Y cuando lo hice, no pude respirar. Sus ojos se agitaron—. Estoy preocupado. Estoy preocupado por mil razones diferentes y odio esto, odio sentir que no puedo hacer nada al respecto. Esta historia se está repitiendo y, aunque lo veo tan claro como el día, no puedo detenerlo, dobe.

Sus palabras abrieron un agujero en mi pecho y de repente pensé en mi padre. Cuando yo era pequeño y me enojaba, generalmente por alguna estupidez, como un juguete que yo quería, nunca podía poner mi frustración en palabras. En cambio, hacía un berrinche o una mala cara. Y papá... él siempre decía lo mismo.

Usa tus palabras, Kitsune. Usa tus palabras.

Las palabras eran la herramienta más poderosa. Simple y tan a menudo subestimadas. Ellas podrían sanar. Podrían destruir. Y tenía que usar mis palabras ahora. Envolví mis dedos alrededor de su muñeca, dando bienvenida a la sacudida que su toque me dio.

—Lo siento, ttebayou —le susurré.

Sasuke parecía confundido.

—¿Sobre qué?

—Sobre todo, por no salir con Sai y ser un amigo terrible para Karin y Sakura, de veras —Tomé una respiración profunda y suavemente aparté su mano.

Miré por la ventanilla, haciendo parpadear las lágrimas—. Y lo siento por no poder dejar de entrenar, en serio. Entiendo por qué quieres que yo no lo haga. Realmente, lo hago. Entiendo que no quieres que me ponga en peligro y que no confíes en Pain, dattebayou.

El pelinegro se echó hacia atrás contra el asiento y me obligué a continuar.

—Por encima de todo, sé que temes que termine como Deidara e Itachi, independientemente de lo que realmente les sucedió, y quieres protegerme de eso. Lo entiendo, de veras. Y... me jode saber que te duele, pero tienes que entenderlo, por qué tengo que ser capaz de controlar y utilizar mis habilidades, ttebayou.

—Naruto...

—Déjame terminar, ¿de acuerdo? —Le eché un vistazo y cuando él asintió con la cabeza, tomé otro aliento—. Esto no es sólo acerca de ti y lo que quieres. O a lo que le tienes miedo, Sasuke. Esto es acerca de mí... mi futuro y mi vida, ttebayou. Por supuesto, no sé lo que quiero hacer con mi vida cuando llegue la universidad, pero ahora me enfrento a un futuro en el cual si salgo de la gama del cuarzo beta, voy a ser un objeto de caza, de veras. Al igual que tú. Mi mamá estará en peligro si un Arum me ve y me sigue a casa, ttebayou. Y luego, está todo este lío del DOD.

Apreté mi mano alrededor del topacio.

—Tengo que ser capaz de defenderme a mí mismo y a las personas que me importan. Porque no puedo esperar a que tú estés siempre ahí para protegerme, dattebayou. No está bien, ni es justo para ninguno de los dos. Es por eso que estoy entrenando con Pain. No lo hago para molestarte, ¡en serio! Ni para estar con él. Lo hago para poder estar a tu lado, como tu igual, y no ser alguien que te necesita para que lo protejas, ttebayou. Y también lo estoy haciendo por mí mismo, así no tengo que depender de nadie para que me salve.

Las pestañas de Sasuke bajaron, protegiendo sus ojos. Segundos pasaron en silencio y luego, dijo:

—Lo sé. Sé por qué quieres hacer esto. Y lo respeto. Lo hago. —Había un "pero" llegando. Podía sentirlo en mis huesos—. Pero es difícil dar un paso atrás y dejar que esto suceda, dobe.

—No sabes lo que va a suceder, teme.

Él asintió con la cabeza y se volvió hacia la ventana del pasajero.

Una mano pasó, frotando a lo largo de su mandíbula.

—Es difícil. Eso es todo lo que puedo decir sobre esto. Voy a respetar lo que quieres hacer, pero es difícil.

Solté el aliento que no me había dado cuenta de que estaba sosteniendo en un suave suspiro y asentí. Sabía que no iba a decir nada más sobre esto. Respetar mi decisión era mejor que una disculpa. Por lo menos ahora, estábamos en la misma página, y eso era importante.

Le eché una mirada.

—De todos modos, ¿qué vamos a hacer si vemos a Kabuto?

—No he pensado en tanto todavía, usuratonkachi.

—Vaya. Este era un buen plan, teme. —Hice una pausa—. Dudo mucho que Deidara se encuentre en una de estas casas. Eso sería demasiado peligroso, de veras.

—Estoy de acuerdo, pero ¿por qué tenerlo en un lugar público como ese? —Hizo la pregunta del millón de dólares—. ¿Cuándo cualquiera podría verlo?

Negué con la cabeza.

—Tengo la clara impresión de que Kabuto no estaba muy contento, ttebayou. Tal vez él se escapó.

Él me miró.

—Eso tendría sentido. Pero Kabuto, bueno, él siempre ha sido muy malo.

—¿Lo conoces?

—No muy bien, pero comenzó a trabajar con Orochimaru unos meses antes de que Itachi desapareciera. —La última palabra pareció quedar atrapada en su lengua, como si aún estuviera familiarizándose con la posibilidad de que su hermano mayor no estuviera muerto—. Orochimaru había sido nuestro controlador por Kami sabe cuánto tiempo, y luego Kabuto se presentó con él. Él estuvo allí cuando nos informaron sobre Itachi y Deidara.

La garganta del pelinegro subió y bajo.

—Orochimaru parecía realmente molesto. Como si Itachi no fuera sólo una cosa que murió, sino una persona. Tal vez conectó con Itachi en los últimos años. Ves —Se aclaró la garganta—, Itachi tenía ese tipo de efecto en la gente. Incluso cuando estaba siendo un listillo, no podías evitarlo. De todos modos, a Kabuto no podría importarle menos.

No sabía qué decir. Así que me acerqué por el pequeño espacio entre nosotros y le apreté el brazo. Me miró, sus ojos brillantes. Más allá de él, varios grandes copos de nieve caían con un silencio tranquilo. Sasuke puso su mano sobre la mía por un breve instante. Algo infinito llameó entre nosotros—más fuerte que físico, lo cual era extraño porque ello realmente alimentó todas esas cosas físicas en mí. Luego se retiró, mirando la nieve.

—¿Sabes lo que he estado pensando, dobe?

¿Por qué yo no había avanzado lentamente sobre la consola central hacia su regazo aún? Como maldición, sí que me estaba preguntando eso mismo, pero el coche era demasiado pequeño para ese tipo de travesuras. Me aclaré la garganta.

—¿Qué, teme?

Sasuke se recostó contra el asiento, mirando la nieve al igual que yo.

—Si el DOD sabe lo que podemos hacer, entonces ninguno de nosotros está realmente seguro. No es que hayamos estado a salvo, pero esto cambia todo. —Volvió la cabeza hacia mí—. Creo que no te he dicho gracias.

—¿Por qué?

—Por hablarme de Deidara, usuratonkachi —Hizo una pausa, una sonrisa tensa tirando de sus labios.

—Tenías que saberlo, ttebayou. Espera. —Dos luces encendidas en la calle. Fue al menos la quinta vez, pero venía de una SUV—. Tenemos uno.

Los ojos de Sasuke se estrecharon.

—Se trata de un Expedition.

Vimos a la Expedition negra reducir la velocidad y entrar en el camino de entrada de dos casas de un solo piso. Incluso aunque las ventanas en nuestro coche fueran teñidas, quise deslizarme en el asiento y ocultar mi cara. La puerta del conductor se abrió y salió Kabuto, con el ceño fruncido hacia el cielo como si se atreviera a molestarlo al nevar.

Otra puerta del coche se cerró y una figura se movió hacia la luz.

—Maldita sea —dijo Sasuke—. Tsunade está con él.

—Bueno, en realidad no pensabas en hablar con él, ¿verdad?

—Sí, algo así, dobe.

Atónito, sacudí la cabeza.

—Eso es una locura, dattebayou. ¿Qué ibas a hacer? ¿Irrumpir en su casa y demandar respuestas? —Cuando él asintió con la cabeza, lo miré boquiabierto—. Y luego, ¿qué?

—Otra cosa que no he calculado plenamente aún, dobe.

—Vaya —murmuré—. Has aspirado toda esta cosa de espía, teme.

Él se echó a reír.

—Bueno, no podemos hacer nada esta noche. Si uno de ellos desapareciera, probablemente no sería un gran lío, pero dos levantarían demasiadas preguntas.

Mi estómago se revolvió mientras observaba a los agentes desaparecer en la casa. Una luz fue encendida en el interior, y una figura esbelta se colocó delante de la ventana, cerrando las cortinas.

—Uh. Demasiada privacidad, ¿no?

—Quizás ellos vaya a tener suerte hoy, dobe.

Lo miré.

—¡Qué asco, de veras!

Él hizo brillar sus dientes.

—Ella definitivamente no es mi tipo. —Su mirada cayó en mis labios, y partes de mi cuerpo se estremecieron en respuesta al calor de su mirada—. Pero ahora tengo totalmente eso en la mente.

Me sentí sin aliento.

—Eres un perro, bastardo.

—Si me acaricias, yo podría...

—Ni siquiera termines la frase, ttebayou —le dije, luchando contra una sonrisa. Sonreír sólo podría animarle, y él no necesitaba ninguna razón extra para ser un terror—. Y golpearé esa mirada inocente de tu cara. Así que sé...

El topacio se encendió rápidamente, calentando mi suéter y mi pecho como si alguien hubiese colocado un carbón caliente sobre mi piel.

Grité y di un tirón en mi asiento, golpeando mi cabeza contra el techo.

—¿Qué?

—Un Arum —Jadeé—. ¡Un Arum está cerca, ttebayou! ¿No tienes ningún topacio en ti?

En alerta y tenso, escaneó el camino oscuro.

—No. Lo dejé en mi coche, dobe.

Lo miré, sorprendido.

—¿En serio? ¿Dejaste la única cosa que mata a tu enemigo en tu coche?

—No es como que necesite matarlos. Quédate aquí —Comenzó a abrir la puerta, pero agarré su brazo—. ¿Qué?

—No puedes salir del coche, bastardo. ¡Estamos justo en frente de su casa! Te van a ver —Ignoré el creciente temor que siempre llegaba con el Arum—. ¿Estamos lo suficientemente cerca de las rocas?

—Sí —gruñó—. Ellas nos protegen por aproximadamente cincuenta kilómetros en cada dirección.

—Entonces, quédate quieto, teme.

Parecía que no entendía el concepto, pero quitó su mano de la puerta y se echó hacia atrás. Unos segundos más tarde, una sombra se movió por la calle, más oscuro que la noche misma. Se deslizó hasta el borde, a la deriva sobre el césped recubierto con una fina capa de nieve, deteniéndose frente a la casa de Kabuto.

—¿Qué demonios? —Sasuke puso sus manos sobre el tablero del auto.

El Arum tomó forma, allí mismo, a la intemperie. Estaba vestido como los que yo había enfrentado en el pasado: pantalones oscuros, chaqueta negra, pero sin gafas de sol.

Su cabello rubio pálido, se movió un poco cuando se acercó a la puerta principal y presionó el dedo en el timbre de la puerta. Kabuto le abrió la puerta e hizo una mueca. Su boca se movía, pero no podía entender lo que decía. Luego dio un paso al costado, dejando que el Arum entrara a su casa.

—Demonios—dije, con los ojos azules muy abiertos—. Esto no acaba de suceder, ttebayou.

Sasuke se echó hacia atrás, con la voz tensa de furia cuando habló:

—Sí. Y creo que hemos descubierto cómo el DOD sabe de lo que somos capaces.

Con mi mente confundida, lo miré fijamente.

—¿El DOD y los Arum están trabajando juntos? Que malditos extraterrestres... ¿Por qué?

Frunció las cejas y movió la cabeza.

—Kabuto, dijo un nombre... Urashiki. Lee sus labios, dobe.

Este nuevo desarrollo no era tan bueno.

—¿Qué hacemos ahora, Uchiha?

—Lo que quiero hacer es hacer explotar su casa, pero eso sería llamar demasiado la atención.

Apreté mis labios.

—No hay duda, dattebayou.

—Tenemos que ir a ver a Kakashi. Ahora.

 

Kakashi vivía más lejos de donde estábamos, y si la nieve seguía cayendo, no tenía ni idea de cómo regresaría a casa en el auto de mamá.

Su casa era una cabaña grande construida en la ladera de una montaña. Con cuidado hice mi subida hacia su empinado, con la grava en el camino de entrada que el Prius de mi mamá no desafiaría a conquistar.

—Si te caes y te rompes algo, voy a cabrearme. —Sasuke me agarró del brazo cuando empecé a patinar.

—Lo siento, no todos podemos ser tan impresionantes, idiota—gruñí mientras él deslizó un brazo alrededor de mi espalda y me levantó en sus brazos. Sasuke nos subió rápidamente encima del camino de entrada, el viento y la nieve soplando en mi cara. Él me puso abajo, y tropecé al lado, mareado—. ¿Podrías darme una advertencia la próxima vez, ttebayou?

Sonrió cuando llamó a la puerta.

—¿Y perderme esa mirada en tu cara? Nunca.

A veces, seriamente, quería darle un puñetazo en la cara, pero esto hizo calentarme en todos los lugares correctos para ver este lado de él de nuevo, también.

—Eres insoportable, bastardo.

—Te gusta mi clase de sufrimiento, dobe.

Antes de que pudiera contestar, el Sr. Hatake abrió la puerta. Sus ojos se entrecerraron cuando me vio de pie junto a Sasuke, temblando.

—Esto es... inesperado.

—Tenemos que hablar —dijo el pelinegro.

Mirando hacia mí, el Sr. Hatake nos condujo a una sala de estar muy escasamente decorada. Las paredes estaban desnudas y un fuego en la chimenea crujió, lanzando el calor y el aroma del pino. No había una sola decoración Navideña. Necesitando descongelarme, me senté cerca del fuego.

—¿Qué está pasando? —Preguntó el Sr. Hatake, recogiendo un pequeño vaso lleno de líquido rojo—. Asumo que es algo que yo no quiero saber, teniendo en cuenta que él está contigo.

Me comprobé a mí mismo antes de decir algo a cambio. El hombre era un alíen, pero también controlaba mi calificación de Bio. Sasuke se sentó a mi lado. En el camino hasta aquí, nos pusimos de acuerdo para no decirle al Sr. Hatake que yo había sido sanado, para mi alivio.

—Creo que tendríamos que empezar desde el principio, y probablemente vas a querer sentarte.

Movió la mano, agitando el líquido rubí en su vaso.

—Oh, esto está empezando bien.

—Naruto ayer vio a Deidara con Kabuto.

Las cejas del Sr. Hatake se alzaron. Él no se movió durante un largo suspiro, y luego tomó un trago.

—Eso no es lo que esperaba que dijeras. Naruto, ¿estás seguro de que es lo que viste?

Asentí con la cabeza.

—Era él, Sr. Hatake, de veras.

—Kakashi, llámame Kakashi. —Dio un paso hacia atrás, moviendo la cabeza. Me sentí como si acabara de terminar una tarea importante para pasar a un nombre de pila con él. Kakashi se aclaró la garganta—. Realmente no sé qué decir.

—Pero hay algo peor —le dije, frotando mis manos juntas—. Sé dónde vive uno de los oficiales del DOD, y fuimos allí esta noche, dattebayou.

—¿Qué? —el peliplateado bajó su vaso—. ¿Estás loco?

Sasuke se encogió de hombros.

—Mientras estábamos observando su casa, Senju Tsunade se presentó ¿y adivina quién más lo hizo?

—¿Papá Noel? —dijo Kakashi secamente.

Me reí en voz alta. Vaya, sí tenía sentido del humor.

Sasuke ignoró eso.

—Un Arum apareció y le dejó entrar. Incluso lo saludó por su nombre... Urashiki.

El de bufanda derramó toda la bebida y dejó el vaso sobre la repisa de la chimenea.

—Esto no es bueno, Sasuke. Sé que quieres correr hasta allí y averiguar cómo Deidara está todavía vivo, pero no se puede. Esto es demasiado peligroso.

—¿Entiendes lo que esto significa? —Sasuke dio un paso adelante, sosteniendo sus manos, con las palmas levantadas—. El DOD tiene a Deidara. Kabuto era uno de los oficiales que vinieron y nos dijeron que ambos estaban muertos. Así que mintió acerca de él. Y eso significa que podría haber mentido acerca de Itachi.

—¿Por qué tendrían a Itachi? Nos dijeron que murió. Obviamente, Deidara no lo está, pero eso no quiere decir que él sigue vivo. Así que sácatelo de la cabeza, Sasuke.

La ira brilló en los profundos ojos negros del menor.

—¿Si se tratara de uno de tus hermanos, podrías sacarlo de tu cabeza?

—Todos mis hermanos están muertos. —Kakashi acechó a través de la habitación, deteniéndose frente a nosotros—. ¡Ustedes son lo único que me queda, y no los apoyaré, ni esperaré a que los maten o algo peor!

El Uchiha se sentó a mi lado, tomando una respiración profunda.

—Tú eres familia para nosotros, también. E Itachi también se consideraba tu familia, Kakashi.

El dolor brilló en los ultra-brillantes ojos del mayor, y él miró hacia otro lado.

—Lo sé. Lo sé —Se acercó a su silla y se sentó pesadamente, sacudiendo la cabeza—. Honestamente, lo mejor sería si no estuviera vivo, y tú lo sabes. No puedo ni siquiera imaginar...

—Pero si lo está, tenemos que hacer algo al respecto. —Sasuke hizo una pausa—. Y si está realmente muerto, entonces...

 Entonces, ¿qué tipo de cierre habría? Ya habían creído que estaba muerto, y descubrir que no lo estaba era como si el Arum rasgara viejas heridas abiertas y volcara sal en ellas.

—No entiendes, Sasuke. El DOD no tendría ningún interés en Deidara, a menos... a menos que Itachi lo haya sanado.

Pain había estado diciendo esto todo el tiempo. La confirmación me alivió.

—¿Qué estás diciendo, Kakashi? —preguntó el pelinegro, manteniéndose despistado.

El mayor se frotó la frente, haciendo una mueca.

—Los ancianos... ellos no hablan acerca de por qué no se nos permite sanar los seres humanos, y tienen una buena razón. Es prohibido, no sólo por el riesgo de exposición de nuestra parte, sino por lo que hace a un ser humano. Ellos lo saben. Yo también.

—¿Qué? —Sasuke miró hacia mí—. ¿Sabes lo que ocurre?

Él asintió con la cabeza.

—Esto cambia al humano, empalmando su ADN con el nuestro. Se tiene que querer realmente para que esto funcione, aunque el humano toma nuestras capacidades, estás no siempre se adhiere. A veces se desvanece. A veces el humano muere o se rehúsa a cambiar. Pero si tiene éxito, se forma una conexión entre los dos.

Mientras Kakashi continuaba, el Uchiha se puso más inquieto, y con razón.

—La conexión entre un humano y un Luxen después de una sanación masiva es irrompible a nivel celular. Los caza. Uno no puede sobrevivir si el otro fallece.

Mi boca se abrió. Pain no me había dicho eso, lo que significaba que...

Sasuke se puso en pie, su pecho elevándose con cada respiración áspera y dolorosa.

—Entonces, si Deidara está vivo...

—Entonces Itachi tendría que estar vivo —Finalizó Kakashi, sonando cansado—. Si él de hecho lo hubiera curado.

El  mayor de los Uchiha tenía que haberlo hecho. No había otra razón por la cual el DOD estaría interesado en Deidara.

El pelinegro se limitó a mirar el fuego, torciéndose y rizándose sobre sí mismo. Una vez más, quería hacer algo para calmarlo, pero ¿qué podría hacer yo para que algo de esto mejorara?

Negué con la cabeza.

—Pero acabas de decir que no podría estar vivo, ttebayou.

—Eso fue mi débil intento para persuadirlo para que no hiciera una locura.

—¿Lo has... lo has sabido todo este tiempo? —Emoción cruda llenó la voz de Sasuke. Su forma comenzó a desvanecerse, como si estuviera perdiendo todo el control—. ¿Lo sabías?

Kakashi sacudió la cabeza.

—No. ¡No! Yo creía que los dos estaban muertos, pero si lo sanó, él cambió, y está vivo, entonces tu hermano mayor tiene que estar vivo, también. Eso es si... si nos basamos en que Naruto realmente reconoció a alguien que nunca ha conocido.

Sasuke se sentó, con los ojos brillando en la luz del fuego.

—Mi hermano está vivo. Él está... está vivo. —Parecía entumecido, perdido, incluso.

Queriendo llorar por Sasuke, arrastré una respiración superficial.

—¿Qué crees que están haciendo con él, dattebayou?

—No sé. —Kakashi parecía inseguro, y me pregunté cuánto había estado bebiendo antes de que llegáramos—. Sea lo que sea, no puede ser...

No podía ser bueno. Y tuve una sospecha hundiéndose. Según Pain, el DOD estaba interesado en la adquisición de los seres humanos más transformados. ¿Qué mejor modo de alcanzar aquel objetivo capturando un Luxen y forzándolo a hacerlo? La bilis aumentó. Pero si se necesitaba querer verdaderamente para lograr cambiar a un humano, ¿cómo podría Itachi querer realmente curarlos si era forzado? ¿Fallaba, y si es así, qué les pasaba a aquella gente? Kakashi ya lo había dicho. Si el cambio no se adhería, eran horriblemente transformados, o morían. Rayos, ¿qué podría hacerle esto a una persona—a Itachi?

—El DOD sabe, Kakashi. Ellos saben lo que podemos hacer —dijo el azabache al fin—. Probablemente lo han sabido desde el comienzo.

Las pestañas del peliplateado se barrieron, y se encontró con la mirada oscura del azabache.

—Nunca he creído de verdad que no lo hacían, para ser honesto. La única razón por la que nunca expresé mi creencia es porque no quería que ninguno de ustedes se preocupara.

—Y los ancianos... ¿saben esto, también?

—Los ancianos sólo están agradecidos de tener un lugar para vivir en paz y básicamente separado de la raza humana. Se hacen de la vista gorda con este tipo de cosas, Sasuke. Si cualquiera de ellos probablemente decide no creer que nuestros secretos no estén seguros —Kakashi echó un vistazo a su vaso vacío—. Esto es... más fácil para ellos.

Eso sonaba increíblemente estúpido y aun así lo dije. El mayor sonrió con ironía en respuesta.

—Niño, no sabes lo que es ser un invitado, ¿verdad? ¿Imagina vivir con el conocimiento de que tu casa y todo podría serte arrebatado en cualquier momento? Pero tienes que cuidar a la gente, mantenerlos tranquilos y felices... y a salvo. Lo peor sería expresar lo más oscuro de tus preocupaciones a las masas —Hizo una pausa, mirando el vaso otra vez—. Dime, ¿qué harían los seres humanos si supieran que los alienígenas viven entre ellos?

Mis mejillas ardieron.

—Uh, probablemente se amotinarían y se volverían locos, de veras.

—Exactamente —murmuró—. Nuestras especies no son tan diferentes.

Nada se dijo después de eso. Nos sentamos allí, perdidos en nuestros propios problemas. Mi corazón se resquebrajaba en mil pedazos porque sabía que Sasuke quería correr hacia Kabuto y Tsunade ahora mismo, pero no era tan imprudente. Estaba Sai, y cualquier acción que él tomará lo afectaría.

Y al parecer, también me afectaría a mí. Si él moría, entonces yo moriría. Ni siquiera podía pensar en eso. No ahora mismo con todo lo demás ocurriendo. Decidí dejar eso hasta más tarde para perder la cabeza.

—¿Qué pasa sobre la alianza con los Arum, ttebayou? —pregunté.

—No sé —Kakashi volvió a llenar su vaso—. Ni siquiera puedo imaginar una razón por la cual el DOD trabajaría con ellos —que podrían ganar. El Arum absorbe nuestros poderes, pero nunca cura —nada de aquella magnitud. Ellos tienen una firma de calor diferente a la que nosotros hacemos, así que con las herramientas adecuadas, el DOD sabría que no se trataba de nosotros, pero al acercarse a un Arum o un Luxen en la calle, no habría ningún modo de diferenciarnos.

—Espera. —Metí mi pelo hacia atrás, mirando a un pelinegro silencioso—. ¿Qué pasa si el DOD capturó a un Arum, creyendo que era un Luxen? y ustedes fueron estudiados, también, ¿verdad? ¿Obligados a asimilarse en el mundo humano? No sé lo que implica la asimilación, pero estoy seguro de que era algún tipo de observación, ttebayou, ¿entonces no lo habrían notado tarde o temprano, sobre todo con la cosa de firma de calor?

Kakashi se levantó, fue a un armario en el rincón más alejado.

Abriéndolo, sacó una botella cuadrada y se sirvió un vaso.

—Cuando estábamos siendo asimilados, ellos nunca vieron nuestras capacidades. Por lo tanto, si descartamos la teoría de que sabían desde hace algún tiempo, ellos estudiaron nuestras capacidades sobre Luxen y podrían nunca habernos dicho que el DOD es consciente de lo que podemos hacer.

Las náuseas aumentaron considerablemente.

—¿Estás diciendo que los Luxen estarían...?

—Muertos —dijo, dándose la vuelta y tomando una copa—. No estoy seguro de cuánto te ha dicho Sasuke, pero hay Luxens que no se han asimilado. Se les encerró... como si fueran animales salvajes. No es ningún esfuerzo imaginar que usaron a algún Luxen para estudiar sus capacidades, aprender acerca de nosotros, y luego se deshicieron de ellos.

O los enviaron de vuelta como espías —así podrían vigilar los demás, informar al DOD con cualquier actividad sospechosa. Parecía paranoico, pero era del gobierno de quien estábamos hablando.

—Pero eso no explica por qué los Arum trabajan con el DOD, ttebayou.

—No —Kakashi se movió hacia la chimenea. Apoyó el codo en la repisa de la chimenea, revolviendo el líquido rubí con la otra mano—. Tengo miedo de teorizar sobre lo que podría significar.

—Parte de mí ni siquiera se preocupa por eso en este momento. — Sasuke finalmente volvió a hablar en tono cansado—. Alguien traicionó a Itachi. Alguien tuvo que decirle al DOD.

—Podría haber sido cualquiera —dijo Kakashi con cansancio—. Itachi no trató de ocultar su relación con Deidara. Y si alguien les observaba muy de cerca, ellos podrían haber sospechado que algo pasó. Todos vieron la primera vez que se conocieron. Estoy seguro de que alguno de nosotros no se detuvo.

Eso no hizo nada para que Sasuke se tranquilizara. No es que yo esperara que lo hiciera. Dejamos la casa del mayor poco después de eso, en silencio y atrapados en algún lugar entre la esperanza y la desesperación.

En el auto de mi mamá, le di las llaves cuando las pidió. Comencé a caminar hacia el lado del pasajero, luego me detuve. Dándome la vuelta, me volví hacia él y deslicé mis brazos alrededor de su cuerpo tenso.

—Lo siento, dattebayou —susurré, apretándolo fuerte—. Averiguaremos algo. Lo recuperaremos, de veras.

Después de un momento de vacilación, sus brazos se envolvieron a mí alrededor y me sostuvieron tan fuerte que podría haberme moldeado a él.

—Lo sé, dobe —dijo contra la cima de mi cabeza, su voz firme y fuerte—. Lo traeré de vuelta aunque sea la última cosa que haga.

Parte de mí ya sabía y tenía miedo de lo que Sasuke estaba dispuesto a sacrificar por su hermano mayor.

Continuará...

Notas finales:

Estaré esperando ansiosa sus comentarios. No tengo mucho más que decir porque ya todo está dicho en el capítulo, jiji. ¡Algunos de ustedes siempre tuvieron razón con sus conclusiones!

¿Nos leemos pronto?


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