Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

'HP. Sobre ellos {Scorbus} por amourtenttia

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tenía solo medio capítulo listo, hace un rato me piqué y le avancé ya al 3~ Pero tengo que leerlo bien porque es un poco confuso. Viajes en el tiempo, lo normal (?) Espero les guste el capítulo~

 

Capítulo 2.

"La mañana siempre me aparta. 
Y esta vez no estaré ahí para despertarte. 
Me gustó quererte ayer... "

 

Draco Lucius Malfoy Black ingresó a la estancia con pasos orgullosos y altivos. Al tocar el pomo de la puerta para cerrar tras él, una sensación de incomodidad —misma que percibiese desde temprano— se extendió por su pecho. No le agradó aquel sentir, y mucho menos le fue grato dar con la magia de la estancia vibrando de manera casi imperceptible. Su oficina carecía de magia, per se, sin embargo, restos de su propia energía siempre se encontraban allí. No por nada sus mejores creaciones nacieron en aquel lugar que, casi dos décadas atrás, Harry Potter escogiese para él.

Una mirada bastó para convencer a la actual cabeza de la familia Malfoy de que algo, simplemente, no estaba bien.

Examinó con ojo crítico, hasta que un brillo atrapó su atención.  Pálido como era, alcanzó un aspecto fantasmagórico al perder de pronto todo color. Su mano alcanzó tres objetos. Un trozo arrugado de pergamino, un frasco infestado de un nuevo recuerdo para la colección y un gira-tiempo pronto estuvieron en su total posesión. No necesitó ser un genio para unir piezas.

Su hijo mayor le advirtió que los menores habían decidido tomar unas vacaciones lejos de la mansión. A pesar de que no existía mentira alguna en la mirada segura del moreno, Draco no pudo evitar sentir que ni siquiera él estaba cómodo con la idea. Puesto que fue obligado a permanecer unos días más en el colegio de magia y hechicería, Malfoy fue incapaz de cruzar palabras con el menor de su casa, por tanto, la incomodidad que venía acompañándolo prefirió desestimarla asumiendo que era solo su temor paternal. Aparentemente, hizo bien en preocuparse.

Ocupado en sus propias conclusiones, y los diversos escenarios que venían a su mente, no escuchó como tocaban la puerta sino hasta que esta se abrió con fuerza.

Giró lo suficiente para mirar con enfado a su vástago, quien le observaba con insistencia. La expresión de Draco pasó de una inusual ira a una notable preocupación.

James Sirius Malfoy Portero no se dejaba amedrentar fácilmente. No fue de esa manera siendo un crío, ni mucho menos ahora que era un poderoso Auror.

—¿Qué ocurrió?—cuestiona el rubio hombre, sintiendo la garganta seca de pronto.

Su hijo dudó.

Desesperado como él solo, y con el temor creciendo en su mente, Malfoy no dudó en usar la magia para sacar respuestas.

No en valde fue el mismo Draco quien le entrenó en ese aspecto. Su padrino fue implacable en su momento, tanto con él como con su esposo, ¿de qué otra manera se las habría arreglado el rubio para sobrevivir al señor tenebroso en aquellos años?

Observó con toda la frialdad que fue capaz. Sin embargo, ni todos sus años presenciando muerte y destrucción a manos de Voldemort le prepararon para volver a perder a un ser querido. Ni siquiera porque se tratase de una mujer que por años intentó humillar, y, con el tiempo, llegó a considerar una hermana que nunca esperó desear.

Malfoy necesitó reunir todo su temple para no dar un paso atrás, demostrando su sorpresa. Se convenció y recordó que ningún Slytherin podía darse el lujo de mostrar lo que sentía. No si con ello lastimaba a quienes amaba. Y su hijo no podía verlo romperse. No por segunda vez.

Cuando el mayor de la casa apartó la mirada, sobrecogido, James intentó no temblar al verlo lanzar una maldición directo a uno de los muebles. El movimiento de su mano al tomar su varita fue tan rápido que nisiquiera pudo notarlo.

—¡Esa maldita comadreja!

El auror contuvo el aliento cuando notó su ira creciendo a niveles desproporcionados, de la misma manera que las llamas consumían el sofá que estaba antes a unos metros de ambos.

No era un secreto para nadie en el mundo mágico. Ginevra Weasley se la tenía jurada a la familia Malfoy desde que se anunciase la Unión de su heredero junto con el Salvador del mundo mágico. Los lamentables eventos que le siguieron resultaron en el asesinato de Harry Potter pocos años después. 

Luego del intento de asesinato del hijo menor de la familia.

Nadie que le conociera dudaba de lo que Malfoy juraba. 

Esa noche en que tanto él como sus dos hijos abandonaban su hogar para comprar los víveres —una tarea tan mundana que provocó que el desprecio por lo muggle en Draco quisiera volver con ganas—, Harry permaneció en casa junto con su recién nacido.

Ocurrió rápido. 

En el momento en que Malfoy puso un pie en el departamento pudo sentirlo. Hasta hoy día es increíble pensar cómo no tembló su mano al encerrar a James y Scorpius en el cuarto de abajo antes de subir a las carreras.

Él está seguro de lo que vio ni bien abrió la puerta. Una larga cabellera rojiza que, aunque odiase, reconocería donde fuere. Pero entonces lo vio. Y todo su testimonio fue desestimado ni bien el Ministerio observó a Ronald Weasley allí. Al darse todos cuenta de su habilidad manipulando su propia mente, asumieron que mentía.

—¡MALDITO TRAIDOR!

En aquel entonces, el hombre ni siquiera lucho contra los puños del rubio, y Malfoy habría cometido asesinato ahí de no ser porque el dolor fue más grande conforme pasaron los segundos. Ni siquiera el llanto de Albus logró calmarlo cuando la realidad cayó como un peso seco sobre su consciencia. 

Cayó a un lado del cuerpo sin vida de su esposo, mismo que guardaba con las fuerzas inexistentes el pequeño cuerpo entre sus brazos. 

Los Aurores llegaron a la escena del crimen guiados por Granger luego de que un débil patronus llegase hasta ella, uno que no esperaba volver a ver. A la mujer se le contrajo el alma misma ante la imagen.

Draco Malfoy se encontraba hecho pedazos mientras abrazaba a Harry Potter, su esposo, quien había sido asesinado presuntamente por el único pelirrojo en la habitación. El rubio continuaba llorando, y ella, por su parte, continuaba negándose a creer que aquello estuviera pasando ahí mismo. Ronald Weasley, a unos pasos de ambos, estaba siendo arrastrado por las autoridades; él no dejaba de repetir que él no lo había hecho. Y, entre ello, Hermione Granger se cuestionaba qué demonios habían hecho para llegar a ese punto. En su vientre crecía el fruto de un amor que perdía para siempre.

Envueltos en la confusión que involucraba a dos terceras partes del trío dorado y el ex mortífago, ninguno de los adultos, ni siquiera los propios Aurores, pudieron hacer demasiado cuando dos figuras salieron disparadas con dirección a sus padres... Al único padre. A su edad no fue sencillo comprender que esa era toda la familia que les quedaba.

Esa fue una de las muchas noches en las que el homónimo de Canuto se obligó a crecer bien grande. Se tranquilizó a sí mismo para calmar a su hermano Scorpius, y luego se armó de valor para apartar a su hermano Albus de los brazos de su madre, siendo que su padre no podía mirarlos ni siquiera si se atrevía a intentarlo.

Ésa misma noche lo decidió.

James se prometió que ninguna tragedia como esa volvería a ocurrir si él podía evitarlo.

Lo prometió con fervor, y, sin embargo, años más tarde está aquí. Mirando a su padre con la culpa escrita en sus facciones. Observando a través de su maduro rostro, que va acorde con el adulto que es hoy día y que, pese a ello, no va con lo infantil de su sentir. Como en aquel entonces, necesita recordarse que sus emociones no los llevarán a ninguna parte. Como hace tantos años se obliga a comportarse como el adulto que hoy es, pero no se siente en lo absoluto.

Perder a madre durante su infancia, mientras era incapaz de protegerle era una cosa... Pero perder a su tía Hermione a esta edad, donde debió ser capaz de salvarla...

Es más de lo que puede aceptar. Es mucho más de lo que está dispuesto a aceptar.

—El Ministerio se ha vuelto loco—confiesa tras un silencio, y su padre le observa atento— He venido a buscarte ni bien fui capaz de salir de allí... Quieren culparte, padre. No tienen fundamento aún, pero no me queda duda de que buscarán la manera de conectarte a esto...

Draco solo escucha a su hijo sintiendo la sangre ebullir en sus venas. No conformes con recriminarle la muerte de su esposo, ¿también querrán enterrarlo por esto? James no parece mejor que él. Malfoy nunca se confió de la institución a la cual su primogénito quería pertenecer, y aunque su opinión era evidente, nunca le pidió no hacerlo.

Incluso cuando Draco Malfoy es padre de los hijos del niño que vivió y venció, tras la muerte de Harry Potter, se mantiene invicto como el mago más odiado por la sociedad mágica ganando por mucho —incluso contra Ronald Weasley, quien cumple en Azkaban la condena perpetua por el crimen que no cometió—.

Sin Harry allí, nadie es capaz de protegerlo contra el estigma que sus propios hijos vivieron durante tantos años. 

Juzgados duramente a la par que eran siempre comparados con quien les dio la vida. 

¿Qué clase de existencia fue aquella, donde nadie cumplió con las expectativas?

Cuando la afilada mirada de la cabeza de la familia cae sobre el pergamino hay un cambio evidente en su semblante. Algo parece hacer click de manera inesperada. Levanta la mirada, observan a su primogénito y pronto regresa su atención a la nota.

—¿Dónde están?—cuestiona, aunque el amargo sabor en su boca debe ser suficiente respuesta.

James Sirius cae en infructíferos esfuerzos por llegar a una respuesta. Malfoy lee entonces de manera superficial, sintiendo que el mundo se detiene un instante. El pergamino termina en manos de su hijo de un momento a otro justo antes de que observe al rubio tomar el frasco. Draco vierte el contenido de éste y lo vacía en el pensadero en tiempo récord.

James traerá terribles noticias—recitó el menor de ambos, palideciendo levemente— Tienes poco tiempo. El ministerio te atrapará. Usa el pensadero. Y, por lo que más quieras, no intentes detenernos...

Cuando el moreno miró a su padre este ya estaba inmerso en los recuerdos ajenos. Para el momento en que se unió a estos James ya sabía lo que vería... Pese a saberlo, sintió miedo.

Y aunque fue un Gryffindor envidiado durante muchos años, en ese momento se sintió como el cobarde que su padre juraba fue durante toda su vida escolar.

.

.

.

.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).