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Strunz por Momino

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Notas del capitulo:

;) Lean...

Capítulo 14

Sasuke no quiso que su hermano menor supiera que Itachi seguía muy probablemente con vida. Lo prometí, principalmente porque comprendí que imaginar lo que le estaban haciendo a su hermano mayor en estos momentos era probablemente peor que pensar que él seguía muerto. Sasuke no quería compartir esa impotencia con su hermano Sai.

Él era ese tipo de persona, y lo respetaba por ello.

Pero había una creciente ola de tristeza por su hermano mayor que deseaba poder quitar.

Durante el siguiente par de días, hice mi entrenamiento con Pain y después de que se marchaba, Sasuke y yo conducíamos a Sunagakure.

Kabuto no había vuelto a casa desde la noche en lo vimos a él y a Tsunade con el Arum. No tenía ni idea de lo que Sasuke planeaba, pero fuera lo que fuese, yo no iba a dejar que lo hiciera solo, y por una vez no él estaba empeñado en hacerlo todo solo.

El jueves antes de las vacaciones de Navidad, Pain y yo trabajamos en la manipulación de la luz. Fue más difícil que congelar un objeto. Tuve que sacarlo de dentro de mí, para aprovechar una capacidad de la que no tenía verdadero conocimiento.

Frustrado después de horas de que yo no fuera capaz de producir ni siquiera una chispa de luz mortal, el pelinaranja parecía como si quisiera golpear su cabeza contra una pared.

—No es tan difícil, Naruto. Lo tienes en ti.

Mi pie golpeó el suelo.

—Estoy tratando, dattebayou.

Pain se sentó en el brazo del sillón, frotándose la frente.

—Puedes mover cosas con facilidad ahora. Esto no debería ser mucho más difícil.

Él hacía maravillas por mi autoestima.

—Míralo de esta manera. Cada célula de tu cuerpo está envuelta en luz. Visualiza en tu mente todas esas células uniéndose y siente la luz. Es cálida. Debería vibrar y zumbar. Se siente como un relámpago en tus venas. Piensa en algo que se sienta de esa manera.

Bostecé.

—He tratado, ttebayou...

Hizo salir disparada la silla, moviéndose más rápido de lo que jamás le había visto. Agarró mi muñeca hasta que el pulgar y el dedo índice se juntaron, me miró a los ojos abiertos como platos.

—No estás intentando lo suficiente, Naruto. Si no puedes manipular la luz, entonces...

—¿Entonces qué? —exigí con los ojos entrecerrados.

Pain dejó escapar un profundo suspiro.

—Es sólo que... si no puedes controlar la parte más poderosa de ti, hay una posibilidad de que nunca vayas a estar bajo control. Y nunca serás capaz de defenderte.

Me pregunté si había sido tan difícil para Deidara.

—Lo estoy intentando, dattebayou. Lo prometo.

Él soltó mi muñeca y pasó una mano por su pelo puntiagudo. Luego sonrió.

—Tengo una idea.

—Oh, no —Sacudí mi cabeza—. No me gustan tus ideas en absoluto, de veras.

Lanzó una sonrisa por encima de su hombro mientras sacaba las llaves del bolsillo.

—Dijiste que confiarías en mí, ¿no?

—Sí, pero eso fue antes de que lanzaras un cuchillo hacia mi pecho y mis dedos quedaran atrapados en el fuego, en serio.

Pain se echó a reír, y le fruncí el ceño. Nada de eso era divertido.

—No voy a hacer nada así. Creo que sólo necesitamos salir de aquí. Ir a conseguir algo de comer.

Desconfiado, me arrastré de un pie al otro.

—¿En serio? Eso... no suena como una mala idea, dattebayou.

—Sí, ¿por qué no agarras una chaqueta y vamos a conseguir algo de comida?

Últimamente, siempre tenía hambre, así que la perspectiva de alimentos grasosos selló el trato. Agarrando mi suéter grueso, me lo puse y seguí a Pain a su camioneta. No era tan grande como las que conducían los chicos de por aquí, pero era bonita y de las últimas en el mercado.

—¿De qué tienes ganas? —Frotó sus manos juntas, calentándolas mientras el motor rugía a la vida.

—Cualquier cosa que me haga ganar cinco kilos, ttebayou. —Me abroché el cinturón.

Él se echó a reír.

—Conozco justo el lugar.

Presionándome contra el asiento, me decidí a hacer la pregunta que me había estado asediando desde que Sasuke y yo hablamos con Kakashi.

—¿Qué pasó con el Luxen que te sanó, dattebayou?

Su mano apretó el volante hasta que sus nudillos se blanquearon.

—Yo... no lo sé. Y no saber me mata, Naruto. Haría cualquier cosa para averiguarlo.

Lo miré fijamente mientras la tristeza se colaba en mí. Dado que Pain estaba aquí, su amigo tenía que estar vivo. Era probable que el DOD lo tuviera. Empecé a decir algo al respecto, pero me detuve.

Últimamente, me sentía cada vez más extraño alrededor del pelinaranja.

No podía asegurarlo y tal vez era sólo un asunto de Sasuke repitiéndolo cada vez que podía, pero no me fiaba del moreno tanto como antes.

—¿Por qué lo preguntas? —Me miró, el rostro fuertemente apretado.

Me encogí de hombros.

—Sólo estaba curioso, de veras. Lo siento por lo que pasó, ttebayou.

Él asintió, y ninguno de los dos dijo nada durante un rato. No fue hasta que pasamos la salida de Sunagakure que empecé a ponerme nervioso.

—¿Es seguro para nosotros ir tan lejos? Las montañas sólo tienen un radio de ochenta kilómetros, ¿no?

—Eso es sólo un cálculo aproximado. Vamos a estar bien.

Asentí, incapaz de sacudir el miedo súbito encrespándose alrededor de mis entrañas. Cada milla más lejos que Pain me llevaba de casa, empezaba a ponerme ansioso. Los Arum estaban obviamente en los alrededores, incluso podrían saber quiénes éramos, puesto que parecía que podrían estar en complicidad con el DOD. Esto era imprudente, incluso estúpido. Pasando mis manos sobre mis jeans, miré por la ventana mientras el mayor tarareaba una canción de rock.

Metí la mano en mi bolsillo del pantalón y saqué mi celular. Si estuviéramos verdaderamente dentro del refugio del cuarzo beta, él no debería molestarse conmigo por dejárselo saber a Sasuke.

—No eres uno de esos chicos que tiene que decirle a su novio cada movimiento que hace, ¿verdad, Naruto? —Pain cabeceó a mi teléfono y sonrió, pero el humor nunca llegó a sus ojos—. Además, ya llegamos de todos modos.

No era uno de esos chicos, pero...

Entró en el estacionamiento de un pequeño restaurante que se jactaba de las mejores alas de pollo en todo Japón. Las luces de Navidad decoraban sus ventanas tintadas negras. Había una estatua gigante de un montañés que custodiaba la entrada.

Todo se veía increíblemente normal.

En silencio, culpé a Sasuke por hacerme dudar de Pain, metí mi teléfono en mi bolsillo, y me dirigí hacia el restaurante.

La cena fue extrañamente tensa. Nada como las dos primeras veces que el ojigris y yo habíamos salido. Intentar conseguir incluso que hablara sobre el surf era como apretar un vidrio —doloroso y sin sentido. Hablé de lo mucho que extrañaba bloguear y leer mientras él enviaba un mensaje en su teléfono. O jugaba un juego —no podía estar seguro. Una vez creí escuchar un cerdo hacer oink. Con el tiempo dejé de hablar y me concentré en arrancar la piel de mis alas de pollo.

Eran más de las seis, y habíamos estado sentados en la mesita, seguido rellenando nuestro tercer refresco, cuando no pude seguirlo soportando.

—¿Estás listo, dattebayou?

—Sólo unos minutos más.

Esta era la segunda serie de "Sólo unos minutos más." Me senté de nuevo, dejando escapar un largo suspiro, y empecé a contar los cuadrados rojos en la chaqueta de franela de un tipo. Ya me había aprendido de memoria la canción de Navidad que se había estado reproduciendo una y otra vez.

Eché un vistazo a Pain.

—Realmente estoy listo para ir a casa, ttebayou.

Irritación brilló en sus ojos color cemento, convirtiendo las manchas en color amarillo oscuro.

—Pensé que disfrutarías salir y sólo refrescarte.

—Lo hago, pero estamos sentados aquí, ni siquiera hablándonos el uno al otro, mientras juegas un juego de cerdos en tu teléfono, dattebayou. En serio, no es un momento de diversión para mí.

Apoyó los codos en la mesa y descansó la barbilla en las manos.

—¿De qué es lo que quieres hablar, Naruto?

Mi irritación se elevó con su tono.

—He estado tratando de hablar contigo acerca de todo tipo de temas durante más de una hora, de veras.

—Así que, ¿Harás algo para Navidad? —preguntó.

Tomando una respiración profunda, refrené mi temperamento.

—Sí, mamá tendrá la fecha libre. Haremos algo con Jiraiya, ttebayou.

—¿El doctor? Suena como que se están poniendo bastante serios.

—Lo hacen, dattebayou. —Ajusté más mi suéter, temblando mientras la puerta se abrió—. Estoy bastante seguro de que es la única razón de porque...

El teléfono de Pain sonó, y de inmediato lo verificó. Irritado, mantuve la boca cerrada y me quedé mirando la mesa vacía detrás de él.

—¿Estás listo? —preguntó.

Gracias, bendito Kami. Agarré mi cartera y me puse de pie, caminando sin esperar por él para pagar la cuenta. Mis botas crujían sobre la nieve compactada y el hielo. Tan pronto como noviembre avanzo, lo único que hizo fue nevar tres o cuatro centímetros cada pocos días. Era como un preludio a una tormenta de nieve gigante.

Pain se unió a mí un par de minutos más tarde, con el ceño fruncido.

—El camino nos espera.

Rodé los ojos, pero no dije nada mientras me subía a su camioneta.

Nos dirigimos de nuevo a la calle en silencio. Los brazos cruzados con fuerza sobre mi pecho, me sentí como un novio enojado, lo que estaba tan mal. No éramos así, pero era como si simplemente hubiéramos tenido la cita del infierno.

Y para hacer todo peor, él conducía a la velocidad de la abuela. Mi pierna rebotaba con fastidio e impaciencia. Sólo quería ir a casa. No habría ningún entrenamiento esta noche. Iba a recoger un maldito libro e iba a leer por diversión. Después visitaría el blog. Me olvidaría de Pain y este estúpido poder alienígena de mierda. Mi mirada cayó a mis tenis.

Había algo en el suelo, duro y delgado bajo las suelas delgadas de mi converse. Moviendo el pie hacia un lado, las luces de la carretera pasando se reflejaban en algo dorado y brillante. Curioso, empecé a inclinarme.

El topacio se encendió debajo de mi suéter sin ninguna advertencia en el mismo momento que Pain desvió la camioneta del camino hacia una zanja.

Balanceándome hacia él, mi corazón se aceleró mientras el calor del topacio azul quemaba mi piel.

—Hay una Arum cerca, ttebayou.

—Lo sé —apagó el motor, la mandíbula apretada—. Sal de la camioneta, Naruto.

—¿Qué? —grité.

—¡Sal de la camioneta! —Se estiró, desenganchando el cinturón de seguridad—. Estamos entrenando.

La comprensión abrió paso, dura y aterradora. Dejé escapar un suspiro tembloroso mientras la gema siguió aumentando su calor.

—¡Me alejaste de la seguridad del cuarzo beta a propósito, dattebayou!

—Si tus habilidades más poderosas están unidas a tus emociones, entonces tenemos que encontrar la manera de aprovechar cuando te sientes todo emocional para ver lo que puedes hacer, y luego practicar con menos excitación. Al igual que hicimos con el cuchillo y luego las almohadas. —Se estiró más allá y abrió mi puerta del coche—. Los Arum nos pueden percibir mejor que a los Luxen. Es la cosa del ADN. Los Luxen tienen un camuflaje incorporado en su ADN. Nosotros no.

Mi pecho subía y bajaba rápidamente.

—Nunca me dijiste eso antes, de veras...

—Estabas a salvo dentro del cuarzo beta. No era un problema.

Lo miré fijamente, horrorizado. ¿Qué pasa si me hubiera ido con mi mamá de compras fuera del radio sin saber esto? Hubiéramos sido atacados. ¿Pain se preocupaba siquiera por mi seguridad?

—Ahora sal —dijo.

Obviamente no.

—¡No! ¡De ninguna manera voy ahí con un Arum! Estás loco...

—Vas a estar bien. —Sonaba como si me estuviera diciendo que diera un discurso frente a una clase y no que enfrentara a un alienígena asesino—. No voy a dejar que nada te pase.

Luego se bajó del coche, desapareciendo dentro de la línea de árboles gruesos y me dejó solo en la camioneta. Demasiado aturdido para moverme, me quedé mirando la invasora oscuridad. No podía creer que había hecho esto.

Si sobrevivía esta noche, iba a matar al pelinaranja.

Una sombra de tinta se deslizó sobre la carretera y siguió el rastro que Pain había recorrido en el bosque. Un estallido de luz explotó, llenando el cielo, pero fue rápidamente extinguido mientras escuché gritar de dolor a Yahiko Pain.

Luchando por salir de la camioneta, cerré la puerta y miré hacia la oscuridad.

—¿Pain? —Después de varios momentos sin respuesta, el pánico arañó mi garganta—. ¡Pain!

Me detuve en la orilla del bosque, cuidadoso de entrar en ellos.

Agarrando mi suéter más fuerte, temblé como si un silencio antinatural se establecía alrededor de mí. Al diablo con esto. Dándome la vuelta, me dirigí de nuevo a la camioneta. Me gustaría llamar a mi mamá. Incluso llamaría a Sasuke. No había...

Una sombra se reunió delante de la puerta del pasajero antes de que pudiera dar otro paso. Oscura y aceitosa, se construyó sobre sí misma hasta que la silueta de un hombre bloqueó mi camino.

—Mierda. —susurré.

Tomó la forma de un hombre humano, un parecido sorprendente con el que habíamos visto fuera de la casa de Kabuto.

—Hola, pequeño. ¿No eres algo... especial?

Girando alrededor, mi suéter se agitaba como alas detrás de mí, mientras me lo sacaba. Corrí rápido —más rápido de lo que nunca había corrido antes. Tan rápido que los pequeños copos de nieve que el viento cortante golpeaba contra mis mejillas se sentían como guijarros diminutos.

Ni siquiera estaba seguro de que mis pies tocaban el suelo. Pero no importaba lo rápido que corriera, el Arum era más rápido.

Una sombra oscura, turbia apareció a mi lado y después al frente de mí. Barriéndome a través de la nieve y el hielo, agarré mi topacio.

Preparado para meter su punta en cualquier parte donde mi mano aterrizara.

Anticipando el movimiento, un brazo tomó forma y se balanceó hacia fuera. Me sujetó en el estómago. Fui arrojado por los aires, aterrizando sobre mi costado. Un dolor chocante atravesó mis huesos.

Rodé sobre mi espalda, parpadeando la nieve de mis pestañas.

Ahora sabía por qué Sasuke era tan inflexible contra mí corriendo y luchando contra el Arum. Ya recibí una paliza y la lucha no había comenzado aún.

Una sombra oscura e insidiosa se deslizó en mi visión. Sin su forma humana, cuando habló, su voz era un murmullo amenazador entre mis propios pensamientos.

«No eres un Luxen, pero eres aaalgo único. ¿Qué poderesss tienes?»

¿Poderes? Los poderes que Sasuke me había dado cuando me había mutado. El Arum los tomaría después de matarme. Pero yo había matado a un Arum antes, canalizando a Sasuke y Sai. Pain creía que esa capacidad —esa Fuente— todavía existía en mí. Tenía que hacerlo, si no, moriría.

Y quería ser capaz de defenderme. Sin yacer aquí. Sin esperar a que alguien me salve.

¿Qué había dicho Pain que imaginara? ¿Un relámpago en las venas y las células envueltas en luz?

El Arum se inclinó sobre mí, los tentáculos de humo negro eran gruesos y más fríos que el suelo duro. Una sonrisa transparente llena de humo, apareció.

«Másss fffácil de lo que pensaba.»

Cerré los ojos con fuerza y me imaginé cada extraña célula que había visto en clase de biología, rodeada por luz, y pensé en ese momento único —esa primera vez que había sentido un relámpago en mis venas. Me aferré a la imagen mientras el primer roce de los fríos dedos del Arum barría sobre mi mejilla. Me aferré a la inundación de lava al rojo vivo corriendo por mis venas.

Comenzó con un crujido—una pequeña luz ardía detrás de mis párpados. Una extraña sensación se extendió por mi brazo, sumamente caliente. La luz detrás de mis ojos era roja-blanquecina, la fuente del poder era absolutamente destructiva, rompiendo en su complejidad.

Pude sentirlo quemar a través de mis venas, susurrando un centenar de promesas. Me llamaba, dándome la bienvenida a casa. Había estado esperando, preguntándose cuándo iba atender su llamado.

El viento azotaba la nieve de debajo de mí mientras me levantaba.

Cuando abrí los ojos, el Arum se deslizaba hacia atrás, cambiando su forma entre ser humano y Arum.

Estaba de pie ahora, apenas respirando. Podía sentirlo,  fue muy emocionante y aterrador. Cada nervio de mi cuerpo cobró vida y se estremeció en anticipación. Quería ser utilizado, este poder. Parecía lo más natural de todas las cosas. Mis dedos curvados hacia adentro. El mundo a mi alrededor estaba iluminado en rojo y blanco.

Destruir.

El Arum cambió de nuevo a su forma verdadera, tendido e interminable como el cielo nocturno.

Hubo un chasquido procedente de mi interior, y la Fuente escapó de mis manos, estrellándose contra el Arum a una velocidad alarmante.

Giró en el aire, pero la Fuente lo siguió. O le hacía seguirlo. Pero él cambiaba las formas tan rápido que era vertiginoso. Se congeló y a continuación se rompió en un millón de pedazos delgados de sombras vidriosas.

El topacio azul se enfrió contra mi piel.

—Perfecto —dijo Pain, aplaudiendo—. Eso fue jodidamente increíble ¡Has matado a un Arum de un solo tiro!

 

Las ondas de energía eléctrica regresaron a mí, y la bruma roja-blanquecina se desvaneció. Cuando la Fuente se fue, también lo hizo la mayor parte de mi energía. Me volví hacia Pain, sintiendo otra cosa remplazar el vacío que la Fuente había dejado atrás.

—Tú... tú me dejaste solo con un Arum.

—Sí, pero mira lo que hiciste —avanzó, sonriéndome como si fuera el alumno más preciado—. Has matado un Arum, Naruto. Lo hiciste tu solo.

 Tomé aire y me dolió. Todo dolía.

—¿Y si no hubiera sido capaz de matar al Arum, dattebayou?

La confusión enmarcó su expresión.

—Pero lo hiciste.

Di un paso atrás, hice una mueca y noté que mis pantalones estaban empapados y aferrándose a mi piel fría, irritada.

—¿Y si no podía hacerlo?

Pain sacudió la cabeza.

—Entonces...

—¡Entonces habría muerto, ttebayou! —Mi mano temblaba mientras la colocaba en mi cadera. Mi trasero entero palpitaba por la caída—. ¿Siquiera te importa?

—¡Por supuesto que sí! —Se movió hacia delante, colocando su mano sobre mi hombro.

Grité mientras chispas de dolor se disparaban directo hacia abajo de mi brazo.

—No... No me toques, ttebayou.

En un instante, la confusión había desaparecido, remplazada por la ira.

—Estás reaccionando de forma exagerada cuando deberías estar celebrando. Hiciste algo... increíble. ¿No lo entiendes? Nadie mata a un Arum en una sola explosión.

—No me importa, en serio —Empecé, cojeando de vuelta hacia el coche—. Quiero ir a casa, dattebayou.

—¡Naruto! No actúes de esta manera. Todo está bien. Lo hiciste...

—¡Llévame a casa! —grité, al borde de un llanto lleno de ira e impotencia, cerca de perderme por completo. Porque había algo malo en él—. Sólo quiero ir a casa, de veras.

Continuará...

Notas finales:

Pain... pain.  

¡¿Nos leemos pronto?!


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