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One Love; Two Souls por Emmyllie

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Millones de gracias a Lulú y VegeKaka Fan por sus bellos e inspiradores reviews <3

Traigo el segundo capítulo con tres días de anticipación, porque me dio un lapso de inspiración masiba y lo terminé mucho antes de lo previsto. Realmente estoy motivadísima con esta historia, ya que tiene matices demasiado provechosos a la hora de desarrollar el VegeKaka *^*

Se vienen escenas algo violentas, exceso de bullin hacia nuestro hermoso Goku y nuevas dudas que espero pronto sean resueltas. La verdad me encantó cómo quedó este capítulo, disfruté un montón escribiéndolo ;)

Espero les guste a ustedes también :3

A leer mis amores ^^

Chapter 2: Disaster

Un vistoso automóvil negro aparcó a las afueras de una enorme y hermosa casa, cuyo prolijo jardín se hallaba resguardado tras una gran cerca de barrotes metálicos. Pocos minutos faltaban para las seis en aquella invernal tarde de diciembre, visible en el cielo un cúmulo de nubes grisáceas amenazando con soltar pronto sobre la Tierra una tempestuosa llovizna. No obstante para el grupo de adolescentes rebosantes de hormonas reunidos al interior de la residencia Shimizu, no existía absolutamente nada que pudiera arruinarles la diversión, a sabiendas que ese día celebraban el cumpleaños número dieciséis del chico más popular y guapo de toda la escuela.

—No creo que esto sea una buena idea— suspiró extenuado un joven azabache de expresiva mirada, observando con clara indecisión a través del enrejado. —Será mejor que regresemos, Bulma… todavía estamos a tiempo.

—Vamos, Goku, no tienes nada que perder— Objetó su acompañante, una atractiva mujer de cabellos y ojos azules, quien a toda costa trataba de infundir seguridad al joven de cabellera alborotada. —Te invitaron aquí como a cualquier otro, no hay razón para desconfiar tanto.

— Sí, pero…— Kakarotto no se sentía tranquilo, pues algo le decía que su opción más sensata era irse de allí y olvidarse de asistir a la fiesta de su compañero de clase, con quien apenas había cruzado un par de palabras por mera casualidad. —Me da… miedo.

—¿Miedo?— repitió ella, enarcando una ceja en confusión. —No tienes por qué sentir miedo, pequeño. Tú eres…

—Un fenómeno— la interrumpió el menor, cubriéndose el rostro con las manos. —Date cuenta, Bulma; si me invitaron fue para usarme de plato fuerte para el show… de seguro están esperando ansiosos a que llegue su entretenimiento.

La científica guardó silencio, resintiendo como un balde de agua helada las frías y autocompasivas palabras del joven Son. Mientras, con el cinturón de seguridad aun puesto y encogido en el asiento del copiloto, éste no podía evitar imaginarse en los peores escenarios, incapaz de atraer a su mente pensamientos que ayudaran aunque fuera un poco al despiadado ataque contra su ya frágil y resquebrajada autoestima.

—No tienes nada que perder— volvió a decir la mayor, esta vez usando un tono de voz más suave y maternal. —Siempre puedes llamarme si no te sientes cómodo, sabes que yo vendré por ti lo antes posible.

Goku le dirigió una mirada indescifrable, regresando de nueva cuenta su vista hacia el frente. Entonces, armándose de un valor que sabía perfectamente no tenía, desabrochó y quitó de su cuerpo el cinturón, tomó la pequeña bolsa plateada que contenía el obsequio para el festejado, abrió de un rápido movimiento la puerta del vehículo y lo abandonó sin más, encaminándose con andar tranquilo hacia la entrada de la lujosa estancia.

—Sólo hazlo— se dio ánimo, oprimiendo el timbre con inseguridad.

—¿Quién?— escuchó la inquisitiva voz de una mujer a través de un pequeño parlante, poniéndole incluso más nervioso de lo que ya estaba.

—Amh…— aclaró su garganta, haciendo todo lo posible por camuflar en su tono al hablar las inmensas ganas que tenía de salir huyendo lo más lejos posible. —Soy Kakarotto… Kakarotto Son.

—Espere un momento, por favor— le respondió la voz. —El joven Shimizu le recibirá enseguida.

Dicho esto, la metálica puerta se abrió tras un click, cediéndole el paso hacia las inmediaciones del enorme jardín. Acto seguido, un atlético muchacho de cabellos negros y facciones bien parecidas, vestido con jeans ceñidos en tono gris, camisa manga larga en color verde azulado y chaqueta de cuero, se aproximó hacia él a paso seguro, dirigiéndole una extraña sonrisa una vez estuvieron lo suficientemente cerca como para hablar.

—Hey, Kakarotto— lo saludó en tono desinteresado, dedicándole una mirada furtiva. —Empezaba a creer que ya no vendrías.

—Hola, Broly— correspondió al saludo él, extendiéndole la plateada bolsa que contenía su regalo. —Sinceramente yo creí lo mismo… feliz cumpleaños.

—Ahah, vale— recibió el presente, agradeciéndole con una sonrisa demasiado amigable para gusto del azabache. —Vamos adentro, ¿te parece? Me estoy congelando aquí.

—Sí, vamos— aceptó Goku, iniciando ambos una silenciosa caminata rumbo al interior de la casa.

No comprendía por qué una nada agradable sensación comenzaba a apoderarse poco a poco de su pecho, mientras la presencia de Vegeta se volvía cada vez menos perceptible.

De reojo vio como el auto de Bulma emprendía la marcha, perdiéndose a lo lejos segundos luego.

Tengo un mal presentimiento… Admitió, caminando indeciso junto a Broly. ¿Dónde estás, Vegeta?

~~~

—Hey, chicos, miren quién llegó— anunció el festejado, llamando la atención de sus invitados, empujando a Kakarotto levemente hacia delante. —Ahora sí la fiesta está completa.

—Al fin— exclamó una bonita chica de cuerpo escultural y escote exagerado, escrutando al recién llegado con aires de superioridad. —Empezaba a aburrirme aquí, sin nada divertido que hacer.

—Tranquila, Milk— le sonrió Broly, aferrándola con posesividad desde la cintura. —Dejemos que nuestro compañero nos conozca mejor antes de asediarlo con tonterías. Después de todo no queremos asustarlo y que se vaya, ¿verdad?

—¿Q-Qué?— el joven de cabellos rebeldes se mostró confundido, retrocediendo unos pasos al notar tantas miradas curiosas fijas sobre él.

—Nada, nada— le tranquilizó Broly, sonriéndole con ese entusiasmo extraño que tan mala espina le daba. —Tú sólo sé tú mismo, ponte cómodo y…— chasqueó los dedos a uno de sus amigos, el cual al instante respondió tomando dos vasos de la mesa que se encontraba ubicada en una de las esquinas del amplio salón para entregárselos en silencio. —Bebe algo, para que entres en calor.

—Eh… no, gracias— negó la oferta, intentando no intimidarse ante aquella actitud tan anormal en su compañero, quien en la escuela lo trataba con la misma e incluso más apatía que los demás.

—Anda, Kakarotto, no seas tan tímido— le insistió, poniendo en su mano un vaso de contenido dudoso e incoloro. —Sólo es para que estés a la par con nosotros y te diviertas.

Éste lo meditó por unos momentos, haciendo a un lado la maraña de pensamientos pesimistas que no paraban de taladrar su mente. Lo único que deseaba era que todo terminara pronto para librarse de aquel compromiso lo mejor posible y actuar todo lo normal que pudiera, evitando a toda costa cualquier comentario o acción que desviase la atención de sus compañeros hacia su extraña condición.

—De acuerdo— accedió finalmente, ingiriendo varios sorbos de una sola vez.

Sintió como un líquido amargo viajaba por su garganta, quemándole. Luego un rubor subiendo de manera parcial hacia su rostro, centrándose en sus mejillas. No era un sabor que resultara muy agradable para su paladar, sin embargo algo en aquella bebida se le hacía adictivo, incitándolo a beberla sin más, dejando de lado cualquier tipo de cuestionamiento al respecto.

—Ése es nuestro chico— lo elogió el festejado, su entusiasta sonrisa ampliándose todavía más. —¡Que comience la fiesta!

Pronto todo se volvió un caos de hormonas. Las chicas, que en un principio se mostraban recatadas y hasta tímidas, estaban por completo desinhibidas, prácticamente lanzándose sobre sus compañeros. La música resonaba estridente a través de los potentes parlantes que yacían ubicados en cada esquina dentro del amplio lugar, sumiendo el ambiente en una vorágine de exceso y descontrol adolescente.

—Hola, soy Zamas— un chico de cabello blanco amarrado en una coleta baja con varios mechones cayendo en su rostro, ojos grises y complexión delgada apareció junto a Goku, dedicándole una sonrisa sumamente encantadora. —No te había visto en la escuela antes, ¿cómo te llamas?

—Hola— respondió a su vez él, sintiéndose incómodo por culpa de su nula experiencia socializando con gente de su edad. —Mi nombre es Kakarotto… Kakarotto Son.

—Un gusto, Kakarotto— Zamas amplió su sonrisa, estrechándole la mano en un saludo casual. —¿Estudias en Orange School?

 Goku asintió, desviando la mirada por mera inercia.

—No suelo quedarme mucho tiempo, sólo tomo mis clases y me regreso a casa— explicó, cohibido.

—Ah, ya veo— espetó el otro, observándolo con intensidad. —¿Es cierto que trabajas en el Centro de Investigación Paranormal?

—Amh… bueno…— titubeó el joven Son, levemente sonrojado. —Podría decirse que sí… algo así.

Ahora fue Zamas quien asintió, tratando de ser cauteloso al abordar a aquél chico tan atractivo.

—Estuve una temporada viviendo en Estados Unidos, pero hace dos años me regresé— le contó, buscando obtener su confianza. —¿Dónde vives tú?

—En el Centro— confesó Kakarotto, sintiéndose cada vez más incómodo. —Vivo ahí desde que tengo ocho años, después de que mis padres adoptivos me abandonaran.

-Oh… eh… ¿Y qué te gusta hacer?— continuó indagando el peliblanco, intentando sacarle la mayor información posible, ya que en verdad le intrigaba saber más de él. —Yo practico surf con unos amigos en mis ratos libres, es muy divertido. ¿Qué te gusta a ti?

—Puede que te suene aburridísimo, pero me gusta mucho leer y cuando puedo practico artes marciales— narró el azabache de cabellera alborotada, sonriendo imperceptiblemente. —Me encantaría inscribirme en alguna academia deportiva, pero no puedo salir del Centro más de lo necesario y eso…— suspiró, notándose agobiado. —Me limita bastante.

 Un silencio algo tenso los rodeó, roto únicamente por la música que no paraba de sonar.

—¿Puedo preguntarte algo?— se animó a decir Zamas, aclarándose la garganta al recibir un asentimiento por parte de Goku. —¿Qué haces allí? Me refiero a que no es… común que alguien de tu edad viva en un Centro de Investigación Paranormal durante tanto tiempo. ¿Cuál es la razón?

Ahí estaba, la pregunta más crucial e incómoda que alguien podía hacerle. Decir que se sentía aterrado era poco, pues las reacciones de las personas al saber su condición no solían ser buenas. Sin embargo algo en él lo instó a ser sincero, sin saber por qué  ese chico le inspiraba confianza.

—Yo… tengo… un don— admitió en voz entrecortada, evitando el contacto visual con ese par de penetrantes ojos grises. —Desde que nací, he estado vinculado a una entidad.

-Una entidad…— repitió el peliblanco, desconcertado. —¿Te refieres a algo así como un fantasma?

—Sé que sonará muy extraño, pero es como una presencia invisible que… me sigue— aclaró Goku.

—¿E-Está aquí… ahora?— quiso saber Zamas, inquietándose sin poderlo evitar.

Y como si lo imbocaran, la presencia de Vegeta se acentuó justo al lado de Kakarotto, mientras esa voz susurrante y tan fría hacía eco en la mente de su joven portador de cabellos alborotados.

«Claro que estoy aquí, sabandija asquerosa.»

—Sí— admitió Goku, percibiendo los gélidos brazos de su ente personal enredándose posesivamente entorno a su cuerpo. —Está aquí ahora mismo, viéndonos y escuchándonos hablar.

El rostro de Zamas palideció, un escalofrío helado e intenso atacando su columna vertebral.

-Wow…— fue lo único que pudo emitir, preso de un temor bastante difícil de aplacar.

En eso resonó por los parlantes una canción lenta, mientras las luces se atenuaban para darle al ambiente un aire más romántico. Por ello, y dejando su miedo infundado a un lado, el chico de ojos grisáceos extendió su diestra hacia Kakarotto, recuperando su encantadora sonrisa.

-¿Te gustaría bailar conmigo?

Goku lo meditó unos segundos, la presencia de Vegeta esfumándose de pronto y sin explicación.

—Claro.

—¿Sabes?- inquirió Zamas, moviéndose al compás del lento que sonaba en ese instante, sosteniendo a Goku por la cintura delicadamente. —Eres muy lindo, Kakarotto.

—¿Le dices eso a todos los chicos que ves? — ironizó él, incrédulo ante el obvio coqueteo del otro.

—No eres como los demás— aseguró, sonriéndole seductor. —Es decir… hay algo especial en ti.

—Puede ser— asintió el joven Son, siguiendo el ritmo de la suave canción que bailaban.

Es entonces que Zamas se arriesga y baja una de las manos que lo sujetaban por la cintura, deseando acariciar sin pudor el bien formado trasero del azabache de cabellos alborotados. No obstante Kakarotto lo aparta de un rápido movimiento, desconcertado con tan atrevido accionar.

—Gracias por el baile— le dice, alejándose varios pasos de él, su mirada destellando en claro rechazo. —Fuiste muy gentil y eso, pero no estoy aquí para ser la entretención de nadie.

Se da la vuelta y camina hacia la esquina opuesta, dejando al peliblanco con el orgullo herido.

El tiempo avanza, ya anochece y el festejo se descontrola cada vez más. Goku se siente fuera de contexto, por lo que se escabulle fuera del salón para tomar un poco de aire. Lo golpea el frío inclemente de invierno en cuanto pisa el exterior, mientras la presencia de Vegeta reaparece junto a él. Observa las flores y árboles de aquel jardín ya completamente cubiertos de escarcha, optando por subir hasta el tope el cierre de su chaqueta. La voz recriminatoria de su ente personal resuena en su mente, causando en su sistema un arrepentimiento inevitable.

—Sé lo que piensas— susurra, metiendo las manos dentro de los bolsillos de sus jeans para darse calor. —No entiendes por qué estamos aquí y siéndote sincero… yo me pregunto lo mismo.

«No debimos venir, Kakarotto. Algo malo puede pasar y lo sabes.»

—Lo sé, ya me lo advertiste— increpa Goku, su expresión tiñéndose de decepción. —Yo sólo quería saber qué se sentía asistir a una fiesta, compartir con chicos de mi edad, tener amigos…— entrecierra los párpados, creyéndose un completo idiota. —Esto no es lo que esperaba.

«Eres demasiado iluso.»

Todo iba bien, los chicos se divertían bebiendo y bailando animados. Hasta que Broly se aparta del grupo y usando el mando a distancia apaga la música, captando la atención de sus amigos.

—¡Hey, tengo una idea!- exclama, acabándose el contenido de su vaso de un gran sorvo. —¿Qué les parece si Kakarotto nos da una demostración de su “súper poder”?

Todos apoyaron con entusiasmo la idea, mientras el pobre Goku no sabía dónde esconderse.

—No, yo… yo no…

—Por favor, Broly— se burló Milk, resoplando y chistando la lengua. —Eso no es más que una farsa.

—Vamos, Kakarotto— fue el turno de Zamas para hablar, viéndolo con una sonrisa socarrona, gesto que causó en su pecho una desilusión tremenda. —Muéstranos qué tanto puedes hacer.

—Yo…— se sentía acorralado, las miradas de todos fijas en él. —Yo no creo que… sea buena idea.

—Dijiste que tenías un don— la voz del peliblanco se volvió a escuchar, su mirada gris clavándose en el joven Son como mil puñales de máxima traición. —Vamos, quiero ver de lo que eres capaz.

No es más que otro idiota. Pensó Goku, llenándose de un resentimiento yameante e intenso.

—Lo haré.

Todos sonrieron entusiasmados, formando un círculo a su alrededor.

—Hagan silencio y, por favor, no se muevan.

—Oh, Dios. Ya estoy asustado— ironizó uno de los chicos, provocando burlonas carcajadas.

No obstante las risas no duraron mucho, ya que en cuestión de segundos las cosas dentro del amplio salón cobraron vida propia, moviéndose y volando sin lógica alguna. Las chicas gritaron horrorizadas, mientras los muchachos observaban el suceso completamente anonadados. Kakarotto, en tanto, sólo yacía con sus ojos cerrados, como una estatua viviente al centro del lugar. El equipo de música se encendió y las canciones empezaron a cambiar aleatoriamente, los vasos flotando en el aire para luego caer al piso con violencia haciéndose pedazos, aunado a un congelante frío provocando estremecimientos involuntarios en todos los presentes. Y como broche de oro, el susurro espectral de una voz resonaba en sus cabezas, desatando una ola de inmenso terror.

—¡Muy bien, ya fue suficiente!— exclamó Broly, denotando horror puro en su voz.

—¡Sí, ya basta!— lo secundó Milk, temblando presa del shock.

Los demás murmuraron en acuerdo, mostrándose cada vez más asustados.

Y como comenzó, todo terminó, volviendo la calma al instante.

—Eso fue… aterrador— murmuró una chica rubia, viendo a Goku con miedo.

— L-Lo siento… n-no quise… asustar a nadie— susurró el joven Son, sintiéndose fatal consigo mismo. —Es que… u-ustedes insistieron y…

—¡De acuerdo, olvidemos todo esto y sigamos con la fiesta!— lo interrumpió Broly, destensando el ambiente enseguida.

Todos asintieron, el momento recién vivido pasando al olvido como si nunca hubiese ocurrido.

Cuando menos se lo vio venir, Kakarotto ya tenía a Milk aderida a él como por influjo de un imán, invadiendo su espacio personal con un descaro impresionante.

 —¿La estás pasando bien?— le preguntó en tono seductor, sonriéndole coqueta.

—Claro— respondió nervioso él, intentando quitársela de encima.

—Es que te ves algo tenso— continuó ella, acariciando sin vergüenza alguna su espalda. —No sé, pero me da la leve impresión de que te sientes incómodo por algo.

—No, Milk, para nada— negó Goku, interponiendo considerable distancia entre ambos.

—¿Seguro?— insistió ella, volviéndose a acercar, en sus ojos brillando sus dobles intenciones.

—Sí— afirmó el joven Son, percibiendo un extraño calor abrasándole la piel. —Es sólo que…

Pero antes siquiera que pudiera acabar de hilar bien su excusa para librarse de la muchacha, una grave y enfurecida voz lo distrajo, encendiendo en su mente una potente señal de alarma.

—¿Por qué mierda le coqueteas a mi novia, Son?— inquirió Broly, apareciendo justo detrás de él y aferrando con agarre de hierro uno de sus brazos.

—¿Qué?— Goku no pudo más que mostrarse aturdido, su mente nublada por la ingesta de alcohol.

—Ah, o sea que aparte de ser raro, también eres imbécil— escupió el festejado, chispas de yameante ira brillando en sus pupilas.

—Espera, yo no…

Pero fue muy tarde cuando pudo recuperarse del shock para idear algo coherente que decir, pues el puño de Broly se estampó con fuerza y sin ninguna consideración contra su rostro, arrancándole un gemido de dolor. Y así, sin poderlo evitar, fue recibiendo de uno en uno varios puñetazos, los cuales terminaron arrojándolo al suelo. Su labio inferior sangraba, su nariz dolía como el infierno y casi no sentía sus mejillas, un ardor insoportable impidiéndole poder abrir los ojos.

—Te enseñaré a no meterte con lo que es mío— escuchó un susurro aterrador en su oído, la señal de alerta en su mente alcanzando su máximo nivel de advertencia. —Vas a desear nunca haber nacido, maldito fenómeno.

Una patada a su estómago le arrebató el aire, un golpe brutal en su cabeza dejándolo al borde de la inconsciencia. Percibió como le alzaban del piso como si fuera no más que un costal de arena, sus sentidos nublándose ante las punzadas de dolor que no paraban de aquejar su cuerpo.

Hasta que no pudo más, cayendo en la negrura de un desmayo inevitable.

~~~

Escuchaba el eco de burlonas carcajadas a su alrededor, un soplo de brisa fría abofeteando sin piedad su magullado rostro. Sentía sus huesos agarrotados, cuerdas amarrando sus pies y muñecas impidiéndole moverse con libertad. Abrió sus negros ojos todo lo que el ardor le permitió, provocándole un sentimiento de horror absoluto notar en qué lugar se encontraba. Estaban de regreso en el jardín, sólo que esta vez en la parte lateral. Y situada al centro de un armazón hecho a base de piedra recubierta, reposaba una gran piscina, llena hasta el tope de agua helada.

—Hasta que te dignas a despertar— se burló Milk, sonriéndole con una maldad que Kakarotto jamás creyó poder visualizar en alguien. —Que bien… no sería tan divertido si estás inconsciente.

—¿Q-Qué v-van a…?

Pero de nuevo en un lapso de tiempo demasiado corto, no pudo acabar su frase, ya que habían vuelto a levantarlo con violencia por los brazos, mareándolo y nublando sus sentidos una vez más.

—Le haremos un favor al mundo— explicó Broly, dando respuesta a su inconclusa pregunta.

Acto seguido se encaminaron con él hacia la orilla más próxima, lanzándolo a la alberca sin contemplación alguna. Y lo único que logró escuchar antes de hundirse como un peso muerto en el agua congelada, fue un: “A ver si te mueres de una vez”, de parte de Milk.

Estaba aturdido. El agua escarchada se metía a través de su ropa,, entumiendo sus huesos y bajando en niveles inquietantes la temperatura en su piel. No podía seguir aguantando más el aire, no soportaba más el dolor de mil agujas punzando cada átomo en su ser.

Se ahogaba, pero aquello no parecía importarle a nadie.

Moriría allí mismo, víctima del crudo actuar de sus compañeros de clase, quienes no eran capaces de ver más allá de su anormalidad.

Vegeta… ¡Vegeta! ¡No puedo respirar! Pensó, aterrorizado. Por favor… ven… ¡Ven y ayúdame!

«¡Hijos de puta, juro que los mataré!»

Unos brazos se enredaron alrededor de su cuerpo, mientras una fuerza sobrehumana lo arrojaba fuera del agua. Sintió como lo elevaban en el aire por algunos segundos, tras los cuales fue recostado con suavidad sobre el empedrado suelo. Al instante percibió el azotar del viento invernal sobre su piel, haciéndolo temblar incontrolablemente ya al borde de la hipotermia.

—Ve-Vegeta…— pronunció con dificultad, respirando agitado y temblando de pies a cabeza.

«¡Malditos insectos asquerosos! ¡Juro que los haré pagar!»

Un sentimiento de furia incontrolable apareció sin aviso alguno, provocando a Kakarotto un caos de emociones que distaban mucho de ser normales. Pues como una cobra venenosa arrastrándose sigilosamente a través de sus venas, una incontenible sed de venganza se adueñó por completo de su ser, despertando en él su lado más sádico y sombrío.

—Hazlo, Vegeta.

A continuación, y como el pasar de una película en cámara lenta, escuchó gritos horrorizados al interior de la casa, seguido de una ensordecedora explosión. Entrevió, por medio de imágenes que cruzaban en forma de flashazos su mente, como sus compañeros de clase eran ahogados hasta la muerte por las invisibles manos del hetéreo ser ligado a él, quemándose después sus cuerpos inertes en un infernal incendio casi imposible de aplacar.

Fue así como, cegado por la reacción instintiva de Kakarotto, Vegeta realizó su ansiada venganza.

Notas finales:

En serio les digo... estoy enamorada de este fic <3

¿Notan la especial interacción que hay entre Kakarotto y Vegeta pese a que uno es "humano" y el otro "fantasma"? ¿Les agrada eso de que Vegeta sea capaz de tocarlo y éste lo sienta claramente? ¿Qué les pareció el trato que sufrió Goku bebé por parte de sus compañeros de escuela? ¿Se esperaban que Milk fuera tan perra? ¿Qué tal eso del BrolyxMilk? ¿Qué opinan de que Goku esté a cargo de Bulma? ¿Les gustó la insinuación ZamasxGoku? ¿Alguna petición en particular que quieran hacerme?

Saben que sus opiniones son fundamentales para mí, así que no duden en invadir la cajita de comentarios :3

¡El botoncito para dejar reviews no muerde!


Muchas gracias por las 88 lecturas ^-^

Cada leída y review es un shock de inspiración para mi cerebro :)

Saben que son muy especiales para mí ;*


Próxima actualización: jueves 25 de octubre :)

Nos leemos guapuras mías ^-^

¡Ciao!


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