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Addicktion [JiKook/KookMin] (+18) (EN VENTA) por Furia_Rosita

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Me despierto con un dolor de cabeza horrible y la boca seca y pastosa. No estoy seguro si mi malestar es por la resaca que debo tener o por la tremenda bronca que Namjoon me dio después de rescatarme de las fuertes y estúpidas manos de Jungkook. Maldito Namjoon, estuvo una hora gritándome y le olía el aliento a vómito.

Estoy a punto de decidir que la próxima vez que lo vea le romperé la cara, pero entonces veo un vaso de agua en mi mesita noche y me percato de que si estoy durmiendo cómodamente en mi cama es porque él tuvo el detalle de traerme aquí y se me pasa. Trago el agua desesperadamente y me dejo caer sobre las sábanas tórridas de nuevo.

Todo me duele y los recuerdos están volviendo, golpeándome con un bochorno que odio. Quedé ridículo delante de tantas personas. Solo quiero una noche de sexo con Jeon ¿Tan difícil es eso? Bueno, al menos eso quería, ahora estoy planteándome ser yo quien le ponga una maldita orden de alejamiento. Por dios, tengo la muñeca la marca de su agarre plasmada en un intenso color púrpura.

¡Dios mío! Un terremoto sacude el campus. Ah, no, era el zumbido de mi teléfono notificándome un nuevo mensaje. Tomo el móvil tan rápido como puedo, con la intención de silenciarlo y después lanzarlo a una esquina de la habitación e ignorar su existencia hasta que la cabeza deje de estar a punto de estallarme, sin embargo, cuando veo la pantalla de bloqueo algo me llama la atención. Es un mensaje de un número desconocido, en él no hay nada escrito, solo una foto adjuntada.

Abro el chat y descargo la foto, sintiendo curiosidad.

—Oh… —una exclamación sale inconscientemente de mí al ver la imagen. Es inusual recibir una foto de tu propia polla.

Entonces miro la fotografía del emisario, reconociendo una espalda fuerte y torneada. Inconfundiblemente es de Jungkook. La cabeza me da vueltas al recordarme y pinchazos dolorosos me abruman ¿Por qué me envía eso? ¿Se está riendo de mí?

¿Te lo pasas bien burlándote? Que te jodan.

Enviar. Lanzo el móvil a la moqueta, tirándome de nuevo a la cama y deseando olvidar el día de hoy.

El teléfono se sacude de nuevo, he olvidado silenciarlo. Lo miro con nervios, no quiero leer lo que ha respondido y enfrascarme en una estúpida discusión así que solo tomaré el aparato para apagarlo y ya está. Estiro mi brazo hasta el suelo y, con las puntas de los dedos, logro cogerlo.

Tengo un trato que ofrecerte. Te interesa, así que responde.

No pienso hacer lo que él dice ¿Qué coño se ha creído? Que haga lo que quiera con esa foto ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué la envíe a toda la facultad y mi estatus caiga, que deje de ser el sueño húmedo de todo estudiante y la fantasía de hombres y mujeres para convertirme en un desesperado y el hazmerreír de la clase? Ja.

¿Qué clase de trato?

Enviar. Mierda, soy imbécil.

Uno en el que yo no divulgo tu foto y tú me dejas en paz ¿te parece?

¿Qué?

¿Pretendes que corte toda interacción contigo por solo una foto?

¡No puedes amenazarme con eso!

Es lo que hay, ¿lo tomas o lo dejas?

Espera, espera.

¿No podemos vernos para hablar esto?

No pienso hacer una video-llamada contigo.

Me refería a vernos en persona…

Me lo pones aún peor.

Por favor, solo quedaremos para hablar de esto.

Además, así podrás ver mi preciosa cara.

Voy a vomitar…

¿Tan nervioso te pongo? ;)

Creo que simplemente voy a publicar tu foto.

¡Vale, vale!

¿Si no te molesto hasta entonces podemos quedar el martes por la tarde?

Sí. Pero ni me mires.

Que cascarrabias…

Tú no tienes prohibido mirarme, sé que no podrías evitarlo ;)

Paso de responder a esas tonterías.

¿El martes a las cinco en la cafetería de la facultad de letras?

Sí, lo que sea.

Ponte guapo.

Y tú déjate el egocentrismo en casa para venir.

Una punzada de dolor en el cerebro me hace retorcerme cuando intento pensar una contestación ingeniosa, así que decido dejar la conversación así y alejarme de la brillante pantalla.

No ha sido un agradable intercambio de palabras, pero conociendo a Jungkook, ha sido todo un éxito. Quizá lo único que necesito para acercarme más y más a él es una persistencia diferente a la acostumbrada. La idea de arrastrarme por un hombre me horroriza, pero no es arrastrarse, solo cambiar las maneras. Solo debo esforzarme un poco más de lo acostumbrado, pero no es imposible. Mirarme es la más veraz declaración que puedo tener de que caerá ¿Quién no lo haría?

Sí, es eso; además, sería más humillante rendirme sin lograr conquistarlo ahora que todo el mundo sabe que lo voy detrás.

Pero antes de empezar a poner en marcha mi plan para el martes, necesito dormir. Quizá una siesta que dure hasta entonces.

No estaba tan nervioso desde mi primera cita; fue a los quince años y ahí descubrí que un chico que te regala rosas y te dice cosas lindas para llevarte a la cama es mucho más aburrido y falso que su hermano, que solo busca sexo y olvidarte a la mañana siguiente, y no te miente sobre un futuro bonito a su lado.

Ahora la situación es diferente y no logro comprender el temblor de mi cuerpo o por qué mi corazón va tan rápido y me sudan tantísimo las manos. Simplemente estoy en la cafetería de mi facultado, sentado en un lugar algo apartado del resto y mirando la hora paranoicamente, para después mirar hacia la entrada escrutando a cada chico que entra; cada chico que no es Jungkook, porque o llega tarde o ha decidido no venir y publicar mi maldita fotografía.

Estoy asustado porque no quiero que una simple imagen me destruya y porque deseo, por encima de todo, ganarle en su propio juego a Jeon y lograr llevármelo a la cama. Ya no es solo el orgullo, son las peticiones que mi cuerpo impetra noche sí y noche también, soñando con el hombre hasta que me despierto cubierto de sudor.

El dueño de mis sueños se presenta en el lugar, entra por la puerta calmadamente y mira someramente el lugar, buscándome. Luce despreocupado, atractivo y poderoso; odio que parezca un rey, pero en cierto modo me enciende pensar en ello. Estúpido Jeon, solo me confunde.

Cuando logra localizarme —después de pasar la vista por el lugar no menos de tres veces— se acerca hacia mí con pasos sosegados, pero sin saludarme y, como siempre, asestándome una mirada fatal que no sé descifrar. Lo saludo rápidamente cuando está a menos de un palmo de la mesa y, tras eso, el silencio reina mientras toma su silla y se acomoda sobre ella. ¿Debería hablar yo o espero a que él diga algo? Lo único que yo tengo que decir es evidente, no quiero que publique esa fotografía, pero ahora que lo veo de nuevo tampoco quiero dejar se perseguirle.

—Bien, la cosa va así. Yo borro la foto, tú desapareces de mi vida durante lo que queda de curso ¿Si? —mi mandíbula se desencaja al escuchar eso ¡Aún estamos en el primer semestre! ¿Cómo se le ocurre?

—Voy a hacerte una oferta nueva, una más provechosa para ambos. Tú borras la foto y yo te enseño en directo lo que veías en ella. —sonrío, pícaro, deslizando mis dedos sobre la mesa para alcanzarlos suyos.

Tocos su mano fría y me sorprendo por el contacto, sin embargo, continúo actuando seductor y sin romper el contacto visual trazo círculos con mi yema en el dorso de su mano. Es como si Jungkook fuese de piedra y en su piel nada se sintiese, él no reacciona, igual que no reaccionó cuando su polla se puso dura entre mis manos aquella vez.

—Este curso y el siguiente sin hablarme o no borro la foto. —sentencia duramente.

Un nudo pesa en mi garganta y me paralizo por un instante. El no sería capaz de exigir semejante locura ¿verdad?

—Un día sin hablarte. —rebato, sonando más ridículo que lo pensaba.

—Un curso.

—Dos días.

—Todo este semestre.

—¡Una semana y es mi última oferta! —él suspira pesadamente, sosteniéndose el puente de la nariz con los dedos y mirándome con el ceño fruncido y los ojos relampagueando.

—Voy a publicarla. —susurra, cogiendo su teléfono y tecleando en él. Una gota de sudor fríos cae por mi cabeza.

—Bien. —respondo estoico, mi voz tiembla casi imperceptiblemente y cruzo los brazos sobre mi pecho.

—Lo haré. —amenaza. Sigue tecleando en su teléfono, pero estoy seguro de que es solo un farol, estoy se…

Él voltea su pantalla hacia mí, el dedo oscilando peligrosamente sobre el botón de publicar y la imagen de mi polla reluciendo en el nuevo post, todavía como un borrador. Trago saliva. No lo hará, no lo hará. Debo mantenerme firme, nunca me he postrado por nadie y esta no será la primera vez.

¡No lo será! No es tan malo tener una foto íntima publicada ¿Verdad? Eso no me dejaría tan humillado.

—¡Lo que queda de semestre! —grito, histérico, al ver su pulgar doblarse más cerca del botón de envío. Él esboza una leve risa porque mi grito ha atraído miradas y yo solo escondo la cara entre las manos.

—Así me gustas más… —murmura con vileza disfrutando con mi mirada llena de temor y resentimiento.

La pantalla vuelve a enfocarse a mí, ahora con la fotografía en su galería privada y el botón de borrar siendo oprimido por su dedo. Cuando la veo desaparecer siento que alguien ha arrancado de mí un peso que no me dejaba respirar.

—Bueno, Park Jimin… Adiós. —sonríe cínicamente, levantándose de golpe y dejándome helado.

¿Tan fácil le ha sido acabar conmigo? Soy tan… mediocre.

—¡Espera! —le grito, él no vuelve a sentarse, pero al menos se detiene. Arquea una ceja, mirándome desde arriba. —Por favor… —añado, mordiéndome la lengua para poder contener la ira.

Nunca pido las cosas por favor, jamás. Mi presencia es un maldito regalo, pero quizá si finjo palabras que no quiero decir logre engañar a Jeon para mis propósitos. Tengo que intentarlo.

—¿Qué? —pregunta, sentándose con cansancio.

—Quería saber por qué no te intereso. Yo intereso a todo el mundo y a juzgar por tu erección en las duchas no es porque no te ponga, ¿entonces qué es?

Mi pregunta parece sorprenderle al principio, pues alza las dos cejas y por un segundo esa máscara de chico malo se desvanece, dejando en él una impresión inocente. Aun así, escasos segundos después vuelve a lucir como un demonio: se inclina hacia delante para hablarme, con esa hermosa sonrisa maquiavélica pintada por los delgados trazos de sus labios.

—Jimin, los chicos arrogantes como tú solo me gustan cuando se arrodillan y suplican, llorando. —trago grueso por sus palabras ¿Esa es la única condición? No parece gran cosa, pero cuando trato de formular la imagen mental de mí haciendo eso, se me cae el mundo a los pies. No puedo. —¿Quieres sexo conmigo? —asiento, cautivado por la forma en que se muerde el labio al terminar de hablar, es como si tratase de hipnotizarme; y lo ha logrado. —Entonces deja tu orgullo un momento y pide por mí.

—Espera… ¿Eso es lo único que quieres? ¿Qué pida las cosas? —él asiente y yo tengo la sensación de que llevo mucho tiempo perdiéndolo ¿Por qué no se me había ocurrido?

Odio pedir las cosas, normalmente las obtengo y ya, pero esto no es una cuestión de orgullo o magnificencia; no voy a perder todo mi poder, toda mi superioridad, por unas palabras; no me estoy rebajando, solo siendo lo suficientemente amable como para complacer a Jeon.

Sí, es eso, no se trata de una cuestión de orgullo, solo de gustos. Es como aquella vez que un tipo me pidió que usase falda; no es algo que me guste, pero lo hice de todos modos para que él se sintiese más a gusto. Es lo mismo.

—Entonces te pido un beso.

—¿Y cómo se piden las cosas? —pregunta él malevolente, inclinándose sobre la mesa todavía más. Está tan cerca que su aliento me prueba con antelación; ladea la cabeza, como si fuese a versarme ya.

—Por favor. —murmuro, mordiéndome la lengua. Ha sido como un pellizco, doloroso y rápido, pero ya ha pasado y aunque aún me arden las palabras en los labios sé que el fuego de Jungkook me ayudará a quemar el recuerdo.

Cierro los ojos, quedándome quieto y esperando que todo esto no sea una broma de mal gusto. Los dedos de Jungkook se entierran en mi cabello y puedo sentir como aprieta dominantemente, empujándome hacia su boca. Sin vacilar, sigo el movimiento al que me fuerza y pronto nuestros labios chocan.

Suaves, cálidos y tensados por una sonrisa que se deshace en nuestro beso. Sus labios pueden sentirse como seda, pero se mueve con violencia y hambre, tomando mis belfos entre los suyos y besando profundamente, tirando de ellos, mordiéndolos, humedeciéndolos con la lengua. Jeon no es casto y no espera que yo lo pida, simplemente empuja su lengua en mi boca y hace el beso más húmedo, profundo y sucio. Sonidos chiclosos escapan de nuestras bocas mientras se separan por aire y vuelven a juntarse para consumirse.

Sin mediar palabra, Jeon rompe el beso repentinamente y se levanta. Antes que yo pueda objetar nada, me toma de la muñeca, arrastrándome ante la vista de todos. La gente me ha visto besarme con él y los rumores se extienden rápido como la pólvora, así que me siento más aliviado.

Yo gano el juego, aunque Jungkook no parece estar jugando. Su rostro serio, la fuerza con que me agarra, el paso rápido que tiene… todo indica que esto no es un juego, pero puede ser más divertido que uno.

Mi pulso se acelera cuando entramos a los baños y me empuja dentro de un cubículo, cerrándolo con pestillo cuando él se mete en él. Oh, Dios, va a suceder. Lo he conseguido, volverle loco de deseo. Siempre sucede y Jungkook no es más que otro chico en mis redes. Es uno más.

Su mirada no luce turbia, pero la forma en que sus manos desatan el cinturón con presteza me confiesan el estado en el que se halla. Tan duro, tan deseoso. Y yo no soy menos, me arrodillo al instante, esperando por su gran polla saltar fuera de sus pantalones. Cuando lo hace, los ojos se me van directamente a esa enorme virilidad que tengo enfrente. Quiero saber si su polla es tan deliciosa como sus malditos labios, quiero sentir la carne pasando a través de los míos, haciendo que sus mordiscos en ellos ardan como el puto infierno.

Quiero esto tantísimo.

Me toma del pelo de nuevo, con más brutalidad que antes. Me enciendo por completo y solo espero a que él se empuje dentro de mí y, después, hondo hasta que no pueda respirar. Pero no lo hace, solo me sostiene fuerte, sin dejarme dar un muerdo a esa deliciosa excitación que se yergue para y por mí.

—¿Quieres chupar mi polla? —pregunta, su voz gruesa atravesándome con más densidad que la carne que siento contra la mía. Mi piel hormiguea y asiento involuntariamente. —Ruega por ella. Suplícame que te folle la boca y di que ni siquiera mereces mi enorme polla en tu boca. Dilo, ahora esclavo.

Algo en sus palabras me recorre como fuego, explotando en mis caderas con la erección más candente y dura que jamás he tenido. Dios, mi polla late y siento el vaivén del clímax ascender y descender por ella, amenazando con explotar. ¿Por qué si sus palabras me dan ganas de llorar, su crueldad hace que realmente desee rogar?

Quiero hacerlo, quiero hacerlo. Quiero que me destroce, que me folle, que arranque de mis lágrimas su placer y que me use a su gusto. Mierda, quiero ser su esclavo y que mi cuerpo solo sirva para que el suyo goce. Pero la sola idea de denigrarme de ese modo cae sobre mí como n cubo de agua fría. Las palabras se me enquistan en la garganta e, incapaz de pronunciarlas, miro hacia él con la vista anegada en lágrimas.

No puedo bajar del trono, no puedo ser un simple plebeyo a sus pies. Es algo aterrador, vertiginoso. Es humillante y odio que eso me esté poniendo jodidamente cachondo.

—Yo no… no puedo… —sollozo, antes de levantarme y no ser capaz de mirarle a la cara.

Cuando me alejo corriendo lo único que logro escuchar sobre los murmullos de la gente son mis pasos acelerados y un suspiro colmado de decepción, resonando entre las paredes del baño.

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