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Love Affair por MissWriterZK

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Notas del capitulo:

Este capítulo inaugura otro arco argumental, centrado en el pasado de ambas protagonistas y la forma en la que se desarrolló su relación, cómo y por qué terminó todo así. Espero que lo disfruten.

Capítulo 7: El comienzo de todo.

Bonnie no se movió de la sala de espera durante algo más de una hora, una hora eterna para su gusto. Cuando el médico salió, fue a preguntar sin dudarlo. La cantante la tenía muy preocupada, tanto que podía sentir náuseas.

—Doctor, ¿cómo se encuentra? —la preocupación en su voz era evidente.

—Ha tenido suerte, es una bebedora resistente. Hemos eliminado todo el alcohol que se encontraba en su estómago, aunque como no requiere digestión, la mayoría se encuentra en su torrente sanguíneo. Despertará en un día, aproximadamente, la dejaremos en observación, ya que puede presentar fiebre y síntomas de hipotermia. Es posible que cuando lo haga, tenga resaca y molestia en la garganta, debe tomar calmantes durante varios días. Y, a propósito, ¿sabe el motivo de esta intoxicación superior al 0. 10?

—Quería suicidarse, pero no pudo. No diré nada más. Me gustaría verla, ¿puedo?

—Pasa, están sacándole sangre para analizarla.

—Muchas gracias. —agradeció con educación.

Se mantuvo junto al umbral de la puerta mientras la enfermera terminaba su trabajo; para más tarde sentarse a su lado y tomar su mano antes de acariciar su rostro con delicadeza y una auténtica devoción, pero con fugacidad. ¿Quién le hubiera dicho que terminarían así?

FLASHBACK (BONNIBEL BUBBLEGUM)

El día más feliz para los reyes de un reino con el sobrenombre de «Reino de Dulce», debido a la gran cantidad de exportación de azúcar y dulces, fue cuando su hermosa hija nació. Una niña sana y preciosa, de cabello rubio natural y unos enigmáticos ojos violetas, acompañados con una piel rosada.

La princesa fue educada en la más alta cuna de la sociedad. Recibió educación musical, científica, humanística y artística, puesto que querían que la próxima soberana fuera lo más cercano a la perfección. Todo ello le privó el lujo de disfrutar de su infancia, hacer amigos, jugar y pelearse, ella siempre fue madura debido a ello. Ese propósito resultó mucho más sencillo gracias a su intelecto superdotado mayor de doscientos.

Esa educación derivo en una personalidad tímida, retraída, perfeccionista y muy autoexigente consigo misma, que le impidió crear lazos duraderos y verdaderos con los hijos e hijas de los nobles de su alrededor. Sus descendientes solo la veían como alguien de quien beneficiarse y alguien a quien utilizar para su propio bien. Bonnie siempre intentó llevarse bien con ellos, haciendo todo lo que pedían, pero siempre terminaba siendo dejada al margen y al haber sido educada con rigurosidad, no podía decir nada ni imponerse. Debía mostrar siempre una sonrisa, no importaba si era una sonrisa real o si era falsa.

No solo era eso, sino que sus «amigos y amigas» siempre estuvieron envidiosos de su belleza, figura, intelecto sin igual y su posición, que desde fuera se veía, privilegiada. El ser utilizada como un simple trapo y luego ser dejada de lado, tanta crueldad hacia ella en su más tierna infancia, la llevó a cerrarse al exterior y a adoptar una personalidad fría en apariencia para evitar salir lastimada.

Lo que terminó de influir en la madurez tan temprana de la princesa educada para gobernar y para nada más, fue la, también temprana, muerte de sus padres en un accidente de tráfico, que realmente ocultaba un golpe de Estado, que fue exitosamente detenido, pero a costa de la vida de los dos soberanos, los dos mejores reyes que había visto ese reino en mucho tiempo.

La princesa no derramó una lágrima, después de todo, nunca se le enseñó a cuando mostrar su debilidad interna, alguien importante debía tener una imagen imperturbable. Durante el funeral de sus progenitores, permaneció en silencio, atenta a cualquier movimiento y con una serenidad espeluznante. Eso era lo que le habían aconsejado sus consejeros, mostrar una imagen de estabilidad en un momento de inestabilidad sin igual, eso traería calma al pueblo y prevendría de futuras revueltas populares.

Se mantuvo como el apoyo de su hermano pequeño, el pequeño príncipe William (apodado cariñosamente «Gumball»), de solo nueve años. Un niño rubio, de ojos violetas como su hermana y piel rosada. También educado para gobernar, pero con una menor dureza, eran inseparables.

Ella no sabía cómo iba a terminar todo eso, solo conocía que lo más peligroso en esa situación era el descontento popular y una crisis e inestabilidad política derivada de la muerte de los pilares del sistema. Bonnibel estaba siendo puesta bajo una presión inimaginable que no pudo con ella delante del mundo, pero sí en la soledad, quietud y oscuridad de su habitación.

Envuelta en las sábanas de la más fina seda era donde más segura se sentía, ahí no habría nadie que la reprimiera, nadie que le dijera lo que hacer. Sonaba duro, pero esa era su vida y su verdad. Se derrumbó, aquella niña de doce años lloró hasta perder la noción del tiempo, lloró hasta que sus ojos quemaban, hasta empapar las sábanas y hasta provocarse un terrible dolor de cabeza que la llevó a dormir.

Tuvo que ascender al trono a esa corta edad, teniendo como regente a su tío, el Conde de la Tierra del Limón, quien murió intentando dar otro golpe de Estado e intentando asesinar a su sobrina.

Por decisión de las Cortes, fue nombrada como mayor de edad y apta para gobernar a los catorce años, no podían permitirse más inestabilidad ni otra regencia que diera una imagen de fragilidad. Ahí fue cuando sus amigos, quienes jamás tuvieron una palabra amable con ella o estuvieron a su lado en los momentos más duros de su corta vida, fueron propuestos como posibles pretendientes, rechazando a todos y cada uno de ellos conforme iban presentando su candidatura. Nunca se sintió atraída por los hombres.

Su vida cambió y se volvió totalmente monótona, no solo no había disfrutado de su infancia, sino que también había sido privada de su adolescencia. Toda su vida había sido decidida sin tenerla en cuenta, nunca pudo oponerse a nada, hasta que cierta persona apareció en su vida para alterarla, volverla divertida y convertirla en la persona que era en esos momentos.

FLASHBACK (MARCELINE ABADEER)

La vida de Marceline fue complicada, incluso antes de su nacimiento. Su madre era una mujer de condición tan humilde que debía prostituirse para pagar una deuda que mantenía con una mafia. Su nombre era Jane y tenía un origen hispano, su cabello largo, castaño oscuro y sedoso fue cortado, hasta no llegar ni a sus hombros, por orden de los mafiosos; era portadora de unos profundos ojos grises que rozaban el negro, una figura bien proporcionada, rasgos marcados y sexys y una tez bronceada.

Su padre, Hunson Abadeer, un joven y ferviente abogado defensor de los Derechos Humanos y capo de una mafia familiar, importante e incipiente. Fue quien la rescató después de haber acabado con todos los miembros de esa mafia. Él consideraba que tenía más clase, jamás traficaría o explotaría a seres humanos, solo se encargaría de distribuir cosas de gran valor para pasarlas por aduanas sin ser descubiertas o traficar con droga de diseño.

—¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó con un tono de voz preocupado, ofreciéndole su mano como apoyo.

—¿Qué ha pasado? ¿Quién es usted?

—Mis hombres y yo hemos acabado con esta mafia. ¡Qué descortés por mi parte el no presentarme frente a una bella dama! Mi llamo Hunson, Hunson Abadeer. ¿Me daría el honor de saber el suyo? —le habló con una voz cálida, cargada de seguridad y una sonrisa encantadora que logró conquistar su corazón. ¿Cómo era posible que alguien que acababa de asesinar a tantas personas permaneciera impecable en esa situación?

Tenía la apariencia de un príncipe azul y había venido a rescatarla. Era la primera vez que veía a un hombre tan guapo, alto, de cabello negro azulado perfectamente peinado, barba de pocos días cuidada, ojos dorados, piel pálida y una buena musculatura, vestido en un traje elegante y con clase, hecho a medida.

—Jane, solo Jane. Llevo con estos hombres desde casi mi nacimiento. Mi familia contrajo una deuda enorme y yo fui vendida para compensarla. —habló con su voz dulce, aceptando su mano grande y cálida que acababa de salvarla.

—¿No tienes un hogar al que regresar?

—Me temo que no.

—Entonces, ven conmigo. Hagamos un contrato, mi padre desea que encuentre esposa, conviértete en mi esposa. Te cuidaré, protegeré y trataré como una reina. Una mujer de tu belleza no debería haber pasado por todo lo que tú. —explicaba con una voz y mirada hechizantes, llevando una de sus manos a recorrer su rostro frío debido a la temperatura.

—Supongo que no tengo más opción…

—No lo tomes como una obligación, piensa que es un contrato de doble beneficio. Saldrás de aquí, tendrás un lugar al que regresar, alguien que te proteja y yo me quitaré al pesado de mi padre de encima. Además, haré que te enamores de mí antes de un año, si no lo has hecho, te dejaré ir.

—¿Por qué me es imposible negarme?

—Bueno, como abogado, debo dominar el arte de la oratoria. ¿Qué me dices?

—Acepto.

El tiempo pasó, aquellos jóvenes se fueron conociendo, conviviendo, volviéndose el apoyo incondicional del otro y, tal y como predijo Hunson, se enamoraron antes del año. No importaban los defectos, solo importaba que se tenían el uno al otro y que jamás se abandonarían.

No pasó mucho más para que la pareja conociera a su primer bebé, una niña de cabello negro azulado y ojos grises, con una tez pálida y una bonita sonrisa, de nombre Marceline. Y cuatro años más tarde, llegaría el último integrante de la familia, un niño idéntico a su hermana mayor, pero con los ojos de su padre, al que llamaron Marshall Lee.

Ellos fueron educados con tutores privados, pero disfrutaron de su infancia, de pelearse, de jugar, aunque no de hacer amigos, los niños de su edad huían de ellos y los hacían llorar. Mostraron un gran interés por la música, Marceline por el bajo y el piano, y Marshall por la guitarra y la batería. Su tutor, Simon Petrikov les enseñó muchas cosas sobre música, las humanidades y antigüedades, mientras que su mujer, Betty, los instruyó en las ciencias.

Amaban a su madre y a su padre con todo su corazón y ellos eran la luz de su vida. Todo parecía ir bien, Jane tenía la familia con la que siempre había soñado, Hunson tenía una familia adorable a la que amaba con locura y los pequeños eran queridos y mimados.

El primer encuentro de estas dos sería cuando su padre, un abogado de fama mundial, decidió asistir al funeral de unos de sus mejores clientes, los reyes del Reino de Dulce. Presentaron su pésame y sus condolencias a una niña y a su hermano pequeño.

Lo que más llamó la atención de la joven Marceline, fue el hecho de que no derramó una sola lágrima en público, pero que tampoco reflejaba emociones, solo se limitaba a cumplir el protocolo. Se sintió afortunada de haber nacido y crecido rodeada de una familia un tanto extraña, pero cariñosa. Y el pequeño Marshall, se sintió identificado con el pequeño Gumball, abrazándolo en el momento en que se acercaron a los familiares, pudo sentir como el rubio se aferró a su espalda y ahogó un grito en su garganta, haciendo que ambos comenzaran a llorar.

Esa imagen rompió el corazón del matrimonio Abadeer, solo el hecho de pensar en aquellos pequeños huérfanos en las manos de los consejeros, manejándolos como simples marionetas, los ponía enfermos. Sus instintos paternal y maternal, no podían ser sujetos por más tiempo, abrazándose a los pequeños y dándoles fortaleza.

La Marceline de catorce años, observaba la escena con atención, sus padres y su hermano, abrazaban a una niña de doce y a otro de nueve. Era bastante emotiva, tanto que consiguió que una lágrima se escapara de sus ojos. Cuando ellos se separaron, ella fue quien actuó.

—Sé que no te conozco, pero debes ser fuerte y pensar en que ellos siempre estarán contigo. Al igual que también entiendo que no debas llorar en estos momentos, pero no es bueno cargar con esos sentimientos. —susurró sin hacer un contacto corporal directo, pero viéndose envuelta en un abrazo tembloroso y desesperado. Ella se aferró con tanta fuerza y rabia a su cuerpo que podría haber gritado de dolor, pero prefirió no hacerlo y esforzarse por recibir ese dolor que estaba compartiendo con ella. El dolor físico jamás podría compararse con el dolor sentimental y espiritual.

Su padre volvió a actuar cuando volvió a ocurrir otro golpe de Estado, manipulándolo todo desde las sombras para que ella ascendiera al trono y estuviera segura. Él sabía que sus amigos no hubieran permitido nada de eso y se aseguraría de que cumpliría sus deseos.

Notas finales:

¿Se hubieran imaginado que incluiría a Gumball y a Marshall Lee en esta historia? ¡Espero sus reviewa!


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