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El último viaje de Jack por Izuspp

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Notas del capitulo:

Gracias por seguir esta historia, aunque fue corta, disfruté mucho escribirla y me di cuenta de que mi comedia no está tan oxidada como yo creía. Muy pocas veces logro escribir un humor que me haga reírme a mí misma; por ello estoy contenta con este fic. Además, jamás creí que muchas personas lo fuesen a leer, pero resultó ser bastante bien recibido, así que me doy por satisfecha.

 

Como les había mencionado desde el principio, el fic no tenía mucha trama, simplemente me gustó imaginarme cómo sería el encuentro de estos dos en el universo canon, sin que sonara muy OoC o poco creíble (a pesar de ser cartoons en lo que todo se vale) y para mí, el resultado no está nada mal, así que una vez más agradezco el interés y si pudiesen dejarme sus opiniones sobre cómo les pareció el fic, sería muy apreciado por mi parte.

 

¡Disfruten su lectura!

 


 

Capítulo 10

El último viaje de Jack

A partir de ese momento, la vida de ambos hombres se tornó más dulce. La espinita que se había clavado en sus corazones al tener que separarse, no iba a salir tan fácilmente. Pero los dos podían ver el lado positivo de la situación y continuar con sus vidas de la mejor manera que podían.

Sin embargo, Jack no se esperaba que sus caminos se volviesen a juntar…

Johnny trabajaba arduamente en el restaurante de Pops, inclusive el hombre ya le había dejado hacer otro tipo de labores, como ser mesero; aunque Johnny a veces lo arruinaba, tratando de coquetear con las clientas o dejando caer los platos. Pero este tipo de situaciones ya no eran tan frecuentes como antaño. Lo que nadie sabía, era que Johnny tenía un plan: en lugar de gastar todo el dinero que ganaba en cosas materiales para él, o comida; se encontraba ahorrando cada centavo. Su plan, era reunir una cantidad considerable de dinero, que pudiese darle a Carl para ayudar a construir la máquina que Jack necesitaba.

En otros tiempos, Johnny jamás hubiese concebido llevar a cabo un acto desinteresado de este tipo, pero las cosas —él mismo—; habían cambiado desde que Jack llegó a su vida. Por supuesto, Johnny no le había comentado de su plan a nadie; salvo por su madre, quien lo felicitó. El rubio no quería que pensaran que se había vuelto un hombre “suave”. Pero estaba muy satisfecho con lo que estaba haciendo, ya que sabía que Jack sería muy feliz, y sobre todas las cosas, sobre sí mismo inclusive; lo único que deseaba era que Jack alcanzara la felicidad.

Pero después de todo, Johnny seguía siendo Johnny…

—Oye, jovencito. ¿No te interesaría comprar un boleto para la lotería? —Le llamó una anciana que vendía los boletos en un puesto en la calle.

—¿Lotería?

—¡Claro, con un solo número puedes ganar muchos millones! ¿Comprarás alguno?

Johnny maquinó las palabras de la mujer. Y se le ocurrió otra idea que a él le parecía muy genial: si ganaba millones, podría ayudar a Jack y de paso, se arreglaría su propia vida. Él y su madre vivirían como reyes con el resto del dinero del premio.

—Espere aquí, anciana.

Dicho eso, Johnny corrió a su casa y sacó todos los billetes que tenía escondidos debajo de su colchón, tomó su motocicleta y se dirigió a toda velocidad hacia el puesto de lotería de la mujer.

—¡Deme todos los boletos que pueda comprar con esto! —Se apresuró a decir estúpidamente, mientras le entregaba todos sus ahorros a la mujer, cuyos ojos brillaron codiciosamente al ver semejante cantidad de dinero. La anciana lo tomó todo y a cambio le dio todos los boletos con los que contaba.

Johnny regresó muy contento a su casa, dando por un hecho que ganaría la lotería y todos sus sueños se volverían realidad. Así que, como ese mismo día era el sorteo, se preparó adecuadamente: colocó en la mesita de la sala varios tazones llenos de frituras, gaseosas y palomitas de maíz, y se acomodó a comer mientras esperaba que televisaran el sorteo.

Una vez comenzó el programa, Johnny esparció todos los boletos de lotería sobre la mesita. Su madre, a quien le había contado sobre lo que había hecho, con preocupación se sentó a su lado, para ayudarle a ver los boletos durante el sorteo.

Mientras más avanzaba el programa, los Bravo perdían sus esperanzas. Johnny, preocupado de haber desperdiciado todo su dinero en boletos inútiles y Bunny, destrozada al ver cómo las buenas intenciones de su hijo, se vieron afectadas por sus malas decisiones y falta de juicio. Finalmente, el programa acabó y a como se lo temían, ninguno de los boletos era el ganador.

—Lo lamento hijo. —Intentó consolarle la mujer, acariciando su espalda cariñosamente.

—No te preocupes, mami. Volveré a comenzar mis ahorros. ¡No hay nada que detenga al gran Johnny Bravo! —Johnny intentó disimular su decepción lo mejor que pudo frente a su madre; quien no quedó convencida, pero se resignó a dejarle ser.

Al día siguiente, Suzy se presentó en la casa de los Bravo, muy temprano a como acostumbraba. Al ver que Johnny, a pesar de intentar comportarse como siempre, no lograba disimular bien que algo le molestaba, le preguntó a Bunny el motivo. Ella le explicó lo que había ocurrido, dejando a Suzy bastante preocupada por un momento.

—¡Esperen! —Indicó la joven, dejando a Johnny y su madre confundidos por un breve instante, hasta que la vieron regresar, trayendo consigo el periódico del día.

—¿Qué piensas hacer, enana?

—Solo quiero chequear los boletos de la lotería que compraste. En el diario de hoy, se encuentran los números ganadores. —Le indicó Suzy, a lo que la señora Bravo pensó que era una genial idea y le entregó los boletos que ella había guardado la noche anterior.

—Pierdes tu tiempo, esos boletos son una estafa. —Bufó Johny totalmente incrédulo, ya que estaba seguro por el programa que él y su madre habían visto, que no había ganado absolutamente nada.

—¡Johnny, señora Bravo! ¡Este boleto es uno de los ganadores! —Exclamó Suzy casi eufórica.

—¿Estás segura Suzy? —Interrogó Bunny, ya que no quería darse falsas esperanzas.

—¡Compruébenlo ustedes mismos! Seguramente no lo vieron al tener tantos boletos, pero este tiene un premio que, si no es tan grande, es una considerable cantidad. —La adolescente les mostró que decía la verdad, mientras les sonreía ampliamente.

—¡Es cierto mami! ¡Ganamos, ganamos! —Exclamó Johnny triunfante, mientras levantaba a su madre en brazos y daba vueltas con ella por todo el comedor.

—¡Felicitaciones Johnny! Con este dinero podrás ayudar a Jack. —Le dijo su madre.

Entonces, Johnny cayó en cuenta de un gran problema para él: podría darle ese dinero a su madre, y así podría agradecerle todo lo que había hecho por él durante toda su vida. Johnny no sabía de dónde sacaba su madre el dinero para mantener la casa, entendía que jamás les había hecho falta; pero tampoco eran millonarios. Sabía que ese premio le ayudaría bastante a su madre, y que podría darse los lujos que generalmente no se daba.

Pero, por otro lado, realmente quería ayudar a Jack y mientras más pronto lo hiciera era mejor. Así que Johnny salió camino a su trabajo, tarde como siempre y con la gran incógnita en su cabeza: ¿darle el dinero a su madre o a Jack?

El hombre pasó todo el día tan distraído sin poder tomar una decisión, que Pops le regañó fuertemente y le dijo que se tomara el resto del día libre. Justo cuando Johnny iba saliendo del restaurante para volver a su casa, se topó con Carl.

—¡Hola Johnny! ¿Qué tal?

—¡Carl! —gritó mientras se abalanzaba sobre él para tomarlo fuertemente por los hombros—¿Tú sabes dónde vive Jack? Necesito hablar con él.

Luego de que Carl le solicitara a Johnny que dejara de sacudirlo, como había comenzado a hacerlo, ambos se sentaron al borde de la acera y Carl le pidió que le explicara el porqué estaba tan alterado. Johnny le confesó sobre su plan de darle el dinero que ahorrara y la situación con el boleto de lotería.

—¡Cielos Johnny! Jamás me imaginé que serías tan caritativo, ni siquiera con un amigo.

—Jack… él es más que eso para mí…

—Oh, ya veo…—Como Carl era realmente inteligente, logró entender la situación sin que se la explicaran más allá. Incluso esa información le dio sentido a mucho de lo que había sucedido con Johnny desde que Jack estaba allí— Entonces, ¿qué decidiste?

—Me esforzaré. ¡Trabajaré más y le ayudaré a mi mami! De todas formas, tal vez no sea suficiente, pero le ayudará a Jack a regresar más pronto que reuniendo el dinero por su cuenta. — Dicho eso, Johnny sacó de su billetera el boleto de lotería y se lo entregó a Carl.

—Si me hubiesen dicho esto hace un año, no lo creería. Incluso parece que te has vuelto más inteligente Johnny —bromeó su amigo mientras tomaba el papel que le entregaba—. ¡Johnny! Esto es lo suficiente como para comprar todo lo que nos falta para la máquina.

—¿Qué?

—Te digo que es justo la cantidad que necesitamos, incluso con el cambio nos podríamos comprar unas deliciosas malteadas. —Carl le sonrió animadamente, mientras observaba cómo el rubio no reaccionaba, ya que necesitaba algo de tiempo para asimilar lo que le estaba diciendo.

—¿Eso quiere decir que…?

—Jack podrá volver pronto a su época.

Johnny no se esperaba eso en absoluto. Y tampoco sabía cómo reaccionar: por un lado estaba sumamente feliz, ya que ayudaría a su querido Jack, pero por otro; eso significaba que estaba más cerca de no volver a verlo jamás.

—Necesito verlo Carl, dime cómo contactar a Jack.

—Eso no será problema amigo Johnny, de hecho, Jack y yo teníamos acordado reunirnos esta noche en mi casa para discutir los avances de la máquina. Te espero allá, digamos, ¿a las siete?

Johnny no perdió más tiempo con Carl, dejándole con la palabra en la boca, mientras salía corriendo para tomar su motocicleta y emprender el camino a toda velocidad. Lo primero que hizo fue dirigirse directo a donde podría canjear su premio. Con bolsa de dinero en mano, se dirigió a su casa para contarle a su madre las buenas noticias y arreglarse muy bien.

—Oh Johnny, me alegra verte tan animado. —Expresó su madre, al ver cómo su hijo tarareaba una canción y se movía, mientras arreglaba su peinado frente al espejo.

—Muero por ver la cara de Jack cuando descubra que el fantástico y sexy Johnny, tiene la respuesta a todos sus problemas.

—De seguro se pondrá muy feliz. —Bunny estaba contenta por su hijo, pero en el fondo, sabía que también estaba sufriendo, ya que muy pronto tendría que despedirse de Jack. —Hijo, ya que Jack no tendrá que trabajar más y estará muy poco tiempo aquí, ¿por qué no le pides que vuelva a vivir con nosotros? Al menos hasta que deba irse.

—¡Esa es una excelente idea, mami! —A Johnny jamás se le hubiese ocurrido, pero por suerte su madre era muy inteligente. El rubio besó la frente de su mamá y salió nuevamente de su casa, pero esta vez, mucho más animado; si es que eso se podía.


—¡Ya voy! ¡Ya voy! —Gritó Carl, al escuchar el timbre de su casa, que era tocado sin cesar por el desesperado Johnny.

—¿Dónde está Jack? ¿Está aquí? ¿Le dijiste que vendría? —Johnny falto de toda clase de modales, apartó a Carl en cuanto abrió la puerta y se adentró a su casa, buscando a Jack por doquier.

—Calma Johnny, llegará en unos minutos.

El rubio se sentó en el sofá de la sala de la casa de Carl, moviendo su pie hacia arriba y hacia abajo con impaciencia. Finalmente le timbre sonó nuevamente y Johnny corrió a la entrada, para encontrarse con Jack, quien saludaba educadamente a Carl, pidiéndole permiso para entrar.

—¡Jack!

—Johnny, ¿qué haces aquí? —preguntó el samurái, totalmente sorprendido e incómodo —Carl, si es un mal momento yo puedo volver después…

—No te preocupes Jack, fue el mismo Johnny quien me dijo que quería hablar contigo, hay algo importante que debes saber.

Jack se encontraba sumamente confundido, pero a juzgar por las amplias sonrisas que ambos hombres le mostraban, se debía tratar de buenas noticias. Así que aceptó la invitación a pasar a la sala y tomó asiento en el sofá, seguidamente, Johnny se sentó junto a él y Carl, en otro de los sillones.

—¿De qué se trata todo esto, amigos? Por sus expresiones puedo ver que están de muy buen humor.

—¡Y que lo digas Jack! Johnny tiene buenas noticias para ti. ¿No es así Johnny?

—¡Podrás volver a tu hogar Jack! Tengo el dinero para la máquina. —Le soltó así sin más, tomando sus manos entre las propias y sonriéndole aún más.

—No comprendo. ¿De dónde sacaste el dinero Johnny?

—Lo gané, lo gané con un boleto de lotería.

—Es un sorteo Jack… —comenzó a explicar Carl, al ver que el asiático no entendía a qué se refería Johnny— compras un boleto con un número y si este es el número ganador en el sorteo, te dan una gran cantidad de dinero.

—Compré muchos boletos con el dinero que gané en el restaurante de Pops y gané el dinero suficiente para poder construir la máquina. Está todo en esta bolsa. —Seguidamente, Johnny alcanzó la bolsa con el dinero y la depositó en los regazos de Jack.

—¡Esto es simplemente maravilloso! —Exclamó el samurái, quien se encontraba estupefacto y conmovido por aquel gesto, más por el hecho de que provenía de Johnny; quien no se caracterizaba por ser caritativo o solidario. —Pero no puedo aceptarlo, es mucho dinero y estoy seguro de que tú y Bunny podrían hacer buen uso de el.

—¿De qué hablas Jack? La única razón por la que el apuesto Johnny se dejaría ver trabajando como lavaplatos en un restaurante, sería para obtener el dinero necesario para ayudarte. De otra forma estaría ocupando mi tiempo en seducir nenas.

—Johnny…

—Quería ayudarte Jack, lo único que es más importante para mí, mucho más que mi peinado, es tu felicidad. —Le dijo seriamente, con un tono de voz profundo que nunca había utilizado, salvo por el día en que se le confesó. —Cada vez que quiero hacer algo en mi linda vida, alguien me reprime,1 déjame hacer esto por ti.

Jack estaba más que conmovido por aquel gesto y las palabras del rubio. ¿Quién iba a pensar que un infantil y tonto hombre como Johnny, podría llegar a ser tan maduro en ocasiones?

—De acuerdo. —Aceptó sonriéndole al igual que el rubio lo hacía anteriormente— Pero por favor, déjame hacer algo para pagarte de alguna manera, haré lo que sea si es que está a mi alcance.

—Con respecto a eso, me gustaría que volvieras a vivir conmigo y mi mami.

—¡No podría Johnny! Ya les debo suficiente.

—Mi mami fue la que me dio la idea, y yo también la apoyo. Queremos que vivas con nosotros hasta el día que vuelvas a tu hogar Jack.

—Acepta Jack. —le instó Carl— De todas formas, el que vivas con Johnny más bien sería una gran ayuda para la señora Bravo, no será ninguna carga.

—De acuerdo. Si me aceptan, viviré con ustedes nuevamente. Eso me gustaría mucho Johnny.

Al escuchar que Jack aceptaba su oferta, la felicidad inundó el cuerpo del fortachón rubio, como nunca antes la había sentido. No pudo controlar su impulso y simplemente se dejó llevar, tomando a Jack entre sus brazos, apretándole fuertemente; deseando no tener que dejarlo ir jamás, pero sabiendo que eso era imposible, decidió que le sacaría provecho al máximo, a esos últimos días que les quedaban.

Jack por su parte, no se quedó atrás. La felicidad de saber que regresaría a su propia época, y ya no tendría que trabajar tan arduamente por una paga mínima; sumado al gesto de Johnny, fueron demasiado para él. Pocas veces en su vida se había sentido tan dichoso. Se acurrucó entonces entre los brazos de Johnny, correspondiendo el abrazo e incluso atreviéndose a hundir su rostro en los voluptuosos pectorales, aspirando fuertemente su varonil aroma. Jack deseó poder quedarse con Johnny para siempre, pero sabiendo que eso era imposible, simplemente aceptó la idea de vivir junto a él y disfrutar el tiempo que les quedaba juntos.


 

Así fue como, mientras Carl hacía uso del dinero que Johnny le había entregado, para comprar los materiales y trabajar en construir una nueva máquina del tiempo; los hombres comenzaron a vivir juntos una vez más. Con la gran diferencia de que ambos sabían perfectamente que eso no duraría para siempre, pero fuera de sentirse infelices por eso; lo tomaron como motivación para aprovechar cada momento que podían disfrutar en compañía del otro.

Jack y Johnny, se volvieron más unidos en ese corto tiempo, que en todo el que habían compartido con anterioridad. Salvo por momentos en los que debían gozar de cierta privacidad, era raro ver al uno sin el otro. Ya fuese en la casa de los Bravo, en el parque, el restaurante de Pops, en la casa de Carl, en el centro comercial o cualquier otro lugar; simplemente se habían vuelto inseparables.

Los hombres disfrutaban en demasía de cualquier actividad que pudiesen realizar juntos, incluso el común acto de irse a dormir: todas las noches, Johnny se ocupaba de peinar delicadamente el largo cabello negro de Jack, mientras el samurái, le contaba alguna de las tantas historias que tenía sobre sus viajes. Se quedaban conversando un rato, mirándose el uno al otro con tal fascinación que, con solo verlos, a nadie le quedaría duda de que estaban profundamente enamorados. Y finalmente, entraban los dos juntos a dormir en la cama del rubio. Acurrucándose y abrazándose, podían dormir mejor de lo que jamás recordaban haberlo hecho antes en soledad.

Una noche, a Johnny se le ocurrió que podrían dar un paseo en su motocicleta, a lo cual Jack aceptó gustoso. Lo cierto era que, había encontrado un placer culposo en aferrarse fuertemente a Johnny y descansar sobre su amplia espalda, mientras este le llevaba a cualquier lugar en su vehículo. Anduvieron por un corto tiempo a través de las calles de la ciudad, hasta que salieron de esta a una parte menos poblada. Finalmente, comenzaron a ir cuesta arriba por una colina, hasta llegar a la cima, que era un mirador desde donde se podía ver toda la ciudad.

—¿Qué te parece, Jack?

—Es muy hermoso. Muy parecido a cómo se ven las estrellas reflejadas en el lago, allá en mi tierra natal. Pero las luces eléctricas en la oscuridad de la noche, también tienen su propio encanto.

—Lo sé, es genial. Siempre quise traer aquí a una linda nena y besarla… —Johnny volteó a ver al samurái, cuyo rostro mostraba un débil sonrojo— ¡Pero eso era antes! Ahora no me interesan las mujeres en absoluto.  —Se apresuró a decir.

—Ya veo… —El sonrojo de Jack, no hizo sino pronunciarse aún más con las palabras del tonto rubio. Desde que habían vuelto a vivir juntos, no habían tocado el tema nuevamente; se habían limitado a ser un tanto más cariñosos el uno con el otro y atreverse a tener más contacto físico. Pero fuera de eso, no se comportaban como si fuesen una pareja y no habían siquiera tenido la necesidad. Sabían que se amaban, sabían que estaban muy enamorados, probablemente cada día más; pero igualmente entendían que no tenía caso en enfocarse en ello, con el poco tiempo que les quedaba antes de que Jack se fuera para siempre.

—¿Ocurre algo Jack? Si no te gusta estar aquí, sólo díselo a Johnny, te llevaré a donde quieras.

—No, no es nada de eso. —Jack le volteó a ver sonriéndole— ¿Podría pedirte un favor Johnny?

—Claro, lo que sea para mi chico favorito.

—¿Podrías quitarte las gafas una vez más? —Le solicitó un poco cohibido. Jack no entendía realmente, la razón por la cual Johnny era tan reacio a mostrar su rostro al descubierto. La única vez que pudo verlo, se percató de lo hermosos que eran sus ojos. Pensó en que definitivamente sin los lentes se veía mucho más apuesto, pero nunca pudo volver a verlo así.

“Tranquilízate, mi corazón” 1 Pensó el rubio, al sentir el fuerte golpeteo dentro de su pecho, al ver a Jack tan apuesto y haciéndole semejante petición. Para Johnny, quitarse los lentes era muy similar a desnudarse frente a alguien. No en un sentido lujurioso o sucio, sino más bien, que era un acto sumamente íntimo para él. Tanto que, solo recordaba haberlo hecho frente a Jack, quien fuese la primera y única persona de quien se hubiese enamorado jamás.

Sintiendo cómo el calor subía a su rostro, lentamente retiró las gafas oscuras que siempre le ocultaban, y se atrevió a mirar directamente a los preciosos ojos oscuros de Jack. Se sorprendió al ver la expresión de dicha que este le mostraba, pero se sorprendió mucho más, con lo que ocurrió a continuación.

Mientras le sonreía dulcemente, Jack extendió su mano hasta la mejilla del rubio, colocándola sobre esta y comenzando a acariciarle con las yemas de sus dedos.

—Gracias Johnny, aprecio mucho que me tengas la confianza suficiente para cumplir este capricho mío. —Le miró directamente a los ojos, mientras se acercaba hacia él, sin dejar de acariciarle— También, quisiera que me disculpes por haberte pedido esto, pero realmente ansiaba ver tus bellos ojos, aunque fuese una vez antes de irme. ¡Eres hermoso Johnny! Aunque creo que es algo que ya sabes.

Jack terminó su comentario con una leve risa, siendo consciente de que no le hacía falta decirle aquello a Johnny, quien gozaba de una autoestima de acero.

—No… no… tienes nada qué agradecer. —Tartamudeó, al sentirse tan apenado, pero a la vez tan nervioso de tener a Jack tan cerca y sentirle acariciando su rostro. La mirada de Johnny se desvió a los finos labios del asiático, queriendo tomarlos. No recordaba haber deseado nada más que poder besar a Jack en ese momento.

Sin pensarlo, Johnny llevó ambas manos hacia el rostro de Jack, acto ante el cual, el samurái retiró su propia mano, tan solo observando el rostro de Johnny, que estaba tan rojo como el propio. Ninguno de los dos dijo nada, se miraban fijamente a los ojos, acercándose lentamente, Johnny se agachó un poco para que sus rostros estuviesen a la misma altura. Finalmente, con un poco de duda por parte de ambos, tímidamente unieron sus labios.

Al principio fue un beso muy superficial, como si ambos temieran hacerle un daño al contrario con ese acto. Poco a poco, se fue intensificando, pasando de solo leves roces a un contacto más pronunciado. Se dieron cuenta de que aquello era lo que habían estado esperando toda su vida por sentir. No era solo el hecho de tener un contacto de ese tipo, sino lo que aquello significaba. La electricidad que recorría sus cuerpos, el calor que les inundaba, el nerviosismo que poco a poco les abandonaba; para dar paso a la verdadera pasión. Si antes estaban algo dudosos de que realmente estuviesen enamorados, aquel beso fue capaz de disipar cualquier inseguridad.

Por trágico que fuese el destino, por injustas que fuesen las circunstancias; se amaban.

Cuando al fin decidieron separarse, se abrazaron fuertemente. Jack acariciaba la fornida espalda de Johnny, mientras que este le apretujaba entre sus brazos, acercándolo lo más que podía a su cuerpo. Ninguno de los dos pronunció palabra alguna y decidieron silenciosamente, que así estaba bien. Hasta el torpe Johnny entendió que si decía algo, en lugar de poder disfrutar el momento íntimo que recién habían compartido, sería darle paso a la triste realidad: Jack se iría para siempre, y pronto.

Regresaron al hogar de Johnny, tomaron su cena en silencio y se fueron a dormir temprano. Bunny notó el comportamiento extraño de ambos, pero decidió no preguntarles nada. Ella misma se estuvo preguntando la razón por la cual aquellos dos estaban tan tranquilos, pero en ese momento, entendió que ya habían caído en cuenta de la realidad.

—Me preocupa mucho mi Johnny —Dijo Bunny al día siguiente por la tarde, cuando Suzy se le había unido para tomar el té; mientras los hombres estaban fuera como había sido su costumbre en esos días.

—¿Qué ocurre, señora Bravo? Yo lo veo muy feliz últimamente, desde que Jack regresó.

—Me temo mi niña, que esa felicidad es solo una fachada, para ocultar sus verdaderos sentimientos. Conozco a mi hijo como la palma de mi mano y puedo ver, que en esta ocasión se ha enamorado realmente. Cuando Jack se marche, le romperá el corazón una vez más.

—¿Acaso Johnny le contó sobre lo que siente por Jack? —Se alarmó la joven, quien pensaba que ella era la única que sabía sobre los sentimientos de esos dos.

—Nada de eso, pero es muy fácil de notar. No tengo problema en que sea otro hombre, si eso es lo que te preocupa Suzy. Lo único que me importa es que mi bebé sea feliz. Pero lo veo muy difícil.

—Lo sé. Intenté ayudarlos a que se dieran cuenta de sus sentimientos, pero supongo que todos asumimos que si lo hacían, Jack se quedaría aquí. —Aceptó Suzy cabizbaja. A veces sentía que había hecho más daño que la ayuda que intentó brindar— Pero lo entiendo, imagínese cómo se sentiría usted si fuese Johnny quien decidiera alejarse de su lado, sería terrible.

—Sí, sería terrible… —Repitió la mujer pensativamente.


Poco más de un mes desde que Johnny le entregó a Carl el dinero, el joven tuvo lista la máquina del tiempo. Decidió tomarse una semana más para hacer pruebas, pero ya le había avisado a Jack con anticipación para que se fuesen preparando. Cuando Carl les dio la noticia, tuvieron sentimientos encontrados. El que Jack pudiese regresar era tanto motivo de alegría como de tristeza. La tragedia se encontraba a la vuelta de la esquina y ellos iban sin frenos dirigiéndose hacia ella.

Desde el día en que se besaron, no volvieron a hacerlo y tampoco, a tocar el tema de los sentimientos. Habían entendido que no valía la pena torturarse con lo mucho que iban a perder una vez Jack hubiese regresado a su época. Y gracias a eso, fueron capaces de pasar sus últimos días sintiendo una verdadera felicidad, aunque en el fondo siempre se mantenían intranquilos.

Pero finalmente, el tan temido día llegó. La noche anterior, ninguno de los dos pudo conciliar el sueño, pero tampoco se hablaron. Estaban en total negación. Perderían lo mucho que habían ganado esos días, no podrían volver a verse jamás, tan siquiera podrían hablarse, ya que no estaban hablando de otro país, sino de otro tiempo.

Sin embargo, por trágico que fuese, ambos entendían que así de cruel era la vida.

El día del regreso de Jack, Carl llevó la máquina del tiempo al parque. Allí estaban reunidos Jack, Johnny, Suzy, Bunny; hasta el maestro Hama y Pops hicieron su aparición tan solo para despedirse de Jack e irse antes de que ocurriera todo.

Carl activó el aparato, creando inmediatamente un portal.

—Me complace mucho anunciar, que esta máquina del tiempo es una versión mejorada. Me permite manipularla a mi conveniencia, no como el primer prototipo —Alardeó el joven científico— Solo espero que no explote como la primera vez —Rio.

—Bien amigos, creo que esta viene siendo la despedida —Anunció el samurái, que si bien toda su vida se había acostumbrado a despedirse de todos los amigos que había hecho; en esa ocasión había podido pasar tanto tiempo junto a ellos, que realmente le dolía tener que separarse— Quisiera agradecerles a todos, por tanta hospitalidad y la ayuda que me brindaron en todo el tiempo que estuve en su época. Estoy realmente contento de haber tenido la oportunidad de conocerlos y sepan que siempre me sentiré en deuda con todos ustedes.

—Oh Jack, nosotros también estamos muy felices de haberte conocido. Y no te preocupes, no nos debes nada. Desde que llegaste, nuestras vidas han sido mejores cariño. —Le dijo la señora Bravo, mientras se acercaba a él, para abrazarle maternalmente. —Te extrañaremos mucho.

—Se lo agradezco Bunny, usted llegó a convertirse en una segunda madre para mí. —El samurái correspondió el abrazo con sinceridad.

—El portal está listo Jack, puedes entrar cuando quieras y estarás en tu hogar en un abrir y cerrar de ojos. —Anunció Carl.

Ante esta noticia, Johnny se apresuró a acercarse a Jack, sin saber muy bien qué hacer. No quería llorar, no quería que todos viesen lo débil que era, pero tampoco podía suprimir la desolación y profunda tristeza que estaba sintiendo en ese momento. Perdería a la única persona a quien había amado y dudaba que pudiese llegar a amar a alguien así alguna otra vez en su vida.

—Jack…

—Johnny…

—No creí que el día llegaría tan pronto. —Johnny estaba casi mudo, no sabía cómo iba a despedirse de su amado Jack.

—Yo tampoco. Pero lamentablemente, debo irme Johnny. Sabíamos que esto ocurría tarde o temprano —Jack se acercó a Johnny y fue él, quien esta vez le abrazó— Gracias Johnny, no tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy contigo, ni la profunda angustia que siento, al tener que separar nuestros caminos.

—¿En serio tienes que irte Jack? —Insistió una vez más, a pesar de que se había prometido no hacerlo.

—Es mi deber Johnny, debo regresar a mi época y tomar mi lugar.

—Pero…

—Johnny, hijo. —Le llamó su madre.

—¿Qué ocurre, mamá? Estoy algo ocupado aquí. —Se sintió algo molesto de que interrumpieran su despedida, pero al voltear a ver se confundió bastante—¿Qué es eso mami?

—Es tu maleta hijo, empaqué ropa, suficiente gel para el cabello y algunas de tus cosas favoritas. Las necesitarás. —Bunny se acercó, dejando la maleta al lado de Johnny, mientras le sonreía melancólicamente.

—¿Qué significa esto? No estoy de humor para bromas ¿sabes?

—Hijo, tal vez Jack no puede quedarse, pero nada te impide que puedas irte con él. ¿Cierto?

—Pero ¡¿qué dices?! Yo… —El rubio jamás se hubiese esperado eso. Y para él nunca fue una opción el marcharse de su hogar.

—Bunny, por favor. Johnny debe permanecer a su lado, así como yo he de regresar al lado de mi familia. —Intervino Jack, quien estaba tan impresionado con la propuesta de Bunny, como su mismo hijo.

—Tonterías, Johnny es un hombre adulto y debe hacer su vida. —La mujer rio estrepitosamente, mas luego cambió su expresión a una que reflejaba todo el amor que una madre podría tener por su hijo, dirigiéndose a este una vez más— Escucha Johnny, te amo y siempre te amaré. Aunque no vuelva a verte, seré feliz porque sabré que tú lo eres. Pero si te quedas, yo seré infeliz, porque tú lo serás.

—Mamá… yo…

—Solo toma tu maleta y vete, Johnny. He sido muy feliz contigo hijo.

—Te amo, mamá. —El infantil hombre tomó a su madre entre sus brazos, estrechándola con desesperación. Jamás se había sentido de esa manera para con ella. Siempre la había amado, pero esta vez, sentía hacia ella un profundo agradecimiento.

Johnny no era nada sin su madre, esta se había encargado de que así fuera, sobreprotegiéndolo y mimándolo hasta una avanzada edad. Pero en cuanto Jack llegó a sus vidas, ella entendió el daño que le había hecho, y a conforme pasó el tiempo; se dio cuenta de que el asiático iba a ser la solución a ese problema. No tenía idea de que iba a ser totalmente cierto. Para alguien tan dependiente como Johnny, dar el gran paso de separarse definitivamente de ella, para hacer su vida en un país y época distintos; era algo muy grande.

—Yo también te amo hijo. Ahora toma tu maleta y vete de aquí, antes de que comience a llorar.

El rubio hizo a como se le indicó, tomando la maleta, besó fuertemente a su madre en la mejilla y se acercó al extraño portal, que lo llevaría a su nueva vida.

—Le agradezco esto Bunny, y prometo que honraré su sacrificio. Tenga por seguro que no dejaré que Johnny sea infeliz jamás, prometo esforzarme para hacerle dichoso todos los días.

—Yo te agradezco a ti Jack, por haber ayudado tanto a mi adorado Johnny. Ahora me quedo tranquila de saber que estará en buenas manos.

Luego de hacer una profunda reverencia frente a la señora Bravo, Jack tomó posición junto a Johnny, dispuestos a dar el gran paso juntos.

—¡Esperen! —Esta vez fue la voz de Suzy la que les interrumpió. La joven había estado intentando disimular, ya que sabía del plan de Bunny desde que lo concibió el día en que tuvieron aquella charla, tomando el té. —Johnny…

—Muchas gracias, enana. —Dijo el hombre mientras le sonreía, para luego posar una de sus manos sobre la cabeza de Suzy, revolcando sus cabellos cariñosamente— Esto no hubiese ocurrido de no ser por ti.

—Tienes toda la razón. —Dijo la adolescente entre lágrimas, procediendo a abrazar a Johnny. Después de todo, no le era fácil dejar ir al hombre al que había amado desde que era una niña— ¡Te extrañaré, Johnny!

—Aunque parezca increíble, yo a ti también. —Aceptó Johnny, dedicándole una última sonrisa.

—Cuida bien de este tonto, Jack.

—Así lo haré Suzy, muchas gracias por toda la ayuda que nos has brindado. Y a ti también Carl, quedo en deuda contigo, de no ser por tu máquina, jamás hubiese podido conocerlos a todos ustedes. —Agregó Jack, dirigiéndose a Carl, quien observaba conmovido todas las despedidas.

—Ni lo menciones. ¿Están listos?

Ambos hombres asintieron.

—Entonces, pueden proceder a entrar al portal.

No sin antes despedirse nuevamente, los hombres se tomaron de la mano y juntos entraron en aquel extraño portal, que los transportó de vuelta a la época de donde Jack provenía.


Jack y Johnny, se encontraban sentados bajo el árbol del mismo cerezo en el que el samurái se encontraba, el día que fue transportado por Carl al futuro. De hecho, también era el mismo día, tan solo unos minutos después del momento en el que había sido arrebatado de su época. Así de precisa era la nueva máquina de Carl.

Al llegar, los hombres tomaron asiento en aquel pacífico lugar, para asimilar lo que acababa de ocurrir.

—Estamos aquí, Johnny. Este es mi hogar.

—Es mucho mejor de lo que imaginaba con tus historias. —Exclamó Johnny, sin llegar a revelar que no había sido capaz de imaginarse el hogar de Jack, ya que no era tan creativo como para hacerse una imagen únicamente con sus relatos.

—A partir de este momento, también será tu nuevo hogar. —Agregó, acercándose a Johnny para colocarse sobre su pecho, volteándole a ver desde abajo y sonriéndole con dulzura— Nuestro hogar.

Los hombres se besaron una vez más. Tomándose su tiempo para descargar todas las emociones que habían estado guardando por semanas e inclusive, ese mismo día. Cuando se levantaron esa mañana, no tenían idea de que las cosas iban a salir de esa manera. No sabían que el más grande deseo que tenían, se iba a volver toda una realidad.

Por una casualidad del destino, dos hombres cuyos sufrimientos eran muy distintos, se encontraron para encontrar el alivio que sus corazones necesitaban. Por un lado, Jack quien vagó por el futuro durante más de cincuenta años, siendo atormentado por un demonio quien, le había dado y arrebatado a su primer amor. Condenado a la eterna soledad, Jack jamás se imaginó que lograría encontrar una felicidad aún más grande.

Por el otro lado, se encontraba Johnny. Quien, a pesar de dar a relucir su alta autoestima e implacable ego, sufría en silencio por los constantes rechazos. Aunque fingía que solo buscaba a las mujeres por su apariencia, en realidad anhelaba encontrar el amor verdadero. Por ello se esforzaba continuamente, ya que nunca se sabía dónde podría encontrar el amor. Y tenía muchísima razón, después de sufrir un rechazo tras otro, de pensar que tal vez nadie iba a ser capaz de amarlo; el amor tocó a su puerta de la forma más extraña e inesperada.

Luego de besarse dulcemente por un rato, se levantaron para finalmente dirigirse a su nuevo hogar. Aquel, definitivamente sería el último viaje de Jack, pero también el inicio de un nuevo viaje para ambos, en donde el sol brillaría constantemente y el amor estaría a la orden del día. Todo lo nuevo que tendrían que experimentar y los obstáculos que se les llegarían a presentar, de ese momento en adelante, los enfrentarían juntos; con la seguridad de que jamás volverían a estar en soledad.

 

Fin.


 

Notas finales:

 

Estas son frases que tomé de capítulos de Johnny Bravo textualmente jaja. Pienso que debí haber visto más episodios o tomado más frases, son realmente buenas x’D

Bueno, con esto me despido. No sé si me quedó como yo quería el final, pero la verdad estoy satisfecha, escribí todo lo que tenía para relatar y me di mi caprichito de escribir sobre esta peculiar pero hermosa pareja. Espero que esta no sea la última vez que escriba sobre ellos x3

Les agradezco el apoyo y si me dejaran un comentario para saber qué les pareció, les agradecería muchísimo más.

Este fic terminó de publicarse el 9 de Marzo del 2019.

¡Nos leeremos en otra ocasión!

~Izu~


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