Debido a que la página de Amor Yaoi no admite texos menores a 500 palabras en ocasiones encontrarán una introducción como esta al inicio de algunos drabbles cuyo objetivo es llenar el espacio para alcanzar el mínimo requerido para poder publicar. Muchas gracias por su comprensión y disculpen las molestias.
Espero que la historia esté siendo de su agrado, estaré muy contenta de recibir sus comentarios y observaciones y escribirles de vuelta los comentarios.
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La máscara
La gente en el Santuario prefería mirar una máscara de oro que el verdadero rostro de Kanon, el cual era el mismo que el de Saga y, por lo tanto, traía amargos recuerdos y sentimientos encontrados a la mayoría de la orden de Athena.
¿O quizás no tenía nada que ver con Saga, pero sí con la propia mirada de Kanon lo que incomodaba a los atenienses? La verdad, el Patriarca no deseaba mortificarse descifrándolo, pues había mil asuntos más importantes que requerían su inmediata atención. Por ello, para hacer las cosas más fluidas, Kanon comenzó a portar una máscara dorada permanentemente mientras ejecutaba sus responsabilidades diarias.
Eventualmente, incluso él se sentía más cómodo sin mirar su propio rostro en cada inesperado rincón: en el reflejo del agua, en las superficies metálicas de las armaduras, en los espejos de sus propias habitaciones.
Resultaba mucho más sencillo ser el Patriarca a secas. Sin darse cuenta, llegó el día cuando ni él mismo quiso contemplar su rostro real.
El transcurso de los meses comenzó desarrollarse con mayor soltura conforme la rutina en el Santuario se iba recuperando paulatinamente. Había nuevos aprendices a quienes instruir, caballeros a quienes reinstalar, necesidades básicas que cubrir, negocios que atender y misiones que administrar. Los meses fueron convirtiéndose en años.
El Patriarca estuvo a punto de olvidar su propio rostro.
Una tarde, mientras Kanon inspeccionaba el libro de finanzas del Santuario, un ave entró por los ventanales de la cámara el Patriarca y se posó sigilosamente sobre el perchero donde el líder solía colgar sus collares ceremoniales. El plumífero lo observó con gran atención y cada movimiento sutil del hombre fue captado por los grandes ojos del búho. Kanon nunca lo notó.
Momentos después el ave batió sus alas para llamar la atención del Patriarca y la obtuvo.
El mellizo menor lo miró estupefacto y se puso de pie para acercarse al ave.
Pero el plumífero se escabulló y voló hasta hallar una gran jarra dorada que contenía agua fresca. Con sus garras la tomó y voló hacia Kanon. Con certera intención el búho revoloteó sobre su cabeza e inesperadamente vertió el líquido sobre el Patriarca hasta la última gota.
"¿Pero qué demonios?"
El afectado se vio obligado a quitarse la máscara dorada. El búho, al poder contemplar al fin el rostro descubierto de Su Santidad, batió sus alas contento, se posó con suavidad sobre el hombro del pelilargo y frotó su cabecita emplumada cariñosamente contra la mejilla de su gemelo.
"Kanon"
Habló por primera vez el oráculo y aunque no era la voz original de Saga, el Patriarca se conmovió inmensamente.