Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Love Affair por MissWriterZK

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Esa oración la pilló desprevenida, se arrepentía de haberla abandonado. Aunque tal y como había dicho ella, ya la había hecho sufrir lo suficiente hace dos días. Esperaría a que se sintiera preparada para contárselo todo, después de casi cuatro años, no le importaba esperar, había madurado y dejado de ser tan impaciente.

Quizá uno de sus errores fue tomar muchas decisiones de forma precipitada, creyendo que le agradarían, pero sin haberle preguntado su opinión. Ahora mismo, se daba cuenta de que, después de haber vivido al idiota de Ash durante más de un año, la pareja era cosa de dos personas. No solo una podía tomar las decisiones.

Decidió permanecer en silencio y no echarle más sal a la herida, esa situación ya era lo suficientemente complicada como para aumentar su complejidad incluyendo el tema sentimental. Dicho problema debía tratarse por separado y con tranquilidad.

Se centró en el paisaje que pasaba velozmente por la ventana. El bullicio de la ciudad nunca cesaba, a veces le gustaría poder relajarse y disfrutar de un tiempo en soledad.

Después del trayecto en coche, se tuvieron que bajar a un par de manzanas de distancia de su apartamento para no dejar pistas y no llamar demasiado la atención. Iban caminando por los callejones y vigilando todos los lados y vías de acceso, no podían verlas en ese momento. Al menos, lo bueno de esas horas es que, era temprano y no muchas personas habían salido a la calle, eso era lo poco que podía consolarlas en esa situación.

«Demonios, Bonnie, ¡¿por qué tuviste que hacer eso?! Ni siquiera sé cómo me siento por ti, ¡mi vida ya era demasiado complicada sin ti!» pensó para sí, dando un pesado suspiro como si haciendo eso todo volviera a la normalidad. No tenía un buen presentimiento sobre eso, conociéndose a ellas y a sus formas peculiares de actuar, iban a atacarse sin parar todo el tiempo que estuvieran juntas hasta soltar todo lo que habían retenido todo ese tiempo en el que habían estado separadas.

—Ya hemos llegado a «mi humilde morada». —informó al llegar a un rascacielos construido solo con cristal, acero y hormigón armado, una muestra sublime de lo minimalista de la arquitectura contemporánea y lo bella que podía volverse al reflejar los rayos del sol, momentos como el actual en los que el sol todavía brillaba con sutileza.

—¿Cuál es el tuyo? —preguntó mirando hacia arriba hasta que le dolía el cuello e intentaba contar todos los pisos de esa construcción.

—Las tres últimas plantas.

—¡¿QUÉ?! ¡¿Se puede saber cuánto te pagan en tu editorial?! —no solo eran tres, sino que también eran las más amplias.

—Lo compré a plazos con una parte de mi sueldo de científica. En la planta inferior está una de las plantas de mi empresa farmacéutica. Tuve que recalcular mis presupuestos y redistribuir gastos para no tener que coger dinero de mi sueldo como soberana, no quería inmiscuir al pueblo en algo tan arriesgado como eso.

—¿Qué opinan tus ciudadanos?

—Saben que lo compré, al igual de que también creé una cantidad ingente de puestos de trabajo para todo el que lo necesitara y tuviera las titulaciones necesarias. Todo es beneficioso.

—Me sorprende que puedas llevar tantos trabajos al mismo tiempo. Por curiosidad, ¿cuánto tienes que declarar al Estado?

—Soy una ciudadana leal en todos los lugares, mi condición de princesa no me exime del cumplimiento de la ley. Siempre se quedan con la mayor parte, pero me da igual, no lo hago por el dinero, sino por ayudar a mejorar este mundo y porque me encanta experimentar.

—Supongo que el hecho de que seas la investigadora principal hace que tengas esas enormes ojeras bajo tus ojos. ¿Has estado durmiendo bien últimamente?

—Creo que me he convertido en un ser más nocturno que tú. —bromeó preocupándola, puede que ella no durmiera por las noches, pero lo hacía durante el día.

—Yo duermo por el día. Tú no puedes hacer eso. Comienzo a preocuparme por tu salud, debería rechazar esta oferta para dejarte dormir algo más…

—¡No puedes hacer eso! Es la oportunidad perfecta para crecer como periodista, amo tanto el periodismo como la ciencia, no me hagas elegir entre alguna. Eso es cruel. —suplicó haciendo su ataque de máximo nivel, los ojitos.

—De acuerdo… No puedo hacer eso, sería privarte de libertad y nunca lo he hecho ni lo haré. —tranquilizó llevándose una de mis manos al hombro que acababa de golpear con bastante fuerza—. Auch, ¡no tenías por qué golpearme!

La ignoró y siguió adelante, de nuevo la cantante volvía a actuar como su sombra.

Ese edificio era inmenso y con un gusto decorativo exquisito, elegante y muy lujoso, era un reflejo casi exacto de la princesa.

—¿Cuál será mi habitación? —preguntó la joven pelinegra.

—Sígueme y no quiero escuchar ni una queja sobre nada. —advirtió la anfitriona.

—¡Oh, vamos! Soy una roquera rebelde, pero sé comportarme.

—Marceline, ¿soy yo o huele demasiado a sangre para ser solo la herida de tu labio?

—También me sangran los puños y bastante.

—¡¿Y no me has dicho nada hasta ahora?! —gritó furiosa, tomándola por la muñeca y llevándola al baño de la planta inferior.

La herida se sentó en una silla mientras que Bonnie buscaba el botiquín para curarla. Desde esa posición podía ver la grandiosidad de la ciudad, esas vistas eran sublimes, podían ser confundidas con cualquier fotografía, de no ser por el movimiento. Esa altura la hacía sentirse poderosa, como un gigante sobre el resto de personas. Eso la llevó a preguntarse que si la pelirrosa se sentiría así debido a su posición como soberana.

Dicha muchacha no tardó demasiado en acercarse a ella con un algodón empapado en yodo. Lo primero que hizo fue limpiar la herida con suero, para más tarde pasar con una delicadeza absoluta el algodón cubierto de yodo por su labio.

Marceline se crispó al sentir ese líquido medicinal penetrando en su herida labial, soltó un quejido y se apretó los puños. No podía mostrarse vulnerable ante ella.

—Ese idiota… ¿Te duele mucho?

—Ya me había olvidado de que tenía una herida. No te preocupes por el dolor, no quiero que se infecte. Con un poco de suerte, me queda una cicatriz guay para darme un aspecto más roquero aún.

—Déjame ver tus manos. —habló como pidiendo permiso, pero tomándolas antes de que la tratada pudiera decir algo—. Lo que me temía, además de haber acabado con la piel de los nudillos, has estado a punto de fracturarlos. Por suerte no has llegado a ese extremo, sabes golpear sin sufrir daño, pero deberás llevarlos vendados por un tiempo y aplicarte hielo para reducir la hinchazón.

Solo asintió como respuesta, ella sabía que sus heridas no eran para menos, después de haber desfigurado al idiota de Ash. Esta vez se estremeció cuando sintió el agua cálida con la que se ayudaba la periodista para limpiar la sangre seca con mucho cuidado. Su toque cálido y suave, y su mirada preocupada no habían cambiado nada en todos esos años.

Una vez que sus nudillos eran visibles después de haber limpiado toda la sangre gracias al agua y al suero fisiológico, aplicó una compresa fría de gel sobre esa parte de la mano por varios minutos hasta que casi desapareció la hinchazón; para más tarde aplicarle una crema especial con función calmante, reductora y regeneradora, finalizando vendando sus manos y dedos con profesionalidad y suavidad.

—Gracias…

—No es nada, tú hubieras hecho lo mismo. Ahora, vamos a tu habitación.

La siguió escaleras arriba, sin poder evitar devorarla con la mirada y morderse el labio con frustración y deseo reprimido, temblando por el dolor al haber tocado la brecha. El espectáculo al que asistía no se veía todos los días, no siempre podía disfrutar del contorneo de las caderas y curvas de su ex acompañadas de su olor avainillado.

Ese beso lo volvió todo incómodo al traer a superficie toda clase de sentimientos contradictorios. ¿Qué era lo que sentía por ella? ¿Amor? ¿Odio? ¿Las dos?

Entraron a una habitación lujosa y con clase, pero minimalista. Además, observando bien una de las partes de la habitación, ahí se encontraban todas las cosas que se había olvidado en el palacio.

—¡No me mires así! No pensaba tirar todo eso. No estaba en una posición para ello, seguías siendo su dueña. —protestó avergonzada.

—Tu moral no ha cambiado nada y tu pensamiento tampoco, sigue siendo tan extraño como siempre.

—¿A qué te refieres?

—Acabas de alimentar a la prensa, todo lo contrario que necesitábamos. Pon la tele, seguro que somos la noticia de última hora.

Dicho y hecho, justo encender la televisión para comprobarlo y ya podían verse en pantalla. Ambas se sonrojaron enormemente al ver la pasión de aquel beso robado y descarado, no imaginaron haber despertado tanto morbo, pero si ellas se encontraban así frente a esa imagen, no querían ni imaginarse cómo deberían de estar los demás espectadores. Todas las cadenas estaban hablando de eso y mostraban imágenes de toda la ciudad con enviados especiales para encontrarnos.

—¿Por qué tuviste que hacer eso? —cuestionó algo enfurecida.

—Lo hice para salvarte. ¡Sabes mejor que nadie que no sé improvisar!

—¡Podrías haber hecho otra cosa, señora «soy perfecta y nunca me equivoco»! Ahora no podrás echarme nada en cara. —gritó perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

—Soy humana, me equivoqué y no soy perfecta. ¡Nunca dije que tú tuvieras que serlo!

—¿Acaso te has olvidado de todas las veces en las que me decías cómo actuar, vestir o caminar?

—¡Solo quería que te aceptara la nobleza!

—¡Yo no quería que me aceptaran ellos! Solo hubiera bastado contigo. Yo te amaba a ti, no a ellos, e intenté cambiar para hacerte feliz, pero veo que me equivoqué-

Ella se marchó con lágrimas en sus ojos a su habitación, cerrando la puerta tras ella; dejando a la princesa en el salón, estupefacta y sin ganas de nada. Apagó la tele, dejó el mando con delicadeza sobre la mesa de café de cristal y se dejó caer en el sillón, al mismo tiempo que se llevaba ambas manos a la cabeza y comenzaba a reflexionar sobre todo lo que Marceline había gritado.

Desde su punto de vista, ella le estaba haciendo un favor, pero cambiando su posición con la de ella, solo cortó sus alas e intentó transformarla a los cánones que quería ver la sociedad.

«Fui egoísta, mala persona e idiota al intentar cambiar justo lo que me enamoró de ti, tu forma de ser. Ahora me doy cuenta de todo el mal que te he hecho y no entiendo como pudiste aguantar todo eso y seguiste a mi lado…» pensaba para sí misma mientras sus lágrimas caían en cascada desde sus ojos y se deslizaban por su rostro para precipitarse contra el suave suelo de madera ecológica.

Intentó subir e ir a su habitación para hablar con ella, pero se detuvo al escuchar música proveniente del bajo y la voz rota que provenía no de su garganta, sino de su corazón y alma.

Sorry I don't treat you like a goddess

Is that what you want me to do?

Sorry I don't treat you like you're perfect

Like all your little loyal subjects do

Sorry I'm not made of sugar

Am I not sweet enough for you?

Is that why you always avoid me?

That must be such an inconvenience to you

Well... I'm just your problem

I'm just your problem

It's like I'm not even a person, am I?

I'm just your problem

Well, I shouldn't have to justify what I do

I shouldn't have to prove anything to you

I'm sorry that I exist,

I forget what landed me on your blacklist

But I shouldn't have to be the one that makes up with you

So ... why do I want to?

Ahora comprendía un poco más a Marceline, se liberaba a través de la música. Debía dolerle demasiado en su orgullo que sus discos más famosos pertenecieran a los periodos de su relación y de su ruptura: su álbum sobre el amor sin complejos ni ataduras y su álbum sobre lo cruel que era la vida y la forma en la que te destrozaba el amor.

Todo su aplomo por aclarar las cosas se desvaneció y solo pudo sentarse apoyando su espalda contra la puerta, flexionando sus rodillas, abrazándolas con los brazos y posando su cabeza sobre ellas para llorar amargamente acompañada de las melodías melancólicas y desgarradoras de su ex.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).