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The Gift por midhiel

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The Gift

 

Este capítulo es un regalo para @KiKaLoBe

 

Espero de corazón que lo disfrutes.

 

Capítulo Cinco

.

Después de examinarla y encontrarla sana y tranquila, Hank acostó a Jean y la arropó. Dejó la luz del velador de noche encendida con la luz tenue y se retiró para llevarle ropa a Erik, que en ese momento estaba con Charles cenando los dos alegres en el comedor.

 

Para Erik todo era novedoso después de haber regresado a la vida. Respiraba y se maravillaba al sentir sus pulmones cargados de aire, el aroma de la comida, la sensación al masticar, al tragar, al saborear, todas eran sensaciones que regresaban después de dieciséis años. Comieron una cena liviana ya que lo último que faltaba era que tuviera una indigestión, y mientras reían y platicaban de distintos temas, tal cual lo hacían en los viejos tiempos. Ninguno confesó cuánto había extrañado al otro porque era algo tácito. En un momento se tomaron de las manos, se miraron a los ojos y se sonrieron.

 

No fue necesario que Charles le transmitiera mentalmente cuánto lo había echado de menos, Erik simplemente lo sabía. Por eso, inclinó la boca hacia los labios del telépata y se regalaron un beso.

 

Jean continuó soñando con imágenes reconfortantes: paisajes soleados, risas, paletas de helado, más risa y alegría. De repente el ambiente se volvió tenso y la joven se hundió como en un embudo hasta un lugar estrecho y líquido. No tardó en reconocer el espacio como el vientre paterno cuando estaba a punto de nacer. En ese momento tenso fue la primera vez que su poder se manifestó y era tan potente que superó el campo de energía que el ejército había montado sobre la isla. Llevaba horas sintiendo cómo las contracciones la apretaban y empujaban para sacarla de allí. Podía oír a través de la bolsa los gemidos de Erik suplicando que se la quitaran. Los espasmos cada vez eran más severos y comenzaban a sofocarla. Si no la quitaban pronto, corría peligro de morir asfixiada. Pero una energía de su propio cuerpo la mantenía a salvo, era su propio poder luchando por sobrevivir. De repente oyó voces. Una mujer y un hombre, reconoció la femenina como aquella que la sostuviera después en brazos y la amenazara con alejarla de su familia: se trataba de Emma Frost. Sintió un par de manos que la palpaban a través del muro de la piel de su padre, la joven esperó que luego la dejaran nacer porque se estaba ahogando.

 

-¿Lo sientes, Ink? – oyó la voz quejumbrosa de Erik -. ¿Notaste que está débil? ¡Por favor! Sabes que no me importa la cirugía. ¡Solo quítamelo que es peligroso para él!

 

La voz masculina le pidió que escuchara a Emma porque no tenían más medios para una operación de ese riesgo y ella había encontrado una solución.

 

-Sé que estás desesperado, que deseas que nazca, que piensas en Charles – comenzó Emma -. Pero sabes que la vida de nuestra gente depende de ti. ¿Qué será de nosotros si te perdemos, Erik? Eres nuestro líder. No puedes morir y abandonarnos.

 

-¡Emma, cállate! – exclamó Magneto y se retorció de dolor -. ¡Ink, ayúdame! Estoy preparado y queda poco tiempo.

 

-Erik, escúchame – interrumpió Emma con autoridad -. Existe un modo de que sobrevivas y tiene que ver con la adaptación de tu cuerpo. Debes dejar que tu propio organismo lo asfixie con las contracciones como a un parásito. Una vez que esté muerto, tú.  .   .

 

-¡Lo que estás diciendo no tiene sentido! – reclamó Erik y Jean sintió que trataba de incorporarse -. Llévenme a la sala de operaciones ahora mismo. ¿No se dan cuenta de que .  .  .? – calló horrorizado mientras se frotaba el vientre. Había dejado de sentir a la criatura -. ¡No! ¡Por favor, no!

 

Jean dejó de respirar y de oír como si permaneciera en animación suspensiva. De su cuerpo emanó fuego y una energía que superó las barreras del vientre de su padre. Ink y Emma sintieron una descarga eléctrica y se apartaron varios metros. Erik vio un cuchillo a su lado sobre una mesa, no sabía si había estado ahí siempre o recién se había corporizado. Lo tomó y se lo llevó a la barriga de manera amenazante.

 

-Si no lo salvan ahora, voy a abrirme yo mismo – amedrentó con calma y frialdad.

 

Jean volvió en sí y sintió que la punta filosa apretaba la pared del vientre. Magneto hablaba en serio. Quiso tranquilizarse pero las contracciones la sofocaron de cuenta nueva y Erik soltó el cuchillo con un gemido de dolor.

 

Ink se le acercó presuroso.

 

-Cuidado, despacio – lo ayudó a incorporarse -. Emma, llama a los demás. Yo lo llevaré a la sala pero necesitaré la ayuda de varios para sujetarlo.

 

Jean sintió que se ahogaba y gritó. Le faltaba aire y las contracciones la apretaban contra la pared. Abrió los ojos y se encontró en su dormitorio en brazos de Erik.

 

-Todo está bien – le murmuró su padre suavemente -. Tuviste una pesadilla, fue eso, una simple pesadilla.

 

Charles se encontraba en su silla junto a la cama y le frotaba las piernas debajo de la frazada para tranquilizarla. Hank la había oído llorar y los había llamado.

 

Jean apretó llorando a Erik contra sí. Sentía su calidez y protección pero también tenía miedo. Esa pesadilla había sido horrible y todavía le quedaba en la garganta la sensación de ahogo de las contracciones. Sin embargo, se daba cuenta de que era el recuerdo de la primera manifestación de su poder incontrolable, poderoso y peligroso. Y, además, si había gritado fuerte los demás jóvenes tenían que haberse despertado y mañana tendría clases y podía ya imaginar al insufrible John Allerdice y sus comentarios.

 

-Ya, princesa mía – le sonrió Erik con paciencia -. A todos nos costó y dolió cuando nuestros poderes comenzaron a manifestarse. El tuyo es más difícil y doloroso pero nos tienes a los dos, que te acompañaremos y ayudaremos a superarlo.

 

Charles leyó en Jean lo asustada que se sentía. También cómo la presencia de Erik la consolaba.

 

-¿Por qué no te quedas con ella, amor? – le propuso, sabía que Magneto estaba tan agotado como él pero no descansaría si su hija no estaba tranquila -. Hay una habitación con dos camas libres al final del pasillo. Pueden trasladarse los dos a dormir allí.

 

Erik lo miró. En realidad ansiaba pasar la noche con él pero si Jean no se encontraba bien no la disfrutaría tampoco. La joven, por su parte, sabía cuánto debían los dos desear estar juntos pero no se sentía en condiciones de permanecer sola. Sin embargo, no era una chiquilla y se planteó si no estaba siendo egoísta. Iba a responderle a Charles que ella podía dormir sola, pero Erik se levantó.

 

-Vamos, princesa – le extendió la mano con una sonrisa -. No pudimos acampar juntos cuando eras pequeña pero puedo acompañarte esta noche y conversar hasta que nos durmamos – Jean tomó su mano y él la empujó con fuerza para que saliera del lecho. La joven rio con ganas -. ¿Qué hay de ese chico nuevo, que entró hace una semana? – preguntó Erik con picardía -. No olvides que permanecí a tu lado aunque no lo notaras y vi cómo lo miras y él te mira a ti. ¿Scott?

 

-¿Scott Summers? – indagó Charles, asombrado. A veces el no leer a los demás por respeto lo hacía llevarse grandes sorpresas -. ¿El hermano de Alex?

 

Jean se ruborizó como una frutilla. Erik vio la expresión de Charles y el sonrojo de su hija y rio divertido.

 

-Vamos, mi niña – la apremió mientras la envolvía en un abrazo -. ¿Te cuento un secreto? A mí ese jovencito no me cayó tan mal, aunque tiene que aprender a no meterse en problemas.

 

-Es un buen muchacho – protestó Jean riendo -. Aunque es cierto, a veces tiene que medir lo que dice y hace.

 

-Como yo muchas veces – reconoció Magneto y lanzó una mirada insinuante a Charles, que todavía seguía escuchando el eco del nombre de Scott -. Nos vemos por la mañana, amor. Tendremos el día entero para disfrutarlo juntos.

 

Padre e hija salieron abrazados. Charles sacudió la cabeza para volver a la realidad y los siguió para guiarlos hacia la habitación deshabitada. Erik y Jean platicaron un largo tiempo, cada uno acostado en su respectiva cama paralela. La joven se sentía tan a gusto con él que se atrevió a contarle de ese muchacho nuevo, Scott Summers, la manera en que lo había conocido al tropezarse con él cuando se dirigía a clases distraída y de lo bien que se sentía a su lado las pocas veces que habían conversado y estado juntos. También que Scott la había invitado al cine para el próximo fin de semana.

 

Erik sonrió feliz de que le compartiera ese secreto. Jean bostezó porque el cansancio le iba ganando. Su padre se recostó en las sábanas y apagó el velador.

 

-Buenas noches, papá.

 

-Buenas noches, mi princesa.

 

.............

 

Por la mañana temprano, Erik fue el primero en abrir los ojos. Era una sensación extraña despertar después de tantos años sin haber dormido realmente. Aspiró y los pulmones se le llenaron del aire fresco matutino. Volteó hacia la cama para observar a Jean, que seguía durmiendo tranquila. Se desperezó y, al hacerlo, sintió cómo sus músculos volvían a moverse. Le dolió un poco, lo suficiente para sentirse agradecido de haber vuelto a la vida. Salió de la cama y caminó hacia el ventanal A lo lejos, detrás del bosquecillo de pinos, el sol se alzaba. De repente, Erik notó algo nuevo: hambre, y se frotó el estómago. Tenía ganas de desayunar. Despertó suavemente a su hija para avisarle que bajaría. No quería que se llevara la sorpresa de abrir los ojos y no encontrarlo.

 

-Quiero acompañarte – pidió la joven en medio de un bostezo.

 

-De acuerdo, princesa.

 

-¿Me llamas princesa todo el tiempo para no llamarme Jean? – preguntó la muchacha intrigada.

 

-Así es – respondió Erik con honestidad -. Jean no era el nombre que habíamos escogido para ti sino el que te puso Emma para esconder tu identidad y entregarte a esa familia.

 

La joven bajó la mirada. Su padre tenía razón pero ese nombre era parte de su esencia, ella había sido Jean toda su vida.

 

-¿Preferirías llamarme Wanda?

 

-¿Te sentirás cómoda con ese nombre?

 

Ella no supo qué responder. Erik se dio cuenta de que, sin quererlo, le estaba transmitido sus celos hacia los Grey. No le pareció justo porque Jean guardaba un recuerdo grato de sus padres adoptivos y ellos habían sido personas buenas engañadas por Emma Frost. Magneto se sentó en la punta del colchón para observarla.

 

 -Tus padres adoptivos te amaron y buscaron hacerte feliz. Les estoy agradecido por la persona en la que te convirtieron y por cuidarte cuando ni yo ni Charles podíamos hacerlo – le acomodó un mechón detrás de la oreja -. ¿Qué te parece si conservas tu nombre pero yo te sigo llamando “mi princesa”?

 

-Me gustaría llevar tu apellido.

 

-¿Lehnsherr?

 

-Lehnsherr-Xavier – propuso Jean. Erik le sonrió -. Y Wanda podría ser mi segundo nombre.

 

-Me encanta – opinó su padre emocionado y se levantó -. Tenemos planes para más adelante. Un nuevo apellido y un segundo nombre para ti. Ahora bajemos a desayunar. ¿Qué se te antoja?

 

-Cereales y leche – contestó la joven y salió de la cama para desperezarse.

 

-Volveré al dormitorio de tu padre donde Hank dejó mi ropa y tú regresa al tuyo y te vistes. ¿Nos encontramos abajo?

 

Jean asintió sonriendo.

 

 

…………..

 

A Erik todo le producía nostalgia, desde la decoración de la cocina hasta el aroma del café. Estaba disfrutando de la vida. Había ido al dormitorio de Charles para vestirse y encontrarlo pero el telépata ya no estaba. Mientras preparaba el café y sacaba los cereales y la leche para su hija, Charles entró.

 

-¿Cómo pasaron la noche tú y Jean? – lo saludó.

 

Erik se arrodilló a su lado para regalarle un abrazo y un beso.

 

Jean abrió la puerta.

 

-Lo de recuperar el tiempo perdido está funcionando bien para los dos – bromeó la joven -. Buenos días padre – saludó a Charles y se dirigió a la mesada para prepararse el desayuno.

 

Comieron los tres por primera vez como familia y Jean se retiró porque en poco tiempo comenzarían sus clases. La pareja continuó desayunando amena y después se encerraron en el despacho de Charles para estar solos y tranquilos. Disputaron una partida de ajedrez, que no pudieron terminar porque comenzaron a besarse y Erik le echó llave a la puerta. Como otras tantas veces en el pasado, acabaron amándose en el sofá. Sentir y acariciar el otro, olerse, besarse, eran actos que habían extrañado más de lo que imaginaban. Se devoraron a besos y se acariciaban con tanto frenesí que podían dejarse cardenales.  Alcanzar el orgasmo fue una sensación sublime. Llegaron al clímax y gritaron locos de placer. El despacho era enorme así que sabían que nadie los oiría. Estaban enredados en el sofá durante el acto sexual y, cuando se separaron, permanecieron abrazados un largo tiempo. A Erik le ardían los pulmones por respirar con tanta fuerza después de estar inactivos tanto tiempo, y Charles lo llenó de mimos. 

 

-Te amo, Erik – le murmuró -. Nunca me cansaré de decírtelo.

 

Erik lo besó de cuenta nueva y empujó a Charles para que yaciera sobre su pecho. El telépata recorrió con el índice la larga cicatriz blanca sobre su abdomen y se la besó.

 

-Si no hubiera sido por tu sacrificio y tu valentía, hoy no estaríamos juntos los tres.

 

Erik le acarició el cabello y cerró los ojos.

 

-Tú también me ayudaste, Charles. Tu fidelidad, el recordarme constantemente, el cuidar y ayudar a Jean, todo me daba fuerza para no apartarme de ustedes. Especialmente ella, nuestro milagro más perfecto – le besó la cabeza -. Estamos juntos, Charles, y ahora lo estaremos para siempre.

 

…………..

 

Todos los jóvenes opinaban lo mismo, que esa noche la pesadilla de Jean había vuelto a despertarlos. Pyro escuchaba en la cancha de basketball las quejas con una sonrisita socarrona y no veía la hora de cruzarse con la joven para jugarle alguna mala pasada. No lo hacía por venganza sino por el simple placer de ver a la buena en todo de Jean Grey humillada delante de sus compañeros.

 

Bobby y Rogue justo entraban con libros acompañados de Scott, el pupilo nuevo, hermano del legendario Alex Summers. John despreciaba a Bobby y a Rogue y le daba rabia que un personaje como Scott se juntara con ellos. Además le parecía haberse cruzado ya a la insípida de Jean platicándole.

 

-¿Vieron a Jean? – quiso saber Scott, acomodándose los lentes oscuros -. No me la crucé en el desayuno.

 

-Jean suele quedarse en su dormitorio si tiene mucha tarea para terminarla – explicó Rogue -. Es la más aplicada de la escuela.

 

-Eso no es una excusa para que despierte a todos con sus gritos – reclamó Pyro con potencia para que los demás lo oyeran.

 

Bobby volteó hacia él con odio y Scott le lanzó una mirada asesina a través de los anteojos.

 

-Ey, ¿escucharon el rumor? – interrumpió Rogue para cambiar de tema -. Una persona igual a Magneto anda por la casa.

 

John se calmó. Erik Lehnsherr había sido el mutante que más admiraba, conocía su discurso de supremacía frente a la Casa Blanca de memoria y la única asignatura donde había obtenido una A había sido una biografía sobre él que había escrito para Historia. Sabía que llevaba muerto hacía dieciséis años en un ataque a Genosha, que algunos tomaban como una isla mítica y otros como una realidad. Pero como también sabía que había sido un sobreviviente, al escuchar el rumor se planteó si tal vez hubiese sobrevivido.

 

-Era amigo del profesor Xavier – opinó Pyro y miró a todos -. Si tuviera un lugar donde volver sería esta casa.

 

-Es cierto – congenió Bobby, aunque la idea de tener cerca a un supremacista famoso como Magneto le causaba recelo -. Tu hermano lo conoció, Scott.

 

-Sí, convivió con él cuando estuvieron entrenando aquí hace años. Dice que era un sujeto hermético y de pocas palabras.

 

Pyro rio.

 

-Ey, tontitos, si Magneto está aquí en Westchester y quiere armar una nueva Hermandad Mutante, ¿a quién de nosotros creen que elegiría? Descartados hielito y Rogue. Uno por frío y cobarde y la otra por estúpida – rio socarrón y otros lo imitaron.

 

-Tú no eres precisamente inteligente así que creo que le serías una buena mascota – espetó Bobby.

 

Sus compañeros rieron más.

 

Jean entró vestida con su uniforme de gimnasia y una pelota de basketball debajo del brazo. Se la notaba serena y altiva como siempre aunque por dentro estaba nerviosa. No sabía con qué broma de mal gusto podía salirle hoy John y no estaba con mucha paciencia. Sin mirar a nadie, comenzó a picar el balón y a tratar de encestarlo. El pensar en Erik y en Charles, a los que vería durante la cena, la alegraba y tranquilizaba.

 

-¿Dormiste bien, Jean querida? – se burló Pyro y muchos festejaron el comentario.

 

-John, basta – reprendió Bobby y la temperatura bajó levemente.

 

Scott le dio una palmada en el pecho para calmarlo.

 

-Déjamelo a mí – y alzó la voz en dirección a Pyro -. ¿Qué dijiste, bola de fuego?

 

-¡Basta! – exclamó Jean, parándose con autoridad -. No quiero que me busques más peleas delante de todos, John Allerdice. Si algo te molesta, dímelo sin sarcasmo, burlas ni ironía.

 

John le sonrió mordaz. Ah, así que la niña preferida de Westchester lo desafiaba.

 

-Solo me preocupo por tu salud. Por eso quiero saber por qué tenemos que oír tus gritos cada noche.

 

Rogue apoyó la mano sobre el hombro de Scott porque notó que el muchacho estaba amenazando con quitarse los lentes. Bobby se contenía para no convertir la cancha en un refrigerador.

 

-Estoy desarrollando mis poderes – contestó Jean con orgullo. Si era hija de Erik Lehnsherr iba a jactarse de su mutación.

 

Pyro no se esperaba una respuesta tan directa y no supo qué responderle. Pero notó que todos lo miraban y contestó.

 

-¿Y dónde están tus papis para consolarte?

 

Scott y Bobby, al mismo tiempo, lo voltearon a golpes. Rogue optó por intentar separarlos solo para que no se ganaran una suspensión.

 

Jean se sintió mal. Una fuerza interior crecía dentro de ella y perdió noción del tiempo y del espacio. Cayó desvanecida y azotó el cuerpo de lado.

 

Bobby y Scott dejaron de golpear a John y corrieron a atenderla.

 

-¡Déjenla! – demandó una voz con firmeza.

 

Los estudiantes voltearon hacia la entrada y vieron a Erik Lehnsherr vivo frente a todos. Magneto entró mientras los jóvenes retrocedían para cederle el paso. Se inclinó junto a Jean, la tomó en sus brazos y le acarició el rostro. La joven abrió los ojos al reconocerlo.

 

-¿Cómo estás, mi princesa? – le sonrió con ternura, olvidando a los demás -. Vamos, te llevaré con Hank para que te revise.

 

Jean se colgó de su cuello y sepultó el rostro. Se sentía avergonzada pero también feliz de que su padre estuviera atento velando por ella.

 

-Señor Magneto, yo puedo ayudarlo – se ofreció John. No podía creer a quién estaba viendo.

 

Erik lo miró con odio, mientras se erguía con Jean.

 

-Si llegas a molestar a mi hija otra vez con una sola insinuación, no habrá compañeros que te defiendan – y sin añadir nada más, se retiró.

 

Los jóvenes quedaron atónitos y, de a poco, comenzaron a reaccionar.

 

-¡Wow!

 

-¿Magneto llamó a Jean su hija?

 

-¿Magneto la adoptó?

 

-¿Jean es la hija de Magneto? ¿Lleva la sangre de él?

 

-¡Con razón Jean es tan inteligente! Miren quién es su padre.

 

-Entró de la nada y se la llevó.

 

-Antes la admiraba por lo buena que es en el estudio, ahora, no puedo creerlo, ¿la llamó su hija?

 

John estaba tan aturdido que se echó de espaldas en el piso de cemento y se cubrió los ojos con las manos. Jamás había imaginado humillación semejante.

 

…………

 

¡Hola! Disculpen la tardanza en actualizar. Espero que les haya gustado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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