Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Love Affair por MissWriterZK

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por sus comentarios y sus lecturas. ¡Espero que disfruten este capítulo y que me dejen sus opinione en los comentarios! ¡No se olviden de que mi parte de escritora se alimenta de reviews!

—La letra es preciosa, Marcy…

—No tanto como tú —bromeó sin dejar de mirarla a los ojos, apoyando su codo en la tapa y sujetando su cabeza en su mano y sonriendo totalmente embelesada.

—¿Qué miras de esa forma?

—A ti. Me resultas totalmente hechizante. ¿Te molesta?

—No, solo me resulta curioso que eso provenga de tus labios. Tú eres la que me hechizó. —Cambió la pierna que cruzaba con sensualidad y movió su melena aumentando el poder de su hechizo. Sonrió y con una de sus finas y delicadas manos, recorrió el suave y perfecto rostro de la cantante, quien solo pudo cerrar sus ojos, maravillándose con su toque cálido y cariñoso.

—¿Has pensado en qué vamos a pedir para comer?

—No se me ocurre nada.

—Te gustaba la comida india, ¿verdad?

—Sí, hace bastante tiempo que no como nada de su gastronomía.

—Pues conozco a alguien de confianza que va a hacer una comida que se derretirá en nuestras bocas. —Llevó sus labios a la copa de vino rosado, manchando el cristal del rojo de sus labios y deleitando la mezcla de suaves en su lengua—. Espera aquí, voy a llamar. —Besó su mejilla con ternura y fugacidad, alejándose y saliendo del salón para llamar por teléfono.

Ella se limitó a observar la decoración, rellenar las copas y sentarse en la butaca de terciopelo acolchada muy cómoda, estirando sus dedos y brazos para comenzar a acariciar con delicadeza las teclas de ese piano tan caro como majestuoso. Hacía tiempo que no había tocado el piano, pero ella le devolvía las ganas de tocar, aspiraba a poder tocar alguna vez como ella.

La melodía que estaba tocando y se sabía de memoria no era otra que «River Flows In You» de Yiruma. Era una de sus canciones favoritas, la que Marcy tocaba siempre en el piano para ayudarla a conciliar el sueño. Bonnie había aprendido tanto a tocar el piano como el violín y el harpa, pero, como siempre carecía de tiempo, nunca podía practicar.

La joven pelinegra se aproximó a ella por la espalda y la abrazó por la espalda, posando su mentón en el hueco de su hombro y creando una serie de segundas melodías y acordes sobre la marcha, transformando esa canción romántica y compleja, en otra íntima y propia, su terreno de juego.

—Princesa… Estaba deseando escucharte tocar y no sabía cómo pedirlo. Me encanta tu técnica suave y dedicada, pareces disfrutar mi universo y eso me hace feliz.

—No me puedo comparar contigo, no merezco tus halagos.

—Bueno, piensa que yo me dedico a esto. Necesito ser mucho más que perfecta. Por cierto, ya he pedido la comida. Dentro de poco la tendremos aquí.

—Cariño… sonríe para la foto.

–¡¿Qué foto?!

—La que nos va a hacer un paparazzi.

—Tengo una idea todavía mejor —susurró con travesura antes de tomarla y dejarla sobre la cola del piano, para besarla con fogosidad y ser envuelta y presionada contra ella por sus piernas cruzadas en su cintura. Estaba presa y no le importaba.

—Voy a hacerte gemir —advirtió con una sonrisa segura.

—No lo creo. —Se tensó cuando sintió como ella descendía empleando su lengua hasta su tatuaje de colmillos, besó y succionó esa zona y solo pudo curvar su espalda y cuello, liberando el nombre de Bonnie en un gemido sorpresa.

—¿Decías algo?

—Sabes que eso es algo sucio. Mereces que te castigue. —Con esas palabras la apretó con fuerza contra su cuerpo, encendiendo un fuego difícil de apagar, se aproximó a su oído y lo mordió con descaro, haciendo que se aferrara a su vestido con fuerza. —Creo que ya hemos dado suficiente espectáculo, prefiero dejar el resto en la intimidad.

Ambas se separaron sonrojadas y mirando por la ventana en la dirección en la que se escondía el cámara. La verdad era que la situación era muy diferente que hacía unos meses, esta vez sí que tenían una relación y era divertido crear muchos rumores.

—Jamás entenderé a la prensa rosa. Menos mal que tú no trabajas para eso, aunque me acostumbraría a ella si fueras tú quien me fotografiara.

—¿Tan enamorada estás de mí que no puedes dejar de tenerme en tu boca? —picó con travesura, esperando una respuesta digna.

—Cariño, esto solo acaba de empezar. Ya te dije que eras mi vida entera, aunque suene demasiado cursi. Jamás me aburriría si la primera y última cosa que veo eres tú y tu sonrisa —contestó tomando su mano con delicadeza y siendo interrumpida por el sonido del timbre—. Ups, parece que la comida ya está aquí.

Una vez que la mesa estaba puesta y que la comida estaba servida en la vajilla, se sentaron a disfrutarla con sosiego, maravillándose de cada uno de los contrastes que creaban las diferentes especias de sabores contradictorios en mezcla con la carne en su punto perfecto.

Marceline volvía a sonreír por las expresiones de felicidad que hacía Bonnie y no pudo evitar tomarle una foto y mandarla a la amiga que se encargó de preparar todo aquello. Seguro que le encantaría.

—¡Marcy! ¡No tomes fotos mientras como!

—No seas aburrida, la envié a la chef. Te lo agradecerá con comida tan deliciosa como esta siempre que quieras.

—… Bueno, entonces no es nada malo.

—Glotona.

—Corrijo, amante de la buena comida. —habló después de haber tragado un poco de arroz con curri y carne en salsa.

—Lo que la princesa diga. Bueno, ¿estás disfrutando de esto? No me basta con verlo en tu rostro, quiero que salga por tus labios.

—Todo es sumamente maravilloso y delicioso, te lo agradezco. Además, estoy sacando material de oro para el reportaje. Vas a hacerte más famosa y deseada de lo que eres.

—Corrijo, nos vamos a volver más famosas y deseadas de lo que somos. Bonnie, estoy segura de que, con tus capacidades, incluso una persona tan compleja y difícil como yo, será interesante de leer.

Continuaron charlando un largo rato mientras iban acabando poco a poco todos y cada uno de los platos preparados. Amaban tener momentos de esos en los que no tenían que preocuparse por nada más que ellas, durante esas conversaciones se perdían en los ojos de la otra y el tiempo parecía detenerse en aquellos instantes, permitiéndoles profundizar en los temas tanto como quisieran.

Cuando habían lavado los platos entre ambas y se encontraban sentadas en uno de los sillones del enorme salón, disfrutando de un delicioso té pakistaní, Bonnie suspiró y pensó varias veces lo que iba a decir. No quería hacer que la famosa se sintiera incómoda y tampoco avanzar demasiado rápido, de eso pecaron en el pasado y no les trajo otra cosa más que dolor y decepción.

—Marcy, mi hermano ha pensado en celebrar una fiesta de máscaras para promocionar el turismo en el reino y para acercar la monarquía al pueblo. ¿Serías mi acompañante? No tienes porqué hacerlo, puede que esté siendo egoísta —habló con una voz seria y una mirada dulce y dudosa, siendo incapaz de mirarla al rostro, pudiendo ver tan solo como ella posaba su mano sobre la de ella para reconfortarla y darle fuerza.

—¿Bromeas? Si eso es ser egoísta, sé todo lo egoísta que quieras conmigo. Estaría más que encantada de acompañarte a esa fiesta, después de todo soy tu novia, ¿no?

—Es importante que des tu opinión, no pienso tomar decisiones respaldadas solo en mí misma.

—Me enternece ver cómo te esfuerzas en no cometer los mismos errores que en antaño. Hey, veo que estás bostezando demasiado, ¿por qué no duermes tal y como solías hacer? —Llevó una de sus manos gélidas a acariciar con ternura el rostro inmaculado de la reina y la colocó con delicadeza y suavidad en su posición favorita. La pelirrosa descansaba su cabeza sobre el regazo de la morena y ella acariciaba su cabello largo para favorecer su descanso.

—¿No tienes sueño? —preguntó curiosa, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dormirse en aquella situación de paz interior.

—Prefiero contemplarte mientras duerme. Descansa un poco, se te nota en la mirada que estás cansada.

—De acuerdo…

No pasó demasiado tiempo hasta que se durmió, pudiendo escucharse su respiración acompasada y viéndose su rostro angelical totalmente relajado y en paz. Marceline solo pudo sonreír enternecida sin dejar de acariciar su largo cabello rosa.

«Así que tendré que asistir nuevamente a palacio. Necesito esforzarme y demostrar a todo el mundo que mis sentimientos son verdaderos y que haré lo que sea para no dejar tu lado. No pienso separarme de ti.» Pensó para sí misma, perdiéndose entre sus últimos recuerdos que mezclaban la dulzura y la pasión.

FLASHBACK (POV MARCELINE)

Abrí los ojos y desperté en una habitación conocida, de paredes rosas y muebles en colores crema y pastel. La decoración era exquisita y profusa, no tenía nada que ver con su casa minimalista y rebelde, estaba en un castillo. Soltando un pequeño gruñido de satisfacción y pereza, volteé para encontrarla junto a mí hecha una crisálida con sus sábanas de la más fina seda con bordados en oro. Solo su cabeza y cuello permanecían al descubierto y no pude evitar besar el hueco de su clavícula con ternura. Me volvía loca y sentimental, ¿quién lo hubiera pensado?

Las cortinas estaban retiradas y el sol de la tarde inundaba la habitación. Me levanté sosegadamente para no despertarla, me até mi albornoz negro y rojo sin llevar nada debajo y salí al enorme balcón del ventanal, contemplando la majestuosidad de la puesta de sol y del paisaje del reino que mezclaba la tecnología con lo tradicional en una forma perfecta. Estaba rodeado de bosques verdes, protegidos y frondosos que proporcionaban alimento y madera a los ciudadanos, al igual que se conectaba con el resto del mundo por carreteras.

Las industrias estaban en la periferia, el trazado urbanístico cambiaba dependiendo de la zona, perteneciendo al ensanche burgués, la zona proletaria o al trazado preindustrial, algo caótico, irregular y de trama abierta.

Me crispé con sorpresa al notar como Bonnie presionaba su cuerpo desnudo contra el mío y nos envolvía en la suavidad y calidez de la manta. Posó su mentón en mi hombro y me besó la mejilla con suavidad.

—Es precioso, ¿verdad? —me dijo perdiendo su mirada al intentar encontrar el punto exacto donde el mar se unía con el cielo en la distancia.

—Casi tanto como tú, princesa. Si hay algo por lo que es conocido este reino no es por su industria alimenticia y de dulces, sino por su soberana bella, joven, inteligente y nada manipulable.

—Creo que deberíamos vestirnos, ya casi es la hora de la cena. Te quedas, ¿verdad?

—Claro, no pienso dejarte sola con esos buitres carroñeros que intentan lavarte el cerebro. Mi padre no me lo perdonaría.

—¿Qué haría sin ti?

—Te aburrirías y buscarías al amor de tu vida.

Ambas reímos y comenzamos a vestirnos siguiendo el estúpido protocolo real hasta para cenar. Jamás entendería por qué tenía que cenar rodeada de la Corte, en ese castillo, la intimidad era algo tan deseado que rivalizaba con la Atlántida.

—¿Estás nerviosa? —me preguntó y solo asentí, haciendo que ella tomara mi mano y no la soltara hasta que llegamos al enorme refectorio en el      que nos esperaban todos los consejeros y nos mataban con la mirada.

—Buenas noches, tan impecables como siempre —saludé con educación y una falsa sonrisa. Ese no era mi lugar y esa hostilidad en el ambiente no facilitaba nada.

«Bonnie, ¿cómo puedes vivir inmersa en esta situación? ¿No extrañas la libertad?» Pensé para mí, mirándola a los ojos y ella entendió mis pensamientos, susurrándome al oído: «No puedo extrañar algo que no he tenido.»

Nos sentamos y esperamos pacientemente a que el banquete fuera llegando por partes. La comida era abundante, deliciosa y preparada con el asesoramiento de un nutricionista, ayudaba a mantener la línea, tener energía y no ganar peso. La imagen era algo muy importante en ese mundo, bueno, y pensando fríamente, en todas las partes del mundo.

—Princesa, ¿cuándo va a dejar de mentirse y comprometerse con alguno de nuestros hijos? Sabe que son los únicos que son capaces de hacerla feliz y afianzar su trono —interrumpió uno de los cabezas de una casa nobiliaria muy próxima a la corona.

—Lo siento, pero no voy a casarme con ninguno de ellos. La única dueña de mi corazón es ella. —Una sonrisa orgullosa se dibujó en mis labios al escuchar eso. Esa era mi princesa indomable.

—¡Princesa! ¡Sabe que su relación no está permitida! ¡Su posición podría verse perjudicada! William, di algo.

—Respeto y amo a mi hermana con todo mi corazón. Además, si no gobierna ella, ¿quién lo hará? Yo no he sido educado con tanto rigor.

—¿Por qué os empeñáis en decidir su vida? No sois nadie para ello. Ni yo ni mi familia vamos a permitir que hagáis con ellos lo que queráis. —Elevé mi voz para que se escuchara fuerte y claro en aquel revuelo—. Mi amor por ella jamás desaparecerá, solo se transformará y volverá más fuerte. ¿Acaso sabéis lo que es eso? Claro que no, vuestros matrimonios son falsos y basados en la conveniencia. ¿Vais a seguir con este juego en pleno S. XXI?

Me levanté de la mesa y salí de ahí con un paso tranquilo, no quería mostrar mi enfado por nada del mundo. Ella vaciló con seguirme, pero una mirada severa de su consejero la mantuvo en su asiento.

Desconocía de todo lo que habían estado hablando durante aquella cena que compartimos, nuestra última cena. Cuando regresó a la habitación, fue para decirme que lo nuestro debía acabar, que no podía seguir así, que era por nuestro bien. Pero yo nunca quise que decidieran ni por mí ni por ella, lo que le grité no fue por lo que dijo, sino porque estaba renunciando a una parte de sí misma. Sus ojos delataban la mentira oculta entre tantas lágrimas que derramaban.

—Muy bien. Me iré, pero ¡no te atrevas a aparecer de nuevo en mi vida! —Esas fueron mis últimas palabras, tras las que cogí lo poco que tenía al alcance de mis manos y me marché de ahí sin mirar atrás. No pensaba luchar sola en un amor prohibido. No merecía eso.

FIN FLASHBACK.

Con tantos recuerdos, las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos y a deslizarse por su rostro perfectamente esculpido, escapándose de sus manos y cayendo sobre el rostro adormecido de la princesa, quien abrió sus ojos con sorpresa al sentir el goteo constante y los sollozos que intentaba ahogar en su garganta.

—Cariño, ¿qué sucede? —Esas palabras dulces, la mirada que le dedicó y la suavidad y delicadeza con la que secó sus lágrimas, hicieron que se abrazara a ella con fuerza, creyendo que la perdería de nuevo.

—Lo siento. No quería despertarte… solo estaba recordando el último día en que estuvimos juntas.

La princesa abrió sus ojos con sorpresa, mordió su labio interno con frustración y apretó sus puños para corresponder ese abrazo desesperado. Nunca le dijo la verdad de todo aquello porque creía que, si se despedía de ella de esa forma, la olvidaría, jamás pensaría en ella y podría seguir adelante con mayor facilidad. Pero la verdad era todo lo contrario.

FLASHBACK (POV BONNIE)

Después de que mi amada novia saliera de aquella sala, me sentí obligada a seguirla y confortarla, pero la mirada de mi consejero me heló la sangre. No pude moverme, eso jamás sería perdonado por los nobles. Mi hermano me miró con una mirada arrepentida y una sonrisa complicada y triste, la verdad era que tanto él como yo, manteníamos una relación sentimental con los Abadeer. Con la diferencia de que la homosexualidad masculina estaba peor vista y que pensó que mantenerlo en secreto traería una mayor estabilidad. Él era mi cómplice en todo este amor prohibido.

Tras haber acabado con todos los platos, ignorando el nudo de mi estómago, me marché de ahí, deteniéndome en seco en el mismo umbral de la puerta. Los nobles estaban hablando sobre ella.

—No me agrada nada esta joven. ¿Acaso no sabe que nuestro poder e influencia es tal que podríamos hundir su carrera y a su familia?

—Ya le hemos dado un ultimátum. Si no lo cumple, será hora de actuar. Me parece algo demasiado tentador, hace tiempo que no le hundimos la vida a nadie.

Esas palabras tuvieron el mismo efecto que un jarro de agua fría derramándose sobre mí. Antes de ir a mi habitación, recurrí a mi hermano para confesarle todo eso y pedirle consejo. Él palideció y ambos comenzamos a llorar. Nunca nos gustó nuestra posición privilegiada, pero en esos momentos, hubiéramos matado por ser alguien normal que puede salir con quien desee sin crear un escándalo público ni una insurrección militar.

—Necesitamos acabar con esto, hermana. Si realmente amas a Marceline, termina con esto, déjala ir y asegúrale un futuro próspero y estable. Un futuro que jamás tendrá a tu lado… —susurró con una voz entrecortada, entre sollozo y grito ahogado.

—¿Harás lo mismo con Marshall Lee?

—Sabes que será lo mejor. No quiero que sospechen nada, llevan un tiempo bastante extrañados con ciertas cosas. Hermana, ¿por qué tenemos tan mala suerte?

—No tenemos mala suerte, somos las personas más afortunadas por tener a alguien tan especial que te ama por lo que eres, no por tu posición ni dinero. Si te sientes deprimido, piensa que, al menos alguno de nosotros cuatro, será feliz; mientras que, si permaneciéramos juntos, solo traeríamos problemas e infelicidad.

—Suerte… Ven a mi habitación después y lloremos juntos. No quiero estar solo ni que tú lo estés. Nos tenemos el uno al otro y eso jamás cambiará.

—¿Quién diría que días antes de mi vigésimo cumpleaños tendría que renunciar a lo mejor que me ha pasado en la vida?

—Piensa en los dos años tan maravillosos que te ha hecho experimentar. Yo pensaré en este último año de amor intenso, oculto y apasionado.

Jamás olvidaría la mirada destrozada y amenazante que me dedicó antes de marcharse ni el sentimiento de impotencia que me causaba el no poder correr tras ella y huir hasta donde quisiéramos. Me hubiera gustado tanto haberla abrazado y haberla mantenido junto a mí.

La vi marcharse por la ventana, acompañada de mi felicidad, mi corazón y mis ganas de vivir. Esa imagen terminó de destrozar mi débil corazón, cayendo sobre mis rodillas, llevándome ambas manos a la cabeza para tirar de mi cabello con rabia y gritar y llorar hasta quedar afónica.

Podía ver muchas de sus cosas por la habitación, me aferré a su camiseta favorita que me regaló y al cabello teñido. Juré olvidar mi rubio natural para tenerla siempre presente en mí. Gumball irrumpió en la penumbra de la habitación con un aspecto aún peor que el mío, se aferró a mí entrando en las sábanas de seda que aún tenían impregnado su perfume y permaneció junto a mí toda la noche, compartiendo no solo las lágrimas, sino también los sentimientos y el dolor inhumano de aquella decisión. ¿Por qué dolía tanto si habíamos hecho bien?

FIN FLASHBACK.

—Te mentí, Marcy, te mentí. Yo nunca quise dejarte ir. No quería que te arruinaran la vida y por eso tuve que dejarte. ¡Amenazaron con hacerte pagar a ti y a tu familia! —confesó el mayor secreto de su vida, aferrándose a su espalda con tanta fuerza como el primer día en que se conocieron— Te dejé marchar con mi corazón y mi felicidad para asegurarme de que al menos una de nosotras fuera feliz. ¡Me mentí a mí misma y me olvidé de tus sentimientos! ¡Fui egoísta al decidir sola y al regresar a tu vida como si nada hubiera pasado!

Marceline prefirió confortarla con su silencio y un beso dulce que se tornó amargo con la mezcla de sus lágrimas. Claro que sabía que decidió por ella misma, solo había que mirar su cabello para ver que no quería dejar el pasado. Se encargaría de que su padre utilizara su influencia para hacer que esos nobles desaparecieran del reino.

—Tranquila, todo pasó y estamos juntas. Eso es lo que importa. Tengo algo que confesarte… las rosas blancas que te encuentras todos los días en tu trabajo son enviadas por mí. Mi padre sabía que trabajabas ahí y yo dejé encargada una para todos los días hasta haberme olvidado de qué había hecho.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).