Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Am I still into you? (Bubbline) por MissWriterZK

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí va otro capítulo. Gracias por el comentario. Espero que este también les guste, este tiene algo más de UA que el anterior, añadiendo cosas que no se vieron en el episodio y modificando por tanto, otro de ellos.

Capítulo 2: La bruja que nos unió.

No me lo podía creer, jamás hubiera pensado que el idiota de mi exnovio utilizara unos polvos para que lo perdonara y volver conmigo. ¡No después de lo que hizo! Tendría que agradecerle a Finn y Jake lo que habían hecho por mí. ¿Cómo alguien a quien había querido tanto podía haberme traicionado de esa forma? Vender a Hambo, sabiendo todo lo que significaba para mí, a cambio de una estúpida varita mágica con forma de flor.

¿Por qué siempre terminaba saliendo herida después de una relación sentimental? ¿Por qué no podía vivir feliz y seguir adelante? ¿Por qué me empeñaba en escribir forzosamente un nuevo capítulo en mi vida cuando el anterior ni siquiera había terminado todavía?

Estaba yendo de un lado para otro, recorriendo toda mi casa e imaginando cientos de cosas horribles que aquella maga le estaría haciendo a mi pobre Hambo. Cada vez me quedaba más claro que las heridas que más dolían, eran las que esconde la piel. Aquel muñeco de trapo no tenía igual ni era reemplazable, era único para mí. Era lo único a parte de mis recuerdos que conservaba de mi vida con Simon, mentiría si dijera que no deseaba todas las noches que al día siguiente él estuviera ahí para mí y no se hubiera dejado dominar por la magia de la corona. Aunque sé que lo hizo por mi bien y para protegerme.

¿En quién confiar en estos momentos de debilidad? ¿Finn y Jake? No, obvio que no, no tenía la suficiente confianza como para contarles esta parte de mi pasado y tampoco me gustaría pasar una buena temporada recibiendo burlas por mantener un peluche a mi lado. Solo una persona llegaba a mi mente en esas circunstancias, pero, ¿ella querría verme? Hacía tiempo que no nos veíamos y quedaría como algo muy interesado ir a verla solo para pedir su ayuda, pero debía intentarlo. Si en alguna parte de su ser quedaban sentimientos hacia mí, no importa si son amorosos o simplemente amistosos, me ayudaría. O, al menos, quería creer eso.

Y convencida de ello, comencé a volar rumbo al palacio donde residía Bonnie, juzgando por la posición de la luna, el amanecer estaba muy cercano, por lo que cuando llegara, ella estaría despertándose.

Al llegar allí, me golpeó la vergüenza de mi vida, por lo que me mantuve escondida mientras combatían mi orgullo, mi dignidad y mi amor propio contra el amor que sentía hacia Hambo. Y, bueno, ese día estaba lleno de sorpresas. En esa situación algo comprometida, pude ver a Bonnie, se veía tan adorable durmiendo y una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando observé que era cierto que llevaba mi camiseta puesta. Eso me hacía recordar a las mañanas en las que cuando despertaba la encontraba a mi lado, ella era mi pequeña roquera favorita.

Lo que me sacó de mi reflexión interior no fue otra cosa que el sonido del despertador de cuco que estaba sobre ella, me escondí para no ser vista, aunque desde mi posición podía ver todos sus movimientos. No podía evitar ser curiosa si mi ex tenía algo que ver.

Agradecía estar muerta ya, porque el haber visto ese comportamiento tan adorable hubiera podido matarme de amor, digo, diabetes. Verla oler toda mi camiseta sonrojada, abrir su armario en el que conservaba una foto nuestra y ponerse la ropa por encima sin quitarse dicha prenda; eso sería lo mejor que viera en mucho tiempo.

Me alejé de allí, temiendo ser descubierta y bajé un par de plantas en las que se escuchaban voces, parecía que había convocado una reunión.

«Toda reunión puede posponerse, ¿no?» pensé para mí, antes de abrir los enormes ventanales y cogerla entre mis brazos sin siquiera preguntar. No había tiempo para eso.

—¡Marceline! ¡Bájame ahora mismo! No entiendo nada de lo que está pasando. Ordeno una explicación. —gritaba a pleno pulmón sin dejar de patalear. Me estaba comenzando a preocupar su seguridad, si estaba tan inquieta, podría caer en el trayecto.

—Te lo explicaré todo si te estás quieta. No quiero que te caigas a esta altura. ¿Comprendes? —negocié con toda la paciencia del mundo, mirando a sus preciosos ojos violetas.

—De acuerdo… tú ganas. Pero quiero una explicación detallada.

—A sus órdenes, «su majestad». Verás… Ash ha vendido a Hambo a Maja y necesito tu ayuda para recuperarlo.

—Si ella lo ha comprado no tienes ningún derecho de reclamarlo.

—¡Pero no fui yo! ¡Vamos, Bonnie, hazlo por mí! ¡No pido tu simpatía o tu amistad, solo quiero mi peluche!

«Sé todo lo que significa para ti, te recuerda a tus momentos con Simon y te ha acompañado desde que tienes recuerdos…»

—Bonnie, te lo suplico… —decía perdiendo la poca dignidad que me quedaba.

—Te ayudaré… —suspiró viéndose afectada por mis súplicas. «Sabía que los ojitos seguirían teniendo efecto» pensé para mí misma algo divertida.

«Bueno, PB, ¿quebrantar la ley por una ex? ¿Por qué no? Cosas más raras se han visto… Además, no es cualquiera, es Marcy» pensaba para sí, resignándose a la evidencia de que jamás la había olvidado.

No tardamos demasiado en llegar a un arbusto mágico, que supuestamente escondía el lugar donde se encontraba Maja.

Bonnie dijo que la clave para entrar ahí era relajarse y dejarse llevar y, por extraño que pareciera, ella lo consiguió a la primera, mientras que yo era incapaz de dejar de pensar en Hambo, en mi vida, en ella y en el peligro al que la había expuesto al traerla aquí. ¿Qué clase de amiga llevaba a su mejor amiga a un lugar peligroso en el que nunca ha estado?

Por suerte, ella regresó y me ofreció una taza con camomila, solo la tomé sin darle mucha importancia a su procedencia. ¿Acaso la había llevado encima todo ese tiempo?

Tras el arbusto mágico había un extraño y lúgubre bosque espinoso, en el que nos encontramos al familiar de esa maldita maga. Me dejé llevar por mis impulsos y comencé a perseguirlo, olvidándome completamente de que no estaba sola, sino que iba acompañada de una de las personas más importantes de mi vida.

POV PB.

Justo lo que me temía acababa de pasar, el familiar de Maja convertido en Hambo enfadando a Marceline, nublándola con su propia ira y llevándola a la boca del lobo. Nunca aprendería a mantener la mente fría, aunque ese era uno de sus encantos, quiero decir, de sus puntos fuertes.

Avancé por esa inóspita vegetación, sirviéndome de mi tecnología y mi agilidad, hasta llegar a una laguna que reflejaba una enorme torre suspendida en el cielo, invisible si mirabas hacia arriba, porque era tapada por una nube. Parecía una especie de magia que hacía que tus sentidos se confundieran, solo había una forma de comprobar si estaba en lo cierto, sumergirme y ver qué es lo que pasaba.

Tal y como supuse, me llevó a caer al vacío y casi no lo cuento, eso de no poder volar como Marceline era toda una inconveniencia en algunas ocasiones. Conseguí aferrarme al pomo de la puerta y abrirlo, sintiéndome extrañamente segura al pisar tierra firme, juzgando que me encontraba en la guarida del enemigo y que no era la primera vez que estaba en el cielo. Jamás creí que iba a admitir que los brazos de Marceline eran lo más seguro…

«Mierda, céntrate, no es el momento de pensar en ella» me dije a mí misma, comenzando a analizar minuciosamente el lugar en busca de anomalías o alguna pista relevante. Encontrándola y dirigiéndome al sitio que parecía el trastero personal de la maga, observando un recibo que estipulaba la compra del peluche de Marceline al idiota de su novio que nunca me agradó, pero ahora lo hacía menos. No soportaba la idea de que alguien le causara daño a Marcy.

Me sentí como un niño se siente cuando hace algo malo, lo sabe y es pillado por algún mayor. Maja acababa de pillarme husmeando sus cosas, menos trabajo para mí, acababa de mostrarse ante mí y parecía bastante… furiosa, comenzando a dirigir ataques mágicos en mi dirección.

—¡Marceline! ¿Dónde estás? ¡Necesito tu ayuda! —grité mientras esquivaba todos los ataques, recibiendo como respuesta el sonido de muchas cosas quebrarse y el cuerpo de la vampiresa atravesar la pared, siendo empujada por el familiar.

—Dame un momento, es un hueso duro de roer. —me dijo, animándome a seguir viva hasta que regresara, pero sabía que estando a su lado, nada malo me ocurriría. Era una sensación preocupante, pero satisfactoria.

—He venido a por Hambo.

—No puedes, yo lo compré. Además, es el ingrediente ideal para mis pociones. Ha recibido mucho amor por parte de su dueña. Aunque sí que podría intercambiarlo por algo de igual valor.

«¡Eso es, la camiseta que me regaló! No quiero alejarme de ella, pero tampoco me apetece verla sufrir… Hoy por ti, mañana por mí»

—¿Te sirve esto? —pregunté quitando mi ropa y mostrándole dicha prenda.

—¡Es aún más poderosa! ¡Toma este estúpido peluche!

Salí con decisión, portando al problema de todo eso entre mis brazos y enseñándoselo a Marceline, quien terminó el combate con un puñetazo que provocó que ese cuervo extraño atravesara la vivienda y cayera al vacío.

—¡Hambo! ¡¿Cómo lo has conseguido?!

—Bueno, tengo mis recursos. Soy una buena dialogante. —mentí, conformándome con ver la sonrisa que se formó en sus labios al volver a abrazar a su muñeco de trapo. Lo que no me esperaba fue que me abrazara, ese contacto se sentía diferente a cuando me llevaba volando. Tenía un carácter más cálido y protector, lo que provocaba que mi corazón latiera como loco.

POV Marceline.

«No te creo… Sé que has cambiado tu camiseta por mi bien. No te haces una idea de lo que significa para mí este gesto. Te la devolveré» juré en mi mente para dedicarle una cálida sonrisa. ¿Quién hubiera pensado que volvería a sonreír a su lado?

Salimos de ahí a toda velocidad y la llevé de vuelta al castillo, tenía ciertos asuntos pendientes que resolver con esa molesta bruja.

—Bonnie, gracias por todo. Nos veremos pronto. Descansa, te lo mereces.

—No ha sido nada. Eso sí, no vuelvas a perderlo. No te ayudaré. —mentía, estaba claro que mentía, la ayudaría tantas veces como hicieran falta, todo por verla feliz.

«¿Por qué me siento así si he hecho lo correcto? Siento como si no estuviera completa… Marceline, ¿así te sentías tú?» pensaba una vez que había caído la noche y le era imposible dormir. Pensar que tenía tanta dependencia en esa camiseta la hacía sentirse peor incluso que como se sentía.

Daba vueltas sobre el colchón que nunca antes consideró incómodo, acolchaba una almohada, también poco confortable en esa situación, tomó camomila y tampoco funcionó. Ella, una científica que se prohibía a sí misma depender demasiado de algo o alguien había tomado de su propia medicina. Parecía que las noches de insomnio se sucederían, esa camiseta fue la cura para todas ellas, por eso la llevaba siempre a la hora de dormir.

¿La falta de sueño y el cansancio le estaban provocando ilusiones o acaso el ruido que se escuchaba en la ventana era real? No pudo controlar esa curiosidad innata en su cuerpo y se acercó, descubriendo a quien menos esperaba, Marceline llamaba a su ventana con delicadeza.

La vampiresa se veía tan bella e irreal bajo la luz de la luna y las estrellas, era cierto que la luz solar no le hacía justicia, solo la luz nocturna sacaba a relucir su auténtico potencial, su belleza celestial… Y, ¿qué era lo que llevaba en las manos?

Sin dudarlo, abrió la ventana y la dejó pasar, viendo como lo que portaba no era otra cosa más que la camiseta que ella había perdido por una buena causa ese mismo día. Aunque le faltaba una manga, parte que también llevaba por separado.

—¿Me dejas hilo y aguja? Voy a coserla. ¡No puedo creer que la haya destrozado! —hablaba con una voz tranquila que hacía que mis ojos quisieran cerrarse.

—Toma…

—¡Qué raro que no estés discutiendo conmigo por hacer lo que he hecho!

—No tengo fuerzas para discutir…

—¿Te encuentras bien? —cuestioné preocupada, juntando mi frente con la suya y comprobando su temperatura. Pareció entrar en ebullición en el mismo momento que rocé su piel.

—¡Solo estoy cansada! —exclamó alejándose de mí en un sobresalto.

«Adorable…»

—Hey, princesa, no te dejaré dormir si no te pones esta camiseta que tantas molestias me ha causado. —bromeé ofreciéndosela, ella no lo dudó, se la puso y pude ver como su cuerpo se relajaba inmediatamente al sentir la suavidad de su tela—. Buenas noches, Bonnie, descansa. —me despedí llevándola a su cama y besando su mejilla con suavidad.

—Marcy… no te vayas. —suspiró una vez que se había dejado caer en los brazos de Morfeo.

—Me quedaré un poco más, pero solo porque me lo pides tú… —susurré enternecida, tumbándome junto a ella y envolviendo mis brazos en su cálido cuerpo. La extrañaba tanto…

Notas finales:

¿Qué opinan?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).